Capítulo 24: Grata sorpresa
Terry se preguntaba qué estaba haciendo en ese momento, según él había tomado vacaciones para reencontrarse con Candy, cuando se prometió a si mismo recuperarla, ahora estaba de regreso a New York con la desdicha en el corazón, pues aunque no era una despedida como tal, no se sentía lo suficientemente cerca de Candy, ya que no habían pasado mucho tiempo como él esperaba.
Se sentía sumamente triste, de nuevo, y como siempre culpaba a Susana de sus desgracias.
Mientras tanto Candy se encontraba en el Hogar de Pony junto con Annie, ambas preparaban un desayuno para los chicos del hogar. Annie veía cómo su amiga ponía todo su corazón en hacer las cosas, y creía que era más para no pensar en todo lo que estaba pasando, pero la dejó ser, no debía preguntar qué era lo tenía pues ya sabía exactamente qué, sólo que de vez en cuando Candy dejaba mostrar una sonrisa.
No era tan malo después de todo, Terry resolvería todo, pero Candy tampoco estaba tan segura de sus sentimientos, ¿qué pasaría después de que Terry hablara con Susana? ¿Realmente se resolvería todo?. Muchas preguntas rondaban por su mente, y qué debía hacer ella, no podía hacer mucho estando lejos.
Tanta era su desesperación y éxtasis que sentía en ese momento que habló con Annie y sus dos madres, claramente la decisión había sido tomada por ella misma, sólo que debía avisar a alguien que ella iba ir tras Terry.
¿Dejarlo irse de nuevo? No.
Candy tenía un poco de dinero ahorrado, para que lo que fuera que se necesítese en ese momento y no desaprovechó la decisión que había tomado tan de repente para gastarlo, entonces se encaminó junto con Annie a la estación de trenes, si mal no le iba llegaría unas horas después de Terry.
—¿Qué pasará si alguien más se entera? — Preguntó Annie temerosa como siempre.
—Tienen que enterarse, no creo volver para antes de la fiesta de año nuevo, la tía abuela ya debe estar en camino; y Albert… bueno, no importa, siempre termino en problemas.
—Candy, cuídate mucho, espero verte pronto —Se despidió Annie dándole un abrazo y un beso en la mejilla.
La rubia entró al vagón de tren y se despidió de Annie con la mano y gritando con un fuerte "adiós, nos vemos pronto, Annie".
Ambas chicas iban con el corazón contento, sabían que era un acto de amor y eso era lo importante. Sólo que Annie se sentía con la responsabilidad de avisar a la familia Ardley, y era mucho peso para ella sola, ya que siempre había sido una miedosa.
Su prometido Archie estaba por terminar su carrera de leyes así que era poco habitual verlo en casa; para Annie, los que le preocupaban más eran él y la tía abuela. Sabía que iban a pensar cualquier estupidez para cuestionar a Candy.
Y como la rubia ya sabía que la tía abuela iba a llegar en cualquier momento a Lakewood, todo para la fiesta de año nuevo que iba a dar, Annie se veía en la penosa necesidad de ir a visitarla en cuanto llegara.
Faltaban al menos dos días para la fiesta, y la anciana como siempre tenía que tener todo el perfectas condiciones, siempre tenía que lucirse y en cuanto llegó a la mansión de los Ardley las ordenes no se hicieron faltar.
Archie ya estaba ahí por que fue él quien llegó por ella a la estación, y Annie, con una cara de angustiada llegó inesperadamente; su sorpresa fue tal cuando vio que de nuevo los hermanos Legan habían llegado con ella, según Annie ellos ya no debían estar ahí, ya que sus padres no iban a pasar año nuevo en Lakewood.
—¿Alguien puede decirme dónde se encuentra William? — Quiso saber la vieja.
Annie y Archie se miraron, ninguno de los dos sabía, las miradas de los hermanos Legan también exigían saber, aunque realmente no querían, sólo para meterles presión.
—¿Qué estoy hablando sola? — Volvió a cuestionar.
—Tía, realmente no sabemos dónde se encuentra Albert —Contestó con brevedad Archie.
—¿Cómo? ¿De nuevo escapó?
—No lo sabemos, George tampoco no ha dicho nada. — Contestó el chico rubio un poco irritado.
—¿Y Candy? — Preguntó Elroy con fastidio.
Annie ahora miró a Archie, él parecía que iba a decir "en el hogar de Pony" o algún otro lugar pero no era así, la única que sabía era Annie, así que al escuchar aquella pregunta ya se esperaba un buen regaño de su parte.
La chica morena soltó un suspiro.
—Está camino a New York —Contestó
Todos los ahí presentes la voltearon a ver con interrogantes en sus rostros, en especial Archie.
—Me pidió que les avisara, por eso vine en cuanto antes — Respondió Annie, aunque sabía que nada de eso respondería sus dudas.
—Mmm, seguro fue tras Terry Grandchester o ambos escaparon —Soltó Eliza con desdén.
La tía abuela Elroy miró a Eliza con cara de pocos amigos y preguntó:
—¿Quién?
—¡No! Para nada fue eso… —Respondió Annie con rapidez.
—¿Entonces a qué fue? —Preguntó Archie también molesto, pues si Eliza no tenía razón entonces qué pasaba.
Archivald ya se imaginaba lo peor.
—Ella… — Annie balbuceaba pues todas las miradas las tenía alrededor — Tenía qué arreglar unos asuntos.
—Oh, entonces aquellos rumores que hablaba Susana Marlowe son reales —Soltó Eliza en voz alta.
—Calla, Eliza — Dijo la tía abuela más irritada aún — ¿Qué pasa entonces, Annie?
—Sólo eso, Candy no regresara para la fiesta de año nuevo, se fue hace unas horas.
—Estoy seguro de que Candy no fue sólo a "negociar" —Le reclamó Archie a Annie como si fuera un asunto personal.
—Ni yo, seguramente fue para perseguir a Terry, es lo más seguro. Leí que él estaba plácidamente en Lakewood cuando su prometida Susana estaba viviendo un martirio — Comentó Eliza.
—¿Estás segura de eso, Eliza? Son sólo rumores. —Defendió Annie.
—Por supuesto, la mismísima Marlowe lo confirmó en los periódicos más leídos del país; su escandalo se ha vuelto sumamente popular.
Annie se pasó la mano por la cara llena de fastidio.
—Les exijo saber qué está pasando realmente aquí — La anciana alzó la voz.
Los mas jóvenes se voltearon a ver entre todos.
—¿Saben qué? Son sólo tonterías que Candy siempre hace, así que yo me voy — Dijo por primera vez Neal quien se estaba fastidiando.
Y salió del la sala.
A Eliza le encantaba el cotilleo entonces para nada se iba a mover de su lugar, en cuanto a su hermano, le fascinaba verlo como se retorcía del coraje al solo mencionar a Candy.
—Tía abuela, todo esto no tiene mucha explicación — Trató de calmarla Archie.
—Para nada, sólo quiero saber ¿por qué Eliza dice que Candy fue tras un joven? — Quiso saber, un poco más calmada.
—Déjame que yo te lo explique tía, al parecer a Annie le encanta tapar las travesuras de Candy — Contestó Eliza.
La tía abuela se estaba cansando de tanto hablar y por eso se sentó en uno de los sillones para escuchar lo que tenía que decir Eliza, por alguna razón siempre le creía así que sería más que un honor que ella le contara la versión de los hechos.
—Terry Grandchester es un actor, estaba enamorado de Candy y al parecer Candy de él, se dejaron y ahora no sé cómo o porqué se volvieron a encontrar. Por si no lo sabía, tía, él estaba ya comprometido con otra actriz. — Dijo Eliza con su típica voz chillona — Para no hacerla más larga, ahora se están escuchando demasiadas cosas sobre Candy y Terry, dichas por la misma Susana, prometida de Terry.
—¿Candy está enamorada de un joven que ya estaba comprometido? ¡Pero qué escandalo! Ya lo sabía yo que si no conseguía un buen partido para ella, haría cualquier estupidez para dejar mal a la familia — La tía abuela parecía estar destruida —Esto es una blasfemia para William, para todos nosotros.
Se pasaba la mano por la frente llena de coraje.
—Tía —Habló Archie con voz dulce para tratar de calmarla —Las cosas no son como Eliza dice.
—¿Ah no? —Gritó ella. — Desde que Candy y Terry se conocieron no han hecho más que destrozos, ¿a caso olvidaron que por las travesuras que hacían en el colegio ambos fueron expulsados?
Annie y Archie sólo esperaron ver la reacción de la anciana.
—¡Esto es el colmo! ¡Esa Candy me va a sacar canas verdes! ¿Por qué yo no sabía nada de esto? — Gritó la vieja llena de ira.
—¡Porque así no fueron las cosas! — Archie alzó la voz. —A Eliza le gusta exagerar todo. Estoy de acuerdo en que Terry no es el tipo que más me agrada, pero sé que las cosas no son como Eliza las dice.
—Eliza no tiene filtro, Archivald, puedo asegurar que es cierto —Dijo más calmada la vieja ya que se estaba cansando de nuevo.
—Está bien, no pienso discutir más — Concluyó Archie para salir de la sala.
Annie se quedó congelada, pues no tenía idea de que iba a desatar de nuevo una discusión de familia.
—Tía abuela, puedo explicarlo mejor — Annie pidió antes de irse con voz dulce.
—Dime — la tía abuela parecía escéptica, nada podía quitarle la idea que Eliza le había metido.
—Candy trató de alejarse de Terry de la manera más madura, todo esto fue inesperado, nadie de nosotros, ni siquiera la misma Candy, sabía que Terry correría a buscarla, Susana Marlowe ha alterado muchas notas en el periódico. — Explicó Annie.
—Eso tú no lo sabes — Acusó Eliza.
—¡Eliza! — Gritó la tía abuela — A estas alturas ya nada puede ser cierto, de todos modos, Candy no es una cualquiera para salir corriendo tras un hombre que no puede aportar nada a la familia, ni para ningún otro hombre. Es una dama.
—Esa siempre ha sido así, no sé por qué Annie la defiende tanto — Habló de nuevo Eliza.
—Sé que no es así, Candy tiene un sentido de la responsabilidad más grande cualquiera de nosotras tres aquí juntas. — Defendió Annie con posición firme.
—Sea como sea, Candy ha hecho que la familia Ardley caiga en rumores y chismes de mala, muy mala fama, eso no se lo perdonaré. Si realmente quiere a ese joven, ese será su castigo. — Concluyó la anciana quien se retiraba dejando a Annie confundida y a Eliza triunfante.
—Por fin Candy tendrá un buen castigo merecedor, ah, y algo que sí le duele — Eliza se despidió de Annie con la mano en forma de burla y se fue junto su a hermano.
La pobre Annie se sentía sumamente derrotada, qué podía hacer, las cosas se salieron de control y temerosa como siempre salió del lugar para hablar con Patty e idear algo para que la tía abuela no fuera capaz de hacer alguna otra atrocidad.
Para ese tiempo, las actrices, compañeras de Terry ya se habían retirado de la mansión de Lakewood, pues sin Albert ni Candy no era muy grato estar ahí solas, ambas ya habían llegado a sus respectivos hogares, Karen se encontraba con su tío en Florida y Letty con sus padres se dirigían a Francia.
Karen aún estaba un poco intrigada por la ausencia de Albert, se preguntaba en dónde podría estar, porque según Candy, al menos dejaba un recado con alguno de los sirvientes, ella se sentía más que nada triste pues según tenía planeado declararle su amor en la fiesta de Año nuevo. Se echó a su cama sin pensar en lo mismo y se animó a ella sola, siempre había sido muy independiente emocional, y esta vez tampoco la iban a tumbar esos sentimientos tontos.
Unas horas después, en New York la nieve caía fuertemente, pues se avecinaba una tormenta, como siempre, pensaba Terry que en sus peores momentos el clima conspiraba a su favor.
Para nada se sentía contento, tan sólo la idea de que tenía que volver a poner un pie en casa de Susana le revolvía el estomago de nervios, lo cual nunca sentía ni cuando pisaba los escenarios; toda esta situación lo volvía loco. No había ninguna necesidad de estar ahí de nuevo sino fuera por sus caprichos ni por los de Candy, pero tenía una responsabilidad y eso era lo más importante.
Estaba dando vueltas como un loco alrededor del porche de la casa de Susana, pensando en si debía tocar o no, además de que ya eran altas horas de la noche. Se preguntaba una y otra vez si era prudente y al final decidió que no. Estaba muy molesto además y hablar así, al menos para él, era un problema.
Pasó la noche en su departamento, pues ir con su madre no era una idea muy buena.
—¿Cómo estás hoy Susi?— Preguntó la voz de un joven.
Susana estaba en la sala de estar tomando el té. Su madre no se encontraba pues tenía que hacer las compras.
—Me siento bien, gracias — Ella se limitó a sonreír — Lamento lo que le he hecho pasar estos días, señor Albert.
—No hay problema, y deja de llamarme señor, no soy tan viejo — La corrigió Albert un poco ofendido.
—Lo siento, no puedo hablar de otra forma — Susana soltó una risita.
Los días que había pasado Albert en New York para Susana habían sido de un completo alivio, cada día que pasaba se sentía menos irritada, pero temía sentirse sumamente cómoda y al final depender de él completamente. Para ser exactos no tenían ni cuatro días de conocerse, pero Albert, siempre era tan bueno y tan confiable que hacía que Susana lo viera como si lo hubiera conocido de antes.
—De todas formas me alegra mucho que estés bien; aún recuerdo el primer día que te conocí — Decía Albert
—Ni lo recuerdes, debiste tener la peor impresión de mí — Interrumpió Susana.
—No, no suelo juzgar a las personas, Susana. Pero al menos aclaré todo por mi cuenta y yo sabía que eres buena persona — Elogió él sonriéndole.
La chica se ruborizó un poco y de recordar cómo se sentía días atrás le traía amargas sensaciones y de repente sólo dejó de sonreír. Creía pensar que no tenía el derecho de ser feliz.
Albert notaba esto muy a menudo en la chica, y si bien, su objetivo al llegar a New York era hablar con ella, por todo lo que leyó en periódicos, pensó en ayudarla, pues las palabras recitadas en aquellas notas no decían más de una chica que estaba sufriendo un tormento, lo peor de todo es que lo había hecho publico y eso era un poco lo que le molestaba al joven.
Ni él ni ella se esperaban aquella grata sorpresa de que se llevarían tan bien en días; Albert llegó directamente a hablar con la chica, no para reclamarle sino para brindarle una mano amiga y que ella poco a poco se fuera soltando, pero no duró mucho para que la dolida de Susana hablara, soltó el llanto al hablar y recordar todo lo que sufrió por la indiferencia de Terry.
Se quejaba de que ella ya no podía ser bonita y que por esa y otras razones Terry ya no la quería, o si algún día la quiso.
Albert no hablaba, no decía nada, sólo estaba escuchando y supo como todas sus sospechas eran ciertas, Susana estaba demasiado dañada y quería dañar a los demás. Pero luego dijo que su madre era quien alimentaba a los diarios con chismes y palabras que ella nunca decía, ya que toda la publicidad que estaban ganando le estaban ayudando mucho económicamente.
Cuando Susana dejó de hablar y de llorar Albert por fin tuvo la oportunidad de hablar:
—¿Por qué no dejaste ir a Terry desde el inicio? — Cuestionó.
Susana no sabía qué responder, era ingenua y por esa razón no quería responder. Una chiquilla caprichuda, sólo era eso.
—Pensé que con el tiempo él me llegaría a querer y debía hacerlo, sólo mira lo que hice por él — Susana se quejaba entre lagrimas mientras se señalaba a ella misma con repudio.
Albert era incapaz de sentir lastima por una persona, pero Susana mostraba mucha tristeza contenida y él pudo compadecerla.
—Entiendo, pero desquitar tu coraje de esa manera no era la correcta, Susi. — Comenzó a decir Albert — Además, debes entender que lo que hiciste fue más un acto de egoísmo, no estoy a favor de Terry ni del tuyo, ambos son seres humanos y se han equivocado, pero él estaba enamorado de otra persona, supongo que lo sabías.
—El amor no funciona así, él no puede seguir enamorado de ella — Contestó Susana a su defensa.
—El amor funciona así, en toda mi vida nunca había conocido a dos personas tan enamoradas como ellos, al igual que Terry y tú, Candy sufrió, pero ahogó sus penas haciendo lo que más le gusta. Siempre la he admirado por su gran fuerza.
—Ese es el problema siempre, Candy es una buena chica y yo… — Susana de nuevo agachó la cabeza para después soltar unas pocas lagrimas.
—Tú igual eres una chica excepcional Susi, pero todos viven sus duelos de diferente manera, pero de una cosa sí estoy seguro, puedes salir adelante a partir de ahora. — Contestó Albert con mucho entusiasmo para no dejar que la chica rubia se volviera a dejar caer en ese peso tan grande que tenía sobre los hombros.
Después de que intercambiaron palabras, Susana iba reconfortándose, ya que Albert tenía ese poder de calmar a todos; para los ojos de ella, quien estaba sumamente triste para aquellos días y de sentirse tan sola estando llena su casa de servidumbre y con su madre alrededor, pasó a tener unos días muy buenos, y llenos de esperanza.
Esa misma mañana, Susana temía por que Albert se fuera, pero tampoco quería retenerlo pues no le pertenecía como un objeto, él tenía su familia y deberes por hacer, su trabajo y todo lo que tendría que ser antes que atenderla a ella.
Para ella Albert fue ese alguien inesperado que le cambió la visión que tenía.
—¿Qué pasa, Susi? — Preguntó él al verla con la mirada perdida.
—Nada, son sólo ideas mías — Respondió ella con una media sonrisa.
—Es curioso que un momento sonríes y al rato siguiente solo dejas de hacerlo — dijo él.
La joven no sabía qué responder, era verdad lo que Albert acababa de decir, pero ¿cómo podía decirle que el motivo de su dicha y desdicha era él al mismo tiempo?.
—B-bueno, Albert, como sabrás soy un desastre emocionalmente ahora, muchas cosas me preocupan, desde todo el daño que cause hasta no saber qué hacer para resolver mis problemas.
—Todo lo que sientes es normal — Contestó él — Pero estoy seguro de que tendrás la idea de cómo salir adelante, tú sola.
Susana miro a Albert a los ojos, ¿cómo no lo había visto antes? Todo el tiempo que desperdició estando a un lado de un joven tonto como Terry, y pensar ahora que pudo haber tenido mejores oportunidades conociendo gente nueva; no era culpa de Terry, ni de nadie más, el haber sentido estar sola, sus desgracias y demás problemas que surgieron, todo era su culpa, pero ahora tenía algo diferente dentro de ella, le habían abierto los ojos, le habían dado un poco de esperanza y con su fuerza de voluntad iba a tratar de salir a delante, justo como él joven aristócrata le había dicho.
Todos los recuerdos de cuando ella era niña le vinieron a la mente, desde siempre soñó con ser actriz y lo cumplió ¿por qué ahora no podría cumplir con sus nuevos sueños? Nada era imposible para ella.
—Albert — Lo llamó ella — No estoy segura de dejarte ir, si bien acepté estar con Terry aunque en el fondo sabía que él no me quería, era para estar segura de tener a alguien a mi lado.
El joven sólo soltó una risita.
—Fue una excusa muy tonta — Contestó — Si te hubiera conocido antes, diría que ahora eres otra persona.
—Desgraciadamente — Afirmó ella.
Albert la miró y ésta sólo volvió a agachar la mirada.
—Me ha alegrado bastante ver como has reaccionado estos días, y no quisiera irme; pero cuando vuelva a verte espero ver a alguien diferente, Susana — Dijo Albert — Claro, estaré ahí para cuando ese día suceda.
Eso sonaba a una despedida, a esa a la que la joven estaba temerosa por escuchar, pero levantó su mirada y le sonrió con lagrimas en los ojos.
—No puedo esperar para lograrlo — Dijo — Nos volveremos a ver, señor Albert.
Y ambos rieron.
Un rato pasó y la cena fue como de costumbre, Albert acompañaba a las mujeres Marlowe y ambas siempre quedaban fascinadas con él, tanto que se les había olvidado por completo que estaban viviendo en su propia burbuja llena de maldad.
—¿Señorita Marlowe? — Interrumpió el ama de llaves — La buscan.
—¿A mí? — Preguntó Susana con curiosidad.
—Sí, es una joven.
Los ahí presentes en el comedor se voltearon a ver.
—Qué extraño, nunca recibo visitas y menos de "una joven".
En la sala común, se encontraba una joven que claramente no había pasado una buena noche; en la noche anterior había caído una tormenta de nieve, al no conocer a nadie y contar con poco dinero, Candy había decidido dormir en la estación de trenes, de manera sigilosa para que ningún guardia de seguridad la viera, claro está, que no pudo dormir mucho, no le molestaba la idea, ya que muchas veces había pasado por algo peor, y al ver su aspecto en el baño de la estación sólo se echó a reír.
Todos los ahí presentes, incluida la ama de llaves, se habían llevado una enorme sorpresa, Albert y Candy más que nadie.
—¿Qué haces aquí? — se preguntaron los dos al mismo tiempo.
Candy parecía mas reprobarle, pues la había abandonado y sentía que tenía que reclamarle ese hecho.
—Te lo explicaré luego, Candy… ¿qué haces tú aquí?
—Te lo explicaré luego, Albert —Contestó ella molesta y se alejó de él para dirigirse a Susana —Hola, Susy.
Continuará...
Hola, si todavía existe alguien por ahí que me lee espero con todo mi corazón que me disculpen por la tardanza; no me he sentido bien emocionalmente, si bien soy una persona muy débil en ese aspecto, no quiero dejar este proyecto inconcluso, lograré terminar con esta linda historia.
Espero les guste tanto como a mi escribirlo.
Saludos.
