Parte 3
Para llegar a la Aldea Oculta de la Hierba se tenía que cruzar una zona de hierba alta —por algo se llamaba así—. Era necesario mucho cuidado y orientación para no perderse, la altura de la vegetación podía llegar hasta cuatro metros, superaba con facilidad la cabeza de Shisui quien era un hombre alto. Gracias al Byakugan de la kunoichi que lo acompañaba no costaba moverse. Ella le señalaba cuál camino era el correcto, e igualmente Shisui se hallaba al pendiente de no caer en trampas.
Pero una cosa que estaba molestando a Shisui era la cantidad monstruosa de mosquitos. ¡Los odiaba! Podía ser un talentoso ninja, quizá de los más fuertes, no obstante aquello no lo convertía en un ser tolerable a cualquier cosa. Detestaba a los insectos y su paciencia no duraba mucho. Era una de las razones por las cuales —al momento de escoger compañero— decidió no ir con el chico Aburame precisamente por su relación con los seres invertebrados. ¡Qué no estaba discriminando! Simplemente le costaba entender la fascinación de ciertas personas —como el clan Aburame— con los insectos.
Recurrir a cortar la alta hierba con su chokuto podía solucionar mejor las cosas y acelerar el paso, pero tal como Shisui había señalado antes: debían ser discretos. Que dos shinobis de otra aldea se hubieran infiltrado en el terreno de otra, bueno, sería obvio que no se les recibiría amablemente. Especialmente sin un permiso o una razón. Las únicas personas que podían viajar sin dar razones o un por qué eran los civiles.
Tampoco era que la misión fuera de vida o muerte, a decir verdad Shisui la consideraba una burla a lo que él con frecuencia lidiaba. Pero esa oportunidad de salir con Hinata-san sin verse demasiado forzado —además de que pedirle una cita directamente provocaría un paro cardiaco en la joven; o peor aún, acabar con cualquier oportunidad disponible de acercarse a ella— había sido el anzuelo perfecto cuando el Hokage le permitió llevarse a un compañero que él considerara el adecuado.
¡Y qué mejor que la heredera Hyuga! Una de las mejores ninja rastreadoras de esos tiempos, así como portadora del Byakugan.
Siendo sincero él no necesitaba ayuda, con facilidad terminaría la misión por sí mismo. Más resultó provechosa toda esa situación, obviamente para su propia conveniencia.
Ahí no estaba Neji Hyuga ni los amigos sobreprotectores de Hinata, especialmente el Inuzuka que siempre sacaba los dientes cuando hacía el intento por mantener una conversación —más allá de la simple cordialidad— con la jovencita. Hasta Menma no podría intervenir. Tenía una gran ventaja.
—Shisui-san —después de tanto silencio la voz dulce de Hinata se escuchó. No hablaba con fuerza, manteniendo un volumen bajo para no ser detectados—. Veo un rio que se extiende por todo el perímetro —dijo, llevaba el Byakugan activado—. Sería una buena oportunidad para llenar nuestras cantimploras —sugirió—. La temperatura se eleva a cada hora.
—En eso tienes razón —asintió el Uchiha, no viendo por qué no aprovechar la oportunidad de llevar más agua con ellos. La búsqueda del ladrón podría —accidentalmente— extenderse más de lo original—. Bien. Pararemos un rato para llenar las cantimploras, Hinata-san.
—Hai.
En cuestión de minutos llegaron al lugar indicado por Hinata. Era un río relativamente largo, parecía alargarse hasta donde se pintaba el horizonte. Shisui primero reviso que el agua no estuviera envenenada. Debido a la cantidad de flora y fauna del lugar, las zonas con hierba alta en el país eran conocidas por ser venenosas. Esa no era la primera vez que Shisui viajaba, ya había hecho exploraciones del terreno con Itachi a su lado o Kakashi-san.
—No hay riesgo —dijo con una sonrisa cuando el pergamino donde dejó caer cuantas gotas del rio cayeron en su centro—. Podemos beberla.
—Esas son buenas noticias —contestó Hinata con amabilidad, arrodillándose cerca de la orilla, extendiendo su parte superior para llenar la cantimplora.
Shisui, en silencio, imitó la misma acción de la joven Hyuga. Había espacio entre ambos, pero él percibió el aroma de la esencia de la muchacha; era agradable, y eso que Hinata había caído, por accidente, en un pequeño manantial atrás.
Sin que la kunoichi se diera cuenta del analítico estudio que él le dedicó, Shisui detalló el perfil de Hinata. Era linda. Tenía una nariz pequeña, aspecto elegante, pero al mismo tiempo adorable y gentil. El largo que cabello era hermoso y tenía un color singular, daba el aspecto de ser de una totalidad negra, pero cuando se le ponía la atención suficiente se lograba observar unos destellos azulados que le recordaban constantemente a la noche estrellada.
Hinata Hyuga era una hermosa señorita. Poseía una belleza sutil, la cual debía ser admirada en silencio. Ni siquiera a Shisui se le ocurrieron estúpidos piropos, sintió que aquello no funcionaría. O quizá la asustaría demasiado, al punto que ella le temería. Y eso no lo deseaba.
Recordó las palabras de Itachi de sopetón, el cómo su primo menor le miró con ojos negros estudiosos, aconsejándole que cortejar a Hinata-san por puro capricho o simplemente para molestar a Sasuke no era apropiado. Una señorita como la morena no era merecedora de tales tratos. Shisui estaba de acuerdo.
A Hinata se le debía tomar en serio, no tenía la apariencia de una joven a la cual invitar a un par de citas y ya. Venía de un clan tradicional: el Hyuga. Se casaban entre ellos para preservar el Byakugan, algo similar a lo que los Uchihas hacían pero sin tantas medidas ortodoxas, aunque coincidían en algunos puntos.
Ellos no se unían en matrimonio con primos cercanos.
Desconocía los planes de Hiashi respecto a su heredera. Éste la había considerado alguien débil, indigna de llevar en sus hombros la carga y responsabilidades de todo un clan. Hinata se veía tan frágil, cualquiera temería de hacer un movimiento brusco y romperla.
La presión que un líder sobrellevaba día a día era exhaustiva, era fácil corromperse o dejarse manipular por otros. Incluso Itachi quien era capaz y contaba con una fortaleza admirable a veces se doblegaba de angustia silenciosa por el peso de todo el clan Uchiha, siendo alimentado constantemente por las quejas de los demás o las exigencias cada vez más cansadas por parte de Fugaku-san.
El heredero de un clan importante no podía vivir la vida como el resto de los demás. Itachi era el ejemplo. Le conocía de niño y habían sido pocas las veces que lo vio comportarse como tal. Desde pequeño se le implantaron esas ideas de comportarse como un ninja o lo que era ser un shinobi de la Hoja. Solo con Sasuke, Mikoto-san y él Itachi era capaz de sonreír, relajarse. Pero cuando Fugaku entraba a la sala o pedía su presencia en asuntos internos del clan, la máscara de inexpresividad y de hijo perfecto volvía a ocultar los verdaderos sentimientos de su primo.
Más de una vez le dijo que rechazara su puesto, pero Itachi solo le respondía que aquello era imposible. Por derecho de nacimiento el liderazgo del clan Uchiha estaba en sus manos. Obito, cuando se integraba en esas conversaciones que mantenían —siempre a escondidas de Sasuke porque el chico era demasiado joven para beber—, siempre le decía Itachi que podía dejarle el lugar a Sasuke, éste —por obvias razones— no se molestaría. Pero Itachi, siempre tan amable —con esa actitud de sacrificar todo y él quedarse sin nada de lo cual disfrutar, algo que sinceramente a Shisui exasperaba— decía que no podía darle esa responsabilidad a su hermanito. El sueño de Sasuke era formar parte de la Policía de Militar de Konoha, nunca ser el líder del clan Uchiha. Él pensaba que su hermano estaría mejor ahí. Y luego Obito y Shisui suspiraban, resignados, mientras se servían más sake.
—Aunque sea búscate una buena mujer que te ayude a cargar con ese peso. Hasta el orgulloso de tu padre supo eso —dijo Obito, con las mejillas ligeramente sonrojadas por el exceso de alcohol—. Una mujer como Mikoto-san lo ha salvado de caer más al fondo. Y claro, darle su estirada de orejas cuando es necesario.
—No planeo casarme ni obligar a nadie a lidiar con esas preocupaciones.
—Ahí va otra vez con ese cuento de nunca acabar —gesticuló Obito con la irritación palpable en su voz.
Shusui, recargado en la pared, rio con diversión.
—Te dije que no lograrías convencerlo —aseguró Shisui—. He hablado con él desde que supimos cómo funciona el sexo, pero nada funciona. ¡Hasta le presté mi colección secreta de revistas, pero nada! —plantó el vaso en la mesa, haciendo retumbar las botellas que resonaron. Itachi tuvo que sostener algunas con maestría para que el líquido de estas no se derramara en sus ropas ni su madre le regañara—. Está comprobado: Itachi es asexual.
—¿Asexual? —musitó Itachi sin saber a qué se refería Shisui, pero ésta movió la mano, restándole importancia.
—Te daré esa explicación cuando me encuentre más sobrio —musitó.
—Piénsalo de este modo, Itachi —Obito volvió a llenar los vaso, quitando la mano de Itachi quien arrugó el ceño ligeramente por ver que sus intentos por ya no tomar eran ignorados por sus primos mayores—. Con el paso del tiempo, esa carga como líder te irá aplastando. Tu padre pasará a formar parte del consejo de vejetes que hablan estupideces dentro del clan, como si supieran todo. ¡Esos ancianos solo están sentados, rascándose el trasero y bañándose de una gloria que no les pertenece! Su comportamiento se volverá más, como si eso fuera posible, absorbente. Y ni hablemos de su hambre de poder. Solo esperemos que tía Mikoto siga viva para bajarle sus humos cuando se requiera. Ser líder de un clan ya no representa lo que antes solía ser, aun estando en un período de paz como ahora. Los problemas internos de la familia nunca acaban. Son asfixiantes. Pero si los compartes con la persona indicada, se vuelven ligeros —Obito soltó una risa risueña—. Ah, ¿te imaginas? Llegar completamente agotado de una junta con esos dinosaurios y que una linda mujer te reciba diciendo "Bienvenido, anata" y deje que tu cabeza descanse en sus muslos mientras te apapacha.
—No —cortó Itachi la imaginación del mayor, con una expresión indiferente—. No creo que recostar la cabeza en los muslos de una mujer sea la respuesta para…
—¡¿Cómo te atreves a dudar del poder de unos muslos?! —Shisui acusó al ignorante de su primo, haciendo a éste soltar un largo suspiro—. ¡No subestimes algo que no conoces, mocoso!
—Solo comparto mi punto de vista —explicó Itachi, haciendo de lado el vaso con alcohol, mismo que Obito volvió a deslizar hacia él—. La única manera de vivir una vida plena sería dejando mi puesto como shinobi —confesó, sorprendiendo a los Uchiha—. Y retirarme a una aldea pacífica, que no tenga conflictos con nadie. Pero Konoha me necesita —susurró con una sonrisa diminuta—. Amo mi aldea, y si ésta me pide seguir peleando, lo haré. Es la aldea donde decidió quedarse mi clan, donde nació mi familia y hermano menor. Tengo razones suficientes para seguir llevando a cabo mi papel, a pesar de que no lo disfrute. Ser líder de mi clan, cuando llegue el momento, será un pequeño sacrificio si con eso puedo asegurar la protección de a quienes amo. No necesito la compañía de una pobre mujer que tenga que lidiar con ese peso. Sería egoísta.
—Neh —Obito habló con la mirada ensombrecida, mirando a Shisui que igualmente tenía la misma expresión—. ¿No te da un coraje que hable así? No hallo nada malo en él. Hasta tengo el impulso de suspirar por él.
—Uhm —asentía Shisui—, da coraje. Mucho.
—No era mi intención hacerlos enojar con mis palabras —Itachi susurró, sin comprender qué dijo para hacer enojar a sus primos, más estos simplemente negaron.
—Itachi, al menos tienes un tipo, ¿no?
—¿Un tipo? —Itachi parpadeó, confundido—. ¿A qué te refieres? —preguntó a Shisui.
—Ya sabes, un tipo de mujer que te guste. Altas, chaparritas, delgadas, gorditas, cabello largo, cabello corto…
—Toda mujer es hermosa en sí —confesó Itachi—. Aunque, siendo sincero, no me importa mucho eso.
—¿Eres de los solteros más codiciados de toda Konoha y ni siquiera te interesan las mujeres? Es obvio que heredaste los genes incorrectos —Obito mascullaba, apoyando la barbilla contra la muñeca, viendo a su primo menor con ojos acusadores, poniendo ligeramente nervioso a Itachi por el reproche.
—Tanta belleza desperdiciada —negaba Shisui, como si fuera una madre decepcionada—. Ahora entiendo la frustración de Mikoto-san. Pobre, nunca será abuela.
—¿Esto qué tiene que ver con nuestra conversación original…?
—¡Todo! —respondieron ambos Uchiha al unísono.
Itachi suspiró, se quería ir. Cuando aceptó acompañar a Shisui a su hogar, nunca esperó ser arrinconado de esa manera. Era hábil, pero Shisui más ingenioso. Era un genio en zonas que él no entendía, como lo social.
—De cualquier modo —trajo de nuevo la atención de esos dos sobre sí una vez más—, hablar de romance o relaciones amorosas no me parece lo más acertado, menos en este tipo de reunión —luego los miró con cierta seriedad—. Y menos de ustedes dos que no son, precisamente, lo más adecuados para explicar el tema. Alguien que solamente juega con los sentimientos del sexo opuesto sin comprometerse a largo plazo no tiene el derecho de criticarme, así como alguien que solamente ha perseguido a una sola mujer en su vida, presumiendo de ser alguien mejor pero teniendo cero experiencia.
—¡Oi! —Obito se quejó, mejillas sonrojadas y mirada brillosa—. ¡E-Eso…!
—Tachi, eso dolió —se quejaba Shisui tomándose el pecho.
—Una disculpa por mis sinceras palabras —dijo, deslizando nuevamente el vaso y poniéndose de pie educadamente—. No podré acompañarlos por más tiempo, debo retirarme. Disfruten su velada y de sus consejos, estoy seguro que ambos se ayudarían mutuamente. Con permiso.
—Tachi —lloriqueó Shisui, viendo a su primito retirarse de la casa.
«Hah. ¿Por qué recuerdo esto justo ahora?» pensó, rascando su cabeza, llevándose la cantimplora a la boca, dando un trago.
No fue hasta que algo viscoso tocó su lengua que Shisui abrió los ojos, escupiendo de inmediato el agua en su boca, asustando a Hinata a su lado que revisaba su portaherramientas.
—¿S-Shisui-san? —preguntó al ver al joven Uchiha hacer ruidos que implicaban vomito—. ¿Shisui-san? —se acercó rápidamente a él cuando no hubo respuesta, apoyando su mano sobre el hombro masculino.
—Hi… Hinata-san —después de toser varias veces y recuperar el habla, Shisui volteó hacia la chica, mirando de inmediato la cantimplora de ésta—. ¿Le has dado un sorbo a tu agua?
—¿Uh? No —negó, confundida—. ¿Hay algo malo con el agua?
Shisui se giró y enseñó en la punta del kunai una sanguijuela. Hinata parpadeó y luego miró al rio. Activó el Byakugan y para su asombro vio una enorme cantidad de estas en el agua.
—Hay demasiadas —susurró.
—Es su ecosistema —dijo, sintiéndose como un idiota por no haber detectado algo tan sencillo como eso. ¿Desde cuándo sus pensamientos lograban ensimismarlo tanto? Debía actuar como el gran Shisui Uchiha lo venía haciendo desde siempre.
—Eso parece —asintió Hinata, tomando la cantimplora y vaciando el contenido de vuelta al rio, no iba arriesgarse—. ¿Todos los ríos tendrán el mismo problema?
—No lo sé —contestó Shisui, también haciendo lo mismo con su cantimplora, ignorando la repulsión que sentía al haber tenido una de esas cosas en la lengua—. Pero hay que ser cuidadosos la próxima vez.
—Uhm.
—Bien, debemos seguir.
—Hai.
—Sasuke.
Entró a la cocina cuando su madre llamó por él. Era peligroso, y muy idiota, ignorar a Mikoto Uchiha, especialmente en casa. La mujer poseía el carácter más gentil que se pudiera imaginar, pero era una Uchiha y usaba el Sharingan cuando algo la mosqueaba. Más de una vez vio a su padre desviar la atención o procurar seguir las órdenes de la matriarca Uchiha para no tener de enemigo a la azabache, dejando de lado aquel orgullo que distinguía a Fugaku solo para complacer y tener contenta a Mikoto quien, luego de ver sus caprichos cumplidos, volvía a colocar su sonrisa cordial.
—Ahí estás —Mikoto estaba cocinando, como de costumbre.
Usando su delantal blanco y su cabello suelto el aspecto de la mujer no presagiaba peligro alguno, pero Sasuke conociéndola por toda la vida que llevaba él respirando, sabía que debajo de esa faceta de dulce esposa y madre se ocultaba un ex kunoichi de la Hoja con especialidad en Tortura Psicológica en el Departamento de Interrogación.
—¿Necesitas algo, kaa-san? —cuestionó Sasuke, curioso, con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones ninja, esperando respuesta.
—Hai —asintió la mayor, girando para verlo—. Hace días le pedí a tu padre que limpiara el almacén de antigüedades, pero se hizo el sordo. Ahora está muy ocupado con asuntos del clan y no sé qué más —Mikoto bufó, llevándose las manos a su cadera—. Ese hombre. En fin, la fecha para recordar a nuestros muertos se acerca. El año pasado tus tías se encargaron de limpiar las reliquias familiares, ahora es nuestro turno —la mujer ladeó el rostro con mueca simpática—. ¿Puedes ir y encargarte de todo?
Los parpados de Sasuke cayeron, desanimado. Odiaba hacer ese tipo de actividades. Justamente se sentía aliviado de no tener misiones y ponerse a descansar un rato, después de ir a entrenar por unas cuantas horas, pero ahora deseaba tener una excusa para no ser el responsable de hacer algo tan tedioso.
—Kaa-san...
—Quién sabe —Mikoto era ingeniosa, ya imaginaba que su hijo menor se negaría o intentaría zafarse de tal situación—. Tal vez encuentres pergaminos con jutsus importantísimos aun escondidos que ni tu padre ni hermano saben —luego una sonrisa amable al notar el leve brillo de interés en las pupilas de Sasuke—. Hay tantas cosas ahí guardadas que son de la época en la que Madara Uchiha vivía.
—¿En serio?
A pesar de la mala fama que la figura de Madara Uchiha representó en la historia de la fundación de Konoha, después de ponerse en contra de ésta y enfrentarse al Primer Hokage, no había duda que el antepasado de los Uchiha fue un shinobi poderoso; muchos libros presumían que nadie se le comparó en cuanto a fuerza, con la cual Madara venció a sus enemigos, poseyendo una cantidad de chakra enorme y el manejo del más poderoso Mangekyo Sharingan. Sasuke sabía toda la historia, así como el hecho de que Madara le arrebató los ojos a su hermano menor, postrado en cama después de una herida mortal que recibió de parte de Tobirama Senju, quien poco después de la caída de los hermanos Uchiha —los más fuertes del clan en aquel entonces— se convirtió en el Segundo Hokage ante la muerte de su hermano mayor.
Y aunque encontrara tal cosa como una deshonra —¿Qué clase de hermano mayor le quita los ojos a otro, en especial cuando está vulnerable?—, Sasuke admitía que Madara Uchiha era de los íconos de todas las Cinco Naciones Ninja, capaz de sembrar miedo a todo aquel que pronunciara su nombre o tuviera la desgracia de tenerlo como enemigo.
—¿Por qué mentiría? —preguntó juguetonamente Mikoto, viendo a su hijo—. Anda, que entre más pronto comiences, es seguro que termines pronto. Si Itachi llega temprano lo mandaré a ayudarte.
—Está bien —Sasuke no se quejó porque nada de eso serviría para cambiar de parecer a su madre. La idea de encontrar pergaminos con información importante que pudiera enseñarle un par de cosas más era tentadora, pero eran obvios los intentos de su madre por convencerle.
Podía tomarse el riesgo e ignorar la petición, pero aún vivía en casa de sus padres, solo hasta que reuniera la cantidad de dinero suficiente podría ser capaz de comprarse una nueva vivienda dentro del distrito. Eso solo significaba que debía sí o sí hacerle caso a su progenitora.
Ella daba miedo cuando se enojaba, especialmente con temas respecto a la limpieza.
—¡Excelente! —Mikoto aplaudió—. Deje la cubeta y productos de limpieza en la entrada, puedes llevarlos. Y también un pañuelo, hay demasiado polvo. Úsalo para que no estornudes. Las cosas que están ahí son viejas y frágiles, deben tratarse con mucho cuidado. La historia de todo el clan se encuentra en esas antigüedades, Sasuke.
—Sabías que no me iba a negar, ¿verdad, kaa-san?
—Por supuesto —trotando llegó hacia él, tomando una de sus mejillas, apretándola con cariño. Sasuke arrugó el ceño por ser tratado como un niño, pero naturalmente Mikoto le ignoró—. Ahora ve, haré algo delicioso para ti en la cena. Será tu recompensa por esforzarte.
Sin objetar, Sasuke salió de la Casa Principal con las cosas necesarias en las manos.
El almacén de antigüedad se hallaba cerca del Santuario Uchiha. La mayoría de las cosas que se consideraban importantes se guardaban ahí, en especial de aquellos quienes murieron en batalla o que no tenían descendencia a quien dejarla. De vez en cuando se les daba limpieza para mantener intactos los objetos de valor sentimental que para el clan representaban amuletos de buena suerte o parte de la historia de la familia Uchiha; se presumía que algunos de éstos eran más viejos que la aldea, según las habladurías algunas cosas pertenecieron al primer Uchiha en el Mundo Shinobi, aquel que despertó por primera vez el Sharingan, cuy propósito al dejarlas fue para que sirvieran como guía a las futuras generaciones.
Pero eso no evitaba que quitarle el polvo a esas cosas de obsoleto uso no resultaran ser un dolor en el trasero por todo el cuidado que implicaba. No solo debería ser cuidadoso, sino también ser delicado. Sasuke no lo era, su delicadeza era igual a la de Naruto: nada. Le colmaba la paciencia tener que brindar un trato especial a cosas que a sus ojos no representaban gran valor. Sin embargo, eran reliquias de la familia —por llamarlo de algún modo—, y si quebraba alguna tendría que enfrentarse a la cólera de su padre.
Después de cruzar y de que unos cuantos niños del clan no le dejaran de preguntar a dónde iba o si podía entrenarlos, Sasuke llegó al lugar indicado. Casi era del tamaño de una casa, pensar en la cantidad de cosas que tenía que limpiar le dio dolor de cabeza. Abrió la puerta, entrando, prendiendo la bombilla y dándose cuenta de las telarañas decorar cada rincón. Ni siquiera daba el aspecto que el año pasado sus tías se hubiera hecho cargo de todo eso.
—Genial —gruñó, quitándose las sandalias y caminando por los pasillos, encontrándose con un sinfín de cosas en estantes.
La mayoría eran jarrones de muchos años con decoraciones raras, como los dibujos de Sai. Otras eran espadas de la época de la Guerra de los Clanes, hechas de materiales que solo se conseguían en el País del Hierro. Armaduras con la insignia del clan en la espalda, muebles de hace mucho tiempo, vestimentas típicas, joyas en cofres, peinetas para el cabello y otras cosas que Sasuke consideró inútiles.
Pasó a la sección de pergaminos, sacando un par, haciendo que el polvo de éstos se alzara lo cual lo hizo toser con fuerza. Una cortina de humo no lo dejó ver, cosa que le irritó. Tuvo que taparse la boca y nariz para evitar seguir tosiendo, disipando el aire con un abanico que tomó de algún lado.
—Vaya cuchitril —musitó, agachándose para recoger los pergaminos que cayeron.
Abrió por curiosidad unos cuantos, en su mayoría con contenido aburrido y que ya se sabía de memoria. Todos hablaban de la historia de cómo el Sharingan fue creado, a partir de un árbol en común donde el Byakugan también nació y otro tercer doujutsu que no explicaba a gran detalle su funcionalidad. Eso lo enseñaban en la Academia, no era nada nuevo. Sacó otro par de pergaminos, pero tampoco encontró nada interesante. A Sasuke no le sorprendió ser timado de esa manera por su madre, ésta le conocía demasiado bien como para saber qué tipo de cartas usar para llamar la atención de él. Y había funcionado.
—Qué pérdida de tiempo.
Saco el trapo para quitar el polvo. Por más fastidioso que fuera todo eso, no se atrevería a regresar a casa y afirmarle a su madre que se ocupó de todo, solo para ganarse una jalada de orejas por parte de la matriarca cuando descubriera que no hizo nada.
No supo por cuánto tiempo estuvo en esa posición, sentado en la madera y limpiando. La oscuridad del interior —aun con la iluminación— no le permitía darse cuenta de la posición del Sol a través de la luz entrar por las ventanas. Sin embargo al escuchar unos cuantos ruidos, Sasuke prestó atención, sacando de inmediato un kunai que lanzó sin ver.
Cuando se puso de pie y fue a descubrir de qué se trataba. Se topó con un ratón. O el cadaver de uno, pues la punta del arma ninja había atravesado su tórax.
—Gracias a ti tengo más que limpiar —bufó Sasuke, llevando el animal muerto a una esquina con el propósito de no olvidar sacarlo de ahí y colocarlo en un bote de basura.
Al regresar se dio cuenta que la fuerza con la cual lanzó el kunai había perforado parte de la madera, haciéndola fruncir el ceño. Esperaba que nadie se diera cuenta de ello. Buscó algo que le ayudara a cubrirlo, quizá si movía uno de los muebles consiguiera que pasara desapercibido.
—¿Has roto algo ya?
La voz divertida de Itachi le hizo ver hacia la entrada del lugar donde su hermano mayor cerraba suavemente la puerta detrás de sí. No llevaba el uniforme ni el chaleco que siempre usaba, lo cual le indicaba que había regresado de cualquier encargo que estuviera haciendo. No pudo evitar sonreír un poco.
—No —negó—. Maté una rata —explicó.
—¿Una rata? —Sasuke asintió e Itachi activó el Sharingan, buscando rastros de más roedores en todo el lugar; si había una infestación ahí adentro, corría el riesgo de que todo pergamino importante fuera ruñido—. No hay señales de más, quizá solo tuvo la mala fortuna de entrar cuando tú estabas —Itachi entró más—. ¿Cuánto has avanzado?
—Recién terminé con los pergaminos —soltó un suspiró—. No sé cómo kaa-san me engañó para hacer esto.
—¿Te dijo sobre los pergaminos con jutsus legendarios, no?
—¿A ti también, nii-san?
—Usó eso con Shisui y conmigo —Itachi alborotó los cabellos de Sasuke al pasar a su costado—. Nos dimos cuenta que todo fue un truco cuando terminamos la limpieza. Mamá es inteligente. De existir algo como eso, esos pergaminos estarían en casa, no aquí. Lo único que hay en este lugar son cosas obsoletas que servirían mejor como decoración, pero que nadie desea tener en sus hogares.
—¿Por qué? —preguntó Sasuke, tomando una taza—. Quizá no sirvan, pero tendrían algo de valor si se vendieran.
—Muchos de nuestros familiares decían que todo esto está maldito.
—Nii-san, no soy un niño —remarcó Sasuke con los ojos caídos de irritación—. Los fantasmas asuntan a Naruto, no a mí.
—No es mi intención asustarte, Sasuke. Solo digo lo que otros decían. Tampoco creo en eso —explicó—. Pero a los mayores les gusta exagerar.
—Tonterías.
—Lo sé, pero aun siendo tonterías debemos limpiar.
Itachi tomó otro trapo para ayudar a Sasuke. La limpieza no era una actividad que gustaran realizar, pero el mayor de los hermanos se encontraba feliz de compartir un espacio a solas con Sasuke. Con tantas misiones que los mantenían ocupados, cada uno en sus respectivos equipos o en solitario, era poco el tiempo que se veían. Si Sasuke estaba en casa, Itachi salía y viceversa. O su padre lo invitaba a las reuniones del consejo interno del clan, o llevándolo a las juntas con el Hokage, diciendo que aquello le serviría como experiencia cuando tomara el cargo como líder una vez que él decidiera dejarle el mando.
Se arrodilló al lugar donde la sangre del roedor aún estaba fresca.
—Escuché de parte de nuestros primos que vino Neji Hyuga a hablar contigo.
Sasuke bufó. Casi se había olvidado de todo eso. El Hyuga vino a su hogar pensando que podía ordenarle cualquier cosa, toda esa arrogancia se le subió hasta la cabeza.
—Ni me lo recuerdes —masculló a modo de respuesta.
—Eso es inusual —sin embargo Itachi parecía estar interesado—. No esperaba que ambos tuvieran una relación cercana.
—No la tenemos —dijo Sasuke—. Detesto a ese tipo y el sentimiento es mutuo. Solo vino por algo estúpido, no le des tanta importancia, nii-san.
—¿Qué debió haber sido para obligar a Neji-san venir a nuestro distrito?
—Su primita —respondió Sasuke, sintiendo una irritación—. Pero no importa, nii-san.
—¿Qué asuntos tienes con Hinata-san?
—¡Nada! —replicó Sasuke con el ceño fruncido de que su hermano sospechara de algo que consideraba imposible—. Absolutamente nada. No tengo nada que ver con la Hyuga. ¿Por qué preguntas eso?
—Curiosidad —dijo con sencillez Itachi, mirando de reojo a su hermano, notando aun en todas esas sombras le mueca de irritación en el Uchiha menor—. Tranquilo, Sasuke, solo preguntaba. No es como si pensara que le hiciste algo a Hinata-san, no eres ese tipo de chico.
—Entonces no saques conclusiones precipitadas —resopló Sasuke, volviendo a la tarea de sacudir—. Ahora limpia o nos quedaremos aquí hasta el amanecer.
Itachi soltó una risa por el tono berrinchudo de su outoto. A veces Sasuke era adorable, pero tenía prohibido decirlo en voz alta o se ganaría una mueca de disgusto del menor. Nunca le gustaba que lo tratara como si aún fuera el niño de ojos brillantes que iba a recibirlo cuando regresaba de una misión o de una jornada completa en la Academia o de una salida al Río Nakano con Shisui.
El crujido de la madera alarmó a ambos Uchiha. Itachi miró hacia la zona donde la mancha de sangre anteriormente estaba. Se agachó para verificar qué causaba el ruido, solo dándose cuenta que un pedazo se había roto. Soltó un suspiró y miró a Sasuke, haciendo que éste reaccionara de inmediato ante la mirada acusadora de Itachi.
—Juro que yo no hice nada. Esa cosa ya debió haber estado así antes de que entrara —se defendió, señalando todo el lugar—. Todo aquí es viejo, incluida la casa. Es obvio que necesita reparaciones.
—Iré por unas cuantas herramientas y veré si tenemos algo de madera que usar para reemplazarla. Padre en ocasiones viene aquí, sería riesgoso dejar todo esto así, sobre todo si entramos recientemente —Itachi sacó con maestría un kunai que guardaba en un compartimento secreto en sus ropas, aun vistiendo como civil; era para encargarse de situaciones sorpresa. Con ésta levantó la madera, separando las orillas. De inmediato el polvo picó su nariz pero ignoró la sensación, dejando al descubierto la parte inferior del piso—. ¿Uh?
—¿Qué pasa, nii-san? ¿Encontraste algo?
—Eso parece —susurró Itachi, decidiendo levantar otro pedazo de suelo.
Sasuke le miró como si estuviera loco.
—¿Quieres que padre nos mate? —preguntó con una ligera palidez pintarle el rostro—. Puede que contigo sea indulgente, pero a mí me castigará.
—Tranquilo, asumiré toda la culpa —dijo con tranquilidad Itachi, dejando la madera al costado—. Es natural que saquemos lo que sea que esté escondido aquí. Quizá puede ser otra reliquia que hasta el día de hoy no nos dimos cuenta que existía.
—¿Crees que sean los pergaminos con jutsus legendarios del clan? —aunque Sasuke no se expresara abiertamente, Itachi adivinó que estaba emocionado de que esa posibilidad se cumpliera.
—No lo sé, primero necesito sacar esto —Itachi se centró en meter las manos, palpando el terreno desconocido—. Hay una caja, y es grande.
—Deja que te ayude, nii-san. Entre los dos será más fácil.
Fue de ese modo que Sasuke e Itachi terminaron quitando gran parte del piso de madera de la casa que servía como almacén para los tesoros del clan Uchiha. Sabían las consecuencias a las que se atendían, pero Sasuke estaba seguro que una vez que su padre escuchara a Itachi decir que había sido su idea no les impondría un castigo severo.
Después de todo, Itachi era el hijo favorito de Fugaku Uchiha.
—Esto pesa demasiado —se quejaba Sasuke, ayudando a Itachi a sacar la enorme caja que fácilmente medía lo de una persona común de largo—. ¿Qué demonios tiene adentro? ¿Piedras?
—No creo que sean piedras, Sasuke. Dudo que los Uchiha de antes consideraran así de importantes unas simples piedras para esconderlas. Quizá sea algo demasiado valioso —explicó Itachi—. Tan valioso para que nadie lo encontrara, hasta hoy.
—¿Oro? —preguntó Sasuke, curioso.
Itachi giró el kunai en sus manos, metiendo la punta en el espacio donde se unían las dos partes de la alargada caja. Estaba deteriorada por el paso de los años, lo cual indicaba que tenía mucho tiempo abajo. Las escrituras en la superficie no se lograban distinguir, pero se veía a la perfección la insignia del clan.
—¿Estás listo para ver qué hay adentro, Sasuke?
—Solo abre la caja, nii-san.
Ante la impaciencia de Sasuke, Itachi no tuvo otra opción que hacer caso. Ya que el cerrojo que conservaba la caja sellada se había oxidado, no resultó complicado de abrir. El interior estaba protegido por una ligera capa de madera de roble rojo, que daba un aroma agradable. Itachi le sorprendió que mantuviera aun el aroma intacto. Quitó dicha capa para comprobar qué había abajo, descubriendo una tela de tonalidad blanca con detalles plateados —los cuales daban el aspecto de ser verdadero metal— con destellos azulados.
—¿Un kimono? —Sasuke estaba decepcionado de encontrar algo tan inútil como una prenda de vestir. Estaba comprobado que todos sus antecesores dejaron solamente cosas estúpidas.
—No es cualquier kimono, Sasuke —dijo Itachi, dándole un golpe a la frente de su hermano cuando éste quiso sacarlo—. Es un kimono nupcial —estudió con cuidado el diseño, notando lo hermoso que era.
—Wow, grandioso —bufó Sasuke con sarcasmo, dejando de sobarse la frente—. ¿Qué idiota haría todo esto por un simple kimono?
—No lo sé —respondió Itachi, sin atreverse a tocar la vestimenta. Estaba impecable, sin sufrir cambio alguno por el tiempo. Su brillo estaba vivo y los destellos de plata derretida y cocida en los detallas del diseño iluminar una parte en el rostro de Itachi—. Seguramente alguien que apreciaba mucho a su amante.
—Qué cursi. Pensé que sería una espada de samurái o una armadura hecha de piedras preciosas.
—Sasuke, este kimono puede tener un valor alto, capaz de comprar un terreno de muchas hectáreas.
El menor de los hermanos bufó. —¿Ahora también eres experto en kimonos, nii-san?
—Hay que llevarlo a casa, madre debe saber más sobre esto.
—¿Y qué hay de la limpieza? Todavía no hemos terminado.
—Descuida —Itachi cerró la caja—, con esto te puedo asegurar que a mamá se le olvidará.
Hinata sintió curiosidad en cuanto aquel halcón aterrizó cerca de ellos. Reconoció de inmediato que se trataba de la Hoja, ese tipo de halcones solo se criaban en Konoha. Se les había enviado un mensaje y Shisui lo cogió para leerlo. Sin embargo, lo curioso había sido el cambio de expresiones que el Uchiha mostró.
—¿Acaso son malas noticias, Shisui-san?
—No, para nada —contestó Shisui con una sonrisa que se veía un tanto forzada—. Simplemente unas cuantas precauciones, nada por lo cual preocuparse.
—Entiendo —asintió Hinata, sin indagar más.
Si Shisui-san decía que todo estaba bien, ella no iba a dudar de su líder.
Por el otro lado, Shisui suspiró.
El mensaje era de Obito. Mientras lo leía pudo escuchar a la perfección la voz de este susurrar sombríamente cada palabra escrita en el papel, que más que mensaje era una amenaza de molerlo a golpes si se atrevía a hacer un movimiento indecente con Hinata, a quien Obito consideraba una pequeña hermana.
Por lo general las amenazas de Obito no surtían mucho efecto en Shisui, especialmente cuando alcanzó su tamaño, pero a veces —muy, muy pocas veces— su primo mayor ponía una mueca aterradora, y cuando activaba su Sharingan, bueno, daba un poquito de miedo.
¡Pero él no tenía la culpa! Obito no aceptó la misión, dejándole a él la responsabilidad de hacerlo. Minato-sama le dio la opción de elegir un compañero y pues la idea de llevar a Hinata-san consigo no era mala. ¡Además, esa poca fe que tenían sobre su persona le ofendía! Shisui podía comportarse como un mujeriego, pero nunca de los nunca obligaría a una mujer a hacer algo que no desea, eso era caer demasiado bajo.
El halcón aleteó, esperando respuesta. Shisui bufó.
—Neh, Hinata-san —habló a la joven que se quedó quieta, esperando cualquier indicación.
Ya estaba atardeciendo y era momento de acampar.
—¿Podrías ir a traer algo de leña para prender una fogata? Descansaremos aquí y retomaremos nuestra ruta mañana.
—H-Hai —asintió Hinata.
Shisui sonrió con culpa.
—Lo siento, sé que no es una gran tarea, pero no tendrás problema alguno con tu Byakugan. Si te encuentras con algo sospechoso, no dudes en atacar, tienes mi completa autorización.
—Uhm —siendo sincera Hinata esperaba no toparse con nada o nadie—. Así lo haré, Shisui-san. Volveré pronto.
—Ten mucho cuidado, Hinata-san —dijo el Uchiha cuando Hinata desapareció en la frondosa flora. Luego bufó, rascando su cabello—. Ah, ese Obito —volvió a abrir el pergamino, sacando uno vacío que llevaba consigo y la tinta para contestar—. Qué poca confianza me tiene, mira que molestarme en medio de la misión.
Las misiones eran importantes para cualquier Uchiha, primordiales. Los mensajes se enviaban con urgencia al tratarse de una emergencia. Y claramente, los temores que Obito expresaba con respecto al bienestar de Hinata no entraban en la lista. Ese tonto solo gastó papel y tinta.
Pero Shisui era travieso, el movimiento que Obito hizo solo confirmaba que Hinata-san sí le importaba, quizá como hermanita, no obstante hacer algo tan tonto como eso solo le decía que a su primo probablemente la chica no le fuera tan indiferente. Aun cuando dijera que no sentía nada especial por Hinata-san, la atracción era natural.
Hinata era hermosa. Daban ganas de decorar su cabello con flores blancas y ofrecerle cualquier cosa con tal de que sonriera con esa amabilidad que la caracterizaba. El silencio que ofrecía era reconfortante y su preocupación genuina. Ah, cómo envidiaba a los chicos del Equipo Ocho por tener tan amable compañera en sus misiones. Él había tenido que ser emparejado con puro adulto cuando se hizo ANBU a una edad demasiado joven.
—Bueno, nuestras situaciones son completamente diferentes —se respondió a sí mismo, terminando de escribir su respuesta. A comparación de Obito, él no gastó tanta tinta, siendo conciso y ahorrativo en cuestión de palabras. No actuaría igual de inmaduro que el otro—. Bien, pergamino listo, ahora te puedes ir —más el halcón aleteo, amenazando con picotearlo—. ¿Hah? ¿Qué quieres, una recompensa? ¿Dónde quieres que saque un ratón a estas horas, eh? No soy un mago para hacer aparecer roedores —pero el ave siguió replicando—. Está bien, está bien —gruñó Shisui, yendo por su mochila, sacando un par de galletas—. Es lo único que tengo, pollo, confórmate.
El ave tomó entre sus garras la oferta, devorándola en segundos antes de iniciar con su vuelo de regreso a Konoha. Shisui suspiró, viendo al halcón partir, preguntándose cuál sería la expresión de Obito cuando leyera el mensaje. Sería una lástima no estar en primera fila para verlo.
—Bienvenida, Hinata-san.
Cuando Hinata regresó con leños pequeños en sus brazos se sorprendió de hallar la fogata hecha. Le lanzó una mirada culpable a su líder, quien de inmediato se encargó de aclarar todo.
—Hice la fogata para espantar unas cuantas creaturas curiosas, pero no te preocupes, Hinata-san, lo que trajiste la mantendrá alimentada.
—Uh —asintió, dejando las ramas a un costado—. ¿Desea que prepare la cena, Shisui-san?
—Hinata-san, eso no será necesario —Shisui, con una sonrisa, sacó cuatro pescados insertados en palos—. Ya me encargué de eso.
Ella se preguntó cuándo el Uchiha logró conseguir la cena. Sin duda, Shisui-san era muy talentoso. Quizá podría aprender algo de él en esa misión.
—Gracias por ocuparse de la cena, Shisui-san —Hinata asintió, viendo al mayor poner los pescados en el fuego con maestría, seguramente ya acostumbrado—. Mañana, si me lo permite, me encargaré yo.
—Hinata-san, somos equipo, y como líder es mi deber alimentarte y mantenerte segura —le sonrió Shisui con amabilidad—. Tú aceptaste ser mi compañera para esta misión, es mi modo de agradecerte.
—P-Pero —Hinata no se sentía bien dejándole todo a una persona. Estaba acostumbrada a hacerse cargo de algo dentro de su equipo; le resultaba incómodo no hacer nada—, somos equipo, Shisui-san.
—Lo sé —asintió Shisui, sacando unos cuantos bentos de su mochila—. Pero necesitas mucha energía para mantener tu Byakugan activo —el Uchiha puso una expresión de culpa—. Hoy te hice usarlo demasiado, y ni siquiera hemos dado con el objetivo. Acepta esto como una disculpa y un mimo.
—N-No se preocupe, Shisui-san —aseguró Hinata, aceptando el bento con arroz, estaba tibio, iría bien con el pescado—. Es mi trabajo. Si pude ayudarlo durante hoy, me alegra —sonrió tímidamente—. No quiero ser una carga para usted.
—Para nada —rio Shisui como si aquello fuera divertido—. Eres de mucha ayuda, Hinata-san. Además tu presencia es agradable —soltó, sonrojando ligeramente las mejillas de la joven que eran más fáciles de apreciar con la fogata—. No me lo tomes a mal, pero he salido con otros de tu clan, y, bueno… Digamos que son particularmente callados —dijo al rascar su cabello—. Las misiones se hacían muy largas y siempre me preguntaba si dije algo malo para que todos estuvieran tan callados —luego le miró de una manera que hizo a Hinata desviar la mirada, sintiéndose repentinamente nerviosa—. Contigo, si soy sincero, no quiero que se acabe la misión…
—G-Gracias por el arroz, Shisui-san.
—De nada, espero sea de tu agrado. No soy un experto en la cocina, pero hago lo que mejor que puedo —comentó Shisui, sin preocuparle el cómo la chica cambió el tema—. En cuanto termines puedes descansar, me aseguré que la zona esté libre de serpientes. Creo que lo único que nos molestará al dormir serán los mosquitos.
Ahí Hinata recordó que traía en su mochila un repelente natural que Shino-kun le regaló hace tiempo. Lo usaba para que ningún insecto la picara y no los mataba. Shino-kun le explicó que tenía una feromona de una avispa real que provocaba que los demás insectos —de cualquier tipo— huyeran. Era bastante útil y un obsequio útil de su compañero y amigo.
—Tome, Shisui-san —Hinata extendió el recipiente con la pomada—. Esto ayudará a que ningún mosquito se acerque.
Los ojos de Shisui se iluminaron.
—¡¿De verdad?! Oh, gracias, Hinata-san, eres mi salvadora —gustoso aceptó la pomada, abriéndola de inmediato y poniéndose todo en los brazos y cualquier zona ala vista—. De verdad detesto a los mosquitos —observó a la chica quien no se había quejado en todo el camino por los percances naturales de la zona—. ¿Cómo le hiciste para que no te comieran en el camino?
—Oh, bueno —Hinata bajó la mirada—. U-Uso el chakra que despido de mis tenketsu para formar una especie de capa, de esa manera evito que cualquier insecto me moleste. Es un truco que he usado más de una vez, aunque a veces resulté agotador. Shino-kun me señaló eso y fue el por qué me obsequió el repelente. Dijo que de esa manera no me debilitaría.
—Ya veo —aunque los Aburame fueran algo raros, tenían buenas intenciones y una lealtad a la Hoja insuperables—. Tienes buenos compañeros, Hinata-san.
—Uhm —ella asintió, totalmente de acuerdo—. Aprecio mucho a Shino-kun, Kiba-kun, Akamaru y Kurenai-sensei. Son compañeros en los cuales confío ciegamente y mis mejores amigos.
—No lo dudo —Shisui devolvió el repelente a Hinata—. Se preocupan mucho por ti —luego rio—, al punto de ponerse protectores contigo.
Hinata recordó lo sucedido en las calles de Konoha, donde Kiba le advirtió sobre el ninja sentado delante suyo en esos momentos y cómo Shino le sugirió tener cuidado no solo con el Uchiha, sino con cualquiera. Aquello la avergonzó porque Shisui-san no había intentado nada, se había comportado bastante amable con ella.
—Lamento eso de parte de mis compañeros —se disculpó en nombre de ellos—. N-No suelen actuar así, también estuve sorprendida —justificó—. Pero no creo que usted les desagrade, Shisui-san. S-Simplemente se preocupan, un poco más de lo normal, pero no dijeron esas cosas en serio.
—Bueno, de Kiba lo dudo. Él me detesta, y no lo culpo. Supongo que es natural que un hermano se comporte así con el ex de su hermana. Si tuviera una linda hermana como tú —Shisui cerró los ojos, con una sonrisa—, también me portaría así de sobreprotector.
—¿E-Eh? —Hinata parpadeó, confundida. ¿Shisui-san le acababa de decir linda?
—¿Hmm? ¿Sucede algo, Hinata-san? Tú cara está toda roja.
—Ah, n-no, no es nada.
—¿Segura? ¿No estarás resfriada?
—E-En lo absoluto —fingió abanicarse—. Probablemente estar cerca del fuego me hizo entrar en calor. N-No es nada, de verdad.
—De acuerdo. Pero no lo olvides, cualquier malestar que puedas sentir no dudes en decírmelo. ¿Entendido?
—Hai.
Luego vio que los pescados en el fuego comenzaban a quemarse, Shisui tuvo que sacarlos antes de que se convirtieran en carbón. Solo dos se habían rescatado, los cuales se los ofreció sin dudar a Hinata quien miró preocupada al Uchiha.
—Shisui-san, usted también debe comer.
—Y lo haré —dijo—. El pescado extra crujiente no viene mal de vez en cuando.
—P-Pero…
—Pero nada, ahora acéptalo y come, ¿sí?
Hinata había caído dormida en su bolsa de dormir. Los grillos se escuchaban y Shisui jugaba con la fogata. Se ofreció a hacer la primera guardia, aunque Hinata se negó en un principio, pero verla dormir con facilidad solo le confirmó que estaba agotada, algo natural considerando que la mayor parte del día uso su Byakugan.
Shisui se puso de pie, tratando de ser lo más silencioso para no levantar a la joven. Verificó que todo estuviera en orden e invocó a sus cuervos, quienes tenían en el ojo izquierdo el Sharingan. Les ordenó ponerse en puntos claves del lugar para que resguardaran a la joven bajo la ilusión de un terreno vacío, ocultando igualmente la fogata. Era un truco que venía usando para camuflarse, solo que esta vez lo usaría en Hinata y no en él.
Con la maestría que Shisui venía desarrollando a través de su experiencia shinobi, Shisui se deslizó por las profundidades de la hierba alta. Era verdad que con el Byakugan sería más fácil encontrar el objetivo, pero la verdad era que no necesitaba tanto del apoyo del Ojo Blanco. Sabía la ubicación del escondite del ladrón, lo había visto espiarlos oculto, pensando que no lo notaría. Sus cuervos habían dado con él y estaba cerca de éste. Solo debía cruzar más al Norte y lo tendría rodeado.
No iba a negar que se sentía algo mal de no decirle nada a Hinata-san, pero el ladrón no representaba gran peligro para nadie. Menos para él. Lo capturaría y lo mantendría escondido como prisionero en algún lado clave que solo él pudiera ubicar, cuando sintiera que era por fin el momento de dejar de jugar, haría cómo si ellos ya lo hubieran arrinconado. Shisui no estaba orgulloso de emplear este tipo de trucos, menos con alguien tan honorable y entregada al Código Shinobi como lo era Hinata-san, pero de haber abierto la boca ya hubieran terminado con la misión y seguramente se estarían dirigiendo a Konoha.
Shisui no planeaba que la misión terminara tan pronto.
Notas: Y listo, nuevo capítulo al fin.
¿Cómo ven la actitud de Shisui? Espero que no haya sido muy OoC, pero Shisui es conocido por tomar decisiones inesperadas. Quizá con esto pueda, de alguna manera, justificar el comportamiento de Hinata respecto al Uchiha en los próximos capítulos.
¿Y qué onda con el kimono escondido? ¿Qué relación tiene o qué? Bueno, quienes hayan leído mi otro fic Herencia, quizá la campanita esté sonando. Aquí a Zafira le gusta conectar historias cuando se da la ocasión.
En fin, espero les guste y agradecer a cada una de las personitas que leen. Nos seguimos leyendo, hasta la próxima.
