Capítulo 3: Una noche de película
Es bien entrado el mediodía en Gold Coast, QLD. Luego de la tormenta del día anterior, el clima parecía volver a la normalidad. En el pronóstico se informaba que el resto de la semana se esperaba un clima soleado, más no había noticia alguna de lluvia. Esto fue la oportunidad para que Bandit Heeler pudiera llevar a sus hijas con Nana, algo que ya tenían planificado pero que no pudo concretarse debido al mal tiempo. Para él se encontraba en una situación difícil de asimilar: ya de por sí tenía que lidiar con la ausencia temporal de su esposa, ahora debía hacer lo mismo con sus hijas. Ellas eran toda su vida y no le agradaba mucho la idea de dejarlas por unos días al cuidado de alguien, independientemente de que fueran parientes o no. No obstante, era una idea con la que Chilli estaba de acuerdo e incluso apoyaba. Él tenía sus dudas, pero creyó que era lo mejor. El hecho de que las niñas pasaran más tiempo con familiares era algo que podía ayudar a distraerlas y no pensar mucho en el viaje de su progenitora.
Bandit se encontraba parado en el portal de la puerta de Nana, mohíno. Su madre puso los ojos en blanco ante el entusiasmo de sus nietas al ingresar a su hogar. Aunque él le daba una lista de cosas que debía evitar darles y varios números por si ocurría una emergencia, ella le pedía que se tranquilizara, asegurándole que ellas estarían en buenas manos. Él estuvo de acuerdo y le agradeció por su ayuda. Fue así como se despidió de sus hijas, no sin antes decirles que tengan cuidado y que lo pasen bien.
Ya afuera, Bandit suspiró y se preparó mentalmente por unos segundos, comenzando el tedioso proceso de discurrir como pasaría los siguientes días completamente solo. Mientras comenzaba a caminar por una calle cercana al hogar de Nana, su nariz percibió un olor familiar. Sus oídos se movieron cuando escuchó unos pasos a su lado. Se detuvo y se giró, pero no vio a nadie. Creyendo que se trataba de su imaginación, se dispuso a seguir su camino, cuando sorpresivamente alguien lo agarró por detrás. Bandit trataba de zafarse, pero aquel individuo lo apretaba con más fuerza mientras soltaba unas pequeñas risas. El forcejeo duró menos de un minuto, ya que el individuo finalmente dejó libre a Bandit y este cayó al suelo, completamente agitado.
—"No esperabas este recibimiento, ¿Verdad?", preguntó aquel individuo.
Bandit jadeaba mientras alzaba la mirada y se sorprendió al ver a quien tenía de pie frente a él.
—"¡Rad!", exclamó.
—"Vamos, levántate", extendió la mano para ayudar a su hermano.
—"Estás aquí…", dijo mientras se levantaba, llevándose consigo un dolor de espalda. "Sabía que ese aroma a champú de leche de almendras se me hacía familiar", soltó a modo de chiste mientras su hermano ponía los ojos en blanco.
—"Yo también te he extrañado mucho", sonrió, en un tono casi zumbón.
—"¿Qué estás haciendo aquí?"
—"Vine para pasar un fin de semana. Quería visitar primero a mamá, pero parece que te me adelantaste", explicó.
—"Ohh, sí", se rascó la nuca, "Digamos que tuve que encargarme de unos asuntos".
—"¿Emergencias de última?", Rad intentó adivinar.
—"Algo así…", enunció, sin escatimar en detalles.
—"¿Cómo está el viaje de Chilli?", inquirió.
Bandit se sorprendió. "¿Cómo es que…?", no alcanzó a terminar, ya que su hermano le interrumpió.
—"Mamá me lo contó".
Bandit se mostró descontento. Parecía que solo reaccionaba así con respecto al tema de su esposa. Normalmente tenía el control incluso de las situaciones más intimidantes y hasta avergonzantes, pero el hablar sobre la ausencia de Chilli era algo que aún le costaba afrontar, como si le hiciera sentir incómodo. No es que le importara que los demás miembros de su familia supieran del asunto, a fin de cuentas, tarde o temprano los rumores llegan a oídos de cada quien, pero últimamente se estaba volviendo muy exigente en cuanto a que su vida privada fuera privada.
—"¿Cuándo pensabas decírmelo?", le cuestionó.
—"No es que fuera importante…", parloteó sin muchos ánimos.
—"Bandit", se cruzó de brazos mientras fruncía el ceño. "Entiendo lo difícil que debe ser para ti estar alejado de ella, pero somos familia", se acercó para colocar la mano en su hombro, "Sabes que puedes contarme si ocurre algo malo".
Era bueno saber que Bandit tenía a alguien así de su lado. Necesitaba personas en su vida que se preocuparan por él, no por lo que él podía hacer por ellos. Ciertamente Rad era de los que preocupaban por su familia, a pesar de que no podía visitarlos tanto como le gustaría.
—"Fue una mala idea, si me lo preguntas", inhaló y exhaló mientras se giraba, dándole la espalda a su hermano. "Se suponía que yo me encargaría de todo y creí que podría... pero aún no ha pasado una semana y apenas puedo con algunas cosas". Rad puso una mirada preocupante. "Realmente no me gustaba la idea de que se fuera por dos semanas, pero…", resopló, cabizbajo, "pero iba a ser una persona realmente terrible si no la apoyaba con su decisión".
—"No hay nada terrible en ti". Bandit se giró, notando una sonrisa de comprensión en su rostro. "Creo que estás haciendo tu mejor esfuerzo".
—"¿Tú crees?"
—"Claro", asintió, "Deberías relajarte un poco", recomendó, "¿Has estado alguna vez en Tailandia? He oído que es hermosa en esta época del año. Deberíamos hacer un viaje juntos. Es bueno para una relación viajar, ¿No? Creo que Frisky me lo dijo una vez".
—"¿Qué?" Bandit lo miró fijamente. Rad le devolvió la mirada, casi igual de sorprendido por lo que había dicho. "¿Frisky también está aquí?"
—"Así es", asintió, "Mamá tenía muchas ganas de vernos a ambos".
—"Eso es genial"
—"Sí… bueno…", Rad se mostró algo nervioso, "Hace unas noches hicimos video llamada. Mamá le preguntaba cosas y no sé cómo pasó esto, pero al parecer Frisky le dijo que estoy comprometido. Y estamos viviendo juntos… Pero ella se invitó a quedarse en mi casa cuando todavía no habíamos hablado de pasar una noche juntos, y mucho menos de algo más permanente". La boca de Rad se frunció como lo hacía cuando tenía que decir algo que normalmente evitaría decirle a la gente.
—"Oh", Bandit se sorprendió un poco, "¿Ella cree que están comprometidos?"
—"Mamá sí, o al menos creía que estoy comprometido con alguien", declaró. "Al parecer Frisky no mencionó nombres. Lo siento, supongo que mamá dijo un nombre al azar y por alguna razón Frisky se puso a la defensiva por algo que dijo acerca de que yo no podía mantener una relación y…"
—"Y ella estaba defendiéndote", terminó la oración por él.
—"Así es", él sonrió desconcertado. "Agradezco que lo haya hecho, pero esto me pone un poco de los nervios. No esperaba salir de vacaciones para visitar a la familia y terminar hablando de compromisos".
—"Sabes que huir del país es una opción más fácil que fingir tu muerte ¿Verdad?", soltó a modo de broma, "Aunque sería interesante saber quién haría tu panegírico".
Rad lo golpeó en el brazo. "Eso no es divertido".
—"Oye, tranquilo", alzó las manos.
—"Como sea", cambió de tema, "¿Las niñas están con mamá?".
—"Así es", asintió. "Sería bueno que las visites", le recomendó. "Estoy seguro de que estarán felices de ver a su tío favorito", le guiñó el ojo.
Rad sonrió. "Claro, eso haré".
Ambos comenzaron a caminar a sus respectivos destinos, hasta que Bandit fue detenido por un "¡Espera!" de Rad.
—"¿Qué sucede?", se giró para ver a su hermano.
—"No iré a ninguna parte hasta la próxima semana", manifestó, "Pensé que a lo mejor podríamos hacer algo juntos. Tú sabes, como antes".
Bandit lo pensó por unos segundos y respondió "Sí, creo que sería una buena idea".
—"¿Te parece bien una parrillada? Podría invitar a Frisky".
Bandit asintió. "Me parece bien"
Bandit llegó a casa, frustrado por el estado de impotencia en el que estaba atrapado, dejó escapar un fuerte resoplido que resonó en los largos pasillos de la casa vacía y en los oídos sordos de las sólidas paredes.
Fue a la vez una seguridad y un dolor darse cuenta de que no había nadie alrededor que lo molestara con atenciones innecesarias por cada una de sus acciones, ni personas que se pararan frente a él para escucharlo sobre sus pensamientos con respecto a sus preocupaciones. Solo eso se convirtió en la marcada diferencia de su insondable vida en comparación con los restos de sus recuerdos que aún conservaban innumerables aventuras que quizás la mayoría no podría alcanzar. A medida que se encargaba de los quehaceres de la casa, una vez más había encontrado un terreno neutral en el que permanecer; entre ser un destacado arqueólogo y ahora, entre las cargas de su vida anterior y los valores de la actual. Nada parecía favorecerlo nunca, con toda honestidad.
Cuando Bandit se dispuso a colgar la ropa mojada en el patio, observó por un momento en lontananza y frunció el ceño cuando notó unas pequeñas risas provenientes del patio de su vecina. Solo había pasado menos de un día desde la última vez que se vio con Wendy, pero había algo en él que le hacía preguntarse cómo estaba ella y qué estaba pasando en su sencilla casa. Incapaz de evitar su curiosidad, colgó la última prenda antes de dirigirse hasta la cerca que separaba ambas casas. Mientras caminaba, pudo identificar que aquellas risas eran de Wendy y Judo. Sus dudas quedaron confirmadas cuando pudo ver a madre e hija sentadas en el jardín, leyendo un libro, mientras soltaban carcajadas por las redacciones de cada una. Sin darse cuenta, Bandit se encontró incapaz de dejar de mirar a su vecina, y simplemente se quedó allí mientras la veía como se divertía con su hija. Pudo sentir una calidez extenderse por su pecho ante lo hermosamente que su expresión se iluminaba de alegría, cuando de repente ella miró en su dirección y finalmente lo notó, él se sacudió mentalmente cuando sus ojos se encontraron con los de ella.
—"¿Bandit?" preguntó con un pequeño ceño de confusión.
—"Ah… Hola", saludó, con nerviosismo.
Wendy se disculpó un momento con su hija, se levantó y se acercó a su vecino, preguntándole "¿Qué estás haciendo aquí?"
—"Yo… Ahh… Quería saber cómo estabas", soltó, con cierta inquietud.
—"Pues… estoy bien", dijo con una amplia sonrisa, "Y ¿Tú?".
Los dos empezaron a charlar, sin darse cuenta de que Judo los miraba desde lejos con cierto resquemor.
—"¿Dónde están Bluey y Bingo?", preguntó Wendy al no notarlas por ningún lado.
Bandit luchó contra la chispa de emoción que provocó su pregunta y dudó antes de responder sinceramente: "Están con mi madre por unos días".
—"Oh…", reaccionó con una expresión estupefacta. "Entonces… ¿Estás solo?", Bandit asintió levemente ante esto. "Bueno… te agradezco que hayas venido a saludar".
Él le dio una pequeña sonrisa ante su comentario. "Perdóname si me he entrometido... "
—"¡NO-NO!", le interrumpió rápidamente mientras agitaba las manos al aire. "Al contrario. Para mí también es un gusto saber cómo estás".
—"Oh", respondió con una pequeña risa. "De todas formas no quiero entrometerme. Supongo que ya tienes planes con Judo", soltó al notar que la pequeña los observaba para luego desviar su mirada al libro cuando hicieron contacto visual. "Debería regresar a mi casa, de todos modos, todavía tengo algunas tareas que hacer".
—"¿Necesitas un poco de ayuda?", se ofreció.
—"Oh, no, no podría pedirte eso", dijo mientras levantaba las manos. "Aprecio tu oferta, pero creo que puedo hacerlo por mi cuenta. Gracias de cualquier forma".
Ella le sonrió una vez más. "Gracias por venir, fue un placer verte de nuevo".
Él le devolvió la sonrisa. "Lo mismo digo", respondió antes de darse la vuelta.
Mientras regresaba a su propia casa, Bandit fue detenido por un "¡ESPERA!" de Wendy. Él se giró para ver como su vecina mantenía una sonrisa un tanto forzada.
—"Lo siento, he estado tratando de reunir el coraje para preguntarte algo". Respiró hondo y miró alrededor de la casa por un segundo antes de mirar a Bandit una vez más. "¿Estarás ocupado... luego de las tareas?"
Bandit negó con la cabeza. "Además de ponerme al día con un par de programas, estoy totalmente libre".
—"Entonces… ¿Te gustaría quizás cenar con nosotras?"
Bandit no pudo evitar sonreír. "¿Me estás invitando?", Wendy simplemente asintió y le sonrió tímidamente. "Me encantaría cenar ustedes".
Más tarde.
Bandit cruzó el corto camino desde su casa sencilla hasta la de Wendy, la cual era un poco idéntica desde los techos en ángulo hasta las ventanas laterales.
Debido a que no le había dado tiempo de ir a comprar algo y no tenía idea de que llevar, cargó dos loncheras con barras de limón. Como no había nadie en casa, él tenía que prepararse su propia comida, fue así como intentó hornear algo, por lo que creyó que aquellas barras tenían que ser suficientes, aunque no estaba seguro si le encantarían.
El Heeler azul realizó una pequeña hazaña de malabarismo con las loncheras, liberando sus brazos el tiempo suficiente para extender su mano y tocar la puerta de su vecina. Podía oír el timbre resonando por dentro, acompañado de un extraño sonido de fondo que no lograba identificar. Dio un pequeño paso atrás, sintiendo que el pánico comenzaba a crecer. Había venido, pero no había pensado en lo que iba a decir o hacer una vez que estuviera aquí. No es que no pensara en Wendy como un alguien compleja y llena de matices, pero no pudo evitar preguntarse cuántas personas había dejado entrar a su casa.
Los ojos de Bandit empezaron a vagar, era extraño. Empezaba a notar cosas, como que a la casa le vendría bien una nueva capa de pintura, o que el felpudo normalmente recto y adecuado parecía haber sido empujado hacia un lado.
Bandit no estaba seguro de si se arrepentía de haber aceptado la invitación de su vecina o no. No le importaba permanecer en su porche más tiempo del que estaba acostumbrado. Pero en ese momento, recordando el tiempo que pasó con ella y recibiendo el agradable aire fresco que le agrietaba las mejillas, agradeció el tiempo extra.
Bandit estaba a punto de tocar el timbre nuevamente cuando escuchó unos pasos ligeros acercándose a la puerta. Respirando profundamente, se preparó para cada reacción que pudiera imaginar. Finalmente, la puerta se abrió y se encontró frente a una Wendy que nunca había visto antes: vistiendo un delantal rosa, con el pelo cubierto por una bandana roja, y sus ojos marrones, profundos como chispas de chocolate en un dulce pastel de ángel. Ella le miró durante un largo segundo, luego dejó escapar una pequeña risita.
—"¡Bueno, mira quién decidió aparecer!"
Parecía relajada y cómoda, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
—"Me alegra mucho que hayas decidido aceptar mi oferta". Ella lo saludó y se hizo a un lado de la puerta para permitirle la entrada a la casa.
Bandit se rió, entregándole las loncheras. "Yo también me alegro".
Bandit echó una rápida mirada a la casa mientras Wendy cerraba la puerta detrás de él. Era diferente de lo que imaginaba. La casa parecía un piso de soltera. Claramente se notaba que había sufrido algunas modificaciones interiores recientemente.
Mientras Wendy llevaba las delicias a la cocina, Bandit miró alrededor de su entrada, admirando las decoraciones. Las fotos en las paredes revelaban un pasado, un presente. Miembros de la familia felices. Había alguien ausente. Libros infantiles esparcidos por el lugar, ella era la protagonista. Un astronauta, un médico. Todo lo que ella no era. Todo lo que él no sabía. Aun así, había muchas cosas que ella le había contado. ¿Había absorbido pasivamente todo el conocimiento?
Bandit siguió a Wendy sin saber qué esperar a continuación. La sala de estar de su casa era un espacio generosamente abierto, las paredes de color arena estaban decoradas con carteles de sus músicos favoritos y cuadros de varios estilos artísticos. Sus plantas estaban bien cuidadas, incluso cuando ella no estaba en casa. Tenía un reproductor de vinilo, pero estaba en silencio. Grandes ventanas abiertas que de seguro dejaban entrar la cálida luz del sol de la mañana.
Lo que más le llamó la atención al Heeler azul era ver a Judo sentada en el sofá de la sala, mirando la televisión. Él la saludó, pero ella solo levantó la mano, sin mirarlo y sin medir una palabra. Creyó que a lo mejor estaba tan concentrada con lo que veía que lo mejor era no molestarla, por lo que volcó toda su atención hacia Wendy.
Por un momento solo se miraron el uno al otro, el rostro de Bandit no traicionaba ninguna emoción mientras los labios de Wendy se curvaban en una enorme sonrisa.
Bandit continuó examinando la casa hasta que Wendy se le acercó.
—"La comida tardará un poco. ¿Podría… ofrecerle algo de beber mientras tanto?"
Bandit lo pensó por un momento. "Una taza de té estaría bien".
—"¿Leche? ¿Azúcar?"
—"Sólo leche".
Wendy desapareció en su cocina y Bandit se encontró perdido. ¿Debería tomar asiento? ¿Por qué demonios estaba todavía aquí? Se sintió fuera de lugar. No debería estar en casa de una mujer bonita y joven, no así. Con torpeza, Bandit tomó asiento. Fue casi reconfortante.
Wendy lo había estado viendo por un tiempo. Le dio algo de risa y ternura por estar tan callado y tímido; ya llevaba unos minutos mirando a la nada.
Ella estaba concentrada en ver cada detalle de él aprovechando su distracción; Sus ojos profundos, su pelaje de tres colores distintos. No podía decir mucho sobre el cuerpo. Su constitución era bastante aceptable. Estaba algo robusto, pero su altura y sus brazos tonificados lo compensaban todo. Al imaginarlo entrenando en muchas situaciones, se formó una sonrisa en sus labios y sus mejillas se tiñeron ligeramente de rosa. Bandit era atractivo, Nana realmente había brillado al crearlo.
Wendy no iba a reprimirse ni posponer las intenciones que habían estado atormentando su mente durante bastante tiempo. Regresó a la sala con la taza té, la cual puso en la mesa, y lentamente se acercó a Bandit, que todavía estaba perdido en sus pensamientos. Su mano pasó a estar en la mejilla del otro; Sus dedos acariciaron delicadamente su piel y lo hicieron saltar. Ella se rió, divertida.
—"Estás muy distraído, Romeo". El apodo era como a ella le gustaba llamarlo, sabía que no estaban jugando, pero a ella le encantaba poner apodos a las personas con las que consideraba que tenía cierta confianza, él no era la excepción y eso no parecía molestarle.
Los ojos de Bandit se centraron en ella, no expresaba mucho, era neutral ante su acercamiento. Y no era la primera vez que Wendy lo tocaba de esa manera. Se estaba volviendo casi una costumbre que ella lo hiciera en cada visita. Sabía que a ella le gustaba tocarlo. Sus caricias eran suaves y era la razón por la que lo llenaba de una inmensa serenidad. Para alguien que no estaba recibiendo ese tipo de trato, era agradable.
—"Sí, lo siento mucho". Bandit entrecerró los ojos mientras el pulgar de su vecina acariciaba su mejilla nuevamente. Él suspiró y se apoyó en su mano sin culpa ni arrepentimiento.
—"El trabajo te desgasta, ¿eh? Pobrecito", se lamentó, prosiguiendo con la caricia.
La calma absoluta y la confianza entre ellos fue interrumpida con la repentina aparición de Judo, quien se puso en el medio.
—"¡Mamá! Hazme un té a mí también", exigió la niña y los rostros de ambos se contrajeron ante la situación.
—"Ahh… Claro, cariño", respondió Wendy un tanto confundida.
Mientras Wendy se dirigió a la cocina, Judo acercó un taburete y se quedó en el mismo lugar, sin dirigir su mirada hacia Bandit. Él intentaba estudiarla. Por su actitud, creía que algo le molestaba. Parecía aportar una fuerza terriblemente antinatural. Enojo. Judo estaba enojada. No sólo se sentía frustrada o molesta por un pequeño detalle. No, estaba enojada. ¿Sería difícil de gestionar? Bandit no lo sabía; Había visto muy poco a Judo enojada y dependiendo de la causa de su enojo, todo era diferente de manejar. Así que Bandit buscó en su mente cualquier cosa que pudiera haber molestado a Judo. Estaba seguro de que tenía que ver con su visita, pero ¿Por qué?
Wendy regresó poco después, entregándole la taza de té a su hija.
—"Gracias, mamá", Judo tomó un sorbo e inmediatamente estiró su brazo para sacar una barra de la lonchera que estaba en la mesa. "¿Qué es esto?"
—"Solo algo que cociné", respondió Bandit. "Me hubiera gustado preparar algo más refinado, pero no tuve tiempo".
—"Hmm...", Judo le dio un mordisco rápido. "Bueno, creo que es el mejor postre de limón que he probado…". Bandit estuvo a punto de agradecerle, pero Judo agregó rápidamente "Aunque me gustan más los que prepara Tessa".
—"¡Judo!", gritó Wendy
—"¿Qué?", Judo puso la barra sobre la mesa.
Bandit, lejos de molestarse, se mostró curioso con el comentario de Judo. "¿Quién es Tessa?"
—"¡Oh! No tiene importancia…", Wendy hizo un gesto con la mano e intentó desviar la conversación a otro lado, pero Judo respondió como si nada.
—"Es la señorita que hace las tareas en casa de mi padre".
—"¿Ah sí?", si Bandit hubiera prestado un poco más de atención, habría visto la sonrisa que se apagó en el rostro de Wendy.
Judo asintió con firmeza. "Así es".
Wendy se rascaba la cabeza como un niño tímido que había roto un jarrón. "Cariño, ¿Por qué no terminas de ver tu programa favorito?"
—"Ya terminé", respondió. "Y no hay nada bueno para ver", se quejó.
—"Pues… Mejor ve a tu cuarto y lee algo", sugirió, reprimiendo una risita nerviosa.
—"¿Por qué?", cuestionó, mirando a su madre. "Estoy a punto de hablarle de papá". Puso una mirada desafiante, "Eso no tiene nada de malo, ¿Verdad?"
Por un momento, esos segundos silenciosos se sienten como dagas para Wendy. Hay un dolor en su pecho ante la palabra, ante la voz, ante su hija.
Judo se giró para hablarle a Bandit. "Tessa se encarga de las cosas que no puede hacer papá, ya que trabaja mucho", explicó. "La última vez que estuve con él tenía mucho papeleo que terminar".
Bandit exhala. "Oh", y asiente, ligeramente desconcertado.
—"El negocio de papá es excelente". La expresión de Judo se suavizó. "Él siempre se toma en serio lo que realmente quiere..."
—"¿Y qué se supone que significa eso?", Bandit frunció el ceño.
—"Que papá siempre consigue lo que quiere". Aseguró, con una certeza sólida como una roca.
Hasta ahora, Wendy todavía estaba luchando por controlarse, pero el último comentario fue demasiado. Wendy le dirigió una mirada sufrida y cómplice. "Judo, cariño, por favor, ¿Podrías no mencionar eso ahora?". Aunque no estaba sonriendo, su actitud sugirió que el comportamiento de su hija no fue exactamente agradable.
—"Está bien…", respondió Judo fríamente. Las palabras bailan en su lengua, palabras demasiado pequeñas para resumir el sentimiento.
Cuando Judo bebió otro sorbo de té, Bandit se percató de que la taza tenía una imagen acompañada de algo apenas leíble. Probablemente había sido lavada tantas veces que se borró con el tiempo. "¿Qué es lo que dice esa taza?"
Judo resopló, inflando sus mejillas, y se retiró de mala gana. Wendy se puso la palma de la mano en la cara en una muestra de exasperación.
—"¿Dije algo malo?", preguntó, sin comprender lo que acababa de pasar.
—"No. Solo… No vuelvas a preguntar eso nunca más".
Algo estaba pasando con Judo. Parecía angustiada, enojada, molesta, con tantas emociones. Parecía querer hablar de un pasado que Bandit desconocía. El dolor en el rostro de su vecina, en sus ojos, algo la desgarraba por dentro. ¿Qué no le estaba diciendo Wendy? ¿Qué le estaba ocultando?
Hay palabras flotando en el aire, millones de ellas. Bandit debería tender la mano, tratar de agarrarlas y comprender la dicotomía entre ambas mujeres.
Hay una sensación de regresión en el aire, arañando la piel de ella, y siente como si se estuviera escondiendo de algo o alguien mientras él no lo entiende. No son las palabras lo que resulta desconcertante, son las emociones detrás de ellas, el matiz y el peso detrás de la más mínima inflexión.
Luego de aquel momento incómodo, Wendy se dispuso a terminar de cocinar. Bandit se encontraba de pie a su lado, escuchándola y ayudándole con las cosas que le faltaban.
—"Te juro que Judo no es así", Wendy se disculpó por el comportamiento de su hija, mientras su rostro se arruga de vergüenza. "Realmente es tierna y divertida, es solo que...", resopla, "A veces se comporta de una manera que ni yo logro comprender".
—"... ¿Tiene que ver con su padre?". Bandit supo cuando Judo lo mencionó en ese tono y con ese énfasis al final que estaba a punto de comenzar una discusión que probablemente arruinaría el humor de Wendy. Realmente no se equivocó.
La mandíbula de Wendy se apretó mientras miraba al suelo, suspirando decepcionada. No esperaba hablar de ese tema. Sabía que eventualmente varios asuntos saldrían a colación, pero de todas las cosas que pensaba, esa estaba en la última parte de la lista. "No sé por qué, pero le gusta hablar de su padre en los momentos menos oportunos".
—"¿Ya has hablado con ella?"
—"Lo intenté", Wendy sirvió cuidadosamente el platillo que estaba preparando, "Pero no tiene caso. Ella ama a su padre tanto como a mí".
Bandit esperaba reflexionar más sobre ello. Pensaba que quizás tendría una solución concreta mientras más indagaba en el asunto, pero por el momento intentó no hacer demasiadas preguntas para no molestar a nadie.
Wendy finalmente terminó de servir el platillo en cada uno de los platos.
—"Hazme un favor y avísale a Judo que la cena ya está lista".
Bandit tragó saliva. "¿Estás segura? No creo que sea una buena idea que yo lo haga".
—"Claro que sí", aseguró, "Lo harás bien".
Bandit expresó sus dudas. "Pero… ¿Qué pasa si se niega a venir?".
—"Convéncela".
—"¿Cómo voy a hacer eso?".
—"Eres muy bueno con los niños. Seguro algo se te ocurrirá".
—"No creo que seré una buena compañía…".
—"Eres la mejor compañía".
—"Pero… ¿No crees que soy aburrido?"
Wendy se giró para ponerle las manos en sus hombros y mirarlo seriamente. "El día que me aburras será el día en que nevará en el infierno".
Bandit estudió su rostro y lo único que ve es calma. "Está bien. Yo... le avisaré".
Siguiendo las indicaciones de Wendy, Bandit caminó por el corto pasillo de la sala de estar. Al pasar, echó un vistazo rápido a través de una puerta entreabierta para ver a Judo reclinada en su cama, manteniendo una expresión seria mientras leía un libro.
Bandit caminó hasta su habitación y llamó a la puerta.
—"Toc-Toc, ¿Hay alguien aquí?".
Ella no hizo caso.
—"Ehh… ¿Judo?".
La niña levantó la vista de su libro y parpadeó. "¿Qué quieres?".
—"Solo vine a decirte que la comida ya está lista".
—"Ya lo sé", dijo y volvió a centrar su atención en su libro.
—"Tu madre está esperándote".
Judo asintió sin mirarlo.
—"Ella me pidió que te avisara".
Judo lo miró fijamente y dijo rotundamente: "Iré en un momento". Volvió a su libro.
Probablemente Judo no quería que la molestaran. Bandit decidió que si podía caminar silenciosamente hasta la puerta y simplemente echar un vistazo sin que ella se diera cuenta, podría satisfacer la petición de Wendy y no perturbar la privacidad de Judo. Fue así como caminó silenciosamente por el pasillo alfombrado hasta que pudo ver a la niña a través de la puerta. Todavía estaba sentada de espaldas a la cabecera, pero había acercado las rodillas al pecho y apoyado el libro sobre ellas. A su lado había un tigre de peluche. Bandit sonrió ante eso.
Bandit estaba a punto de hablar cuando Judo de repente dejó su libro a un lado y lo miró seriamente.
—"¿Desde hace cuánto?", preguntó de un modo acusatorio.
Bandit se mostró confundido. "¿Disculpa?".
—"¿Desde hace cuánto que se gustan?".
Hubo una pausa incómoda. Por un momento, Bandit se quedó atónito al escuchar esa oración. Hizo gestos vagos antes de finalmente encontrar lo que quería decir.
—"Judo… Creo que estás confundida".
—"No lo estoy", aseguró, en un tono desafiante. "¿Sabes por qué ayudé a Bluey y Bingo con el juego de la cena? Porque quería saber si mamá y tú realmente se gustaban", reveló. "Y tenía razón", continuó, "Vi muy bien cómo mamá te miraba. Era una mirada de enamorada", sentenció.
Eso le hizo perder la razón. Las dudas de antes se multiplicaron. Por un momento Bandit se llegó a cuestionar las palabras de Judo, y con ello cada vez se iba disipando la interrogante de aquella noche: Wendy no había actuado por impulso, ella… ¿Lo amaba? No, tenía que ser un error. Y aún si fuera cierto, las posibilidades de que ese fuera el caso eran escasas o nulas. ¿Acaso Judo se había hecho una mala idea al igual que su madre? ¿Era por ese motivo que se estaba comportando de esa manera? Ahora... no estaba seguro de qué pensar.
Bandit respiró hondo e intentó entablar una pequeña charla. "Judo… Tu mamá y yo solo somos amigos"
—"¡No mientas!", gritó indignada. "No eres el primero que sale con mamá".
Las cejas de Judo se fruncen con enojo y los ojos de Bandit se abren como platos. "¿Qué?".
—"Mamá ya ha salido con otros hombres, pero ninguno de ellos se convirtió en su pareja ¿Sabes por qué? Porque mamá solo ama a papá, y estoy segura de que ellos volverán a estar juntos como antes". Sostuvo solo para cruzarse de brazos luego y mirar a otro lado.
Bandit se da cuenta de que la tenacidad de Judo no podrá evitarse. Suspiró y se frotó el puente de la nariz. "Escucha, yo no sé qué es lo que piensas, pero te aseguro que entre tu madre y yo no pasa nada". Se acercó lentamente y se sentó en la cama, a su lado. "Repito: ella y yo solo somos amigos".
—"Sí, claro…", siseó.
—"Te estoy diciendo la verdad".
—"Entonces… ¿No te gusta mamá?", ladeó la cabeza, volviendo a mirarlo seriamente.
Bandit no respondió, lo que hizo que la confianza Judo flaqueara. "Lo sabía".
Ella debió interpretar su gesto como indiferencia por su parte y él trataba torpemente de explicarse, pero la situación lo hacía sentir más incómodo de lo que estaba, lo cual se le dificultaba a la hora de expresarse.
Ahora sabía por qué Judo había sido tan contundente con sus palabras: tenía que ver con sentimientos encontrados, y Bandit quería cumplir su parte de la promesa con Wendy. Aunque no es un tema de conversación que esté acostumbrado a tener regularmente, estaba dispuesto a hablar sobre cualquier cosa que la estuviera molestando en ese momento y terminar con esa diatriba.
—"No pretendo tener nada con tu madre", insistió, "Yo amo a la mamá de Bluey. La he amado toda mi vida. Yo…", hizo una pausa y su voz se puso rígida. "Yo no sé lo que pasaría si ella ya no existiera para mí". Miró hacia abajo un momento y pudo continuar. "Wendy es una mamá maravillosa y tienes suerte de tenerla", admitió. "Estoy seguro de que pase lo que pase, nadie reemplazará nunca a tu familia".
Judo pudo notar cierta sinceridad en las palabras de Bandit. Al voltear, él la miraba con una mirada comprensible. Dudó por unos segundos, y él notó como su rostro se iba suavizando.
—"¿Cómo sé que dices la verdad?", puso una mirada astuta.
Bandit la miró con una mirada inocente. "¿Te mentiría yo?"
Judo no puede evitar buscar los ojos de Bandit. Su inquietud dice que la dejará si es honesta. Ella elige confiar.
—"Está bien, te creeré por ahora…", dijo finalmente. "Pero si me mientes, me convertiré en una científica loca si eso es lo que hace falta para descubrir cómo devolverte el daño".
Bandit asintió. "Me parece un buen trato".
—"Ahora vamos a comer, que me muero de hambre", ordenó.
—"Me sacaste las palabras de la boca", dijo Bandit con su habitual sonrisa. "Parece que podemos llevarnos bien, al menos cuando queremos".
Judo dejó escapar una pequeña risa. "Sí, bueno, no te acostumbres".
—"Ni se me ocurriría".
Fue así como ambos salieron de la habitación y se sintieron increíblemente extraños después de su primera interacción genuina y amistosa en solitario. Wendy los esperaba, sentada en el borde de la mesa.
—"Veo que ustedes dos se llevan bien".
—"Llegamos a un acuerdo", Bandit cruzó los brazos detrás de la cabeza y le guiñó el ojo a Judo.
Allí estaba otra vez. Esta expresión en su rostro. Era algo extraño, por mucho que lo viera, nunca lo comprendía del todo. Le reconfortó un poco ver a Wendy sonriendo. Había cumplido su promesa satisfactoriamente.
Las mujeres y Bandit se reunieron a la mesa. Judo apenas hizo algunas preguntas, pero Bandit necesitó muy pocos estímulos para hablar sobre sí mismo. Normalmente era hablador, pero tenía que concederles la charla a ambas mujeres, él sabía cuándo quedarse callado. Solo se limitó a asentir suavemente.
Bandit comió tranquilamente. Nada mal. Tenía que admitir que era mejor que lo que pretendía cocinarse.
—"Mamá era atleta", declaró. "Era súper rápida".
Wendy agradeció el halago de su hija. "Era campo traviesa", aclaró, "Y la verdad no era tan buena…"
—"¿Por eso te dieron una beca?", puso una mirada pícara, "¿Por qué no tenías talento?".
Wendy puso los ojos en blanco y admitió. "Está bien. Hace mucho tiempo era…", hizo un gesto con las manos, "Era muy buena", se inclinó hacia su hija, "¿Satisfecha?".
Bandit sonrió sorprendido. "¿Estudiaste en una buena universidad?".
—"No, en una estatal", aseguró. "No pude irme debido a asuntos personales".
—"¿Qué pasó?".
—"Pues…".
Judo la interrumpió. "Se embarazó, de mí".
Wendy le dedicó una sonrisa fulminante a su hija, y esta la miró con incredulidad. Ambas mujeres estuvieron así durante unos segundos que comenzaron a ignorar al hombre sentado a su mesa, como si hubieran olvidado que estaba allí. Para cuando se dieron cuenta, regresaron a la normalidad y siguieron hablando como si nada.
—"¿Te gusta leer?", preguntó Judo, mirando a Bandit.
El Heeler azul asintió, respiró y estaba a punto de contestarle, cuando Wendy habló por él.
—"¡Por supuesto!" exclamó, "Bandit es arqueólogo. Seguro ha leído cientos de libros", soltó una risita y luego dirigió su atención a su vecino. "Di alguna cita de tu filósofo favorito".
Bandit pensó por un momento y cambió de tono al hablar. "A veces las palabras son complicadas y las respuestas son simples".
—"¡Uh! ¡Esa la sé!", Wendy se sobresaltó un poco. "Espera, no me digas…", intentó adivinar. "Es de Voltaire, ¿Cierto?"
Bandit negó con la cabeza. "Dr. Seuss"
Wendy reaccionó insensata. Judo hizo un sonido parecido a una tos. Bandit la miró y se dio cuenta de que era una risa ahogada. Él enarcó las cejas y ella apretó los labios como para ocultar su sonrisa.
Cuando terminó la cena, Wendy se levanta y recoge todos los platos. Bandit quiso ayudarla, pero ella se negó. Se detiene mientras deposita los platos en el fregadero para lavarlos un poco y limpiar silenciosamente su cocina, dejando a Bandit con la compañía de Judo y un cómodo silencio.
Judo aprovechó para hablarle a Bandit brevemente y discretamente sobre su padre. Sabía que su madre se molestaría si estaba presente. En cambio, Bandit era mucho más abierto. Cualquiera que fuera su objetivo, hablar sobre eso la distraía bastante.
Cada tanto, Wendy miraba hacia la sala de estar y le encantaba ver como Judo y Bandit parecían entablar una conversación tranquila. Por un momento, pudo sentir que sus malas sensaciones se desvanecían, como tratar de sostener agua en sus manos y verla caer a la tierra, luego el momento pasó y parte de su inquietud disminuyó.
En un momento, Judo le contó que, aunque le gustaba la casa de su padre, a veces no podía soportar estar en una ciudad tan grande.
—"Vivir allá no es tan genial como uno piensa", manifestó. "A veces te puedes perder con tanta gente y edificios".
—"Ya veo", Bandit asintió, "¿Y te gusta vivir aquí?", preguntó, sin ningún interés particular en su voz.
—"Es genial", admitió, "Al menos aquí tengo amigos…".
Por la manera en que Judo reaccionó cabizbaja, sabía que había tocado un punto sensible. Bandit trató de buscar otro tema para hablar.
—"Entonces… ¿Cuál es tu película favorita?".
—"¡Muchas!", la cabeza de Judo se levantó de golpe. "Pero hay una que me encanta mucho…"
Judo se levantó de la silla y se dirigió a la estantería cerca del televisor. Volvió con un DVD que le entregó a Bandit. Inmediatamente reconoce el título: 'Ice Lion'. Se trataba una película animada musical.
—"Ah, he oído hablar de esto...", comentó Bandit mientras leía rápidamente la sinopsis en la contraportada.
—"¿Ya la has visto?", preguntó Judo.
Bandit se frotó la nuca con nerviosismo. "No he tenido la oportunidad", respondió.
Judo puso cara de asombro. "¿Por qué no la vemos ahora?", sugirió.
Bandit no estaba seguro, pero a Wendy le pareció una buena idea. El Heeler azul no pudo negarse ante las sonrisas de ambas mujeres.
Momentos después, los tres están sentados en el sofá. Al igual que hace unas horas, Judo había decidido sentarse en el medio. Wendy trajo palomitas de maíz recién hechas, aunque tenía la regla de no ponerle mantequilla.
—"No te preocupes si no entiendes algo, yo te explicaré", dijo Judo, mirando a Bandit con una sonrisa juguetona.
Bandit puso los ojos en blanco. "Sí, sí. Sólo espera a que empiece la película", metió la mano en el cubo de palomitas de maíz y se las llevó a la boca justo cuando la película estaba comenzando. Se acomodó, listo para pasar unas horas relativamente tranquilas.
Al principio a Bandit no le llamó mucho la atención la película, podía ser una cualquiera que miraría con sus hijas, lo cual le hizo pensar que debían estar pasándola bien con su madre.
Media hora más tarde y todo parecía ir bien. Instintivamente, Bandit miró por encima del hombro encuentra a Wendy mirándolo con una sonrisa. Cuando nota esa sonrisa iluminando su rostro mientras los personajes cantan, no puede evitar disfrutar la película un poco.
En un momento, durante unos segundos, Judo había cantado una parte del musical, lo que llamó la atención de Bandit. Cuando se dio cuenta, se tapó la boca inmediatamente.
—"¡Judo! ¡Eso fue increíble!", la felicitó, pero ella se cubría el rostro de vergüenza. "¿Qué pasa?".
—"Odia cantar para la gente", explicó Wendy, acariciando a su hija "No cree tener tanto talento".
—"Eso es ridículo", objetó él. "Tiene una linda voz… al menos mejor que la mía".
Bandit canta una canción improvisada mientras Wendy y Judo se miraron entre sí y se ríen de lo horrible que suena. Luego canta en un tono más grave a propósito y el repique de las risas de los tres llenan la habitación.
Para cuando la película termina, Judo se había quedado dormida. Bandit se levanta y la lleva hasta su cuarto, depositándola en su cama.
A pesar del disruptivo del inicio, la noche terminó siendo bastante tranquila y después de varias horas, Bandit estaba listo para irse a casa. Cuando fue a despedirse de Wendy, ella le tenía una sorpresa: le mostró que poseía el DVD de una película de acción llamada "Die Difficulty", cuyo protagonista era Bryce Wallace. Pensó que era algo genial, aunque las películas de acción no eran algo que realmente viera ella.
—"¿Una más? ¿Por favor?", preguntó, parpadeando hacia él, sonriendo dulcemente.
Bandit pone los ojos en blanco juguetonamente y suspira antes de aceptar… siempre que pueda agregar mantequilla a las palomitas de maíz.
Había ocurrido un breve momento de una escena tranquila y ninguno se tomó un momento para darse cuenta de lo cerca que estaban los dos. En cada escena, Wendy empujaba su cara hacia el brazo de Bandit. Él estaba tan distraído con la película que no lo había notado las primeras veces. Para cuando quería darse cuenta, ya era demasiado tarde, Wendy tenía su cabeza apoyada contra su pecho. Bandit sintió que Wendy se relajaba y lo usaba como un cojín mientras él centraba toda su atención en el espectáculo.
—"¡Wow! ¿Viste eso Wen…?", su nombre se queda atrapado en su garganta mientras observaba a su vecina acurrucada, profundamente dormida, con los brazos alrededor de su abdomen y la cabeza apoyada en su pecho. Probablemente debió haberse quedado dormida a mitad de película. Él sonríe ante eso. No deseaba despertarla.
Justo cuando Bandit baja los pies en la mesa de café e intenta moverse entre los cojines, a Wendy se escapa un pequeño ronquido. Con paciencia y esfuerzo, Bandit se las ingenió para salir del sofá sin despertar a su vecina. Colocándose cautelosamente a su lado, se asegura de que la manta de lana del mueble la cubra para protegerla del frío. Por último, toma el control remoto y apaga el televisor para no despertarla.
Bandit cerró la puerta con cuidado antes de irse y reflexionar sobre lo ocurrido. Sin saberlo, Judo había estado espiándolos, escondida en el pasillo. Ella resopla y cierra los ojos. Decide regresar a su cuarto.
