Silenciosamente tocó el hombro de Yamato y fue correspondida con una simple mirada y un rápido asentimiento. Mimi le ofreció a su esposo la copa de champagne, pero...
"Yamato ha bebido suficiente, señorita Tachikawa. Necesita estar bien y sobrio para poder llevarte a tu penthouse de manera segura."
El cuerpo de Mimi se tensó dolorosamente y su rostro se enrojeció ante los tres insultos humillantes que su suegro le acababa de decir en una frase 'cortés'. En primer lugar, el padre de Yamato había logrado socavar y no reconocer por completo su matrimonio con Yamato usando su apellido de soltera, en segundo lugar, insinuó que Mimi no podía juzgar la disposición de su propio esposo y, por último, llamó descaradamente - pero de manera educada - a Mimi como la ramera de Yamato.
Un silencio incómodo cayó sobre la familia, mientras el rubio avergonzado se convertía en el centro de atención.
Y Yamato, como siempre, había ignorado lo acontecido.
Mimi inclinó la cabeza ante el hombre en reconocimiento de todo lo que había dicho y luego procedió a buscar un mayordomo para que se llevara las copas intactas. Mimi no podía simplemente colocarlas en el mostrador de mármol prístino por temor a que la regañaran por dejar marcas en el perfecto material.
Oh, cómo quería gritar.
Ella es una cantante, adorada y amada por miles de fans y, sin embargo, ni siquiera su propia 'familia' veía ningún valor en ella. Las partes de ella que aún estaban vivas querían atacar. Quería gritarles palabras tan hirientes y furiosas como las que habían susurrado sobre ella. Quería decirle al padre de Yamato que era un viejo bastardo y pretencioso. Pero como sabía que Yamato adoraba a su padre y lo veía como un héroe, Mimi se contuvo.
No estaría bien avergonzar a su esposo más de lo que ya lo hizo.
El padre de Yamato volvió a hablar. "Hijo, hay a alguien a quien quiero que conozcas." Un pequeño movimiento de una mano y dos nuevas personas se unieron al grupo. Tanto la adulta como la mujer joven tenían cabello corto y destilaban elegancia - de la que le gustaba a los de esta familia.
La mujer adulta, aun cuando tenía unas arrugas en la boca y en los ojos, era muy hermosa. La más joven, obviamente su hija, era simplemente...deslumbrante.
Mimi ha visto a muchas personas hermosas en su vida. Siendo ella misma una cantante, estaba constantemente rodeada de gente hermosa. Pero esta chica era hermosa en una forma en que esas otras cantantes no lo eran. Era naturalmente hermosa.
Mimi se sintió aún más fuera de lugar. Sabía que ella no era horrible, pero después de tantos desplantes tampoco se sentía como una belleza de pasarela. Sus piernas eran quizá algo muy delgadas y largas, sus caderas eran algo más llenas de lo que se considera un cuerpo asiático ideal, y sus pechos solían llamar la atención cuando usaba escote.
Pero el porte y cuerpo de la chica pelirroja eran el epítome del estándar japonés.
"...Sora Takenouchi...y su madre."
Los ojos de Yamato se abrieron un poco en reconocimiento. "Oh, sí, eres la persona que trabajó con mi hermano hace un tiempo, ¡te recuerdo! Es un placer verlas a ambas."
Las Takenouchi.
Mimi recordó haber leído sobre ellas. Era una de las familias más adineradas de Japón. Su familia había adquirido el caudal no hace mucho - su fortuna sucedió al inventar una máquina que ayudaba a detectar sustancias químicas venenosas en el aire. La familia Takenouchi era tan respetada como los Ishida.
Sora se sonrojó por el cumplido. "Gracias Sr. Ishida, su cumplido significa mucho para mí. Estoy tan feliz de que haya recordado a alguien tan singular como yo."
Maldición. Su voz sonaba tan agradable también.
El padre de Yamato la miró con orgullo. "Tonterías, Sora, ¿cómo podría Yamato olvidarte? Ha estado especialmente ansioso por volver a verte."
Mimi estaba confundida. La Fiesta de Navidad para la familia Ishida era en parte fiesta y en parte reunión familiar. Solo se invitaba a la familia. Entonces, ¿qué podrían estar haciendo estas dos extrañas - de hecho, esta hermosa extraña - aquí en-...?
"Yamato, tal vez deberías mostrarle los alrededores a Sora. Preséntasela a la abuela."
Era una oración simple, pero Mimi sintió como si la hubieran abofeteado.
Hace un par de años, Yamato le había explicado que en su familia cada vez que un hombre le presentaba una chica a su abuela, era para pedirle su bendición...su bendición para...
Mimi ni siquiera pudo ocultar su vergüenza esta vez.
Su rostro se puso rojo.
Por el rabillo del ojo vio a los primos de su esposo mirándola fijamente mientras una de ellas miraba boquiabierta al padre de Yamato. No era una sorpresa. El insulto del hombre no había sido sutil esta vez. El hombre acababa de pedirle a su hijo que le mostrara una mujer soltera a su abuela, lo que básicamente significaba que le estaba pidiendo su bendición para una relación. Un matrimonio.
No es de extrañar que la pelirroja estuviera en la reunión familiar.
Mimi se dio la vuelta. Solo podía soportar cierta cantidad de estupideces y lo que acababa de suceder fue la gota que derramó el vaso. De mala gana, sus ojos atraparon los de la madre de Yamato y sorprendentemente encontró un poco de lástima en sus ojos. Mimi sabía que se estaba asfixiando; preferiría caer muerta que enfrentarse a otro segundo de esta tontería.
Por suerte, o por desgracia, no tuvo que hacerlo.
"Mimi, ¿estás bien? Te ves pálida."
Se giró hacia la voz de su esposo, pero mantuvo sus ojos desenfocados en el suelo.
"Estoy bien."
Los dedos de Yamato danzaron sobre su cuello.
"Te ves pálida y tu cuello está todo sudoroso. Te dije que te mantuvieras alejada del frío."
Una repentina ola de molestia se apoderó de ella. ¿Yamato honestamente pensó que estaba enferma por el frío? ¿Estaba tan ciego a las intenciones de su padre?
En su ira, casi no nota a Yamato cortésmente dando excusas a su familia. Sin embargo, Mimi captó la respuesta pesada de su suegro.
"Desde luego, hijo." Expresó con una voz que se suponía era de diversión, pero que era simplemente cruel. "Abandona a tu familia y atiende a tu amante antes de que muera congelada."
Mimi giró sobre sus talones y se alejó, con el rostro tan rojo como sus botas de piel y a nada de romper en llanto.
En definitiva, sentía que nunca sería lo suficientemente buena para esta familia.
Y con toda sinceridad, ya estaba harta. Amaba a Yamato, pero los dramas y desplantes que tenía que soportar de parte de su familia política, eran algo que la aguijoneaba cada vez más.
En especial porque sentía que su esposo no haría nada para darle su lugar.
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Es el día 14 y...definitivamente este drabble tiene que venir en forma de mini fic después
