Hola, queridas lectoras, volví a subir el capítulo por un error de mi editor de texto, espero que la próxima vez no me pase. Espero disfruten el este nuevo capítulo, y los cambios se dieron aquí, ya vamos tomando forma, solo sean pacientes, Candy y Terry van a tener su propio momento y les aseguro que les va a encantar.
Me encanta leer sus reviews, y lamento no poder contestarlos algunos, porque muchas no son usuarios de aquí, entonces no es posible contestarles pero haré mi intento de responderles por aquí y resolver sus dudas.
Esto en el próximo capítulo, mando un saludo a todas mis lectoras:
Danley, Blanca G, Phambe, Pattygranchester, Dilicia, Alondra, Serenity Usagi, C. C. Suu, dijamagoyahoo.e, gladis s, Clint Andrew, Leogran, Vane W G, Stormaw, mako beauty, velasquezpatricia936, Rebeca, MxlxnyCh28, Kira anima, Gillmabel05, lina, Maritza.
Muchas gracias por leerme siempre.
Capítulo 12: Noche de estreno
Si bien no era cierto que Candy y Edward se querían, la tía abuela no dudaba nada de lo que su sobrina Eliza le decía. Candy nunca había sido de su agrado y desde que Albert la había adoptado, la tía abuela relacionaba los malos momentos con ella, Candy era un desgracia para toda la familia, la odiaba no cabía duda, pero hacerle una cosa así (según lo planeado de Eliza) era caer bastante bajo.
— No puedo hacer eso, recuerda que tenemos modales, Eliza. — La tía abuela estaba sacando chispas por los ojos. — No quiero hablar más contigo.
La tía Elroy, se levantó de su asiento y salió de la habitación, dejando a un Eliza sumamente molesta y confundida. Ésta comenzó a patear el piso haciendo un gran berrinche como para alborotar a todos los presentes en esa casa, pero era obvio, nadie sabía qué pasaba con ella.
— Bien, si la tía no quiere ayudarme, lo hará alguien más.— Dijo Eliza para sí misma mientras pensaba. — ¡Eureka!
Se le había ocurrido una idea bastante perturbadora, y juró que no volvería a hablar con nadie de sus planes. Hablaría con la tía abuela como si no hubiera pasado nada, y "dejaría que todo fluyera".
Ese mismo día por la tarde, Albert llegó más contento de lo inusual. Había estado charlando con su nueva amiga, Karen, por alguna razón, ella lo hacía distraerse y eso lo agradecía profundamente aunque no lo aceptara para sí mismo. había estado tan ocupado casi todo el tiempo desde que se reveló su identidad y como jefe de la familia Ardley.
— ¡Candy! — gritó Albert buscando a la pecosa.
Candy, Annie y Archie, se encontraban en el jardín de la nueva casa preparándose un té. Los tres pasaban desapercibidos por la bienvenida inusual de Albert, pues el patio estaba muy lejos del vestíbulo. George, quien pasaba por ahí, informó a Albert del paradero de sus sobrinos y Candy.
— Albert, bienvenido, ¿quieres unírtenos? — Preguntó Candy muy contenta.
— Sería un honor, chicos, pero sólo viene a invitarlos al teatro esta noche — Soltó Alberto de repente.
Candy había dado un sorbo a su taza de té, al escuchar a Albert sobre eso, no pudo con la sorpresa que comenzó a tocar cuando el té que se había tragado se quiso regresar. No era digno de una dama hacer eso, pero no pudo contenerse, se llevó una sorpresa.
— ¿Estás bien, Candy? — preguntó con angustia Annie.
Candy asintió con la cabeza mientras se limpiaba la boca.
— Suena genial, ¿no, Annie? — Comentó Archie.
— Claro que sí, más si vamos todos como familia, suena divertido.
— Yo no quiero ir —. Fue turno de hablar de Candy.
Todos le dirigieron una mirada de sorpresa. Candy nunca se negaba a nada, pero no sólo en su mirada se veía una clase de disgusto sino miedo.
— Candy, ¿puedo saber por qué? — Preguntó Albert.
— No quiero sonar grosera pero… ¿podrían respetar mi decisión? — Comentó la chica esperando respuesta de alguien.
Albert alzó los hombros.
Por un momento se quedó pensando en todo lo que había hablado con Karen, quizá su plan no funcionaría porque nunca se pusieron a investigar ni a pensar en los pequeños detalles: Candy siempre había sido muy fiel a sus sentimientos. Albert lo sabía, sabía que Candy y Terry se habían prometido no hablarse, no estar juntos y estar felices siempre. Albert había cometido un gran error.
— Tienes razón, pequeña — Dijo Albert. — No te obligaré a nada.
Sin decir más, Albert se dio la vuelta, pero fue por vergüenza. Toda la vida de Candy había estado llena de ordenes, y desde que Albert la adoptó, nunca la había obligado a nada, ese día no iba a ser la excepción.
Pero qué estaba pensando Karen pensó Albert.
— Pero qué raro se está portado Albert. — Comentó Archie para sacar a las chicas de su trance.
— ¿Qué crees que le esté pasando? — Preguntó Candy.
— No sé, hace tiempo que yo lo ayudaba con sus negocios, dudo mucho que esté trabajando; incluso me atrevo a decir que se ve feliz, más de lo normal. — Contestó el joven.
Candy se quedó pensando después y las muchas posibilidades de lo qué a Albert le estuviera ocurriendo.
— Deberían ir con él, quizá se encuentre con alguien en el teatro — Dijo Candy dandole un sorbo a su té.
Annie y Archie la miraron con recelo.
— ¿Quieres que investigamos? — Preguntó Annie con un poco de asombro.
— ¡Exacto! Así sabremos si él trae algo entre manos —. Sonrió picará Candy.
— ¡Eso es descortés! — Gritó Annie.
— Lo sé, pero es Albert, estoy segura de que no se enojará si lo espiamos — Candy continuaba bebiendo mientras esbozaba una amplia sonrisa.
— ¿Por qué no vas tú? — La acusó Archie.
— Porque a mí no me gusta el teatro — Contestó la joven con frialdad.
Archie y Annie se voltearon a ver, la expresión de Candy les resultaba un tanto juguetona pero perversa a la vez, ambos también sabían la razón del porqué Candy no quería ir a ese lugar.
Después de un rato, cuando la hora del té terminó, Archie y Annie decidieron ir con Albert al teatro, entonces las dos jóvenes se volvieron a su habitación para arreglarse. Candy ayudaría a Annie.
Por otro lado, Edward estaba un poco emocionado, o más bien explotando en nervios, no era la primera vez que se atrevía a invitar a Candy a salir, le preocupaba ahora otra cosa: ya le había dicho que no una vez que le preguntó sobre el teatro. Pero, ¿Qué iba a hacer con dos entradas?
El mismo día que Terry y Candy se reencontraron, Letty se mostró un poco interesada en Edward, al principio el joven se extrañó, pero luego comprendió que la joven actriz solo quería ser amable. Antes de despedirse, Letty regaló a Edward, dos entradas para la noche de estreno de la obra; Edward inmediatamente pensó en Candy, para invitarla, pero luego recordó que a ella no le interesaba el teatro, entonces se le hizo un nudo en el estomago.
Patty ya tenía su entrada, ella ya había quedado con su madre de ir, entonces sobraba un boleto.
— ¿Por qué no sólo la invitas? Quizá está vez te diga que sí. — Patty trató de animar a su primo.
Ambos estaban en el comedor, comiendo antes de irse.
— ¿Y si dice que no?
— Candy no es así, estoy segura de que aceptará. Además, es el grupo de teatro más famoso…
Patty, antes de terminar su frase, recordó que había leído en las noticias, hace años, que Terry había regresado al grupo, pero nunca lo mencionó a Candy, tampoco lo haría con Edward.
Para tragarse las palabras, sólo se metió una cucharada de su sopa.
— Está bien, iremos por ella. — Dijo Edward decidido.
Mientras se llegaba la hora del estreno, Candy ayudaba a Annie a vestirse, aún no había ninguna servidumbre que las apoyara en eso, y con la sabiduría que la madre de Annie le había inculcado, se estaba preparando para quedar lo más guapa posible.
— De haber sabido que saldríamos esta noche me hubiera comprado un vestido —. Se quejó la morena.
— Tú luces bonita con cualquier vestido, Annie —. Comentó Candy.
La joven le abotonaba el vestido, y mientras Annie se miraba al espejo con disgusto.
Ya sólo faltaban unos pocos detalles, y ya era hora de irse, pero antes de que Annie se terminará de peinar, George tocó la puerta interrumpiendo a las jóvenes, anunciando que Edward Foster y Patty O'Brien ya habían llegado, lo cual fue una sorpresa porque no los esperaban. Candy sobre todo.
En cuanto Annie estuvo lista, las dos chicas bajaron a la recepción, Annie se veía hermosa, tanto que Archie se convenció una vez más de que realmente la amaba más que nada.
Al ver la mirada que Archie había puesto, Annie se sonrojó y trató de esconder su rostro, Candy la miró, y le dio un codazo para que alzara la vista.
Edward miró a Candy una vez que venía escaleras abajo, ella no iba vestida elegante, pero igual lucía hermosa. Se le había olvidado a lo que había llegado a su casa de visita.
— Hola, Ed —. Saludó Candy con una sonrisa.
— Candy… pensé que irías tu también al teatro —. Balbuceó el joven.
— ¿No irás? — preguntó Patty sorprendida.
— Tratamos de conversarla, pero no pudimos —. Contestó Albert con una sonrisa, además esperaba que Candy se rindiera por fin.
— No, no iré —. Dijo Candy sonriendo — Pero diviertan por mí.
Todos la miraron con esperanza, pero Candy no dijo nada ni se retractó de su decisión. Edward más que nadie, se veía tristísimo, pero qué podía hacer, no la iba a obligar.
Pero todos habían olvidado un pequeño detalle: Eliza.
— ¡Yo sí quiero ir! — Dijo la chica desde la parte superior de las escaleras.
Antes de que Edward dijera algo, ella ya estaba bajando y su cara reflejaba seguridad.
— La tía abuela no me quiso comprar una entrada, quería que me quedara con ella, pero le dije que Neal podía hacerlo —. Comentó ya que nadie decía nada.
— También puedo quedarme —. Dijo Candy.
— Candy… —. Rogó Edward en voz baja.
No le quedaba de otra, prácticamente Eliza se lo estaba pidiendo, pero lo que más puso nervioso a Edward es que nadie decía nada, pareciera ser que Candy quería que fuera con Eliza. Los demás estaban atónitos, incluido Albert.
— ¿Gustas acompañarme, Eliza? Tengo un boleto de sobra —. Dijo por fin Edward, no quería.
— ¡Por supuesto que sí! — Eliza tomó, inmediatamente el brazo de Edward para posicionarse a su lado, como si le perteneciera.
Edward resopló de pura decepción. Ninguno de los demás iba totalmente convencido, Patty y Annie se sintieron un poco tristes por la decisión de Candy, nunca la habían visto actuar así, pero ella lo hacía por una buena razón, y al parecer, era la única que sabía que Terry estaba en Florida, no quería verlo, no quería volver a estar rendida ante sus pies, ni darse cuenta de que realmente lo amaba con locura.
Si iba a esa obra, lo primero que haría sería abrazarlo inclusive, besarlo si era posible, pero no lo era, él estaba con alguien más.
Edward, y todos, le dedicaron una mirada a Candy, como esperando a que al final sí se fuera detrás de ellos, pero sólo los despidió con la mano.
Cuando George cerró la puerta, Candy soltó un suspiro tan grande que pudo sentir como un peso se le caía de encima.
— Perdóname, Edward, perdonen todos —. Dijo.
Se sentó rendida en el último escalón, pensando en todas las posibilidades que pudieron haber pasado si ella iba ahí. Odiaba admitirlo, pero ella, aún estaba totalmente enamorada del joven actor. Ni siquiera Albert lo sabía, se había convencido mentalmente a ella de que no era amor, que hizo creer a todos que lo había olvidado, pero no era así.
¿Por qué tenías que aparecer de nuevo, Terry Grandchester? Pensó Candy.
Decidió que esa noche no iba a estar lamentándose el no haber ido a verlo, así que se fue a su habitación antes de que la tía abuela o alguien más la viera en ese estado, quería evitarse un montón de reclamos.
Mientras tanto los demás iban un poco más contentos hacia el teatro, pues Annie y Patty se estaban platicando algunas de las teorías de la obra de teatro, además de que habían estado leyendo las reseñas y todo parecía ser que era un excelente obra, lo que se les olvidó comentar, es que ya sabían que Terry iba estar ahí, nadie había comentado nada por Edward, que era obvio, ya todos sabían que estaba muy enamorado de Candy.
Eliza sólo iba hablando de si misma con Edward, y el joven más incomodo no podía estar, es por eso que sólo sonreía. Albert por su parte iba pensando demasiado, había estado especulando el porqué Candy no quería asistir, pero la respuesta era bastante obvia. En sus planes jamás había ocurrido algo así, y decidió que al final de la obra hablaría con Karen, para acabar con su ridículo plan.
Al entrar al teatro, Annie y Patty parecían más contentas ahora, pues el lugar era bonito y eso las fascinaba, Eliza también estaba sorprendida, pero no iba a hacerse notar porque "la harían ver como una ñoña".
— ¿Te gusta el teatro, Eliza? — Preguntó Edward quien sonreía de contento al ver el lugar. No le dirigió ni una vez la mirada a ella.
— Sí, el lugar es bonito, pero esa no es manera de comportarse de una dama, parecen tontas. — Comentó Eliza con odio.
El joven sólo volvió a resoplar.
Esta será una larga noche pensó Edward.
Cuando los espectadores estaban tomando sus lugares, detrás del telón se encontraban los actores más nerviosos por que todo estuviera perfectamente bien, incluido el director de la obra, Letty no estaba nerviosa para nada, pero quería asegurarse de quién había llegado a ver la obra; se posicionó a un costado del escenario para visualizar si un parte de ojos negros había llegado, y lo conformó cuando vio el asiento que le había asegurado. Era Edward, pero no iba acompañado de Candy, sino de una pelirroja. Se disgustó por eso.
— ¿Ahora qué haces? — Preguntó Karen.
Letty saltó del susto.
— ¿Puedes anunciarte antes, Karen? Además no hago nada —. Contestó Letty un poco nerviosa.
— Terry no está en las gradas —. Comentó Karen juguetona.
— No busco a Terry — Confesó la joven actriz.
— ¿Qué? ¿A quién buscas entonces? — Karen se había sorprendido está vez.
— No te importa…
— Sí me importa —. La retó la pelirroja. — Para que lo sepas, soy tu única amiga aquí, así que sí me importa.
— Pronto lo sabrás Karen, pero ten por seguro de que Terry ya no es mi favorito. — Sonrió Letty mirando a Edward.
Karen seguía extrañada, y pensaba lo rara que era Letty, sobre todo por su cambio tan radical.
— ¿Qué te hizo cambiar de opinión? — Pregunto está vez, de manera más amable, Karen.
— Muchas cosas, yo sabía que Terry jamás me haría caso por su supuesta relación con Susana Marlowe. Además no habla mucho. — Contestó Letty muy segura y había agregado un poco de disgusto a su tono de voz.
Karen sonrió, Letty ya no sería una distracción para su amigo. Y por alguna razón, Letty le estaba empezando a agradar, lo cual era raro, ya que con las demás chicas del grupo nunca se había llevado bien.
— Eres más madura de lo que creí —. Le dijo Karen.
— Eso me ofende —. Contestó Letty sin sumarle importancia.
Aún seguían detrás del telón, y la obra estaba por comenzar, así que el director les llamó la atención a las dos.
El director de la obra, había posicionado a todos sus actores para comenzar. Sólo que estaba muy nervioso, como siempre, ya que Terry no aparecía. Pero como ya lo conocían muy bien todos, sólo esperaron un momento. Aun que ese momento siempre era eterno para el director, pues los espectadores se desesperaban fácil.
Cuando por fin, el susodicho protagonista se le ocurrió aparecer, el telón se comenzó a abrir.
Tanto Annie como Patty estaban sorprendidas del cambio de Terry, físicamente hablando, se veía un poco más alto y fornido, había cambiado su corte de cabello, no sabían si por la obra, pero lo hacía lucir muy buen mozo.
— De lo que Candy se perdió. — Comentó Annie en voz baja.
— Dudo mucho que su decisión allá sido sólo por capricho. — Le dijo Patty.
— ¿Qué? — Annie volteó a ver a su mejor amiga.
— Pienso en varias teorías, Annie, ¿qué harías tú si te reencuentras con el amor de tu vida? — Preguntó Patty para que su amiga reaccionara.
— Claro que lo abrazaría — Contestó ella.
— Eso es lo que Candy está tratando de evitar —. Concluyó Patty, para seguir disfrutando de la obra.
Albert estaba a un lado de ellas, así que pudo parar la oreja y escuchar lo poco que comentaban, se sintió tan triste que mejor se hizo de oídos sordos, y esperar a que la obra acabara.
Por el otro lado, Edward y Eliza estaban en los asientos de enfrente, pues Letty lo quería ver más de cerca, claro que Edward nunca se percató de eso, pero igual se sentía incómodo, y feliz al mismo tiempo. Eliza no le caía muy bien, era muy fría además de que especulaba mucho sobre ser una buena daba y buena esposa. Y no se callaba, el tiempo que había transcurrido de la obra, se la había pasado criticando a las actrices, y en una de esas se le salió decir que Terry seguía igual de guapo.
Edward se dio cuenta de que Eliza había estado enamorada de ese actor, ¿pero qué tenía? Todas las jóvenes a su alrededor también lo decían, pero Eliza decía que Terry había cambiado bastante, eso quería decir que lo conoció antes, igual que Candy.
Sin ponerle atención a la obra, Edward se imaginó que Eliza y Candy habían tenido un problema por ese hombre, es por eso que se odiaban. Puso mala cara y ya no disfrutó de la obra.
Cuando, por fin, terminó la obra, Annie, Patty y Archie salieron primero a la recepción del teatro, esperando a Albert, y a Edward… con Eliza, mientras las chicas comentaban lo maravillosa que había estado la obra.
Albert se había atrasado con razón, y se coló al camerino de Karen, alardeando que se trataba de un viejo amigo, era obvio que no lo iban a dejar entrar, entonces se le ocurrió decir su verdadero nombre, mostrando una identificación. Albert era muy conocido, entonces fue demasiado fácil entrar. Se sentía incómodo por esa razón, pero era urgente que hablara con Karen, antes de retirarse.
Karen se estaba desmaquillando, compartía el camerino con Letty, y ambas habían estado platicando de lo felices que se quedaron con el resultado de la obra.
Cuando el guardia de seguridad anunció a Albert, Karen lo miró, muy emocionada, tanto que Letty pudo notarlo, y sonrió picarona. Ahí había algo.
— Letty, puedes dejarme a solas con Albert — Pidió Karen un poco seria.
— Claro —. Dijo la chica rubia saliendo del lugar.
Ambos jóvenes esperaron a que saliera Letty de ahí, pues no querían que nadie se enterara de su maravilloso plan.
Albert tenía la cara de pocos amigos, así que eso asustó a Karen, es por eso que había dejado de sonreír.
— ¿Estás bien, Albert?
— No, Karen, seré breve, tengo poco tiempo y vengo a decirte que no quiero seguir con tu plan de reunir a Candy y a Terry —. Soltó Albert.
— ¿Qué? ¿Por qué? Creí que amabas a esa niña.
— Lo hago, y por eso mismo no puedo obligarla a estar de nuevo con él… ella lo decidió así, no puedo ser alguien le cambie las ideas —. Comentó Albert — Lo siento, Karen, nos iremos de Florida mañana mismo.
Sin esperar a que Karen pudiera decir algo, se salió de la habitación despidiéndose de ella sólo plantándole un beso en la mano y felicitando por la grandiosa actuación.
Karen no sabía que decir, estaba segura de que le gustaba ese hombre, y por esa razón, no iba a dejar que se fueran de Florida tan pronto, pero no supo qué hacer, ni siquiera cómo responderle o hacer algo para que no se fuera. Nunca había sido una rogona, entonces, sólo le gritó:
— ¡No te vayas!
Albert se dio la media vuelta para voltearla a ver.
— No te vallas, quédate esta noche. Cada estreno que damos hacemos una fiesta en el hotel donde nos hospedamos, están invitados, tu familia y tú —. Continuó diciendo Karen.
Albert no lo dudo ni un poco, sabía que Candy estaba sola en la casa, pero no iban a tardar más, además sabía que sus sobrinos iban a decir que sí, y le pareció una buena idea ir con Karen a una fiesta… además volvería a hablar con su mejor amigo Terry.
Al darles la noticia a los demás chicos, se emocionaron mucho, especialmente Eliza que pudo soñar con pasar una noche de copas con Edward, en cambió el se lamentaba por dentro por no estar con Candy e ir con una chica que ni bien le caía. Pero sonreía.
Karen estaba contenta, y había funcionado, esa noche se había decidido a contarle sus sentimientos a Albert hacía él, antes de que se fuera, pero esperaría un momento más, ella junto con el grupo ya se encontraban en la sala de fiestas del hotel, donde sólo esperaban a que llegara Robert con el director. Karen estaba un poco nerviosa, lo cual incomodó a Letty quien estaba deferente a ella.
— ¿Quién es ese joven? — preguntó curiosa la rubia.
— Un joven… no lo conoces —. Contestó Karen con frialdad.
— Quiero conocerlo, se nota que te encanta —. Comentó Letty como forma de chiste, pero al ver la reacción de Karen se lo había confirmado.
Karen sólo puso los ojos como platos, y no le contestó, sólo se fue refunfuñando a otro lado, donde nadie la molestara mientras ellos llegaban. Ella los iba a recibir si alguien de oponía a dejarlos entrar. Y ese era el momento justo. Ahí estaba Albert tan elegante como siempre y su amplia sonrisa que enamoraba cada día más a Karen.
— Tranquila, Karen, no seas tonta —. Se decía la joven para animarse mientras se acercaba a ellos.
No tuvieron ningún problema con la seguridad, así que Karen les daba la bienvenida, Annie y Patty, como siempre, mostraban su sencillez al emocionarse por completo al estar con un montón de actores y actrices, estaban que reventaban de la emoción.
— Lo que daría Candy por estar aquí —. Comentó Annie con tristeza.
— Lo sé… —. Pero luego Patty recordó a Terry. — Pero seguramente diría que no.
Annie y Karen la miraron con asombro. Sonó como su Patty no quería que Candy estuviera ahí, pero fue más por que Candy no se incomodara con la presencia de su ex novio.
— Tranquilas, sé que ella está bien —. Dijo Karen y continuó: — Vengan, pasen, estoy segura de que aquí la estrella es Albert.
Albert se apenó un poco, no era cierto, pero se sentía como una celebridad desde que su nombre resonaba por todos lados. Una celebridad de no muy buena reputación por haberse ocultado por muchos años.
El joven sólo sacudió la cabeza para actuar normal y sin sumar importancia al comentario de Karen.
Letty ya había visto a Edward entrar por la puerta, y se emocionó demasiado, sus demás compañeras le preguntaban que qué tenía, pero no les contestó, sólo se dirigió directo a él, no le importó tampoco que viniera acompañado.
Terry fue el último en bajar de su habitación, como siempre, pero no lo hacía por su propia voluntad, sino que Robert lo había obligado prácticamente. Lo que Terry no se esperaba era que todos sus viejos amigos estuvieran ahí, la cara con la que había estado al salón le cambió completamente, era como ver a otro chico. Esa cara con la que sus compañeros de trabajo estaban acostumbrados a ver, había desaparecido por completo cuando Terry miró a Albert y a los demás, buscaba con su mirada un par de ojitos color esmeralda, pero al no verla no se preocupo, estaba seguro de que no era para extrañarse, Albert estaba ahí y por el momento eso le bastaba, se dirigió con pasos firmes hacia él.
— Albert — Dijo Terry muy feliz.
Albert lo abrazó como un padre abraza a su hijo, era un reencuentro muy bueno, aunque todos al rededor estaban sorprendidos, incluida Karen. La mayoría no sabían que eran buenos amigos muchísimos años antes.
Terry parecía muy feliz, lo cual era extraño, ya que no se le veía así muy a menudo, incluso en su mirada reflejaba un poco de esperanza, la cual para él ya no existía.
— Terry —. Dijo Annie — Me da mucho gusto verte.
La joven le ofreció su mano, pero Terry la abrazó de contento, Archie por su parte se había puesto celoso pero por el pasado que habían tenido entre los dos; Terry también abrazó a Patty, pero no se había percatado de Eliza, así que ésta se ofendió muchísimo. Archie y él sólo se dieron un apretón de manos.
— ¿Qué hacen todos aquí? — Pregunto el joven inglés.
— Karen nos invitó a venir — Contestó Annie contenta.
— Sí, es amiga mía ahora — Agregó Albert.
— Eso me alegra, jamás esperé verlos a todos ustedes de nuevo. — Comentó Terry un poco triste.
— ¿Por que no? El mundo es muy pequeño — Dijo Albert.
— Lo siento, estoy sorprendido y muy feliz — Contestó Terry ahora.
— Bien, yo iré por una bebida — Dijo Archie.
Al cual su prometida y Patty lo siguieron, pues supusieron que Albert y Terry debían estar solos, habían pasado muchos años sin verse, aunque nadie sabía que eran amigos. Por otro lado, Edward y Eliza se separaron una vez que Letty había llegado al rescate de Edward, así que Eliza fue a coquetear con alguno que otro actor. Así que los jóvenes amigos, se quedaron solos al final, porque Karen entendió lo que pasaba, así que se retiró.
— Me da mucho gusto verlos de nuevo, Albert — Volvió a decir Terry.
— Ni me lo digas, me sorprende lo mucho que has cambiado. Igual a mí me da mucho gusto que estés bien después de todo. — Comentó Albert.
— Después de todo ¿no? — Terry dijo irónico.
Albert sólo volteó a verlo por su tono de voz tan frío.
— Sé que me preguntarás por Candy — Supuso el joven patriarca.
— Y yo sé que no quería verme — Aseguró Terry.
— ¿Eso crees? Se veía triste cuando se quedó en casa, estoy preocupado por ella, pero supuse que era mejor dejarla sola un momento. — Dijo Albert cruzando los brazos.
— Si tú me lo permites, quisiera ir a verla, no se cuando la volveré a ver, y ella nunca vendrá a verme. — Pidió Terry con esperanza.
— Esa no es mi decisión, Terry, pero sí estas seguro, puedes ir. Pero dudo mucho que ella abra la puerta. — Albert soltó una risa.
Terry igualmente sonrió.
— En eso tienes razón. ¿Qué te hizo venir a Florida? — Preguntó ahora para saltar a otro tema.
— Negocios, pero mis razones cambiaron cuando conocí a Karen, ya había concluido todo cuando un día me topé con ella. En cierta parte me siento culpable, por no estar con Candy ni con mis sobrinos como me lo había propuesto. — Confesó Albert.
— ¿Karen? ¿En serio? A veces no sé como la soporto —. Dijo Terry con desagrado.
Albert volvió a sonreír, era obvio que Karen y Terry no se llevaban bien, pro siempre andaban juntos, además por todas las quejabas que Karen daba de Terry, era gracioso ver que el odio era mutuo. Pero le resultaba gracioso por las caras que hacían al quejarse uno del otro.
— Eso mismo me dice ella de ti. — Albert soltó una carcajada.
A Terry no parecía darle gracia, pero de todos modos sintió que era verdad. Y no le tomó importancia, por el momento no quería que nadie le quitara esa felicidad, esa que se habían encargado de arrebatarle.
— ¿Cuando se irán? — Preguntó de nuevo Terry mostrando cierto interés. Debía saberlo.
— Mañana mismo, Candy quiere pasar Navidad en el Hogar de Pony. — Comentó Albert.
— ¿Mañana? ¿Es enserio? Apenas me enteré de que ella estaba aquí, ¿¡y ya quieres llevártela!? — Terry gritó molesto.
— Ya te había dicho antes que mis negocios aquí ya han concluido, no puedo hacer más. Lo siento. — Dijo Albert un poco más serio.
No le había gustado para nada la posición que Terry había tomado, pues no era de su propiedad, sólo que Albert había olvidado lo inmaduro que Terry podía ser, y a pesar de los años, eso no había cambiado.
Terry bufó.
— Lo siento, iré a tomar aire — Dijo el joven actor y se apartó de su mejor amigo.
Albert estaba seguro de que Terry no iría corriendo hacia su recepción ya que no conocía la dirección, así que se tranquilizó al pensar que no iba a ir ahí.
Pero eso mismo estaba pensando Terry, nadie, ni siquiera el mismísimo Albert le iba a impedir que visitara a Candy esa misma noche, tal vez no conocía la dirección de su mansión en Florida, pero había otros medios de asegurarse, y ese era el mayordomo de confianza de Albert, George.
Terry tomó un abrigo de su recamara, y se dirigió al lugar en donde se encontraba George, él como siempre, estaba sentado leyendo un periódico de esa mañana y fumando de una pipa, era tan serio.
George no le tomo importancia al joven, sólo cuando se le acercó, y pidió de favor que le dijera dónde se encontraba Candy, George no sabía ni quien le estaba hablando, pero parecía desesperado, además Terry se presentó tiempo después para mostrarle seguridad. George no cedió, pero después de que el joven lanzará una patada al suelo, le pareció conocido, nunca había conocido al susodicho ex novio de la señorita Candy, pero entendió que era él.
Un niño refunfuñón, y con ojos azules, así lo describía Candy cuando estaba en pleno reproche, y que a George le tocaba escuchar, de esas veces que hablaban entre ella y Albert.
Entonces, por querer ser alguien, de buena fe, George cedió y le dio la dirección en un pedazo de periódico. Terry le agradeció enormemente, y se fue corriendo de ahí.
Continuará...
