Atención: Pokémon no me pertenece.
Otro soso Juan/Gengar
Segunda temporada
Atrapados en la gran mansión
La noche caía con un manto oscuro sobre los árboles frondosos y las colinas desiertas. Una niebla espesa se deslizaba entre las raíces de los grandes robles, envolviendo el aire con un frío que se sentía en los huesos. En el corazón de esa penumbra, escondido de las miradas curiosas, Gengar se movía silencioso, casi como una sombra más entre las muchas que ocupaban el paisaje.
Sus ojos brillaban con una luz siniestra mientras flotaba entre los árboles, siempre observando, siempre calculando. Desde el momento en que había escapado del combate contra Eric, su mente no había dejado de maquinar. Había ganado aquella batalla, sí, pero el tiempo no jugaba a su favor. Debía encontrar una nueva oportunidad para sembrar el caos. Después de todo, él no era un simple adversario; no, él era un sirviente de algo mucho más grande y aterrador: Giratina.
El viento soplaba a través de las ramas, creando un murmullo inquietante. Gengar se detuvo por un instante, flotando inmóvil mientras su mirada escaneaba los alrededores. Nadie lo seguía. Nadie osaría hacerlo, al menos no sin un profundo temor en su corazón.
"Todo va según el plan", pensó con una sonrisa torcida que se extendía por su rostro espectral. Sabía que Eric y los otros estaban desesperados por detenerlo, pero no comprendían el verdadero alcance de lo que estaba ocurriendo. Ni Arcanine, ni Norberto, ni siquiera ese Tyranitar con sus aliados sabían lo que en verdad estaba en juego. Gengar se movía con precisión, su lealtad era inquebrantable hacia Giratina, el maestro del mundo distorsión, cuyo único objetivo era romper el frágil equilibrio entre los mundos y sumir todo en caos.
Bajo las sombras que cubrían el bosque, Gengar llegó a su destino: un antiguo altar olvidado, cubierto por las enredaderas y las hojas caídas de los siglos. Aquí, en este rincón oculto, el poder oscuro de Giratina se filtraba hacia el mundo, debilitando la barrera que separaba la dimensión del Distorsión del mundo real. Este era el punto donde Gengar tenía que realizar su próximo movimiento.
Cerró los ojos, sintiendo el flujo del poder sombrío que emanaba de las profundidades. "Pronto", murmuró para sí mismo. "Pronto, el mundo conocerá la verdadera oscuridad." De pronto enfrente de él se materializo la Gema fantasma.
El sonido de hojas crujientes detrás de él lo hizo girar bruscamente. Nadie debía saber que estaba aquí. Se desvaneció en la negrura de la noche, fusionándose con las sombras mientras observaba en silencio, preparado para cualquier intruso.
Pero no había nadie. Solo el viento que movía las ramas.
Gengar se permitió relajarse, aunque solo un poco. Sabía que debía mantenerse alerta, ya que Eric y los demás no descansarían hasta encontrarlo. Aunque eso no lo preocupaba demasiado. Después de todo, él tenía la ventaja. Con Giratina respaldándolo, cualquier oponente que se le enfrentara no era más que una molestia pasajera.
Mientras flotaba de nuevo sobre el altar, su mirada se desvió hacia el cielo. La ruptura tiempo-espacio que él mismo había ayudado a crear aún permanecía abierta, una grieta visible entre las estrellas. Era por esa grieta que había traído consigo el caos, y por ella vendría más destrucción como la causada desde su nativa línea del tiempo. Pero ahora había otros planes. Otras piezas en juego. Gengar sonrió, su risa ronca y perturbadora resonando en la quietud de la noche.
"Disfruten de su falsa paz mientras puedan", pensó con malicia. "Pronto... todo será consumido por la oscuridad."
Con un último vistazo al altar antes de destruirlo de un Energibola, Gengar se desvaneció en las sombras, preparándose para su próximo movimiento.
Norberto, Penumbra, Samantha, Rihanna y Gema caminaban tranquilos por las afueras de Ciudad Corazonada, una ciudad conocida por su armonía entre la naturaleza y los humanos. Los alrededores estaban llenos de árboles frondosos, flores coloridas y senderos que serpenteaban entre los bosques. El sol estaba alto, iluminando el paisaje con una calidez que hacía agradable la tarde.
Rihanna caminaba junto a Norberto, manteniéndose siempre a su lado, atenta y serena. Penumbra y Gema iban un poco más adelante, inmersas en una conversación animada sobre la belleza del lugar, mientras Samantha, aunque más callada, parecía disfrutar del aire fresco y la paz que ofrecían los alrededores de la ciudad.
—Este lugar es tan tranquilo —Comentó Gema, su voz era suave, pero llena de admiración. —La última vez que estuvimos en una ciudad grande, no podías caminar ni un segundo sin que te golpearan con una bolsa de compras.
Penumbra, que siempre tenía un comentario agudo, rio entre dientes. —No puedo negar que prefiero estar aquí. Es más fácil concentrarse y entrenar cuando no tienes a un montón de turistas corriendo por todos lados.
Norberto caminaba en silencio, observando el entorno. Ciudad Corazonada tenía un aire diferente a las otras ciudades que habían visitado. El ambiente le recordaba algo que no podía identificar completamente, pero que lo llenaba de una calma interna que no había sentido en mucho tiempo.
—¿Qué opinas de este lugar, Norberto? —Preguntó Rihanna, que caminaba más cerca de él, mientras acariciaba distraídamente a su brazo.
Norberto levantó la vista, pensativo. —Es un buen lugar para descansar y pensar. No tan caótico como las otras ciudades, y la naturaleza parece... más conectada con nosotros aquí.
Rihanna asintió, compartiendo ese sentimiento. Como Riolu podía sentir las auras de todos a su alrededor, y aquí en las afueras de Ciudad Corazonada, las auras eran tranquilas, en paz, como si el lugar mismo irradiara serenidad. —Este lugar es perfecto para nosotros —Dijo— Siento que nuestras auras se alinean mejor cuando estamos aquí. Es como si todo estuviera en equilibrio.
Penumbra frunció el ceño un poco. —Bueno, no sé si yo lo llamaría equilibrio. Es más como... una pausa. No hay que bajar la guardia solo porque todo parece tranquilo. Hemos visto cosas que parecían seguras antes, y ya sabemos cómo termina eso.
Gema suspiró, sonriendo un poco. —Penumbra, siempre tan desconfiada. No creo que estemos en peligro aquí. Además, es bueno tener un descanso de vez en cuando. No todo tiene que ser entrenamiento y pelea.
Rihanna, siempre la más perceptiva, notó cómo la conversación estaba en equilibrio entre la relajación y la precaución, y añadió con suavidad: —Tal vez podamos hacer ambas cosas. Disfrutar del descanso mientras nos preparamos para lo que venga. Después de todo, la paz no dura para siempre, y debemos estar listos.
Norberto asintió en silencio, pero su mente divagaba. Pensaba en las batallas recientes, en el caos que habían enfrentado, y aunque este lugar ofrecía una calma, no podía evitar sentir que algo más los esperaba. Las ciudades como estas eran siempre bellas, pero a menudo escondían secretos, y él ya había aprendido a no confiar en la tranquilidad.
—Rihanna tiene razón —Dijo al final— Disfrutemos del momento, pero estemos listos para lo que venga. Siempre lo está".
El grupo caminó en silencio por un momento, cada uno sumido en sus pensamientos, disfrutando del sonido de los árboles meciéndose con el viento, el canto lejano de los Pokémon salvajes que habitaban los alrededores, y el suave sonido de sus pasos sobre la hierba.
Samantha, siempre directa, rompió el silencio. —Por cierto, Norberto... hemos estado viajando por mucho tiempo juntos. ¿Qué te parece nuestro equipo ahora? Siento que hemos mejorado mucho desde que empezamos.
Norberto sonrió, mirando a su equipo. —Definitivamente. Hemos pasado por muchas cosas, y cada uno de ustedes ha crecido tanto. Estoy orgulloso de lo que hemos logrado juntos.
Penumbra soltó una carcajada. —¡Claro que sí! Aunque algunas veces me pregunto cómo es que seguimos vivos con todas las locuras que hacemos.
Todos rieron, incluso Samantha, que por lo regular era más seria. La conversación continuó, fluyendo de un tema a otro mientras el grupo seguía explorando las afueras, disfrutando de la momentánea tranquilidad, sabiendo que, la calma daría paso a la próxima gran aventura que los esperaba.
El grupo siguió caminando por esa ruta que los alejaba de la gran metrópolis, el ambiente relajado mientras los cinco compartían el momento. Rihanna, como siempre, caminaba justo al lado de Norberto, quien parecía un poco pensativo. Penumbra y Gema iban delante, riendo y hablando entre ellas, mientras Samantha los seguía más cerca de Norberto.
Penumbra fue la primera en romper el silencio. —¿Saben qué es lo que más me gusta de estos momentos? —Dijo, con un tono travieso en la voz. —La paz antes de la tormenta. ¡Es como una calma antes de que algo increíble pase!
Gema la miró con una sonrisa. —Tienes un sentido del drama impresionante, Penumbra. No todo tiene que ser caos y acción. A veces, solo está bien disfrutar del momento.
Penumbra se encogió de hombros. —Claro, claro, pero admitan que es más divertido cuando hay un poco de emoción. Digo, ¿quién quiere pasar todo el día caminando y mirando aburridas flores?
Samantha, con su tono seco y pragmático, comentó: —Algunas personas encuentran eso bastante placentero. No todos estamos buscando saltar de una aventura a otra como siempre.
Norberto, que había estado escuchando en silencio, intervino. —Creo que ambas tienen razón, en cierto modo. Es bueno tener estos momentos de calma, pero también sabemos que nunca duran mucho. Eventualmente, algo nos encontrará.
Rihanna, siempre buscando el equilibrio, asintió. "Es como la vida. Siempre hay altos y bajos. Pero si no aprovechamos estos momentos, no estaremos listos cuando llegue la tormenta.
Penumbra soltó una risita. —Vaya, Rihanna, siempre tan filosófica. Deberías escribir un libro con todos esos pensamientos profundos.
Gema añadió con una sonrisa juguetona: —Yo lo leería. Siempre es bueno aprender de los sabios.
Samantha rodó los ojos, aunque se le escapó una pequeña sonrisa. —Tal vez deberíamos concentrarnos en qué viene a continuación. Estamos aquí, pero no hemos planeado nuestro próximo paso.
Norberto asintió, como si estuviera reflexionando sobre lo que Samantha había dicho. —Tienes razón, Sam. No hemos hablado de qué haremos después. A veces me pregunto cuál será nuestra verdadera misión... más allá de las batallas y los desafíos que encontramos.
Rihanna levantó la mirada hacia él, su aura tranquila, pero sus ojos llenos de determinación. —Cualquiera que sea nuestra misión, la encontraremos juntos. Hemos pasado, por tanto, y seguiremos adelante, sea lo que sea lo que venga.
Penumbra sonrió, golpeando a Norberto suavemente en el hombro. —¡Así se habla, Rihanna! Vamos a estar bien. Siempre lo hacemos. Somos un equipo, ¿no?"
Gema también sonrió, asintiendo. —Exacto. Mientras estemos juntos, podemos superar cualquier cosa. Ya lo hemos demostrado una y otra vez.
El ambiente era de camaradería y confianza. Todos sabían que, a pesar de las bromas, había un vínculo fuerte entre ellos. El grupo se detuvo por un momento, disfrutando del sol que empezaba a descender hacia el horizonte.
Samantha, observando el paisaje, comentó en voz baja: —Es curioso cómo cada uno de nosotros tiene algo diferente que aportar, pero al final, somos más fuertes cuando estamos juntos.
Norberto, mirando a su equipo con gratitud, añadió —Es cierto. No importa lo que venga, mientras sigamos apoyándonos, sé que podremos enfrentarlo. Esa es nuestra verdadera fuerza.
Rihanna, murmuró —Siempre estamos listos.
Penumbra, siempre buscando la última palabra, agregó: —Bueno, y un poco de acción nunca viene mal. Así que, ¡espero que estemos listos para lo que sea!
El grupo seguía avanzando por la Ruta doscientos doce, un sendero que comenzaba tranquilo y pintoresco, lleno de naturaleza exuberante y una suave brisa que hacía crujir las hojas. El quinteto de amigos caminaba en silencio por un rato, absorbiendo la calma que ofrecía el paisaje. A ambos lados del camino se alzaban árboles frondosos, y el sonido de pequeños Pokémon escondidos entre el follaje acompañaba sus pasos. Un riachuelo cristalino corría paralelo al sendero, su suave murmullo era una melodía natural que aportaba serenidad.
Penumbra fue la primera en volver a hablar primero, observando con atención el paisaje. —Este lugar... es casi demasiado perfecto. ¿No les parece? —Comentó, entrecerrando los ojos como si esperara que algo saltara desde los árboles.
Gema sonrió, disfrutando de la calma. —Tal vez solo necesitamos un momento de paz. A veces las cosas no tienen que ser complicadas. Esta ruta es conocida por ser bastante tranquila.
Rihanna, siempre observadora, caminaba cerca de Norberto y comentó en voz baja: —Es verdad. He escuchado que esta ruta suele ser un refugio para muchos Pokémon salvajes, aunque hay reportes de que el clima puede volverse bastante impredecible más adelante.
Norberto asintió. —Sí, y si vamos más al sur, nos acercamos a la Zona Pantanosa, lo que podría complicar el terreno. —Hablaba en un tono relajado, pero con una leve tensión en sus palabras. Era consciente de que la calma nunca duraba mucho.
A medida que avanzaban, el clima comenzaba a cambiar. El sol que antes bañaba la ruta con su luz cálida empezaba a ocultarse tras nubes oscuras que se desplazaban con velocidad. El viento, que había sido suave y refrescante, empezó a volverse más frío y cortante.
Samantha, siempre perceptiva, fue la primera en notar el cambio en el ambiente. —¿Sienten eso? —Dijo, deteniéndose por un momento. Levantó las orejas, en extrema preocupación.
Penumbra frunció el ceño, sintiendo la misma incomodidad. —Sí, esto ya no se siente tan... acogedor. Hay algo raro en el aire. —Su "sexto sentido" sobre catástrofe o mejor dicho para drama, se habia activado poniéndola en alerta máxima.
Gema, quien había estado disfrutando del paisaje, se tensó. —Es como si el bosque hubiera dejado de cantar. Los Pokémon salvajes... están callados. Reconozco este ambiente hasta con los ojos vendados —Se puso más seria de lo normal— Una oleada de fantasmas estas cercas de aquí.
Rihanna también notaba el cambio, sus ojos brillaban con preocupación mientras se mantenía cerca de Norberto. —Es como si el lugar estuviera... esperando algo. El aire se siente pesado.
Norberto miró a su alrededor con cautela, sus sentidos más alerta que antes. La luz natural se estaba desvaneciendo, y un extraño silencio reemplazó los sonidos del bosque. Era un silencio opresivo, el tipo de quietud que llega justo antes de una tormenta.
—Siento lo mismo —Respondió Norberto, su mirada fija en el horizonte. —Algo no está bien. Tenemos que estar preparados para lo que sea que venga.
A lo lejos, una extraña neblina comenzó a formarse, envolviendo el camino delante de ellos. El aire se hacía más denso, casi sofocante, y el ambiente acogedor de la Ruta doscientos doce se transformó en algo mucho más inquietante.
Samantha entrecerró los ojos, escaneando el área con una expresión fría pero calculadora. —Este lugar no es seguro. Debemos mantenernos juntos y avanzar con cuidado. Algo o alguien está aquí, y no parece amigable.
El grupo se preparó, tensos pero decididos a enfrentar lo que sea que el denso bosque les tenía preparado.
Un espectro se ocultaba en lo más profundo de una mansión abandonada, entre las sombras, su forma intangible deslizándose por los rincones oscuros. Esa construcción, antigua y desmoronada, era el escenario perfecto para él, con sus paredes cubiertas de hiedra, ventanas rotas, y puertas que crujían con el más leve toque del viento. La estructura había sido olvidada hace tiempo por los humanos, pero para Gengar, era el refugio perfecto desde el que observaba a los cinco intrusos que se acercaban a su territorio.
Desde una ventana rota en el segundo piso, Gengar podía ver a Norberto, Rihanna, Penumbra, Gema y Samantha adentrándose en la brumosa ruta que daba acceso a su morada. Su sonrisa macabra se ensanchó al verlos, sus ojos brillando con malicia. "Interesante", pensó, deslizándose por las paredes como una sombra más, invisible para los ojos del grupo. Gengar había estado observando sus movimientos desde que comenzaron a notar el cambio en el ambiente, y ahora, con ellos acercándose a su guarida, sabía que la diversión estaba por comenzar.
Mientras el grupo continuaba caminando por el camino cada vez más oscuro, notaron una estructura grande y sombría en la distancia. La neblina que había comenzado a envolverlos parecía hacerse más espesa a medida que se acercaban a lo que parecía una vieja mansión. Rihanna fue la primera en detenerse.
—Miren — Dijo, señalando con la pata. Sus ojos, brillando con una mezcla de curiosidad y preocupación, enfocaron la oscura silueta. —¿Qué es eso?
Penumbra miró hacia donde Rihanna señalaba y frunció el ceño. —Parece una mansión... Pero ¿qué hace una casa como esa en medio de este bosque?"
Gema caminó unos pasos hacia adelante, intentando ver más de cerca, aunque la niebla dificultaba la visión. —Sea lo que sea, no me gusta nada. Las mansiones abandonadas en medio de la nada no suelen traer cosas buenas. Díganmelo a mí que soy una experta en temas fantasmagóricos por ser de ese tipo.
Samantha, quien había estado en silencio, miró la mansión con cautela. Mantenía las orejas erguidas, alerta a cualquier cosa que pudiera salir de entre las sombras. —Es un lugar peligroso, Dijo en voz baja. —Podemos sentirlo. Algo vive allí.
Norberto miró a sus compañeras antes de volver su atención hacia la mansión. Una mezcla de curiosidad y precaución lo llenaba. Sabía que ese lugar no estaba en el mapa de la ruta y no había oído hablar de una mansión en este sector antes. —Sea lo que sea, debemos investigar. No podemos ignorar algo así.
Mientras el grupo avanzaba con cautela hacia ese sitio, el aire se volvió aún más denso, y un silencio aún más inquietante los envolvió. La fachada de la construcción era en terrorífica provocando que la angustia se apoderarse de cada uno de ellos.
Gengar, que había estado vigilándolos desde su zona de confort, soltó una risa baja y siniestra, apenas audible. Sabía que el tiempo para atacar se estaba acercando, y estaba ansioso por jugar con estos intrusos. Había orquestado cuidadosamente cada paso que llevó a Norberto y su equipo hasta este lugar. No era un encuentro fortuito; Había sentido una energía particular en ese Riolu, una vibración única que no había encontrado en nadie más. Una energía que Giratina, su maestro, le había ordenado capturar a toda costa, un similar por decirlo de alguna forma.
Pero este lacayo no solo cumplía órdenes. Tenía algo en la conexión entre Norberto y el extraño grupo que lo acompañaba que lo intrigaba. Sabía que este Riolu no era ordinario. Había visto suficientes entrenadores, humanos y Pokémon a lo largo de su vida para reconocer cuando alguien tenía un destino especial, y Norberto estaba envuelto en ese halo misterioso. Lo que hacía que esta misión fuera aún más importante.
La mansión, desmoronada y envuelta en la obscuridad, no era solo su refugio, sino también una trampa. Desde sus profundidades, alimentaba el aire con una energía oscura que confundía y desviaba la percepción de aquellos que se acercaban. Era un imán para aquellos que se dejaban llevar por sus miedos, curiosidades o ansias de respuestas. Gengar sabía con exactitud cómo manipular estas emociones.
Giratina lo había advertido sobre la importancia de atrapar a aquellos que pudieran desafiar su futuro reinado milenario. Pero en particular, Gengar sabía que Norberto era una pieza clave. A través de sus espías, había descubierto que su víctima estaba en una búsqueda personal, un deseo de fortalecer el lazo con su equipo, pero también de encontrar un sentido más profundo en su vida como Pokémon. Y ahí es donde vio su oportunidad: Norberto y sus compañeros buscaban respuestas, y él se las iba a ofrecer... pero a un precio.
Había dispersado señales en la Ruta doscientos doce, pequeños indicios de actividad paranormal que incitaban la curiosidad y el miedo. Este sitio en particular había sido su carnada definitiva, un lugar que, en su estado actual, prometía secretos y peligros. El ambiente pesado y hostil era solo el comienzo, un velo para lo que se avecinaba.
La verdadera razón por la cual los había atraído era doble. Primero, quería ver de qué estaba hecho, probar su fuerza y la de su equipo. Pero más importante, buscaba debilitar sus lazos emocionales. Gengar sabía que, para dominar a un equipo fuerte, primero debía fracturar su confianza, sembrar dudas y temores. La mansión, con sus innumerables ilusiones y trampas mentales, era el lugar perfecto para hacerlo.
Mientras observaba, Gengar pensó en cómo manipularía la mente de Norberto. Lo aislaría, lo enfrentaría a sus miedos más profundos. Lo haría cuestionar su papel como líder, como amigo, e incluso, su propio destino. No tendría piedad, necesitaba distorsionar la realdiad, que lo viera como un aliado y no como una amenaza.
Todo estaba calculado. Los pasillos oscuros, las ilusiones, los ecos de voces distantes, todo sería una prueba. Si Norberto caía en la desesperación, Gengar tendría la oportunidad perfecta para entregarlo a Giratina. Si no, bueno... Gengar siempre disfrutaba de un buen juego antes de destruir a sus víctimas.
Así que, con cada paso que daba el grupo hacia la mansión, el tipo fantasma-veneno sonreía en la oscuridad. Había colocado las piezas en el tablero, y ahora, todo estaba listo para que el juego: comenzara.
Penumbra fue la primera en hablar, rompiendo el inquietante silencio.
—¿Qué opinan de esto? —Preguntó, preparada para cualquier eventualidad. Sus ojos destellaban con una mezcla de emoción y cautela.
—Es una trampa, seguro —Respondió Espeon, con una expresión de recelo en su rostro—. El ambiente es extraño, puedo sentirlo. Algo en esta mansión... no está bien, es tan obvio.
—Lo sabemos —Dijo Rihanna, en voz baja, mientras sus orejas se agitaban con desconfianza—. Algo o alguien nos está observando.
Norberto, a pesar de sentir el mismo malestar, decidió avanzar.
—No podemos echarnos atrás ahora —Dijo con determinación—. Sea lo que sea, debemos averiguarlo. No podemos ignorar esto.
Gema, dio un paso adelante, mirando la mansión con curiosidad.
—Hay algo antiguo aquí. Energías que han estado mucho tiempo en reposo, pero... ahora están despiertas. Es como si nos estuvieran esperando.
El grupo se acercó a la puerta principal. Estaba medio rota, colgando de sus bisagras oxidadas, emitiendo un leve crujido con el viento. Norberto fue el primero en empujarla, y con un chirrido que resonó en el aire pesado, la puerta se abrió, revelando un vestíbulo oscuro y polvoriento. Gema encendió unas pequeñas esferas de fuego, que arrojó un tenue resplandor en el interior.
El aire estaba denso, cargado de humedad y el olor a moho, mezclado con algo más indefinido, algo antiguo. A pesar del frío de la noche exterior, el ambiente dentro de la mansión era sofocante, como si estuvieran entrando en otro mundo. Norberto dio un paso adelante, seguido por Samantha, Penumbra, Rihanna y Gema, cada uno en alerta máxima.
—Esto no se siente bien... —Murmuró Samantha, sus ojos brillando con luz psíquica mientras intentaba detectar cualquier amenaza cercana.
—Es como si algo nos estuviera invitando a entrar —Agregó Penumbra, estrechando los ojos—. Y no me gusta nada.
Las paredes estaban cubiertas de retratos antiguos, pero las figuras pintadas en ellos eran vagamente visibles, como si las imágenes hubieran sido borradas o distorsionadas con el tiempo. Algunos muebles seguían en su lugar, aunque la mayoría estaba cubierta con sábanas que antaño debieron haber sido blancas, ahora amarillentas por el polvo acumulado. El sonido de sus pasos resonaba en el vacío, rebotando en las paredes y haciendo eco en los largos pasillos que se extendían hacia lo desconocido.
De repente, Rihanna se detuvo.
—Esperen... —Murmuró—. ¿Lo escuchan? Hay algo aquí.
El grupo se quedó en silencio, aguzando el oído. Un leve sonido, como el eco de una risa, llegó desde lo más profundo de la mansión. Samantha frunció el ceño.
—No es un humano... esa energía... ¡Fantasma!
—Es un Gengar —Confirmó Norberto luego de una rápida lectura aural, apretando los puños—. Lo siento. Su energía es oscura, nos está esperando.
Gema se movió hacia adelante, sabiendo cómo se comportaban los de su tipo, sentía la obligación de proteger a sus amigos de las artimañas y maquinaciones de esos seres traicioneros que se alimentaban de energías negativas.
—Si es un Gengar, será difícil enfrentarlo en su propio terreno —Dijo—. Este lugar está lleno de ilusiones. Podría manipular todo lo que vemos.
—Entonces tenemos que estar más alerta —Dijo Norberto con decisión—. No podemos confiar en lo que vemos aquí. Manténganse cerca y no se separen. Si Gengar nos quiere aquí, que venga él a buscarnos.
Avanzaron por el vestíbulo hasta llegar a una escalera que crujió bajo su peso. El sonido de la risa se hizo más fuerte, como si el mismísimo aire en la mansión vibrara con una presencia maligna. Pero Norberto no vaciló, decidido a descubrir qué o quién los había atraído hasta aquí.
Lo que no sabían era que ya estaban en el corazón de la trampa de Gengar.
Más tarde… el susodicho, flotando sobre los cuerpos derrotados de Norberto y su equipo, dejó escapar una risa maliciosa que resonaba en las paredes de la antigua mansión.
—¡Vaya, vaya! —Se burló mientras los rodeaba—. ¡Miren lo que tenemos aquí! Un montón de intrusos que pensaban que podían entrar a mi dominio y salir ilesos. ¿Qué creían? ¿Que con su insignificante fuerza me iban a detener? ¡Soy mucho más fuerte que ustedes!
Norberto, todavía adolorido por el impacto del último ataque, apenas podía levantar la cabeza, pero la ira comenzaba a crecer dentro de él. Gema y Penumbra, a duras penas recuperando el aliento, fruncían el ceño. Samantha, con una mezcla de desdén y desagrado, giró la cabeza para no mirarlo. Incluso Rihanna, tan serena, miraba a su adversario con profundo rechazo.
Al ver sus expresiones de desprecio, Gengar se detuvo por un momento. Notó la mirada de disgusto en cada uno de ellos y frunció el ceño. Su sonrisa malvada comenzó a desaparecer al darse cuenta de que sus burlas no estaban provocando el miedo que había esperado.
—¿Qué? —Dijo, con una mueca confundida—. ¿No les pareció divertido? ¿No les gusta que les recuerde lo débiles que son?
Ninguno de ellos respondió. Norberto lo miraba con una expresión firme, mientras Gema y Penumbra lo ignoraban deliberadamente, como si su presencia ya no fuera una amenaza.
Gengar, al notar que su actitud no estaba funcionando, cambió su estrategia. Adoptó una postura más relajada, dejando de flotar de forma amenazante y suavizando su tono.
—Bueno, bueno… tal vez me pasé un poco —Dijo con una sonrisa más amigable, aunque forzada—. No es que quiera ser el malo aquí, ¿saben? ¡Solo estaba jugando con ustedes! —Dio una vuelta en el aire y trató de parecer más accesible—. A veces me emociono demasiado. Así que, ¿qué les parece si empezamos de nuevo? Sin resentimientos, ¿eh?
Samantha soltó una pequeña risa sarcástica, y Rihanna lo miró con desconfianza.
—¿Ahora quieres ser nuestro amigo? —Preguntó con ironía la Espeon, incrédulo, mientras se levantaba con esfuerzo—. Después de todo esto, ¿esperas que simplemente lo dejemos pasar?
Gengar se encogió de hombros, su sonrisa nerviosa.
—Bueno, digamos que las cosas no siempre salen como uno planea. Pero si me permiten, tal vez podamos llegar a un… acuerdo. —Su tono se había suavizado, pero sus ojos aún brillaban con un toque de malicia oculta.
Penumbra se cruzó de brazos, mientras Gema y Samantha intercambiaban miradas.
—Tienes mucho que demostrar antes de que podamos confiar en ti —Dijo Gema con frialdad, como decía el dicho. Giratina sabe más por viejo que por ser malvado.
Gengar se rio entre dientes, pero su actitud amigable se mantuvo.
—¡Oh, no se preocupen! Les aseguro que puedo ser muy útil... si me lo permiten.
Gengar se relajó un poco más, adoptando un tono más amigable y, por un momento, casi parecía nostálgico.
—Miren, chicos, la verdad es que cuando estaba vivo, me llamaba Juan —Dijo con una risa suave—. Fui un humano, ¿saben? Tenía otros cuatro amigos, ahora serian un Arcanine, un Tyranitar, un Alakazam y un Metagross. Aunque, siendo honesto… —Miró alrededor, como si tratara de recordar—, no me acuerdo mucho de esa vida. Lo único que queda claro es mi nombre, Juan, y algunas sensaciones vagas. Lo demás... —Hizo un gesto con la mano— se ha desvanecido en el tiempo.
Los ojos de Norberto y su equipo se suavizaron un poco, intrigados por la revelación. Sin embargo, Gengar volvió a su actitud juguetona.
—¡Pero bueno! No estamos aquí para hablar de mi pasado aburrido —Sonrió, flotando nuevamente con energía—. ¿Qué les parece un tour amistoso por la mansión? ¡Los llevaré a conocer todos los rincones oscuros y misteriosos! —Exclamó, empujándolos gentil con su sombra.
—¿Tenemos opción? —Preguntó Penumbra, frunciendo el ceño malhumorada.
Gengar sonrió con malicia como si se estuviera divirtiendo con el dolor ajeno.
—No, claro que no. ¡Vamos, será divertido! —Dijo mientras comenzaba a guiarlos por los largos y polvorientos pasillos de la vieja mansión, obligándolos a seguir su ritmo en un tour forzado por cada recoveco del lugar.
Gengar los llevó por los pasillos oscuros y polvorientos de la mansión, donde cada rincón parecía tener una historia sin contar. Las paredes estaban llenas de cuadros antiguos, algunos de ellos con figuras que parecían seguirlos con la mirada. Las luces de los candelabros colgaban del techo, apagadas desde hacía años, y el crujir del suelo bajo sus pies hacía que todo pareciera aún más tenebroso.
—Por aquí, chicos —Dijo Gengar, flotando a través de una puerta que rechinaba mientras se abría de cada tanto.
El grupo pasó por una gran sala de estar, donde los muebles estaban cubiertos con sábanas blancas llenas de polvo. Los espejos rotos y las ventanas tapiadas no ayudaban a aliviar la sensación de inquietud.
—Aquí solemos pasar el rato, ¿saben? —Comentó Gengar—. Aunque no sé por qué... es una de esas cosas que ya no recuerdo bien. Supongo que el tiempo borra muchos recuerdos cuando estás… bueno, muerto.
El grupo siguió por un corredor largo y estrecho, donde el frío se sentía aún más penetrante. Para concluir, llegaron a una enorme puerta doble que Gengar empujó con un leve movimiento de su sombra. La puerta se abrió, revelando una habitación grande, iluminada por la luz mortecina de unas velas espectrales que flotaban en el aire.
—Bienvenidos —Dijo Gengar con una sonrisa—. Aquí están mis amigos.
Dentro del cuarto, se encontraban otros Pokémon fantasma: un Mismagius, un Drifblim y un Chandelure, que giraron sus ojos brillantes hacia el grupo con una mezcla de curiosidad y diversión. La atmósfera se volvió aún más pesada y la sensación de ser observados aumentó.
—Estos son los únicos que realmente me entienden —Dijo Gengar—. Son los que han estado conmigo desde... bueno, quién sabe cuánto tiempo. No se preocupen, son inofensivos... la mayoría del tiempo.
Dentro del oscuro cuarto, iluminado apenas por la tenue luz de Chandelure, el grupo se detuvo ante tres figuras espectrales. Mismagius flotaba en círculos, con su risa inquietante llenando el ambiente, mientras Drifblim observaba con ojos vacíos pero tranquilos. Chandelure, con una sonrisa torcida, estaba al lado de Gengar, con las llamas de su cuerpo titilando a cada rato.
v¿Quiénes son estos? ¿Nuevas almas para atormentar, querido? —Preguntó Chandelure en tono juguetón, mirando a Gengar mientras sus llamas brillaban con intensidad.
—Tal vez, pero se ven tan aburridos —Respondió Mismagius, flotando hacia Norberto y compañía. —¿No hay nada especial en ellos, Gengar?
Drifblim se mantenía en silencio hasta que habló con su voz profunda. —Parece que te diviertes mucho, pero no olvides que hay cosas más importantes que jugar con los vivos.
Gengar, sonriendo, puso su mano en el hombro de Chandelure. —Tranquilos, amigos. Solo estamos en un pequeño tour. Estos chicos necesitaban un poco de... emoción. —Luego miró a Chandelure. —¿Qué dices, amor? ¿Los dejamos pasar o hacemos que se queden para siempre?"
La tipo fantasma-fuego soltó una risita. —Depende... si se ganan nuestra simpatía, tal vez.
Mismagius dio vueltas alrededor de Norberto, susurrando: —¿Podrán sobrevivir a este pequeño juego? O mejor aún... ¿querrán?
Norberto y sus compañeros se miraron con inquietud mientras los fantasmas seguían susurrando y riéndose a su alrededor.
El aire en la habitación se volvió denso cuando Mismagius, Drifblim y Chandelure dejaron de reírse al unísono. Gengar entrecerró los ojos, observando a Norberto con una intensidad que no había mostrado antes. —Espera... algo no cuadra —Susurró Mismagius, sus ojos brillando con una luz siniestra.
Drifblim inclinó su enorme cuerpo, como si estuviera tratando de ver a Norberto más de cerca. —Este chico... tiene una energía inusual.
Chandelure dio un paso hacia adelante, sus llamas parpadeando aún más intensamente. —No es cualquier intruso. Esa aura... parece que está vinculado a algo poderoso. No, alguien poderoso, porque es parecida al de mi amado.
Gengar soltó una carcajada. —¡Ya veo lo que está pasando aquí! No eres solo un simple Riolu perdido en la oscuridad... —Dio una vuelta teatral en el aire, acercándose peligrosamente a Norberto, mirándolo directo a los ojos. —Eres el lacayo de Dialga, ¿verdad? El mismísimo guardián del tiempo te ha puesto en mi camino.
Los ojos de Norberto se abrieron de par en par, sorprendido de que hubiera descubierto su conexión tan rápido. Penumbra, Gema, Rihanna y Samantha también se miraron con sorpresa y preocupación. No esperaban que alguien como Gengar pudiera leer a Norberto de esa manera.
Gengar sonrió triunfante, mostrando sus afilados colmillos. —Esto cambia las reglas del juego, amigo mío. Tú y tus compañeros no están aquí por accidente, ¿verdad? Pero no importa. Tengo una propuesta.
Se apartó, haciendo un gesto con su mano espectral. —Te reto a una batalla, Riolu. Si tú ganas, pueden irse de esta mansión y seguir con su patético viaje. Pero si yo gano... —Hizo una pausa, disfrutando el momento— se quedarán aquí... para siempre. Como parte de nuestra pequeña familia de espectros.
Los fantasmas rieron en coro, sus voces resonando en las paredes de la mansión. Mismagius susurró: ¿Qué dices, pequeño Riolu? ¿Tienes lo que se necesita para desafiar a Gengar?
Chandelure, con sus llamas intensificadas, añadió: Sería una lástima que terminaras convertido en una sombra, como el resto de nosotros.
Norberto apretó los puños, sintiendo la tensión en el aire, pero también el peso de la responsabilidad. Si fallaba, su equipo y él quedarían atrapados en esa mansión para siempre. Pero si ganaba, podían escapar y continuar su viaje. El desafío estaba claro.
—¿Qué dices? —Repitió Gengar, su sonrisa burlona en su rostro fantasmal. —¿Aceptas el reto, lacayo de Dialga?"
La habitación se sumió en un silencio tenso cuando Norberto, dio un paso adelante. —Acepto— Dijo con firmeza, mirando a Gengar a los ojos. Penumbra, Gema, Samantha y Rihanna lo observaron con preocupación, sabiendo lo peligrosa que era la situación.
—¿Eres ingenuo? Ese Gengar nos venció antes de darnos cuenta —Se quejó la Espeon, no le gustaba que su destino dependiera de un tercero.
—Nos atacó por la espalda y teniendo la guardia baja, claro que nos vencio de una —Se defendió el Riolu.
—Sigue sin parecerme buena idea, esto no me gusta nada, de seguro trama algo.
Gengar sonrió malicioso, flotando alrededor de Norberto como un cazador acechando a su presa. —Excelente. Esto será divertido —Dijo con una risa burlona, lanzándose hacia el centro de la habitación para comenzar el combate.
—Vamos, Norberto, tú puedes —Animó Penumbra, aunque su tono traicionaba su nerviosismo— Estamos condenadas —Surero para sí misma.
La batalla comenzó de inmediato. Norberto cargó hacia Gengar usando Palmeo, pero su adversario se desvaneció en una sombra antes de que el ataque pudiera "conectar" como si eso le preocupara. Se materializó a su lado con una risa siniestra y lanzó una Bola Sombra directo a Norberto, golpeándolo de lleno y haciéndolo retroceder varios pasos.
Norberto intentó usar Copión, pero el ataque solo reflejó una sombra ineficaz en el aire, dispersándose antes de alcanzar a Gengar, lo reconoció: no era tarea fácil.
¿En serio crees que puedes copiarme? — Gengar rio. —Los ataques de fantasmas no te harán ningún bien, Riolu.
Norberto frunció el ceño, dándose cuenta de lo difícil que sería esta batalla. Cada vez que intentaba atacar, Gengar se desvanecía y reaparecía detrás de él, lanzando ataques como Energibola y Bola Sombra con facilidad. Norberto estaba a la defensiva, usando Contrataque, pero sin éxito, ya que lo superaba en velocidad y técnica especiales.
Más tarde, Gengar se dio cuenta de la desesperación de Norberto. —¿Qué pasa, lacayo de Dialga? ¿Ya te disté cuenta de que no puedes tocarme? — Su risa resonó por toda la mansión. —Palmeo no me toca, no puedes copiar mi estilo y soy un atacante especial, iluso. ¡Estás completamente a mi merced!
Norberto, jadeando y visiblemente cansado, trató de mantener la compostura, pero sabía que Gengar tenía razón. No podía tocar a su enemigo, y cada intento de atacar solo lo dejaba más expuesto. Estaba atrapado en un error fatal, uno que había subestimado gravemente: No podía hacer nada ante ese tipo de pokémon.
—Déjame facilitarte las cosas —Dijo Gengar con una sonrisa cruel. —Ya que no puedes hacer nada, mejor terminemos esto rápido.
Con un rápido movimiento, lanzó una poderosa Onda Tóxica, envolviendo a Norberto en un humo púrpura venenoso que lo debilitó aún más. Norberto intentó usar Copión una vez más, pero el veneno lo debilitaba demasiado.
—No importa que tan poderoso seas, si no puedes conectar un golpe ¡Ya perdiste desde antes de comenzar! —El tipo fantasma-veneno se empezó a reír macabramente sin control.
Con un último ataque de Bola Sombra, Gengar lo derribó por completo. Norberto cayó al suelo, derrotado y sin fuerzas para continuar.
Flotó sobre él, sonriendo de manera arrogante. —Lo sabía. Nunca tuviste ninguna oportunidad. — Se dio la vuelta hacia el resto del grupo, que miraba impotente. —Les advertí que no se metieran conmigo. Y ahora, como prometimos... se quedarán aquí para siempre.
Después de su victoria aplastante. Se acercó a Norberto, quien aún se recuperaba de la batalla, mirando al suelo con frustración. El ambiente era tenso, pero entonces, Gengar cambió de tono.
—Vamos, no te lo tomes tan mal, chico —Dijo Gengar, su sonrisa burlona suavizándose un poco. —No me gusta tener enemigos, al menos no todo el tiempo. —De repente, sacó una pequeña caja y se la lanzó a Norberto. —Toma esto como un... símbolo de amistad.
Norberto miró la caja desconfiado, sus ojos llenos de cautela. La abrió, revelando una MT de Garra Umbría. El Riolu levantó la vista hacia Gengar, todavía sin poder creer que después de todo lo que había pasado, le estuviera ofreciendo una habilidad.
—¿Por qué me das esto? —Preguntó Norberto, aceptando la MT a regañadientes. Sabía que era impredecible, y no confiaba en sus intenciones.
Gengar rio. —¿Por qué no? A veces es bueno tener aliados, incluso si te he pateado el trasero hace unos minutos. —Se encogió de hombros, flotando con despreocupación. —Además, es mi manera de demostrar que no soy tan malo como piensas. Soy más fuerte que tú, pero no significa que no podamos llevarnos bien. ¿No es así, chicos? Además, con eso seguro que tendrías una minima oportunidad de "ganar", claro que sí.
Las luces parpadeantes de Mismagius, Drifblim y Chandelure parecían asentir en respuesta. La Chandelure, en particular, lanzó una pequeña llama cálida hacia Norberto, como un gesto de aceptación.
—Juan… o Gengar —Dijo Norberto, aún en el suelo, sosteniendo la MT en su mano. —No confío del todo en ti, pero… gracias.
—Eso es un comienzo —Dijo Gengar, su tono amistoso aun manteniendo un matiz siniestro. —Ya sabes, antes de convertirme en lo que soy ahora, solía tener amigos. Quizás no recuerde mucho de mi vida como humano, pero sé que me llamaba Juan, y alguna vez tuve cuatro buenos amigos con los que compartí muchas cosas. —Su expresión se oscureció por un momento, pero rápidamente recuperó su compostura. —Ahora, bueno, tengo nuevos amigos. Y eso incluye a ustedes… si juegan bien sus cartas, claro está.
Norberto asintió otra vez, mientras Penumbra, Samantha, Gema y Rihanna observaban con incertidumbre. El ambiente en la mansión seguía siendo inquietante, pero Gengar parecía haber cambiado de enfoque.
—De cualquier modo —Continuó, girando en el aire, —Este lugar tiene sus secretos, y yo tengo mis propios asuntos pendientes. Pero si están dispuestos a quedarse por un rato más, les puedo mostrar un par de cosas interesantes. ¿Qué dicen?
Norberto y su equipo intercambiaron miradas. Todavía estaban en guardia, pero sabían que, al menos por ahora, lo mejor sería seguir adelante con cuidado.
De pronto, la luz parpadeante de la televisión de la mansión, que había estado encendida en segundo plano, capturó la atención de todos. En la pantalla, un noticiero transmitía imágenes caóticas de la destrucción en Ciudad Pirita. Los escombros y el humo cubrían las calles, y en medio del desastre, la imponente figura de un Tyranitar se veía en las imágenes borrosas.
—Ciudad Pirita ha sido destruida en su mayoría tras el ataque de un Tyranitar furioso —Decía la reportera originaria de Kalos: Malva, con una voz llena de tensión. —Las autoridades locales intentan contener la situación, pero hasta ahora no han logrado detener al Pokémon.
Gengar, quien había estado hablando con un tono amistoso, se giró hacia la televisión, sus ojos brillando con un interés repentino. Su sonrisa desapareció y adoptó una expresión seria mientras escuchaba el informe.
—Ese Tyranitar… —Susurro para sí mismo— Julio, maldito hijo de Ditto.
En la pantalla, la cámara se enfocó en un hombre de pie frente a los escombros: Roco, el líder de gimnasio de Ciudad Pirita. Estaba siendo entrevistado, con su rostro endurecido por la preocupación y el cansancio.
—Hemos hecho todo lo posible por contener el caos, pero este Tyranitar es imparable —Decía Roco, claramente afectado. —Nunca había visto algo tan destructivo... es como si hubiera sido liberado por una fuerza mucho más oscura de lo que podemos comprender.
Norberto y el resto de su equipo observaban en silencio, impactados por las imágenes en la pantalla. La ciudad, que alguna vez había sido tranquila, estaba en ruinas.
—Esto no es normal — Susurró Norberto, su voz apenas audible, pero llena de inquietud. —Algo más está pasando...
—¿Tyranitar destruyendo ciudades, eh? — comentó Gengar, su tono volviendo a ser más ligero, aunque con una sombra de preocupación. —Eso no es común... incluso para un Pokémon como él.
—Bueno ya escucharon las declaraciones del líder de gimnasio de ciudad pirita, un saludo para Kalos y nos despedimos —Se cortó la trasmisión de la cámara que filmaba a Malva.
Mientras Gengar continuaba mirando la pantalla, la televisión mostró más imágenes de la devastación y, en segundo plano, algo que dejó a Norberto y a los demás congelados por un momento: la sombra de Giratina moviéndose por los cielos.
—No puede ser... —Murmuró Penumbra, su rostro pálido.
—Esto... esto tiene que estar conectado —Dijo Gema, su voz temblando. —Con lo que está sucediendo aquí, con todo lo que hemos visto.
Rihanna, preocupada, miró a Norberto, quien mantenía su mirada fija en la pantalla.
Gengar rio, aunque su tono era más frío que antes. —Parece que el caos no está limitado solo a esta vieja mansión. Algo grande se está gestando allá afuera... y tal vez este Tyranitar no sea más que el principio.
Las palabras de Gengar hicieron eco en el silencio que siguió. Todos sentían que algo oscuro y peligroso se acercaba, y era solo cuestión de tiempo antes de que tuvieran que enfrentarlo también.
Después de ver el noticiero y sentir la tensión en el ambiente, Gengar, con una sonrisa menos malévola y más amigable, giró hacia Norberto y el resto del grupo.
—Bueno, parece que el caos está en todas partes, pero al menos aquí están seguros, ¿no creen?" Gengar dijo mientras flotaba hacia ellos, haciendo un ademán con sus manos espectrales. —Creo que todos necesitamos un descanso, ¿no? ¿Por qué no se quedan en la mansión un tiempo más? Puedo asegurarles que es... acogedora.
Norberto, aún algo receloso por lo sucedido antes, miró a sus compañeros. Penumbra y Gema intercambiaron miradas, mientras que Samantha, debilitada por el combate anterior, simplemente asintió, agotada. Rihanna, al ver que todos parecían dispuestos, fue la primera en hablar.
—Supongo que descansar un poco no estaría mal —Dijo Rihanna, frotándose el brazo.
Gengar sonrió de par a par, revelando sus afilados dientes. —¡Perfecto! Entonces, son oficialmente mis invitados. Les mostraré una habitación donde pueden relajarse. No se preocupen, no hay fantasmas molestos por ahí... bueno, aparte de mí y mis amigos, claro.
Con un gesto teatral, Gengar los guio por los oscuros y polvorientos pasillos de la mansión. Las paredes estaban adornadas con viejas pinturas que parecían moverse ligeramente cuando no las miraban directamente. Los candelabros antiguos colgaban del techo, emitiendo una luz tenue que apenas iluminaba el camino.
Más tarde, llegaron a una gran habitación. La puerta crujió al abrirse, revelando una enorme cama cubierta con sábanas de terciopelo y varios colchones más pequeños alrededor. Parecía un lugar que alguna vez fue lujoso, pero ahora estaba cubierto de una fina capa de polvo.
—Es algo... rústico —Comentó Gema, inspeccionando la habitación.
—Rústico, pero cómodo —Corrigió Gengar, cruzando los brazos con orgullo. —Y lo más importante, aquí estarán a salvo.
Norberto suspiró, sintiéndose cansado por la batalla y los eventos recientes. —Supongo que está bien —Murmuró, entrando en la habitación. Penumbra, Gema, Samantha y Rihanna lo siguieron.
—Si necesitan algo, solo llamen... aunque probablemente ya estaré en alguna de las sombras, observando —Bromeó Gengar, aunque su risa espectral no hizo más que aumentar la incomodidad del grupo. —Descansen, amigos. Mañana es un nuevo día... o noche, en esta mansión nunca se sabe.
Con esas palabras, Gengar se desvaneció entre las sombras, dejando a los cinco solos en la gran habitación. Aunque el lugar era lúgubre, el cansancio los superó. Poco a poco, cada uno fue tomando su lugar en las camas, preparándose para descansar después de un día tan caótico.
—Bueno... nunca pensé que terminaría durmiendo en una mansión embrujada —Murmuró Penumbra mientras se acomodaba.
—Y menos con Gengar como anfitrión —Agregó Norberto, cerrando los ojos.
La extraña calma de la mansión cayó sobre ellos, y en poco tiempo, todos estaban sumidos en un sueño profundo, sin saber lo que les esperaba al amanecer.
Esta historia continuará…
Nota inicial: Feliz comienzo de Octubre, mi mes favorito ha llegado!
Nota final: Espero que les haya gustado y nos leemos otro día.
