Los personajes de Inuyasha pertenecen a Rumiko Takahashio yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener. Cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia o referencia.
29 Notas de Amor
El sol apenas despuntaba cuando Kagome se despertó, frotándose los ojos adormilada, pasó su mano por el lugar que era de Inuyasha en la cama, estaba frío, su almohada no parecía usada, por lo que dedujo que, Inuyasha había dormido en la sala y una punzada de dolor invadió su pecho.
Su pequeño apartamento que compartían desde hacía casi dos meses, se veía especialmente desordenado esa mañana: platos apilados en el fregadero, migas esparcidas en la mesa, ropa sin lavar, basura sin tirar y el fantasma de una discusión reciente flotando en el aire.
Inuyasha estaba de pie frente a la alacena, examinando las estanterías casi vacías con el ceño fruncido. Cerró la puerta con un golpe y abrió el refrigerador. Lo único que encontró fue un paquete de jamón que había caducado días atrás, un pequeño yogurt y un bote de leche casi vacío.
—¿Otra vez no hay nada de comida?— dijo, frustrado—. ¿Qué se supone que vamos a desayunar, aire?
Kagome, parada a unos pasos, sintió un nudo formarse en su garganta. Últimamente, las discusiones eran cada vez más frecuentes y siempre por tonterías: quién cocinaba, quién limpiaba, quién hacía las compras. Vivir juntos, aunque hermoso, resultaba ser más complicado de lo que esperaban. Comenzaba a pensar que vivir juntos no fue buena idea, tal vez era hora de ella buscar un lugar aparte.
—Tenía un examen ayer— se defendió con voz firme—. No tuve tiempo de ir al supermercado.
—¡Siempre es algo! —replicó Inuyasha, enfadado—. Estoy harto de que siempre discutamos por lo mismo.
—¡Pues si tanto querías comer, tú hubieses ido de compras!— le miró con enfado, no se amedrantaría.
Sin mirarla, Inuyasha agarró su mochila y salió de apartamento, cerrando la puerta con un golpe seco. El ruido resonó en el pequeño apartamento, y con él, las lágrimas que Kagome había estado conteniendo comenzaron a rodar por sus mejillas. Se dejó caer en una silla, con la mirada fija en el paquete de jamón viejo en el refrigerador.
¿Por qué tenía que ser así?, se preguntó. Ella e Inuyasha se amaban, de eso no había duda, pero adaptarse a sus nuevos horarios y responsabilidades estaba poniendo a prueba su relación. Llevaban dos meses viviendo juntos y todo parecía ir de mal en peor, ¿Cómo podrían seguir viviendo juntos sin terminar odiándose?
Kagome decidió que no se quedaría llorando todo el día. Ese día, ella tenía un tiempo libre antes de la escuela, limpiaría un poco e iría por algo para hacer de comer, al volver, esperaba que Inuyasha se encontrará de mejor humor, hablarían las cosas con calma y decidirían si continuaban viviendo juntos. Antes salir, una chispa de inspiración le llegó al ver su pequeño block de notas adhesivas de colores que llevaba en su bolso de mano.
. . . . . . .
Más tarde ese mismo día, Inuyasha regresó de sus clases. Cerró la puerta del apartamento con un suspiro cansado; no había dejado de pensar en la expresión de su novia al salir. La discusión de esa mañana había dejado a Kagome con los ojos llorosos y los hombros tensos. Se sentía culpable y deseaba disculparse. La buscó en el dormitorio, pero no estaba. Al ir a la cocina, vio platos sucios en el fregadero, una pila de ropa junto a la lavadora, la aspiradora fuera de lugar y un par de bolsas de mandado en el suelo. Una chispa de frustración se encendió en él, pero respiró hondo, decidido a mantener la calma.
Otra vez yo con las tareas, pensó mientras se dirigía al fregadero para lavar los platos. Apenas había comenzado a mojar uno cuando notó un pequeño papel rosado pegado al refrigerador. Se detuvo y lo leyó:
"Sé que discutimos esta mañana, pero prometo que al volver haré la limpieza.
Preparé la comida, aunque no me dio tiempo de terminar de limpiar, te la dejo en el refrigerador. Te amo. Kagome."
Inuyasha sintió cómo su frustración se transformaba en un remolino de culpa. Miró a su alrededor con otros ojos: la alacena estaba medio llena, en el refrigerador había yogurt, leche, huevos y jamón recién comprados. Kagome había hecho lo posible por aliviarle las cargas del día, a pesar de todo. Se pasó una mano por el cabello, ahora sintiendo el peso de sus palabras de esa mañana.
Decidido a enmendarse, sacó la basura para llevarla al contenedor. Al hacerlo, vio una nota arrugada cerca de la bolsa. La desdobló y leyó:
"Inuyasha, siento mucho lo de esta mañana, iré a comprar comida. Te amo."
Una punzada de tristeza le recorrió el pecho. Otra nota, aparentemente de una chica buscando compañera de piso, estaba también en el montón. Inuyasha tragó saliva; el solo pensar que Kagome pudiera considerar mudarse le dejó un nudo en la garganta.
No, eso no puede pasar, se dijo, apurándose a organizar el apartamento. Guardó la aspiradora, puso la ropa en la lavadora y finalmente fue al refrigerador a sacar el tupper que Kagome había dejado para él. Al tomarlo, vio otra nota pegada en la tapa:
"Espero que esto te haga olvidar un poco el mal día. Solo caliéntalo tres minutos en el microondas, y no olvides quitar la tapa."
Inuyasha siguió las instrucciones para calentar su comida y se sentó en una de las sillas de la cocina, con la comida caliente frente a él. Miraba la nota y pensaba en los detalles que Kagome siempre tenía, recordándole por qué valía la pena enfrentar los retos de su relación. La vida con horarios opuestos y pequeños desacuerdos era difícil, pero los gestos de Kagome le devolvían siempre la esperanza de que juntos podían lograrlo.
Después de comer, Inuyasha terminó de lavar todos los trastes sucios, sacó la ropa limpia de la lavadora y la tendió en el pequeño balcón, dejando que el aire fresco de la tarde la secara. Aún debía ir a su trabajo de medio tiempo, así que decidió darse una ducha rápida. Al entrar al baño, encontró otra nota pegada en el espejo:
"Lamento lo de esta mañana, procuraré estar más al pendiente de lo que haga falta".
¡Mierda!, pensó, esto también es mi responsabilidad. No quería que Kagome se sintiera como una criada. Ella era su novia, no solo alguien que mantenía el apartamento en orden. Kagome también tenía su vida, sus propios deberes escolares y él deseaba ser un apoyo para ella, no una carga. Recordó las veces en que ella cedía primero en las discusiones, dejando atrás sus propias molestias para calmarlo.
Inspirado, decidió sorprenderla. No era justo que siempre fuera ella quien pusiera la paz. Tomó una hoja de papel y se sentó a escribir su propia nota.
"Gracias por ser tan comprensiva. Sé que no siempre soy fácil de tratar, pero te amo más de lo que podría expresar en una nota.
Eres mi lugar favorito al que siempre quiero volver luego de la escuela o del trabajo. Esta noche, tú eliges la película."
Dejó la nota cuidadosamente junto a la almohada de Kagome, con la esperanza de que la encontrara antes de dormir. Por primera vez en el día, una suave paz lo envolvió. Quizá aún no tenía todo resuelto, pero estaba seguro de una cosa: haría todo lo posible para que Kagome se sintiera valorada y comprendida.
. . . . . .
Horas después, Kagome llegó agotada pero feliz de regresar a casa. Le sorprendió ver el departamento ordenado, pero le extrañó no ver a Inuyasha; vio la hora y puso que estaría en su trabajo o había salido a caminar, esperaba que no siguiera molesto.
Después de una ducha rápida, se deslizó en la cama, donde notó el papel doblado. Lo leyó y, con una sonrisa que iluminaba su rostro, abrazó la almohada con fuerza. Fue en ese instante que Inuyasha entró al dormitorio.
—¿Te gustó mi nota?— preguntó, tratando de ocultar su nerviosismo.
—Me encantó— respondió con suavidad, levantando el papel para mostrárselo—. Supongo que esto significa que me toca elegir una película cursi, ¿verdad?
Inuyasha bufó, pero se acostó a su lado y la rodeó con un brazo.
—Lo que sea, con tal de verte feliz— susurró, besándola en la frente—. Pero no tenías que hacer todo esto— añadió, rozando su frente con la de ella—. Yo también he sido un idiota, la próxima vez iremos juntos al supermercado.
—Trato.
—Ve poniendo la película, ya vengo— salió del dormitorio y al volver, traía consigo un bote de helado de coco—. Para compartir mientras vemos esa película— Kagome sonrió, enternecida.
—Ven, ya puse la película.
—¿De terror?— estaba confundido, él creyó que su novia pondría una película cursi.
—¿Tienes miedo?— preguntó la chica con burla.
—¿Cómo me va a dar miedo un tipo con mascara blanda y bata negra?— refunfuñó él, pero luego bajó la voz—. Kag, ¿no estarás pensando en mudarte, verdad? Vi la hoja de la chica buscando roomie.
—Claro que no, estoy muy bien aquí donde estoy, aunque si me llegué a plantear esa posibilidad.
—Cualquier oferta que te hagan, yo la mejoro— Inuyasha la abrazó con fuerza y con ternura.
Kagome comenzó a reír, y en ese momento ambos supieron que, aunque el camino no siempre sería sencillo, encontrarían la manera de equilibrar sus diferencias. Porque, al final del día, lo importante no era quién cocinaba o limpiaba, sino las pequeñas cosas que hacían para demostrarse cuánto se querían. Sabían que no siempre se pondrían de acuerdo en todo, pero con cada detalle, cada gesto, construían un vínculo que los hacía más fuertes.
Era cierto que no siempre se ponían de acuerdo en todo, pero en momentos como ese, cuando se demostraban su cariño a través de pequeñas notas y gestos, sabían que podían superar cualquier desacuerdo.
29/10/2024
Solo a dos para que esto termine, no creí que lo lograría, pensé que me terminaría saltando días, me siento tan feliz. Aquí, quise plasmar que no siempre todo iba a ser color de rosa, espero haberlo logrado.
Muchas gracias por sus comentarios, esto casi termina y deseo lleguemos juntos al final.
