Capítulo 5: Foodfight!
Era una tormenta de verano perfecta para acompañar lo que se estaba convirtiendo en un perfecto frío de verano. Las gotas de lluvia daban inmediatamente paso a manchas de color negro grisáceo que pintaban edificios suburbanos bajos.
Allí estaba el Heeler azul, bajo el toldo de un café, no para escapar de la lluvia, sino para esperar a su amada. Para cuando llovió un poco y se puso el sombrero encima, estaba bastante seguro de que todo su esfuerzo no había sido en vano. Se había peinado el cabello, estaba bien afeitado y la camisa recién planchada. Lo único criticable es que quizás pudo haber cortado los pliegues de sus pantalones color canela, pero en general se mostraba convencido de que se veía presentable.
Allí llegaba ella, la Heeler roja. No estaba mirando hacia arriba, así que él se tomó un momento para observarla. La forma rápida pero fácil que tenía de moverse, que tanto lo había atraído hacia ella, se notaba incluso cuando agitaba su paraguas y subrepticiamente endereza las costuras de sus medias de seda auténtica, se veía bien con ellas y con ese vestido gris. Era simple pero elegante, tal como ella. Ella se había peinado como a él le gustaba, aunque él nunca se lo había dicho. De todas formas, su sombrero Straw color melocotón hacía un poco complicado notar ese detalle.
Nunca antes en su vida había estado tan nervioso, tan asustado, tan lleno de incertidumbre. Sostiene su sombrero con fuerza. Intenta no centrar sus ojos en la hembra, aunque su mirada se desvía ocasionalmente hacia la de ella, quien tiene los ojos bajos y guarda silencio.
Ha pasado mucho tiempo desde que estuvo sin su compañía. Sin embargo, nunca ha podido olvidarla. Muchas veces se pregunta si realmente ella le era indiferente, pero él estaba seguro de su respuesta y hasta tenía en gran consideración el consejo de los demás.
Su asombro fue grande cuando él, hace unas semanas, empezó a plantearse que tal vez se había equivocado acerca de sus sentimientos. Su sorpresa dio paso a una creciente esperanza y luego a la vergüenza. Se dio cuenta de que había llegado a depender demasiado del consejo y la aprobación de los demás. Su miedo a que rechazaran su afecto por ella, basado en creencias anteriores, le hizo huir de aquella a cuyo lado anhelaba permanecer para siempre. Ahora se había sentido miserable durante su separación temporal. Alguien había intentado llamar su atención sobre muchas de las damas de la sociedad, sobre todo alguien en particular. Pero su corazón se había quedado con ella, y no lamentaba el hecho de no poder dárselo a alguien más.
Mientras se acercaba a ella, el Heeler azul se aclaró la garganta una vez por nerviosismo y luego otra vez por seguridad, esperando no sonar demasiado ronco.
—"¡Cariño! ¡Estás aquí!"
—"Así es", dijo con entusiasmo. "¿Me extrañaste?"
—"Por supuesto". Se aclaró la garganta nuevamente con tos. "Te ves preciosa".
La Heeler roja intentó parecer avergonzada pero sólo sonrió mientras él le quitaba el paraguas y la abrazaba ligeramente, manteniendo la cara apartada. Ella se puso de puntillas para besarlo en la mejilla.
—"Ah, tal vez no deberías…", se apartó con una mano entre ellos, terminando bruscamente. "No me siento tan bien".
—"¿Tienes hambre? Podemos entrar y comer un poco de baklava".
El macho azul se negó al ver todo el barullo de adentro.
—"¿Qué te sucede?", preguntó extrañada.
—"No es nada", da un paso atrás y mira hacia otro lado para ocultar su rostro. "Es solo que yo…". Su boca se abre sólo para encontrarse sin palabras. Perdido por lo que sea que esté sucediendo, y si hay algo, es lo que más desconoce.
Cuando voltea, en un rostro dolorido y distorsionado, la expresión desaparece al contemplar que la cara de su amada ahora era diferente.
El estridente sonido del timbre despertó a Bandit Heeler de su profundo sueño. "Ahhh ¡Bizcochos!", murmuró molesto. Se agitó y gimió, levantando una mano para frotarse los ojos. A continuación, se sacudió la cabeza para intentar aclararla. Su cerebro aún estaba nublado por los recuerdos confusos del sueño que había estado teniendo. Sus párpados revolotearon cuando comenzaron a abrirse, sintiéndose pesados. Le duelen algunas extremidades y, en general, se siente incómodo. Definitivamente los ejercicios del día anterior le habían pasado factura. Se empezaba a maldecir a sí mismo mientras se planteaba si había sido una buena idea aceptar aquella propuesta.
Cuando el timbre volvió a sonar, el Heeler azul se pasó la mano por la cara. Abre los ojos, se sienta, murmura sobre el dolor y sisea cuando mueve las piernas. Gimió de miseria mientras arrastraba los pies hacia la entrada. Al abrir la puerta, se llevó una sorpresa.
—"¡Doreen!", exclamó Bandit mientras se frotaba los ojos para quitarse el sueño. "¿Cómo estás?", le dedicó una sonrisa de bienvenida.
—"Eh… Buenos días, Bandit", dice ella, tan elocuente como siempre. "Siento molestarte tan temprano, pero necesito hablar contigo".
—"¿Está todo bien?", se mostró algo extrañado.
La gran pirineo, que vivía calle abajo, estaba sosteniendo un portapapeles, mientras lucía una mezcla entre nervios, confusión y miedo.
—"Bueno… verás…", tomó aire, "¿Sabes que hoy es la venta anual de pasteles que organizamos en el vecindario, verdad?"
Bandit asintió. "Por supuesto. De hecho, Chilli me dijo que ya se comunicó para avisar que este año no participaría"
—"Sí, eso lo sé… es que…", volvió a tomar aire, "Mira, hubo un pequeño descuido".
—"¿Descuido?", arqueó la ceja.
—"Sí, es que… yo puse a Janelle en su lugar y olvidé por completo que ella tampoco participaría"
—"¿Cómo?"
—"Janelle y su familia se fueron de vacaciones", intentó hacer memoria, "No recuerdo a donde dijo… pero ella se había comunicado conmigo días antes para avisarme y…"
—"Y lo olvidaste", Bandit terminó la oración mientras Doreen asintió avergonzada.
—"Nos falta un miembro para completar un equipo y… pensé que…"
El nerviosismo de Doreen le impedía poder explicarse, pero de todas formas Bandit entendió lo que pretendía.
—"¿Quieres que yo me una?", se señaló a sí mismo.
—"Así es…", asintió, frunciendo los hombros. "Sé que es algo repentino y a último momento, pero no sé a quién más acudir", declaró. "Gran parte de nuestros vecinos también han tomado la decisión de irse de vacaciones y justo en un evento importante como este".
Bandit no se mostró convencido. "No lo sé…"
—"Mira…", se acercó a él, "Solo hazme este favor", pidió. "Yo me encargaré de decirle a los organizadores que yo me confundí y que en realidad tú tomarías el lugar de Chilli y luego reemplazarías a Janelle".
Bandit siguió sin mostrarse convencido. "Es que…"
—"Por favor…", le interrumpió, casi suplicando. "Los organizadores confían mucho en mí y quiero demostrarles que realmente puedo encargarme de las tareas que me encomienden", manifestó su preocupación.
Aunque el Heeler azul seguía sin mostrarse convencido ante la petición de su vecina, sus insistencias y su rostro suplicante hicieron que poco a poco empezara a cambiar de opinión.
—"Está bien…", suspiró y se frotó la cara con las manos en señal de derrota. "Lo haré", confirmó ante la sonrisa de satisfacción que comenzó a formarse en el rostro de su vecina.
—"¡Oh! ¡Gracias!", no pudo evitar abrazarlo. "¡Muchas gracias!", terminó el abrazo rápido y lo miró a los ojos, "Te prometo que no olvidaré esto. Si necesitas algo puedes avisarme, incluso puedo cuidar de tus hijas…"
Bandit la interrumpió, levantando las manos para que se detuviera. "Solo dime que es lo que hay que preparar".
—"Oh, no te preocupes por eso", hizo un gesto con la mano. "Solo prepara algo rápido y simple para antes de la una de la tarde", informó. "Y si quieres mi opinión, te recomendaría que sea algo que no incluya brownies, lemon pie, pie de fresas, tarta de zanahorias o tarta de calabazas".
—"¿Qué me dices de un pan de plátano con nueces y chispas de chocolate?".
—"No, ese tampoco".
—"Está bien…", se puso pensativo por un breve momento, "Veré que puedo encontrar".
—"Sea lo que sea, sé qué harás un buen trabajo".
Doreen se dispuso a marcharse, pero volteó al recordar algo.
—"¡Oh! Casi lo olvido", se acercó nuevamente a Bandit. "Debes de ponerte de acuerdo con tu compañero sobre lo que cocinarán y venderán juntos".
—"Seguro, no hay problema", puso las manos detrás de su cabeza, bien relajado. "Solo dime quien es mi compañero".
—"Claro, es…", Doreen examinó brevemente las hojas en su portapapeles, "Wendy".
Los ojos de Bandit se agrandaron. "¿Qué?"
—"Wendy, tu vecina…", intentó aclararle, como si no hubiera entendido.
—"Sí-sí-sí. Ya sé quién es", exclamó. "¿Ella era la única que se había quedado sin compañero?"
—"Así es", asintió.
Bandit se puso un poco nervioso. "¿No hay posibilidad de cambiar de compañeros?"
—"¿Ocurre algo malo con ella?", preguntó extrañada.
—"¡No-no!", gritó, "Es solo que…", se frotó la nuca, "que…", intentó explicarse, sin éxito.
Doreen, creyendo de lo que se trataba, le puso la mano en su brazo y lo miró con tranquilidad. "Descuida. Sé que quizás ustedes no se llevan muy bien, pero esta es una oportunidad para que todo eso cambie".
—"¿De verdad?", Bandit se mostró algo confundido ante su comentario.
—"Así es", respondió con una sonrisa. "Mira, este evento ha hecho muchas maravillas", comenzó a explicar, "Vecinos que no se conocían o no se toleraban han aprendido a conocerse mejor y se han vuelto buenos amigos. Aunque…", suspiró, "Es cierto que también han pasado otras cosas no muy agradables…", hizo una mueca de disgusto al recordar algo. "¡Pero lo importante de todo...!", volvió a la sonrisa de antes, "Es darte una oportunidad. Puede que las cosas salgan bien o mal, pero eso es lo bueno de intentarlo".
Bandit solo pudo asentir confundido. La gran pirineo se despidió de él y nuevamente se marchó. Antes de llegar a la calle, levantó la vista con una sonrisa tranquila. "Por cierto, tal vez quieras decirle tú mismo la noticia", recomendó, "Oh, y gracias de nuevo", dijo para luego seguir su camino. El Heeler azul la despidió con una sonrisa forzada.
—"¡Ah! ¡Pastel de pato!", refunfuñó para sí mismo una vez que Doreen desapareció de su rango de visión.
No es que le disgustara ser compañero de Wendy, el problema era que últimamente la conducta de ella hacia él había sido bastante cuestionable, hasta el punto de replantearse muchas cosas. Era un riesgo, especialmente considerando su comportamiento, como si ella quería provocarle algo de emoción. Algo positivo era bueno, pero era poco probable esperar una reacción en específico.
De repente, ella parecía estar llenando su caparazón vacío, y para alguien que vivió la mayor parte de su vida ajeno a ello, ¿De qué otra manera lo aceptaría? ¿De qué otra manera podría afrontar plenamente cómo se sentía y qué hacer al respecto? Y ahora todo tenía mucho menos sentido para él, como que su vecina testaruda empezara a perseguirlo.
¿Cómo podría un hombre mayor como él comprender estos sentimientos audaces cuando incluso le eran ajenos? ¿Cómo podría afrontar su vida si es que alguna vez dichos sentimientos se volvieran reales para él?
Se suponía que esto no iba a suceder. Bandit estaba felizmente casado con Chilli; Wendy lo sabía, ella era consciente. Pero la mujer que estaba con él ahora era diferente, una peligrosa fuerza seductora a tener en cuenta. Supuso que podría haber sido la dicotomía entre ella y su exesposo lo que forzó este cambio en su personalidad. Un divorcio con hijos de por medio tiene diferentes efectos en diferentes personas.
A Bandit cada tanto se le venía a la mente ese lioso momento de aquella noche. Podría haberla puesto en su sitio, haberle dicho "no" y exigirle que se fuera. Pero una curiosidad morbosa lo mantuvo silencioso y dispuesto, incluso cuando sabía lo que ella quería. Y eso fue bastante obvio desde el principio.
El amor ajeno no tendría cabida en su matrimonio, siempre lo había dicho desde el principio. Él le había advertido a ella desde el inicio. Eso es lo que todavía se mantiene, y eso es un alivio, pero ¿Qué pasa con un sentimiento que es capaz de matar? ¿Acaso sería presionado tan acosadoramente hasta el punto en que su sangre comenzaría a calentarse? Todo por culpa… ¿De quién?
Realmente había pensado en ello los días siguientes y llegó a la conclusión de que bloqueó la parte de su cerebro que producía emociones incómodas. Se hacía la idea de que estaría condenado si permitía que algo más entre ellos pudiera llegar a ocurrir. Nunca pudo evitar la sensación de que Wendy atacaría en cualquier momento. Estaba seguro de que, si tuviera la oportunidad, lo haría, pero su código moral dictaba que no intentaría nada sabiendo que él le dijo que no la amaba. Ella solo coquetearía un poco y nada más. Por el momento, Bandit sólo tenía que confiar en ella
Bandit se sacudió la cabeza y volvió a la realidad. Lamentablemente, sigue algo inmerso en esa incertidumbre de amor, lujuria, deseo o lo que fuera. Ahora se había comprometido con ayudar a Doreen y, considerando sus palabras, quería hacer todo lo posible por cumplir con su petición
Armándose de valor, Bandit fue lo más rápido posible hasta la casa de su vecina. Podía sentir la adrenalina, la inquietud, el miedo. Reduciendo la velocidad, se asomó por la puerta y parpadeó varias veces antes de golpear.
Tan pronto como se encontraron cara a cara, ella esbozó su habitual sonrisa. Para él era difícil mirarla a los ojos. No, no es ninguna tontería como si ella pudiera mirar fijamente tu alma o lo que sea. Es sólo la mirada de una mujer llena de emociones.
—"¡Bandit!", vociferó con entusiasmo.
—"Hola…", la saludó con la mano. "Yo…"
Sin que se lo esperara, Wendy se acercó y lo abrazó con tanta fuerza que Bandit sintió que ardía por el contacto. La sensación fue casi suficiente para hacerle sentir una ligereza desconocida subir por su pecho.
—"No esperaba verte tan temprano", dijo Wendy al terminar el abrazo. "Me alegro mucho de verte".
La emoción genuina en su voz y su mirada hizo que Bandit sonriera un poco.
—"S-sí", fue la única respuesta que pudo generar.
—"¿Cómo estás?"
—"He… He estado bien"
—"Bandit, ¿Pasa algo?", preguntó con cierta preocupación.
—"No, nada", respondió Bandit. Era la verdad, porque incluso si sentía que todas sus fuerzas lo abandonaban, no había ningún lugar donde preferiría estar que aquí.
—"¿No tuviste un buen comienzo de mañana?"
—"¿A qué te refieres?"
—"Me refiero a que te deben de dolor tus músculos, ¿Verdad?"
Los ojos de Bandit están muy abiertos con falsa inocencia. "¿Qué te hace pensar eso?"
—"El dolor muscular por hacer ejercicio es bastante común", comenzó a explicar. "Es una parte natural del proceso de adaptación y fortalecimiento muscular, así que es normal que sientas dolor después del ejercicio debido al esfuerzo al que fueron sometidos".
—"Pues yo me siento bien…", Bandit dice con rigidez e intenta estirarse, llevándose consigo un dolor que provoca que Wendy se ría para sí misma.
—"Eres bueno actuando, pero no cuando se trata de ocultar lo que te pasa", se cruzó de brazos y arqueó una ceja. "Lo sabes, ¿Verdad?"
—"Yo…", se frotó la nuca e intentó ir al tema importante. "¿Sabes que hoy es la venta anual de pasteles?"
—"Lo sé", suspira profundamente. "Ya lo sé. Se suponía que este año haría equipo con Janelle, pero hace unos días que se marchó y aún no me han comunicado con quien me toca hacer equipo"
Bandit asiente un poco. "Ya veo...". Luego hace una pausa. "Entonces…"
—"No sé qué está pasando", interrumpe, "Pero si no me quieren decir que este año me tocará hacer la venta yo sola, juro que habrá problemas", dice con seriedad.
Pero Bandit no dice nada, sólo se frota pensativamente el pulgar y el índice.
—"Yo vengo a hablar contigo sobre eso", suelta tras un silencio.
—"¿En serio?"
—"Sí, verás…", suspiró, aclarándose la garganta. "Resulta que sí harás equipo con alguien".
—"¿Con quién?"
Bandit se señaló a sí mismo. "Conmigo"
—"¿Tú?", Wendy casi se sobresaltó.
Bandit asintió. "Así es".
Wendy hizo un pequeño baile feliz en su mente e hizo todo lo posible por ocultar su emoción. Aunque ella no estaba haciendo un muy buen trabajo en eso.
—"¡Wow! ¡Eso es…!", se detuvo y pensó por un momento. "Espera, ¿Cómo sabes que…?"
—"Me dijeron que sería mejor que yo te lo comunicara", respondió, interrumpiéndola.
—"¿Quién te…?", reaccionó al instante. "Espera, ¿Fue Doreen?"
Bandit asintió.
—"Debí suponerlo…", frunció las cejas y miró a otro lado.
—"Oye, en su defensa… lo olvidó"
—"Déjame adivinar…", volvió su mirada hacia él, "Viniste a decir eso porque se le olvidó asignarme algún compañero y tú fuiste la última opción, ¿Verdad?"
Bandit no sabe que responder. "Pues…"
—"Lo sabía…", resopló. "Me iba a quedar sola", dice secamente.
Bandit se acercó un poco e intentó hacerla entrar en razón.
—"Entiendo que estés un poco molesta y te entiendo, a mí tampoco me gustan las noticias de último momento, pero Doreen estuvo tratando de solucionar su error para evitar problemas. No se puede decir que ha hecho un trabajo perfecto con la organización, pero realmente está haciendo su mejor esfuerzo. Solo hay que tenerle un poco de paciencia y comprensión".
La expresión de Wendy se suavizó. "Supongo que tienes razón…"
—"Ah no ser que no quieras que sea tu compañero, porque en ese caso…"
—"¿Estás bromeando?", le interrumpió, "¡Por supuesto que quiero!", exclamó con cierta emoción en su tono. "¿Sabes?", dijo, inclinándose hacia adelante, "Jamás en toda mi vida en este vecindario esperaba que me emparejaran contigo…".
Bandit se alejó un poco, nervioso. "¡Sí-sí! Y yo… yo… Yo jamás me imaginé que terminaría participando de este evento".
—"¿Nunca has participado?"
Bandit negó con la cabeza. "Solo he ayudado a Chilli a cocinar, pero solo hasta ahí".
Una sonrisa comenzó a formarse en el rostro de Wendy. "Bueno… me alegra que tu primera vez sea conmigo".
Hubo un breve silencio, que Bandit rompió al darse cuenta de la hora que era.
—"Escucha, tenemos que prepararnos para antes de la una. El tiempo nos juega un poco en contra, pero estoy seguro de que podremos lograrlo"
—"¿Tienes algo en mente?"
—"Bueno…", mira a otro lado por un momento y sonríe algo incómodo, "Esperaba que pudieras preparar la tarta de cerezas de la otra noche".
—"Veo que te gustó, ¿Eh?", soltó con una risita. "Está bien, pero… quiero que prepares las barras de limón que trajiste cuando te invité".
Bandit se sorprendió un poco. "¿Te gustaron?"
Wendy asintió. "Incluso a Judo. De hecho, no se lo digas, pero la he atrapado comiéndolas a escondidas".
—"Vaya…", se rió un poco, "¿Quién lo diría?"
—"Por cierto… Judo está durmiendo y prefiero dejarla descansar luego de lo de ayer, así que… ¿Te molesta si usamos tu cocina?"
Bandit negó con la cabeza. "Para nada".
—"Genial. Te veré allá en un momento. Solo déjame alistar mis cosas.
Bandit asintió.
Momentos después
Era la tercera vez que Wendy iba a la casa de Bandit y éste no podía negar estar un poco nervioso. O tal vez muy nervioso. ¿A quién engañaba? Estaba totalmente nervioso.
El Heeler azul aún tenía esa desconfianza hacia el comportamiento de su vecina, por lo que se sentía un poco preocupado. Afortunadamente, estuvo creando una serie de pasos a seguir para evitar cualquier tipo de situación incómoda, los resultados seguramente estarían garantizados… o no.
Bandit se ajustó su delantal negro, acompañado de su gorro de cocina, y volvió a pensar en su plan para el día. Valía la pena estar preparado y él no quería decepcionar a Wendy, o a Doreen… o a Chilli.
Mientras esperaba la llegada de su vecina, se puso a repasar los pasos que había creado.
Paso uno: actuar natural. Claro, estaba extremadamente nervioso, pero Wendy no tenía por qué saberlo. Sin embargo, era consciente de que sus preguntas endebles preparadas y sus pequeños temas de conversación probablemente no se usarían.
Paso dos: no ser entrometido. Bandit estaba completamente preparado para hacer muchas preguntas para poder aprender más sobre su vecina. Había pasado casi una semana desde que se hicieron muy amigos y él todavía apenas sabía algo sobre su pasado inquietante que por alguna razón no quería contarle.
Paso tres: Concentrarse en cocinar. Este era el paso más importante. La única razón por la que Wendy iba a su casa en primer lugar era porque ambos debían preparar los platillos que venderían en unas horas. Sabiendo el objetivo principal, parecía más que claro que únicamente se enfocarían en cumplir con el mismo lo más pronto posible.
Sintiéndose un poco mejor con su estrategia, Bandit escuchó el timbre de la puerta y se dirigió rápidamente a la entrada principal. Tomó aire antes de abrir, esperando que todo saliera bien, pasara lo que pasara.
—"¡Buenos días! ¿Llego tarde?", dijo Wendy alegremente en la puerta, vestida exactamente como hace dos noches: con el delantal rosa y la bandana roja que le cubría el pelo.
Bandit no dice nada después de eso. La casa permanece en silencio y siente como si el tiempo se hubiera detenido.
—"¿Hay algún problema?", pregunta confundida.
Bandit se recupera rápidamente y sacude la cabeza. "¡No! Por supuesto que no. Perdona, es que yo… yo… jamás pensé que tú… que yo…", tartamudea sobre su propia voz, deteniéndose solo cuando nota la mirada escrutadora de Wendy.
—"Te subestimas a ti mismo", la voz de Wendy tiene un toque de diversión.
Bandit estaba haciendo todo lo posible para no mostrar su nerviosismo, cosa que falló en principio. Verla vestida de ese modo lo pilló con la guardia baja. Tenía que admitir que se veía radiante. Aun así, su voz y expresión cambiaron cuando dio un paso atrás y le hizo un gesto a Wendy para que entrara.
—"Por cierto, olvidé preguntarte…", dijo, mientras ingresaba a la casa. "¿Tienes lo necesario para cocinar?"
Bandit asiente mientras cierra la puerta. "Fui al mercado el mismo día que dejé a Bluey y Bingo", comenzó a explicar, "Compré muchas cosas que hacían faltan, así que sobran los ingredientes".
—"Perfecto…", miró a su alrededor por un momento. "Veo que te esforzaste en limpiar la casa"
—"¿Qué puedo decir?", levantó las manos con una sonrisa mientras fruncía los hombros. "Quizás tenga suerte buscando trabajo en servicios de limpieza". Ambos se rieron.
—"Dime, Bandit…", hizo una pose, "¿Te gusta cómo me veo?"
Los ojos del Heeler azul se agrandaron y tragó saliva audiblemente. "¡Sí! Te ves…", miró a otro lado, incómodo, "Muy favorecedora…".
Wendy soltó una risita. "Gracias. Tú también te ves muy bien, aunque…", se acercó con cautela hasta su vecino, "Puedo conseguirte un delantal mejor".
Bandit vuelve a tragar saliva y permanece quieto mientras Wendy le pasa el dedo juguetonamente por el pecho.
—"Ahh…", da un paso atrás y aparta la mirada. "No gracias". Respira profundamente, tratando de estabilizar sus manos ahora temblorosas.
—"¿Estás seguro?", lo miró expectante, "Puedo conseguirte uno más apropiado para ti. Incluso que sea de tu misma medida"
—"¡Oye!", no necesita mirarla para saber que ella está sonriendo y totalmente ajena a su clara inquietud. "¿Eso es un insulto?"
Ella le da un pequeño codazo en el costado, lo que él piensa que probablemente sea un juego, pero solo aumenta su nivel general de nerviosismo. "¡Ah, no seas así! Vamos".
Bandit la mira, pero lo deja pasar. Quizás su comportamiento mejore a lo largo del día. Aunque sabe que se está mintiendo a sí mismo, pero da igual.
—"Vamos", le dijo a Wendy con impaciencia y se encogió de hombros mientras la dirigía hacia la cocina.
Ya en la cocina, Wendy se sorprendió al ver que Bandit había dejado en la encimera todo tipo de productos. Desde lácteos hasta frutas.
—"Vaya…", miró a su derecha un momento y notó que el horno estaba encendido. "Veo que te adelantaste".
—"Entre más tiempo ganemos, mejor".
—"Tienes razón".
—"Ahora dime, ¿En qué te ayudo?"
Wendy levantó las cejas, sorprendida. "¿Quieres ayudarme?"
—"Sí, creo que es lo que corresponde. Digo, ya que somos compañeros lo justo es que te ayude"
—"Sí…", sonrió, "supongo que tienes razón".
—"Bueno, ¿Para cuántas personas vas a cocinar?"
Wendy levantó la vista mientras hacía un conteo mental: "probablemente 15 personas".
Bandit arqueó las cejas. "¿Cómo es eso posible?"
—"Lo estuve pensando y creo que podríamos terminar más rápido si en vez de tartas hacemos tartaletas"
Bandit llegó a la misma conclusión después de pensarlo brevemente. "Sí, tienes razón".
—"De acuerdo, manos a la obra"
El primer paso era lavar y deshuesar las cerezas. Ambos se encargaron de eso en el lavabo. Sus manos se rozaron ligeramente en el proceso. Luego, en un bol grande, Wendy mezcló suavemente varios ingredientes hasta que la masa tuviera una textura áspera y quebradiza. Luego agregó dos ingredientes más hasta que la misma se integrara.
—"Aquí tenemos que darle forma a esta masa", dijo Wendy después de que Bandit la mirara con ligera desesperación, tratando de mezclar la masa con una cuchara de madera.
Wendy se rió entre dientes, tarareando una dulce melodía, ayudando a Bandit a batir, con sus manos suaves sobre las determinadas de él. Finalmente, la masa se formó y Wendy espolvoreó un poco más de harina antes de guardarla en la nevera.
—"Tenemos que dejarlo enfriar y reposar un rato... pero eso no significa que no podamos probar un poco. Después de todo, es importante comprobar tu progreso", dijo Wendy con un guiño, separando un poco de la masa y ofreciéndola a Bandit.
—"¿Esto no puede enfermarte?", preguntó Bandit inclinando la cabeza.
—"Sólo si te comes todo el lote de una sola vez. Esta es una de mis partes favoritas", dijo Wendy, comiendo la bola de masa. Se apartó un poco más y se lo ofreció a Bandit. Él lo miró con ojos grandes y con cautela tomó el pedazo, dándole el más mínimo mordisco antes de que sus ojos se abrieran y dejara escapar un suspiro encantado, comiéndose el resto.
Para el relleno, Wendy llevó a ebullición a fuego bajo las cerezas frescas deshuesadas con otros ingredientes. Lo cocinó durante 15 minutos, revolviendo de vez en cuando, tarea en la que Bandit también ayudó. Quizás era la concentración, pero ninguno se daba cuenta lo muy pegados que estaban uno del otro.
Luego de batir otros ingredientes, verterlo sobre las cerezas y dejar que se cocinara hasta que se haya espesado, Wendy retiró la mezcla del fuego y la reservó en la nevera. A continuación, Wendy y Bandit cortaron la masa de antes y la colocaron en moldes de cupcakes
—"Ahora simplemente combinamos los ingredientes secos y húmedos", Wendy tomó el relleno de cerezas y cuidadosamente lo vertió sobre cada molde con masa. Seguido de eso, los tapó con la masa restante. Pintó, decoró y llevó al horno.
—"¿Cuánto hay que esperar?", preguntó Bandit agachado, observando cómo se cocinaba el platillo recién preparado.
—"Solo unos 20 minutos", respondió Wendy, también agachada, observando el horno. "Podríamos aprovechar para hacer tus barras".
—"Me parece una buena idea…"
Ambos se levantaron y giraron la cabeza en la misma dirección. Sus narices se chocaron. Estaban frente a frente.
Bandit se quedó quieto entonces, mientras sus labios colgaban abiertos, el suave y tenue calor del horno y el sol de verano estaban arremolinándose, casi mezclándose con el que sentía internamente.
—"Bandit…", pronunció apenas wendy, luego se quedó sin palabras. Su pecho se sintió mucho más ligero de repente, y era como si alguien le hubiera conectado algún tipo de electricidad agradable. Literalmente sintió como si le zumbaran los brazos. Mientras tanto, sus piernas la habían traicionado, volviéndose inútiles, dos barras de gelatina incapaces de moverse hacia su vecino.
Bandit respondió con su propio aliento frío bajo la mirada escrutadora de Wendy. Mantuvo esa mirada, la sostuvo por su vida, como si mantenerla allí de alguna manera pudiera congelarla.
Eran solo esos ojos otra vez...
Esos ojos marrones que parecían charcos líquidos de chocolate en los que Bandit corría el riesgo de hundirse y ahogarse. No le importaría ahogar ni un ápice si fuera en ojos así.
...y cómo ardieron.
Bandit apartó la mirada, tratando desesperadamente de recordar la última que estuvieron solos y tan cerca. Recordó cuando Wendy le había pedido que dijera su nombre. Recordó también ese beso… ese error… ese… ¿Interés?
El Heeler azul corrió hasta esconderse del otro lado de la encimera.
—"¡Bandit!", exclamó ella "¿Qué pasa?"
Bandit estaba sentado en el suelo, abrazando sus rodillas. Vuelve a tener esos tortuosos pensamientos una y otra vez. Trataba de no dejar que ese acontecimiento volviera a repetirse. Intentó decirse a sí mismo que Wendy no lo estaba haciendo intencionalmente, que simplemente todo había sido una equivocación. Pero él sabía en el fondo que algo no estaba bien.
Había pasado mucho tiempo construyendo cuidadosamente la barricada entre ella y sus emociones, y todo lo que él tenía que hacer era hablar antes de que se derrumbara, pero no puede. Ni siquiera es capaz de traer el tema a colación.
Él la culpa por la tontería que hizo esa noche. Él sabe que ella no lo ama. Él sólo conoce su vergüenza más profunda. Compartir con alguien no es lo mismo que amar, se recuerda. Pero… ¿A caso a él no le gustaba algo de ella? Se mentiría a sí mismo si dijera que no, porque había varias cosas: sus ojos, sus manos, su forma de reír. La manera en que le habló con tanta honestidad y pasión. La forma en que le sonrió cuando se reía de sus bromas. La manera en que lo miró cuando dijo que era un buen hombre. Todo en ella le recuerda lo hermoso que era estar enamorado.
Después de un momento reflexivo, que pareció que había durado más de lo necesario, Bandit quita las manos de sus rodillas y hace todo lo posible para bloquear cualquier sentimiento complicado. Reconocía que Wendy era una buena mujer, y veces se pregunta cómo ella lo soportaba. Fue entonces cuando recordó las veces que en que ella huía espantada o molesta por sus "locuras". Eso le dio una idea. Tal vez si volvía a actuar de esa manera, ella se replantearía la imagen que tenía de él. Rápidamente buscó en el bolsillo de su delantal hasta encontrar lo que quería.
—"Bandit…", Wendy se acercó poco a poco, "¿Estás bien?"
Sorpresivamente, Bandit se levantó de golpe y apoyó las manos en la encimera, con tanta fuerza que causó un pequeño estruendo.
—"¡Bonjour!", exclamó con mirada seria.
Wendy reaccionó muy extrañada, no solo por el repentino cambio de Bandit, sino también porque ahora llevaba lo que parecía ser un bigote dibujado.
—"¿Qué?"
—"Bonjour", exclamó nuevamente.
—"¿Te pasa algo?", sus cejas se fruncieron mientras intentaba estudiar su comportamiento.
—"¡Écoutez!", vociferó, acercándose a ella. "¿Où est la discothèque?"
Wendy mantuvo las cejas fruncidas, mirándolo seriamente. Bandit creyó que estaba logrando su cometido, hasta que notó una sonrisa formándose en el rostro de su vecina.
—"¡Bandit! ¿Por qué no me dijiste que hablabas francés?", dijo fascinada.
—"Ahh… Je suis desole", respondió con un notable nerviosismo.
—"Yo aprendí un poco hace tiempo", comenzó a explicar. "Aunque hace bastante que no practico, pero créeme que podía hablarlo fluidamente… ¡Espera! Déjame demostrarte. Creo que aún lo recuerdo".
Wendy notó el marcador en la encimera y lo tomó. Bandit permaneció inmóvil mientras veía como su vecina también se dibujaba un bigote.
—"¡Bonjour!", saludó. "¿Qui ai-je le plaisir de connaître?"
Bandit estaba tan pasmado que no sabía qué hacer, así que se limitó a continuar sin saber hasta dónde llegaría. "¿Comment allez-vous?"
—"Aimes-tu ma moustache?", preguntó, arqueando las cejas.
—"Ah… ¿Tres bon?", respondió, frunciendo los hombros.
Wendy soltó una risita. "Vous êtes un très beau chef", dijo acercándose cada vez más hacia él.
Totalmente en pánico, Bandit se estiró y agarró un puñado de harina que estaba sobre el mostrador, que posteriormente arrojó en dirección a Wendy.
—"Perdóneme, ma chèrie", dijo con descaro, levantando una ceja.
Él la mira desconcertado, esperando algún tipo de regaño, pero solo bastó un breve momento antes de que Wendy se muerda el labio inferior para, sin éxito, evitar reír.
—"Te perdono…", dijo, antes de agarrar un poco de harina y soplar en dirección al rostro de su vecino. "Pero mi harina no", se rió.
Bandit reconoció que su vecina había sido bastante rápida, pero se maldijo a sí mismo por no entender cómo es que aguantaba sus ocurrencias y hasta se las devolvía.
—"¡Espera!", prorrumpió Wendy. Se giró y se agachó para comprobar el horno "Creo que le falta un poco…", fue interrumpida por un golpe cuando algo blando aterrizó en su espalda. Se giró para ver a Bandit sosteniendo una cuchara cubierta de masa y sonriendo.
—"¿Qué crees que estás haciendo?", manifestó, tratando de sacarse la masa.
Bandit sacó más masa del tazón y se la lanzó a Wendy. Aterrizó justo en su nariz y la chow-chow se quedó bizca tratando de mirarlo.
—"¡Oh! ¡Ahora verás!", Wendy corrió hacia el mostrador y agarró la bolsa de harina. Tomó un puñado y se lo arrojó a Bandit. Él levantó un tazón como escudo y la mayor parte de la harina cayó dentro.
—"¡Oye! ¡Eso no se vale!"
Bandit agarró azúcar y arrojó un poco en dirección a Wendy. Ella no se agachó a tiempo y el azúcar le cayó en la cara. Lamió un poco y continuó arrojándole harina a su vecino. Nieve blanca cae a su alrededor y no pasa mucho tiempo antes de que ambos actúen como niños, tirando comida y saltando sobre el desastre que hacen los ingredientes al caer al suelo.
El Heeler azul intentaba esquivar la cuchara de madera que la chow-chow ahora había tomado y la mostraba como una espada. Casi antes de que se diera cuenta, lo habían derribado y los dos estaban luchando frenéticamente en el piso.
Permanecen allí, con lágrimas en los ojos y las tripas tensas de tanto reír. Wendy mira a Bandit y lo observa mientras se ríe más fuerte de lo que podía recordar desde que eran vecinos. Había restos de masa en su cabello, goteando sobre su cuello, deslizándose debajo de su delantal rosa que estaba algo desajustado por el juego.
Desafortunadamente, tal vez, para Bandit, en un combate de lucha libre, Wendy definitivamente tenía la ventaja, y realmente no pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta de que su vecina lo tenía nuevamente inmovilizado contra el suelo, a horcajadas sobre sus muslos y sus rodillas. Ambos se reían casi histéricamente, y más o menos cubiertos de harina y masa ahora arruinada. Wendy lo miró con los ojos brillando de diversión. Bandit volvió a mirar hacia arriba, con una amplia sonrisa en su rostro. Su sonrisa, sin embargo, rápidamente cambió a una expresión de asombro cuando Wendy parecía querer inclinarse.
Ambos salen de su extraño momento cuando voltean y notan a alguien de pie, observándolos.
—"¡Judo!", gritó Wendy, poniéndose de pie.
—"¿Qué están haciendo?"
—"Cuisson!", vociferó Bandit, todavía en el suelo.
—"Solo estábamos cocinando y…", se frotó la nuca, muy nerviosa. "Espera ¿Qué haces aquí?"
—"Me levanté y encontré tu nota en la puerta, así que quise venir"
—"¿Hace cuánto que estabas aquí?"
—"Descuida", hizo un gesto con la mano, "Llegué hace un momento. Cuando escuché el ruido en la parte de arriba pensé que había pasado algo entre ustedes, pero solo oí más risas que gritos"
Judo observó el desastre que había en toda la cocina.
—"¿Tanto les costó cocinar?"
Wendy puso una sonrisa nerviosa, mientras intentaba explicarse. "Solo tuvimos… un pequeño percance"
—"Lo que usted diga… señor", dijo medio en broma, haciéndole notar su bigote dibujado.
—"Bueno, ya que estás aquí…", Bandit logró ponerse de pie, "Tal vez quieras ayudarnos a cocinar".
Judo parpadeó. "¿Puedo?"
Bandit asintió. "Claro. Con lo que pasó necesitamos una chef más experta y responsable".
—"Hmm…", fingió pensar mientras intentaba reprimir una sonrisa y mantener una mirada neutral. "Está bien. Supongo que sí necesitan toda la ayuda posible".
Los tres se dispusieron a preparar el platillo de Bandit. Luego emplearon las pausas en el proceso para repetir el procedimiento con el platillo de Wendy. Por su parte, Judo también aprovechó para hacer algo por su cuenta.
Las siguientes horas que necesitó la comida para estar lista habían sido tiempo suficiente para limpiar el desorden que hicieron en la cocina. Habían dejado utensilios y cuencos usados por todas partes. Había harina por toda la encimera, las paredes, el suelo e incluso el techo. Restos de la casi pelea por la comida en la que se habían metido, por todas partes. La cocina parecía exactamente lo que era: un campo de batalla. Pero, si se les hizo la boca agua mientras llenaban varios platos era un indicio, bien valió la pena el esfuerzo.
Mientras el Heeler azul daba el primer bocado a las tartaletas, un pequeño gemido involuntario escapó de sus labios. Nunca pensó que una comida casera pudiera ser tan deliciosa. Bandit cerró los ojos disfrutando plenamente del sabor de la comida que habían preparado juntos.
—"Parece que estás contento con el resultado", dijo Wendy, con clara diversión en su voz.
Bandit abrió los ojos para mirarla, con una gran sonrisa en su rostro.
—"¡Sí, no puedo creer que hayamos hecho esto!".
Ella le devolvió la sonrisa antes de comer la comida que hizo él. Bandit lo miró, esperando su propio juicio.
—"Sí, lo hicimos bien", habló finalmente, degustando plácidamente su platillo. "Parece que formamos un buen equipo después de todo", añadió Wendy.
—"¿Qué me dicen del mío?", Judo ofreció un plato de galletas que ella misma hizo. Tanto Bandit como Wendy las probaron al instante. "¿Y bien?"
—"Si te soy sincero…", empezó a decir él, todavía masticando, "Realmente tienes buenas habilidades de una chef",
Una sonrisa comenzó a formarse en el rostro de Judo, que intentó ocultar en vano.
La venta anual era mucho más grande de lo que cualquiera habría pensado que sería. Parecía ser una feria que cobró vida con docenas de puestos de comida. La música fluía de artistas cercanos que tocaban sus instrumentos y esperaban que la gente que pasara estuviera dispuesta a dejar generosas propinas durante un momento tan tranquilo. Asimismo, los dueños de los puestos se alinearon uno a uno en filas rectas, llenando el aire con el aroma de pasteles recién horneados. En medio se podía oír los sonidos de gritos entusiasmados y alegres de amigos que se saludaban, además de niños risueños y padres frustrados. El lugar parecía que lo tenía todo.
Era un caleidoscopio de colores brillantes y sonidos estridentes. Bandit lo habría encontrado demasiado ruidoso y molesto para su gusto si no se hubiera distraído con la expresión de pura alegría en el rostro de Wendy.
Ambos adultos habían logrado sacar una mesa hasta la calle y preparar su respectivo puesto. Por su parte, Judo había decidido ver que vendían el demás puestos, con la condición de que no se fuera tan lejos.
No pasó mucho tiempo hasta que aparecieron los primeros clientes. Su trabajo fue relativamente fácil, pero predeciblemente explosivo. No esperaban ver tanta gente esperando ser atendida.
Wendy se encontró con los ojos expectantes y encantados de los clientes frente a ellos y luego se volvió para notar la mirada de concentración de su vecino. Ella tenía en mente un consejo de imaginar que una persona que le importaba mucho era la que estaba a su lado. Lo miró como si fuera lo mejor que había visto en su vida, acompañado de una cálida sonrisa.
—"Wendy, ¿Podrías traer más bocadillos, por favor?", pidió Bandit al ver que ya casi no quedaban tartaletas ni barras.
Wendy asintió. "Seguro. Puedo encargarme de eso".
Solo bastó menos de un minuto para que Wendy fuera a la casa y notara de lejos una escena que llamó mucho su atención: Bandit estaba charlando con una mujer Bull Terrier, de pelaje blanco y una mancha marrón sobre el ojo izquierdo. Por la manera en que ella le sonreía, no parecía tener interés en los bocadillos, sino en el macho azul. Quizás era simple paranoia suya, pero también notó algo en su mirada, la cual en todo momento estaba dirigida a su vecino. Mientras se acercaba, escuchó como Bandit le ofrecía lo último que quedaba en la mesa, y ella accedía a comprarlo, cosa que la tranquilizó un poco.
Wendy observó el intercambio en silencio a unos metros de distancia, siendo presentada y luego rápidamente olvidada en el silencio. La Bull Terrier se marchó sonriendo y Bandit la despidió. Wendy se mantuvo reservada. El ruido la distrae de pensar demasiado mientras trataba de relajarla y hacer su trabajo. Cuando finalmente abrió la boca para decir algo, fue interrumpida por una voz familiar.
—"¡Bandit!", gritó un Beagle de gafas oscuras que llevaba una sonrisa entrañable, la cual parecía que siempre lucía cada vez que lo veía.
Inmediatamente se acercó a su puesto y fue seguido por una Beagle con un lunar en la mejilla izquierda y gafas color magenta, quien lucía decididamente igual de alegre que él.
Bandit parpadeó sorprendido ante su repentina aparición aparentemente de la nada por solo un segundo antes de que su rostro se dividiera en una amplia sonrisa una vez más.
—"¡Marcus!", se acercó para darle un abrazo. "¡Estoy tan feliz de verte!"
—"Lo mismo digo", miró a la mesa por un momento. "No sabía que este año te tocaba dirigir un puesto".
Bandit levantó ambas manos apaciguadoramente. "¿Qué puedo decir? La vida está llena de sorpresas, ¿No?".
Los tres se rieron y Wendy se acercó. Bandit la presentó y la pareja de beagles la saludaron, ella les devolvió el saludo. Por la manera en que ambos machos hablaban, parecían mostrarse como hermanos en respeto mutuo.
En cierto punto Wendy se perdió un poco de la conversación que sucedió allí, pero Marcus mencionó que originalmente había decidido llevar a Daisy a pasear a alguna feria, pero que se decantaron por ir a ver la venta anual de pasteles. Daisy había entablado conversación con Wendy y esta la encontró bastante simpática. La Beagle, además de elogiar su trabajo, reconoció que el Heeler azul tenía suerte de haber formado equipo con ella.
Wendy sonrió alegremente. "¿Te gustaría probar alguno de nuestros postres? ¡Dime cuál prefieres!"
—"En realidad…", Daisy hizo un gesto con las manos, "Marcus y yo tenemos una tradición. En cada festival, sólo él puede comprarme comida".
Las cejas de Wendy se arrugaron por la confusión. "Ah, está bien".
Daisy se encogió de hombros a modo de disculpa. "Es un asunto de pareja". A continuación, se acercó a Marcus y le sujetó el brazo con cariño. "Vamos, cómprame el dulce, de todos modos, ya sabes cuál me gusta más".
Él le sonrió y ella sintió que su corazón saltaba un poco por lo increíblemente guapo que se veía cuando hacía eso. Siempre debería verse así, pensó. Marcus le compró unas barras de limón. Ella le sonrió porque era a él a quien había estado mirando en primer lugar.
Ella le dio un gran mordisco y le dedicó una sonrisa. Las migajas escamosas se le pegaron a las comisuras de la boca. "¡Es delicioso!"
—"Pero seguramente no tan buenos como los que tú haces", dijo Marcus mientras le pasaba el pulgar por los labios, quitando suavemente las hojuelas.
Su mano se demoró un rato, ahuecando su barbilla y acariciando lentamente el lado derecho de su cara. Ella se apoyó en su palma casi sin darse cuenta, incapaz de resistirse cuando él estaba siendo tan suave con ella. El Heeler azul y la chow-chow observaban encantados aquella escena.
A medida que avanzaba la tarde sofocante, el dúo se acomodó para recibir el aire libre y disfrutaron de los artistas callejeros tocando algunas versiones de rock clásico. Wendy estaba inclinada un poco hacia Bandit cuando notó que se acercaban dos mujeres, y creía reconocer a una de ellas. Sus ojos se fruncieron pensando que estaba alucinando. Después de parpadear un par de veces, estuvo segura de que no era producto de su imaginación.
—"¡Wendy! ¡Bandit!", gritó una caniche rosa, agitando una mano entusiasta en el aire.
Era Bella, la madre de Coco, y no venía sola. Estaba acompañada de una doberman, la madre de Jasper. Bandit y Wendy las saludaron a ambas y, mientras que Bella se acercó para hablar con Wendy, la madre de Jasper se acercó a Bandit, ofreciéndole un bollo de manzana que había comprado en puestos atrás.
A pesar de que la chow-chow estaba disfrutando de la charla con la caniche rosa, por momentos dirigía su mirada hacia el Heeler azul y la doberman. Parecía que él le estaba contando algún chiste, ya que ella se reía alocadamente, lo cual hasta cierto punto era entendible. Sin embargo, la ceja de Wendy comienza a temblar locamente cuando nota lo muy cerca que estaban ambos.
Bandit es gracioso. Es cierto. Varias personas le dicen eso con bastante frecuencia. Incluso la propia Wendy cree que es la persona más divertida que conoce. Entonces, ¿Por qué le incomoda tanto verlo mientras se ríe con aquella doberman? ¿Por qué esa mujer tiene la mano apoyada en el hombro de su vecino? Es injusto.
—"Dime, Bandit… ¿Has estado haciendo ejercicio últimamente?", preguntó la doberman.
—"¿Qué?", dijo con la boca llena de bollo.
—"He notado que…", le apretó un poco el hombro, "Te ves un poco más fuerte".
—"Oh, bueno…", termina de tragar, "Se puede decir que he estado recibiendo mucha ayuda".
—"Tengo que admitir que… no me sorprende en lo absoluto que estés casado", dice la doberman, arqueando una ceja.
Bandit casi se atraganta. "¿Qué?".
—"Quiero decir, para empezar, eres guapo", dice ella honestamente mientras él sonríe ampliamente y mira hacia otro lado con ligera incomodidad "Lo digo en serio. Eres muy guapo, inteligente, encantador, divertido...", se acerca lentamente a él, "Sólo tengo curiosidad por saber si has tenido muchas chicas locas por ti en tu soltería".
—"Bueno... es complicado", dice honestamente.
—"Bueno, complicado o no, reconozco un galán cuando lo veo. Y creo que vale la pena conocerte más a fondo", dice la doberman mientras comparten una sonrisa, aunque con diferentes emociones.
Wendy observó aquella escena, la cual cada vez le indignaba hasta el punto en que su expresión parecía cambiar y ya no prestaba atención a lo que decía Bella.
—"Oye, por cierto, ¿Sabes si Bandit está teniendo problemas en su matrimonio?", preguntó por lo bajo.
Wendy reaccionó extrañada ante su pregunta. "¿Por qué iba a saberlo?"
—"Porque eres su vecina y supongo que debes escuchar lo que pasa". Bella dice con calma, como si fuera lo más lógico del mundo. Eso sólo parece extrañar aún más a Wendy.
—"¿Que se supone que significa eso?" Wendy pregunta en tono defensivo.
—"¿Ahh… nada?" Bella responde, sin estar muy segura de qué hay de malo en sus preguntas.
Wendy frunció el ceño confundida y miró expectante a Bella, tratando de descifrar qué quería decir exactamente. "No sé a qué vino todo eso, pero no creo que Bandit y Chilli tengan problemas".
—"¿Estás segura?", insiste, "Digo… Es normal que en sus años de matrimonio puedan llegar a tener peleas y…"
—"No hubo ninguna pelea ni discusión entre ellos", exclama rotundamente.
Por supuesto, la incontenible caniche insiste en averiguar sobre el tema, sin disuadirse en lo más mínimo.
—"¿Sabes? Hablé con Chilli hace poco. ¿Sabías que está de viaje?"
Wendy asintió. "Bandit me lo dijo".
—"¿En serio?", reaccionó algo sorprendida, "¡No me lo creo! ¿Ustedes dos se han vuelto muy cercanos o…?"
Wendy levantó su mano en un gesto de detenerse. "Solo somos amigos"
—"Ohh. Entiendo. A mí también me gustaría ser su amiga. Es decir, ¿Quién no querría ser amigo de ese caballero?"
—"Sí…", respondió Wendy apresuradamente, lamentándose por la charla. Pero ya era demasiado tarde, ya que Bella había empezado a lanzarle descripciones del 'impresionante físico musculoso' del Heeler azul que hicieron que la chow-chow deseara desesperadamente evaporarse en el acto.
—"Y sus hermosos pectorales", comenzó soñadoramente, "Oh cielos, cada movimiento te hace querer..."
—"¡Creo que ya son suficientes detalles sobre eso! " intervino Wendy con fuerza, con la cara ardiendo.
—"No sé por qué solo tuvo dos hijos con Chilli. Si yo fuera su esposa le habría dado más, si sabes a qué me refiero". Ella le guiñó un ojo exageradamente.
Wendy abrió los ojos, indignada. "¡Bella! ¿¡Qué te pasa!? ¡Estás casada!"
—"Tranquila…", hizo un gesto con la mano, "Mi esposo no es celoso".
El ojo de Wendy tembló. "¿Acaso quieres engañar a tu esposo con el esposo de tu mejor amiga?".
—"Cielos, no hay necesidad de ponerse a la defensiva", dijo Bella, quejándose de la actitud de Wendy. "¿Qué acaso una mujer no puede hablar con su amiga sobre sus fantasías? Además, tienes que admitir que Bandit es un buen partido, sin duda. O ¿Es que acaso nunca se te pasó por la cabeza tener alguna fantasía con él?".
Wendy le lanzó una mirada gélida. "Si tanto quieres saber si algo malo pasa entre ellos, ¿Por qué no se lo preguntas a él tú mismo?".
Bella asintió. "Tienes razón. Eso haré"
Bella se apartó de Wendy y se acercó a Bandit con su habitual comportamiento alegre, riéndose con él y la madre de Jasper por alguna broma interna compartida. Cualquier comentario que fuera a hacer la chow-chow murió en su garganta cuando sus ojos se posaron en el Heeler azul hablando con esas mujeres y decir que no le gustaba era quedarse corto.
Esas hembras estaban coqueteando (de manera bastante obvia) con Bandit. Si hubiera estado en su poder interponerse entre ellas y decirles en términos inequívocos que retrocedieran, lo habría hecho, pero debido a circunstancias fuera de su control, no podía permitirse eso. Lo único que podía hacer era observar a Bandit para ver si él también les estaba coqueteando. Afortunadamente, no lo estaba. De hecho, el pobre parecía francamente incómodo. Bien.
¿Qué debería hacer en ese momento? ¿Quejarse? No, no debería. No quería parecer impaciente, o ingrata, ni nada negativa en realidad. Ella y Bandit sólo se habían vuelto amigos desde hace unos días. ¿Y si ella intervenía? ¿Debería dejar que él se encargara de la situación? ¿Y si esto fuera... y si fuera una especie de prueba para ver si ella era otra tipa patética y necesitada?, ¿Y si esto fuera el colmo? E incluso si no lo fuera, su impaciencia definitivamente lo sería.
—"¡Señoritas!", se interpuso Wendy en el medio. "Si no van a comprar nada, les pediría amablemente que se retiren".
—"¡Oye, tranquila! No hay necesidad de hostilidad", dijo Bella, levantando las manos y notando la postura agresiva de Wendy.
—"Sí", la madre de Jasper también participó, "Simplemente estamos aquí disfrutando de este buen clima… y de muchas cosas encantadoras", le guiñó un ojo a Bandit, el cual se puso nervioso.
—"Pues disfruten de eso en otra parte", manifestó, con el ceño fruncido. "Aquí hay gente que desea trabajar".
—"Dios mío, hoy pareces no estar de buen humor", se quejó la madre de Jasper.
Wendy suelta un gruñido y ambas mujeres notan un músculo que salta en su mandíbula, preguntándose con qué fuerza están apretados sus dientes. Ante el susto, ambas se disculpan y se retiran a toda prisa.
—"¿Qué demonios fue eso?", preguntó Bandit sorprendido por su actitud.
—"¿Qué fue qué?", Wendy responde entre dientes y con el ceño fruncido.
—"Eso que hiciste", responde Bandit.
—"¿Qué acaso no te estaban molestando?"
Ella sigue frunciendo el ceño y, sin decir nada más, camina hasta casa, volviendo poco después con más bocadillos.
—"¿Por qué actuaste de esa forma con ellas?", dice Bandit, con un tono que ella realmente no reconoce.
—"Eres mi amigo", responde ella intencionadamente. "¿Acaso eso no es lo que hacen los amigos?"
Eso lo sorprende un poco, aunque probablemente no debería: sabe que el carácter de Wendy puede llegar a ser muy confuso a veces.
Bandit resopla. Da medio paso hacia ella y luego otro hacia atrás, como si no estuviera seguro.
—"¿Somos amigos?", preguntó ella.
—"Sí, somos amigos…"
—"Entonces lo repito", dice con tono frío, "¿Acaso no te estaban molestando?"
—"Sí, pero…", responde, pero suena como si la mitad de la palabra se le atragantara en la garganta.
—"Bandit...".
Bandit observa cómo la mano de su vecina se cierra en un puño.
—"Tampoco me gustó como actuaste tú".
—"Entiendo…", responde ella, y sus dedos se abren.
El tiempo siguió pasando. El dúo continuó atendiendo a los clientes a medida que llegaban. Wendy siguió manteniendo su sonrisa, pero solo al recibir a la clientela. Se mantuvo distante con Bandit, y eso a él le preocupaba.
Cuando estuvieron a solas, permanecieron en un silencio incómodo por un buen momento, luego Bandit da un paso hacia ella nuevamente, y esta vez sigue moviéndose hasta que está lo suficientemente cerca como para tocarla. Ella aún mantiene la mirada fría y su mandíbula todavía apretada. Cuando se disponía a hablarle, fue interrumpido por un Bulldog inglés que se acercaba.
—"¡Cornelius!", gritó Bandit al girarse.
—"¡Hola, Bandit!", Cornelius saluda amistosamente al Heeler azul, luego sus ojos se giran para ver a Wendy, quien capta toda su atención. "¿Y debo asumir que esta señorita de aquí es tu compañera?", dice mientras se acerca a ella.
—"Sí, ella es Wendy".
—"Bonito nombre…", la mira de arriba a abajo, "Yo soy Cornelius".
—"Encantada de conocerte", Wendy le devolvió el saludo, "También tienes un nombre bonito".
—"Eso no es nada", hizo un gesto con la mano, "Deberías oír mi número telefónico".
Wendy parpadeó rápidamente, tomada completamente por sorpresa. Bandit reaccionó pasmado, preguntándose si había escuchado correctamente.
—"Que bueno que traje mi credencial de la biblioteca…", se acercó más a Wendy, "para así poder estudiarte"
—"¿Perdón?", Wendy lo miró preguntándose qué quiso decir.
—"Cuéntame algo, ¿Eres creyente? Porque eres la respuesta a mis oraciones", dijo en tono sugestivo mientras movía las cejas.
Se podría decir que Cornelius tenía esa costumbre de coquetear con alguna hembra que le interesaba. No era secreto para nadie su "fama" de mujeriego que le había ayudado a salir con varias chicas, y al mismo tiempo algo que había perjudicado su matrimonio. En el momento en que se acercó a la chow-chow y tomó su mano, el bulldog la acorrala y le hace todos sus trucos habituales. El Heeler azul protestó en su mente. Al principio, sus emociones vagaban salvajemente como una bestia suelta, pero creía que sus preocupaciones eran infundadas. Sabe que Wendy nunca le correspondería. Ella nunca coquetearía realmente con alguien como él, o al menos eso le gustaba pensar. Ella tolera a Cornelius, charla trivialmente, sonríe cálidamente, pero sus ojos siempre encuentran los de él con un giro lateral o un suspiro. Wendy le sigue el rollo, aunque no parecía interesada. Cornelius debería detenerse, pero no, persiste.
¿Debería hacer un examen de conciencia para descubrir exactamente por qué le molestaba verlos juntos? Tenía la sensación de que examinar sus sentimientos podría ser demasiado imprudente para su propio bien. Cada vez que los miraba, sólo quería darle un puñetazo a Cornelius.
Bandit sale de sus pensamientos cuando alguien le toca el hombro desde atrás. Cuando se gira, se encuentra con la Bull Terrier de antes, quien la saluda tímidamente.
—"¡Tammy!", le devolvió el saludo, "¿En qué puedo ayudarte?"
—"Quise venir a buscar más de tus delicias", dijo sonriendo.
—"Ah, claro", le señaló las que aún le quedaban, "¿Cuál vas a llevar?"
—"No lo sé…", miró en la mesa por un momento para luego acercarse al Heeler azul. "¿Tú cuál me recomiendas?".
El inesperado regreso de esa Bull Terrier hizo que una pequeña voz en el fondo de la mente de Wendy no la dejara en paz. Tammy era guapísima. Definitivamente el tipo de mujeres con las que Cornelius ligaría.
A pesar de que el Bulldog seguía manteniendo la conversación con la intención de engatusarla, la chow-chow no podía evitar mirar al Heeler azul tan cerca de esa Bull Terrier. Afortunadamente, él solo le estaba dando recomendaciones, pero eso no le impidió sentirse un poco incómoda ahora que podía verlos uno al lado del otro otra vez. Wendy cree que hay intenciones de por medio. Ella puede sentirlo en cada pequeño gesto. En cada pequeño toque. En cada mirada. En la forma en que los ojos de Tammy brillan y se iluminan cuando Bandit le sonríe. Irónicamente, cuando la Bull Terrier empezó sacarle plática, el Heeler azul no parecía escucharle, seguía concentrado en lo que Cornelius le decía a su vecina. Parecía ser una competencia en poner a prueba la paciencia de cada uno, y no bastó mucho tiempo para que ambos perdieran. Cuando Tammy apoyó su mano en el hombro de Bandit y Cornelius trató de invitar a salir a Wendy, la cosa explotó. El Heeler rápidamente se puso frente a Cornelius y le ordenó, casi gritando, que se retirara inmediatamente. Al mismo tiempo, Wendy fue hasta Tammy e hizo exactamente lo mismo. Ambos se fueron, casi asustados, y luego hubo silencio alrededor de la mesa durante un buen rato, mientras el Heeler azul y la chow-chow procesaban lo que había ocurrido.
Wendy se había encogido de hombros, con total indiferencia, como si no estuviera dispuesta a hablar. Bandit, sin aliento, buscó sacar algún tema que los ayudara a conversar.
—"¿Puedes… ir ver a ver si nos quedan más bocadillos?", preguntó Bandit. Wendy se da vuelta abruptamente, y si las miradas pudieran matar, definitivamente él estaría bajo tierra en este momento. Lo bueno es que la chow-chow aún no ha desarrollado ese poder.
—"Tu novia puede hacerlo…", murmuró fríamente.
—"¿Qué?", preguntó sin entender su reacción.
—"¿Qué? ¿Es eso lo único que puedes decir?", dijo con una voz alterada.
—"No entiendo ¿Estás enojada?"
Wendy miró fijamente a Bandit sin decir nada.
—"¿Vas a decirme qué pasa o tengo que sentarme aquí adivinando?", preguntó molesto.
Wendy se giró, nuevamente sin decir nada.
—"¿Qué pasó? ¿Te molestó que te haya sacado a Cornelius cuando te pidió una cita? ¿Realmente querías salir con él?""
Sus palabras provocaron una comprensión en su mente.
Ella se giró y lo miró fijamente. "¿Estás... celoso?"
Bandit se quedó paralizado y trató de desestimar el reclamo. "¿Ce-celoso? ¿De qué podría estar celoso?"
Parecía que no tuvo éxito, ya que ella se rió levemente.
—"¿Crees que tengo sentimientos por Cornelius?", preguntó, mitad acusadora, mitad incrédula.
Bandit levantó la vista, confundido.
—"Bueno... ¿no?", su voz era débil por la vergüenza.
Ella sacudió la cabeza enfáticamente. "No… Aunque tampoco me molestaría salir con él", manifestó. "Yo estoy soltera, a diferencia de ti y aun así te la pasas ligando con mujeres", espetó.
Él frunció el ceño. "¿Te refieres a…?"
Bandit y Wendy comparten una mirada de complicidad. La pareja llega a la misma conclusión diciendo un fuerte "Oooh" al mismo tiempo. Sin embargo, esto sólo parece molestar aún más a Wendy.
—"¿Y ahora qué?, ¿Eh?", Wendy pregunta con tono áspero.
—"¿Estás enojada porque Tammy me habló?", pregunta Bandit, yendo directo al grano.
—"¡No claro que no! ¿Por qué debería enojarme? ¿Qué clase de amiga me convertiría eso? Sólo estoy enojada porque…"
—"¿Porque?" Bandit insiste cuando Wendy de repente se calla en medio de su explicación.
La pregunta la toma por sorpresa y la chow-chow hace una pausa, pensando genuinamente en su respuesta. "¿Por qué?"
—"¡No lo sé! ¡Ni siquiera sé si es tu novia!" Wendy explota. "¡No quiero hablar de esto! ¡Para de preguntar!"
—"¡Aww, mírense ustedes dos, tortolitos!", el grito alegre de un cliente frente a ellos devolvió abruptamente a Bandit y Wendy a la realidad. Se separaron bruscamente, conscientes de repente de que alguien los estuvo observando con deleite.
El Heeler azul y la chow-chow apartaron la mirada, avergonzados de que su discusión hubiera sido tan públicamente expuesta. Ahora aquí estaban, creyendo que discutían como un matrimonio de ancianos mientras un dingo joven con pelaje marrón, crema y tostado los miraba con una sonrisa.
—"Lamento que hayas tenido que ver eso…", dijo Bandit, avergonzado.
—"Descuide", hizo un gesto con la mano, "Lo entiendo perfectamente. Son cosas de parejas".
Aquel comentario hizo que los rostros de Bandit y Wendy ardieran, con un ligero sonrojo.
—"¡Solo era una pequeña discusión!", intentó explicar Wendy.
—"¡Y buena razón que tuvieron!", exclamó, descolocando a ambos. "A veces una discusión, por más dura que sea, puede ayudar a limar asperezas en la pareja".
Bandit y Wendy se miraron entre sí, confusos. No estaban seguros de si aquel dingo joven era bastante incrédulo o les estaba jugando una broma.
—"Escucha…", Bandit tomó aire, luego señaló a Wendy. "Ella y yo ni siquiera estamos casados".
—"Entiendo… Están empezando".
Bandit y Wendy hicieron un facepalm.
—"¡Solo somos amigos!", vociferó Bandit.
—"Oh, entiendo…", dice el joven dingo, contemplativamente. Después de un momento de silencio, vuelve a hablar. "¿Sabe?, Mi papá decirme algo sobre los amigos. Él decía: 'Dime quiénes son tus amigos y te diré quién eres'".
Bandit frunció un poco el ceño. "¿Qué significa?"
—"Significa que el tipo de personas de las que te rodeas son un buen indicador del tipo de persona que eres", responde el joven dingo. Él mira a Wendy por un momento y luego vuelve a mirar a Bandit. "Usted está rodeado de buena gente. Eso dice mucho de usted".
La calma y calidez en su voz, además de sus palabras, hizo que ambos adultos poco a poco empezaran a tranquilizarse y olvidar por lo que estaban discutiendo.
—"¿Qué dice de mí que mi novia sea una de las mejores personas que conozco?", murmura Bandit en broma y Wendy se sorprende.
El joven dingo esboza una sonrisa. "Eso sólo significa que tiene muy buen gusto para las chicas".
Los tres se rieron. Wendy le obsequió lo último que quedaba de los bocadillos y luego él se despidió de ellos. Quizás fue por la confusión o tensión de ese momento, pero no fue hasta que se marchó que Bandit lo reconoció: Era Alfie, el chico que trabajaba en la tienda de juguetes y que lo había ayudado con un juego de sus hijas. Mientras lo veía alejarse, seguía pensando que era un buen sujeto.
Bandit y Wendy se relajaron cuando la atención se desvió de ellos. Se sonrieron tímidamente el uno al otro, ambos sabían que algo entre ellos había cambiado, pero no estaban muy seguros de qué hacer a continuación.
El Heeler azul duda por varios momentos. Sabe que necesita preguntar, que necesitan hablar sobre esto. Pero también sabe que no será una conversación fácil, pero se prometió no tener miedo de lo que pueda pasar. Finalmente se volvió hacia ella y suspiró con cautela. "Yo… Discúlpame. Mi comportamiento… Realmente no fue el más apropiado contigo".
—"No, tienes razón, pero…", ella suspiró, "el mío tampoco fue mejor", concluyó, alicaída.
Bandit se maldijo mentalmente. No pretendía ponerla de esa manera.
—"Uh uh, ¿Te importaría explicar que fue lo que te molestó?", preguntó Bandit. Su voz transmitía una sensación de importancia que Wendy tomó en serio. Ella inmediatamente miró hacia abajo y suspiró, pero no pudo articular una palabra. "Realmente quiero ayudarte en lo que pueda".
—"Supongo que cuando vi a esas mujeres que casi se abalanzaban por ti… yo…", resopló, "Me molestó de una manera que no te puedes imaginar", concluyó después, claramente más molesta por esto de lo que se había dado cuenta.
—"Es cierto que me molestaban e hiciste bien en ayudarme", reconoció, "Solo que no me esperaba que reaccionaras de esa manera", explicó luego. "Aunque tengo que admitir que te queda bien lo de ser ruda", sonrió nervioso.
—"Oh...", fue todo lo que Wendy pudo decir. Sus ojos de repente se fijaron en el suelo. "Yo… Gracias…", añadió, jugando nerviosamente con sus dedos. "Y disculpa por..."
—"Está bien", interrumpe, "Ambos cometimos errores. Solo olvidemos eso, ¿Vale?", sugirió. "Pero, ¿Sabes? Aún con estas no me imagino tener otra compañera tan buena como tú". Ese comentario fue directo al corazón de Wendy que una sonrisa apareció en su rostro. Observó cómo Bandit comenzaba a caminar hacia la casa para buscar más reservas, pero esta vez ella lo siguió y lo llamó por su nombre para que se detuviera. Una vez que él se dio la vuelta, ella sintió que un sonrojo se extendía por su rostro.
—"Tenemos que hacerlo juntos", dijo después de asegurarse de que nadie los escucharía, mirando a Bandit, quien parecía bastante sorprendido, pero sonriendo.
De repente, Bandit se acercó a ella y su sonrisa se amplió al escuchar sus palabras. "Entonces hagámoslo juntos".
El resto del día transcurrió de forma confusa y desenfocada. El cielo azul claro comenzó a adquirir tonos de rosa y púrpura errantes a medida que el sol comenzaba a ocultarse. Doreen estaba impresionada mientras no paraba de contar todo el dinero que habían reunido Bandit y Wendy. Los felicitó a ambos, haciéndoles saber que su puesto era el que más había recaudado. Ella les preguntó si estaban dispuestos a volver a repetir como equipo. Ellos se miraron y estuvieron de acuerdo.
Una vez que ambos, con la ayuda de Judo, desarmaron el puesto y regresaron la mesa a su sitio, se despidieron dándose un apretón de manos, que duró bastante tiempo.
—"Yo… Debería irme", dice Wendy, soltando su mano.
—"Sí", coincide Bandit. "Yo también debería".
Wendy se concentra en respirar mientras camina hacia la puerta. Hay un último momento de vacilación, pero luego ella se va, mientras Bandit siente que su cuerpo libera toda la tensión que se había acumulado en las últimas horas. Wendy se detiene cuando recuerda algo.
—"¡Judo! ¡Vámonos!", grita desde la entrada.
Judo salió de la cocina, pero se detuvo a mitad del pasillo para mirar a Bandit.
—"Gracias…", murmuró.
—"¿Disculpa?"
—"Ya me escuchaste", dijo con cierto altivez en su tono, "No me hagas repetirlo".
—"Ah… bueno… de nada, pero ¿Por qué?"
—"Por dejarme cocinar".
—"¿Qué? ¿Acaso no te dejan?"
Judo se marchó sin decir una palabra. Bandit la siguió hasta la entrada, encontrándose nuevamente con Wendy. Ella le agradeció por tan magnífico día y él le correspondió el agradecimiento.
Bandit respiró hondo. "Por cierto… mañana habrá una barbacoa en mi casa, ¿Te gustaría ir?", preguntó con sinceridad.
El rostro de Wendy se iluminó. "¿Es una invitación?"
Bandit levantó ambas manos. "Tal vez"
Wendy sonrió. "Amaría eso".
—"Puede que más gente venga", aclaró, "Si no te molesta…"
Wendy negó con la cabeza. "No hay problema".
Finalmente, ambos se despidieron. En el camino a su casa, Wendy aprovechó para hablar momentáneamente con su hija.
—"Judo, ¿Por casualidad no habrás escuchado una discusión…?"
—"Descuida", la interrumpe haciendo un gesto con la mano, "Le pedí a un chico que se encargara".
—"Oh, genial…", reacciona y se detiene, "Espera, ¿¡Qué hiciste que!?"
—"Bueno, alguien tenía que hacerlo", respondió levantando los brazos, como si no fuera importante, "Además ese chico parecía bastante simpático".
—"¿Le dijiste que Bandit y yo…?", intentó preguntar, curiosa, pero su hija la interrumpió nuevamente.
—"No, de hecho, él me lo preguntó y yo le dije que sacara sus propias conclusiones".
Nuevamente, las cejas de Wendy comenzaron a temblar locamente.
