Fama
Colin Creevey/Viktor Krum
Sexo con un famoso
Colin había cubierto el partido de Quidditch de Bulgaria contra Brasil y su pase de prensa mágica le había llevado hasta los vestuarios de la selección búlgara.
Había sido una completa locura la reaparición de Viktor Krum, todos habían dicho que era demasiado mayor para ser buscador, pero a sus 38 años había callado a todo el estadio al hacerse con las snitch y con la copa del mundial para Bulgaria.
Colin aún lo recordaba caminando por Hogwarts durante el torneo de los tres magos como si todo el castillo y las personas en él fueran suyos.
Quizás Colin había tenido un ligero enamoramiento del atleta, quizás, siendo sinceros no tan ligero.
Pero desde que él había conseguido su puesto como redactor de deportes en El Profeta, Krum no había vuelto a jugar al Quidditch y no había cubierto ningún evento en el que pudiera entrevistarlo.
Había llegado el momento y podía verlo casi desnudo en el banquillo del vestuario búlgaro.
Seguía siendo imponente, fuerte y alto, y solo cubierto por una pequeña toalla que mostraba un bulto que sería la envidia de cualquiera.
Sus sienes comenzaban a tener algunas hebras blancas pero cuando sus ojos oscuros le miraron, Colin se olvidó de que estaba allí para algo más que comérselo con la mirada.
—¿Eres mi premio? —dijo Krum al verlo.
Colin miró hacia atrás esperando ver a alguien más, pero solo estaba él.
—Eres justo mi tipo, bonito y pequeño.
Colin enrojeció de golpe, ¿Viktor Krum le estaba diciendo eso a él?
—Yo soy de El Profeta, venía por la entrevista —dijo mostrando su cámara sintiéndose un novato.
—Oh, qué lastima. —Y para su bochorno y delicia, Krum dejó caer su toalla.
Los ojos de Colin se agrandaron tanto como el diámetro del pene semierecto del atleta.
Krum se acercó hasta él, completamente desnudo.
—¿Estas realmente seguro de que no quieres ser mi premio?
Colin boqueó como un pez fuera del agua y por una fracción de segundo se planteó sus opciones.
¿En qué otro escenario podría cumplir sus fantasías sexuales de una tórrida noche con uno de sus ídolos?
En ninguna.
Los ojos oscuros de Krum le escrutaban con un brillo codicioso y a Colin se le escapó un click haciendo una de las fotos más comprometedoras de su carrera.
Krum sonrió de lado.
—¿Una foto para tu colección?
—No, yo — ¿En serio 6 años de estudios periodísticos para acabar balbuciendo como un estúpido?— le di sin querer.
—Si yo te dejo tener esa foto, tú deberías dejarme tener algo tuyo.
—¿Cómo qué?
Acababa de decir un sí demasiado evidente para alguien que estaba completamente desnudo delante de él.
Krum llevó su mano grande hasta su trasero bien vestido y le dio un fuerte apretón.
—Cuatro horas —dijo Krum— es lo que me queda aquí en Brasil.
Colin se relamió los labios, sabía que estaba ante uno de esos momentos cruciales en la vida.
Tic tac tic tac
—Sí.
—¿Si me das cuatro horas dentro de ti?
—Sí. —Era una completa locura, pero se tiraba a ella de cabeza.
Krum le agarró con la otra mano la nuca y lamió sus labios cerrando el trato.
Le alzó por la cintura como si Colin no pesara nada y él enroscó sus piernas entorno a la cintura del atleta, la polla de Krum se clavó contra la tela de su pantalón.
La otra mano descendió de su nuca a su trasero, gruesos dedos lo acariciaron, esos mismos que manejaban el palo de una escoba con la mayor de las destrezas se abrió paso entre sus nalgas.
Directo y sin frenos le metió uno de ellos arrancándole el primero de los gemidos en aquel vestuario.
Colin volvió al día siguiente a la redacción de El Profeta en Londres, caminar era casi todo un reto, podría haberse aplicado alguna poción contra el dolor muscular, pero entonces ¿cómo recordaría que había sido cierto?
—Craveey, ¿dónde está tu artículo? —le gritó su jefe al verle aparecer.
Colin dejó de sonreír bobamente para darse cuenta que le dolía horrores el culo y todos los músculos de su cuerpo que Krum había usado a su antojo.
No había realizado la entrevista, la única cosa para la que había sido mandado a Brasil.
—Yo… —No poder sentarse no iba a poder ser una excusa válida.
—Ha llegado esto para ti con un enorme cuervo, casi me arranca una mano —se quejó Ginny.
Colin tomó el rollo que su compañera le había tendido para darse cuenta de que era una transcripción.
Una transcripción de una entrevista que él no había hecho a Viktor Krum acompañada de una foto con la copa de Quidditch del búlgaro.
Colin ni siquiera la revisó al entregársela a su jefe lo cual hablaba pestes de su rigor periodístico.
Pero Krum le había salvado el culo que previamente le había roto.
—¿Qué mierda es esto? Pases VIP para toda la temporada del equipo de Krum —dijo su jefe entregándole unas entradas que habían caído al desenrollar el pergamino— Bien hecho, Creevey se ve que has causado buena impresión.
Colin sonrió, pases VIP a todos los partidos, a todos.
Cuando fue a sentarse en su sitio no pudo evitar hacer una mueca de dolor. No estaba calculando los efectos de un campeón de Quidddith en su cuerpo.
—Ya veo que causaste una buena, pero que muy buena impresión —se rio Ginny— conocer a tu héroe siempre deja una dura huella.
Colin enrojeció hasta las orejas y le tiró una pluma a Ginny para que se callara cuando comenzó a hacer gestos soeces.
Pero Colin solo estaba mirando la fecha del próximo partido, una semana más tarde, quizás sí tuviera que ir a por esas lociones.
Un periodista siempre tenía que estar preparado para cualquier eventualidad.
A esta pareja me la saqué alguna de la chistera en algún kink y oye, me gustan un montón.
Besos
Shimi
