12 / 10 / 2024

Prompt: Receta quemada


Tacos

Cocinar era, más que una necesidad, una actividad relajante para Diamond. Siempre tenía un pequeño ritual, dependiendo si estaba en su trabajo, o en su departamento; si cocinaba solo para él, para sus amigos, o para Platinum. Justo ese día era importante, cuando el ocaso quedaba a pocas horas de empezar.

Diamond puso música de su anime favorito, tomó con delicadeza los ingredientes de su cocina y los puso en la mesa, los vegetales y tubérculos solo eran la antesala de la joya de la corona de ese aniversario. En el centro de todo estaban dos filetes envueltos al vacío, una carne perfectamente marmoleada que hizo que Diamond temblara un poco al mirarlos: carne wagyu.

La carne favorita de Platinum, desde luego. Al estar solos, Platinum y él tuvieron que ahorrar mucho tiempo para poder comprar dos filetes para su primer aniversario viviendo juntos. Una fecha especial, y Platinum lo sabía, por eso habían decidido darse aquel enorme lujo.

—"Sé que podrás hacerlo bien, Diamond, confió en ti" —recordó las palabras de Platinum antes de que se fuera a trabajar, después de todo le consideraba el mejor cocinero de todo Sinnoh. Pero había una verdad que, aunque se la dijo, Platinum negó. Diamond jamás había tenido la oportunidad de cocinar esta carne.

No era su primera vez asando, era conocido por todos que Pearl, a la más mínima provocación, le pedía a Diamond hacer carne asada, y el chico lo hacía con mucho gusto. Sin embargo, sabía de lo delicada que era esa carne, el más mínimo error, solo unos segundos extras, y la carne se terminaría recociendo. Sumado a eso, a su novia le encantaba el término medio, cosa que dificultaba las cosas.

Sin embargo, no estaba solo. Había pedido ayuda a uno de sus compañeros de trabajo, un hombre más experimentado que le dio la idea de una buena preparación. Con su hoja con las instrucciones precisas de cómo y por cuánto tiempo dejar la carne, Diamond se puso más a la obra para crear la mejor cena.

Lo primero y más sencillo sería crear los acompañamientos. El pelar vegetales y cortarlos era una de las cosas más relajantes de todo el proceso, era dejar su cabeza en blanco mientras cortaba las papas, los ajos y las cebollas. Dejando la olla a presión a fuego bajo, Diamond comenzó a preparar su clásico puré de patatas que a Platinum tanto le encantaba. También tenía que trabajar en el postre; un buen pay de queso, el favorito de ambos por su valor emocional, preparando la masa de galletas y sacando la leche condensada y el queso crema; el postre era lo más tardado. Los olores comenzaron a salir poco a poco de la cocina. Aunque él chico era conocido por su apetito, al momento de cocinar él lograba controlar sus ganas de picar la comida, limitándose a tomar ocasionalmente alguna galleta del frasco que ambos habían comprado.

En todo este proceso, Diamond solo pudo pensar en Platinum. Amaba cocinar, pero lo que más amaba era que los demás disfrutaran de lo que él preparaba. El verlos masticar y sonreír le hacía sentir un pequeño calorcito en el pecho, cosa que se magnificaba cuando se trataba de ella. Platinum comía de una forma muy refinada, siempre pequeños pedazos, siempre limpiándose los labios luego de cada bocado y sacando al máximo cada sabor. Adoraba aquellas expresiones como el que más, saber que algo que él hacía la hacía feliz era algo que le hacía sentirse muy gratificado. Y ese día lo volvería a hacer. Sabía cuánto le costaba acostumbrarse a esa nueva vida, y cada día lo hacía mejor que lo anterior, y eso sí que merecía una celebración.

Entre sus pensamientos terminó de adecuar la mesa donde comerían, una estética oscura y roja como a Platinum le encantaba, con velas, mantas negras, las ventanas al descubierto dejando entrar la luz del ocaso, y los platos finos que se había traído de su mansión; regalo de sus padres. El ambiente estaba listo, los acompañamientos estaban listos y el pay estaba listo: solo quedaba una cosa por hacer, la carne.

Tuvo que esperar un rato más (teniendo la oportunidad de bañarse) en lo que Platinum le envió un mensaje, avisando que estaba a pocas cuadras de llegar. El momento de la verdad había llegado. Encendió una enorme sartén al lado de donde se calentaban las papas para el puré, puso un poco de mantequilla, y sacó los filetes.

Aun con guantes, Diamond pudo sentir la textura suave y grasosa de la carne, sin duda aquella carne sabría deliciosa con su gravy casero que ya reposaba en la mesa de la cocina. Lo sazonó con sal, pimienta y un poco de ajo en polvo antes de ponerlos en la enorme sartén. El sonido burbujeante se hizo presente de inmediato al contacto con la superficie caliente, desprendiendo un olor suave que le hizo visualizarse a sí mismo comiéndoselo. Solo tenía que sellarlos, apenas tres minutos por lado para llegar a la cocción ideal. Dio la primera vuelta y la costra caramelizada le hizo esbozar una sonrisa, solo debía esperar tres minutos más y quedaría listo. El olor de la grasa dorada era gratificante, y el solo imaginarse a Platinum disfrutando del plato hizo que Diamond sonriera de oreja a oreja. Apagó el fuego al ver que la costra del otro lado comenzaba a formarse, el calor residual terminará de cocinar la carne y le daría algo de tiempo para terminar el puré de papa.

Sacó las papas del fuego y comenzó a hacer el puré junto a la mantequilla y la leche. No tardó demasiado, unos minutos y el puré tenía esa textura que tanto amaba. Aprovechando para cortar los cebollines que decorarían la guarnición, acercó su nariz al puré y de inmediato pudo sentir el olor cremoso y suave de la papa, junto a una mezcla de algo dorado… carne dorada.

—¿Qué es lo que huele así? —se preguntó Diamond, confuso.

Al voltear a ver el origen del aroma se encontró con su peor horror. El sartén humeante reveló una escena que le hizo correr rápido a pagar la flama correcta de la estufa. Los suaves y largos filetes se habían encogido, endurecido, quemándose ligeramente por los bordes. Diamond sintió como su corazón se aceleró al sacarlos rápidamente del fuego y notar su dureza al cortarlos, revelando un interior gris oscuro y un sabor como a chicharrón.

—Ay no, no no no… —se repitió a sí mismo.

Su respiración se agitó. ¿Cómo se había podido equivocar de esa forma? De inmediato pensó en el rostro decepcionado de Platinum, quizás una mirada fúrica luego de gritarle o decirle algo con ese tono enojón que tenía. Se hundió de hombros, pensando en cómo solucionar aquello, en especial con Platinum acercándose al departamento.

Si cortaba los bordes la carne todavía se podía salvar, sin embargo, no era lo que Platinum esperaría. Diamond suspiró, intentando calmarse, en momentos como este solo debía pensar en la mejor forma de solucionar este problema, esperando que Platinum no se enojara tanto. Cuando pudo relajarse un poco, de inmediato tuvo una idea que le daría suficiente tiempo. Caminó hasta el refrigerador, sacó un poco de salsa picosa, algunos aguacates y papas extras y se puso manos a la obra.

[...]

Platinum no tardó mucho tiempo en llegar. Diamond tragó saliva al escuchar la perilla de la puerta abrirse. Había logrado terminar su comida a tiempo, pero el cambio de planes le hizo sentir una ligera presión en el pecho. Suspiró, tendría que hacerle frente a eso de todas formas. Platinum entró con un rostro de emoción, dejando su bolsa y avanzando hasta que Diamond le recibió.

—¡Feliz aniversario, Platinum! —dijo Diamond, sonriendo.

—¡Dia! —Platinum sonrió, abrazando a su pareja.

La bienvenida fue calurosa, Diamond olvidó por un momento el tema de la carne hasta que Platinum confesó sentirse hambrienta. Suspirando, le llevó a la sala para que pudieran comenzar la comida.

El ambiente era ameno, luces apagadas, velas en la mesa, la luz de la luna entrando por la ventana y una botella de vino le esperaba en su mesa finamente decorada, Platinum estaba impresionada, sonrojándose y sintiéndose como si en su mansión se tratara, sentándose en la mesa ayudada por Diamond.

—Eres todo un caballero, Dia —dijo Platinum, sonriente—. ¿Comenzamos?

—Claro.

Diamond estaba nervioso, no sabía cómo saldría todo este asunto. Platinum se mantenía sonriente, emocionada, al menos hasta que Diamond puso los platos de la comida en la mesa. La cara de Platinum expresó desconcierto al ver cómo su filete yacían repartido en cinco tortillas de maíz, acompañado de cilantro, cebolla caramelizada y papas doradas.

—¿Los filetes estaban malos? —preguntó Platinum, confundida.

—No —Diamond suspiró, debía ser sincero—. Intente hacerlos, pero por un error muy tonto se me pasó la cocción, así que la única forma en la que se me ocurrió para no arruinar la carne fue esta —Diamond se hundió de hombros.

—Diamond… ¿te equivocaste cocinando? —Platinum arqueó la ceja, le costaba creer que el chico se equivocara en la cocina.

—S-si, apague el fuego que no era —Diamond se sentó junto a ella—. Lamento que no sea lo que querías, sé cuánto ahorramos para esto… pero te prometo que los próximos si saldrán bien, lo prometo —dijo Diamond con una mirada determinada.

Diamond sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al ver el rostro bajo de Platinum, estaba decepcionada. La chica miró los tacos, tomó uno y le puso la salsa improvisada que Diamond había hecho tan rápido que aún estaba caliente. Probó un poco, disfrutando poco a poco de cada uno de los elementos del taco hasta que lo digirió, limpiándose un poco con la servilleta. Diamond sentía el corazón en la garganta, quería saber cómo le había parecido.

—Dia… —Platinum hizo una pausa, entrecerrando los ojos— Están deliciosos.

Diamond pudo sentir como la carga en su espalda se desvanecía de golpe, sintiéndose incluso más ligero. Platinum sonrió, sonrojándose.

—¿Enserio te gustaron?

—Creo que solo tú puedes convertir algo tan gourmet en un platillo más tranquilo y hacerlo bien —Platinum sonrió, mirándole —. Gracias, Dia, te amo.

Diamond se sonrojó de inmediato al sentir el toque de la mano de Platinum. Sonrió y la tomó con fuerza.

—Y yo te amo a ti, Platinum.