"RENACER EN LA OSCURIDAD: EL LEGADO DE HARRY Y DAPHNE"

Prólogo

La Guerra Mágica dejó cicatrices profundas en el mundo, no solo en la tierra que pisaban los magos y brujas, sino también en sus corazones. Hogwarts, una vez un símbolo de esperanza y amistad, se convirtió en un campo de batalla donde el bien y el mal chocaron, marcando la vida de aquellos que se atrevieron a luchar. Pero en medio de la destrucción y el caos, una nueva historia estaba a punto de comenzar.

Harry Potter, el niño que vivió, se enfrentó a la mayor batalla de su vida: no contra un enemigo tangible, sino contra la sombra de la pérdida y la discapacidad que amenazaba con arrastrarlo hacia la oscuridad. En una silla de ruedas, se vio obligado a reconsiderar no solo su papel como héroe, sino también su capacidad para proteger a quienes más amaba. Sin embargo, la luz en su vida llegó en forma de Daphne Greengrass, una joven bruja con un espíritu indomable y un corazón lleno de amor. Juntos, enfrentarían el desafío más grande: construir una vida juntos mientras el eco de la guerra aún resonaba.

Cuando Daphne se quedó embarazada de gemelos, la pareja se vio envuelta en un torbellino de alegría y ansiedad. La llegada de sus hijos no solo representaba un nuevo comienzo, sino también una oportunidad para enfrentar su pasado y encontrar su lugar en un mundo que seguía cicatrizando. Sin embargo, con la paz aún frágil, viejos enemigos amenazaban con destruir lo que habían construido, poniendo a prueba su amor y determinación.

A través de momentos de risa, lágrimas, drama y sacrificio, Harry y Daphne aprenderán que la verdadera fuerza no reside en el cuerpo, sino en el corazón y en la familia que eligen construir. Con cada desafío, cada derrota y cada victoria, descubrirán que, a pesar de las sombras que persiguen su camino, siempre hay luz en el horizonte.

"Renacer en la Oscuridad: El Legado de Harry y Daphne" es una historia de amor y esperanza que demuestra que incluso en los momentos más oscuros, el amor tiene el poder de sanar, unir y crear un futuro mejor. Acompáñalos en su viaje mientras enfrentan sus demonios, descubren la fuerza en su unión y desafían al destino que la vida les ha presentado.

--

Capítulo 1: La Nueva Realidad Compartida

Harry y Daphne se conocieron de una manera inusual, especialmente considerando que habían pasado la mayor parte de sus años en Hogwarts en lados opuestos. Daphne, una Slytherin de familia de sangre pura, y Harry, el "niño que vivió", nunca habían intercambiado más que miradas fugaces o conversaciones rápidas en los pasillos del castillo. Pero después de la guerra, algo había cambiado.

La primera vez que hablaron realmente fue después de la batalla de Hogwarts, cuando ambos estaban de vuelta en el castillo para ayudar a limpiar los destrozos y rendir homenaje a los caídos. Mientras Harry paseaba solo por los terrenos, aún procesando la magnitud de todo lo que había sucedido, encontró a Daphne sentada junto al Lago Negro, mirando el agua en silencio. Algo en su expresión –tal vez el cansancio compartido o la soledad– lo impulsó a acercarse.

Daphne no era como las demás. Ella había pasado por la guerra de una manera diferente; su familia había estado conectada con los ideales puristas, pero ella nunca los había compartido completamente. Al final de la guerra, se había distanciado de las posturas radicales de sus padres, lo que la dejó en una especie de limbo, sintiéndose desconectada tanto de su familia como de muchos de sus compañeros. En Harry, vio una figura de fortaleza y vulnerabilidad al mismo tiempo, algo que la atrajo profundamente.

Después de ese primer encuentro junto al lago, comenzaron a verse más frecuentemente. Al principio, sus conversaciones eran casuales, explorando lo que ambos habían experimentado durante la guerra, pero pronto se dieron cuenta de que compartían mucho más de lo que parecía. Harry había pasado por la lucha interna de perder a seres queridos, y Daphne había experimentado la presión de ser parte de una familia de sangre pura sin compartir completamente sus creencias. Ambos estaban buscando consuelo, y de manera silenciosa, los encontraron el uno al otro.

La relación entre ellos floreció de una manera natural, casi inevitable. Harry descubrió que, con Daphne, no tenía que ser el héroe o la figura pública que todos esperaban. Ella no lo veía como "El Elegido", sino como Harry: un joven que había vivido una vida llena de responsabilidades, luchas y sacrificios. Por su parte, Daphne encontró en Harry una calidez y una empatía que no esperaba. A diferencia de muchos otros, él no la juzgaba por su apellido o por su casa, sino que la aceptaba por quien realmente era.

Cuando se dieron cuenta de que sentían algo más profundo el uno por el otro, fue durante una de esas noches en que ambos se sentaban en silencio, simplemente disfrutando de la compañía mutua. Fue Harry quien, después de una larga pausa, habló primero.

"Daphne, nunca pensé que encontraría algo tan... normal, después de todo lo que ha pasado. Contigo, siento que puedo ser yo mismo."

Daphne lo miró, sus ojos claros y serenos. "Yo tampoco pensé que encontraría a alguien como tú. Y no me refiero a 'Harry Potter'. Me refiero a ti, a la persona que veo cuando estamos aquí, lejos de todos los demás."

Así, con palabras simples pero cargadas de significado, reconocieron lo que sentían. Pero mientras su relación se fortalecía, el destino tenía sus propios planes.

--

Capítulo 2: El Desafío del Amor

Cuando Harry fue herido en la batalla final, el impacto fue devastador para ambos. Harry, siendo el que siempre había sido activo, ágil, y capaz de enfrentarse a cualquier amenaza física, ahora se encontraba limitado por una silla de ruedas. La maldición que había recibido durante el enfrentamiento con Bellatrix Lestrange había afectado severamente sus piernas, y aunque intentaron muchos hechizos y tratamientos, los sanadores de San Mungo finalmente concluyeron que no había cura.

Harry tuvo dificultades para aceptar su nueva realidad. No era sólo la pérdida de la movilidad lo que le afectaba, sino la sensación de dependencia que ahora lo abrumaba. Antes de la guerra, siempre había sido el protector, el que se lanzaba al peligro por los demás. Ahora, sentía que no podía protegerse ni a sí mismo.

Daphne, sin embargo, nunca vaciló. Desde el principio, dejó claro que su amor por Harry no dependía de su capacidad para caminar, luchar o ser el "héroe" que todos imaginaban. Ella estaba allí, día tras día, ayudándolo en su recuperación física y emocional. Cuando Harry se sentía frustrado o impotente, ella lo consolaba, pero nunca lo trataba con lástima, algo que él agradecía profundamente.

Hubo momentos oscuros. No todo fue fácil. Harry, a veces, se alejaba emocionalmente, temiendo ser una carga para Daphne. Pero cada vez que lo hacía, ella lo traía de vuelta con paciencia y comprensión. Había noches en las que él se quedaba despierto, mirando al techo del dormitorio, preguntándose si alguna vez podría ser el compañero que Daphne merecía. En una de esas noches, después de un largo silencio, Harry habló.

"No sé cómo lo haces, Daphne. Yo... no soy el mismo. No puedo ser lo que solía ser. ¿Por qué te quedas?"

Daphne, que estaba acostada a su lado, se incorporó lentamente. Su mirada era suave, pero firme.

"Harry, te amo. No porque puedas caminar, no porque seas 'El Elegido', sino porque eres tú. Eres la persona que se enfrenta a sus miedos, que lucha incluso cuando no tiene fuerzas. No necesito que seas más que lo que ya eres."

Esas palabras tocaron algo profundo en Harry. Nunca había sido alguien que dependiera emocionalmente de otra persona, pero con Daphne, no tenía miedo de mostrar su vulnerabilidad. Ella lo aceptaba completamente, y eso era algo que él no sabía que necesitaba hasta que la conoció.

--

Capítulo 3: El Anuncio Inesperado

La vida continuó entre ellos, y poco a poco, se adaptaron a la nueva realidad. Harry y Daphne seguían con sus estudios en Hogwarts, terminando el séptimo año, aunque el enfoque de sus vidas se había desviado a algo mucho más importante que las clases. Se encontraban cada vez más cerca, más unidos, y sus sentimientos se profundizaban con cada día que pasaba.

Pero la mayor prueba para su relación llegó una tarde, cuando Daphne, visiblemente inquieta, le confesó a Harry que estaba embarazada. La noticia fue un shock para ambos. No lo habían planeado, y en medio de la adaptación a la nueva vida después de la guerra, el embarazo parecía un desafío más de proporciones inimaginables.

Harry, aunque emocionado, también estaba lleno de dudas. Se preocupaba por el futuro, por cómo podría estar a la altura de lo que significaba ser padre, especialmente con su discapacidad. Se imaginaba a sí mismo sin poder correr tras sus hijos o participar en sus juegos, y eso lo llenaba de temor. Daphne, por su parte, también estaba asustada, pero su enfoque era diferente. Para ella, lo que importaba era que estaban juntos, y que, aunque el futuro era incierto, podían superarlo si estaban el uno al lado del otro.

A medida que pasaban los meses, el embarazo de Daphne progresaba, y su relación con Harry se volvía aún más sólida. Harry estaba siempre a su lado, apoyándola en todo, desde las consultas médicas hasta los momentos en que ella se sentía abrumada. Las dificultades no faltaban, pero siempre encontraban una manera de salir adelante.

--

Capítulo 4: Los Primeros Meses del Embarazo

Después del impactante anuncio de Daphne, la pareja comenzó a adaptarse a su nueva realidad. Harry seguía procesando la noticia mientras los días se convertían en semanas. Estaba asustado, pero el amor que sentía por Daphne y su deseo de estar a la altura de esta responsabilidad lo impulsaban a seguir adelante. Sabía que las dudas siempre estarían allí, pero la mirada determinada de Daphne y su confianza en él lo ayudaban a sobrellevarlas.

Los primeros meses del embarazo no fueron fáciles para Daphne. Aunque intentaba seguir con sus estudios y mantener la compostura, los síntomas típicos del embarazo comenzaron a aparecer. Las náuseas matutinas, el cansancio y los cambios de humor hicieron que algunos días fueran más difíciles que otros. Sin embargo, Daphne estaba decidida; no iba a dejar que las dificultades físicas la frenaran.

Harry, por su parte, hacía todo lo posible para estar allí para ella. Aunque aún se movía en silla de ruedas, había aprendido a ser ingenioso. Con la ayuda de algunos encantamientos y la ayuda de Hermione, logró encantos que le permitían trasladarse más fácilmente y estar a la altura de Daphne en cualquier situación. A pesar de que Daphne insistía en que no necesitaba cuidados constantes, Harry no podía evitar sentirse protector.

Una noche, mientras estaban en la Sala Común de Gryffindor, Daphne estaba descansando en un sofá junto a la chimenea. Harry la observaba desde su silla, con una mezcla de admiración y preocupación en los ojos.

"¿Estás bien?", preguntó, su voz suave pero atenta.

Daphne lo miró, sonriendo levemente. "Sí, solo estoy... cansada. Parece que el bebé está tomando toda mi energía."

Harry se acercó un poco más, tomando su mano. "Desearía poder hacer más por ti. Sé que no siempre es fácil para ti."

Daphne apretó su mano, sus dedos entrelazándose con los de Harry. "No necesitas hacer más, Harry. Solo necesito que estés aquí. Eso es suficiente."

Harry asintió, aunque por dentro seguía luchando con la sensación de impotencia. No quería que Daphne sintiera que debía cargar con todo sola, pero a veces parecía que era ella quien cuidaba más de él. Sin embargo, se comprometió a apoyarla en lo que fuera necesario, sin importar los retos.

--

Capítulo 5: Los Cambios Visibles y las Reacciones de los Amigos

A medida que el embarazo avanzaba, comenzaron a aparecer cambios más visibles. Daphne, siempre tan esbelta y elegante, ahora comenzaba a notar cómo su vientre crecía, un recordatorio constante de la nueva vida que llevaba dentro. A pesar de las dudas iniciales, tanto ella como Harry comenzaron a aceptar con más tranquilidad la idea de convertirse en padres, encontrando momentos de alegría en medio de la incertidumbre.

La primera persona en notar los cambios fue Hermione. Durante una de las comidas en el Gran Comedor, mientras conversaban sobre las clases y la planificación de su futuro después de Hogwarts, Hermione, siempre atenta a los detalles, se percató de que Daphne comía más selectivamente y que su rostro tenía un brillo diferente.

"¿Daphne, estás...?" Hermione dejó la pregunta en el aire, siendo discreta.

Daphne la miró a los ojos por un momento y, después de una breve pausa, asintió. "Sí, estoy embarazada."

Hermione abrió los ojos de par en par, sorprendida pero inmediatamente sonriente. "¡Eso es maravilloso! Felicidades a los dos."

Harry, aunque no le gustaba ser el centro de atención, sintió un calor en el pecho al ver la genuina felicidad en el rostro de su amiga. Ron, quien había estado distraído con su comida, también se unió a las felicitaciones, aunque con un leve toque de nerviosismo. "Wow, Harry... eso es... grande."

Las reacciones de los demás compañeros de clase variaban. Algunos, como Ginny, estaban felices por la pareja, aunque Ginny, en particular, necesitó un tiempo para aceptar completamente la noticia debido a su historia pasada con Harry. Otros estudiantes, especialmente los de Slytherin, miraban a Daphne con sorpresa e incluso un poco de recelo, preguntándose qué significaría este embarazo para la prestigiosa familia Greengrass.

A lo largo de los meses, la barriguita de Daphne creció, y aunque intentaba mantener su vida lo más normal posible, había momentos en los que el peso físico y emocional del embarazo comenzaba a afectarla. Harry estuvo a su lado en cada consulta médica, cada visita a la enfermería y cada momento en que Daphne necesitaba simplemente descansar. Aunque a veces Harry seguía luchando con sus propias inseguridades, ver a Daphne tan fuerte y decidida le daba fuerzas.

Una tarde, mientras caminaban por los jardines de Hogwarts, Daphne se detuvo de repente, poniendo su mano en su vientre.

"¿Qué pasa?" preguntó Harry, girando la silla para verla mejor.

Daphne sonrió. "Creo que lo sentí moverse. Aquí, toca." Tomó la mano de Harry y la colocó suavemente sobre su vientre.

Harry se quedó en silencio, sintiendo una ligera presión bajo su mano. Su corazón se aceleró, y por un momento, todas las preocupaciones que lo habían perseguido se desvanecieron. En ese instante, el peso del futuro ya no parecía tan aterrador.

"Es... increíble," murmuró Harry, sin apartar su mano.

"Sí, lo es," dijo Daphne, mirándolo con ternura.

--

Capítulo 6: El Apoyo Mutuo y el Proceso de Preparación

A medida que el embarazo de Daphne avanzaba, la relación entre ella y Harry se fortalecía más que nunca. El embarazo no solo cambió sus rutinas diarias, sino también cómo se apoyaban emocionalmente. Las noches eran momentos especiales para ellos, donde se sentaban juntos en silencio, a veces simplemente disfrutando de la compañía del otro, a veces hablando sobre el futuro.

"¿Cómo te imaginas siendo padre, Harry?" le preguntó Daphne una noche mientras estaban juntos en la Sala de los Menesteres, un lugar que habían comenzado a usar para tener más privacidad.

Harry se quedó pensativo por un momento. "No lo sé exactamente. Crecí sin mis padres, así que... no tengo un modelo de referencia. Pero quiero ser alguien en quien puedan confiar, alguien que esté allí para ellos, sin importar lo que pase. Quiero ser mejor de lo que creo que soy capaz de ser."

Daphne le sonrió suavemente. "Tienes tanto amor dentro de ti, Harry. Lo veo cada día. No solo conmigo, sino con tus amigos, con las personas que te rodean. Vas a ser un gran padre, sé que lo serás."

La confianza de Daphne en él siempre lo sorprendía. Había momentos en que Harry se sentía más pequeño de lo que era, pero Daphne lo veía de una manera completamente diferente, con una claridad que él aún no comprendía. Sabía que el camino sería difícil, pero con Daphne a su lado, sentía que podía superar cualquier desafío.

Mientras tanto, comenzaron a planificar para el nacimiento del bebé. Con la ayuda de Hermione, crearon un espacio en el dormitorio de Gryffindor donde podían practicar los cuidados iniciales del bebé, usando hechizos que simulaban situaciones para que estuvieran preparados.

Hermione, siempre meticulosa, les enseñó encantamientos que serían útiles para el bebé, mientras Ron, a pesar de su torpeza en temas delicados, también ofrecía apoyo, especialmente en los momentos de humor ligero.

Daphne, a pesar de las dificultades del embarazo, nunca perdió su fortaleza. Su relación con Harry había evolucionado de maneras que ninguno de los dos esperaba. Ambos se cuidaban mutuamente en formas que trascendían lo físico. Harry, aunque todavía en silla de ruedas, había encontrado nuevas maneras de ser un compañero presente y dedicado, y Daphne lo apreciaba más allá de lo que las palabras podrían expresar.

--

Capítulo 7: Preparativos y Bromas en Medio del Caos

A medida que el embarazo avanzaba, los pequeños momentos de humor comenzaron a aparecer con más frecuencia. Tanto Harry como Daphne se habían dado cuenta de que, si no podían reírse de sí mismos y de las situaciones absurdas que enfrentaban, todo sería mucho más difícil.

Una mañana, mientras Harry y Daphne estaban en la sala común, preparándose para ir a la enfermería para una de las revisiones mensuales de Daphne, ella se detuvo frente al espejo, observando su vientre ya bastante prominente. Con una expresión ligeramente exasperada, soltó:

"Merlín, parezco un elfo doméstico inflado. ¿Quién me dejó convertirme en esto?"

Harry, desde su silla de ruedas, la observó por un momento y luego, con una sonrisa traviesa, respondió: "Bueno, si te lo preguntas... probablemente fue el tipo guapo en silla de ruedas que tienes de pareja. Aunque no recuerdo escuchar quejas en ese momento."

Daphne rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonreír. "Sí, sí, Potter, pero no eres tú el que está lidiando con esto. Mira, no puedo ver mis propios pies."

"Bueno, si te sirve de consuelo, yo tampoco puedo verlos desde aquí," dijo Harry, agitando las manos hacia abajo con un gesto dramático. "Nos hemos vuelto un par de desastres funcionales, ¿eh?"

Ella soltó una carcajada, un sonido raro y hermoso en los últimos meses. A pesar de las dificultades, Harry tenía esa capacidad de aligerar cualquier situación, incluso las que parecían más pesadas. Aunque él tenía sus propias inseguridades, ambos habían aprendido a hacer del sarcasmo y la ironía su idioma común.

El humor no solo ayudaba a aliviar la tensión entre ellos, sino también con sus amigos. Una tarde, mientras Hermione y Ron se unían a ellos para una sesión de práctica en la Sala de los Menesteres, Harry y Daphne discutían sobre los posibles nombres para los bebés.

"Harry, en serio, no podemos llamar a uno de los gemelos 'Sirius' solo porque quieres hacerle un homenaje a tu padrino. ¡Es un nombre que les dará problemas en la escuela! ¡Imagina las bromas!" dijo Daphne, medio divertida y medio sería.

Harry, con una expresión pensativa, respondió: "Oh, claro. ¿Y tu propuesta era qué? ¿Scorpius? Porque eso tampoco suena a que provocará burlas."

Ron, que estaba masticando una rana de chocolate cerca, casi se atragantó al escuchar el nombre. "¿Scorpius? Por favor, no. Ya tenemos suficientes Malfoys para una vida entera."

Hermione lo miró de reojo. "Ron, no seas grosero. Aunque estoy de acuerdo. 'Scorpius' no es la mejor idea."

"Gracias," dijo Harry con un tono triunfal, levantando las cejas hacia Daphne. "Así que, 'Sirius' no suena tan mal ahora, ¿verdad?"

Daphne se cruzó de brazos, lanzando una mirada burlona a Harry. "Si insistes en 'Sirius', entonces voy a llamar al otro gemelo 'Severus' solo para equilibrar."

Harry se quedó mudo por un segundo, mirándola fijamente antes de que una sonrisa divertida cruzara su rostro. "Muy bien jugado, Greengrass. Muy bien jugado. Ahora que lo mencionas, un Sirius y un Severus sería un combo mortal en las clases de Pociones."

--

Capítulo 8: Las Aventuras en la Enfermería

En una de las tantas visitas a la enfermería, el humor siguió siendo la herramienta principal de supervivencia. La enfermera Pomfrey, siempre tan profesional, tenía un aire de exasperación cada vez que Harry y Daphne entraban a la enfermería. Entre el embarazo de Daphne y la situación de Harry, parecían vivir allí.

Mientras Pomfrey revisaba a Daphne, midiendo su crecimiento y asegurándose de que todo estaba bien, Harry estaba sentado a un lado, observando atentamente. No obstante, en un momento dado, su atención se desvió hacia un frasco en el estante.

"¿Pomfrey, eso es una poción anti náuseas? Porque creo que la necesitaré para las clases de Historia de la Magia."

Daphne, que estaba acostada en la camilla, soltó un bufido de risa. "Harry, eso no es para ti. Aunque no te culpo, yo también la usaría si Binns sigue hablando sobre la Rebelión de los Trasgos."

Pomfrey lo miró por encima de sus lentes, claramente poco impresionada. "Sr. Potter, si prestara más atención a su tratamiento en lugar de hacer chistes, tal vez podría evitar más visitas a mi enfermería."

Harry levantó las manos en señal de rendición. "Solo intentaba aliviar el ambiente. Ya sabes, todo esto del embarazo es... un poco aterrador."

Pomfrey suavizó su expresión ante la admisión sincera de Harry. A pesar de su humor, era obvio que el peso del futuro lo afectaba profundamente. "Lo están haciendo bien, los dos. No será fácil, pero tienen todo lo necesario para salir adelante."

Mientras se dirigían de vuelta a la sala común, Daphne tomó la mano de Harry, entrelazando sus dedos. Sabía que, debajo de su sarcasmo y bromas, Harry estaba tan asustado como ella, si no más. Sería su primer hijo, y con todo lo que ya habían pasado, el futuro se veía incierto. Pero tenían algo a su favor: se tenían el uno al otro.

--

Capítulo 9: El Evento Anticipado

Los últimos meses del embarazo trajeron consigo aún más desafíos, tanto físicos como emocionales.

Daphne ya casi no podía moverse con facilidad, y Harry, aunque hacía lo posible para ayudar, tampoco tenía la movilidad que hubiera querido tener. Esto los llevó a situaciones absurdamente cómicas.

Una mañana, ambos estaban tratando de salir de la cama, pero entre la barriga enorme de Daphne y la silla de ruedas de Harry que había quedado mal colocada, el intento de levantarse parecía una especie de comedia slapstick.

"Harry, ¿puedes alcanzar la silla? No puedo moverme," dijo Daphne, un tanto frustrada mientras trataba de girar en la cama.

Harry, estirándose lo más que podía desde su posición, intentaba mover la silla con un hechizo que no terminaba de funcionar bien. "Estoy intentando, pero creo que el hechizo de movimiento se me ha ido un poco de las manos..."

En ese momento, la silla de ruedas se disparó hacia adelante, chocando contra la pared. Harry y Daphne se quedaron en silencio durante unos segundos, y luego comenzaron a reír a carcajadas.

"Bueno, al menos uno de los dos está rodando," dijo Daphne entre risas.

"Sí, y al paso que vamos, creo que tendré que llamarte un hipogrifo para que te saque de aquí cuando llegue el día," bromeó Harry.

Esos momentos de humor eran esenciales para ambos, especialmente cuando las tensiones aumentaban. Aunque la llegada de los gemelos estaba a la vuelta de la esquina, todavía había muchos detalles sin resolver, y el futuro parecía cada vez más impredecible. Pero en medio de todo, sabían que lo único que realmente importaba era su amor, su capacidad para apoyarse mutuamente y la promesa de que enfrentarían todo juntos, sin importar cuán caóticas o cómicas fueran las circunstancias.

--

Capítulo 10: La Tormenta Antes del Parto

El embarazo de Daphne estaba en su etapa final, y Hogwarts parecía estar en calma antes de una tormenta. Sin embargo, la pareja sentía que la tensión estaba alcanzando su punto más alto. Harry, con su naturaleza protectora, estaba más nervioso que nunca, mientras que Daphne, siempre controlada, había comenzado a mostrar signos de agotamiento. Su cuerpo ya no respondía de la misma manera, y las tareas cotidianas empezaban a volverse más difíciles.

Una noche, mientras estaban en la sala común de Gryffindor, Daphne se removió inquieta en el sillón, tratando de encontrar una posición cómoda. Harry, sentado a su lado, la miraba con preocupación.

"¿Quieres que llame a la enfermería? Pareces incómoda," sugirió Harry.

"No es necesario," respondió Daphne con un tono firme, aunque estaba claramente molesta. "Es solo que los gemelos han decidido practicar su propia versión de un torneo de Quidditch aquí dentro."

Harry esbozó una sonrisa, aunque sabía que Daphne lo estaba pasando mal. "¿Quién te dijo que criar a futuros buscadores sería fácil?"

"Si siguen pateando así, tal vez los críe para que se unan a los mortífagos en lugar de al equipo de Quidditch," bromeó Daphne, aunque su sonrisa se desvaneció rápidamente cuando una nueva oleada de malestar la golpeó.

Harry frunció el ceño. Algo en su intuición le decía que había más que una simple patada dentro de su vientre. Quiso insistir en que fueran a la enfermería, pero Daphne, siempre tan decidida, no le daba espacio para sugerirlo.

"Todo está bien," repitió ella, aunque a Harry no le convenció del todo.

--

Capítulo 11: La Noche de la Tormenta

El clima de Hogwarts era un reflejo de la tensión que se acumulaba en el aire. Una tormenta eléctrica había cubierto el castillo en una oscuridad inquietante. Fuera, los rayos iluminaban los pasillos vacíos, y el sonido de la lluvia golpeando las ventanas resonaba como tambores en una batalla.

Esa misma noche, Daphne despertó bruscamente con un dolor agudo en el abdomen. Al principio pensó que era solo otro movimiento de los gemelos, pero cuando el dolor no cedió, su corazón comenzó a latir más rápido. Miró a Harry, que estaba dormido en su silla junto a la cama, su rostro apacible, completamente ajeno a lo que estaba ocurriendo.

"Harry..." Su voz salió como un susurro al principio, pero luego se hizo más urgente.

"¡Harry!"

Harry despertó de inmediato, alerta como si hubiera estado esperando algo. Al ver la expresión de Daphne, la preocupación invadió sus ojos.

"¿Qué pasa? ¿Es hora?"

"Algo no está bien," dijo Daphne, respirando de forma entrecortada. "Este no es el dolor que he estado sintiendo... creo que algo anda mal."

Harry, a pesar de su propia ansiedad, trató de mantener la calma. "Vamos, vamos a la enfermería ahora mismo." Pero justo cuando estaba por hacer flotar la silla para moverse, un rayo iluminó la ventana, seguido de un trueno ensordecedor. En ese momento, la puerta de la sala común se abrió de golpe, revelando a Ron y Hermione, ambos empapados.

"¡La enfermería está cerrada! Pomfrey no está," dijo Hermione rápidamente, entrando a la sala mientras intentaba secarse con un hechizo. "El Ala Hospitalaria está en reparaciones y ella tuvo que salir para atender una emergencia en Hogsmeade."

Harry sintió que su corazón se hundía. "¿Qué hacemos entonces? Daphne necesita atención ahora."

Daphne, que intentaba controlar su respiración, se giró hacia Hermione, sus ojos llenos de determinación. "Llévame a la Sala de los Menesteres. Si Pomfrey no está, ese lugar puede darnos lo que necesitemos."

Hermione asintió rápidamente. "Buena idea. Vamos."

--

Capítulo 12: Contratiempos en la Sala de los Menesteres

El grupo se apresuró por los pasillos oscuros de Hogwarts, la tensión palpable en el aire. Harry estaba haciendo flotar su silla junto a Daphne, quien caminaba lentamente con Ron apoyándola por el otro lado. Hermione iba delante, dirigiendo el grupo hacia la Sala de los Menesteres, donde confiaban que el lugar les proporcionaría lo necesario para manejar la situación.

Cuando llegaron, la puerta apareció mágicamente, y al entrar, la Sala de los Menesteres se había transformado en una sala de partos improvisada, con camas, pociones y todo lo que necesitarían. Sin embargo, un detalle importante se hizo evidente rápidamente: aunque había equipo médico, faltaba alguien con experiencia para dirigir el parto.

"Bueno, supongo que me toca ser el partero esta noche," dijo Ron con una sonrisa nerviosa. El tono despreocupado era claramente su manera de lidiar con la tensión.

Harry lo miró con los ojos muy abiertos. "Ron, no estoy seguro de que eso sea una buena idea."

"No hay muchas opciones," intervino Hermione, ya tomando el control de la situación. "Pero yo puedo hacer lo que sea necesario. He leído sobre partos en varios libros."

Harry no pudo evitar reírse a pesar del caos. "Por supuesto que has leído sobre partos, Hermione. ¿Hay algo que no hayas leído?"

Daphne, que estaba tumbada en la cama, respiraba con dificultad, pero incluso en ese estado crítico, logró soltar una sonrisa sarcástica. "Hermione, querida, si los gemelos salen hablando sobre leyes de los elfos domésticos, te haré responsable."

Hermione sonrió débilmente, pero rápidamente se centró en la situación. La tormenta fuera seguía rugiendo, y dentro de la sala, la presión aumentaba. Mientras Hermione comenzaba a dar instrucciones, los gritos de dolor de Daphne llenaban el aire. Era evidente que algo no estaba saliendo como se esperaba. Los gemelos venían más rápido de lo que cualquiera había anticipado.

Harry tomó la mano de Daphne, que apretaba la suya con fuerza. "Estoy aquí," le susurró, aunque en su interior, el miedo lo devoraba. Ver a Daphne en esa situación, vulnerable y sufriendo, lo hacía sentir impotente.

"Sé que estás aquí, Harry," dijo Daphne, su voz temblorosa pero fuerte. "Y eso es lo que me importa. Pero si me dices que todo va a estar bien una vez más, te lanzaré una maldición."

--

Capítulo 13: El Primer Grito y una Sorpresa Inesperada

El momento se prolongó, con Hermione dando órdenes rápidas, Ron intentando ser útil sosteniendo pociones y Harry a punto de desmayarse por la tensión acumulada. Después de lo que pareció una eternidad, el primer llanto resonó en la sala. Era un sonido que ninguno de ellos olvidaría jamás.

Hermione, con un brillo en los ojos, envolvió al primer bebé y lo entregó a Daphne, quien estaba agotada pero con una sonrisa aliviada en el rostro. "Es un niño," dijo Hermione suavemente, casi como si no pudiera creerlo.

Harry, al ver al pequeño, sintió que el tiempo se detenía. El caos, la tormenta, el miedo... todo desapareció por un momento. Sin embargo, justo cuando pensaron que todo había terminado, algo cambió en el ambiente.

Hermione frunció el ceño, mirando a Daphne. "Espera... creo que algo no está bien."

Un segundo después, Daphne soltó un grito ahogado. "Hay otro... pero está atascado."

El corazón de Harry dio un vuelco. El segundo gemelo estaba en una posición complicada, y por un breve momento, todos los presentes sintieron el peso de la desesperación.

La situación, que hasta ese momento había sido tensa pero manejable, se tornó crítica en un abrir y cerrar de ojos.

--

Capítulo 14: El Segundo Milagro y la Tensión en el Aire

La Sala de los Menesteres se llenó de una atmósfera sofocante cuando quedó claro que el segundo gemelo estaba en una posición complicada. Hermione, que había mantenido una calma admirable hasta entonces, empezó a parecer nerviosa.

"Esto es malo," murmuró, mientras trataba de usar todos los hechizos médicos que conocía para ayudar a Daphne.

"¡¿Qué significa 'esto es malo'?!" Harry se acercó más a Daphne, que estaba jadeando con esfuerzo.

"¡Lo que quiere decir es que, si este bebé no sale pronto, vamos a tener un problema enorme!" gritó Daphne entre jadeos. "Así que, o lo sacamos o tendré que hacer un trato con los dementores."

Harry no pudo evitar soltar una risa nerviosa. "Daphne, creo que es un poco pronto para bromear sobre eso."

Finalmente, Hermione logró ajustar el hechizo, y después de varios minutos llenos de tensión, el segundo bebé nació. Su llanto fue suave, casi como un susurro, pero en medio de la tormenta y la confusión, fue el sonido más hermoso que Harry y Daphne habían escuchado jamás.

"Es una niña," dijo Hermione, agotada pero sonriente mientras envolvía al segundo bebé y lo entregaba a Daphne.

Daphne miró a la niña con lágrimas en los ojos, su cuerpo completamente exhausto. "Lo hicimos, Harry... dos pequeños Potter... aunque espero que no salgan tan problemáticos como su padre."

Harry, todavía con el corazón acelerado, tomó la mano de Daphne. "Si salen tan fuertes como su madre, creo que sobrevivirán."

--

Capítulo 15: Bienvenidos al Caos Familiar

Después del caótico parto en la Sala de los Menesteres, la vida de Harry y Daphne cambió radicalmente. Volver a las clases ya era un reto en sí mismo, pero hacerlo con dos bebés recién nacidos era un nivel completamente nuevo de locura. Al principio, Pomfrey les había dado una sala temporal en el Ala Hospitalaria para descansar y cuidar de los gemelos, pero al cabo de unos días, decidieron que debían intentar seguir con sus clases.

El primer día que volvieron al aula, parecía una escena sacada de una película cómica. Harry empujaba una cuna mágica con los gemelos, mientras Daphne lo seguía a su lado con una expresión cansada pero decidida. El rumor de que los Potter-Greengrass habían tenido gemelos se había esparcido por todo Hogwarts, y los estudiantes los miraban con una mezcla de curiosidad y asombro.

En el Gran Comedor, mientras todos desayunaban, Ron los recibió con una amplia sonrisa.

"¡Mira quiénes son! Los héroes de Hogwarts, y parece que han decidido abrir una guardería en la escuela."

Harry rodó los ojos mientras tomaba asiento. "Sí, bueno, si los gemelos Weasley sobreviven aquí, estos dos también lo harán."

Hermione se acercó a los bebés, que estaban plácidamente dormidos en su cuna. "Son tan adorables... aunque no sé cómo lo logran. ¿De verdad piensan seguir asistiendo a clases con ellos?"

Daphne se dejó caer en la silla junto a Harry y suspiró. "No sé qué piensan los profesores, pero no tengo intenciones de retrasar mis estudios solo porque los gemelos decidieron llegar antes de tiempo. Además," añadió con una sonrisa irónica, "si alguien puede manejar esto, somos Harry y yo."

"Sí," intervino Harry, lanzando una mirada sarcástica a Ron, "además, siempre podemos dejar que Ron les cuente historias aburridas si necesitamos que se duerman."

Ron lo miró indignado. "¡Oye! Las historias que cuento no son aburridas. Solo... profundas."

"Claro, profundo como el lago negro," respondió Harry mientras se servía un poco de zumo de calabaza.

--

Capítulo 16: Clases y Caos en Hogwarts

A medida que los días pasaban, Harry y Daphne empezaron a adaptarse a la vida con gemelos en Hogwarts, aunque el término "adaptarse" era algo relativo. Algunos días lograban asistir a las clases sin demasiados incidentes, y otros, como el día que decidieron llevar a los bebés a clase de Pociones, se convirtieron en una especie de espectáculo.

El profesor Slughorn, normalmente afable y comprensivo, los miraba con una mezcla de confusión y desconcierto mientras Harry colocaba la cuna mágica en una esquina del aula. Los gemelos, que hasta ese momento habían estado tranquilos, empezaron a agitarse justo cuando Slughorn comenzó su lección.

"¡Sr. Potter, Srta. Greengrass!" dijo Slughorn, su voz un poco más alta de lo normal. "Me parece admirable que estén aquí, pero me temo que los bebés podrían no disfrutar de los vapores de la poción."

Harry lanzó una mirada de disculpa mientras trataba de calmar a los bebés. "Sí, profesor, lo tendremos en cuenta. Intentaremos que se mantengan tranquilos."

Daphne, ya acostumbrada a este tipo de situaciones, le lanzó una mirada mordaz a Slughorn. "Tranquilo, profesor, si esto se complica, puedo lanzar un Protego sobre ellos antes de que las pociones exploten."

Slughorn soltó una carcajada incómoda, aunque no estaba seguro si Daphne estaba bromeando o hablando en serio.

Los demás estudiantes trataban de disimular sus sonrisas mientras los gemelos seguían haciendo pequeños ruidos. En algún punto, uno de ellos logró tirar una poción de Ron con un leve movimiento, provocando una nube de humo verde.

"¡Están empezando jóvenes!" exclamó Ron, con una tos. "¡Ya están haciendo más travesuras que Fred y George juntos!"

--

Capítulo 17: Una Sombra en el Pasillo

Aunque las clases y los gemelos ya eran bastante complicados, no todo en la vida de Harry y Daphne se centraba en pañales y hechizos. Había empezado a surgir un nuevo problema, uno mucho más oscuro.

No pasó mucho tiempo antes de que los rumores empezaran a circular. Aparentemente, uno de los antiguos aliados de los mortífagos, un Slytherin llamado Malvin Avery, había regresado a Hogwarts bajo un pretexto de "reconciliación", pero Harry no confiaba en él. Avery había estado involucrado en las actividades de los mortífagos durante la guerra, y aunque nunca fue tan prominente como Draco Malfoy o sus secuaces, su lealtad a los ideales de Voldemort había sido evidente.

Un día, mientras Harry y Daphne caminaban por un pasillo después de clase, empujando la cuna de los gemelos, Avery se cruzó con ellos. Con una sonrisa torcida, hizo un comentario que a Harry le heló la sangre.

"¿Quién lo hubiera pensado, Potter? El gran salvador del mundo mágico, ahora reducido a un niñero. Debe ser difícil cuando la gloria se desvanece."

Daphne lo fulminó con la mirada antes de que Harry pudiera responder. "Es curioso que hables de gloria cuando lo único que has logrado es esconderte detrás de otros durante la guerra. Aunque entiendo que ser un cobarde debe darse mucho tiempo libre."

Harry esbozó una sonrisa de satisfacción, pero la expresión de Avery se oscureció.

"Ten cuidado, Greengrass," dijo en voz baja. "Algunos de nosotros no hemos olvidado nuestras alianzas."

Daphne dio un paso hacia él, su varita casi al alcance de su mano. "Y otros no han olvidado quién ganó la guerra."

Avery se alejó sin más palabras, pero el aire estaba cargado de tensión. Harry, aunque impresionado por la reacción rápida de Daphne, no pudo evitar sentir una inquietud persistente.

"Sabes que esto no ha terminado, ¿verdad?" murmuró Harry mientras retomaban su camino.

Daphne asintió. "Lo sé. Pero si cree que puede intimidarnos, está muy equivocado. Si hay algo que nuestros hijos nos están enseñando, es que somos más fuertes de lo que pensamos."

Harry sonrió, inclinándose hacia ella para besarla en la frente. "Eso es cierto. Y si podemos sobrevivir a ellos, creo que podemos con todo."

--

Capítulo 18: Una Familia a Prueba de Todo

A pesar de los enfrentamientos ocasionales con Avery y otros problemas que surgían en el camino, Harry y Daphne seguían aprendiendo a navegar por su nueva vida con los gemelos. Algunas noches eran largas y sin dormir, otras estaban llenas de pequeños momentos de felicidad. Y aunque había tensión, también había mucho amor y humor para equilibrarlo.

En una ocasión, cuando Harry intentaba cambiar un pañal en la sala común, Ron y Hermione lo observaban con fascinación.

"Es sorprendente," dijo Ron con una sonrisa burlona, "el chico que venció a Voldemort, y ahora está siendo derrotado por un pañal."

"Todos tenemos nuestros enemigos mortales," dijo Harry mientras luchaba con los hechizos de limpieza. "Todos tenemos nuestros enemigos mortales, Ron. Y en este caso, parece que los gemelos han heredado algo de la capacidad explosiva de Fred y George."

Daphne, que estaba sentada cerca alimentando al otro bebé, soltó una carcajada. "¿Te das cuenta de que, si no puedes manejar esto, los gemelos van a hacer contigo lo que quieran, verdad?"

"Creo que ya lo están haciendo," murmuró Harry, finalmente logrando cambiar el pañal, aunque el bebé respondió con un burbujeo encantado que dejó claro quién estaba realmente en control.

Hermione se unió a las risas, aunque también mostraba una expresión de admiración. "Aún no entiendo cómo logran hacer todo esto y seguir asistiendo a clases. Es impresionante."

Daphne, ahora más tranquila, suspiró. "Es cuestión de acostumbrarse. Y confiar en que no todo va a salir perfecto... aunque eso es difícil de aceptar."

"Sí," intervino Harry, recostándose en la silla, "sobre todo cuando tu hijo decide que la mejor hora para llorar es justo en medio de una clase de Encantamientos."

Ron, con una sonrisa pícara, preguntó: "¿Y Flitwick? ¿Cómo lo tomó?"

Harry puso los ojos en blanco. "Bueno, después de tres hechizos fallidos porque no podía concentrarme, él solo sonrió y dijo: 'No hay problema, Sr. Potter, simplemente intente no lanzar a su hijo por los aires cuando practique Wingardium Leviosa'."

Todos rieron, aunque Hermione parecía reflexiva. "Sabes, hay algo increíblemente admirable en lo que están haciendo. No es fácil ser padres tan jóvenes y en una situación como esta... y menos en Hogwarts."

Daphne se encogió de hombros. "No lo hacemos por admiración, Hermione. Lo hacemos porque no tenemos otra opción... y porque, bueno, los amamos."

Harry asintió, mirando a sus gemelos con una mezcla de agotamiento y ternura. "Y eso es lo que nos mantiene cuerdos, creo. Aunque," añadió con un brillo travieso en los ojos, "si alguno de ellos comienza a volar sobre escobas antes de los dos años, podría reconsiderarlo."

--

Capítulo 19: Una Presencia Oscura en Hogwarts

Aunque Harry y Daphne lograban llevar su vida con cierta normalidad (al menos dentro de los parámetros que Hogwarts permitía), la presencia de Malvin Avery y algunos otros ex Slytherins no pasaba desapercibida. Hogwarts había hecho un esfuerzo por aceptar a aquellos que decían arrepentirse de sus pasadas alianzas con los mortífagos, pero para Harry y Daphne, era difícil confiar plenamente.

Una tarde, mientras Harry empujaba la cuna mágica por los pasillos después de las clases, notó algo extraño. Avery y un grupo de estudiantes de Slytherin estaban reunidos en un rincón, susurrando en voz baja y mirando furtivamente en su dirección. Harry intentó ignorarlos, pero su intuición, afinada después de años de enfrentamientos, le decía que algo estaba mal.

Daphne lo alcanzó momentos después, con una expresión cansada pero alerta. "¿Los viste también?" preguntó, sabiendo exactamente lo que Harry estaba pensando.

"Sí," respondió Harry, frunciendo el ceño. "No me gusta nada lo que están tramando. No confío en Avery."

"Yo tampoco," dijo Daphne, tomando su varita disimuladamente mientras miraba hacia los estudiantes de Slytherin. "Es solo cuestión de tiempo antes de que intenten algo."

Harry la miró, su preocupación evidente. "¿Qué crees que puedan hacer? Estamos en Hogwarts, después de todo."

"Eso no los detuvo antes," respondió

Daphne con una voz firme. "Pero esta vez no solo somos nosotros. Están los gemelos, y no voy a dejar que nada les pase."

--

Capítulo 20: El Ataque Sorpresa

Unos días después, durante una noche particularmente tormentosa, algo inesperado ocurrió. Harry y Daphne, exhaustos después de un largo día de clases y de cuidar a los bebés, se habían retirado temprano a la sala común de Gryffindor para descansar. Hermione estaba allí también, trabajando en un ensayo, y Ron, como de costumbre, jugaba al ajedrez mágico.

De repente, las puertas de la sala común se abrieron de golpe. Ginny entró corriendo, con los ojos desorbitados y la respiración agitada. "¡Harry! ¡Daphne! Algo está pasando fuera de las mazmorras de Slytherin. Creo que Avery y su grupo están involucrados en algo extraño."

Harry y Daphne se miraron, sabiendo que no podían ignorar esa advertencia.

"Quédate con los gemelos, Ginny," dijo Daphne rápidamente mientras se levantaba, su varita ya en la mano.

"Harry y yo iremos a ver."

Harry, aún en su silla de ruedas pero completamente preparado para lo que viniera, asintió. "Ron, Hermione, vamos."

Mientras corrían hacia las mazmorras, el ambiente se volvió cada vez más tenso. En cuanto llegaron a las cercanías del área de Slytherin, vieron a Avery y su grupo de seguidores reunidos en un semicírculo, lanzando un hechizo que Harry no reconoció de inmediato. En el centro, había una especie de portal oscuro que parecía vibrar con una energía maligna.

"¡Esto no tiene sentido!" gritó Daphne, avanzando un paso. "¿Qué creen que están haciendo?"

Avery se giró lentamente hacia ellos con una sonrisa maliciosa. "¿Ah, Potter y Greengrass? Qué sorpresa verlos aquí. ¿Vienen a unirse a la diversión?"

"No tengo tiempo para tus juegos," respondió Harry, sacando su varita. "¿Qué es esto, Avery? ¿Qué estás planeando?"

Avery se rió entre dientes. "No planeo nada. Esto es solo... el comienzo de algo nuevo. Un nuevo orden, ahora que Voldemort ya no está. Pero por supuesto, Potter, tú no serás parte de él."

Sin darles tiempo para reaccionar, Avery y su grupo lanzaron un hechizo en dirección a Harry y Daphne, una ráfaga de luz verde que cortó el aire con un silbido.

Harry, sin pensarlo dos veces, levantó su varita y lanzó un Protego justo a tiempo, pero la fuerza del hechizo fue suficiente para empujarlos hacia atrás. Ron y Hermione llegaron a su lado, listos para contraatacar.

La batalla fue rápida pero intensa. Hechizos volaban en todas direcciones mientras Avery y su grupo intentaban mantener el control sobre el portal oscuro. Harry, aunque en silla de ruedas, se movía con la misma agilidad de siempre, lanzando hechizos de defensa y ataque mientras se cubría a sí mismo y a Daphne.

Daphne, por su parte, demostró su increíble habilidad en combate, neutralizando a dos de los seguidores de Avery con un par de rápidos Expelliarmus antes de que tuvieran oportunidad de reaccionar.

Finalmente, cuando la situación estaba a punto de empeorar, Hermione logró desactivar el portal con un hechizo complicado que había aprendido en sus interminables lecturas. El portal se cerró con un estruendo, y Avery, al ver que su plan había sido frustrado, se retiró con su grupo, no sin antes lanzar una última amenaza.

"Esto no ha terminado, Potter," dijo Avery con una mirada asesina. "Volveremos."

--

Capítulo 21: Superando las Sombras

Después de la pelea, la tensión en Hogwarts aumentó. Harry y Daphne sabían que Avery y su grupo seguían siendo una amenaza, pero por ahora, habían logrado frustrar sus planes. Aun así, sabían que la seguridad de sus hijos era lo más importante.

Una noche, mientras estaban sentados en la sala común de Gryffindor, Harry miró a Daphne, que sostenía a uno de los gemelos dormidos en sus brazos.

"Sabes," dijo él, con una sonrisa cansada, "nunca pensé que sobrevivir a Hogwarts sería más difícil la segunda vez."

Daphne sonrió, mirando al bebé en sus brazos. "Bueno, al menos esta vez no estamos solos. Y si algo he aprendido es que, mientras estemos juntos, podemos con lo que sea."

Harry la miró, sintiendo una oleada de gratitud por lo que habían construido juntos, a pesar de todas las dificultades. "Sí, podemos con todo. Incluso con pañales explosivos."

--

Capítulo 22: Creciendo y Enfrentando Sombras

Los gemelos Potter-Greengrass, a los que cariñosamente llamaron Hugo y Lily, crecieron rápidamente. Con el paso de los años, el caos que trajo su llegada inicial se convirtió en una rutina bastante amena, aunque nunca sin sus momentos de locura. Mientras Hogwarts se llenaba de risas y aventuras, Harry comenzó a sentirse cada vez más atrapado en su propia realidad.

A medida que los niños comenzaron su educación en la escuela, la alegría de ser padres era opacada por momentos de tristeza y frustración para Harry. Ver a sus hijos jugar, correr y explorar el mundo lo llenaba de felicidad, pero también le recordaba su propia limitación. Sentía una punzada de dolor cada vez que observaba a otros padres correr tras sus hijos, saltar y jugar en los jardines de Hogwarts, mientras él permanecía sentado en su silla de ruedas, con una tristeza que a menudo le invadía el corazón.

Daphne, siempre perceptiva, notó la tristeza en los ojos de Harry. Una noche, mientras estaban sentados juntos en la sala común, observando a Hugo y Lily jugar en el suelo, decidió abordar el tema.

"Harry," comenzó con suavidad, "¿estás bien? Has estado muy callado últimamente."

Harry suspiró, su mirada fija en los gemelos. "Es solo... a veces me pregunto qué tipo de padre soy. No puedo correr con ellos, no puedo hacer todas esas cosas que otros padres hacen."

Daphne se movió más cerca, tomando su mano. "Eres un gran padre, Harry. Ser un buen padre no se mide solo por lo que puedes hacer físicamente. Es lo que les enseñas, el amor que les das. Ellos no ven tu discapacidad; ven a su padre."

Él la miró, tratando de sonreír, pero la tristeza en su corazón era difícil de ignorar. "A veces siento que los estoy decepcionando. No quiero que crezcan pensando que su padre es... menos."

"Harry," dijo Daphne, con firmeza, "no puedes permitir que esos pensamientos te consuman. Quiero que sepas que yo veo todo lo que haces por ellos. La forma en que los cuidas, cómo siempre estás ahí para escuchar sus historias, incluso cuando son tonterías. Eso cuenta."

Sus palabras le hicieron sentir un poco de alivio, pero la sombra de sus inseguridades seguía presente. "A veces pienso que debería ser más como tú. Siempre eres tan fuerte, tan capaz. ¿Qué pasaría si algún día no puedo estar ahí para ellos?"

Daphne se inclinó hacia él, su expresión suave pero decidida. "No seas tan duro contigo mismo. Todos tenemos nuestras luchas. Y créeme, lo que importa es que siempre estás ahí. Lo que les falta a otros padres en habilidades físicas, tú lo compensas con amor y dedicación."

--

Capítulo 23: Un Giro Inesperado

Los días pasaron, y aunque Harry intentaba ser positivo por el bien de los gemelos, la tristeza continuó acechándolo. Una tarde, mientras Hugo y Lily estaban en su habitación, Harry recibió un mensaje inesperado. Era de Hermione, quien había encontrado algo inquietante sobre Avery y su grupo de Slytherin. Ella había estado investigando un nuevo movimiento entre los exmortífagos que parecía tener un objetivo: vengarse de Harry.

Harry se reunió con Daphne y Hermione en el Gran Comedor, donde las sombras de la preocupación se cernían sobre su rostro.

"¿Qué has descubierto, Hermione?" preguntó Daphne, preocupada.

Hermione miró alrededor, asegurándose de que nadie estuviera escuchando. "He estado oyendo rumores de que Avery y algunos de sus amigos han estado tratando de reunir a antiguos mortífagos que todavía creen en la causa. Se están organizando para un plan que podría ser peligroso, y su objetivo final parece ser Harry."

Harry sintió que el aire se le cortaba. "¿Pero por qué? La guerra ha terminado. No deberían tener nada que ver conmigo."

"Lo sé," respondió Hermione. "Pero algunos de ellos son muy rencorosos. Quieren vengar a sus compañeros caídos y piensan que tú eres el responsable. Además, algunos de ellos tienen hijos que han sido alimentados con esas creencias."

Daphne frunció el ceño. "¿Y cómo podemos detenerlos? No podemos permitir que hagan daño a nuestros hijos o a nadie más."

Hermione sacó un viejo libro de hechizos de su bolso. "Creo que si reunimos información sobre sus movimientos, podríamos ser capaces de anticiparnos a sus planes. Pero necesitaremos la ayuda de algunos otros."

Harry sintió una oleada de frustración. "No quiero involucrar a los gemelos en esto. No quiero que crezcan con miedo."

Daphne le apretó la mano. "Lo sé, Harry. Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados. Necesitamos proteger a nuestra familia, y eso significa actuar. Estaré contigo en esto, siempre."

--

Capítulo 24: La Conspiración Crece

Mientras Harry, Daphne y Hermione comenzaron a investigar y reunir información sobre Avery y su grupo, Harry se sintió cada vez más ansioso. Sus inseguridades y tristezas empezaron a surgir nuevamente. A pesar de su deseo de ser un buen padre, el hecho de que sus hijos pudieran estar en peligro lo mantenía despierto por la noche.

Un día, mientras estaba en la biblioteca, Harry notó que Lily se acercaba con una expresión preocupada. "Papá, ¿por qué estás tan triste últimamente?"

Harry se sorprendió por la pregunta directa de su hija. "No estoy triste, pequeña. Solo... cansado."

"No, no lo estás. Te veo cuando miras por la ventana y suspiras," dijo Lily con la sabiduría de su corta edad. "¿Es por el señor Avery?"

Harry sintió un nudo en el estómago. "¿Tú sabes quién es Avery?"

Ella asintió, su voz un susurro. "Hugo y yo escuchamos a algunos de los niños hablar de él. Dicen que es un malo. ¿Por qué no lo atrapan?"

"No es tan fácil, Lily," respondió Harry, tratando de encontrar las palabras adecuadas. "Los adultos están trabajando en ello. Pero lo importante es que tú y Hugo estén a salvo."

Lily lo miró fijamente, como si pudiera ver a través de él. "Papá, no tienes que hacer todo tú solo. Mamá dice que los héroes también piden ayuda."

Esa simple afirmación resonó en el corazón de Harry. Las palabras de su hija le hicieron darse cuenta de que no estaba solo. Daphne siempre había estado a su lado, y los gemelos tenían a su madre fuerte y decidida. Quizás, en lugar de tratar de manejar todo por su cuenta, debería permitir que su familia lo apoyara.

--

Capítulo 25: Unidad Familiar y un Plan en Acción

Después de la conversación con Lily, Harry se sintió más decidido. Esa noche, se sentó con Daphne y los gemelos, que ya estaban dormidos en su cuna. "Daphne, creo que tenemos que involucrar a los gemelos en esto de alguna manera. No quiero que crezcan con miedo, pero tampoco quiero que sean ignorantes de lo que está sucediendo."

Daphne lo miró con una mezcla de preocupación y admiración. "¿Qué tienes en mente?"

"Quiero que los eduquemos sobre lo que significa ser parte de esta familia, incluso con sus desafíos. Los gemelos no son solo hijos de Harry Potter; son parte de una historia más grande. Y si van a ser parte de este mundo, necesitan entenderlo."

Daphne asintió lentamente. "Eso podría funcionar. Podemos enseñarles sobre la historia, pero también sobre la valentía y la fuerza. Y podemos hacerlo de una manera que no se sientan abrumados."

"Y también podríamos involucrar a Ron y Hermione," sugirió Harry. "Ellos pueden ayudar a darle una perspectiva más amplia a los gemelos."

Con el plan en marcha, Harry y Daphne empezaron a preparar sesiones de aprendizaje, mezclando historias de valentía con momentos divertidos de su infancia. Los gemelos estaban intrigados, especialmente cuando Harry comenzaba a contarles historias sobre sus aventuras en Hogwarts.

A medida que los días se convirtieron en semanas, Harry sintió que su tristeza comenzaba a desvanecerse. Aunque los retos persistían, la conexión con sus hijos y el apoyo de Daphne le recordaban que no estaba solo en esta lucha.

--

Capítulo 26: Una Revelación Oscura

Sin embargo, a medida que su familia se unía, la amenaza de Avery no desaparecía. Una noche, mientras Harry y Daphne estaban en su habitación revisando los últimos movimientos de Avery, la puerta se abrió de golpe, y Ron entró con una expresión de alarma.

"Harry, Daphne, ¡tienen que escuchar esto!" dijo Ron, su respiración entrecortada. "Hemos encontrado algo sobre Avery. Se están preparando para un ataque en el próximo mes, y parece que tienen una conexión con algunos de los antiguos mortífagos que todavía están en la sombra."

Harry se enderezó en su silla, sintiendo que el peso de la preocupación volvía a caer sobre él. "¿Dónde planean atacar?"

Ron tragó saliva, su expresión era grave. "Planean atacar durante el Festival de la Paz, en Hogsmeade. Será en dos semanas."

El Festival de la Paz era un evento importante, creado para conmemorar el final de la Segunda Guerra Mágica, un tiempo para celebrar la paz y la unión entre magos y brujas de todas las casas y orígenes. Harry sabía que estaría lleno de familias y estudiantes, y que cualquier ataque allí podría ser devastador.

"Eso sería un golpe simbólico," dijo Daphne, pensativa. "Intentarían arruinar lo que representa la paz que ganamos, y además... involucrarían a niños."

La cara de Harry se endureció, una mezcla de miedo y determinación se formó en su interior. "No podemos permitirlo."

Ron se acercó más, bajando la voz. "Hermione ha estado vigilando los movimientos en los archivos del Ministerio. Avery ha conseguido algunos artefactos oscuros. Se están preparando para abrir otro portal como el que intentaron antes. Pero esta vez... planean usarlo durante el Festival."

Harry apretó los puños. "Necesitamos estar un paso por delante de ellos. Si logran abrir ese portal, no solo podría dañar a los que estén allí, sino traer algo mucho peor."

Daphne lo miró fijamente. "Harry, no puedes hacer esto solo. Vamos a necesitar ayuda. Es tiempo de reunir a todos."

Harry asintió, sabiendo que no podía cargar con el peso de esta batalla por sí solo. "Haremos una reunión en cuanto antes. Contactemos a Kingsley, y que el Ministerio envíe aurores para vigilar el evento. Tenemos que estar preparados para todo."

--

Capítulo 27: El Peso del Pasado

Esa noche, después de que Ron se fue, Harry y Daphne se sentaron en la cama, agotados por la noticia. Harry estaba en silencio, su mente corriendo a través de posibles estrategias, pero también sintiendo una vieja familiaridad con el miedo que lo había acompañado durante tantos años.

Daphne lo observó, sabiendo exactamente lo que estaba pensando. "No puedes dejar que esto te consuma, Harry."

Harry miró el suelo, su rostro sombrío.

"Es difícil, Daphne. Pensé que después de la guerra... después de todo lo que hicimos, finalmente podríamos vivir en paz. Pero sigue habiendo oscuridad, sigue habiendo gente como Avery que no va a parar."

Ella tomó su mano, entrelazando sus dedos con los suyos. "Sí, pero no estás luchando solo. No lo estuviste antes, y no lo estás ahora."

Harry levantó la vista, sus ojos reflejando la duda que había crecido en él desde su accidente y su vida en silla de ruedas. "A veces siento que soy una carga. No puedo moverme como solía hacerlo. No puedo luchar como antes. ¿Qué pasa si esta vez no soy lo suficientemente fuerte?"

Daphne apretó su mano con fuerza. "Escúchame, Harry. No tienes que ser el héroe perfecto todo el tiempo. Ya has hecho más de lo que cualquier persona podría imaginar. No es solo tu capacidad física lo que te hace fuerte, es tu corazón. Y siempre has sabido cómo encontrar una manera de ganar, incluso cuando todo parecía perdido."

"¿Y si esta vez no es suficiente?" preguntó Harry, con la voz temblorosa. "No puedo correr tras mis hijos si están en peligro. No puedo protegerlos si algo sucede."

Daphne se inclinó hacia él, acariciando suavemente su mejilla. "No tienes que hacerlo solo. Estamos en esto juntos, como siempre lo hemos estado. Los gemelos te adoran, y no les importa que estés en una silla de ruedas. Te ven como el padre que los ama y los protege de la manera más profunda."

Harry sonrió débilmente, sintiendo el consuelo en las palabras de Daphne. "A veces olvido lo afortunado que soy de tenerte."

"Y nunca deberías," dijo ella, con una sonrisa burlona. "Porque soy demasiado increíble para ser olvidada."

Harry soltó una pequeña risa. "Bueno, no puedo discutir eso."

El ambiente entre ellos se alivió momentáneamente, pero sabían que el peligro seguía acechando.

--

Capítulo 28: El Día del Festival

Las semanas previas al Festival estuvieron llenas de tensión. Harry, Daphne, Hermione y Ron trabajaron juntos, vigilando de cerca los movimientos de Avery y su grupo. El Ministerio de Magia desplegó un equipo especial de aurores para patrullar las cercanías de Hogsmeade durante el evento, pero todos sabían que Avery era astuto y que probablemente tendría un as bajo la manga.

El día del Festival, el aire estaba lleno de risas y música. Familias, estudiantes y profesores de Hogwarts habían acudido para disfrutar de la celebración. Los gemelos Potter-Greengrass, ahora con ocho años, corrían felices por los puestos de comida y juguetes, entusiasmados por la atmósfera festiva.

Harry observaba a sus hijos desde su silla de ruedas, su corazón dividido entre el amor que sentía por ellos y el miedo constante de que algo malo pudiera suceder. Daphne estaba a su lado, vigilante pero con una sonrisa tranquila, tratando de no transmitir su ansiedad a los niños.

"Hoy todo va a salir bien," le dijo Daphne, tocando su brazo. "Hemos hecho todo lo posible para estar preparados."

Harry asintió, pero su instinto le decía que algo oscuro se avecinaba.

Y entonces, ocurrió.

Una explosión de luz verde apareció en la distancia, seguida de gritos. Los hechizos comenzaron a volar, y las personas en la plaza principal de Hogsmeade empezaron a correr en todas direcciones. Desde el otro lado del mercado, Harry vio a Avery y su grupo lanzando maldiciones, tratando de abrir un portal oscuro en el centro de la plaza.

"¡Está sucediendo!" gritó Hermione, apareciendo a su lado con la varita en alto. "¡Avery está tratando de abrir el portal de nuevo!"

Harry reaccionó instintivamente. "¡Daphne, lleva a los niños a un lugar seguro!"

Pero Daphne negó con la cabeza. "No, Harry. Vamos juntos. Los gemelos estarán bien con Ginny y los demás aurores. Te ayudaré."

Harry sabía que discutir con Daphne era inútil. Asintió y juntos avanzaron hacia el epicentro del caos, varitas en alto, listos para enfrentarse a Avery.

--

Capítulo 29: La Batalla Final

La plaza de Hogsmeade se había convertido en un campo de batalla. Avery y su grupo de seguidores lanzaban maldiciones y hechizos oscuros mientras intentaban completar el ritual para abrir el portal. Harry, Daphne, Ron y Hermione se unieron a los aurores en la lucha para detenerlos.

Harry, a pesar de su discapacidad, peleaba con una destreza impresionante desde su silla de ruedas. Sus hechizos eran precisos y poderosos, derribando a varios de los seguidores de Avery mientras avanzaba hacia el centro de la plaza.

Daphne luchaba a su lado, protegiendo a Harry y a los aurores cercanos con rápidos y efectivos hechizos defensivos. Hermione trabajaba desesperadamente para encontrar una manera de detener el ritual, mientras Ron lanzaba maldiciones desarmantes con habilidad.

Finalmente, cuando el portal estaba a punto de abrirse por completo, Harry enfrentó a Avery cara a cara. Avery sonrió con malicia. "Siempre tan heroico, Potter. Pero esta vez, no saldrás victorioso."

"Ya he vencido a monstruos más grandes que tú, Avery," respondió Harry con frialdad. "Y esta vez no será diferente."

En un duelo intenso, Harry y Avery intercambiaron hechizos. Aunque Harry no podía moverse como antes, su habilidad y concentración lo mantenían a la par de su enemigo. Sin embargo, Avery, con una sonrisa cruel, lanzó un hechizo dirigido no hacia Harry, sino hacia el lugar donde estaban los gemelos, escondidos con Ginny y otros aurores.

El pánico atravesó a Harry. "¡NO!"

Pero antes de que el hechizo pudiera alcanzar a sus hijos, Daphne se lanzó frente a ellos, levantando un escudo protector que desvió la maldición, salvándolos en el último segundo.

Harry, lleno de furia y desesperación, lanzó un poderoso Expelliarmus que desarmó a Avery, seguido de un Stupefy que lo dejó inconsciente en el suelo.

El portal se desvaneció, y la plaza quedó en silencio.

--

Capítulo 30: Renacimiento

Después de la batalla, el caos dio paso a la calma. Avery y sus seguidores fueron arrestados, y el peligro que representaban fue neutralizado. Hogsmeade estaba a salvo, y la paz se restauró una vez más.

Esa noche, mientras Harry y Daphne estaban sentados en su casa, observando a los gemelos dormir, Harry tomó la mano de Daphne y la miró a los ojos.

"Hoy me di cuenta de algo," dijo en voz baja. "Siempre he estado preocupado por no ser lo suficientemente fuerte para protegerlos. Pero tú... eres mi fuerza, Daphne. No podría haber hecho nada de esto sin ti."

Daphne lo miró con ternura. "Harry, siempre hemos sido un equipo. Y lo seguiremos siendo, pase lo que pase."

Harry sonrió, sintiendo un alivio que no había experimentado en mucho tiempo. "Me haces sentir que no hay límites, incluso con todo lo que he pasado."

Daphne le devolvió la sonrisa, pero también había una chispa de desafío en su mirada. "Y tienes que recordar que, aunque puede que no puedas correr físicamente, la fuerza no siempre se mide en velocidad. Eres un verdadero héroe, Harry."

Él se inclinó hacia ella, agradecido por su apoyo. "Y tú eres la razón por la que sigo luchando. A veces me siento perdido, pero tú siempre me traes de vuelta."

Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la calidez del hogar y la seguridad que habían construido juntos. Cuando los gemelos se movieron en su sueño, Harry sintió que su corazón se llenaba de amor. Sabía que la familia era lo más importante y que, a pesar de las dificultades, siempre estarían unidos.

--

Epílogo: Un Nuevo Amanecer

Años después de la batalla en Hogsmeade, la vida de Harry, Daphne, Hugo y Lily había cambiado, pero su amor y su unión permanecieron inquebrantables. Los gemelos eran ahora adolescentes vibrantes, llenos de energía y sueños. Hogwarts era su hogar, y cada verano era un tiempo de aventuras y descubrimientos.

Harry se había convertido en un gran profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en Hogwarts, y Daphne enseñaba Historia de la Magia. Ambos se aseguraban de que sus hijos conocieran no solo el valor del conocimiento, sino también la importancia del coraje, la compasión y la comunidad.

Una mañana de verano, mientras disfrutaban de un desayuno en el patio, Harry notó un brillo especial en los ojos de Lily. "¿Qué pasa, cariño?" preguntó con curiosidad.

"¡Papá! ¡Hugo y yo tenemos una idea para un nuevo club en Hogwarts! Queremos llamarlo 'Los Guardianes de la Paz'," exclamó, emocionada. "Tendremos reuniones donde enseñaremos a otros estudiantes sobre la historia de las guerras, pero también sobre cómo hacer del mundo un lugar mejor."

Hugo asintió, con la misma energía. "¡Sí! Queremos recordar a todos que la paz no es solo un momento, sino un esfuerzo constante. Y podemos organizar eventos y actividades para que todos participen."

Harry se sonrojó de orgullo. "Eso suena increíble, chicos. Estoy seguro de que harán un trabajo fantástico."

Daphne sonrió, mirando a los gemelos con admiración. "Es una gran iniciativa, y yo estaré feliz de ayudarles en lo que necesiten. Ustedes son el futuro, y su deseo de hacer del mundo un lugar mejor me llena de esperanza."

En ese momento, Harry sintió que todo lo que había pasado había valido la pena. Su familia no solo había sobrevivido, sino que también estaba prosperando. A través de cada desafío, cada lágrima y cada risa, habían encontrado fuerza en su amor mutuo.

Mientras el sol brillaba sobre el patio, Harry sintió que su vida era un verdadero testimonio de resiliencia y esperanza. En ese instante, una lechuza apareció volando, aterrizando en la mesa. Era una carta del Ministerio, con un emblema brillante que hacía resplandecer su destino.

"Harry," llamó Daphne, su voz llena de emoción. "¡Mira esto!"

Harry tomó la carta y la abrió, sintiendo una mezcla de curiosidad y anticipación. En el interior había una invitación para asistir a una cumbre internacional de paz mágica, donde se discutirían formas de mejorar las relaciones entre las diferentes comunidades mágicas en todo el mundo. Y lo más sorprendente, su familia había sido seleccionada para ser los representantes del Reino Unido.

Con el corazón latiendo con fuerza, Harry miró a Daphne y a los gemelos. "¡Este es nuestro momento! Vamos a ser parte de algo grande. Vamos a unir a los magos y brujas de todas partes para continuar construyendo el legado de paz que siempre hemos deseado."

Los ojos de Lily brillaron de emoción, y Hugo sonrió, saltando en su asiento. "¡Esto es asombroso! ¡Vamos a cambiar el mundo, papá!"

"Y lo haremos juntos," afirmó Harry, sintiendo una renovada determinación. "Con amor, coraje y la fuerza de nuestra familia, no hay nada que no podamos lograr."

Así, con el sol brillando y el futuro ante ellos, Harry y su familia se prepararon para un nuevo capítulo en su historia, uno que no solo celebraría su pasado, sino que también traería esperanza a un futuro lleno de posibilidades. El legado de Harry Potter y Daphne Greengrass continuaría, no solo como una historia de lucha y superación, sino como un ejemplo de amor y unidad, desafiando las sombras que alguna vez los habían perseguido.

Y así, juntos, se dirigieron hacia su próximo destino, listos para enfrentar cualquier desafío, con la convicción de que el amor siempre prevalece.