Capítulo 5

5to y 6to día.

Rin se despertó con la luz del sol entrando por la ventana y al instante supo que el otro lado de la cama estaba vacío, igual que las ocasiones anteriores no supo en qué momento él se acostó o se levantó. Pero por lo menos esa mañana estaba agradecida por ello.

Se sentó sobre la cama y miró en la mesita que tenía a un lado, estaba buscando un reloj pero se topó con dos cosas que no esperaba ver, un plato con más rebanadas de papa y una nota. Sonrió un poco por el detalle de Sesshoumaru y tomó el pedazo de papel lentamente, temerosa de lo que pudiera decir.

Usa las papas. Desayuna. Cancelé tu día en el spa. Paso por ti a las once. Lleva un cambio de ropa y ponte pantalones.

Tuvo que repasar dos veces las líneas para asegurarse de estar entendiendo todo bien. Al final se rio un poco y pasó por el proceso de ponerse las rebanadas encima lo mejor posible, de paso observó las marcas en su piel y tuvo que reconocer que notaba una diferencia… después de todo Sesshoumaru tuvo razón con eso.

Una vez que estuvo lista, y casi inmóvil, encendió la televisión intentando distraerse. No quería pensar en todas las posibles cosas que se le avecinaban ese día odiaba estar especulando y preocupándose por mil escenarios que jamás sucederían… aunque el hecho de que Sesshoumaru cancelara su mañana con las mujeres, la hizo pensar que la deseaba sólo para él. Quizás hubiera ido a conseguir los condones después de todo.

Casi una hora más tarde estaba en la cocina desayunando aún con la pijama puesta. Podía escuchar murmullos que venían desde las habitaciones en la planta de arriba, pero hasta ese momento nadie había bajado. Cuando terminó con su plato vio el reloj y oyó pasos en las escaleras, era ya hora de irse para el día de spa. Como era costumbre todas entraron a la cocina al escucharla ahí.

- Buenos días. –les dijo sonriendo, quería mostrarse alegre, después de todo pasaría todo el día con el "hombre que amaba".

- Buenas días. Te ves contenta. – apuntó Kagome.

- Lo estoy, aunque lamento no ir con ustedes. –les mintió un poco, en realidad estaba aliviada de no ir a exhibir su piel amoratada.

- No te preocupes, no sé qué te haya planeado Sesshoumaru, pero de seguro es algo que vale la pena. –aseguró Izayoi sonriendo.

- ¿Hace mucho cosas como esas? ¿Sorpresas? –inquirió Kagome de repente.

- A veces. –contestó natural intentando darles una respuesta neutra. – Creo que ya visitamos todos los lugares hermosos de la ciudad.

- Suena como él, cosas sofisticadas. –respondió Sango y en ese momento llegó Inu no Taisho a unírseles.

- Chicas, buenos días ¿listas para irnos? –les cuestionó en general, él planeaba llevarlas e ir por ellas sólo en atención a que Izayoi no deseaba conducir.

- Cuando tú digas. –contestó su esposa y lo besó en la mejilla.

- Se divierten mucho, pero no me lo cuenten todo, no quiero tenerles envidia. – Rin les guiñó un ojo y salió para ir a tomar un baño y alistarse para lo que fuera que Sesshoumaru le tuviera preparado.

..

A las once en punto Rin estaba en la sala esperando y su compañero de negocios abrió la puerta, al verla la recorrió de arriba abajo y asintió en señal de aprobación, ella le sonrió divertida porque siempre hiciera eso. Sin decir una palabra él la incitó para que saliera, ella accedió y pasó el umbral, aunque se quedó estática de inmediato.

- ¿Qué es eso? –le preguntó temiendo la respuesta que ya conocía.

- Una motocicleta. –contestó él yendo hacia el vehículo y tomando un caso cara dárselo.

- Gracias, no tenía idea. –respondió sarcástica y sin acercarse. - ¿Por qué no podemos ir en auto?

- Porque ya me cansé de manejar autos prestados. –se acercó con claras intenciones de ponerle el casco, no estaba dispuesto a una negativa.

- ¿Me vas a decir que esto es tuyo?

- Lo es. Ahora, pórtate bien. –le ordenó y le colocó el implemento de seguridad con manos diestras, ella seguía sin dar crédito de la situación.

Para cualquier persona podría parecer que estaba sobre reaccionando a algo muy simple, pero para ella el asunto de la velocidad y los vehículos era algo delicado. Después de que sus padres murieran en un accidente en carretera le tomó mucho tiempo poder viajar otra vez… a veces aún se ponía nerviosa. Y el pensar en ir en moto era algo que la aterraba.

- No me gusta la idea. –se quejó mientras él la tomaba de la mano y la halaba.

- No te estoy preguntando. Es perfectamente seguro. –la soltó un momento para ponerse el casco y luego subió, Rin no dio trazas de moverse. – Ahora, puedes subirte e ir a pasar un día totalmente relajada o puedes quedarte y le aviso a las mujeres que las vas a alcanzar en el spa para que todos te pregunten sobre cómo te hiciste esos moretes. –la amenazó con el tono de voz más frío que hubiera usado con ella.

- Eres un idiota. –contestó por puro instinto y algo enojada, pero no le tomó mucho tiempo darse cuenta de que hablaba en serio, sólo por eso se tragó su miedo y se subió aferrándose a su espalda. Por lo menos en el trayecto disfrutaría de cada músculo firme que tenía Sesshoumaru.

De inmediato él encendió la motocicleta y se pusieron en marcha. El camino lo hicieron a una velocidad de moderada a alta, a él le gustaba correr y ella estuvo muy ocupada asustándose como para decirle algo, aunque hizo la nota mental de cobrarle eso después. Su trayecto duró unos treinta minutos, él se estacionó en un muelle con varios barcos, la mayoría de estilo deportivo, ella de inmediato se bajó deseando como nada más estar en sus propios pies.

Sesshoumaru se bajó también y se quitó el casco, ella lo imitó pero no tuvo tiempo de decirle nada cuando él ya iba de camino hacia las escaleras que los conducían hacia donde abordaban los barcos. Rin lo siguió y se detuvo cuando él lo hizo, justo frente a un bote blanco que se le antojó como el más elegante de todos.

- ¿A dónde vamos? –lo cuestionó esperando que no tuviera algo muy extravagante en mente, después de todo le había prometido un día relajado. Él esbozó una media sonrisa y se acercó para murmurarle en el oído.

- A donde puedas nadar desnuda. – luego dejó un beso suave en su cuello y la tomó de la mano para ayudarla a subir.

Rin lo siguió aturdida por las sensaciones y los recuerdos que acababa de despertar, después de todo al parecer Sesshoumaru había conseguido los condones.

..

Rin POV

Me quedé con la mente en blanco mientras él se encargaba de poner el bote en marcha. Sólo lo vi ir y venir llevando cosas y haciendo no tengo idea qué exactamente. Muy pronto ya íbamos de camino… hacia la nada probablemente. Y mientras me imaginaba sus manos sobre mi cuerpo me preocupé un poco porque en verdad fuera un psicópata, pues solos en medio del mar era el escenario perfecto para desaparecerme. Pero no, él no haría eso… era un seductor, la loca era yo.

Conforme dejamos atrás el puerto vi más y más azul en el horizonte y me detuve a observar el interior del bote. Tenía una cubierta amplia y bonita, con una mesa y un sillón para acomodarse ahí debajo de un techo que daba sombra. Tenía una habitación a la cual entré por mera curiosidad morbosa, ahí me sorprendí de lo normal que se veía… era una habitación pequeña con baño y regadera.

Todo el tiempo Sesshoumaru no dijo absolutamente nada. Sólo se concentró en conducir aquella cosa que andaba como si flotara, me pregunté si llevaba su teléfono consigo o quizás aquí no tuviera señal y me dedicaría todo el tiempo.

- ¿Te gusta? –me preguntó de repente cuando me acerqué un poco, para ese momento, la costa se veía como un borrón a lo lejos.

- Es hermoso.

- Hay bebidas en la hielera. –con un movimiento de la cabeza me señaló hacia la mesa y vi que abajo había una cosa de plástico, la hielera. Fui y saqué una botella de agua mineral.

- ¿Quieres algo?

- Por favor.

- ¿Sin alcohol?

- Con.

- Pero vas manejando. –me quejé un poco en serio un poco en broma.

- Línea recta, mar a solas y ya casi nos detenemos. Además, voy a hacer ejercicio. – al final me vio de reojo con su mirada dorada y sentí que me sonrojé por completo.

No tuve palabras para contestarle y saqué una botella de vino, noté un mueble, fui y ahí encontré copas y una cosa metálica para poner la botella. Usé hielo para mantener frío el vino y lo abrí para servirle una copa, luego se lo llevé y me quedé a su lado viendo hacia el horizonte.

- ¿Qué opinas de los tatuajes? –le dije de repente, sin pensarlo en verdad, él no me miró al responder.

- Depende del tamaño y del lugar.

- Necesitas ser más específico. Me preguntaron qué piensas del mío y tuve que dar un rodeo porque no tenía idea.

- ¿Tienes un tatuaje? –inquirió esta vez poniendo sus ojos dorados en mí.

- Sí, supongo que ayer… no tuvimos mucha calma para que lo vieras.

- No deberías decirme esas cosas si no quieres que detenga esto aquí mismo y te desnude sobre la cubierta. –me advirtió como si nada con su voz de hielo y volviendo a ver al mar.

Yo me sonrojé otra vez y me reprimí mentalmente. Le estaba coqueteando. Aún estaba llena de dudas, pero al mismo tiempo deseaba que todo sucediera entre nosotros. Quizás fuera estúpida y acabara saliendo lastimada, pero aún así lo estaba haciendo. Suspiré.

- Voy a estar dentro, avísame cuando lleguemos a donde vamos.

Di media vuelta y fui a la pequeña habitación, necesitaba un momento para calmarme y analizar las consecuencias de mis actos.

..

Unos minutos más tarde Sesshoumaru detuvo su marcha en un punto lo suficientemente lejos de todo para que nadie los viera si andaban sin ropa por ahí, terminó su copa de vino y fue hasta la habitación. Ahí vio a Rin mirando por la ventana y no dudó en ir y tomarla de un hombro para incitarla a que se diera la vuelta. En ese mismo instante la besó.

Para él la noche anterior y ese día habían sido eternos, sólo deseaba estar dentro de su cuerpo. Su vida siempre estuvo llena de mujeres, pero desde el primer momento en que se besaron sobre la arena sintió por ella una pasión que nunca antes nadie le despertó y deseaba consumarla.

Ella le correspondió el beso y se abrazó a su cuello haciendo que sus cuerpos se tocaran, él la rodeó por la cintura y después de un par de minutos abandonó su boca para besar su cuello y coló ambas manos dentro de la blusa que llevaba para sacársela de inmediato. Ella hizo lo mismo con su camisa.

Sesshoumaru la vio y notó su figura esbelta y las marcas de los moretones que ya se veían menos, luego llevó las manos al broche de su ropa interior para despojarla también de eso, disfrutó de ver sus pechos y se acercó para tomarlos en su boca. Ella reaccionó de inmediato con una exclamación y arqueando la espalda, eso para él fue nada más que otro incentivo.

Rin le enterró un poco las uñas en los hombros antes de ganar la coherencia necesaria para buscar el broche de sus pantalones, cuando por fin lo encontró, los abrió y acarició sólo un poco su hombría por encima de la tela.

- Ya, te quiero dentro. –le rogó ella y él le mordió un poco la piel y de forma rápida antes de tomarla por la cintura y ponerla sobre la cama con un movimiento fluido.

Se detuvo a observarla por un momento, apreció su figura y sus mejillas arreboladas, se veía como si fuera inocente e indefensa, características que nunca lo atrajeron en especial, pero con ella no hacía otra cosa que aumentar su deseo. Él mismo se quitó los pantalones y la ropa interior, quedando desnudo antes de subirse a la cama y también quitarle toda la ropa a la joven.

Ella lo observó deseando grabar en su memoria cada línea marcada y el tono exacto de su piel blanca, él era el hombre más apuesto con el que se hubiera topado jamás, aparte de ser un amante maravilloso. Se dejó despojar de las prendas que le quedaban y luego, cuando él se puso encima y la besó de nuevo, ella le correspondió con ansias, además, acariciando su erección para incitarlo más.

- ¿Tienes prisa? –murmuró él mientras besaba su oído y colaba los dedos a su intimidad.

- Siénteme ¿tú qué crees? –respondió mientras movía un poco sus caderas. - ¿Tienes los condones?

- ¿Con quién crees que hablas? –le sonrió casi con malicia por un segundo y se estiró un poco para alcanzar el cajón de buró, de ahí sacó un preservativo que de inmediato Rin le quitó de las manos.

Sesshoumaru se sorprendió otra vez por lo desinhibida que era y se hincó sobre la cama muy cerca para que ella se lo pusiera. Si ella tenía que ser sincera no sabía de dónde sacó tal desenvoltura, pero con él sólo actuaba, no pensaba dos veces las cosas y cuando lo tuvo así, sólo le colocó el preservativo esperando que su falta de práctica no la entorpeciera. Hacía demasiado tiempo que no hacía esto.

Cuando estuvo listo, Rin le besó y mordió un poco al lado del ombligo y luego se recostó sobre la cama completamente, ya después tendría tiempo para intentar otra cosa, en ese instante nada más deseaba sentirlo.

Sesshoumaru no se demoró en complacerla, pues él mismo estaba al límite, con cuidado buscó la posición correcta y se adentró en su cuerpo. Ella era delgada y en general muy pequeña de tamaño, pero aún así lo sorprendió cuando al entrar sintió algo de resistencia, como si Rin en realidad nunca hubiera tenido sexo. Por puro instinto se detuvo y la vio a los ojos. Ella estaba sonriendo.

- ¿Qué te vas a echar para atrás? –lo retó moviendo sus caderas para incitarlo, él lo tomó como un reto.

Al principio su vaivén fue lento y lo acompañaron con besos, era la primera vez que estaban así y se estaban conociendo, encontrando los puntos exactos y las maneras de hacer que el otro perdiera la cabeza.

- Más. –le ordenó ella mordiéndole el cuello y aferrándose a su espalda cuando sintió que estaba muy cerca de explotar.

Una exclamación de placer se le escapó a Sesshoumaru y obedeció sin dudarlo, aumento la velocidad de su ritmo y se concentró en todo lo que estaba sintiendo hasta que, muy poco después, la sintió estremecerse a su alrededor y él se dejó ir, teniendo así el que fuera sólo el primero de muchos orgasmos que le esperaban ese día.

..

Rin POV

Estaba exhausta y maravillada. No tenía idea de qué horas eran, sólo sabía que había tres condones en el cesto de la basura y que todo mi cuerpo era de gelatina. Por fin, estábamos tomándonos un respiro. Sesshoumaru había ido por bebidas a la hielera, sin molestarse en ponerse ropa encima, y yo lo esperaba sobre la cama destendida y totalmente desnuda.

Con él no me importaba estar así, al parecer los huesos marcados y los moretones lo atraían, raro, pero me parecía fantástico. Además, en algún momento cuando quiso que le enseñara mi tatuaje y me di vuelta para mostrarle el pequeño signo que estaba muy oculto cerca de la zona más prohibida, se volvió loco. Por fortuna le importó poco lo que significara.

Poco después regresó con una botella de agua mineral para mí y la de vino tinto que dejé enfriando quién sabe cuánto tiempo atrás, ni siquiera se molestó en servirlo en una copa esta vez. Además, tenía un cigarrillo encendido. Nunca antes lo vi fumar pero odié que lo hiciera, pues bajo estas circunstancias era tan débil que ni traté de reprimir mi reacción, estiré la mano para que me lo pasara, él sonrió y accedió.

- Debiste decirme que fumas cuando te contraté. –me aclaró sentándose a mi lado también dándome el agua mineral.

- Sólo cuando alguien me incita, es tu culpa. –le aclaré mientras respiraba el humo con algo de nostalgia, me traía buenos recuerdos.

- Eres como una adolescente. –replicó y me encogí de hombros regresándole el cigarrillo para dar unos sorbos, estaba sedienta.

- ¿No se supone que hoy hay que recoger el vestido? –pregunté de repente lamentando la idea de tener que volver temprano.

- Lo arreglé para mañana. –hizo una pequeña pausa y llevó las yemas de los dedos a mi piel aún amoratada pero ya iba tomando tonos verdes. – Está funcionando.

- Sí, descubriste algo maravilloso. –tuve que admitir, aunque no me gustara envolverme en rebanadas de papa.

Trazó un camino tenue que me llenó la piel de sensaciones. Empezaba a creer que sin importar cuántas veces estuviéramos juntos, jamás dejaría de tener esa reacción hacia él. Era algo químico, instintivo. Al final hizo algo más de presión en un punto específico de mi cuello.

- Ese es nuevo. –observó frunciendo un poco el seño, quizás tuviera una marca más.

- Te advertí que mi piel es sensible. Pero supongo que no importa, si alguien me lo ve, es evidencia para nuestro teatro.

Él no me contestó, dio un sorbo de su botella y me pasó el cigarrillo de nuevo. Así nos quedamos en silencio, sólo escuchando el mar y comencé a adormecerme un poco, pero no era momento para descansar. Por eso me puse de pie.

- Quiero bañarme. Voy a nadar ¿me acompañas?

Le sonreí esperando que aceptara, una cosa era estar cerca de la playa, y otra en medio de la nada. La idea de estar sola en el agua ahí me asustaba un poco, pero con él me sentía segura. Sesshoumaru asintió y también se levantó. Mientras íbamos caminando me di cuenta de lo fácil que estaba resultando todo y de que lo complicado vendría a la hora de cobrar mi paga… pues ya no deseaba hacerlo.

..

Esa noche después de que regresaron a la costa y Rin sufrió el viaje de regreso en motocicleta, llegaron a la casa que estaba vacía. Sesshoumaru volvió a su forma de ser y fue directo a la computadora para ponerse al corriente con el trabajo, entonces Rin salió a la playa y se sentó en la arena a ver el mar.

Estuvo todo el tiempo repasando los acontecimientos del día, las manos de su compañero de negocios que recorrieron cada rincón de su cuerpo, lo poco que hablaron pero a la vez lo mucho que se conocieron. No sentía aún que fuera un hombre del que se pudiera enamorar pero sabía que extrañaría tenerlo a su lado en la cama.

- Aquí estás. –escuchó la voz de Kagome y se sobresaltó un poco, nunca los escuchó llegar, volteó sonriendo y vio también a Sango, las chicas se acercaron para sentarse cada una a un lado suyo.

- ¿Qué tal el spa?

- Maravilloso. Los chicos fueron por nosotras y nos llevaron a cenar después. Tenemos que ir todas en otra ocasión, los masajes estuvieron increíbles. –le explicó Sango.

- Lamento habérmelo perdido. –respondió sin convicción y las dos mujeres lo notaron.

- No es cierto. –se rio Kagome. – Te ves como si estuvieras en una nube. Asumo que también te dieron algún masaje… -su tono sugerente hizo que todas se rieran.

- Pues sí, la verdad es que fue un buen día. –replicó acostándose sobre la arena y estirando su cuerpo deliciosamente adolorido. – Estoy muerta.

- Y tienes dos moretes en el cuello. –apuntó Sango levantando una ceja.

- Piel sensible. Él ya sabe que tiene que tener cuidado. –ofreció a manera de explicación.

- Todos los hombres son así. Una vez tuve que usar cuello de tortuga para una reunión de trabajo, parecía que un vampiro me atacó.

Las tres se rieron con el comentario de Sango y después se quedaron en silencio, fue hasta ese momento que Rin recapacitó en lo cerca que estaban del baile de caridad y necesitaba tener algo más de información.

- ¿Hay algo que deba saber antes del evento de mañana?

- En realidad, no. Es algo simple… y aburrido. Cada año es lo mismo.

- Se hace en una mansión gigante con música en vivo, dos bandas, una afuera y otra adentro. –continuó Sango con la explicación que inició Kagome. – Hay vino, bocadillos, cena. El dinero se obtiene más bien de donaciones voluntarias, pero también se exhiben algunas pinturas que están a la venta por la misma causa y siempre hay alguna otra cosa, como un viaje para esquiar o algo así.

- ¿Cuál es la causa benéfica? –inquirió Rin deseando que no fuera nada relacionado con el cáncer que la tuviera nerviosa toda la noche.

- Este año es para un hospital infantil… no sé. Izayoi tiene toda la información. Cada año se involucra bastante. –Kagome se encogió de hombros y luego atendió su teléfono que acababa de replicar con una notificación. – Tienes que pasarnos tu número. –le dijo distraída a Rin y ella respondió de la manera más natural del mundo, ya había calculado que eso pasaría.

- Mañana mismo. –accedió de inmediato ya sabiendo que les daría todos sus datos verdaderos de contacto y al terminar las vacaciones regresaría a casa para cambiarlos. Bueno, les daría todo menos su dirección. Ojalá Sesshoumaru quisiera tener su nuevo número y pudieran verse a veces cuando él no estuviera muy ocupado trabajando o con alguien más. Rin suspiró.

- ¿Ya decidiste cómo arreglarte? –la cuestionó Sango.

- Aún no. Supongo que algo… más bien simple.

- ¿De qué color es tu vestido?

- Azul. Es algo… serio para mi gusto. Pero va de acuerdo a la ocasión.

- Estoy segura de que es hermoso. Yo tampoco sé qué voy a hacer con mi cabello ni nada de eso…. –se quejó suspirando.

- Quizás pueda ayudar. Tomé cursos profesionales de maquillaje y peinado.

La afirmación de Rin atrajo la atención y el entusiasmo inmediatos de sus dos nuevas amigas y de ahí se embarcaron en una conversación sin fin sobre colores y estilos, como si se conocieran de toda la vida y en verdad fueran familia.

..

Rin POV

Cuando subí a la habitación vi que él ya había apagado su computadora y estaba en el baño. Aproveché para cambiarme de ropa y ya sin darle ninguna importancia a mi privacidad me puse unos shorts pequeños y un top deportivo, nada más. De todas formas mi "prometido" ya conocía cada rincón de mi cuerpo. Sesshoumaru salió y me recorrió de arriba abajo antes de ir a guardar algo, yo tomé mi neceser y me encerré en el baño.

No me tomé mucho tiempo porque estaba exhausta, sólo quería dormir y ni pensar en que mañana debería continuar con mi tratamiento para los moretes muy temprano, él me dejó saltarme esa noche pero insistió en que era una excepción. A veces me preguntaba si no se sentiría culpable por cómo me los hice.

Salí del baño y ordené un par de cosas que tenía regadas antes de acostarme, él ya estaba en la cama. Cuando entré en las cobijas me acerqué a su cuerpo y lo abracé recargando la cabeza en su hombro, él se quedó como una estatua y sentí toda la fuerza de su mirada, al final, accedí a verlo a los ojos.

- Ya sé lo que estás pensando. No es intimidad emocional, sólo me gusta dormir así. –le expliqué antes de que se hiciera ideas en la cabeza, su única respuesta fue levantar una ceja. – Mira, hoy te di el mejor sexo oral de tu vida, lo menos que puedes hacer es quedarte quieto ahora.

Se lo dije como un ultimátum y no esperé respuesta, sólo cerré los ojos y me relajé. No tenía idea de por qué usé eso exactamente como chantaje, quizás porque él dentro de sus muchas cualidades como amante no contaba el sexo oral en su repertorio, o por lo menos conmigo no lo intentó… y… bueno, eso es algo que aún estaba deseando.

Muy pronto sentí que apagó la luz y así de relajada y cansada como estaba no tardé nada en irme a la deriva.

..

Sesshoumaru POV

Después de dejar la habitación a oscuras me quedé sólo contemplando a Rin. Era la mujer más extraña que hubiera conocido. Una chiquilla loca. Tenía tantas facetas que me era difícil conjugarlas todas.

A veces era como una niña inocente que se sonrojaba cuando la veía, pero de repente me hablaba como la mujer más experimentada del mundo, por otro lado vivía la vida su ritmo sin que el mundo le preocupara, pero se tensionaba terriblemente al pensar en pasarse una tarde entre mujeres. Y ahora esto, el que estuviera dormida abrazada de mí.

Ella no lo sabía pero fue la primer mujer con la que compartí una cama toda la noche. Como regla absoluta nunca me quedaba a dormir con mis amantes. Antes, con Rin, lo hice porque estábamos ahí juntos, pero por completo separados, sin embargo… ahora era diferente. Obviamente el sexo no formaba parte de nuestro trato de negocios, pero el dormir abrazados, tampoco.

Y sin embargo, accedí. Su argumento fue tan sacado de la nada que ni siquiera supe cómo contestarle. Claro, sus labios y su lengua se convirtieron ese día en mi perdición, sólo de recordarlo sentía el impulso de despertarla y repetirlo todo, pero aún así… no era suficiente para dormir abrazados.

Miré el reloj y vi que pasaba de la media noche, tenía aún trabajo pendiente pero decidí dejarlo para el día siguiente, Rin y nuestras incontables horas de sexo me habían drenado un poco la energía… esa era otra primera vez.

Al final supe que no había mucho que fuera a hacer esa noche, tendría que quedarme así con ella y ser directo al día siguiente, esto era algo de una sola ocasión. Sesshoumaru Taisho no pasaba las noches abrazado a una mujer. Ni siquiera de ella.

Fin Sesshoumaru POV

..

Todo el sábado giró en torno a lo que sucedería esa noche. Después de que también Izayoi se enterara de los valiosos conocimientos de Rin, decidieron hacer un viaje al centro comercial para conseguir un par de tratamientos para la piel y el cabello, después se dedicaron a ponérselos y a conversar sobre todo y nada.

Esas horas Sesshoumaru se la pasó trabajando y el resto de los hombres distrayéndose con cualquier cosa, sabían que no era momento de meterse en asuntos femeninos.

Cuando faltaban poco más de treinta minutos para que dejaran la casa los chicos estaban arreglándose en sus cuartos, todos menos Inu no Taisho quien fue desterrado a la de Inuyasha para que ellas se arreglaran en la habitación principal.

- Estás totalmente increíble. –le dijo Kagome a Izayoi, todas la observaban en el espejo justo ahora que Rin acababa de terminar con ella. Su apariencia era la de una mujer seria y hermosa, portando su edad con orgullo y mostrando toda su belleza que aún estaba más que presente.

- Es maravilloso. –afirmó ella misma y miró a Rin, quien sonreía ampliamente, estaba orgullosa del trabajo que hizo en sus tres amigas.

- Gracias. Sólo hice resaltar lo que está ahí.

- ¿Y tú? -preguntó Sango de repente viendo el reloj. – Mírate. Nos tienes listas a todas y ni siquiera te has arreglado el cabello.

- ¿Es tarde? –inquirió distraída, no tenía idea de la hora.

- ¡Oh Rin! ¿Qué hicimos? –se preocupó Izayoi. – Está bien, tómate tu tiempo…

- No, no hay problema. Puedo hacerlo. –les informó relajada aún después de darse cuenta de que tenía prisa. De todas formas va a ser algo sencillo.

- ¿Podemos ayudarte en algo?

- No, está bien. Gracias.

Ella hubiera deseado no tener público para arreglarse, pero sabía que no existía esa opción. Nunca le molestó que la observaran mientras trabajaba en alguien más, eso era como una clase, una exhibición, pero al hacerlo en sí misma era otra historia.

Se recogió el pelo dejando algunos mechones sueltos para dar un toque más natural, eso le llevó apenas unos minutos. Después, siguió con el maquillaje, la base apropiada para la noche, también tuvo cuidado de cubrir las marcas que le dejó Sesshoumaru en el cuello y sólo se demoró un poco más en aplicar sombras que le dieran a sus ojos un efecto de cielo oscuro. Al cabo de media hora estuvo lista, las demás seguían viéndola como si no pudieran creerlo.

- ¿Hora de ponerse los vestidos? –las cuestionó para romper el momento, podía sentir sus mejillas empezar a arder.

- Eres increíble. Podrías vivir de esto si cobraras por hacerlo. Tu vestido primero. –observó Kagome y todas se pusieron en movimiento para cambiarse, como si fueran un grupo de adolescentes emocionadas por un baile.

..

Los chicos estaban en la sala esperándolas, no se les hizo nada extraño que se retrasaran un poco, así que estaban relajados. Además, ninguno ansiaba el evento de esa noche, era sólo algo a lo que tenían que acudir.

Cuando las mujeres bajaron por la escalera iban totalmente perfectas, Izayoi era la primera y las demás la seguían cada una con pocos escalones de separación. Ellas esperaron encontrarse con cumplidos, pero en la estancia reinó un silencio absoluto, todos las veían asombrados… excepto Sesshoumaru que conservaba su habitual inexpresividad, aunque Rin lo sintió desvistiéndola con la mirada.

- ¿Pasamos la prueba? –preguntó Kagome riéndose.

- Nos están visitando los ángeles. –apuntó Miroku observando el vestido rosa y negro que llevaba Sango, no tenía nada cubriéndole los hombros y se amoldaba a su cuerpo, sencillo pero perfecto, según apreció él. Además, su cabello suelto, como pocas veces lo llevaba, relucía en rizos libres y estilizados.

- Se ven… muy bien. –atinó a decir Inuyasha apenas mientras veía a Kagome en la prenda verde esmeralda que se ataba por detrás de su cuello dejando ver un escote algo pronunciado al frente y su espalda desnuda hasta cerca de llegar a la zona prohibida. Su peinado intrincado resaltaba la belleza de sus ojos y su piel.

- Simplemente exquisita. –aduló Inu no Taisho a su esposa que iba de tinto, con un corte que dejaba descubiertos los hombros un poco pero tenía mangas largas, a él le pareció que nunca antes se vio más hermosa.

- Disculpen la tardanza, fue mi culpa. –excusó Rin yendo a pararse cerca de Sesshoumaru.

Él ya la había visto con el vestido y seguía pensando que no iba con su esencia, pero de todas formas pudo apreciar la belleza sencilla de su cuerpo pequeño y el trabajo que hizo con su peinado elegante pero casualmente descuidado y sus ojos que resaltaban con el maquillaje azul profundo.

- No es cierto. Gracias a ella es que estamos listas. –contradijo Izayoi. – Pero mejor vámonos.

Se dividieron en dos autos para ir cómodos, Sesshoumaru iba conduciendo el de su padre y éste iba de copiloto mientras sus parejas se sentaron en la parte de atrás. Los dos mayores fueron conversando todo el tiempo sobre personas que conocían y que esperaban ver esa noche, además de los artistas invitados y lo que pretendían recaudar. Sesshoumaru no les prestó atención pero Rin, sí, quería empaparse de toda la información posible.

Al llegar la joven pudo constatar las descripciones que le habían dado. El sitio era una mansión antigua que se encontraba en pie como si no hubiera visto tiempos mejores, todos los detalles eran perfectos. Alguien en la entrada recibió sus abrigos y revisó una lista cuando pasaron, ahí dentro al instante sintieron la música suave flotando y las obras de arte que se exhibían en puntos perfectos, además la iluminación clara le daba vida extra al lugar.

El grupo entró junto, pero muy pronto se dispersaron. Inu no Taisho e Izayoi fueron acaparados por alguien apenas unos metros más delante de la puerta. Miroku llevó a Sango la terraza para bailar en un ambiente más romántico e Inuyasha y Kagome fueron a dar un recorrido, Rin se quedó ahí con Sesshoumaru sin saber muy bien qué hacer.

- ¿Y ahora? –preguntó la joven observando a los demás asistentes y sintiéndose un poco fuera de lugar.

- Nos aburrimos. –contestó él con una media sonrisa. – A menos de que quieras desertar por hoy y acompañarme a un hotel.

- Gracias, pero creo que estoy trabajando por unas horas más, aunque después… quizás te tome la palabra. –le guiñó un ojo y en ese momento un mesero se detuvo delante de ellos, llevaba una charola con copas de varios vinos diferentes.

- Una bebida sin alcohol para la señorita. –dijo Sesshoumaru con su apariencia de hielo después de tomar la suya y ella sonrió por su atención. Seductor. Caballero.

- En seguida. –aceptó el chico de uniforme y desapareció con rumbo desconocido.

- ¿Qué haces cada año cuando vienes solo? –inquirió ella sin comprender.

- Busco a alguien que venga sola y nos vamos temprano.

- No sé por qué pregunté. –suspiró y negó con la cabeza, aunque le pareció divertida la respuesta. - ¿Bailas, por lo menos?

- Si es necesario. A veces es un requisito para cortejar a la dama.

- Perfecto, entonces supongo que hoy bailaremos. –aseguró y llamó su atención de repente una pintura que tenían cerca, sin dudarlo caminó para observarla y él la siguió.

Así dieron inicio a la noche, aunque ninguno tenía idea de que algo podría salir mal, un peligro para su plan que ya se encontraba entre los asistentes.

..

La velada pasó del todo normal. La cena se sirvió a la hora esperada en el salón de banquetes y todo estuvo bien. Se hizo una subasta pequeña donde se manejaron cantidades ridículas y Rin tuvo que reprimir su risa pues Izayoi parecía muy convencida de que todo eso era algo normal que las personas buenas hacían, para ella no era nada más que gente queriéndose sentir bien consigo misma, quizás sólo ella fuera la excepción.

Ya entrada la noche las chicas se reunieron para ir juntas a los sanitarios, conversaron, se rieron y al salir se quedaron platicando frente a una escultura de un hombre sin ropa, la observaron y criticaron entre más risas, no fue hasta que llegó un hombre apuesto a poner la mano sobre el hombro desnudo de Rin que su buen humor se interrumpió.

Ella se giró esperando encontrar a Sesshoumaru pero toda la sangre se le fue a la punta de los pies cuando vio el rostro de ese chico. Era alto y muy guapo, de piel blanca y rasgos europeos, con cabello rubio y ojos azules y sonreía de manera cortés y alegre, como si estuviera contento y desconcertado de verla, ella se quedó paralizada.

- ¿Te sorprendí? –le preguntó con su voz profunda y ella no pudo contestar, estaba atónita y nerviosa. No es que él le diera miedo, pero sí la aterraba todo lo que podía pasar si hablaba de más. – Supongo que eso es un "sí". –afirmó riéndose y le hizo una caricia sobre la piel del brazo expuesto hasta tomarla de la mano. - ¿Me concedes una pieza? –ella lo meditó un segundo y tomó la decisión que le pareció más segura, tenía que hablar con él, asintió. – Disculpen, damas. Se las devuelvo en unos minutos. –se excusó con las otras mujeres que se veían igual de sorprendidas y se llevó a su pareja de baile hasta la pista.

Una vez ahí él la tomó por la cintura y guio el vaivén que iba al ritmo de la música lenta. Al principio ninguno dijo nada, él tenía mil preguntas en la cabeza pero le estaba dando tiempo para que saliera del estado de shock.

- Qué coincidencia. –murmuró Rin finalmente viéndolo a los ojos.

- Lo sé. Has cambiado, pero te ves hermosa. –observó sonriéndole melancólico, pensando en los viejos tiempos.

- Tú estás más guapo que antes. ¿Vives aquí? –empezó a querer sacarle información mientras ideaba un plan para que las cosas no se le salieran más de control.

- Sí. Tengo una empresa pequeña, funciona bien pero me veo obligado a asistir a estas cosas todo el tiempo.

- Sé que te encanta. –lo acusó en broma y ambos se rieron.

- Me conoces bien. –le replicó al final. - ¿Y tú? No creo que vivas en esta ciudad tan pequeña, te hubiera visto antes.

- Estoy de vacaciones. –se apresuró a decir y él la giró sobre la pista, Rin no se dio cuenta de que tenían varios ojos siguiéndolos.

- ¿Con tus amigas? –cuestionó algo simple que ambos sabían tenía mucho detrás.

- Con la familia de mi prometido. –se tomó un segundo para enseñarle el dedo que portaba el anillo.

- Vaya. –murmuró sorprendido. – Felicidades. Asumo que es un buen hombre…

- Lo es. –afirmó preparándose para la parte más difícil de la conversación.

Hasta ese momento mentirles a todos había sido fácil, porque no los conocía ni ellos a ella, pero decirle toda la historia a alguien que años atrás sabía más de ella que sí misma… era algo completamente diferente.

- Ha sido difícil, pero ahora estoy bien. Soy feliz.

- Hace muchos años que me abandonaste, Rin, pero aún recuerdo cómo te ves cuando mientes. Y las cosas que dices para que la gente se las crea.

- ¿Puedes creerme que han sido unas maravillosas vacaciones y tengo paz? –le dijo casi rogando. Él se quedó en silencio mientras seguían bailando y después de inspeccionar sus ojos con cuidado asintió.

- Pero dime por qué te pongo nerviosa. –le pidió sabiendo que sería capaz de detectar cualquier mentira, ella también era consciente de eso.

- Porque nadie aquí sabe nada. Apenas y he mencionado el accidente de mis padres.

- ¿Ni siquiera tu futuro esposo? –cuestionó extrañado, pues la Rin que él recordaba era una chica abierta y sin secretos, ella negó. – Ya sé que en este punto de nuestras vidas no es de mi incumbencia, pero si te vas a casar con él, deberías decirle algo más que eso, lo que pasó no fue algo sencillo…

- Shawn. –lo interrumpió sintiendo sus ojos humedecerse.

- Lo siento. No debo hablar de eso. –se disculpó y se acercó para besarle la frente. – Nunca creí tener oportunidad de verte otra vez. Pensé tantas veces en lo que te diría, en las muchas cosas que tenía por reclamarte, por cómo te fuiste, nos dejaste a todos, me dejaste a mí…

- Tenía que hacerlo… -se excusó en tono de voz bajo, respirando profundo para no llorar ¿cómo es que la noche podía ir tan mal?

- No es cierto. Pero así lo decidiste y ahora estoy tan feliz de verte que ya no me interesa estar enojado contigo. Además, tengo que aprovechar mi tiempo, no sé si me vas a dejar volver a verte o no. Especialmente si crees que soy un peligro y se me va a ir la lengua con tu familia política.

- Sé que no vas a decir nada. Nosotros sólo somos dos viejos conocidos. –le dijo como implorando.

- Conocidos. Pues sí, yo te conocía mejor que nadie. No tienes que preocuparte, Rin. No voy a decir nada, ni siquiera me voy a acercar a ellos. Sólo quiero algo de tiempo y una conversación decente contigo.

- Cuéntame de ti, por favor. –murmuró ferviente.

Rin deseaba en verdad cambiar el tema, no seguir por ese rumbo que llegaría a destrozarla en cualquier momento y además… de verdad extrañaba a ese hombre, el más dulce que hubiera conocido, y si bien no iba a tener más contacto con él, quería por lo menos saber que era feliz.

..

- ¿Qué tanto ven? –preguntó Inuyasha cuando él, su padre y Miroku alcanzaron a las tres mujeres que estaban aún de pie al lado de la escultura viendo hacia la pista con expresiones indescifrables.

- A Rin. –contestó Sango y de manera automática los tres voltearon.

Para ellos la escena fue tan extraña como para las demás. Vieron a la prometida de Sesshoumaru bailando muy de cerca con un hombre rubio, no es que ninguno se viera feliz, pero la manera en la que se miraban era enigmática, íntima hasta un punto que parecía extraño. Todos estuvieron seguros que ella jamás veía así a su futuro esposo.

- Papá, ven. Quiero hablar contigo un momento. –afirmó Inuyasha con el seño fruncido y de inmediato se alejó del grupo.

Izayoi cuestionó a su esposo con la mirada y él se encogió de hombros antes de seguir a su hijo. No se detuvieron hasta llegar a un rincón donde nadie podría oírlos. Inuyasha llevaba tiempo queriendo resaltar varias cosas que había notado, intentó posponerlo y pensar que estaba equivocado, pero ya no podía hacerlo más.

- Todo esto es de lo más raro. –le dijo a su padre y él sólo frunció el seño. – Esta supuesta relación salida de la nada. Date cuenta, es muy sospechoso.

- ¿Por qué lo dices?

- Nadie sabía que estaba con alguien y de repente el gigoló está comprometido, justo cuando era el momento conveniente y no sólo eso, trae a una mujer sin familia, sin ocupación, sin pasado… no sé. Es raro.

- ¿Qué es exactamente lo que estás pensando?

- Que esa mujer es una maldita actriz y todo esto una farsa. –soltó su acusación finalmente.

- Eso es algo muy serio. –afirmó su padre con semblante de hielo, tanto como el que siempre tenía Sesshoumaru.

- Míralos bien cuando están juntos. Jamás la toca, nunca se besan, a él pareciera que no le importa dónde está o si se siente bien. Sólo la ayuda cuando tiene que hacerlo… y ahora esto. La chica se está desbaratando en brazos de otro, lo ve como si fuera su universo entero y Sesshoumaru no hace nada.

- Quizás no los haya visto…

- Mira detrás de ti, él está del otro lado de la pista observándolos nada más.

Inu no Taisho hizo lo que su hijo menor le indicó y resultó ser cierto. Allá a lo lejos se encontraba Sesshoumaru de pie con una copa en la mano y la vista fija en su futura esposa, pero no se veía molesto, era como si no estuviera sucediendo nada.

- Tienes que admitir que es de lo más extraño. –insistió Inuyasha.

- Lo es. Pero Sesshoumaru no haría algo así. No sería capaz de llegar a ese extremo, inventar todo esto y contratar a alguien.

- Defiéndelo todo lo que quieras, pero yo creo que nos está tomando el pelo a todos. –le dijo desesperado y regresó con al grupo, sólo deseaba tomar a Kagome y llevársela a un lugar donde pudieran estar solos, necesitaba calmarse.

..

- Podría quedarme aquí contigo para siempre. –afirmó Shawn aún bailando con Rin, tenían ya un buen rato ahí sin dar trazas de detenerse jamás.

- Por muchas razones yo también. Pero mi prometido viene hacia acá. –afirmó sonriendo un poco.

- ¿Te estoy metiendo en problemas? –inquirió levantando ambas cejas.

- En lo absoluto. –afirmó ella y Sesshoumaru llegó para poner una mano en el hombro del chico.

- Es mi turno. –afirmó con la postura rígida y los ojos dorados penetrantes.

- Sesshoumaru, él es Shawn, un viejo amigo. Shawn, él es mi prometido. –los presentó y el chico rubio tomó la iniciativa extendiéndole una mano, el otro la aceptó y se dieron un apretón algo más fuerte de lo necesario.

- Supongo que el tiempo se acabó. –afirmó Shawn mirando a Rin. – Sabes el nombre de mi empresa, puedes encontrarme con facilidad. Y en verdad, amaría que lo hicieras. –respiró profundo y le soltó una última pregunta. - ¿Estás bien? –ella lo vio a los ojos y despegó los labios para decir algo, aunque no llegó a pronunciar palabra alguna, él lo entendió y la abrazó. – Búscame. –le ordenó antes de dejar un beso en su mejilla y marcharse.

- ¿Podemos ir afuera? Necesito un minuto. –dijo Rin y se encaminó hacia el jardín trasero después de tomar a Sesshoumaru de la mano.

Al salir el aire fresco la golpeó y se sintió algo mejor, aunque todavía estaba nerviosa y las piernas le temblaban. Siguieron avanzando hasta un rincón donde se pudo recargar en un amplio barandal de piedra y se llevó las manos al rostro tratando de recuperar la compostura y contener las lágrimas.

- ¿Qué demonios fue eso? –la cuestionó él, estaba enfurecido.

- Un imprevisto. Control de daños. –respiró profundo varias veces y se giró para mirarlo, sus ojos todavía estaban cristalinos.

Para Rin ese momento aún no había terminado, estaba muy lejos de ese punto. Lo primero le había salido más o menos bien, convencer a Shawn de mantenerse al margen. Pero ahora tenía que encontrar una manera de contarle parte de la verdad a Sesshoumaru, porque ella misma no podía manejarlo todo sin revelarle muchos secretos… y preferiría cualquier cosa antes que eso. Y una vez que lograra establecer su historia, estaba segura de que las otras mujeres de la familia iban a interrogarla. Ahora le parecía que esa noche era una pesadilla sin fin.

- Hacía años que no lo veía. Muchos años. Después del accidente de mis padres hui. Vendí la casa, dejé la escuela y corté comunicación con todos. Creo que a él es a quien más herí. –le explicó parte de la verdad de manera apresurada.

- ¿Y tenías que bailar con él y verlo como una adolescente enamorada? –le reclamó con los ojos dorados ardiendo.

- ¿Qué? No, no. Tuve que bailar con él para alejarlo de las demás y asegurarme de que nada pasara, necesité tiempo para contarle nuestra mentira y convencerlo de que es verdad porque él me conoce como nadie, me costó mucho que me creyera.

- Pudiste haber encontrado otra forma ¿sabes que todos te estaban viendo? ¿Cómo se supone que vas a explicarles que bailaste con tu exnovio?

- ¿Eso es lo que te preocupa? No seas idiota, él es homosexual. –le soltó casi riéndose, de todas las cosas que tenía que manejar en ese momento, las suposiciones de que había algo entre ella y Shawn no era algo que le preocupara. – Está casado con otro hombre, un pelirrojo apuesto de traje blanco que anda por aquí.

- No lo creo.

- Pues si quieres ir y preguntarle está bien. La verdad eso es lo que menos me importa. Sólo tenía que asegurarme de mantenerlo al margen.

Sesshoumaru la observó por un minuto sin decir nada, tenía la vista clavada en los ojos castaños de Rin, estaba buscando algo que le dijera que mentía, pero no lo encontró. Sin embargo fue como si se topara con la parte que era una pequeña asustada y en un impulso, la besó. La atrajo hacia su cuerpo y capturó sus labios con los propios en una caricia apasionada, como si intentara confortarla y, a la vez, reclamarla como propia. Ella le correspondió recibiéndolo ferviente, agradecida de que de alguna manea estuviera ahí a su lado, aunque fuera nada más de manera temporal y superficial.

- Gracias. –murmuró ella cuando al fin se separaron.

- Sé que dices la verdad. Pero todos te vieron, tienes que encontrarlo besándose con su esposo para arreglar esto. –le ordenó y se separó por completo.

Ella suspiró, ahí estaba el Sesshoumaru real, el hombre de negocios. Asintió aceptando que su parte de control de daños no había terminado y se encaminó hacia el interior de la mansión en busca de las chicas. Recorrió el lugar con la mirada y vio a Izayoi e Inu no Taisho hablando con otra pareja de desconocidos, a ellos no acudiría en ese momento. Después localizó a Sango y Miroku conversando entre ellos con copas en las manos. Inuyasha y Kagome no estaban a la vista. Por lo menos fue fácil saber por dónde empezar.

- Hola, chicos. –saludó a sus amigos y sonrió intentando parecer apenada. - ¿Saben dónde está Kagome? Ella tiene mi brillo labial y Sesshoumaru acaba de quitarme el que tenía puesto.

- No tengo idea. Inuyasha se veía enojado y se la llevó. No sé si siguen aquí. –respondió Sango de lo más natural, pero algo había en su mirada que a Rin no le gustó, Miroku sólo se quedó en silencio.

- ¿Pasó algo? –preguntó preocupada en verdad.

- No lo sé. –Sango suspiró y frunció el seño.

- Quizás vio a Kagome conversando íntimamente con otro hombre, no todos tenemos la paciencia de tu futuro esposo, señorita. –intervino Miroku con una sonrisa discreta pero que ocultaba muchas cosas.

- Sesshoumaru no es paciente en lo absoluto. –se rio con la seguridad de que por lo menos eso era cierto. – Sólo me dejó espacio para bailar con mi amigo porque sabe quién es. No se conocían, pero le hablé sobre él y nuestras aventuras de cuando éramos más jóvenes. Tengo un montón de historias de los bares gays que frecuentábamos.

- ¿Bares gays? –inquirió Sango sorprendida.

- Era divertido ir a buscarle novio, pero por lo regular alguna chica acababa pidiéndome mi número. Por lo menos ahora él está felizmente casado.

- Tu amigo no se ve… como casado con otro hombre. –intervino Miroku tan extrañado como su novia.

- Lo sé. Más de alguna vez se hizo pasar por mi novio para quitarme a algún chico de encima. –se rio y buscó con la mirada por el salón esperando tener un golpe de suerte, así fue. – Allá por la barra, está al lado de su esposo.

Sus dos acompañantes lo buscaron y de inmediato localizaron al chico rubio de pie frente a otro hombre vestido con traje blanco, era delgado, de facciones y ademanes femeninos, además, estaban mucho más cerca de lo que dos amigos conversarían. No les quedó duda de lo que Rin decía.

- Hay que hacer una fogata otra noche y les cuento más. Ahora voy a buscar a Sesshoumaru, debe estar esperándome. –se despidió con un gesto de la mano y se marchó sonriendo de verdad. El control de daños había terminado a la perfección.

..

Rin POV

Era pasada de la media noche cuando Sesshoumaru y yo estábamos bailando al aire libre. Aún quedaban muchos invitados y yo hubiera preferido salir corriendo de ahí largo rato atrás… pero estaba cumpliendo con mi papel.

Después de todo el numerito con Shawn me encontraba agotada emocionalmente y las horas de bailar y estar de pie con los tacones más altos del mundo también me estaban pasando factura. Quizás, si pudiera convencer a Sesshoumaru de que moría de ganas de tener sexo con él pudiéramos irnos pronto.

- ¿Por qué huiste? –me preguntó de repente cuando la música cambiaba a algo terriblemente lento y romántico.

- ¿A qué te refieres? –le pregunté sin entender.

- Después de que murieron tus padres. –me aclaró con la misma calma y su voz fría de terciopelo, pero cada palabra fue un golpe bajo ¿es que nunca iba a terminar todo esto?

- Tuve que hacerlo. –le contesté sin saber cómo explicarme y no soltar toda la verdad.

- Eso no es una respuesta.

- Porque era una niña mimada y no tenía idea de cómo seguir viviendo. –le dije algo alterada, era mi compañero de negocios ¿por qué me preguntaba esas cosas?

- Te vas acercando a una respuesta real. –me incitó a seguir hablando y suspiré, era mejor decirle algo antes de que siguiera presionándome y me quebrara.

- Un día mi vida era perfecta y yo no lo sabía. A la mañana siguiente estaba sola en el mundo y no supe manejarlo. Tenía amigos preocupados pero no era suficiente, estaba en la escuela y amaba lo que hacía, pero dejó de importarme… estaba comprometida y todo se volvieron peleas y desacuerdos… sólo tuve que irme.

- ¿Estabas comprometida? –inquirió frunciendo un poco el seño.

- Tenía veintidós años, no era una bebé… aunque en cierta forma, sí. Él y yo estuvimos juntos desde siempre, fui su primer novia y él, el mío. Pero cuando todo cambió… no supimos afrontarlo. No fue culpa de uno, sino de ambos. Entonces, cuando ya todo estaba mal, sólo me fui.

- ¿Y eso arregló tus problemas?

- En parte. –le contesté ahora muy preparada para mentir por completo. – Hice una nueva vida. Estudié otras cosas, conocí gente, hice más amigos… sólo me olvidé del pasado. Ahora tengo una vida diferente y no puedo imaginarme cómo hubiera sido quedarme.

- Por lo menos me alegra que estés haciendo negocios. –contestó con una media sonrisa y me reí, ojalá que eso fuera el final del interrogatorio. – Te ves agotada y en teoría no deberíamos irnos aún, pero la oferta del hotel sigue en pie.

- Suena perfecto. –afirmé besándolo en los labios, feliz, de que por fin todo podría volver a la normalidad y yo a mi vida inventada. Aunque los días se nos estuvieran terminando.

…..

Después de avisarle a Inu no Taisho que se iban, y que se llevarían su auto, se marcharon hasta un hotel. Era de los más lujosos de la pequeña ciudad y tuvieron suerte de encontrar una habitación vacía. En cuanto llegaron tuvieron sexo y se ducharon, ambas cosas al mismo tiempo. No fue hasta ya muy entrada la madrugada que todos sus instintos estuvieron saciados y se acostaron, llevaban nada más que la ropa interior y Rin no dudó en acercarse a Sesshoumaru para dormir abrazada a él, pero esta vez no sería así.

- Esto no va a funcionar. –le informó el hombre sin moverse en lo absoluto, estaba acostado debajo de las cobijas con la postura rígida.

- No te entiendo. Como si fuera la gran cosa. –replicó ella sentándose un poco para verlo a los ojos. A Rin le parecía imposible que algo tan sencillo como dormir cerca fuera tal problema.

- No va a funcionar. –repitió él. Estaba totalmente decidido a nunca volver a cruzar esa barrera. No era que cuando lo hicieron se sintiera mal, al contrario, fue agradable dormir con un cuerpo suave y cálido a su lado, pero todas las posibles implicaciones eran algo que no pensaba aceptar.

- Estoy tan cansada que no voy a pelear contigo. Pero me pareces de lo más infantil. –lo regañó malhumorada y se giró cruzándose hasta el otro lado de la cama, al instante sintió las sábanas frías y se enojó un poco más. Aunque supo que esa noche no tenía oportunidad de hacerlo aceptar.

Sesshoumaru se quedó viendo el techo, había ganado. Podía dormir sin ella abrazada y debería estar satisfecho de haber establecido sus límites con éxito, como siempre, pero no se sentía exactamente así. Una pequeña parte de él sabía que la había hecho sentir mal y no le gustaba ¿desde cuándo se preocupaba él por los sentimientos de los demás? Jamás.

Respiró profundo y se giró para darle la espalda a la chica que no sabía seguía despierta. De todas formas era sábado por la noche y su tiempo juntos estaba por terminarse, muy pronto no volvería a verla.

Continuará...

Holi! Espero les haya gustado! Muchas gracias por todo su apoyo, un abrazote! Si tienen un minuto dejen un comment, plis, siempre me hacen el día.

Nos leemos el próximo sábado!