Hola, queridas lectoras, sé que las torturé un rato pero estoy de vuelta. Deben saber de mí que la falta de inspirasión es más que el tiempo que tengo, aunque la escuela tampoco me ayuda mucho. Había estsdo tratando de escribir este capítulo y que fuera uno de los mejores, espero que les encante tanto como a mí me encantó escribirlo.

Ah, en el capitulo anterior tuve problemas con el guión de dialogo, ya no pude corregirlo. :(

Espero lo difruten, saludos y buenas noches, tardes o días, según a la hora que me esten leyendo ;)

Advertencia: Capitulo XS


Capítulo 4: Ciudad con sorpresas.

Se había esparcido el rumor de que uno de los grupos más famoso de teatro, el grupo Strandford, estaban en Florida. En el centro de la ciudad de Holmes, había un hermoso hotel, era ahí donde se hospedaban los actores de este famoso grupo. Desde que se rumoraba que estaban ahí, las jóvenes adineradas, habían escuchado de que el joven actor Terrence Graham estaba de regreso.

Los periódicos, de hacia un año, revelaban que el joven actor estaba fuera del grupo Stardford, aunque no se sabía exactamente la razón, e incluso por esto, los periódicos amarillista comenzaron a escribir sus propias teorías. Nada de eso era cierto, lo único que era cierto era que Terry estaba perdido.

Las fans de este grupo, que obvio fue expandiendo cuando este joven actor se integró; estaban ansiosas de ver a todos los actores llegar al hotel, querían un autógrafo y gritar de emoción. Los guardias de seguridad del hotel se habían percatado de esto horas antes, así que para evitar a la bola de muchachas, introdujeron a los actores por la puerta trasera del hotel.

No era lo que más les gustaba hacer a los actores y miembros del grupo, pero era lo mejor al menos para tener un poco de calma.

Los más jóvenes del grupo, culpaban siempre a Terrence de que esto sucediera, y tenían envidia de su gran éxito con las mujeres. Es por eso que se quejaban siempre entre dientes, aunque claro está, el joven Terrence no se dejaba llevar por los comentarios de sus compañeros, la única critica que le importaba era la de su audiencia.

Terrence Graham Grandchester, había regresado al grupo Stardford hacia al rededor de seis meses, su "desaparición" fue ocultada de la mayoría de los periódicos, claro que algunos no se iban a quedar callados y plasmarían lo que se les antojaba. Esto a Terry nunca le importó, ya que había dejado de leer los periódicos desde que miró una noticia que le destrozó el corazón.

Desde su regreso, Terry no consiguió que la mayoría de sus amigos actores le hablaran, seguían enojados, y eran ellos que sabían parte de la verdad de esa renuncia; la única que le hablaba bien y que aún lo consideraba muy amigo era la joven actriz Karen Klaiss, era la única persona que se consideraba feliz al regreso de Terry, aunque al principio también estaba un poco decepcionada. Robert Hatway, era el más consiente del grupo, siempre trató a Terry como un hijo y era quien siempre lo aconsejaba sabiamente.

Durante el tiempo en el que Terry estaba fuera del grupo, se habían unido más actores, un poco más jóvenes de al menos 18 y 19 años, entre ellos se encontraba una guapísima muchacha llamada Letty Monroe, que apenas estaba iniciando su carrera; también se unió Maxwell Thomson, que según críticos era muy bueno; y por último, una actriz llamada Lydia Vigée, ella tenía familia francesa, y puesto a su sencillez y carisma, fue la clave para entrar al grupo.

Cada año, en el mes de diciembre, el grupo Stardford, hacía una gira a un estado, esta vez había tocado Florida. Harían una obra que duraba del día 17 al 23 de diciembre, esto para regresar antes de Navidad.

Los actores ya estaban instalados en sus habitaciones, antes de cada ensayo muchos salían a conocer la ciudad, menos uno, ese era el mismo Terry. Estaba acostado en la cama de su habitación, pensando profundamente, hacía esto para inspirarse y antes del ensayo. Pero esta vez era diferente, presentía algo y no era tan malo, pero no le gustaba esa sensación; miles de recuerdos le comenzaron a bombardear su cabeza.

Tocaron la puerta.

— Terry, soy yo, Karen... déjame entrar. — Pedía la chica del otro lado de la puerta.

El joven sólo puso los ojos en blanco.

— Vete de aquí. — Terry no se levantó de su lugar y puso una cara de fastidio.

— Vamos, Terry, ven conmigo a la ciudad, irá Letty y Robert conmigo. — Karen seguía insistiendo.

Así sea la reina de Inglaterra no me harás salir. Pensó el chico más fastidiado.

— Eres un grosero, ahora veo porque nadie te quiere aquí —. Karen pegó media vuelta y se fue refunfuñando.

Terry había puesto ahora su cara divertida y se rió. Salió por la puerta y alcanzó a la joven.

— Vaya, creo que ya sé qué es lo que te importa. — Dijo ella indignada.

— Trata de estar con la boca cerrada, Karen, no lo hago por ti. — Terry aceleró el pasó dejando a Karen atrás.

Karen, Robert y la hermosa actriz Letty, iban un paso adelante que el de Terry, se dirigían a un lugar para comer, era medio día y aún no habían desayunado nada, Karen decía que la comida que servían en el tren estaba llena de carbohidratos, y como Letty quería seguir los pasos de ésta, hacía lo mismo, Robert sólo quería salir un rato, pero a solas, Karen se tomó la molestia de invitarlo y como era un caballero no podía decirle que no. Terry por su parte, pensaba lo mismo que Robert, pero esta vez, quería entretenerse con las palabrerías de Karen.

Estaban ahí mismo, en el centro de la ciudad, no se habían alejado mucho del hotel. Estaba un restaurant muy fino, esto era exactamente lo que Karen buscaba, y todos entraron ahí sin renegar.

Por el otro lado de la ciudad, Archie, Annie, Candy, Paty y Edward, se dirigían al centro para ir de compras. Candy se veía emocionada, pues iba a ser la primera vez que salía a comprar algo de ropa, ya que en la mansión de Lakewood, la que iba siempre era Dorothy y claro, eran los gustos de ella.

— Candy, quiero que me disculpes, la otra noche...

— Sé lo que vas a decir, Edward, pero no te preocupes, no es tu culpa ni tampoco fue lo que dijiste, es sólo que me recordaste a alguien muy querido. — Se adelantó Candy a decir. — Disculpame tú a mí, por no controlar mis emociones.

— No te preocupes, no me molesta en lo absoluto. — Dijo Edward quien se ponía cada vez más nervioso frente a la joven.

Tomó aire y se calmó un poco.

Paty, quien estaba sentada junto a su primo, se percató de esto y no hizo más que soltar una risita inocente. Le dirigió una mirada para que se relajara y él sólo sonrió más nervioso aún.

Al bajar del auto, Paty tomó a su primo para alejarlo de los demás.

— Vamos, Ed, no me digas que es la primera vez que hablas con una mujer. Anoche te veías tan seguro de ti. — Le dijo Paty.

— Claro, claro... es sólo que Candy es muy hermosa. Nunca había conocido a alguien así, y no sólo es hermosa, es muy buena, lo sé, pude darme cuenta de la enorme bondad que tiene. — Decía Edward y cada que salía una palabra de su boca, salía acompañado de un suspiro.

— ¿No crees que es demasiado pronto como para enamorarte, Edward? — Le dijo Paty un tanto más sería. — Es exagerado.

— Lo siento, creo que hablé demasiado.

— No lo haces, y te aseguro, Ed, que Candy es mucho más de lo que crees, es una persona increíble. — De repente Paty pensó y agregó para no decir algo que hiriera los sentimientos de su primo. — Pero haz algo con esos nervios, es demasiado obvio. Tranquilo.

Paty no podía mentir, ni tampoco quería mentir, pero estaba preocupada y mejor decidió permanecer callada y no dijo más. Soltó a su primo del guante y se adelantó con sus amigos.

En el centro de la ciudad de Holmes, había un montón de boutiques, pero las que eran especiales para Paty eran las primeras que irían a visitar, así que se adentraron a una, sólo las chicas, mientras que Archie y Edward esperaban bajo el caliente sol, al principio se quejaron, luego se rieron. Cada una de las chicas salía con una enorme bolsa, claro que contenía un hermoso vestido.

— Esto es muy divertido, jamás había gastado así en mi vida, la señorita Pony y la Hermana María estarían muy sorprendidas por esto. — Candy soltó una risa de contenta.

— ¡Oh, Candy! — Annie también se rió. — Tú siempre pensando en los demás, ven vamos, debemos ver más tiendas y estoy segura de que encontraras buenos regalos para la señorita Pony y la hermana maría y los niños del hogar.

— Por supuesto que sí, esto es muy hermoso, y todos estarán encantados. — Decía Candy, aunque no se sentía muy contenta del todo.

Antes de salir del hotel, Albert dio dinero a Candy para que lo usara, Candy no aceptó, decía que no iba a tomar dinero de él para gastar en cosas materiales, pero él insistía, Candy estaba muy apenada, pero sabía que necesitaba el dinero si quería comprar regalos, al final accedió, pero aún le preocupaba.

— ¿Iremos por más? — Se quejó Archie. — Ya casi es hora de comer.

Puso una cara triste.

— Las compras no pueden esperar, la comida sí. — Dijo Annie divertida.

— Apoyo esta vez a Archie, chicas, duraron casi dos horas ahí dentro. — Era la primera vez que Edward pronunciaba palabra desde que habían llegado.

— Les prometo que entramos a esta y vamos a comer, ¿sí? — Dijo Paty con su voz aterciopelada.

Pero sin esperar respuesta, las tres muchachas se adentraron a una de las boutiques, según Paty esta era su favorita, pues su madre la llevó ahí desde que ella se acuerda, compraba los mejores vestidos de la época y le lucían fabulosamente bien, y desde que Paty se convirtió en una señorita ha comprado sus vestido ahí, o al menos los que más le gustan. Pensó que al igual que ella, Annie y Candy quedarían fascinadas también. Y tenía razón, como era la primera vez que Candy entraba a las tiendas, no evitaba sonreír cada que veía algo que le gustaba, en su vida había gastado tanto dinero en vestidos.

Candy había entrado a uno de los vestidores cuando vio uno de los vestidos, que juraba no había dos, sus amigas insistieron en que se lo probara y así lo hizo.

— Annie, ¿puedo preguntarte algo? — Comenzó Paty. — ¿Qué piensas de Edward?

— No lo conozco mucho, Paty, si acaso apenas conozco su voz, pero a simple vista creo que es un buen muchacho. ¿Por qué? — Ahora era el turno de preguntar de Annie.

— Porque Edward gusta de Candy, eso es bastante obvio. — Respondió Paty, pero en su voz se notaba algo de inseguridad.

— ¿Por qué te preocupa? Eso es algo bueno ¿no?, Paty. — Dijo Annie.

— No me preocupa, me encanta la idea, pero es Candy, sé que está triste. Cuando la vi la otra noche que llegaron, pensé que estaba triste porque no estaba en el hogar de Pony, a lo que ella me había contado en cartas, que tenía mucho tiempo que no visitaba a sus madres. — Dijo Paty esperando que Annie respondiera.

— Tú conoces a Candy, Paty, sabes que ella no se detendría si quisiera ir al hogar de Pony, ni la tía abuela podría impedírselo, es otra cosa la que tiene triste a Candy, aunque ella no quiera decirnos, ella está triste por Terry. — Concluyó Annie.

— Annie, eso es lo que me preocupa. Terry aún está dentro del corazón de Candy y yo tampoco quería admitirlo, ni mucho menos decírselo a Edward. — Contestó Paty.

— No tienes porqué. Dejemos que las cosas fluyan, Paty, no tienes porqué preocuparte por tu primo ni por Candy, ya estamos grandes como para tomar nuestras propias desiciones, y no tenemos que meternos en otros asuntos. Sólo trata de animar a Edward, lo he notado nervioso, si puedo decir. — Annie le regaló una sonrisa llena de calma a Paty.

Candy había salido del vestidor, y sus amigas no supieron qué decir, se notaba que Candy había cambiado demasiado y con el vestido lo hacía notar más, según ellas estaba mucho más hermosa que la otra noche.

— ¿Qué pasa? — Preguntó la rubia quien sonreía.

— A mí me parece que te luce estupendo, Candy. Creo que a Albert le alegrará sabe qué no usas mal el dinero. — Dijo Annie.

— Supongo que no. Pero es demasiado... no puedo. — Candy se miró por ultima vez en el espejo antes de agachar la cabeza.

— ¡Tienes toda la razón!

Una odiosa voz resonó cerca de las tres muchachas, era sin ninguna duda la escandalosa e hipócrita de Eliza Legan, detrás de ella estaban su hermano Neil y Archie y Edward Foster, quienes antes trataron de prohibirle la entrada a los hermanos. Edward no entendía porqué, pero hizo lo mismo que Archie.

— ¡Eliza! — Susurró Candy, pero estaba tan sorprendida que no pudo decir más, sus ojos se llenaron de odio de un momento a otro.

Por otro lado, Paty y Annie se mostraron igual de inseguras como cuando estaban en el colegio. Miraron con temor a Eliza y a su hermano, quienes sonreían maliciosamente.

— Es el vestido más horrendo en esta pobre tienda, y que tu lo traigas puesto no hace la diferencia, al contrario lo haces lucir más feo. — Comenzó a decir Eliza con esa lengua larga que siempre tenía.

Las señoritas de la tienda al escuchar semejante comentario, se pusieron serías y pusieron sus ojos en ella, no la iban a correr pero ya estaba en la mira de que era una cliente muy difícil.

— Hola, Eliza... Neil. — Saludó Candy.

— Lo siento, Candy, traté de no dejar que entraran; por desgracia me reconocieron y trataron de entrar. — Dijo Archie sin quitarle la mirada de odio a Neil.

— No te preocupes, Archie, ya nos íbamos. Al parecer a Eliza no le da gusto verme. Y no me sorprende. — Dijo Candy quien se volvió a los vestidores.

— ¿Ustedes qué? ¿Siguen siendo la sombra de esta sirvienta? — Ahora se dirigía directamente a Paty y Annie.

— Cállate, Eliza. — Gritó Archie, quien se puso a un lado de su prometida.

Edward, quien todavía no entendía nada, se puso de lado de Paty y la tomó del guante para dirigirse a la puerta. Candy, entregó el dinero a la señorita de la caja y se salió con la cara en alto, no tenía porqué contestarle a una arpía como ella, ya bastante daño le había causado.

Fuera de la tienda, el grupo de amigos no sabía qué decir, estaban todos callados, pero Edward se notaba tan confundido que no dudó en preguntar.

— ¿Qué fue eso?

— Digamos que no soy una maravilla, Edward, me he ganado enemigos. — Fue lo único que dijo Candy al subir al auto de Archie.

— Veras, Edward. Los dos son miembros del clan Ardley, por desgracia. Pero han molestado a todos desde siempre, en especial a Candy. Eliza es una perra egoísta y caprichosa, estaba acostumbrada a obtener todo lo que quería, pero desde que Candy llegó a su vida, sus caprichos se vieron frustrados. — Informó Archie. Pero luego de ver a Candy por uno de los espejos, no dijo más.

— Oh, lo lamento, creo que no debí preguntar.

— No es nada, así es Eliza, es mejor que no la provoquemos. Y la mejor arma contra ella, es el silencio. — Candy sonrió. — Se frustra más cuando nadie le dice nada.

Para romper la tensión, todos comenzaron a reír, menos Ed, pues sabían que Candy tenía razón.

Como aún tenían hambre, se detuvieron en un puesto donde vendían comida rápida. Todos se quedaron dudando menos Candy quien fue la que sugirió el sitio.

— ¿Estás segura de que es un buen lugar? Candy, la tía abuela desaprobaría esto por completo. — dijo Archie un poco preocupado.

— Estoy completamente segura de que debemos estar aquí, además la tía abuela no está aquí y tampoco están la bola de soplones que siempre le dicen todo. — Contestó Candy muy contenta. — Acompáñenme, estoy segura de que les fascinará.

Todos entraron un poco inseguros, por como se veía el lugar, pero a juzgar por las diferencias, el lugar estaba repleto de gente, y casi todas las mesas estaban ocupadas y había gente de pie comiendo.

— Creo que debes mejorar tus técnicas, Letty, si quieres ser la mejor, debes dar lo mejor de ti. — Decía Karen a la nueva actriz.

— Oh, estas en lo cierto, Karen, pero creo que deberías dejar que Letty tome más experiencia, este es su comienzo. — Comentó Robert.

— Pues de echo, estoy contenta de que se tomen un tiempo para darme sus mejores consejos, y que mejor que de los mejores del grupo. — Letty dirigió su mirada a Terry que estaba de espaldas a ellos, pues estaba tomando en el bar.

Karen miró y le dirigió una mirada de disgusto.

— No te preocupes por él, es un tonto. — Dijo Karen... Pero había notado que la cara de Letty se había puesto colorada.

Karen no era tonta, sabía lo que significaba ese color en el rostro de la joven actriz, pero no iba a decir nada, sólo sonrió con malicia y dijo:

— Bueno, en realidad es un genio. Créeme, todas las chicas mueren por él. — Karen comenzó a bromear, y efectivamente estaba en lo cierto, miró de nuevo la reacción de Letty. — No te lo tomes a mal, Letty, pero Terry tiene un mal noviazgo, debes saberlo ¿no?

Karen se había puesto dura después, y confirmó que los sentimientos de Letty eran de un enamoramiento hacia Terry.

— Sí, lo sé, sé mucho de echo, los periódicos..,

— No debes creer todo lo que dicen los periódicos, Letty, por alguna razón la mayoría de nosotros los evitamos, son sólo chismes. — Le dirigió una mirada acecina a Karen y se levantó del lugar para ir con Terry al bar.

Robert tampoco no era tonto y sabía que estaba pasando ahí, sabía que Karen era muy dura y un tanto habladora, por eso intervino, sabía que estaba lastimando a Letty.

— Yo, tengo que ir al baño, Karen, disculpame un momento. — Letty salió del lugar.

— Ay, nadie soporta una broma. — Se quejó Karen en voz baja.

— No tengo un mal noviazgo, Karen, aunque tienes razón en algo, sí soy un genio, ahora si me disculpas creo que debemos irnos, se hace tarde. — Dijo Terry muy serio.

— Sí, creo que es mejor irnos. — Karen se vio afectada y se puso muy nerviosa. Se levantó de su asiento y ella y Robert se adelantaron.

— Yo esperaré a Letty. — Dijo Terry.

Los dos actores asintieron con la cabeza.

La verdad era que Terry quería estar sólo, sin escuchar la voz de su odiosa amiga antes de comenzar el ensayo, se puso a pensar en eso del "mal noviazgo".

Pero qué estupidez. Esto no es un noviazgo, ni siquiera sé qué es. Pensaba el joven mientras que con su mano apretaba fuertemente un vaso con agua.

Terry no podía más con esos recuerdos y sin darse cuenta el vaso había recibido mucha presión así que estalló cortando la palma de la mano del actor, aunque no se quejó de dolor. Uno de los camareros que estaba ahí cerca se acercó de inmediato y lo atendió, fue por el botiquín de primeros auxilios, y en ese momento llegó Letty, quien se veía muy mal, pero al ver a Terry herido se acercó a él horrorizada.

— ¿Estás bien, Terry? — Preguntó.

— Sí, estoy bien, sólo es un rasguño.

— Señor, permitame por favor. — Había vuelto el camarero y con voz amable pidió que le dejara curar la mano.

Letty se había tranquilizado un poco. Y sólo veía la cara de distracción del joven, no hacía ninguna mueca de dolor, sólo estaba ahí sentado mirando al vacío, como si no se percatara de lo que pasaba a su alrededor, y eso era lo que a Letty le gustaba, su cara tan seria y tan buen mozo que era.

En un momento de esos, cuando el camarero ponía una venda en la mano de Terry, quien estaba harto, volteó a la ventana que tenía a un lado. Del otro lado de la calle, unos ojos verdes y una hermosa cabellera rubia, caminaba, sonriendo como si la vida fuera un sueño. Terry se quejó de dolor está vez, porque había apretado el puño, pero se quito del camarero dejando el vendaje a medias y a una Letty asustada y confundida en el lugar.

Terry comenzó a correr, pero había mucha gente, comenzaba a anochecer y las personas salían más de noche que de día, es por eso que interrumpían su paso. A cada paso que daba, se le hacía más lento dar con ella, pero estaba seguro, era ella, era su pecosa.

— Candy... Candy, eres tú. — Murmuró el joven.

No pudo contenerse y comenzó a correr más rápido, pero en una de esas, una de sus fanáticas lo reconoció de inmediato, haciendo tal escándalo que una turba de mujeres jóvenes se acercaran a él y le impedían el paso. Él estaba desesperado, y trataba de encontrar a la joven de nuevo con la mirada, pero ya no estaba.

No era mi imaginación, estás aquí. Candy. Pensó el joven muy triste.

— Oigan, necesito llegar al hotel, por favor, déjenme pasar. — Dijo Terry porque no le quedaba más remedio.

Pero la bola de fanáticas no se iba a mover tan fácil. Todas gritaban y lo abrazaban. Terry estaba completamente molesto, a cada segundo que pasaba, se lamentaba más el ser un caballero inglés.

— ¡Háganse a un lado, señoritas! — dijo una voz ronca. — Él debe volver al hotel.

Al mirarlo, Terry supo que era un hombre del hotel, y gracias a él pudo zafarse del grupo de mujeres, quienes se pusieron muy tristes, pero al menos tendrían una buena historia que contarles a sus novios.

Terry agradeció al hombre por salvarlo, y luego recordó a Letty... pero supuso que ya estaba en el hotel. Al llegar ahí, el joven actor no supo otra cosa más que echarse en la cama, había sido un día aburrido pues escuchar los alardes de su amiga Karen era agotador, sólo que, aún pensaba si su mente lo había traicionado, pero se veía tan real.

— Esto no puede ser, sería un milagro si la encontraría aquí; sólo fue mi imaginación, había estado tomando. — Se dijo a sí mismo, para asegurarse de que era una simple visión la que había tenido y no lastimarse.

De nuevo, Karen tocaba la puerta.

— Oye, debemos irnos al teatro, a pesar de como te comportaste, creo que debo acompañarte.

— No creo que sea necesario. — murmuró y bufó antes de salir.

Florida estaba encendiendo las luces de noche, y definitivamente había traído muchas sorpresas a sus turistas.