Disclaimer: Naruto no me pertenece.
La abertura del problema
El camino al País de los Campos de Arroz duró dos días. Hinata y Shisui viajaron lo más pronto posible. Aun cuando el shinobi sugirió a Hinata descansar por un rato, ésta señaló que podía continuar. Nadie los había interceptado durante el transcurso del viaje, por lo cual a Hinata le pareció tranquilo y, hasta cierto punto, pacífico.
Si se ponía a pensar bien la misión le resultaba fácil. A pesar de que el Mundo Shinobi disfrutara de un período de paz, pequeños conflictos aún se llevaban a cabo fuera de la Frontera del País del Fuego. Según lo que Shisui-san le mencionó al compartirle los detalles de la misión, un hombre dedicado al robo de información valiosa para venderla al mejor postor; poseía una técnica ocular que le permitía recordar todo con una sola mirada. Aunque no representara un peligro mayor, que estuviera rondando las cercanías de la Aldea de la Hoja había levantado sospechas, y siendo el Cuarto Hokage el precavido hombre de siempre, ordenó hacerse cargo del asunto lo más pronto posible.
Hinata sabía que por su historial de misiones de rastreo exitosas que cumplió con el resto del equipo ella sería considerada la candidata perfecta para acompañar a Shisui Uchiha. Y le agradaba la idea porque sus habilidades estaban siendo reconocidas. Sin embargo no paraba de pensar en por qué alguien tan avanzado y fuerte como Shisui Uchiha aceptaría una misión de bajo rango. No cuadraba con la imagen que ella tenía sobre él.
Shisui era un miembro importante no solo dentro de la Policía Militar de Konoha, sino también en los escuadrones especiales ANBU. Hasta Itachi-san señalaba que su primo mayor era más talentoso que él mismo, lo cual era sorprendente considerando que en sí Itachi era un genio nato. Si Shisui era más fuerte que el propio hijo mayor del actual líder del clan Uchiha, Hinata no dudaba que podría declarársele como uno de los ninjas más poderosos que había en toda Konoha.
Le extrañaba que estuviera, en esos momentos, liderando la búsqueda de un ladrón. «Estoy pensando demasiado» Hinata se regañó a sí misma por la dirección de sus pensamientos. En ocasiones los shinobis debían aceptar misiones fáciles y complicadas, Shisui-san no era inmune a ello a pesar de pertenecer a un clan importante, o quizá simplemente se ofreció, tal como le contó cuando fue hasta su hogar para anunciarle que sería su compañera en el viaje.
Conociendo la personalidad amistosa del Uchiha eso era muy posible. Shisui amaba a la aldea, lo decía sin dudas, sonriente y con un brillo en los ojos que demostraba una absoluta honestidad. Hinata creía en sus palabras, al menos como ninja y shinobi. En otros aspectos, como los más personales, Hinata se guardaba su opinión personal y prefería ver desde lejos los comportamientos de los demás. No quería juzgar al joven Uchiha ni dejarse llevar por los rumores, pero Kiba ya le había advertido sobre los trucos de Casanova de Shisui, y no podía dudar de la palabra de uno de sus mejores amigos. Kiba era capaz de oler las mentiras, era uno de sus dones. Y era completamente honesto. Incluso Shino —a pesar de no haber sido completamente expresivo— le aconsejó mantenerse alerta a cualquier insinuación de parte de Shisui-san. Ella les aclaró que tendría cuidado, aunque si lo pensaba bien no creía que aquello fuera necesario cuando a los ojos del Uchiha no sería vista como una candidata a sus conquistas. Causaría demasiados problemas ese tipo de acciones, en especial cuando pertenecían a clanes distintos que mantenía una tensión asfixiante. Sin mencionar que a Hinata le gustaba alguien más.
Recordar lo cena que compartió con Obito-san en la comodidad del hogar de los Uzumaki le sonrojó las mejillas. Había sido una velada estupenda y agradecía infinitivamente a Sakura por cumplirle aquel capricho. Existieron malos entendidos, como eso de que a ella le atraía Menma Uzumaki. Aquella idea la espantó y pensó, tardíamente, que debió de aclarar las cosas con Sakura desde el primer momento. Pero el daño ya estaba hecho. Obito-san de verdad creía que a ella le gustaba Menma-san cuando no era así. Y era demasiado tímida como para afrontar esa situación delante de Obito-san.
Éste se había mostrado tan entusiasmado porque le gustara su alumno y compañero de equipo que a Hinata le dolió un poco el interior por darse cuenta que a los ojos del Uchiha mayor ella no representaba nada más que una hermana, tal como Obito-san se lo había repetido desde siempre.
Hinata sabía que su amor hacia el Uchiha no sería correspondido, y estaba bien con ello. Fue ella quien decidió continuar desarrollando aquellos sentimientos, los cuales se fueron fortaleciendo con el paso de los años hasta convertirse en aquella presión en su pecho cuando veía el rostro sonriente de Obito Uchiha, junto con esa sensación de mariposas inquietas en el interior de su estómago y la sensación de tener el rostro de la misma tonalidad que un tomate.
Rin-san era el primer y único amor de Obito-san. Éste se había encargado de gritarlo por todas partes. Siempre se mostraba contento cuando mencionaba el nombre de la medic ninja —y actual mentora de Sakura-san e Ino-san en el Hospital de Konoha—. Dolía un poco, pero en el fondo quería que Obito-san fuera correspondido por la mujer que decidió entregarle su corazón. Rin-san era grandiosa, talentosa y gentil, cualquiera podría darse cuenta de lo maravillosa que era con solo mirarle y recibir una dulce sonrisa de parte de la castaña. No le sorprendía que Obito-san hubiera desarrollado ese tipo de sentimientos hacia su compañera y amiga. Lastimosamente, parecía que Obito-san no era correspondido, no de la manera que él añoraba. Aun así, el Uchiha no se daba por vencido, pero ya no era usual verlo visitar el hospital todos los días para llevarle regalos o detalles a la Nohara —tal como Ino-san y Sakura-san le contaban cuando se reunían en ocasiones para comer algo dulce—.
Pero Hinata estaba contenta. No esperaba que de verdad le correspondiera, en especial cuando él ya tenía a alguien más en su mente. Pero estaba agradecida por todo lo que Obito Uchiha le enseñó. Su presencia tuvo un gran impacto en su vida. Fue de las pocas personas que realmente se sentó a escucharla y darle un valioso consejo que hasta el día de hoy aplicaba en su diario vivir. Y estaba orgullosa de ser lo que era ahora. Poco a poco se estaba ganando el respeto de las personas y forjando su carrera como shinobi de la Hoja. Tenía mucho camino que recorrer, pero al menos no iba a dudar más.
Se convertiría en alguien que todos miraran con orgullo.
—¡Hinata-san!
Había estado tan sumergida en sus ideas que no logró darse cuenta en el momento que su manipulación de chara disminuyó, hundiéndose de inmediato en los manantiales en medio de los campos de la zona. Afortunadamente no era mucha la profundidad, pero sus ropas se humedecieron y quedó empapada de pies a cabeza. Hinata sintió las mejillas rojas de la vergüenza.
Venía pensando en ser una mejor versión de sí misma y había cometido un error de un novato.
—¿Estás bien, Hinata-san? —de inmediato Shisui acudió a revisar a la chica, deslizándose con profesionalidad por la superficie tranquila del agua, ayudando a la joven a ponerse de pie.
—S-Sí —contestó con voz baja, avergonzada—. L-Lo lamento, me descuidé.
—Eso puedo verlo —Shisui mostró una sonrisa despreocupado. Siendo su líder debería regañarla, pero la pinta de la joven era adorable que lo dejó pasar. Haría de la vista despreocupada—. Posiblemente estés agotada.
Hinata se negó de inmediato. No quería alentar la misión ni ser una carga para Shisui-san.
—En lo absoluto, me encuentro bien y puedo continuar, Shisui-san.
—El clima de aquí es húmedo y bochornoso, sería muy mala idea hacerte caminar debajo de este intenso Sol, especialmente con la ropa mojada. ¿Por qué no nos damos un mini descanso en lo que se secan tus prendas y comemos algo? Eso no nos hará desviarnos de la misión. Me atrevo a decir que llevamos mucha ventaja.
—S-Sí usted lo considera necesario, Shisui-san, e-está bien.
—Yosh —asintió, gustoso de haber convencido a la joven. De hecho, resultaba fácil hacerlo—. Justo vi el lugar perfecto por aquí. ¿Vamos?
—Uhm.
Hinata-sama había salido de misión desde hace dos noches. Cuando Neji preguntó a Natsu de los detalles, ésta solo pudo decirle que la joven había sido solicitada de manera urgente debido a la ausencia de Tomura y él mismo. Que Hinata-sama saliera a misiones no le daba problemas, es más, le producía orgullo que consideraran a su querida prima fundamental, especialmente por su habilidad para el rastreo. No obstante, cuando caminó hacia sus aposentos para descansar de la misión de la cual regresaba escuchó sin querer la conversación del abuelo con Hiashi-sama; éste último se quejaba que no le agradaba que miembros del clan Hyuga y Uchiha trabajaran en conjunto. Esa nueva información detuvo los pasos de Neji en seco.
¿Hinata-sama había salido de misión con un Uchiha? Por supuesto que se alteró porque la fama de los Uchiha era infinitamente negativa. Aun con la intervención oportunidad del Cuarto en ocuparse de aquella enemistad existente entre el Consejo y el clan del Sharingan, muchos se mantenían sus opiniones personales. Especialmente con la fama de Madara Uchiha aun presente en sus tiempos y los actos cometidos. Además, debía añadir, que la fama de mujeriego de Shisui Uchiha no ayudaba.
Su primera era demasiado inocente e ingenua, fácil de manipular. Confiaba ciegamente en las personas y veía amabilidad en todos lados. Dicho comportamiento le había dificultado su camino ninja, pues era el deber shinobi no mostrar compasión ni titubear durante las misiones. Neji se había encargado de ayudarle en esos aspectos, más de una vez quiso endurecer el carácter de Hinata-sama, pero luego se arrepintió porque Hinata-sama siendo ella misma era mejor que tener a una mujer de fría personalidad. Como el abuelo y Hiashi-sama.
Dentro de la Mansión Hyuga era desbordante el cariño y lealtad que la mayoría de los miembros sentían hacia la joven heredera. Neji creía que Hinata-sama sería capaz de anular la tradición del Sello del Pájaro Enjaulado. Aquel sueño con el que los miembros del Bouke deseaban para las futuras generaciones podría alcanzarse con alguien como Hinata-sama al mando, y siendo apoyada por un hombre entregado al bienestar de toda su gente como lo era el Cuarto, el alcance era posible y una cercana realidad. Él podía asegurarlo; estaría al lado de Hinata-sama para apoyarla, ir hasta el fin del mundo de ser necesario.
Pensar en la posibilidad de que un Uchiha pudiera corromper a su querida prima lo alteró. No confiaba en ningún Uchiha. De hecho, no confiaba en ningún chico u hombre de Konoha. Neji no era idiota, podía ver la lujuria reflejada en más de un par de ojos seguir la figura de su querida prima. Él había tenido que mirarlos en su dirección, activar el Byakugan en silencio y dirigirles una mirada amenazante que los asustaba como hienas ante la presencia de un león.
Hinata-sama se había vuelto una hermosa joven y ella parecía no darse cuenta. Si no fuera por su carcasa de timidez e inseguridad sobre su aspecto —gustándole compararse frecuentemente con la seguridad de Ino y su belleza, así como la inteligencia, fortaleza y precioso cabello rosado de Sakura— se daría cuenta de todos los candidatos que había atrapado gracias a sus gentiles ademanes y cálido comportamiento, haciendo gala de su nombre.
Neji se negaba a dejar que alguien se aprovechara de ella.
Por esa razón se plantó en frente del Distrito Uchiha, con los brazos cruzados, un ceño pronunciado y una amenazante aura. No se movió de ahí hasta que vio a la persona que buscaba salir de la entrada principal.
—Uchiha.
Sasuke levantó la vista de sus sandalias en cuanto escuchó esa voz. Su buen humor se esfumó. Chasqueó la lengua y detuvo su caminar, quedando distanciado de Neji Hyuga por unos cuantos metros. No le agradaba el sujeto, al principio fue porque pertenecía al clan Hyuga y como era de esperarse, los Uchiha sienten enemistad de manera natural hacia los poseedores del Byakugan, sin embargo en los días de la Academia, no solo trató de ganarse sus propios reconocimientos e intentar hacer sentir orgulloso a su padre al demostrarle que podía superar a Itachi, sino también tuvo que lidiar con el nombre y la sombra de Neji Hyuga, el genio del Bouke, único mimbro del clan capaz de dominar las técnicas exclusivas del Souke aun siendo parte de la Rama Secundaria.
—Hyuga —saludó a secas. Estaba en su territorio, Neji no sería tratado con educación—. ¿Se te perdió algo?
—Viéndote asumo que alguien más de tu clan está de misión con Hinata-sama.
—¿Tu prima? —Sasuke sintió un fastidio comerlo desde adentro. Últimamente el nombre de esa chica se estaba volviendo común en su rutina.
—Hace dos noches salió de misión, y según lo que escuché dentro de mi clan, alguien del clan Uchiha fue a buscarla —explicó sin ofrecer demasiados detalles—. Quería saber quién de tu familia la solicitó, y por qué precisamente ella cuando Shino y Kiba estaban libres.
—¿Qué te hace pensar que yo lo sé todo? —Sasuke bufó, irritado—. Si le pidieron a tu prima salir de misión, ¿a mí qué?
—Me preocupa que alguien de tu clan pueda lastimarla.
La mirada negro ónix de Sasuke se afiló por el comentario bien intencionado de Neji.
—¿Qué insinúas? ¿Qué alguien de mi clan atacará a tu primita por la espalda?
Neji no mostró señales de retractarse.
—No sería la primera vez.
—Hyuga, ¿viniste a mi distrito con la intención de buscar pelea? Porque de ser así, estoy libre para barrer el piso con tu rostro.
—Aceptaría gustoso la oportunidad de romperte todos los huesos, Uchiha, pero me encuentro ocupado, quizá podemos dejar el combate para otra ocasión si con eso logras curar el orgullo de tu clan.
Sasuke activó el Sharingan por pura inercia con la intención de sumir a Neji en un gentsutsu que le enseñara a no insultar a su clan delante de la entrada. Igualmente Neji activó su doujutsu, amenazante. De frente y teniendo al Byakugan como rival, el ojo del Sharingan era inútil, pero Sasuke era hábil en otras artes de combate y tenía la absoluta confianza de poder darle a Neji una paliza.
—En serio, Sasuke, así como tienes muchas fans, también tienes un montón de enemigos. Te dije que andar con esa cara de pasa arrugada te metería en problemas.
Por segunda vez Sasuke se sintió doblemente irritado. Obito estaba a su lado, sonriendo. Ni siquiera sintió su presencia.
—Neji-kun —saludó despreocupadamente al castaño que desactivó el Byakugan. Era igual de arrogante y malhumorado que Sasuke, pero al menos era más respetuoso y educado—. Tiempo sin vernos. ¿Has venido por órdenes de Hokage-sama? —no era común ver a los Hyuga venir por propia voluntad a la entrada del Distrito Uchiha, por lo cual aquella opción era más probable. La única excepción sería Hinata quien vino completamente sola con el propósito de entregarle una bufanda hecha a mano. Misma que usaba en esos momentos.
—En realidad… —Neji se mostró dudoso de seguir con lo planeado. Quizá se estaba comportamiento sobreprotector con Hinata-sama, pero no podía evitarlo.
En su infancia la trató injustamente, escogiéndola como la causa de toda su tragedia. Incluso la lastimó y estuvo a punto de asesinarla. Había sido complicado aceptar la verdad, darse cuenta de los errores que había cometido, especialmente con ella. Ahora quería remediar todas esas situaciones, asegurándose de protegerla a toda costa. Tenten constantemente le señalaba que debía ser más flexible con Hinata-sama. Y Neji quería darle su espacio, por supuesto, pero con la completa certeza que ella estaba bien y segura, acompañada de personas que tenían su absoluta confianza y no con un Uchiha fuera del País del Fuego.
—Me disculpo por presentarme de esta manera —dijo Neji.
Sasuke arqueó una ceja por el inesperado cambio. Hacía unos momentos ese engreído había osado dudar de la lealtad de su clan y ahora, con la presencia de Obito, se comportaba educadamente.
Doble cara.
—No es para tanto —respondió Obito, riendo nervioso por el comportamiento del Hyuga. Estaba acostumbrado a que estos le vieran con fría cortesía, no a que se disculparan en frente de su distrito—. ¿Y bien? ¿Surgió algo? ¿Quieres que llame a Tachi para…?
—Eso no será necesario. No buscaba a Itachi-san. Yo… —desvió la mirada sin saber cómo decir lo que pensaba. ¿Preguntar directamente quién era el malnacido que pidió a Hinata-sama en una misión de bajo rango en el País de los Campos de Arroz?
—El Hyuga quiere saber quién pidió a su primita para una misión —más Sasuke tomón la iniciativa al ver el titubeo del castaño, quien no escondió la mirada fulminante que le dirigió—. Está demasiado preocupado de que algo le pase a la Princesita.
—Sasuke —Obito le dio un zape al azabache y Neji pensó que se lo tenía bien merecido por hablar de ese modo de Hinata—, ¿qué te he dicho sobre respetar a Hinata-chan?
—En serio, tienes un claro favoritismo con esa chica para atreverte a golpearme —Sasuke gruñó al ver al Uchiha mayor, con la cabeza doliéndole. Era vergonzoso admitir que Obito era más habilidoso que él. Similar a lo que Itachi hacía con él desde pequeño con los dedos golpear su frente, ese payaso había adoptado la costumbre de darle zapes cuando se le antojara—. ¿Te gusta o algo?
Obito volvió a pegarle a Sasuke por las ocurrencias que decía, aunque esta vez sintió un ligero sonrojo colocarse en sus mejillas sin poder evitarlo.
—¿Te estás escuchando? No digas estupideces —regañó, tronando sus nudillos—. La única mujer de mis sueños es mi querida Rin-chan. A Hinata-chan la veo como una dulce hermanita.
—Dices que te gusta Rin nee-san pero estás usando el regalo de otra chica. ¿Eso no te vuelve un mentiroso?
Obito volvió a sonrojarse, por segunda ocasión.
—¡Es un lindo regalo que me obsequió una linda chica! ¡Una chica que me ve como un hermano mayor! Es normal que la use. No recibo regalos a diario como tú, bastardo.
—Hinata-sama obsequia ese tipo de cosas a la mayoría de las personas que considera especial —participó Neji en la conversación de ese par, intentando no dejarse llevar por el fastidio que le causaba escuchar de boca de Obito Uchiha llamar de esa manera a su prima, con tanta familiaridad, y considerarse una figura de hermano mayor cuando él estaba ahí—. No se sienta especial, Obito-san.
Obito sonrió nerviosamente mientras rascaba su nuca en lo que trataba de sobrevivir a la mirada helada del Hyuga.
—No daré más rodeos e iré directamente al asunto. ¿Sabe quién solicitó la participación de Hinata-sama en una misión en el País de los Campos de Arroz?
—¿Una misión…? ¿En los Campos de Arroz…? —Obito trató de hacer memoria, aunque no negaba que todo era tan confuso, tener a Neji Hyuga preguntando sobre detalles de una misión no era normal. Pero entendía que estaba preocupado si Hinata-chan estaba implicada.
Luego la cabeza le hizo clic al recordar algo que Minato-sensei le pidió hacia unas semanas. Un ladrón de información con el poder de recordar todo gracias a una curiosa habilidad ninja que se pensaba era un kekkei genkai de un clan casi extinto de la Aldea Oculta de la Hierba. No representaba gran amenaza, pero Minato-sensei siempre era precavido aun con los pequeños detalles y le encomendó la misión a él. Lamentablemente se mantuvo ocupado y a última hora no pudo ser él quien llevara a cabo la misión, pues ya tenía todo planeado. Afortunadamente Shisui estaba libre y le prometió a Minato-sensei que su primo menor se haría cargo. Por supuesto que tuvo que chantajear a Shisui para lograrlo convencer, pues ese mocoso tenía el atrevimiento de negarse, aduciendo que aquello era una misión demasiado fácil para alguien de su calibre. Más Obito ganó al prometerle hacerse cargo de la cena durante un mes y lavar los tratos por toda una semana. Shisui lo consideró y luego aceptó. Le dio las indicaciones y le hizo acudir a la oficina de Minato-sensei para que pulieran detalles.
Por andar lavando los trastes de la cena que tuvo en la casa de su sensei, Obito no pudo despedir a Shisui, pero no le extrañaba pues lo consideraba normal. La cursilería no entraba en su convivencia, eran dos adultos y hombres solteros viviendo en la casa que la abuela les heredó. Cada uno tenía su propia vida y obligaciones.
—Oh —hizo las sumas en su cabeza y pareció entender por qué Neji estaba ahí. La única persona que obligaría al castaño a ir por propia voluntad al Distrito Uchiha, además del propio Hokage, era por Hinata-chan.
Shisui aseguró de ir en solitario para terminar pronto con la misión. El clima en el País de los Campos de Arroz era bochornoso y horrible, entre menos tiempo pasara en aquellas tierras, mejor. No le prestó atención porque no había la necesidad de preocuparse por su primo. Shisui había enfrentado peores cosas durante la infancia, ir detrás de un ladrón de información no sería algo peligroso. Sin embargo, sabía que ese tonto necesitaría el apoyo de alguien especializado en el rastreo y Konoha poseía a un equipo experto en ello.
El mismo equipo que él, en algún momento, le pidió a Kurenai cambiarle.
De haberse tratado de Kiba, no habría problema. Es más, le hubiera resultado divertido porque estaba enterado del lío amoroso que protagonizó su primito con Hana Inuzuka —una belleza de joven y una ninja veterinaria reconocida—. Shino era raro, pero centrado y cumplido. Probablemente Shisui se desesperaría con alguien tan silencioso, pero sabiendo que podía tolerar la compañía de Itachi quien también era de pocas palabras, no creía que hubiera tanto problema.
Pero Hinata-chan con Shisui. Ese mocoso tenía una debilidad por las chicas lindas. Esa odiosa personalidad de mujeriego era algo que no podía detenerse y Shisui estaba consciente del atractivo que poseía, lo cual le facilitaba sus conquistas. E Hinata-chan era demasiado inocente, gentil y bonita. Que ellos estuvieran de misión lejos de la aldea no era algo que le hizo sentir bien, de hecho, lo alertó.
De pronto el ambiente se volvió tóxico. Esa fue la manera en la que Neji como Sasuke lo sintieron. Obito se calló repentinamente y toda esa atolondrada actitud que caracterizaba al Uchiha había tomado sus maletas y esfumado, dejando aquel hombre de expresión seria.
—Lo siento chicos, tengo que enviar un mensaje con urgencia —dijo después de un lapso de silencio—. Traten de no pelear, ¿eh? —luego miró a Neji—. Te doy mi palabra, Neji, que si algo le pasa a Hinata-chan yo me haré responsable de castigar el responsable —dejó en claro.
A pesar de que Obito lo decía con una sonrisa, Neji apreciar el instinto amenazante. Esa sonrisa no ocultaba por completo los honestos sentimientos del Uchiha. Pensó que de todo el clan Obito Uchiha sería distinto, pero ahora comprobaba que no era así.
Shisui estornudó e Hinata lo miró, preocupada. Se suponía que de los dos debía ser ella quien estornudara.
Él se disculpó y se dedicó a observar al frente, tal como se lo había prometido a la chica cuando ésta se mostró tímida al quitarse la chaqueta y el resto de su ropa para que se secara. Shisui le aseguró que se sentaría a una distancia prudente y observaría los horizontes para no incomodarla. Hinata aceptó y desde entonces estaban en esa posición. Ella no paraba de disculparse por orillarlo a hacer ese tipo de cosas, pero le aseguraba que no era nada problemático, era una señorita y merecía respeto.
Todo estaba absolutamente tranquilo. Y aunque eso extrañara a Shisui porque lo silencioso siempre era sospechoso, no había nadie cerca. Incluso Hinata en su posición actual activaba el Byakugan cada cinco minutos para informarle que nadie estaba a la redonda, permitiéndose quedarse por más tiempo de aquella afortunada sombra de bajo del árbol. Aun así el bochorno era difícil de ignorar.
En Konoha el invierno no se iba e incluso todavía había nieve en las calles. El drástico cambio sorprendía a Hinata, pero se repetía que debía adaptarse. Pero no dejó de pensar que existía la posibilidad de enfermarse, especialmente cuando cayó al agua. Dejó su chaqueta lila al aire para que se secara lo más rápido posible, quedando en la blusa de rejilla que siempre usaba debajo del atuendo. Pero le daba vergüenza mostrarse así, especialmente con sus pechos que resaltaban. Shisui le pidió que se sacara todo para que no se enfermara, pero ella no se sintió capaz de hacerlo aun cuando el joven Uchiha le diera la espalda y se encontrara sentado a metros de distancia de ella, dándole el espacio necesario.
Sabía que estaba comportándose de manera infantil, pero era demasiado tímida para quitarse todo y quedar en ropa interior a la intemperie y en pleno día. Llevaba Píldoras de Soldado y se las tomaría en cuanto se sintiera mal. Procuraría no estorbar en la misión ni a Shisui-san, cumpliría con su deber y después se preocuparía por las consecuencias de sus decisiones.
Después de unas cuantas horas de mantenerse en las mismas posiciones, Hinata le anunció a Shisui que su ropa ya se había secado y que podía voltear. La joven estaba vestida como de costumbre, agradeciéndole por su amabilidad. Shisui le restó importancia, intentando no pensar demasiado que tuvo a Hinata Hyuga casi desnuda a sus espaldas. La imagen era tentadora, pero Shisui se negó a dejarse guiar por los bajos instintos. Era un hábil ninja, no un mocoso con hormonas inquietas.
Sugirió avanzar hasta una villa pequeña que marcó en el mapa. Los informantes habían señalado que por ese lugar el ladrón se detuvo a descansar. Si preguntaban hábilmente quizá podrían conseguir el paradero del hombre. Nadie sabía que había ninjas de la Aldea de Konoha en tierras del País de los Campos de Arroz. Y aun cuando Konoha no tuviera enemistades con el país, no sería apropiado dar a conocer sus identidades. Fue por ello que le pidió a Hinata comportarse como una joven civil y esconder su banda que la identificaba como kunoichi de la Hoja. Hinata comprendió de inmediato y siguió las órdenes de su líder, viendo que éste también guardaba su espada y bandana.
Mientras más caminaban, Shisui detuvo a Hinata cuando visualizaron la villa. Se mantuvieron escondidos entre los arbustos, silenciosos. Shisui le pidió a la chica revisar el área con el Byakugan. Ésta así lo hizo y revisó toda la zona para asegurarse de que no había algún enemigo cercano. No halló a nadie o algo que pudiera representa run peligro, cosa que le compartió al Uchiha. Aun así Shisui-san no lucía completamente convencido.
—¿Sucede algo, Shisui-san?
—He cambiado de parecer, Hinata-san —anunció repentinamente, mirándola con sus ojos negros—. Seguiremos avanzando. He visitado esta villa en varias ocasiones y nunca había visto tanta tranquilidad como ahora. Por lo general está llena de ruidos, con miles de niños corriendo de un lado a otro volando papalotes… Algo no cuadra.
—¿Desea que revise?
—No —negó—. Entre menos nos involucremos con los asuntos de este país, mejor. Nos apegaremos a la misión. Descansaremos en otro lado e intentaremos rastrear al ladrón sin ayuda de testigos —Shisui sonrió, dejando a un lado su faceta de líder serio—. Cuento contigo para eso, Hinata-san.
—¡Hai!
—Eso me gusta de ti, Hinata-san —dijo de la nada, tomando desprevenida a Hinata. Lo notó por la forma en que los preciosos ojos de la joven se agradaban y esas mejillas de apariencia de porcelana se sonrojaban—, tu convicción.
—U-Uh —ella miró a otro lado, jugando con la costura de su abrigo—. S-Será mejor que continuemos y busquemos un lugar apropiado antes de que oscurezca, Shisui-san.
Shisui sonrió, complacido de observar a la jovencita sonrojada. No le era indiferente si podía causar ese tipo de reacciones en ella. Un punto a su favor.
Después de todo, ese era uno de los propósitos de su misión. Sabía muy bien que en cuanto llegara a la aldea las cosas se complicarían, pero por el momento, Shisui iba a ejercer su plan sin preocuparse por los demás. Estaban demasiado lejos de Konoha, él aprovecharía todas sus piezas.
Quizá con eso el cabezota de Obito por fin abriera los ojos y él pudiera descubrir por qué Hinata Hyuga le causaba demasiado interés.
