[New god]
Summary: Su agencia se negó a darle una promoción necesaria para su tour por US. Fue entonces que Yamato conoció Kinnetik y a Brian Kinney. QaF!Crossover
Ni siquiera entrando al edificio en donde tenía una reunión en un momento, Yamato Ishida estuvo seguro de qué hacía ahí. Debería estar en Nueva York preparándose para sus conciertos. Debía tener ensayos y acostumbrarse al personal que lo apoyaría durante los shows venideros.
Aun así había volado a Pittsburgh para ver a este hombre del cual nunca había escuchado antes con la esperanza de conseguir una promoción que necesitaba ahora. El primer concierto era en una semana pero los tickets no se habían vendido ni la mitad de lo que Yamato había esperado. No se necesitaba ser un genio para saber la razón: la agencia no invirtió ni un solo dólar en la promoción en el extranjero. A veces Yamato se preguntaba a sí mismo si a la agencia le interesaba su carrera como solista…
Aunque bueno, si a ellos no les interesaba, él no los necesitaba. Él era más que capaz de cuidar de sí.
Sintió los firmes y tensos movimientos de su mánager caminando un paso tras él manteniendo la usual y educada distancia, dando la impresión que la persona más importante aquí es Yamato.
Estando en otra situación, Yamato habría resoplado ante la idea. Estaba a miles de kilómetros de Japón ahora mismo pero gracias a Hoshibaya-san, aun sentía que tenía a su CEO con él vigilando cada uno de sus condenados movimientos. Cuando le dijo al mánager de su pequeño viaje a Pittsburgh, Yamato estaba esperando una llamada inmediata del CEO porque era obvio que Hoshibaya-san había informado a la agencia sobre los movimientos de Yamato – incluyendo su intento por conseguir una promoción por su cuenta.
En cuanto abrió una puerta hecha de vidrio oscuro y entró a la oficina, la simpleza del lugar le recordó a la agencia, solo que en lugar de staff con utilería corriendo de aquí para allá, había hombres y mujeres yendo de un lugar a otro cargando papeles o portafolios y hablando alto al teléfono. La oficina era grande y muy iluminada, irradiando una sensación de trabajo, profesionalismo y determinación.
Exactamente lo que Yamato necesitaba.
"Buenas tardes," una mujer en sus 30 se acercó a ellos con una amplia y decente sonrisa. Sus ojos fueron de Yamato a su mánager, y de regreso a Yamato. "Señor Ishida, señor Hoshibaya," les dijo y sin la más mínima duda le ofreció una mano, la cual Yamato aceptó, "Soy Cynthia, mucho gusto. Bienvenidos a Kinnetik, caballeros."
Yamato regresó el saludo con una sonrisa mientras Hoshibaya mantenía su expresión indiferente.
Hoshibaya, a pesar de los cuatro años que pasó estudiando inglés en una universidad americana, es un japonés de la vieja escuela, particularmente apegado a las tradiciones; de modo que, dar apretones de mano en lugar de reverencia era algo a lo que el hombre nunca se había acostumbrado a hacer.
"Síganme a la sala de conferencia, por favor, le diré a Brian…ehm…al señor Kinney que ya están aquí." Ella los llevó a una habitación grande y se disculpó por un momento tras ofrecerles algo de beber (cosa a la que Hoshibaya se negó tanto para él como para Yamato sin siquiera preguntarle).
Cuando estuvieron a solas, Yamato se sentó en una de las sillas alineadas en la larga y moderna mesa en medio de la habitación. No necesitó mirar al otro hombre para saber que su mánager daría lo que fuera para estar donde fuera menos ahí. Solo Dios sabía cuáles eran las órdenes que le dio la agencia – y Yamato ya estaba dudando de si había sido buena idea ir ahí hoy. Demasiado dinero y tiempo perdido en ese viaje a Pittsburgh en lugar de ensayar para el show…pero bueno, no habría show alguno sin las personas yendo a verlo y no habría personas sin publicidad.
No se necesitaba ser un experto en matemática para entender esa ecuación.
Y su mejor amigo dijo que si alguien podría hacer que Yamato fuera visible en el mercado americano entonces ese era Brian Kinney. Bueno, Yamato podría tener dudas sobre cuán en serio había hablado su amigo, pero la verdad era que no tenía muchas opciones como para ser quisquilloso. Y estaba quedándose sin tiempo como para buscar algo más.
"Solo siéntate aquí y deja que lidie con esto, ¿estamos?" Hoshibaya dijo con un matiz de amenaza en su voz. "Conoces la política de la agencia sobre las promociones y solo por estar fuera de Japón no significa que-"
Yamato automáticamente asintió, sin escuchar demasiado. No era nada nuevo, después de todo. No era tonto para pensar que estaba libre ahora solo por cruzar el mar. Puede que ya no fuera parte de KOD, pero aun pertenecía a la agencia. Él aún estaba ahí.
La puerta volvió a abrirse y un alto y bastante atractivo – en una forma masculina – hombre entró rápidamente escaneando a los japoneses ahí.
"Lamento la espera." Ignoró ligeramente la reverencia de Hoshibaya, y fue directo a Yamato quien saltó de su sitio y sujetó la mano ofrecida. El agarre fue firme en una forma en la que Yamato no estaba acostumbrado, pero le dio la sensación de decisión y confianza. "Brian Kinney," el hombre se presentó. "Brian es suficiente. Y tú debes ser Ishi-"
Brian silenciosamente siseó porque aunque Cynthia le había dado los nombres, ya se le había olvidado. Hizo una rápida nota mental sobre no permanecer despierto toda la noche antes de reunirse con un nuevo cliente. Pero el recuerdo del bonito trasero de Justin le hizo eliminar la nota mental. Ni siquiera un nuevo cliente podía evitar que tomara a Justin cuando quisiera hacerlo y por cuanto tiempo quisiera.
"Yamato Ishida," Yamato ayudó, ya acostumbrado al hecho de que no todos fuera de Japón lo conocían. Después de todo, esa era la razón por la que él estaba ahí, ¿no? Quería cambiar eso. Quería que todos conocieran su nombre y su música; y simplemente a él. Quería que 'Yamato Ishida' no fuera solo otro nombre japonés. Quería que fuera EL nombre. "Pero solo Yamato está bien." Agregó a pesar de que Hoshibaya se aclaró la garganta significativamente tras él.
"Bien, Yamato." Brian chasqueó la lengua, mirándolo de forma curiosa, como si tratara de ver a través de su ropa y piel y saber quién era verdaderamente el chico frente a él, bajo la fachada de un hoodie y pantalones negros junto con unas gafas oscuras – las cuales Yamato se quitó apenas, dándose cuenta de su falta de respeto. "Te he revisado y parece que eres grande. Millones de álbumes vendido, conciertos agotados, show de TV y propagandas…incluso una película." Brian asintió algo impresionado. "Pero-"
"Pero todo eso está en Japón," Yamato interrumpió, impaciente. Podía sentir a su mánager poniéndose ansioso y quiso intervenir. Pero Yamato estuvo más que feliz de ser capaz de mantener la conversación en inglés por su cuenta; sentía que por fin podía ponerse de pie, dar voz y mandar en su vida.
"Exacto," el tono en la voz de Brian se hizo algo burlona. "Enfrentémoslo, no eres nadie aquí. ¿Quieres saber cuántos chicos como tú tratan de tener éxito en el showbiz cada día? ¿Y cuántos han fallado?"
Yamato movió la cabeza, frunciendo el ceño.
La respuesta era obvia. Y no de su gusto.
Pero esto no era lo que quería escuchar. No ahora después de fundir todas sus oportunidades y no tener opción de regresar.
Estaba demasiado lejos como para regresar.
"Bueno, el hecho de que eras una estrella en casa, no significa un carajo aquí."
"Yo era…¡SOY un DIOS en casa!" Yamato dijo saltando de su sitio, lanzándole dagas con los ojos al hombre frente a él – y otras tantas a su mejor amigo en su mente, porque recién ahora se daba cuenta de todo el asunto de por qué su 'amigo' sugirió Kinnetik mientras hablaban de agencias de publicidad. ¡Iba a matarlo por esto! Ese bastardo sabía cómo era este Brian Kinney y cómo trataría a Yamato. Y aun así había hablado maravillas de él.
Yamato ya podía imaginarlo riendo en algún lugar, felicitándose por su bromita.
"Vaya, un Dios, ya veo," Brian ni siquiera trató de reprimir una risa irónica esta vez. "¿Debo estar sorprendido, entonces? ¿Tu religión tiene nombre? ¿Hacen sacrificios de sangre? Porque eso sería algo asqueroso…"
"Bueno, ya basta." La gota de paciencia de Hoshibaya se había derramado. La reunión no era lo que esperaba y Brian Kinney era obviamente solo otro estirado arrogante que miraba por encima del hombro a todo y todos. Sin respeto por nada, ni siquiera algo como la religión. "Nos vamos, Ishida-kun. Gracias por su tiempo, Sr. Kinney, pero su servicio no es ni necesitado ni requerido." Dio un paso hacia la puerta sin querer esperar más. Mientras más pronto se fueran, mejor.
Yamato miró sobre su hombro hacia su mánager – encontrándolo de espalda – y luego giró hacia Brian Kinney. Ya podía ver con claridad el frunce en el rostro del hombre así como también sus ojos entrecerrándose hacia el hombre que se iba. "¡Hey!" Brian alzó la voz y Hoshibaya se congeló antes de girar. En cuanto lo hizo, Brian se cruzó de brazos arqueando una ceja, "¿Y quién carajos eres tú? ¿Su jodida niñera?"
Hoshibaya se tensó ante la forma en la que el Sr. Kinney le habló. Esto era peor de lo que se había imaginado y solo otra razón por la que no le gustaba estar lejos de Japón. Nunca en su vida había sido tratado así.
"Él es mi mánager," Yamato dijo rápidamente, recién dándose cuenta que Brian había estado hablándole a él todo el tiempo, dejando fuera de todo a Hoshibaya – cosa que era lo opuesto a cómo funcionaban las cosas en el pasado.
Una rebelde voz en la mente de Yamato estaba gritando de emoción.
Si había alguna duda antes, ahora todo se había hecho claro.
Yamato amaba América.
Y amaba a Brian Kinney por haber hecho – solo con palabras – desencajar el rostro de Hoshibaya.
Brian alzó la mano y frotó su frente. "Entonces ¿él es el que jodió tu promoción en América?" la voz estaba burlándose otra vez, solo que ahora Brian resopló ante el tenso hombre japonés, no hacia Yamato (cosa que hacía que el cantante sintiera más agrado por él) "Y yo aquí pensando que las promociones debían ser parte del trabajo de un mánager. Lo lamento, es mi culpa por pensar así."
"Ishida-kun, vámonos ahora."
"Quizá es más tu culpa, de hecho." Brian miró a Yamato alzándose de hombros.
Yamato irguió los hombros. Por mucho que no quisiera irse aún, con Kinnetik siendo su única oportunidad – sin importar la directa honestidad del Sr. Kinney y su dolorosa sinceridad – no podía desobedecer a Hoshibaya. Eso podía acarrear serias consecuencias, y Yamato no estaba en posición de cometer otro error ahora mismo…
"Lamento hacerle perder su tiempo, Sr. Kinney…Brian," Yamato se corrigió rápidamente. Ofreció una mano antes de irse sintiendo que la impaciente mirada de Hoshibaya quemaba su espalda.
Y cuando ya casi estaba en la puerta (con Hoshibaya ya fuera de la sala de conferencia) escuchó la voz de Brian y las palabras le hicieron detenerse y girar, sin importarle el castigo que su mánager pudiera darle al llamar al CEO y decirle lo obstinado que estaba siendo.
"¿Y si puedo hacerte el nuevo Dios de América, Yamato Ishida?"
Le costó a Yamato toda su pobre diplomacia persuadir a Hoshibaya para que no llamara al CEO en cuanto dejaron Kinnetik. Pero al final tuvo éxito (así que quizá sus habilidades diplomáticas no eran tan pobres como pensó, después de todo). La discusión duró todo el camino de regreso al hotel, pero eventualmente el mánager – a regañadientes – accedió darle a Kinnetik – y en especial a Brian Kinney – una segunda oportunidad antes de extender un reporte de todo el incidente y llevar a Yamato de regreso a Nueva York.
Dicha segunda oportunidad consistía en otras 24 horas para que Brian saliera con una idea para la promoción de Yamato. Lo que Hoshibaya no sabía era el pequeño detalle de que Brian ya sabía cómo sería la promoción de Yamato desde que estuvieron en la oficina.
Kinnetik iba a crear al nuevo Dios de América.
Cuando Yamato y su mánager regresaron a Kinnetik a la mañana siguiente, todo estaba listo. El taller estaba lleno de personas ocupadas con el trabajo; todo iba como una máquina bien aceitada y Yamato ni siquiera tuvo la oportunidad de saludar a Brian porque alguien lo jaló al vestidor para que se cambiara y lo maquillaran.
Todo estaba pasando tan rápido que Yamato no pudo seguir el hilo.
Y entonces Brian lo encontró. "¿Todo bien?"
Yamato asintió, conteniéndose para no sonreír de emoción. Todo estaba más que bien, de hecho. La idea de Brian de hacerlo un nuevo Dios americano no le dejó dormir nada sin importar cuánto lo intentó.
"Genial. Ahora tomaremos unas cuantas fotos de ti solo, luego los modelos de los que hablamos ayer vendrán aquí para el gran show."
Hoshibaya estaba de pie al lado de Yamato frunciendo el ceño, mirando de soslayo al Sr. Kinney porque sin importar qué, aun no le agradaba el hombre y lo que era más importante, no confiaba en él. Algo estaba mal y no podía evitar pensar que no debió haber permitido que este photoshoot se diera. De todos modos, Ishida tendría audiencia para sus shows. Sus fans japonesas comprarían los tickets en distribución y volarían a América para ver los conciertos, así que, ¿qué más daba el mercado aquí en América?
"Espero que entienda las condiciones que tiene la agencia para promocionar a sus artistas," Hoshibaya dijo otra vez recordándole al Sr. Kinney todas las reglas que ya le había mencionado ayer y que 'de ninguna forma debían ser rotas'.
"Es difícil de olvidar algo que constantemente molesta mi trabajo," Brian sonrió amargamente con un tono sarcástico antes de girar hacia Yamato. "¿Para qué sirve exactamente tu mánager?" preguntó, sin siquiera intentar cubrir su obvia burla. "Por lo que he entendido ya, promocionarte no es algo que él haga, así que…¿puede al menos traernos café?"
Yamato falló en reprimir la risa ganándose una mirada fría del hombre en cuestión.
Después de un momento de gruñidos de Hoshibaya y las quejas poco convincentes de Yamato sobre 'Podría desmayarme sin algo de cafeína en mi sistema', el mánager suspiró y fue a encontrar alguna máquina de bebidas.
"Genial," Brian sonrió. "Ahora al asunto." Y con eso se acercó hacia Yamato sujetando su ropa y rasgando el fino material para exponer el pecho del cantante. Los botones salieron volando en todas las direcciones posibles.
Yamato siguió uno de los botones con una mirada desconcertada hasta que se detuvo a los pies de Cynthia. Sus ojos encontraron la mirada gentil y alentadora de la mujer, y por una razón u otra Yamato decidió no protestar. Mostrar algo de piel no era nada nuevo para él, después de todo.
Podría estar bien con todo eso…incluso con el hecho de que Brian lo sorprendiera al rápidamente abrirle los pantalones, jalando con rudeza el cinturón para tener una buena vista de la ropa interior de Yamato.
"¿Qué rayos…?"
"Sexo." Brian se alzó de hombros, barriendo con los ojos el cuerpo de Yamato, dando el visto bueno final antes de dejarlo ir al photoshoot. "Siempre es sobre el sexo. En la industria del entretenimiento aún más que en otro lado. Y esto-" dio una significativamente mirada hacia el desnudo pecho, vientre y entrepierna de Yamato, "-es lo que llevará personas a tu concierto. Entonces podrás hacer que les guste tu música, como sea…pero esto es lo que venderá los tickets."
De hecho, no era tan diferente a lo que Yamato estaba acostumbrado a hacer en casa; solo que nunca en su vida lo había dicho tan directo como Brian Kinney.
Desde que se vieron por primera vez, el hombre había estado constantemente derribando todo el disimulo, máscaras e hipocresía en la que Yamato solía vivir – aunque no había decidido si era bueno, controversial o malo – a él tampoco le gustaba mentir, pero tras haber vivido con ello gran parte de su vida había aprendido a entender que algunas de esas mentiras eran necesarias.
Pero ahora venía Brian Kinney con su motto 'al carajo todo', y Yamato se sintió confundido. Emocionado, también – quizá – pero sobre todo confundido.
Posar para la cámara no era nada difícil y Yamato no necesitó que le repitieran lo que tenía que hacer o qué expresión poner.
Después de unos momentos, no le importo nada más que el fotógrafo. La atmósfera era sencilla y ligera con complicidad y risa.
Pero eso fue solo hasta que Hoshibaya regresó.
Al estar nuevamente bajo la vigilante y fría mirada de su mánager, Yamato inconscientemente se tensó.
Notando el súbito cambio, Brian miró enojado al más que nunca nada bienvenido hombre que había estado arruinando su trabajo desde el inicio. Le indicó algo a Cynthia y cuando la mujer se acercó, Brian rápidamente se inclinó y le susurró.
"Esto no es lo que acordamos." Hoshibaya sentenció.
"Yamato accedió a ello, y él es el cliente. En tanto usted, desde mi punto de vista, no es necesario aquí." Brian ni siquiera vio al mánager, ya que estaba cuidadosamente observando a Yamato y arreglando sus prendas, más que nada revelando más piel. Había conocido muchos idiotas como este tal Hoshibaya – más de lo que hubiera querido en su vida – que uno más no le haría cambiar de parecer y obedecer sumisamente – y mucho menos uno que actuaba como si tuviera un falo metido en el trasero…y, de acuerdo, quizá una interpretación literal de eso le ayudaría a relajarse un poco…
Yamato sabía que debía temer. Al menos un poco porque sin importar cuán fuerte y libre e invencible pudiera sentirse ahora mismo gracias a Brian y su actitud de me-importa-un-carajo-todo, tarde o temprano tendría que regresar a su hotel con su mánager y lidiar con las consecuencias.
"Todo está bien, Hoshibaya. Nada ha pasado y estoy seguro que las fotos con los modelos serán decentes y-"
Brian tomó un sorbo del café que Hoshibaya había traído y arrugó la nariz ante el sabor. Odiaba el café de la máquina expendedora. Afortunadamente, fue salvado de beber un poco más cuando la puerta se abrió. Cynthia dejó pasar a los modelos – y Yamato casi se ahoga con su café mirando aterrado e interrogantemente al hombre a su lado.
"¿Brian…?"
"Genial, los modelos llegaron a tiempo." Brian ondeó la mano a los recién llegados, y luego le indicó al fotógrafo que se preparara para el resto de las tomas.
"P-pero…"
Yamato fue lento en detener a Hoshibaya, quien de aun estar sosteniendo la bandeja lo habría dejado caer dejando que el café salpicara por todos lados.
"¡No puedes hablar en serio!" el mánager le gritó a Brian quien estaba de pie ahí, viendo a los modelos con un satisfactorio asentimiento.
Más que probable por primera vez desde ayer, Yamato estuvo de acuerdo con su mánager. Brian Kinney no podía estar hablando en serio.
Ayer cuando hablaron de modelos y que estarían en las fotos con Yamato representando a adoradores mientras Yamato sería su Dios, él estuvo muy seguro que hablaban de chicas. Tres chicas bonitas y más o menos vestidas – de preferencia rubias – para hacer toda la escena más sexy. Bueno, si fuera por Yamato, le gustaría tener a una Mimi – de preferencia con muy poca ropa – adorándolo, pero eso no era opción debido al CEO…y quizá incluso más debido a Mimi misma…pero esperen, ese no era el punto aquí. El punto es que Yamato no podía ser fotografiado con tres chicos semidesnudos (a menos que fueran de la agencia, claro, porque en ese caso era algo deseado).
"Esta broma enferma se termina," Hoshibaya le gritó a Brian, sujetando el brazo de Yamato. "Nos vamos."
Brian ni siquiera parpadeó. Claro que había estado esperando una reacción así todo el tiempo. Hoshi-como-se-llame era exactamente el tipo de hombre molesto, estirado, muy conservador, de mente cerrada y, de paso, idiota homofóbico – justo del tipo que Brian más odiaba y despreciaba.
"¿Yamato?" Brian arqueó una ceja sin importarle el enojado hombre. "Depende de ti. Es tu decisión. Tu futuro. Puedes salir y cantar para las pocas personas que ya compraron los tickets. O…puedes quedarte aquí y convertirte en un Dios para millones."
"Llamaré ahora mismo a la agencia." Hoshibaya estiró la mano hacia su celular para llamar.
Brian seguía mirando a Yamato. "¿Entonces, Yamato? ¿Te vienes o te vas?"
Yamato mordió su labio. La idea que Brian Kinney plantó en su mente era demasiado tentadora como para negarse. No quería cantar solo para algunas personas, mucho menos para personas que volarían ahí desde Japón. Él quería fans nuevas en todo el mundo; y América sería solo el inicio.
¡Y al carajo! Después de que Hoshibaya llamara al CEO y que le contara de esto, Yamato estaría jodido.
No había nada que hiciera peor la situación.
Respirando profundo lleno de determinación, Yamato miró a Brian con ruego.
Quería seguir, solo que no sabía cómo.
Fue entonces que Brian le dio un asentimiento apenas perceptible a Cynthia quien como si fuera accidente caminó hacia Hoshibaya empujándolo un poco. El hombre se tambaleó y golpeó a Brian quien derramó su café en la camisa blanca del hombre, disculpándose con una inocente sonrisa y de inmediato ayudando al mánager a limpiar la mancha pero solo empeorándola en el proceso.
"Oh, carajo…carajo, lo siento, de verdad lo siento…" Brian le aseguró mientras que Hoshibaya trataba de alejarse de él, observando con incredulidad la mancha en su camisa. "Cynthia-"
"¡Es suficiente!" Hoshibaya se retiró la mano de Brian, quien sostenía una servilleta. "¡Nos vamos, Ishida-kun!"
Brian colocó un brazo alrededor de los hombros de Hoshibaya obligándolo a girar. "Lo lamento, pero no puedo permitir eso. No puede irse así. ¡Cynthia!" gritó hacia la mujer quien estaba más que lista para ayudar, secretamente mirando a Brian y virando los ojos. No podía creer que él hiciera algo así, pero bueno…este era Brian y ella lo había visto hacer muchas cosas locas. De modo que, derramar café sobre alguien no era su mayor pecado.
"¿Sí, Brian?"
"¿Podrías llevar al Sr. Hoshi-…llevarlo para que consiga otra camisa? Gracias."
El mánager trató de zafarse e incluso amenazar un poco, pero tanto Brian como Cynthia estaban más que acostumbrados a varias situaciones, así que un fastidiado hombre de traje no era nada que no pudieran lidiar.
Viendo toda la escena, Yamato frotó su rostro con ambas palmas. Estaba tan jodido ahora mismo. Quizá había cavado su propia tumba. Sin mencionar los tres modelos semidesnudos – de pie a cierta distancia de la pared – quienes se suponía debían ser sus adoradores para este photoshoot.
Yamato gimoteó, prolongado y agonizante.
"¿Dónde nos quedamos?" Brian dijo con una sonrisa. "Ah, sí, los modelos…"
"¿Por qué no pueden ser chicas?" Yamato dijo mirando de soslayo a los tres chicos. "Deberían ser chicas porque la mayoría de la audiencia quizá sean chicas, después de todo, y-"
"Ese es el problema."
"¿Problema?"
"Sí, eso junto al hecho de que las modelos mujeres son simplemente molestas y difíciles en el trabajo." Brian lentamente regresó a Yamato frente a la cámara. "Si quieres impresionar al público femenino no puedes mostrarles otras chicas. Mucho menos chicas sexys con diminutos bikinis. Al menos no aquí. Créeme, nada – y me refiero a nada – llamará la atención de las adolescentes más que dos – o más – chicos sexys tocándose."
Yamato jadeó. Bueno, él sabía de fanservice y durante su vida había tenido que estar cerca de otros chicos y chicas – demasiado seguido para su gusto (excepto con Mimi, su bonita novia que es modelo en la misma agencia, porque siempre hay una excepción a cada regla) – pero nunca había pensado que toda la tonta charada podría funcionar. Incluso estaba algo seguro que el CEO los obligaba a estar cerca del otro solo porque era un viejo pervertido y todo era por su fetiche.
"Es una broma, ¿no?"
La expresión de Brian seguía seria. "Escúchame, Yamato. ¿Estás prestando atención?"
Yamato asintió.
"¿Quieres ser un Dios? Entonces, dale a las personas lo que quieren." Brian tomó el celular y marcó un número, todo el tiempo mirando la confusión de Yamato. Alguien al otro lado por fin respondió su llamada. "Hola, Sunshine," Brian sonrió – de manera inconsciente. "No, no es ese tipo de llamada. Nada de sexo telefónico durante el descanso." Brian rio ante algo que la persona le dijo. "Justin. No, Justin, escucha. Trae a tu adorable amiga y ven aquí. Sin preguntas, solo ven aquí. No te entretendré mucho. Tienes 15 minutos."
Yamato no pasó desapercibido que Brian aun sonreía a pesar de haber guardado el celular. Brian le explicó lo que se suponía que harían cuando el chico al que había llamado y su amiga Daphne llegaran.
Pasaron los siguientes 15 minutos más o menos hablando sobre la visión de Brian de cómo debía lucir el resultado final. Yamato estuvo más que escéptico al principio pero con cada minuto que pasaba se encontró a sí mismo gradualmente sucumbiendo al poder de la individualidad de Brian. Yamato siempre había pensado que era bastante terco, intransigente y de personalidad fuerte pero estando de cara a Brian Kinney de pronto se sentía como la persona más cooperativa y abierta de mente.
Pero quizá era algo bueno. Quizá gracias a Brian Kinney, Yamato encontraría la más mínima porción de valor autodestructivo, suicida incluso, para ir por lo que creía y lo que quería.
Aparentemente, esa era la forma de ser exitoso en América.
Nada de disculpas. Ni arrepentimientos.
La puerta se abrió otra vez y Brian fue hacia el joven – acompañado de una chica – que acababan de entrar. Yamato, como le había sido instruido, mantuvo sus ojos en la chica pero era algo imposible no ver la forma en la que Brian sujetó al rubio acercándolo y besándolo, con pasión y anhelo, quitándole el aliento en nada. Yamato casi pudo escuchar los gemidos que el chico debió dejar salir (Yamato sabía que Mimi lo haría si fueran ellos besándose así). Lo vio revolverse en los brazos de Brian, quien lo sujetó más antes de deslizar una mano y apretarle el trasero…
Yamato movió la cabeza y miró a la chica quien estaba riendo al lado de la pareja mirándolos con adoración. Incluso a distancia, Yamato veía su sonrojo y emoción bailando en sus ojos.
Brian lamió los labios de Justin, dejándolos rojos y algo hinchados mientras el chico trataba de recuperar el aliento, completamente sorprendido por la inesperada bienvenida.
"Hey, Daph," Brian le sonrió a la chica haciéndola sonrojar más.
"H-hey, Brian." Rápidamente giró hacia Justin como si buscara una explicación pero Justin tampoco entendía.
Brian se inclinó hacia el chico otra vez rozando sus labios contra la sonrojada mejilla y deteniéndose en su oreja.
"Gracias por venir, Sunshine. Estoy seguro que encontraremos una forma apropiada para agradecerte."
Finalmente pillando un poco la situación, Justin sonrió, "¿A Babylon esta noche?"
"Pequeño bastardo codicioso, ¿anoche no fue suficiente para ti?"
"Nunca," Justin le sonrió traviesamente restregándose contra Brian antes de girar para irse. Gritó cuando un golpe llegó a su trasero, haciendo que mirara sobre su hombro antes de sacar la lengua.
Brian giró hacia Yamato arqueando la ceja, "¿Y…?"
Y Yamato no podía creer que de verdad iba a hacerlo.
"¿Me explicarías qué está pasando?"
-.-
Yamato hizo un puchero. No estaba esperando que Mimi saltara a sus brazos y lo besara en el aeropuerto, claro, pero un pequeño 'hola' sería agradable. En lugar de eso, recibió un regaño en cuanto estuvieron lo cerca suficiente para escuchar al otro, y la oscura mirada que Mimi le daba no era placentera e indicaba que no habría saltos a sus brazos ni besos estando en público.
"¿Cómo estuvo el vuelo?" Yamato preguntó con dulzura, aunque muy preocupado.
Pero no era de mucha ayuda.
Mimi colocó el bolso sobre su hombro yendo hacia la salida. "¿Tú qué crees? Más largo de lo esperado. ¿Por qué demonios no estás en Nueva York? Pensé que…"
"Fue un pequeño cambio de planes." Yamato respondió. En la calle, llamó un taxi y un auto se detuvo frente a ellos casi de inmediato.
"Yamato Ishida…" Mimi lo miró con advertencia antes de sentarse en el taxi, esperando que Yamato le indicara al chofer el rumbo. "¿Por qué estamos en Pittsburgh?"
Yamato trató de mantener su expresión como siempre – pero no era bueno escondiendo cosas, y menos escondiéndole cosas a Mimi – pero estuvo determinado a no decir nada. Aún no.
"¿Te das cuenta que toda la agencia está de cabeza por algo que has hecho?" suspirando, Mimi movió la cabeza. "Pero incluso Takeru no pudo decirme porque tampoco sabía y-"
"No se lo dije."
"¡Yamato!"
"¡Es mi nueva campaña promocional, Mimi!" y ahí estaba, ya lo había dicho. La sonrisa de Yamato creció más junto con el shock en los ojos de su novia. "¡Y es impresionante!" confesó eventualmente, sin ser capaz de reprimir la emoción que había estado embotellando desde hace mucho.
Entre todos los pros de ser solista había un enorme en contra al que aun necesitaba acostumbrarse. Ser solista significaba que estaba solo y no tenía a nadie con quien compartir las cosas buenas y malas.
Mimi mordió su labio, una sensación de recelo se formó en su vientre. "La mitad de la gerencia quiere ahorcarte y la otra prefiere fingir que no existes. ¿Qué hay en esta cosa promocional que no estás diciéndome?"
Para su amarga decepción, Mimi no obtuvo respuesta por las siguientes horas. Yamato la llevó primero al hotel en donde ella disfrutó de un relajante y largo baño; luego fueron a almorzar a un restaurante italiano por el que Yamato siempre pasaba y por el que había tenido curiosidad.
De vez en cuando Mimi trataba de traer a colación lo que era importante, pero Yamato era igual de persistente en no contarle, y solo le daba excusas tontas.
Finalmente, en la noche cuando regresaron al hotel y Mimi estuvo por llamar al servicio a la habitación, y ordenar algo ligero de comer, Yamato la detuvo dejando el teléfono en la mesa de noche.
"Ponte algo sexy, saldremos."
Los ojos de Mimi mostraron una mezcla de sorpresa e incredulidad.
Pero Yamato sonrió en esa forma convincente y dulce y Mimi terminó usando unos jeans ceñidos y un top negro.
Frunció el ceño, dándole una mirada sospechosa todo el tiempo antes de llegar al club al que aparentemente Yamato estaba llevándola.
Yamato sostenía su mano, entrelazando los dedos – y el roce fue agradable, Mimi lo había extrañado tanto que le tomó un momento antes de darse cuenta que estaban tomados de las manos en público. Trató de soltarse, pero Yamato solo sonrió.
Mimi frunció el ceño cautelosamente mirando alrededor y revisando los alrededores.
Estaban en un lugar oscuro de la calle con solo unas cuantas lámparas, un anuncio brillante de neón estaba sobre una puerta al final del callejón. Había personas que iban en la misma dirección que ellos; con cada persona que pasaba, Mimi lentamente se dio cuenta que la mayoría eran hombres y el resto eran pequeños grupos de mujeres adolescentes – el poco balance era producto de la tardía hora y el horario escolar de mañana.
El estar al tanto de ello incrementó la curiosidad de Mimi. Y la ansiedad.
"Yamato…" Mimi dijo algo desesperada antes de suspirar cuando él no pareció responder. "¿Qué es exactamente este…Babylon?" preguntó, cambiando la estrategia para hacer que Yamato revelara el secreto.
"Un club."
"Gracias," Mimi musitó algo enojada. "Es de mucha ayuda. Si no me lo decías, no lo sabría."
Yamato se inclinó para besar el cabello de la menor. "Es una fiesta para mí esta noche. Para empezar la promoción. Y ahora ya lo sabes."
"¿En serio?" pero aún no respondía todas las preguntas de Mimi – aunque era más de lo que Yamato le había dicho durante todo el día que habían pasado juntos.
El rubio asintió con obvia emoción. "Sí, ¿y ya te dije que será enorme?"
"Creo que mencionaste algo así."
Yamato sonrió al guardaespaldas que custodiaba la puerta, y éste los dejó entrar.
Mimi estuvo muy impresionada porque de verdad parecía que la fiesta de esa noche era para Yamato, unas cuantas personas incluso lo saludaron cuando pasaron…eso hasta que rodearon una esquina y finalmente entraron a la parte principal del club. El lugar estaba lleno de gente y la audible música salía de varios parlantes hundiendo las voces de las personas ahí.
Mimi no era la más grande fan de los clubs y fiestas pero podía disfrutar de vez en cuando. A menos que dichas fiestas se dieran en un lugar con un enorme póster de su novio pendiendo del balcón del segundo piso flotando sobre las cabezas de las personas que bailaban; y dicho póster mostraba a su novio semidesnudo en una pose provocativa con la camisa y pantalones abiertos, un fedora escondiendo parte de su rostro con los labios seductoramente separados, con un hombre aún más descubierto arrodillado frente a él obviamente fingiendo darle sexo oral a SU novio. Había dos hombres igual de descubiertos arrodillados a los lados de Yamato, mirándolo con adoración – pero ya que ninguno tenía el rostro en la entrepierna de Yamato, Mimi no pareció tan molesta con ello…ni tampoco con el slogan encima y debajo de la bastante escandalosa foto.
Yamato impacientemente jugueteó con los dedos – demasiado ansioso en opinión de Mimi.
Él mismo estaba orgulloso con el resultado y nunca terminaría de agradecerle a Brian por esto. Sin importar lo enojado que había estado Hoshibaya después de verlo, o lo que el CEO le diría luego. ¡Al carajo con ellos! Amaba el tono provocativo de la promoción.
"¿Y?"
Mimi sintió que sus latidos se aceleraron. No podía dejar de ver la ropa interior asomándose en la gigantografía.
"Necesito un trago." Mimi dijo sintiendo la garganta seca.
No era que se sintiera celosa por no poder hacer en público lo que esos modelos hacían con su novio, o algo así. Confiaba en Yamato y su juicio, de verdad que sí.
Era algo más. Algo…
Yamato tomó las palabras de Mimi como buena señal y posesivamente rodeó su cintura llevándolos al bar. "Desde mañana los posters estarán en todos lados," Yamato dijo mirando a Mimi beber vodka en un rápido movimiento, ordenando otro más – pero ¡hey! Estaban celebrando esta noche así que ¿por qué no? "Y hay mucho más…¡cielos, Mimi, debiste ver la prueba con audiencia, una chica casi se desmayó después de ver el póster!"
"¿Por qué no estoy impresionada?" Mimi sintió que todo el alcohol rápidamente se extendió por su sistema. Cuando se sintió lo fuerte suficiente miró a Yamato otra vez. "¿ESTÁS LOCO?" Mimi gritó sujetando a Yamato por los hombros y sacudiéndolo. "'Un nuevo Dios ha nacido. Arrodíllense a sus pies'. ¡¿ES EN SERIO, ISHIDA?! ¡El jefe te matará por esto en cuanto regreses a Japón!"
Yamato parpadeó. Eso era inesperado.
"Genial. Prácticamente estoy saliendo con un hombre muerto." Mimi musitó resignada, ondeando la mano hacia el bartender para que le sirviera más. "No me sorprende el alboroto que hay en la agencia. Van a desollarte vivo."
"Estoy seguro que nadie morirá debido a esto," una voz rio suavemente en algún lado tras la espalda de Mimi. "Quizá algunas fangirls…y fanboys, claro. Yamato se ve muy sexy."
Mimi lentamente giró.
"Mimi, él es Brian Kinney," Yamato presentó al hombre alto que se acercó a ellos junto con un chico más bajo – y más joven. "Él es quien me ayudó con todo. Y Justin, su…bueno, Justin. Ella es Mimi, mi novia."
"¿Qué tal, sexy?" Justin le sonrió significativamente pero no sin asegurarse que Brian notara todo.
Mimi arqueó una de sus perfectas cejas, sin estar segura de cómo reaccionar. Afortunadamente para ella, no tuvo que hacer nada porque lo siguiente que el chico sintió fue un golpe en su trasero por parte de Brian; y ambos se sumieron en una rara combinación de bromas e infantil riña.
"¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? Deja de tomar mis líneas o tendré que llevar a la acción mis palabras y darte nalgadas," Brian siseó las palabras que salieron como una promesa lasciva.
Justin mordió su labio inferior, a la expectativa. "Eso es exactamente lo que espero." Susurró con un matiz de reto en su voz.
"Bien, suficiente. Parece que tengo trabajo que hacer," Brian besó a Justin en la cabeza mientras sus dedos jugaban con las suaves hebras sobre la nuca del chico. "Alguien necesita aprender una lección. Diviértanse, chicos." Brian rio dejándolos e indicándole a Yamato algo que Mimi no entendió – y el cuarto vaso de vodka que ya estaba bajando por su garganta no ayudaba mucho.
Por un momento Yamato pensó si preocuparse por la menor o no, pero entonces encontró a Mimi aferrada a él, rodeando su cuello con sus brazos y dejando que sus suaves labios trazaran toda la piel que podían.
"¿Mimi?"
"Entonces, eres un nuevo Dios, ¿no?" Mimi sopló aire caliente en la oreja de Yamato antes de lamer el contorno del lóbulo. "Mi…Dios…personal…"
Si no fuera por la rápida excitación de Yamato, de seguro saborearía el momento al máximo.
Estaban en un club lleno de personas, pero a nadie le importaba la cercanía de sus cuerpos, a nadie le importaba que se besaran o restregaran hambrientamente contra el otro. No habría fotos de él tocando a Mimi a mitad de la pista de baile…y cielos…probablemente nadie objetaría si le hiciera el amor ahí mismo…
Yamato jadeó ante la sola idea aun cuando hacer cosas en público nunca había sido lo suyo. Aun así ahora mismo, encontraba esto bastante…sexy.
Pervertido.
Mimi lentamente movió las caderas contra las de Yamato y gimió cuando sus caderas se encontraron. Los movimientos aminoraron un poco y Mimi ebriamente rio restregándose contra la creciente erección de Yamato. "Parece que alguien no quiere estar 'abajo'. De hecho, parece querer lo opuesto." Hizo un puchero antes de reír ante su propia broma solo para gritar porque Yamato sujetó su muñeca jalándola entre las personas y llevándola a algún lado en lo profundo del club.
La parte posterior estaba oscura y llena de jadeos, sonidos pesados, el aire estaba repleto de sudor y sexo, y Mimi siguió riendo porque a través de la nube de alcohol rodeando su sistema todo parecía como un sueño surrealista, quizá podría haber incluso un conejo blanco mostrándole un camino fuera de ahí…pero…
Yamato la presionó contra la pared y la besó.
Mimi gimió en respuesta, de pronto más ebria debido a Yamato que por los shots de vodka que había bebido.
Las previas preocupaciones se fueron porque si había alguien que sobrevivía a todo entonces ese era su Yamato Ishida.
Era el poder supernatural de Yamato.
"Apuesto que te encantaría que te adorara ahora," Mimi mordió el labio inferior de Yamato. "Que me inclinara ante ti, ¿verdad?"
Un gruñido desesperado escapó de la garganta de Yamato ante la idea de Mimi arrodillada frente a él, de la misma forma en la que el modelo lo hizo durante el photoshoot…pero esta vez no habría ropa interior y Mimi lo haría todo real, tomándolo en su boca. La entrepierna de Yamato palpitó y presionó los labios contra los de Mimi, fuerte, demandante, atrevido.
"¿Eso te excitaría?" tentó más sintiendo a Yamato ya duro contra ella. "¿Que te adorara como mi nuevo Dios?"
"¡Claro que sí!" Yamato no podía más; los roces del cuerpo de Mimi contra él, los ceñidos jeans le dejaban sentir bien todo lo que había debajo, enloqueciéndolo y todos los gemidos haciendo eco en la oscuridad solo se sumaban a su ardiente deseo.
Fue entonces que Mimi colocó las manos en las mejillas de Yamato, alejando un poco su rostro y sonrió con una retadora mirada en sus ojos oscurecidos por la lujuria. "Entonces prueba que vales la pena ser adorado," provocó antes de lamer los labios de Yamato, tentando lentamente y dejando un hilo de saliva, girando y bajándose los jeans tan rápido como sus torpes dedos pudieron en sus ansias.
Yamato gruñó otra vez mientras el desnudo trasero de Mimi se restregaba contra su entrepierna; rápidamente abrió sus jeans.
El último pensamiento en la mente de Yamato – antes de completamente perderse en el placer y en el estrecho calor del cuerpo de Mimi – fue algo medio coherente sobre cuánto es que amaba ser el nuevo Dios de América sin importar cuán exitosa sería la campaña promocional…o por cuánto tiempo la gerencia le permitiría vivir a pesar de las fotos…
Pero estaba más que seguro que valía la pena.
Fin
Llegó el crossover para el día 10~ No sé cuántas personas aquí hayan visto o escuchado de una serie de los 2000 enfocada en el BL llamada Queer as Folk, pero cuando la vi hace poco, la amé y en cuanto noté que habría un día de crossover en el Mimatoctober supe que tenía que hacerlo owo/ ojalá les guste.
