Si no fuera porque nunca he creído en las casualidades y ese tipo de cosas, juraría que el destino me la tenía jurada.

Cuando vi ese hombre, porque sí; ya era todo un hombre: con sus brazos fuertes, hombros anchos y mirada firme. No podía apreciar mucho más puesto que llevaba un traje negro y un abrigo largo para resguardarse del gélido invierno Neoyorquino pero estaba segura que debajo de ese traje se escondía un cuerpo de infarto…nada que ver con el delgado chico raquítico de sexto curso. Aunque…a decir verdad, después de la guerra había empezado a mejorar su aspecto considerablemente pero jamás pensé que se convertiría en ese Adonis Griego que tenía frente a mi.

Hermione céntrate.

Pues lo que venía diciendo, cuando vi a ese hombre de cabello rubio platino (inconfundible por cierto), esos ojos azules con betas grises mirándome fijamente y con ese porte tan característico de él que parecía que perteneciese a la realeza británica…aunque a decir verdad, su linaje pertenecía a la aristocracia mágica así que no iba muy mal desencaminada con mis divagaciones….pero sí, me quedé petrificada al verlo.

No podía ser posible que otra vez, en uno de los momentos más vulnerables de mi vida apareciese Draco Malfoy.

No podía ser que a pesar de haberme ido al sitio más alejado de Europa…él apareciese allí. ¡Y encima en su cafetería favorita!

Me había costado dos semanas encontrar un sitio donde poder tomar una taza de café decente y ahora tendría que dejar de venir, pues si Draco Malfoy frecuentaba este sitio no pensaba volver a encontrármelo, tendría que buscar una nueva cafetería, pero… ¿Qué hacía aquí?

Según tenía entendido era un Auror muy respetado internacionalmente pero pensé que había dejado su puesto al leer en el Profeta ( porque a pesar de pasar tantos años fuera aún seguía leyendo esa basura de periódico aunque fuese por sentirme un poco conectada a Inglaterra) pues eso, que al leer en el Profeta su reciente compromiso con Astoria Greengrass pensé que abandonaría su carrera para dedicarse a gastar todos los galeones que tenían en sus cámaras de Gringotts junto a su flamante esposa o prometida o lo que fuese en este momento.

Aunque también podía estar aquí por ocio y no trabajo… y ella podría estar cerca mirando algún escaparate de la avenida.

¿Por qué si quiera había pensado que podría estar solo? ¡Ni que hubiese venido a buscarme!

Nunca habíamos sido algo más que compañeros…a ver, fuimos enemigos. Nos odiábamos.

Más bien él me odiaba. Yo jamás le odié sinceramente…le tenía lástima. Y también me intrigaba para que voy a engañarme; era todo un misterio para mí sobre todo en sexto curso…nadie se daba cuenta pero yo si me percaté del sufrimiento que parecía albergar. Un año más tarde comprobé que mis sospechas eran ciertas, Draco sufrió mucho en sexto curso…pero eso es otra historia.

Volvamos a la enemistad y toda esa parte donde él me insultaba e intentaba humillarme cada oportunidad que tenía.

Me hizo mucho daño en mi etapa escolar, lloré muchas noches por su culpa pero jamás dejé que el odio entrase en mi corazón. A pesar de que las inseguridades que ya se por sí traía con la herencia Granger…Draco Malfoy hizo que mi autoestima cayese aún más por los suelos. Por eso intentaba destacar cada vez más, por eso me encerraba horas y horas en la biblioteca: necesitaba ser la perfecta estudiante, la voz de la razón y la moralidad para no relajar mi mente ni un segundo…para no ser vulnerable.

Ese era mi gran secreto; la imagen que daba de cara a la galería nada tenía que ver con mi interior.

Pero después todo cambió tras la guerra y cuando volvimos a Hogwarts ni si quiera nos mirábamos…hasta esa noche en la torre de astronomía. Esa noche confesé a Malfoy más de lo que hubiese querido; por culpa del alcohol mostré mis debilidades al que fue mi némesis.

Pero eso no fue lo peor…

Esa noche sentí un miedo aterrador porque a pesar de pensar que había estado enamorada de Ron tanto tiempo… descubrí la razón porqué me dolían tanto los desprecios de Malfoy; me sentía atraída, interesada no sé cómo lo califiqué esa noche…el caso es que realmente quería que me besase cuando nuestros labios se rozaron por un segundo…y gracias a Merlín que la razón se apoderó de mi y huí presa del pánico a los sentimientos que mi interior intentaba sacar a la luz.

Y a pesar de que huí y no volvimos a hablar…ese fue el punto de inflexión de mi declive emocional.

Eso fue lo que me llevó a iniciar una relación apresurada con Ron y cuando unos meses después volví a encontrármelo en la academia de Aurores sabía que había tomado la peor decisión de mi vida al empezar a salir con Ronald.

Todo acabó tan mal que tuve que desaparecer un tiempo. Ron me agobiaba y mis propia conciencia pedía a gritos que me alejase de la zona de peligro, que me alejase de Malfoy.

Así que escribí a Víktor y me fui a pasar unos días con él. Esos días se convirtieron en meses y luego en años…pero volvamos al presente, de nada sirve lamentarse de las decisiones tomadas en el pasado.

El caso es que me venía muy muy mal toparme con él.

No necesitaba ver a nadie que me trajese de recuerdo algo de mi pasado y menos ahora que acababa de empezar a sentirme bien tras haber pasado seis meses de haber dejado Bulgaria.

Por eso, cuando lo vi ahí parado frente al cristal de la cafetería, mirándome fijamente con sorpresa y comenzando a sonreír como un niño una mañana de navidad…mis rodillas comenzaron a flaquear y toda la estabilidad que había conseguido en esos meses se desmoronó.

Porque eso era lo que Draco Malfoy hacía en mí. De una manera u otra siempre me complicaba la vida y está vez…estaba segura que no sería menos.