Advertencia: violencia, sangre y situaciones de vida o muerte.


Ray y Henry se movían lentamente por el edificio. En su camino se habían encontrado con personas que estaban escondidas pero que huyeron cuando les dijeron que la costa estaba despejada. Algunos de ellos tenían moretones y cortes, salía sangre de las heridas, algunos cojeaban, aparentemente este tipo había entrado al edificio buscando a la máxima autoridad, pero este se había escondido apenas empezó la conmoción. Así que el fenómeno hizo la rabieta del siglo y comenzó a destruir todo en su camino hacia la oficina del Vicealcalde. Henry quería ayudar a algunos de los heridos, pero su misión principal era encontrar al hombre y poner fin a su locura antes de que matara a alguien. Era un milagro que no lo hubiera hecho todavía. O no sabían de eso.

Henry empujó esos pensamientos al fondo de su mente y se concentró en cómo iban a llevar a cabo su plan. Esperaba que los dardos que tenía fueran suficientes para noquearlo.

Finalmente llegaron a la oficina en la que se escondía el vicealcalde y vieron al hombre que buscaban de pie, de espaldas a la puerta, encorvado sobre el escritorio y mirando algo en lo que supusieron era una tableta. Parecía bastante concentrado en lo que estaba haciendo, por lo que Ray pensó que era un buen momento para atacarlo por sorpresa.

—Bien, lo sorprenderé y mantendré su atención, tú disparas los dardos —indicó en un susurro.

Henry asintió, preparó la pistola de dardos y entró sigilosamente en la habitación. El hombre pareció no darse cuenta de los recién llegados, por lo que Ray se preparó para correr mientras estaba encorvado para derribarlo, pero apenas había reunido el coraje para correr hacia él cuando el sujeto se dio la vuelta rápidamente. Sus ojos brillaban con un destello maligno, su boca estaba dibujada en una sonrisa enfermiza y activó su espada mientras extendía una mano hacia Ray. El hombre sintió que su cuerpo era levantado del suelo como si nada, y se sintió incapaz de liberarse.

—¡Oye, detente, bájame! —protestó, más molesto que asustado.

Henry se abrió paso detrás de él en una postura agachada, se escondió detrás del escritorio y comprobó la pistola de dardos tranquilizantes antes de mirar por el borde y apuntar a su objetivo. Estaba en una posición perfecta para golpearlo en la espalda, eso debería ser suficiente. Así que disparó.

Tan rápido como Henry se enorgullecía de ser una vez, el hombre giró ligeramente para desviar el dardo con la cuchilla láser, partiéndolo por la mitad en el proceso, sin dejar de sostener a Ray en el aire.

—Buen intento —murmuró—. Pero tienes que hacerlo mejor que eso.

Con un fuerte empujón, envió a Ray volando hacia la pared. Se golpeó la espalda con fuerza, lo que provocó un dolor agudo que duró unos segundos antes de caer al suelo.

Luego, el hombre fijó su atención en el chico detrás de él, que se había puesto de pie y le apuntaba con la pistola tranquilizante.

Henry no pensó que el tipo escucharía razones o demandas, así que disparó de nuevo, pero el tipo esquivó el dardo.

Ray se recuperó rápidamente y se levantó, sacando su propia arma láser. Era más grande y necesitaba dos manos para maniobrarlo. Lo cargó y disparó, sin perder un segundo.

El hombre actuó más rápido, empujó a Henry contra la pared y le hizo soltar la pistola de dardos, arrojándola lejos con su poder. El golpe fue demasiado fuerte para el muchacho que se quedó en el suelo, gruñendo de dolor y ligeramente desorientado. Había golpeado la pared con su sien y ahora sangre goteaba de una herida abierta.

Mientras eso sucedía, el hombre había vuelto a dirigir su atención a Ray, su espada láser actuó rápidamente y se desdibujó mientras la movía con velocidad y facilidad, desviando todos y cada uno de los disparos.

Muchos de ellos fueron devueltos al tirador, pero Ray solo hizo una mueca o siseó por el dolor sin vacilar ni dejar que los impactos lo distrajeran.

Aparentemente cansado o aburrido de la pelea, el hombre rodó hacia un lado mientras desviaba los disparos, usando los pocos segundos que tardó Ray en volver a apuntar el arma para estirar la mano y quitársela con un tirón fuerte e invisible. Arrojó el rifle por la ventana, lejos de su alcance y luego se paró derecho listo para hacer sus trucos con las manos otra vez. Pero algo se arrojó hacia él desde atrás y colgó de su cuello tratando de cortarle el suministro de aire.

Henry se había recuperado y al ver una oportunidad para ayudar a Ray, se había arrojado hacia el hombre, usando sus brazos para tomarlo por el cuello, sin importarle el dolor de su herida. Esperaba distraerlo para que Ray intentara algo o con un poco de suerte, ser lo suficientemente fuerte para cortarle el aire y dejarlo debilitado.

Su movimiento repentino lo tomó por sorpresa porque se había concentrado principalmente en Ray, por lo que se encontró dominado por el dúo y perdió el agarre de su espada, que cayó, se desactivó y rodó por el suelo.

—¡Sostenlo tan fuerte como puedas, Kid! —Ray gritó mientras se acercaba.

Se paró frente al hombre que luchaba y comenzó a enviar golpe tras golpe a su cara y estómago.

—¡Esto te enseñará a no meterte con mi compañero! —gruñó mientras golpeaba al hombre.

Pero una mano salió disparada hacia adelante y se cerró alrededor del puño que se acercaba, deteniéndolo mientras su codo golpeaba con fuerza contra el estómago desprotegido de Henry.

El adolescente se dobló de dolor, aflojando el agarre que tenía sobre el hombre, lo que permitió que el hombre le diera un cabezazo a Ray antes de que pudiera enviar otro golpe con el otro puño.

Ray retrocedió tambaleándose, aturdido por un segundo, luego el hombre lo debilitó con una fuerte patada en el estómago casi inhumana. Entonces le dio otro codazo a Henry en el rostro que lo alejó de él y dirigió su atención a Ray con una patada giratoria en el rostro que lo arrojó lejos hacia la ventana y afuera de esta, después se giró hacia Henry. Estiró su mano de la cual salieron disparados rayos azulinos que le dieron una potente descarga que hizo a Henry arrodillarse mientras chillaba y se retorcía del punzante y agonizante dolor, como si sus nervios estuvieran siendo prendidos fuego. Las sensaciones eran tan abrumadoras que apretó los dientes al punto que creyó se romperían de la fuerza y cerró los puños tan fuerte que las uñas de sus dedos casi atravesaron el material de sus guantes.

Era un dolor inimaginable, ni siquiera podía pensar más que en sentir fuego debajo de su piel, y como si su sangre hirviera, hasta que, cuando creyó que iba a desmayar debido al inmenso dolor, la tortura terminó abruptamente. Su grito de angustia se cortó y exhaló sacudiéndose como una hoja por los espasmos musculares. Su debilitado cuerpo cayó hacia adelante, apoyando las manos en el suelo, respirando agitado y sintiendo sudor frío caer rodando sobre su piel y empapando su traje. Pero el alivio duró instantes porque entonces su atacante se acercó para agarrarlo por el cuello con su mano desnuda, cerrándola mientras lo levantaba en el aire.

Henry alzó sus débiles manos para defenderse arañando la mano que apretaba su cuello con fuerza, pero su esfuerzo era inútil porque el ataque anterior le había arrancado todas sus fuerzas. No pudo oponer más resistencia que dar lentos manotazos, boquiabierto de desesperación al sentir que perdía la conciencia lentamente debido a la falta de oxígeno.

El hombre lo miró con esos ojos amarillos fríos y enfermizos y una sonrisa maligna. Los semiabiertos ojos de Henry miraron a un lado y observaron con horror cómo el hombre extendía su mano y llamaba su arma de regreso, colocándola aún desactivada contra su parte media.

El miedo y la desesperación lo invadieron y el dolor sufrido pasó casi al fondo de su mente cuando se dio cuenta de cuáles eran sus planes para él.

El hombre pareció encontrar placer y satisfacción enfermiza en su angustia y presionó el borde con más fuerza contra su estómago.

—No debiste haberte metido conmigo, chico —murmuró.

En un último intento de salvarse de lo que le esperaba, reunió fuerzas y se sacudió con la leve esperanza de librarse, y tal vez esa acción le salvó la vida, porque seguidamente se escuchó un zumbido, luego un gruñido de la boca de Henry. Su fuerza se evaporó por la conmoción y el dolor que lo destrozaron y dejó de luchar mientras ponía una expresión de sorpresa y dolor, sus ojos se abrieron con horror cuando se dio cuenta de lo que había sucedido.

Lejos, pensó que escuchó a Ray gritar de horror e impotencia, pero no podía concentrarse en nada más que en el terrible dolor.

Drex quitó el sable láser de donde lo había clavado, pero sus intenciones eran claras en su mirada, de esa no iba a salir. El hombre había apoyado el arma contra el cuello de Henry y estaba por activarlo cuando de repente lo soltó.

Henry ya no tenía energía ni para entender que ocurría ni para mantenerse en pie, por lo que cayó de espaldas, tosiendo y sintiendo su garganta dañada, además de llevar sus manos a su parte media, sintiendo la sangre brotar lentamente de la herida, el láser no había logrado quemar lo suficiente como para cerrarla.

El dolor era demasiado agudo e intenso, se sentía mareado y su visión se nublaba.

Ray había conseguido sujetarse del alfeizar de la ventana, trepando al interior de nuevo justo antes de ver a su amigo ser atravesado.

Dejó escapar un poderoso grito de ira y dolor mientras corría contra el hombre, arrojándose contra él sin importar el arma, justo antes de que le diera a Henry el golpe de gracia. Los empujó a ambos al suelo, su rabia era tan abrumadora que le dio una fuerza más allá de la que poseía.

El hombre trató de usar su espada láser contra él, pero la sorpresa y confusión lo distrajeron cuando el láser corto la tela pero al otro hombre no le hizo ni un rasguño. Enseñando los dientes en una mueca furiosa, Ray agarró su muñeca y la torció hasta que escuchó un crujido y lo escuchó gritar por el dolor de una muñeca rota.

Mientras su oponente acunaba su mano lesionada, aprovechó y se cernió sobre él, lanzando golpe tras golpe con todas sus fuerzas y gritando de rabia e impotencia hasta que todo el rostro de Drex quedó empapado en sangre y moretones.

Pero Ray aún sabía que la salud de Henry era su principal prioridad ahora. Dejó al hombre medio inconsciente en el suelo y corrió hacia su compañero que se había derrumbado en el suelo, arrodillándose a su lado.

—Henry, te tengo. Todo va a estar...

Su voz fue interrumpida por un solo jadeo. En la parte inferior del estómago de Henry había un agujero que humeaba.

—¡Henry! —exclamó aterrado.

Un destello de marrón sobresalió de esos párpados caídos. Ray dejó escapar un tembloroso suspiro de alivio. ¡El estaba vivo! Vivo. Gracias al cielo...

Movió la boca lentamente, al parecer quería decir algo pero las fuerzas se le habían agotado y su voz no salía.

—Tranquilo, Kid —aconsejó Ray en voz baja, absteniéndose de llorar al verlo—. Mantén tu energía, la necesitarás para recuperarte.

Lentamente, Henry asintió y Ray sonrió torcidamente.

Sin soltar a Henry, Ray sacó su comunicador con manos temblorosas para ponerse en contacto con la cueva, pero justo cuando estaba a punto de hablar, escuchó el sonido de un helicóptero acercándose.

El viento se levantó, soplando sus cabellos y las cortinas de las ventanas. A través de ellos, Ray entrecerró los ojos, viendo su Man-cóptero suspendido fuera del edificio, pilotado por Charlotte, quien tenía una expresión de dolor en su rostro que también carecía de color y sus ojos estaban rojos.

Acercó el helicóptero a la ventana y entonces Ray vio que no estaba sola.

Dos personas saltaron del helicóptero a la habitación a través de la ventana. Su boca se abrió en desconcierto cuando se dio cuenta de que esos dos eran copias exactas de su compañero y su asistente, pero versiones más adultas de ellos.

El joven tocó el suelo primero, girándose para ayudar a la mujer a aterrizar suavemente usando los mismos poderes que vieron usar a Drex.

Luego ambos se giraron hacia ellos, la mujer corriendo hacia la pareja y el joven yendo hacia el oponente caído.

Tomó el sable de luz y lo sujetó a su propio cinturón, luego revisó sus bolsillos y sacó algunas cosas de ellos, poniéndolas dentro de los pliegues de su ropa, para después colocarle unas esposas de avanzada tecnología en tobillos y muñecas y una especie de collar metálico alrededor del cuello.

La mujer -¿Charlotte?- se acercó a ellos y se arrodilló a su lado, poniendo una sonrisa amistosa aunque arrepentida.

—Lo siento, me hubiera gustado llegar antes —se disculpó.

Henry entrecerró los ojos confundido, porque conocía ese rostro pero se veía un poco diferente. O tal vez eran delirios antes de partir, delirios de lo que más extrañaría...

—¿Char...? —preguntó arrastrando las palabras, entonces empezó a llorar despacio e hizo un gran esfuerzo para sujetar su mano—. Lo... lo si-siento, linda —susurró.

Era un enorme esfuerzo formar palabras, ignorar el dolor y el deseo de cerrar los ojos y dormir. Pero tenía que hacerlo, debía decirle eso antes de perder la oportunidad para siempre.

—Char-lotte, yo... yo...

Su mejor amiga que lucia un rostro de mujer le sonrió cálidamente y le tomó la mejilla, lo que lo hizo relajarse y suspirar.

—Shh, guarda tus energías, cariño, déjame trabajar, ¿de acuerdo? Te pondrás bien y entonces podrás confesar todo lo que quieras —prometió.

Él asintió, y ella tomó un cuchillo de entre los pliegues de su ropa y cortó la tela de su traje para exponer la herida. Contuvo una mueca de impresión ante la vista, consciente de los ojos del hombre mayor sobre ella. Estaba visiblemente angustiado y preocupado, ella no quería ponerle las cosas más difíciles.

—Está bien, esto se ve mal, pero a pesar de la zona y como se ve, no es una lesión grave, se puede tratar y te recuperarás —lo tranquilizó, luego fijó sus ojos en el adulto.

—Siento que un 'pero' está a punto de seguir —comentó Ray angustiado.

—El tratamiento para este tipo de lesión no creo que esté disponible en tu mundo —continuó—. Pero sí lo está en el mío.

Ray observó a la mujer. Charlotte pero una versión más madura de ella. ¿Qué hacía allí con otro Henry? ¿De dónde habían salido? ¿Cómo que de su mundo? ¿De qué se trataba todo esto? Tenía tantas preguntas dando vueltas en su mente, pero Henry necesitaba ayuda y rápido, y si ella podía hacer algo tendría todo su apoyo.

Él asintió. Las preguntas vendrían después.

—Bien, ayúdame a llevarlo al helicóptero —pidió la mujer.

—Dejame ayudarte con eso.

Ray levantó la mirada de su compañero al otro joven. Fue un shock ver los rasgos de Henry en un rostro mayor, pero se sacudió la sorpresa y asintió.

Juntos ayudaron a levantar al chico de una manera que no empeoró su estado bajo las instrucciones de Charlotte, que tuvo que convencer al Henry adolescente con mucha dulzura que debía soltar su mano para poder maniobrarlo. Una vez que colocaron a Henry de forma segura en una camilla, el otro lo levitó hasta dentro del helicóptero. Después Charlotte saltó al interior también con la ayuda de su amigo para aterrizar sin problemas.

Henry de otro mundo luego se volvió hacia Ray.

—Ve con ellos, no cabemos todos en el helicóptero y seguro que quieres estar a su lado.

Ray no dudó, asintió con una breve sonrisa de agradecimiento y luego saltó al helicóptero, sintiendo cómo manos invisibles lo acunaban y lo llevaban a salvo al interior. Era la misma sensación que sintió cuando el hombre lo sostuvo, pero esta vez con un buen propósito.

—¡La Man-van esta a una calle de distancia, puedes usarla para regresar! —anunció Ray por encima del sonido del helicóptero una vez que estuvo dentro, arrojándole las llaves.

Henry las atrajo hacia él en el aire y les hizo señas para que se fueran, luego les dio la espalda ingresando al interior para ocuparse de Drex.

Solo entonces se le ocurrió que tal vez ese chico no sabía conducir un vehículo de ese universo.

—¿Sabe conducir? —preguntó a la Charlotte más grande.

Se colocó al lado de su compañero que estaba siendo atendido por ella, quien estaba trabajando concentrada para detener el sangrado y aplicar desinfectante para que la herida no empeorara después de darle anestesia de algún tipo.

—Él sabe cómo ingeniárselas en cualquier situación, sabrá llegar, no se preocupen —les aseguró.

—¿Cómo llegaron a nosotros tan rápido? —preguntó Ray entonces.

—Veníamos de camino a ayudar cuando Jasper nos llamó, el comunicador de Henry estaba activado así que escuchó la pelea, vinimos lo más rápido posible —respondió la Charlotte más joven, luego miró por encima del hombro hacia ellos.

A su amigo que tenía los ojos cerrados y estaba pálido, cuya respiración era lenta y dolorosa. No podía creer que hacia más o menos una hora él había tomado sus manos y sonreído, asegurándole que todo estaría bien. Su mayor temor siempre había sido que un día no regresara de una emergencia, y ahora viéndolo herido de esa manera, su peor pesadilla se había hecho realidad. Escuchar a Jasper relatar el hecho hizo que por un momento se le detuviera el corazón, y ahora sentía como si se lo estuvieran estrujando. Sollozó, parpadeando rápidamente para evitar que se derramaran más lágrimas, concentrándose en pilotar el helicóptero de regreso a la base lo más rápido posible, sería la única forma de salvarlo.

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Los choques eléctricos que usó Drex son un poder que viene con la Fuerza oscura, rayos de la fuerza.

Me dolió hacerle eso a Henry.

Hasta la próxima.