Hola, otra vez. Por favor, no piensen que volví a desaparecer. Aquí les traigo un nuevo capítulo.
VERUS AMOR NULLUM NOVIT HABERE MODUM
(El verdadero amor no conoce límites)
Salieron de las salas de trasladores y al instante, Ginny vió a Harry viniendo hacia ella, se saludaron con un beso y luego él pasó a saludar a sus demás amigos.
—Mione, ¿cómo estás? —abrazó a su amiga.
—Bien Harry, ¿te ha ido bien estos meses?
—Todo tranquilo, aún no nos asignan misiones reales en la academia —ayudó a Ginny con su equipaje—. Gin, nos tenemos que ir, tu madre nos quiere allí para la cena.
Con otra ronda de abrazos, la pareja se marchó.
—Y Ginny, ¿ya te aburriste de esa universidad? —le preguntó Harry con burla mientras caminaban por el prado hacia la Madriguera.
—No empieces otra vez con esto, Harry —se alejó de él sintiéndose incómoda.
—¿Qué?. Creí que en algún momento te cansarías de esto, pero ya han pasado dos años.
—No me aburrí de la universidad, porque quiero ser alguien en el futuro, no la esposa de tal ni la madre de quién. Y para que te vayas enterando, me uní al periódico de Elysian y soy buena en lo que hago, no pienso irme.
Le arrebató su equipaje y se apresuró a ir a casa.
Aunque al inicio la cena fue tranquila y su familia la recibió con cariño, luego se volvió tensa. No había dudas en cuanto a lo mucho que Molly apoyaba a Harry, porque fue la primera en sacar el tema.
—Ginny, cielo, ya fue suficiente, ¿no crees? —tomó la mano de la más joven.
—Mamá…
—Usted tiene razón, Molly, deberías reconsiderarlo Gin —Molly le sonrió afectuosamente a Harry—. Periodismo es algo muggle, no creo que consigas trabajo a menos que sea en El Profeta, que todo el mundo sabe que no es tan confiable. No necesitas siquiera trabajar, Gin, sabes que si necesitas algo, solo tienes que pedírmelo.
—Eso es, cielo, oye a Harry. No se ve bien en nuestro mundo que una mujer casada trabaje, tú te encargarás de cuidar de los niños que tengas con Harry, yo te enseñaré cómo y…
—¡Basta! ¡BASTA! ¡BASTA! —la chica golpeó las manos sobre la mesa, poniéndose de pie y llamando la atención de su padre, George y Bill—. No quiero casarme con Harry, no quiero tener hijos, ni educarlos por mi cuenta. Quiero ser alguien. Mamá, si te hubieras interesado un poco más en preguntarme cómo me había ido en Suecia, en lugar de seguir apoyando a Harry, te habrías dado cuenta que ir y terminar mi carrera es lo que realmente me interesa y gusta —dijo totalmente agobiada—. Gracias mamá, gracias Harry, por dejarme saber que mi vida la decidían ustedes.
Arthur quizo intervenir, sin embargo, fue muy tarde, porque Ginny ya se había ido.
—Ginevra tiene razón, Molly. Ustedes no han hecho más que insistir sin importarles cuál fuera su opinión. Y no Harry, no vayas a buscarla ahora, déjala en paz —se frotó la frente con sus manos— Te apreciamos como un hijo, aún así no me gusta que la estés presionando. Ella aún es joven para considerar el matrimonio— el aludido se sumió en su asiento avergonzado ante la llamada de atención—. Molly, ¿no te sientes orgullosa de ver a nuestra hija siguiendo sus sueños? ¿Alguna vez imaginaste ver a uno de los nuestros en esa prestigiosa universidad? Abre los ojos, date cuenta que Ginny es la única que lo ha logrado y deberíamos apoyarla.
Arthur abandonó la mesa molesto y se fue al jardín, Percy lo siguió y George fue el siguiente en dejar la cocina, dirigiéndose a las escaleras.
Esto estaba mal, pensó. Había pasado más de dos años sumido en el dolor, siendo egoísta, emborrachándose o escondiéndose en la tienda. Todo mientras su familia se hundía.
Pero… era tan difícil seguir adelante. Se sentía injusto vivir mientras Fred no podía, y él tenía tantos sueños, ambos tenían tantos sueños, que se convirtieron en nada en aquel pasillo de Hogwarts.
¿Debería seguir lamentándose? La respuesta más lógica era no, porque a Fred no le gustaría eso, él querría que George sea feliz, o bueno es lo que a George querría si quien hubiera perecido en la guerra fuese él.
Y que ayudará a sus hermanos. Eso también lo habría querido.
Sentándose en el escalón, se permitió pensar en lo perdido que estaba Ron. Su hermano menor, se mudó a Londres, y hasta donde sabía, además del entrenamiento de auror, su vida se reducía a brujas y borracheras. Como mucho iba a la Madriguera una vez al mes. Charlie seguía con sus dragones, mandando cartas y afirmando estar bien. Tantos años lejos de casa le ayudó a llevar su duelo de otra forma. Y Ginny… ella también estaba lejos de casa, debatiéndose entre hacer feliz a su familia, contribuir con la obsesión de Molly de tener a sus hijos cerca, o seguir a su corazón, dibujando su propio camino. Sintiendo todo en contra.
Con esa idea, se limpió los pantalones, decidiendo dejar de ser un simple espectador del desastre en el que su familia se iba convertir, limitándose a ver y no actuar.
Determinado, tocó la puerta de Ginny.
—No Harry, no quiero hablar contigo —la oyó decir detrás de la puerta.
—Vaya, hermanita creo que los vientos suecos te han daño la vista, no soy tan cuatro ojos como el elegido —giró el pomo para entreabrir la puerta y regalarle una sonrisa a la otra pelirroja— ¿Sigues viéndome así de miope?
—George… —dijo con un suspiro— ¿Te mandó mamá?, no quiero bajar.
Él la miró poniéndose la almohada sobre el rostro dispuesta a ocultarse. Acercándose unos cuantos pasos estuvo en la esquina de la cama, buscando un espacio para sentarse.
—No Ginny, papá te defendió y con Percy, dejamos a mamá y a Harry en la cocina. Ahora ya saben que estamos molestos con ambos —la chica se apoyó en la cabecera de su cama viéndolo fijamente— Y papá tuvo mucha razón, todos deberíamos estar orgullosos de ti. Yo estoy orgulloso de ti, por querer ser algo más que una ama de casa. No quiero que suene mal, mamá hace esa labor muy bien, le gusta cocinar y que todo aquel que cruce la puerta se vaya con el estómago lleno, ama tejer los suéteres de navidad, lo hace con cariño. ¿Pero tú, Ginny?. Eso no es lo quieres.
Solo bastó extender los brazos para que su hermana se cobijara en ellos y se sumieran en un largo y tranquilo silencio.
Ginny siempre se había llevado mejor con los gemelos que con Ron, había cierta confidencia y seguridad que le brindaban Fred y George, y en ese momento sintió que eran ambos quienes la estaban abrazando, con la misma fuerza.
—Cuéntame algo de Suiza.
—Tenemos un equipo de Quidditch. Draco es nuestro capitán y…
—Espera, ¿Malfoy estudia contigo? —George se alejó un poco de ella para mirarla con sorpresa.
—Sí, es parte del trato que hizo Mcgonagall para que Draco, Theo, Parkinson, y Blaise no terminen en Azkaban —la emoción de poder contarle su vida en Elysian a George, le hizo sentarse más cómoda el medio de su cama para evitar saltar por su habitación— Ya bueno, tuvimos que formar un equipo, y tenemos a Dean y Terry como golpeadores ¿lo imaginas?. Y con Blaise Zabini y Daphne Greengrass somos los cazadores. Theo Nott es el guardián. Aquí tengo el uniforme.
—Malfoy es el buscador —acompañó la alegría de la joven en tanto ella escarbaba en su baúl para mostrarle la capa azul con bordes plateados y su apellido en la espalda—Wow, mejores que los de Hogwarts, definitivamente.
—Sí. Al inicio éramos basura, muchos nunca habían estado en un juego real y tuvimos que pasar una prueba para integrarnos al campeonato interno. Perdimos. Sin embargo este año, Draco nos hizo entrenar casi todos los días y ganamos el partido y luego otro, y otro y estábamos en la final.
—¿En la final?—preguntó aún con el uniforme en las manos, y Ginny nuevamente con las manos metidas en su equipaje.
—En la final —al fin tuvo entre las manos lo que estaba buscando y lo escondió con los brazos en la espalda—, fueron dos horas de juego y… ¡ganamos!
Levantó ante George la medalla y la fotografía en la que se la veía elevando el trofeo con una enorme sonrisa.
Su hermano inspeccionó los objetos, embargado de emoción y melancolía, como deseaba que Fred no se estuviera perdiendo esto.
—No solo somos campeones de Elysian, también representaremos a la universidad en el liga universitaria, tendremos partidos contra la universidad que está en Brasil, la otra que está en Canadá, y una que queda en Asia. Me gustaría que nos vieras en uno de los partidos.
—Claro que sí, hermanita, ahí estaré.
Y antes de que Ginny lo pensara dos veces, George la había levantado para proceder a correr por toda la casa.
—¡Ginny tiene una medalla!
—¡George! ¿Qué es todo ese alboroto? —Molly se asomó desde el primer piso viendo a sus dos hijos bajar apresuradamente, sintió a Arthur de pie a su lado, igual de desconcertado.
—¡Papá, Ginny ganó un campeonato de Quidditch!
—¡George, bájame! —pedía la chica entre risas.
—¡Miren papá, mamá, dice Weasley! —mostró la medalla, al fin en el primer piso, notando que Harry ya no estaba en ningún lado, afortunadamente—Y aquí está ella con el trofeo, ¿no es genial? —puso a Ginny de pie antes que Arthur la sostuviera en sus brazos.
—¡Fantástico, hija! ¡Felicidades! —exclamó entre risas y auténtica felicidad.
Se les unió Molly, compartiendo la misma alegría, y George jaló del brazo a Percy para que se les uniera en ese hermoso abrazo familiar.
Después, los Weasley pasaron la tarde haciéndole todas las preguntas posibles a Ginny para recuperar el tiempo perdido en los dos últimos años de su vida.
Y Molly finalmente pudo ver que eso hacía feliz a su hija, que había hecho nuevos amigos, que tenía una vida allá, que había cambiado, que eso la hacía sentir libre y que tenía sueños, que como madre, debía apoyar.
Hermione se encontraba preparándose para ir de compras con su madre cuando una lechuza le tocó la ventana, con extrañeza, le dió unas golosinas a la elegante lechuza luego de tomar la carta.
Casi le da un infarto al leer el remitente.
Narcisa Malfoy.
¿Cómo pudo haberlo olvidado?
¿Era posible olvidar una decisión así de impulsiva? Aquella decisión que tomó después del cumpleaños de la madre de Draco, la misma decisión que la había hecho enviar la primera carta.
Y ahora tenía una respuesta.
Si esto terminaba mal, no sabría con qué cara mirar a Malfoy.
Estimada señorita Granger:
Admito que me sorprendió recibir su misiva, usted me entenderá. Sin embargo, dudo que sus razones para solicitar una reunión conmigo sean injustificadas.
Por ende, queda usted invitada a nuestra residencia en Wiltshire el día de mañana, a las 16:00 horas.
Enviándole los más honestos saludos, me despido.
ATTE.
Narcisa Malfoy.
—Hermione, ¿estás bien? —le preguntó Jane, horas más tarde, luego de pagar por el bolso del cual se enamoró a primera vista.
—Sí, yo… —suspiró —Mamá, si alguien te invita a una reunión a las 16:00, es la hora del té, ¿cierto?.
—Ajá, es la hora del té, ¿quién te invitó? —Jane la miraba de forma cómplice.
—Una aristócrata del mundo mágico.
Las ilusiones de su madre se desinflaron en ese instante.
—Oh, bueno. Te ayudaré a elegir algo para que te veas bien.
Las siguientes horas se pasaron entre bolsas y varias pruebas de vestuario, y al día siguiente, mientras Hermione pensaba en la mejor manera de llegar al Wiltshire, se preparó mentalmente para acudir a la cita.
Jane le terminó de acomodar el vestido y le puso un chal, sabiendo que iba a pasar por un par de chimeneas.
Vestía un vestido verde de terciopelo, con unos tacones cómodos y no tan altos, todo a elección de su madre, quien claramente no sabía que esos eran los colores de Slytherin y podría dar el mensaje equivocado. Pero, bah, no quiso pasar más tiempo con el centro comercial.
Primero fue al Caldero Chorreante, buscado pasar lo más desapercibida posible y por medio de la red flu se fue a Northamptonshire, ahí llego a otra cantina donde le indicaron que tenía que cruzar la calle para tomar el flu de la cafetería a Oxfordshire, con esa distancia ya podría aparecerse en Wiltshire.
Ya en el pintoresco pueblo buscó un establecimiento mágico para consultar el camino a Malfoy Manor.
—Claro señorita, va por la calle que encuentra a la izquierda, camina de frente, y a la derecha podrá ver la casa, es enorme, lo que la hace muy fácil de encontrar —le explicó la señora—. Le envía mis más gratos saludos a Narcisa, no la hemos visto por acá en un tiempo. De parte de Irene Green.
—De hecho, no se preocupe, le haré llegar sus saludos.
Compró un pie de manzanas, para cumplir con la formalidad de la invitación.
Y caminó, por suerte solo por cinco minutos.
Tuvo muy poco tiempo para calmar sus nervios antes de ponerse de pie frente a las imponentes rejas. Se tomó unos instantes para borrar los malos recuerdos y darse un poco de fortaleza, recordándose a sí misma que esto lo hacía por Blaise, Theo, Draco y Pansy.
Al extender la mano, un elfo apareció, llevaba una especie de uniforme muy bien confeccionado que lo hacía lucir cómodo pero a la vez elegante.
—¿Señorita Granger?
—Hola, buenas tardes. Sí, soy Hermione Granger.
—Bienvenida a la Residencia Malfoy, adelante —la criatura chasqueó los dedos y las rejas se abrieron.
Siguió el largo sendero, rodeado por arbustos verdes claro, no como aquellos colores opacos que solía recordar. Al hallarse a pocos pasos del hall, el elfo giró, llevándola a unos jardines realmente impresionantes.
Y allí, bajo una sombrilla, alrededor de una bonita mesa y sillas igual de hermosas, se encontraba Narcisa Malfoy, solo que no lucía como la dama temible que Hermione una vez vió en el callejón Diagon.
La mujer que la esperaba, no era más que una sombra de lo que un día fue. Aún notaba rasgos de su gran belleza, los pómulos altos y los labios rosas, los ojos azules rodeados de pestañas largas. No obstante, en general… parecía que los anteriores dos años, para su cuerpo y en rostro, habían sido diez. Narcisa Malfoy se encontraba delgada, más pálida de lo usual y su cabello no tenía brillo.
—Señora Malfoy —saludó para disimular el tiempo que pasó observándola.
—Señorita Granger, bienvenida.
Hicieron el saludo más cortés que la situación les podía otorgar y Narcisa la invitó a tomar asiento.
—Traje esto para usted —le tendió el pie de manzana.
—No te hubieses molestado, muchas gracias. Phoenix, lleva el postre a la cocina y asegúrate de que lo sirvan, por favor.
Cuando el elfo se marchó, otras dos elfinas llegaron a poner la mesa y servir el té, Hermione reprimió sus pensamientos respecto a la servidumbre, ya que no era el momento.
—Sé que este lugar no te trae los mejores recuerdos, pero mis condiciones no me permiten ir a otro lugar —expresó calmada.
—Estoy al tanto de su situación, señora Malfoy. Draco me comentó.
La mujer al instante la miró con atención.
—Créame, señorita Granger, pasé mucho tiempo pensando en sus razones que la llevaron a solicitar esta reunión conmigo. Sin embargo, pensar que mi hijo le habría pedido comunicarse conmigo, no era una opción.
—Hermione, por favor —terminó de endulzar su té— También estudio en Elysian, solo que… Draco no me pidió venir. Verá, hace unos meses, el día de su cumpleaños, Pansy y los chicos se veían muy tristes por no compartir ese día con usted — transmitió con su mirada la disposición de ser sincera—. Entonces me di cuenta que ellos estaban tan atrapados como usted, y yo no; así que si podía hacer algo por lograr una cercanía entre ustedes, no me costaba nada intentarlo.
—Muchas gracias, Hermione —estirando el brazo, tomó la mano de la joven entre las suyas—. Permíteme preguntarte, ¿cómo están mis hijos?
Ella los consideraba sus hijos, y Hermione entendió el nivel de cariño y afecto entre ellos. Narcisa era la única persona que los chicos podían considerar como su madre. Todo tenía más sentido.
—Les va muy bien. Theo destaca en sus clases y en el equipo de Quidditch, junto a él y Draco hicimos un trabajo en Pociones Avanzadas, ello nos valió una publicación en un periódico importante de América. Pansy diseñó los uniformes del equipo, y tiene novio, aunque sigue igual de presumida y autoritaria, perdóneme que se lo diga. Con Blaise nos hicimos muy amigos, es sincero, paciente y divertido. Con los demás, hemos logrado formar un buen grupo —bebió un poco del té y comió unos de los pastelillos de café—. Ellos me hablaron muy bien de usted, siento que la conozco más gracias a ellos.
—Extraordinario, sabía que lo harían bien. Te agradezco por darles una oportunidad más. Cuéntame sobre Draco, por favor.
—Draco me ha ayudado en varias ocasiones. Y cuando las cosas fueron difíciles al inicio, él se encargó de que todos fuéramos más unidos y seguros. No lo voy a negar, sigue siendo un tanto apático y gruñón, pero es un buen líder y a veces compasivo. Él la extraña tanto, se suele perder en sus pensamientos y hay días en los que se sume en la melancolía y desaparece del mundo —reforzó los escudos de su mente, volviendo a tomar una decisión precipitada—. Antes de las vacaciones, le pregunté qué le gustaría decirle, él ya me comentó que usted es una gran legeremante… puede verlo en mi mente.
—¿Me das permiso? —cuestionó entre conmovida y esperanzada.
Hermione sonrió levemente al percibir los mismos gestos del otro rubio cuando estaba sorprendido.
—Definitivamente, adelante —puso en su mente el recuerdo de la última noche en Elysian, centrándose solo en las palabras de Draco, no querría que Narcisa viera lo que pasó después.
Sintió la opresión y luego a alguien recorriendo su mente.
Le diría que estoy bien, que no se preocupe. Y que me va excelente aquí….
Narcisa absorbía cada palabra ávidamente, detallando todo lo que podía de su hijo, porque… posiblemente sería la última vez. Porque sí, su salud se había deteriorado y de acuerdo al consejo de su medimago de confianza, le quedaba poco tiempo.
¡Qué tonta había sido! O cuán enamorada había estado.
Unirse con magia del alma a Lucius fue la peor decisión, la llevó a ese momento, a conformarse con ver a su hijo por medio de un recuerdo.
Se estaba muriendo, porque cuando Lucius finalmente murió, solo le quedaban unos meses a ella antes de seguir el mismo camino. Lo amó, amó al hombre bueno y amoroso que conoció, y quien luego se convirtió en alguien despiadado, capaz de ofrecer a su hijo a la muerte.
Le contó todo sobre su condición a la muchacha que le daba ese pequeño momento de felicidad, hasta que el té estaba helado y la tarde se convertía en noche.
—No, señora Malfoy. Ustedes han perdido tanto, es injusto —soltó desconsolada, y su brillante mente se iluminó— Tengo una idea, esto no termina así. No lo permitiremos.
—¿A qué te refieres?
—El ministro me debe un favor y resulta que soy buena negociando —la castaña, tomó sus manos entre, dándole un atisbo de luz—. Usted verá a sus hijos una vez más, lo prometo.
Venciendo uno de sus grandes temores, Narcisa la llevó al salón para que Hermione pudiera utilizar la conexión de la red flu, directamente al ministerio.
La chica corrió por el lugar para llegar a la oficina de Kingsley, con las ideas claras en su mente.
—No ministro, Narcisa Malfoy está muriendo, usted tiene el poder de ayudarla a cumplir su último deseo.
—Las leyes…
—¡No! —golpeó el escritorio de forma agresiva—Póngase en su lugar, ellos la ven como una madre, no la han visto en dos años. Déjela ir o permita que ellos vengan, tienes el poder de saltarte todas esas leyes.
Y en solo diez minutos, Hermione tenía un traslador de cuatro viajes que la llevaba a Suecia.
Al estar en los terrenos de Elysian, se apareció en la puerta de la residencia y diciendo la contraseña, entró con premura.
En el sofá estaba Blaise escuchando a Michael Jackson, Pansy y Theo estaba por cenar y no había señales de Malfoy.
—Hermione —se reincorporó Blaise, mirándola con sorpresa— ¿Qué haces aquí? Bonito vestido por cierto.
—Blaise, hola. ¿Malfoy?
El moreno apuntó a las escaleras y la chica corrió lo más rápido que pudo con esos tacones. Si hubiese sabido lo agitado de su día, habría optado por otra cosa. Al llegar a la habitación junto a la suya, evitó las formalidades para entrar sin tocar.
—Malfoy, ¿dónde estás?.
Sin que pasaran dos minutos, la puerta del baño se abrió y Draco salió cubierto con una toalla a partir de la cadera. De no ser porque tenía cinco minutos para llevarlo a Inglaterra, Hermione se hubiese tomado más tiempo en apreciar sus abdominales.
—¿Granger? —y allí estaba, el mismo gesto de sorpresa de su madre.
—Vístete tenemos cinco minutos —casi no podía contener su emoción.
—¿Qué?
—Apresúrate, Malfoy —se encaminó al pasillo— Evita los tonos oscuros por hoy y lleva la medalla que ganaste. Hazme caso, quedan cuatro minutos.
Aguardó en el pasillo y Draco ocupó tres minutos para salir. Llevaba un traje gris con una camisa también gris y una corbata negra.
Hermione, le arregló el cabello y ajustó su corbata, para luego tomarle la mano y llevarlo por las escaleras.
Tenía cuarenta segundos antes de que el traslador se tuviera que activar.
—Ustedes también prepárense… como… como si fuesen a ver a alguien importante, vuelvo en dos horas.
—Granger, ¿qué está…
Como única respuesta la chica abrió la puerta del jardín, oyendo a Pansy decir;
—¿Se estaban tomando de la mano?
Le indicó a su nuevo acompañante que sujete el abrecartas y el mundo comenzó a girar para después aparecer en los jardines de la mansión, frente a la mesa que antes había ocupado Hermione con Narcisa.
—Granger… Hermione… ¿qué hacemos en casa?
Agitada la chica al fin pudo respirar y sentirse satisfecha.
—Tu madre te espera dentro, ya habrá tiempo para las preguntas. Supongo que ya conoces el camino —le sonrió dándole ánimos.
Y mientras él entraba, ella se alejó al patio sacando su nuevo teléfono para comunicarse con sus padres.
—¿Hola, mamá?
—Hermione, has tardado mucho, ¿ya vienes en camino?
—No, mamá. Requerían un favor por aquí y voy a tardar, si se me pasa la hora, te volveré a llamar para avisarte o pedirle a papá que me espere.
Al mismo tiempo, dentro de la casa, Draco se desplazaba lentamente hacia el salón, creía que se encontraba en un sueño, así de difícil era de creer que estaba en ese lugar que solía ser su casa.
Y la vió, a la persona más importante de su vida, esperándolo en el salón. Draco corrió y Narcisa hizo lo mismo, ambos se encontraron a medio camino en un abrazo y lágrimas por parte de su madre, por lo que pareció una eternidad.
—Draco, Draco, Draco —repetía Narcisa, pasando las manos por el rostro y el cabello de su hijo, tratando de convencerse que él era real.
—Madre, mamá, ¿estás enferma?
—Estoy muriendo, Draco. Pero no hablemos de eso, ya habrá tiempo —lo distrajo volviendo a rodearlo entre sus brazos.
Y hablaron, tanto que las dos horas se pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Las preguntas iban y venían, y cómo Granger le había pedido que llevara la medalla, Draco supuso que tenía que presumir, y si de presumir se tratara, él era el mejor. Así que también llevó su diploma del concurso de diseño urbano que ganó en Noruega y un álbum de fotografías de sus planos y maquetas, y algunas fotografías mágicas con su uniforme de Quidditch y en Navidad.
—Señorita Granger —Narcisa la observó con una sonrisa—. Siento que te quedarás en el jardín, espero que Phoenix te haya atendido bien.
—No se preocupe, necesitaban en ese momento. Además, el paisaje es precioso, y el clima es tan cálido aquí —sacó el abrecartas de su bolso—En dos minutos se activará el traslador, traeré a Pansy, Theo y Blaise.
—Debe estar siendo una noche muy fría en Suecia, Draco, dale tu saco a la señorita Granger.
Sin dudarlo, el chico le colocó la prenda sobre los hombros, Hermione le susurró un suave gracias y al segundo siguiente ya no estaba allí.
Hizo lo mismo que hace unas horas, y esta vez, en la sala ya la esperaban sus tres compañeros.
—Al fin Granger, ¿dónde está Draco? —se puso de pie sobre sus impactantes tacones.
—En Inglaterra —dijo sin más, Theo y Blaise vestían igual de elegantes y sofisticados que Pansy, y supuso que estaban listos — ¿Nos vamos?
—¿Sabes que no podemos irnos de aquí? —inquirió Pansy con tono cansado, aún así siguiendo a Hermione por las puertas hacia el patio trasero.
—Lo sé, si quieres puedes quedarte, tengo un traslador que se activa en menos de tres cinco, y ese su último viaje antes de volverse inútil, tú decides.
—Wow, ¿Hermione rompiendo las reglas?. Gracias Merlin por permitirme vivir para ver este momento —Blaise miró al cielo, enfatizando sus palabras.
—No, solo usé algo de chantaje, favor por favor —sonrió—Si se sienten listos, traten de poner sus manos en este abrecartas y nos iremos más rápido.
—¿Ir a donde? —se inquietó Theo.
—A casa.
En ese momento, Pansy estaba sosteniendo el objeto y con un remolino, estaban en Wiltshire.
—O la casa de Malfoy.
Con eso Hermione sacudió el polvo de su vestido, recolocándose el saco de Draco para guiar a los anonadados chicos. Los Malfoy estaban charlando entre sonrisas, y la emoción se volvió a sentir. Narcisa vió a los otros jóvenes, rápidamente cobijándolos entre sus brazos, y Hermione se alejó, no queriendo interrumpirlos.
Contó los minutos en el hall, solo hasta que el viento al fin la azotó, recordándole que seguía vistiendo un vestido. Veinte minutos después, creyó que ya era oportuno anunciar su retirada, encaminándose al salón otra vez.
—Señorita Granger, quédese, por favor —la detuvo Narcisa, luego de oír su despedida.
—Oh, no, señora Malfoy, Este es un momento familiar, no me gustaría lucir fuera de lugar.
—Para nada, ¿por qué no te quedas a cenar y pasar la noche aquí?. Es muy tarde para regresar a Londres.
Hermione sabía que era tarde, pues tenía muy en claro los viajes que tendría que realizar para llegar a casa. Asimismo, no quería aprovechar de más la libertad que le estaban dando sus padres.
—Disculpe, me veo en la obligación de declinar su invitación, es muy amable. Solo que a mis padres no les hará mucha gracia que no les haya pedido permiso para pasar la noche fuera —explicó de la manera más sencilla.
—Lo entiendo, linda, tampoco me agradaría que mi hijo duerma en la casa de algunos extraños.
—Gracias —la joven le devolvió el saco a Draco—Debería ponerme en marcha, voy a Oxfordshire y después a North…
—No hay manera, toma muestra red flu hasta tu casa —dijo señalando la chimenea.
—Lamentablemente no contamos con red flu en casa. Pero puedo ir a Caldero Chorreante y luego tomar un taxi, gracias por evitarme un largo camino —comenzó a despedirse de todos y antes de tomar los polvos flu, les dió una última indicación a sus compañeros— Kingsley les otorgó dos días, el lunes por las siete vendré con el otro traslador.
—Podrás llegar directamente desde cualquier chimenea, ahora que ya tienes acceso —soltó Draco— Muchas gracias.
La chica asintió sonriendo y el humo la cubrió hasta que no hubo más que cenizas.
Ernie la esperaba con un ramo de orquídeas, cerca de Little Venice en Londres. Al llegar junto a él, Tracey se encontró rápidamente con sus labios, habían sido dos largas semanas sin verlo.
—Te extrañé muchísimo, cariño —le susurró el chico, con el rostro enterrado en el cuello de su novia.
—Yo te extrañé más.
—¿A sí? —Ernie se le alejó un poco, aún sosteniéndo su cintura—. Yo eché de menos tu voz, tus ojos, tu sonrisa y tenerte justo de esta manera. ¡Y solo fueron dos semanas!
—Cualquiera diría que te he conquistado por completo —el tono sarcástico de Tracey estuvo acompañado de una sonrisa.
—¿Aún te quedan dudas? Te amo y cualquiera se daría cuenta.
—Me emociona cada vez que lo dices —la joven pasó delicadamente los dedos por el cabello de su Ernie— No lo dudo, cielo, te amo también.
—Por eso, te voy a llevar a uno de mis lugares favoritos —el chico le dió un último beso antes de caminar tomando su mano.
Y él la llevó al Museo Victoria and Albert, donde vieron las distintas colecciones, con esculturas, obras de artes y objetos como joyería, fotografía, cerámica de cientos y miles de años.
—Esa pintura se titula, Amor Decepcionado, fue hecha en 1821 —comentó señalando la obra en la cuál se veía a una dama de blanco llorando junto a un lago—. El de allí es un autoretrarto hecho en Venecia en 1548.
Cuando estuvieron en el área de joyas, Ernie continuó explicando las distintas piezas.
—Esa es una corona de diamantes, hecha en 1800. Ahí también puedes ver un colgante, de oro, perlas y esmeraldas, es 1500 Además, al lado hay un brazalete de zafiros y rubíes, hecho entre los años 1550 y 1600.
Mientras su novio explicaba los principales objetos del museo, Tracey se quedó absorta en sus palabras y en lo que él estaba compartiendo.
¿Había algo mejor que tu novio enseñándote una de sus aficiones?
—No puedes hacerle esto a Harry, ¿cómo demonios se te ocurre terminar con él, Ginny? —le reclamó Ron, soltando su aliento ebrio a centímetros de su rostro.
—Puedo, Ron, y ya lo hice —Ginny elevó la voz y le dió un empujón a su hermano.
La pelirroja estaba leyendo en el jardín cuando su hermano llegó borracho y decidido a empezar todo un lío.
—Está destrozado, Ginny, destrozado. Arruinaste todas sus ilusiones, ¿qué te cuesta casarte con él? Ya deja la estupidéz de la universidad y regresa de una vez.
—¿Eso es lo que él te dijo? —preguntó Ginny con los dientes apretados, sentía que todo el cuerpo le temblaba de furia contenida.
—Sí y Gin, basta, lo que sea que estás haciendo allá no es tan importante como lo somos nosotros, Harry, la familia.
En su mente, en su totalmente alcoholizada mente, Ron creía tener la razón. Harry y su hermana debían estar juntos, con Harry siendo oficialmente un miembro más de su familia, era como debía ser.
—Hermione tenía razón, estás atascado, Ron —le dijo su hermana con furia—. Entiende, los días de Hogwarts terminaron, la gente cambia. Las cosas no terminan como uno quiere. Una guerra nos cambió, pero tú sigues ahí. Atado al pasado. Sé realista, no va a suceder, no estaremos, Hermione, tú, Harry y yo, juntos para siempre hasta el final de los tiempos. Busca tu camino y recuerda que tu hermana soy yo y no Harry —retrocedió unos cuantos pasos— Pensé que como familia me entendías y sabrías que no tomo una decisión sin pensar. Hay un motivo, y es que quiero más cosas que un matrimonio.
Dió media vuelta dejando a Ron en el patio, no obstante eso no terminaba allí. Dando pasos fuertes fue a la chimenea y en cuestión de segundos, estaba en Grimauld Place.
Para su buena suerte, el susodicho estaba justo en frente suyo, desparramado en el sofá. Ginny, le sujetó el cuello de la camisa para acercarlo a ella lo más que podía.
—Eres un maldito cobarde, ¿ir a esconderte detrás de mi hermano?. ¿Es todo lo que pensaste hacer?
—Gin…
—No, Potter. Intenté ser suave contigo por los años de amistad y la cercanía que tienes con mi familia, pero parece que no entiendes —lo soltó bruscamente—. NO TE QUIERO. Estuve años en la sombra, esperando que algún día te fijaras en mí. Y después comenzaste a manipularme, a manipular a mi familia para que me presione con estar contigo, a mandar a Ron a pedirme volver; crece Harry. Eso no es amor.
—Lo lamento, Gin —hundió la cabeza en las manos.
—Y eso demuestra que no eres quien me enamoré. El Harry del que me enamoré, se habría dado cuenta antes, no esperar a rozar el límite para disculparse.
En el momento en el que Harry elevó la cabeza, Ginny ya no estaba. Y sólo él sería el culpable de que quizá nunca más vuelva a pisar esa casa.
N/A: Primero explicaré algo que tal vez se hayan perdido. Narcisa al inicio no confiaba del repentino acercamiento de Hermione, es por eso que no le dió, por decir así, un pase VIP a Malfoy Manor, y luego ya le atribuyó los derechos de ir y salir cuando quisiera.
Continuando, sí, al fin Ginny sacó el carácter que lleva dentro. En el siguiente capítulo van a pasar cosas interesantes.
No olviden sus reviews, muchas gracias a quienes enviaron reviews del anterior cap, a continuación voy a responder.
IRINA A: Muchas gracias por tu review, me encantan los reviews largos cuando me dan apreciaciones del capítulo. Sí, Hermione tiene esa libertad elección, está consciente de todo lo que ha pasado y aún le pesa, pero es ese tipo de persona que puede sobreponerse al dolor, es resiliente. En cambio Ginny y Draco tienen sus familias un tanto fragmentadas, por tanto se ven en la obligación de tratar de repararlo, por mucho que no sea su deber. Ahora Draco tuvo dos días con su madre, veremos si logra reflexionar en algo. Por otro lado, Hermione es testaruda, puede que haya ayudado a Draco, sin embargo está lejos de olvidar que tienen un asunto pendiente. Ella odia las injusticias, por eso ayudó a Narcisa y a los chicos, pero no significa que va a dejar pasar la apatía de Draco. Para finalizar, espero que tu mamá esté mejorando, entiendo lo que es velar por la salud de alguien que te importa. Cuando mi mamá se contagió de Covid y tuvo que estar con oxígeno, yo dormía en el sofá al lado de su cama, y conozco el temor y la incertidumbre de esos momentos, yo solía despertarme en la madrugada para asegurarme de que mi mamá seguía respirando. Son situaciones que nos hacen más fuertes, por suerte la mía se recuperó y la tengo a mi lado, deseo que suceda lo mismo para tí. Un abrazo y fortaleza.
