Atención: Pokémon no me pertenece.
Otro soso Riolu
Primera temporada
Condenados a una Tormenta de Arena
En eso el joven de cabello rojizo les dio restaura todo a sus aliados para que se pudieran recuperar de sus heridas, ya que este conflicto estaba lejos de acabar.
—Vamos amigos, tomen para que se recuperen —Le dio una baya Safre al Riolu.
—¡No crean que esto ha acabado! —Sentencio la Xatu, sobándose la cabeza por el golpe— Si no quieren entender por las buena, en ese caso, ¡Diana! —Los miro con desprecio— Acábalos.
De repente, el sonido de pisadas pesadas y chapoteos anunció la llegada de Quagsire, Poliwrath y Gastrodon, los temibles Pokémon de Wake. Sus miradas decididas indicaban que estaban listos para unirse a la batalla y atacar a todos los presentes.
—¡Prepárense! —Gritó Norberto, dándose cuenta de la inminente amenaza.
La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. En un lado estaban Scyther, Xatu y Numel, listos para luchar con ferocidad. En el otro lado, Norberto, Rampardos y Samantha se preparaban para defenderse. Los Pokémon del líder de gimnasio de ciudad pastoría, liderados por Quagsire, Poliwrath y Gastrodon, estaban listos para atacar a ambos bandos.
—Wake debería ser menos rencoroso y mantener a sus pokémon en su territorio —Se quejó el líder de gimnasio de ciudad Pirita.
—¿Y estos que no podían llegar en otro momento? —Se quejó la Absol, girando sus ojos y haciendo una mueca de disgusto.
—Sí, ¡estos nomás no se cansan de molestar! —Gritó la Sableye, usando su movimiento recuperación.
—¡Rampardos, usa Cabezazo Zen! —Ordenó Roco sabiendo que esos tipos agua no entienden de razones.
Rampardos cargó hacia Quagsire, mientras que Norberto se lanzó hacia Scyther, intentando aprovechar que su fuerza había vuelto a la normalidad. La Espeon, por su parte, utilizó sus poderes psíquicos para tratar de contener a Natalia.
—¡No te dejaré hacer daño a mis amigos! —Gritó Samantha, concentrando toda su energía en un ataque psíquico.
La lacaya de Mew esquivó el ataque con agilidad, lanzando una onda de energía psíquica en respuesta, pero Samantha logró bloquearla a tiempo. Mientras tanto, Numel atacó a Rampardos con un Lanzallamas que recibió de lleno, aunque solo lo soporto por tener ventaja de tipo, aumentando la intensidad de la batalla.
—¡Norberto, cuidado! —Advirtió Roco, viendo cómo Poliwrath se acercaba con un Puñetazo de Hielo.
El Riolu apenas logró esquivar el ataque por el aviso, contraatacando con Palmeo. El impacto fue fuerte, pero Poliwrath era un oponente formidable y no se dejaba vencer tan fácil. La tipo fuego-tierra volvió a atacar hacia el pokémon emanación. Por otra parte, Gastrodon; aprovechando el caos, lanzó un Agua lodosa hacia Rampardos, quien logró esquivarlo por poco.
—¡Samantha, necesitamos refuerzos por aquí! —Gritó Norberto, mientras seguía luchando contra Scyther.
La Espeon asintió, canalizando su energía para lanzar un potente Psícocarga que impactó directo en Numel, dejándola aturdida por un momento. Pero Xatu no iba a permitir que su compañero cayera en un santiamén y usando Paz mental, aumento su propio poder para luego entrar en combate con un poderoso Psíquico.
La batalla se intensificaba. Scyther y Norberto intercambiaban golpes con velocidad vertiginosa, mientras Rampardos y Quagsire se enzarzaban en una lucha de fuerza bruta. Poliwrath y Gastrodon, por su parte, atacaban sin cesar, intentando debilitar a los combatientes.
—No podemos rendirnos ahora —Comento Norberto mientras una gota de sudor brotaba de su frente, sintiendo la adrenalina correr por sus venas—. ¡Debemos proteger a los Pokémon atrapados y detener a estos invasores!
Rampardos, sintiendo la determinación de su entrenador, redobló sus esfuerzos, lanzando un poderoso Terremoto que hizo temblar el suelo. El impacto desestabilizó a todos los Pokémon presentes, pero también abrió una brecha momentánea en las defensas de Quagsire y Poliwrath.
—¡Ahora, Samantha! —ordenó Norberto.
Samantha utilizó su Psícocarga una vez más, esta vez apuntando a Quagsire, dejándolo aturdido. Poliwrath intentó contraatacar, pero Norberto, con un último esfuerzo, lanzó un Copión, replicando el ataque de su oponente: Puño dinámico, derribándolo sin duda alguna, dejándolo acabado.
La batalla continuaba en un frenesí de movimientos y ataques. Numel, el camello volcán, se encontraba en el centro del caos, enfrentándose a los Pokémon de Wake con una tenacidad admirable.
Quagsire lanzó un potente Hidroariete hacia Numel, el cual esquivó con dificultad, pero no sin recibir parte del impacto que lo dejó tambaleante por ser demasiado débil a eso. Poliwrath, aprovechando la oportunidad, avanzó con un Puñetazo Dinámico, que conectó con fuerza en el flanco de Numel, haciéndola retroceder.
—¡Diana, no te rindas! —Gritó Xatu, intentando animar a su compañera.
Numel, con una mirada decidida, utilizó un criticó Tierra Viva, desatando una ráfaga de rocas y tierra que se dirigió hacia Quagsire y Poliwrath. Ambos Pokémon recibieron el impacto, siendo empujados hacia atrás, pero se levantaron veloces, listos para contraatacar con más movimiento de tipo agua. Los Pokémon de Wake, aunque heridos, se mantenían en pie, listos para seguir atacando.
La batalla triple continuaba con una intensidad implacable. Rampardos, Scyther, y los Pokémon de Wake se enfrentaban con todas sus fuerzas, mientras Numel hacía un frente terrible, pero firmecon todas sus fuerzas.
Rampardos, a pesar de estar herido, se levantó con determinación. Su mirada estaba fija en Scyther, quien también mostraba signos de agotamiento, pero no iba a retroceder. Poliwrath y Quagsire, los Pokémon de Wake, lanzaban ataques desesperados, conscientes de que su tiempo se agotaba.
—¡Rampardos, Terremoto! —ordenó Roco con firmeza para dispersar a todos los cercanos a su posicion .
Rampardos golpeó el suelo con toda su fuerza, creando una onda sísmica que sacudió todo a su alrededor. Quagsire y Poliwrath intentaron mantenerse en pie, pero el impacto fue demasiado fuerte. Ambos Pokémon cayeron al suelo, con un ojo entre cerrados y heridas por todo el cuerpo trataron de levantarse con dificultad.
Scyther, aunque también afectado por el Terremoto, aprovechó el caos para lanzar un Ataque Ala hacia Rampardos. El impacto fue fuerte, pero el fosil, con una voluntad inquebrantable, resistió.
—¡No te rindas, Rampardos! —Gritó el pelirojo—. ¡Vamos a terminar esto!
Samantha, viendo que Rampardos necesitaba ayuda, utilizó sus poderes psíquicos para lanzar un último ataque contra Scyther. Con una Psícocarga concentrado, impactó directo en Scyther, dejándolo aturdido y mirando estrellas.
Mientras tanto, Norberto, con sus heridas todavía causándole dolor, se enfrentaba a Quagsire. Utilizó Palmeo, su primer ataque, para tratar de acabar con su oponente. Quagsire intentó defenderse, pero estaba demasiado herido para ofrecer una resistencia efectiva. Con un último esfuerzo, Norberto logró derribarlo.
Poliwrath, viendo caer a su compañero, lanzó un Puñetazo de Hielo hacia Samantha. Pero antes de que el ataque pudiera conectarse, Rampardos se interpuso en el camino, recibiendo el golpe y protegiendo a Samantha. Aunque el ataque fue fuerte, Rampardos no se dejó vencer.
—¡Eso es, Rampardos! —Animó Roco—. ¡Ahora, usa Testarazo!
Rampardos, con un último esfuerzo, cargó hacia Poliwrath con su Testarazo, impactando con una fuerza devastadora. Poliwrath cayó al suelo, al final debilitado.
Scyther, viendo a sus tipos agua caer uno tras otro, intentó lanzar un último ataque hacia Norberto. Pero antes de que pudiera llegar, Samantha utilizó su Brillo mágico para detenerlo en seco. Con un esfuerzo final, Norberto lanzó otro Palmeo, impactando en Scyther y dejándolo bien lastimado.
Gastrodon, el tercero del grupo de Wake, lanzó una Bomba lodo, que se estrelló contra Numel, empapándola y causándole un leve envenenamiento. Obsidiana rugió de dolor, pero su espíritu combativo no se apagó. Con un gran esfuerzo, lanzó un Poder Pasado, aumentando durante ese combate sus estadísticas y atacando a Poliwrath con una fuerza renovada.
Poliwrath, a pesar del daño recibido, se abalanzó sobre su adversaria con Hidropulso golpeándola con un torrente de agua que dejo bajo las cuerdas aún más al camello volcán. Numel apenas se mantenía en pie, pero aún tenía fuerzas para un último ataque.
—¡Vamos, Diana! ¡Usa Tierra viva una vez más! —Ordeno la Xatu, desesperada.
La tipo fuego-tierra inhaló profundo para azotar el suelo con sus últimas fuerzas hacia Gastrodon. El ataque golpeó de lleno, causando graves daños en el Pokémon de agua y tierra. Sin embargo, Poliwrath no se detuvo. Poliwrath lanzó otro Puñetazo Dinámico, esta vez golpeando a Obsidiana en la cabeza.
Numel, agotada y herida, cayó al suelo, sin poder continuar la batalla. Sus ojos se cerraron poco a poco mientras el fuego que lo envolvía se desvanecía. Natalia, viendo a su amiga caer, sintió un nudo en el estómago.
—¡Diana! —Gritó, corriendo hacia él.
La escena era desoladora. Numel había dado todo en la batalla, luchando con valentía contra los poderosos Pokémon de Wake. Pero al final, la combinación de ataques de los tres Pokémon de agua había sido demasiado.
La lacaya de Mew cayó de rodillas junto a du mejor amiga, acariciando suave su cabeza. —Lo hiciste excelente, amiga. Descansa ahora.
Scyther se acercó, observando la escena con tristeza. Sabía que habían perdido a una valiosa aliada en esta feroz batalla
La batallase había pausado. Rampardos, Scyther, y los Pokémon de Wake estaban todos cansados, junto con Numel, que había caído luchando valiente. El campo estaba lleno de los signos de una lucha feroz, pero la victoria no era clara.
Norberto, jadeando por el esfuerzo, se acercó a Xatu y contemplo su confundida aura.
Natalia, la Xatu, observaba en silencio la devastación que había dejado la batalla, todo el gran cañón había quedado un gran desastre. comenzaba a calmarse, revelando los cuerpos caídos de sus aliados y enemigos por igual. Entre ellos, su mejor amiga, Numel junto con Aerodactyl, Onix, Quagsire, Gastrodom, Gyarados y Basculegion; yacían inconsciente, derrotados en el combate. Aunque Natalia había estado involucrada en el plan de ataque, ver a su amiga así la llenaba de un dolor que no podía ignorar.
Su mente, antes clara y precisa, estaba ahora envuelta en una neblina de confusión y culpa. No había anticipado que las cosas llegarían a este punto. Se suponía que todo debía ser por un bien mayor, un objetivo más elevado, pero ahora todo lo que sentía era una profunda desolación.
Norberto, tambaleándose por sus propias heridas, se acercó a Natalia. Aunque las palabras no salieron de inmediato, su habilidad de leer el aura le permitió sentir el caos emocional que estaba consumiendo a la Xatu. La tormenta de sentimientos dentro de ella era abrumadora: ira, culpa, tristeza y una confusión que le impedía pensar con claridad.
—Natalia... —Comenzó Norberto, con la voz suave y vacilante—. Yo... sé que esto no era lo que querías.
Natalia no respondió al principio, su mirada fija en la caída Obsidiana. Sus plumas brillaban débil, como si todo su poder psíquico se estuviera drenando en un remolino de emociones incontrolables. El Riolu, sintiendo su desesperación, dio un paso más cerca.
—Esto no tiene que ser el final. Podemos encontrar una manera de arreglar las cosas, juntos como solía ser —intentó decir Norberto, su voz llena de sincera preocupación.
Las palabras parecieron romper algo dentro de Natalia. De repente, giró su mirada hacia Norberto, sus ojos brillando con una furia que no había mostrado antes. La tristeza y la confusión se transformaron rápidas en ira.
—¿Arreglar las cosas? —Repitió, su tono lleno de amargura—. ¿Cómo puedes siquiera sugerir eso después de todo lo que ha pasado? Claro que no puedes entenderlo… ¡¿Después de lo que hemos hecho?!
El Riolu dio un paso atrás, sorprendido por la intensidad de su reacción. Quería ayudarla, pero sus intentos parecían solo empeorar las cosas. Natalia estaba demasiado perdida en su propio tormento para aceptar consuelo.
—Yo... solo quería ayudarte... —Dijo Norberto, su voz casi un susurro.
—¡No necesito tu ayuda! —Gritó Natalia, sus plumas erizándose con energía psíquica—. ¡No sabes nada de lo que estoy pasando! Idiota ¡Nada de lo que he sacrificado!
Norberto sintió una oleada de desesperación. Sabía que sus palabras no podían llegar a ella en ese estado, pero no sabía qué más hacer. Solo podía quedarse allí, observando cómo la ira y la desesperación consumían a la que una vez fue una aliada.
Más tarde, Natalia apartó la mirada, su expresión endureciéndose. Se volvió hacia el cuerpo de Numel, su amiga caída, y un profundo suspiro escapó de su pico.
—Esto no debía terminar así —Murmuró, más para sí misma que para los demás—. Nada de esto debía ser así...
Samantha, Norberto, Penumbra y Gema creían que habían ganado algo de tregua tras la intensa batalla. Sin embargo, Xatu, con una mirada penetrante y fría, reveló un poder oculto.
—¿Creen que esto ha terminado? ¡Ingenuos! —Sentenció Xatu con una voz que resonaba en sus mentes—. Apenas estamos comenzando…
—¿Qué está pasando? —Cuestionó Roco con una cara de incredulidad— Prepárate amigo, esto no me augura nada bueno —Su Rampardos asintió rápido con una cara de determinación.
Con un movimiento de sus alas, Xatu liberó una oleada de energía psíquica que envolvió a Penumbra y Gema. Ambas comenzaron a brillar con intensidad, y en cuestión de segundos, evolucionaron a sus formas mega-evolucionadas. Penumbra se convirtió en una impresionante Mega-Absol, mientras que Gema se transformó en una temible Mega-Sableye. Sus ojos, llenos de vida, ahora brillaban con una luz fría y siniestra, controladas por completo por el poder mental de Xatu.
—¡Penumbra! ¡Gema! —Gritó Norberto, viendo a sus amigas transformarse y perder el control.
Samantha retrocedió un paso, comprendiendo rápido lo que estaba ocurriendo. —Xatu está controlándolas. Debemos hacer algo antes de que nos ataquen.
Pero no hubo tiempo para más palabras. Con un movimiento casi mecánico, Mega-Absol y Mega-Sableye se lanzaron hacia ellos. Mega-Absol, con su nueva y aterradora forma, se movió con una velocidad y agilidad inusitada, lanzando un Tajo umbrío directo hacia Norberto. El RIolu apenas tuvo tiempo de esquivar, sintiendo el aire cortarse por la velocidad del ataque.
—¡Penumbra, soy yo, Norberto! —Intentó razonar, pero la mirada vacía de su amiga le indicó que no podía escucharle.
Mega-Sableye, por otro lado, dirigió un Juego Sucio hacia Samantha, quien apenas pudo crear una barrera psíquica a tiempo para protegerse. La explosión de energía sacudió el suelo, y la Espeon sintió el impacto resonar en su mente.
—No podemos seguir así —Dijo Samantha, jadeando—. Necesitamos una estrategia.
Xatu observaba desde lo alto, disfrutando del caos que había desatado. —Ahora verán lo que significa enfrentarse a un verdadero poder.
Norberto, desesperado, miró a su alrededor buscando una solución. Sabía que no podían herir a Penumbra y Gema, pero tampoco podían quedarse quietos y dejarse derrotar. Una idea se formó en su mente. —Samantha, debemos separar a Penumbra y Gema de Xatu. Si rompemos su línea de control, tal vez podamos liberarlas.
Samantha asintió, sabiendo que era su única opción. —De acuerdo. Tú te encargas de Penumbra y yo me ocupo de Gema. Debemos llegar a Xatu para debilitarla.
Norberto corrió hacia Penumbra, esquivando sus ataques con dificultad. Intentó acercarse lo suficiente para bloquear su camino hacia Samantha. —¡Penumbra, lucha contra esto! ¡Eres más fuerte que ella!
Samantha y Norberto se prepararon para enfrentarse a sus ahora transformadas amigas, Mega-Absol y Mega-Sableye. Penumbra y Gema, bajo el control de Xatu, se movían con una precisión letal, listos para atacar a sus antiguos compañeros.
—Norberto, mantente cerca de mí. Usaremos sus propios movimientos en su contra —Dijo Samantha, sus ojos brillando con determinación.
Norberto asintió, su corazón latiendo con fuerza. No quería lastimar a sus amigas, pero sabía que no tenían otra opción. Mega-Absol lanzó otro Tajo umbrio, y Norberto apenas logró esquivar el ataque.
—¡Ahora! —Gritó Samantha, utilizando Paz Mental para aumentar su poder psíquico y su resistencia.
Norberto observó a su compañera y recordó la técnica de Copión. Cerró los ojos y se concentró, copiando el Paz Mental de su colega. Sintió una oleada de calma y poder inundar su cuerpo, su mente despejándose.
Mega-Sableye lanzó uno Juego sucio hacia Samantha, pero la Espeon ya habia creado un Reflejo justo a tiempo para mermar la agresión. —Norberto, usaremos Brillo Mágico. Es nuestra mejor oportunidad.
Con su nuevo poder adquirido, Norberto asintió. —¡Vamos allá!
Juntos, lanzaron Brillo Mágico al unísono, una explosión de luz cegadora que envolvió a Mega-Absol y Mega-Sableye. Los dos Pokémon oscuros se tambalearon, sorprendidos por la fuerza del ataque.
Mega-Absol recuperó el equilibrio y se lanzó hacia adelante con otro Tajo umbrio, pero Samantha estaba preparada. Utilizó su propio Brillo Mágico para contrarrestar el ataque, creando una explosión de luz y oscuridad que iluminó todo el campo de batalla.
—¡No podemos rendirnos! —Gritó Norberto, corriendo hacia Mega-Sableye y lanzando un nuevo Brillo Mágico. El ataque impactó de lleno, causando estragos a la Mega-Sableye en definitiva.
Samantha, viendo la oportunidad, ataco de nuevo para agrtedir a Mega-Absol y lanzarla contra una roca cercana. Mega-Absol cayó al suelo, claro su agotamiento por no estar acostumbrada a las batallas, aunque alardeara de lo contrario.
—¡Penumbra, Gema, despierten! —Gritó Norberto, su voz llena de desesperación—. No son nuestras enemigas, luchen contra el control de Xatu.
Por un momento, los ojos de Penumbra y Gema parecieron vacilar, una chispa de reconocimiento brillando breve. Pero Xatu, desde su lugar elevado, intensificó su control mental, y los dos Mega Pokémon volvieron a lanzarse al ataque.
Samantha y Norberto se prepararon para el próximo asalto, sus cuerpos brillando con la energía del Paz Mental. Sabían que debían mantenerse fuertes, no solo para protegerse a sí mismos, sino para liberar a sus amigas de las garras de Xatu.
La batalla continuó, cada ataque lleno de la esperanza de que, al final, podrían romper el control de Xatu y salvar a Penumbra y Gema.
Mientras tanto, Samantha utilizó su poder psíquico para intentar contener a Gema, creando una barrera entre ella y Xatu. La Mega-Sableye lanzó un Rayo confuso, que impactó con fuerza en su oponente, pero la Espeon se mantuvo firme, concentrando toda su energía en mantener el control.
—¡Ahora, Norberto! —Gritó Samantha, viendo una oportunidad.
El Riolu, aprovechando el momento, se lanzó hacia Xatu con toda su velocidad. Pero justo cuando estaba a punto de alcanzarla, utilizó un Tajo aéreo, enviándolo volando hacia atrás. Norberto se estrelló contra el suelo, jadeando por el dolor.
—No es tan fácil, pequeño Riolu —Dijo la lacaya de Mew, preparándose para lanzar otro ataque.
Pero en ese instante, un destello de luz brillante envolvió a Norberto. Sus ojos se llenaron de determinación y, con un grito de desafío, lanzó un Tajo aéreo, devolviendo la agresión de Xatu con mucha fuerza. La energía golpeó a la tipo psquico-volador de lleno, haciéndola retroceder.
—¡Ahora! —Gritó Samantha, aprovechando la distracción para contener a Scyther.
—Bien amigo, terminemos con esto, ¡Testarazo! — Ordenó el líder de gimnasio a su pokémon.
Enseguida el fósil con su movimiento de tipo roca debilito a su adversaria de un golpe directo que rompió la conexión mental entre Xatu y las tipo siniestro; aunque por el retroceso también termino debilitado.
Penumbra y Gema cayeron al suelo, volviendo a sus formas normales. Xatu, debilitada y sorprendida, se desvaneció en el aire, dejando una última advertencia en sus mentes.
—Esto no ha terminado... —Fue lo último que dijo antes de caer debilitada.
Norberto corrió hacia Penumbra y Gema, ayudándolas a levantarse. —¿Están bien?
Ambas asintieron, todavía aturdidas pero agradecidas. —Gracias, Norberto —Dijo Penumbra con una voz débil—. Nos salvaste.
Samantha se unió a ellos, agotada pero aliviada. —Lo hicimos. Estamos juntos y eso es lo que importa.
El grupo, aunque cansado y herido, sabía que habían superado una prueba difícil. Pero también sabían que la amenaza de Xatu y sus aliados seguía presente, y tendrían que estar más unidos y fuertes que nunca para enfrentarse a lo que viniera.
La batalla había sido intensa, con Samantha y Norberto luchando con todas sus fuerzas contra sus amigas convertidas en Mega-Absol y Mega-Sableye. Por fin, lograron debilitarlas y liberarlas del control de Xatu, pero el desgaste era evidente en todos.
Justo cuando Samantha y Norberto creían que habían terminado, Xatu apareció de nuevo en el aire, sus ojos brillando con un resplandor siniestro. Con un movimiento de sus alas, una poderosa ráfaga psíquica barrió el campo de batalla, dejando a todos paralizados por un momento.
—¡No puede ser! —Exclamó Norberto, apenas capaz de mantenerse en pie.
Xatu miró a sus adversarios con desprecio. A su lado, Scyther y Numel se levantaron con dificultad, heridos, pero aún dispuestos a seguir a su líder. Con un aura de energía psíquica envolviéndolos, la lacaya de Mew alzó a sus compañeros en el aire.
—¡Samantha, Norberto! —Gritó Xatu, su voz resonando con una mezcla de rabia y promesa—. Hoy han tenido suerte, pero la próxima vez no será así.
—¡Déjanos ir, Xatu! —Gritó Samantha, su pelaje brillante con los restos de la energía de Paz Mental.
—Volveré —Prometió Xatu, sus ojos brillando con intensidad—. Y cuando lo haga, las cosas serán muy diferentes.
Con un último batir de sus alas, Natalia y sus aliados ascendieron en el cielo. Scyther y Numel, envueltos en la energía psíquica desu lider, flotaban junto a ella. Desde las alturas, Xatu lanzó una mirada final hacia Norberto y Samantha.
—Nos veremos pronto —Dijo Natalia con una voz que resonaba en el aire—. Y cuando llegue ese momento, estarán acabados.
En un destello de luz psíquica, Xatu, Scyther y Numel desaparecieron en el horizonte, dejando a Samantha y Norberto exhaustos pero determinados. Sabían que esta batalla no era el final y que tendrían que estar preparados para lo que vendría.
—Tenemos que seguir entrenando —Dijo Samantha, respirando con dificultad, pero con los ojos llenos de determinación.
—Sí —Respondió Norberto, su voz firme—. No podemos permitir que Natalia y sus aliados ganen. Vamos a luchar y proteger a nuestros amigos.
Ambos se quedaron mirando el cielo donde Xatu había desaparecido, conscientes de que la lucha continuaría. Pero en ese momento, sabían que juntos podían enfrentar cualquier desafío.
Mientras Samantha y Norberto miraban al cielo, intentando recuperar el aliento después de la intensa batalla, un sonido sibilante y rápido se acercó por detrás de ellos. Sin que tuvieran tiempo de reaccionar, Floatzel apareció a una absurda velocidad del rio.
—¡Cuidado! —Gritó la Espeon, pero fue demasiado tarde.
Floatzel, con un brillo feroz en sus ojos, atacó con un rápido Surf, impactando directo en su adversaria y lanzándola contra una roca cercana. Antes de que Norberto pudiera siquiera moverse, Floatzel se abalanzó sobre él con un poderoso Demolicion, arrojándolo al suelo.
—¡Samantha! —Gritó Norberto, intentando levantarse, perola tipo agua no le dio oportunidad.
Con una serie de rápidos y certeros golpes de Surf, la pokémon de Wake mantuvo a Norberto en el suelo, dejándolo sin aliento y debilitado. Samantha, con un esfuerzo sobrehumano, intentó levantarse, pero con un Rayo de hielo de Floatzel la impactó de lleno, dejándola sin fuerzas.
—¿Creyeron que habían terminado? —Rió Floatzel, sus colmillos brillando—. No tan rápido, pequeños.
Norberto, apenas consciente, miró a la nutria marina con determinación. Sabía que estaban en una situación desesperada, pero no estaba dispuesto a rendirse. Con sus últimas fuerzas, intentó levantarse una vez más.
—No... nos rendiremos... —Dijo Norberto con dificultad, su voz apenas audible.
La nutria marina solo rio, disfrutando de su victoria momentánea. Miró a sus adversarios caídos con desdén, sabiendo que había ganado esta batalla, pero también consciente de que la guerra estaba lejos de terminar.
Floatzel y Poliwrath, imponentes y decididos, se movían con rapidez a través de la maleza espesa que rodeaba Ciudad Pirita, llevando consigo a los derrotados Samantha y Norberto. La vegetación cerrada y el terreno abrupto no parecían ser un obstáculo para los dos Pokémon, que se movían con la agilidad y fuerza de quienes estaban acostumbrados a ese tipo de misiones. El sol apenas se filtraba entre las copas de los árboles, creando un ambiente sombrío y opresivo.
Norberto comenzó a recuperar la conciencia. Su cuerpo estaba adolorido, su mente aturdida. Abrió los ojos con dificultad, notando primero las sombras que danzaban alrededor de él mientras era llevado a través del denso follaje. La realidad golpeó su mente con la fuerza de un martillazo: había sido derrotado. Samantha, su compañera, y él habían caído ante la aplastante fuerza de una emboscada y ahora estaban a merced de estos enemigos desconocidos.
Trató de moverse, pero el dolor lo atravesó como una corriente eléctrica. Cada músculo, cada hueso, le gritaba en protesta. Sus intentos de liberarse fueron en vano; Floatzel lo llevaba con firmeza, sujeta con una fuerza implacable.
Norberto pudo ver a Samantha, inconsciente, siendo arrastrada por Poliwrath a poca distancia de él. El miedo y la desesperación comenzaron a asentarse en su pecho, pero intentó calmarse, necesitaba pensar con claridad, encontrar una manera de escapar o al menos entender qué estaba sucediendo. Su mente, sin embargo, seguía nublada por el reciente combate y por el terror de no saber a dónde los llevaban ni qué les harían.
—Samantha… —murmuró con voz débil, esperando que ella lo escuchara, aunque sabía que era en vano. Estaba demasiado lejos y completamente ajena al peligro que los rodeaba.
Los Pokémon no hicieron caso a sus murmullos. Avanzaban con determinación, sus pisadas firmes resonando en el suelo húmedo del bosque. Norberto, luchando contra el mareo y la confusión, intentó enfocarse en lo que estaba sucediendo. Tenía que mantenerse despierto, tenía que idear un plan.
Los árboles parecían alzarse más altos a medida que se adentraban en la montaña, alejándose cada vez más de la civilización. El aire se volvía más denso, cargado de humedad y el olor a vegetación podrida. De vez en cuando, el sonido de un Pokémon salvaje se hacía eco en la distancia, pero no había señales de ayuda, nada que indicara una oportunidad de escape.
Norberto sabía que estaban en serios problemas. Lo único que lo mantenía en pie, o al menos consciente, era la necesidad de proteger a Samantha y de encontrar una forma de salir de esta situación. Pero por ahora, atrapado en las garras de sus captores, todo lo que podía hacer era esperar y mantener la esperanza de que pronto se presentara una oportunidad de escapar o de luchar por su libertad.
Floatzel y Poliwrath se detuvieron en un pequeño claro en la espesura del bosque, rodeado por los árboles altos y las sombras de la noche que se cernía sobre ellos. La atmósfera se volvía más opresiva a medida que el silencio del bosque se rompía con el susurro del viento entre las hojas. Samantha y Norberto fueron arrojados al suelo, todavía debilitados y confundidos por los recientes eventos.
Con un gesto solemne, Floatzel alzó sus brazos al cielo y comenzó a invocar una lluvia. Las gotas comenzaron a caer, primero con suavidad, luego con más fuerza, empapando el suelo y a los dos prisioneros que yacían a sus pies. La lluvia parecía traer consigo un aire de juicio inminente, un presagio de lo que estaba por venir.
—Samantha, Norberto —Comenzó Floatzel, su voz resonando con una gravedad que hacía eco en el claro—, están aquí para enfrentar las consecuencias de sus crímenes. Crímenes que han perturbado la paz y la seguridad que nuestra ciudad había disfrutado durante chorrocientos años.
Norberto, aún aturdido y con el corazón acelerado, levantó la vista hacia la figura imponente de Floatzel. Sus ojos se llenaron de temor al escuchar las palabras de su captora. Samantha, a su lado, también comenzaba a recobrar el sentido, pero la confusión y el miedo se reflejaban en sus ojos al escuchar la acusación.
—¿De qué crímenes nos hablas? —Preguntó Samantha con voz temblorosa, intentando mantenerse firme a pesar del terror que sentía. No podía entender de qué los acusaban ni por qué estaban siendo sometidos a este juicio.
—¡Barbaries! —Escupió Floatzel, sus ojos destellando con desprecio—. Su sentido de la vida es absurdo, retorcido. Han perturbado el orden natural de las cosas, y ahora deben pagar por ello.
Norberto, sintiendo que la desesperación se apoderaba de él, intentó apelar a la clemencia de sus captores.
—Por favor, escuchen —Suplicó, su voz quebrándose—. No sabemos de qué nos están acusando, pero les imploro que reconsideren. Si hemos hecho algo mal, merecemos una oportunidad de explicarnos, o al menos, que nuestra condena sea menor.
Floatzel lo miró con frialdad, como si sus súplicas no significaran nada.
—No hay lugar para la clemencia —Respondió con dureza—. La justicia de Ciudad Pastoria no puede ser cuestionada ni ignorada. Ustedes, Espeon y Riolu, son los ladrones que han traído caos y desdicha a nuestra ciudad. Después de siglos de paz, su llegada ha marcado el inicio de tiempos oscuros. Por eso, como lo dicta nuestra tradición desde tiempo de Hisui, serán entregados como sacrificio a la bestia del pantano.
Samantha y Norberto intercambiaron miradas de horror al escuchar el veredicto. La lluvia continuaba cayendo con fuerza, como si la misma naturaleza lamentara el destino que les aguardaba. Floatzel, con un gesto autoritario, señaló hacia el oscuro pantano que se extendía más allá del claro, donde las aguas turbias ocultaban a la temible bestia debilitada que pronto sería su verdugo.
—Serán arrojados a las fauces de Basculegion, la guardiana de nuestro pantano, aunque no nos pudimos esperar y lo haremos en este —Declaró Floatzel—. Así se cumplirá la justicia que ustedes han mancillado. ¡Este es su destino!
La desesperación y el miedo se apoderaron de Samantha y Norberto al escuchar el nombre de la bestia. Sabían que no tenían oportunidad de sobrevivir contra una criatura tan temible. La oscuridad del pantano, sumada a la tormenta que arreciaba, parecía tragarse toda esperanza. El juicio había terminado, y ahora solo quedaba enfrentarse a su cruel destino.
Poliwrath se movió con pasos pesados hacia el borde del pantano, sacando de una pequeña bolsa un Revivir que brillaba débilmente bajo la luz de la tormenta. Con una precisión y frialdad aterradora, colocó el Revivir sobre Basculegion, cuyo cuerpo yacía inmóvil en las aguas turbias. Un destello de luz emanó del Revivir, y la temible bestia comenzó a agitarse, sus ojos brillando con una ira renovada mientras recuperaba la conciencia.
El gigantesco Basculegion abrió su enorme boca, dejando ver sus hileras de dientes afilados como cuchillas. Un rugido gutural salió de lo profundo de su garganta, haciendo que el mismo pantano vibrara. La criatura, ahora completamente despierta y llena de energía, se giró lentamente hacia los sacrificios que le habían traído.
Poliwrath, con una expresión impasible, se acercó a Samantha, quien yacía en el suelo empapada por la lluvia. Sin miramientos, la levantó con una mano poderosa y comenzó a arrastrarla hacia el borde del pantano, donde Basculegion esperaba ansiosa. Samantha, debilitada y aturdida, apenas podía resistirse. Sus ojos estaban llenos de miedo y resignación, mientras sus pensamientos se llenaban de amargura.
—No soy lo suficientemente fuerte —murmuró Samantha con voz quebrada, sus palabras apenas audibles por encima del rugido de la tormenta—. Nunca lo fui… y ahora… voy a morir por eso.
Cada paso de Poliwrath la acercaba más a su destino final, mientras sus fuerzas se desvanecían. La enorme boca de Basculegion parecía más cercana con cada segundo que pasaba, un abismo oscuro y aterrador.
Norberto, por su parte, se encontraba inmovilizado por el miedo, su mente inundada de pensamientos desesperados. La idea de morir tan joven le resultaba incomprensible, un destino cruel e injusto. Recordó las cosas simples que amaba, como comer pescado, y un pensamiento irónico y amargo le atravesó la mente.
—Es irónico… —pensó con un nudo en la garganta—. Me gusta el pescado, pero ahora… yo seré la comida para los peces.
Sus palabras resonaron en su cabeza, llenas de impotencia y una tristeza profunda. Poliwrath continuaba arrastrando a Samantha, quien apenas tenía fuerzas para resistirse. La lluvia caía con fuerza, como si el cielo mismo estuviera llorando por lo que estaba a punto de suceder. Basculegion observaba a su presa con ojos brillantes, preparándose para devorarla, mientras Norberto y Samantha se enfrentaban a la aterradora realidad de su destino.
La tormenta se intensificaba con una furia creciente, los vientos azotaban los árboles y las gotas de lluvia golpeaban la tierra como un tambor implacable. Las aguas del pantano se agitaron violentamente, mientras la oscuridad se cernía sobre el lugar, haciendo que el ambiente fuera aún más aterrador. Cada trueno que retumbaba en el cielo parecía un presagio del terrible destino que les aguardaba a Norberto y Samantha.
Floatzel, de pie en medio del caos, alzó la voz con una furia que resonó por encima de la tormenta. Sus palabras eran como golpes de martillo, recordando a los condenados los crímenes que se les atribuían.
—¡Ladrones de Ciudad Pastoria! —Gritó Floatzel, con los ojos llenos de una furia incandescente—. ¡Destruyeron la paz que durante muchos años protegió nuestra ciudad! ¡Barbaridades cometidas en nombre de una vida retorcida y egoísta!
Mientras Floatzel seguía proclamando los cargos, Poliwrath arrastraba a Samantha más cerca del borde del pantano. Cada palabra que flotaba en el aire se sentía como una sentencia definitiva, una losa que se cernía sobre ellos sin posibilidad de redención.
Samantha, a medida que el final se acercaba, comenzó a perderse en sus pensamientos, buscando consuelo en los recuerdos más cálidos de su vida. Recordó a Axel, su entrenador, y cómo la cuidaba cuando era una pequeña Eevee. Recordó los días en los que jugaban juntos bajo el sol, cuando todo parecía más sencillo, cuando el mundo no era tan oscuro. Recordó cómo él siempre la protegía, y cómo, en su corazón, siempre quiso ser tan fuerte para él.
Pero ahora, mientras sentía la fría lluvia y escuchaba el rugido de Basculegion, se daba cuenta de lo frágil que era en realidad, de lo lejos que estaba de ser la guerrera que siempre quiso ser. Las lágrimas se mezclaban con la lluvia en su rostro, y la nostalgia se convirtió en un dolor profundo e irreparable.
Norberto, arrastrado hacia su destino por el impasible Poliwrath, también dejó que su mente viajara en el tiempo. Recordó el comienzo de su aventura, cuando apenas había tomado la forma de un Riolu y todo parecía posible. Recordó cómo salvó a Rihana, su primera gran hazaña, el momento en el que se sintió verdaderamente útil y capaz de cambiar las cosas. Pensó en cómo conoció a Samantha, en cómo se forjó su amistad en medio del caos y del peligro. Recordó su enfrentamiento con Axel, la angustia de verse cara a cara con alguien tan poderoso y, sin embargo, salir adelante.
Las memorias de su lucha contra la bestia del pantano eran aún más vívidas, ese momento en que el miedo casi lo consumió, pero encontró la fuerza para seguir luchando. La fuga de Ciudad Pastoria, las aventuras en Ciudad Pirita… todo había sido una cadena interminable de desafíos y peligros, pero también de momentos en los que se sintió vivo, necesario. Y ahora, enfrentando el fin, esas memorias eran su único consuelo.
Floatzel seguía proclamando su sentencia, implacable, mientras Basculegion esperaba, hambrienta y ansiosa, para cumplir con el destino de los condenados. La tormenta no mostraba signos de ceder, como si el mismo cielo quisiera borrar la existencia de Norberto y Samantha junto con la paz que alguna vez conocieron. Pero mientras la oscuridad los envolvía, ambos mantenían un hilo de esperanza, un último deseo: que, de alguna manera, el destino les brindara una última oportunidad. Pero en sus corazones, sabían que el final estaba cerca.
La tormenta de agua, que había arreciado con una furia implacable, cambió de manera abrupta e inesperada. Las gotas de lluvia dejaron de golpear la tierra y fueron reemplazadas por granos de arena que comenzaron a azotar todo a su paso. Una tormenta de arena tan violenta y densa que transformó el entorno en un paisaje desolador, cegando la vista y llenando el aire de un polvo espeso y sofocante. El cambio fue tan repentino que todos quedaron congelados en su lugar, sin comprender qué estaba sucediendo.
De la bruma de arena emergió una figura imponente, una que hacía temblar el suelo con cada paso. Un Tyranitar apareció en su camino, su presencia tan colosal que parecía que la misma tierra temblaba bajo su peso. Su cuerpo de roca y armadura verde oscuro resplandecía bajo la luz difusa, mientras sus ojos brillaban con una determinación peligrosa y salvaje.
Basculegion, que había estado esperando a sus víctimas con la boca abierta, no tuvo tiempo de reaccionar. Tyranitar alzó su garra y con un rugido que resonó a través de la tormenta, lanzó un poderoso Roca Afilada. Las piedras volaron a una velocidad aterradora, impactando contra Basculegion con tal fuerza que el gran pez espectral fue derribado al instante, cayendo inerte al agua con un estruendoso chapoteo. La bestia, que minutos antes había sido la encarnación del terror, ahora yacía derrotada en el pantano.
Floatzel, que había sido tan implacable en su juicio, sintió un frío terror recorrer su cuerpo. La presencia de Tyranitar era simplemente abrumadora, su poder palpable en cada movimiento. Sabía que no había forma de enfrentarse a una criatura tan formidable. Miró a su compañero Poliwrath, que también estaba paralizado por el miedo, y gritó desesperada:
—¡Retirada! ¡No podemos contra esto!
Sin perder un segundo más, Floatzel y Poliwrath dieron la vuelta y comenzaron a correr, huyendo del lugar con la misma rapidez con la que habían capturado a Norberto y Samantha. El juicio, la sentencia, todo se esfumó en el viento, disuelto por el instinto primario de supervivencia.
Samantha y Norberto, por su parte, vieron cómo su sentencia de muerte se desvanecía ante sus ojos. Sin embargo, la presencia de Tyranitar, que acababa de derrotar a su enemigo, les llenó de un miedo diferente. No esperaron a ver qué haría la colosal criatura. Con el corazón en la garganta, ambos se levantaron lo mejor que pudieron, aun doloridos por la pelea anterior, y comenzaron a correr, intentando escapar de la tormenta de arena que los envolvía.
Mientras se alejaban, sus ojos se encontraron con dos figuras más pequeñas que caminaban al lado de Tyranitar. Un Ralts y un Zorua avanzaban a su lado, como si fueran los heraldos de un poder mucho más grande. La imagen de los tres juntos, una poderosa bestia y dos criaturas aparentemente inofensivas, les dejó una sensación de desasosiego y confusión. ¿Quiénes eran realmente? ¿Qué buscaban?
Sin embargo, no se detuvieron a buscar respuestas. Solo querían alejarse, salir de aquel infierno de arena y oscuridad. Mientras corrían, la imagen de Tyranitar y sus compañeros se desvaneció lentamente en la tormenta, quedando grabada en sus mentes como una pesadilla que, aunque momentáneamente evitada, seguramente volvería a perseguirlos.
Tyranitar avanzaba con pasos pesados y firmes, cada movimiento resonando como un trueno en la tormenta de arena que lo acompañaba. La ciudad Pirita, visible a lo lejos entre el polvo, estaba en la mira de la bestia. Su rugido, profundo y gutural, anunciaba la devastación que estaba a punto de desatar. Con el Ralts y el Zorua a su lado, Tyranitar parecía una fuerza imparable de destrucción, destinado a arrasar con todo a su paso.
Norberto observó la escena con el corazón acelerado, su mente en caos mientras veía cómo el coloso avanzaba hacia la ciudad que se había convertido en su hogar temporal. No había tiempo para dudas. Sin pensarlo dos veces, empezó a correr en dirección a Ciudad Pirita, decidido a hacer lo que fuera necesario para defenderla.
—¡Norberto, espera! —Gritó Samantha, alcanzándolo rápidamente. La Espeon estaba visiblemente alterada, su pelaje erizado por la tensión. Se interpuso en su camino, bloqueando su avance con una mirada fulminante—. ¿Acaso has perdido la cabeza? ¡Ir tras esa cosa es un suicidio!
Norberto se detuvo en seco, sorprendido por la intensidad de su amiga. Sin embargo, su determinación no disminuyó.
—¡Samantha, no tenemos otra opción! ¡Si no hacemos algo, Ciudad Pirita será destruida! —Replicó, tratando de explicar su urgencia.
—¿Y qué crees que vas a lograr? ¡Ese Tyranitar es un monstruo! Ya viste lo que le hizo a Basculegion y a los demás. ¡No puedes enfrentarlo solo, y menos en el estado en el que estás! —Le espetó Samantha, con una mezcla de miedo y frustración en su voz. Su mirada, generalmente cálida, ahora estaba llena de preocupación.
Norberto apretó los puños, la impotencia comenzando a brotar en su interior. Sabía que Samantha tenía razón, pero no podía quedarse de brazos cruzados. Su deseo de proteger a los demás era más fuerte que su instinto de auto preservación.
—No estoy diciendo que sea fácil, pero no puedo quedarme aquí y ver cómo lo destruye todo. No soy de los que huyen cuando las cosas se ponen difíciles —replicó, con la voz temblorosa de emoción y desesperación.
—¡Y por eso mismo, eres un idiota! —Samantha levantó la voz, enfurecida—. ¡Eres un estúpido y obstinado Riolu que siempre cree que puede con todo! Pero esto no es un juego, Norberto. ¡Si te enfrentas a Tyranitar solo, vas a morir! ¿Es eso lo que quieres?
Las palabras de Samantha golpearon a Norberto como una avalancha. Se quedó en silencio por un momento, su mente luchando entre el deber y la realidad. Pero la preocupación de Samantha, aunque expresada con dureza, era genuina. Ambos lo sabían.
Al final, Norberto bajó la mirada, dándose cuenta de que ella tenía razón. No podía enfrentar esa amenaza solo.
—Lo sé, Samantha… lo sé —Murmuró, sintiéndose derrotado—. Pero no puedo dejar que toda esa gente sufra mientras yo me escondo.
Samantha suspiró, suavizando su tono al ver la angustia en los ojos de su amigo.
—Tampoco quiero eso —Dijo más calmada—. Pero tenemos que ser inteligentes, no solo valientes. No estamos en condiciones de pelear directamente con ese Tyranitar, al menos no ahora. Si vamos a hacer algo, tenemos que hacerlo juntos, pero con un plan. No con una locura suicida.
Norberto asintió, comprendiendo que pelear contra Samantha en ese momento no los llevaría a ninguna parte. Suspiró y la miró con determinación.
—Está bien. Lo haremos a tu manera, pero con una condición —Dijo, su voz más firme—. No nos retiramos, pase lo que pase. Vamos a defender Ciudad Pirita, pero lo haremos juntos, cuidándonos las espaldas.
Samantha lo miró por un momento, evaluando su propuesta. Aunque su instinto le gritaba que escapar era la opción más segura, sabía que no podría convencer a Norberto de otra cosa. Además, si iban a hacer esto, prefería hacerlo a su manera, con un plan.
—De acuerdo —Aceptó al final—. Iremos, pero primero necesitamos encontrar refuerzos o alguna forma de debilitar a Tyranitar. No vamos a lanzarnos a lo loco.
Norberto asintió con gratitud, y ambos comenzaron a trazar un plan. Sabían que la tarea sería difícil, que las probabilidades estaban en su contra. Pero lo enfrentarían juntos, como siempre lo habían hecho, porque, aunque la situación parecía desesperada, no estaban dispuestos a rendirse sin luchar.
Tyranitar llegó a Ciudad Pirita como una tormenta viviente, su enorme figura recortada contra el cielo nublado. Cada paso que daba hacía temblar el suelo, y sus ojos brillaban con una ira antigua y desbordante. Con un rugido ensordecedor, invocó una tormenta de arena que se alzó a su alrededor, cubriendo la ciudad en una nube de polvo y caos. Las calles comenzaron a desmoronarse bajo su furia, y los edificios temblaban al sentir la proximidad de su destructor.
Mientras los ciudadanos huían aterrorizados, Roco emergió de entre la nube de arena, su mirada fija en el coloso que amenazaba con reducir a escombros todo lo que había jurado proteger. Sabía que este enfrentamiento sería el más difícil de su vida, pero no había lugar para la duda.
—¡No podemos dejar que este monstruo destruya nuestra ciudad! —gritó Roco, su voz resonando con determinación. Sabía que sus palabras no solo eran para él mismo, sino también para los Pokémon que habían luchado a su lado tantas veces antes—. ¡Este es nuestro hogar, y lo defenderemos hasta el último aliento!
Roco alzó su brazo y llamó a sus tres fieles compañeros: Aerodactyl, Rampardos y Onix. Los tres Pokémon aparecieron a su lado, listos para enfrentarse al desafío que se cernía sobre ellos.
—Aerodactyl, ¡te necesito más que nunca! —exclamó Roco, sus ojos reflejando la confianza que depositaba en su Pokémon. Con un movimiento decidido, activó la Mega Piedra que llevaba en su pulsera—. ¡Vamos a mostrarle a este Tyranitar de lo que estamos hechos! ¡Mega Evoluciona!
La energía de la Mega Evolución envolvió a Aerodactyl, transformándolo en una versión aún más formidable de sí mismo. Sus alas se extendieron, más afiladas y poderosas, mientras que su cuerpo se cubrió de una armadura pétrea que lo hacía parecer invencible. Con un grito feroz, Aerodactyl estaba listo para la batalla.
—Rampardos, Onix, ¡ustedes también! ¡Vamos a luchar con todo lo que tenemos! —Roco miró a sus otros dos Pokémon, sabiendo que darían todo por proteger su hogar—. ¡No vamos a permitir que este monstruo gane! ¡Por Ciudad Pirita!
Rampardos golpeó el suelo con su poderosa cabeza, enviando ondas de energía a través de la tierra. Onix, con su cuerpo masivo de roca, se enroscó y preparó para lanzarse al ataque. La determinación brillaba en los ojos de todos ellos.
El primer asalto comenzó con una velocidad y una ferocidad que sacudió el campo de batalla. Aerodactyl, en su forma megaevolucionada, voló hacia Tyranitar con una velocidad impresionante, desatando un Cuchillada Aérea que cortó el aire. Rampardos cargó hacia adelante con su característico movimiento, Cabeza de Hierro, mientras Onix invocaba enormes rocas con su Avalancha, lanzándolas contra el coloso.
Tyranitar, sin embargo, no se dejó intimidar. Con un rugido, lanzó un Roca Afilada que salió disparado en múltiples direcciones, destruyendo las rocas de Onix y golpeando a Rampardos, que apenas logró mantenerse en pie. Aerodactyl esquivó con agilidad, pero contraatacó con un Triturar que impactó directo en su ala, haciéndolo tambalearse en el aire.
La batalla era intensa, con ambos bandos entregando todo en cada movimiento. La ciudad estaba en juego, y aunque las probabilidades parecían estar en contra de Roco y sus Pokémon, la determinación de defender su hogar los impulsaba a seguir luchando, sin importar el costo.
La tormenta de arena rugía a su alrededor mientras Roco se preparaba para la batalla más difícil de su vida. Tyranitar, el coloso oscuro que había invocado esta pesadilla de polvo y piedra, se erguía imponente, listo para desatar su poder destructivo. Roco sabía que no podía permitir que Ciudad Pirita cayera; su hogar, su gente, todo lo que había jurado proteger estaba en juego.
—¡Aerodactyl, Rampardos, Onix! —Gritó Roco, su voz llena de determinación—. ¡Esta es nuestra última oportunidad! ¡No vamos a dejar que este monstruo destruya todo lo que amamos!
Aerodactyl, ahora en su forma Mega, se elevó en el aire con un poderoso batir de alas. Sus ojos brillaban con una intensidad feroz mientras lanzaba un Cuchillada Aérea directa hacia Tyranitar. Las cuchillas de viento cortaron el aire, dirigidas con precisión mortal hacia el gigante oscuro.
Pero estaba preparado. Con una risa gutural, el monstruo de roca y oscuridad invocó un Sustituto, creando una réplica de sí mismo que absorbió el impacto del ataque de Aerodactyl. La copia se desintegró en polvo, pero Tyranitar permaneció intacto, su mirada fija en Roco y sus Pokémon.
—¡No te rindas, Aerodactyl! ¡Ve por otro ataque, pero esta vez con más fuerza! —Ordenó Roco, mientras Aerodactyl se preparaba para un nuevo asalto.
Mientras tanto, Rampardos cargó hacia adelante con su cabeza baja, su movimiento Cabeza de Hierro brillando con energía metálica. Onix, por su parte, lanzó una serie de rocas gigantes con su Avalancha, buscando abrumar a Tyranitar con pura fuerza bruta.
No se inmutó. Con una rapidez sorprendente para su tamaño, lanzó un Puño Certero que atravesó la ofensiva de Rampardos, impactando directo en su cráneo blindado. Rampardos cayó de espaldas, aturdido por la fuerza del golpe y debilitado. Onix intentó continuar el ataque, pero Tyranitar respondió con un Roca Afilada. Las afiladas piedras atravesaron el cuerpo serpentino de Onix, quien se retorció de dolor antes de desplomarse en el suelo, incapaz de continuar.
Roco apretó los dientes, sintiendo cómo la situación se volvía más desesperada. Aerodactyl aún estaba en el aire, su única esperanza restante. Pero antes de que pudiera lanzar su siguiente ataque, Tyranitar se lanzó hacia él con un Triturar. Las poderosas mandíbulas de Tyranitar se cerraron alrededor de Aerodactyl, llevándolo al suelo con una fuerza abrumadora.
—¡No! —Gritó el de cabello rojizo, viendo cómo Aerodactyl caía, luchando por liberarse. Su Pokémon estaba atrapado, y la mirada de Tyranitar era fría y despiadada.
Pero Aerodactyl no estaba dispuesto a rendirse. Con un último esfuerzo, utilizó su velocidad y agilidad para lanzar una Cuchillada Aérea a quemarropa. El ataque impactó directo en el rostro de Tyranitar, haciéndolo retroceder momentáneamente. Aerodactyl logró liberarse, pero estaba claro que estaba gravemente herido.
—¡Aerodactyl, regresa! —Ordenó Roco, sabiendo que su Pokémon ya no podía continuar luchando en esas condiciones. Aerodactyl volvió a su lado, respirando con dificultad.
Roco estaba sin opciones. Sus Pokémon estaban al borde de la derrota, y Tyranitar apenas había comenzado a mostrar su verdadero poder. Pero el líder de gimnasio no estaba dispuesto a rendirse.
—¡No importa lo que pase, nunca dejaremos de luchar! —Dijo con voz firme, mirando a Tyranitar directo a los ojos—. ¡Este es nuestro hogar y no lo entregaré sin darlo todo!
Tyranitar soltó un rugido atronador, como si aceptara el desafío. Con un movimiento rápido, lanzó otra Roca Afilada, dirigiéndola hacia Roco y Aerodactyl. Roco sabía que no podían esquivar el ataque, pero antes de que impactara, Aerodactyl se lanzó hacia adelante, protegiendo a su entrenador con su propio cuerpo.
El ataque de Tyranitar fue devastador. Aerodactyl cayó al suelo, finalmente derrotado. Roco se arrodilló a su lado, sintiendo la impotencia de haber dado todo y aun así haber fallado. Tyranitar se acercó poco a poco, su figura masiva oscureciendo el horizonte mientras la tormenta de arena rugía a su alrededor.
—Lo siento... —Murmuró Roco, su voz apenas audible sobre el estruendo de la tormenta.
Pero Tyranitar no mostró misericordia. Con un último Puño Certero, golpeó el suelo frente a Roco, creando una onda de choque que lo lanzó hacia atrás, dejándolo inconsciente junto a sus Pokémon caídos.
Ciudad Pirita estaba a merced de Tyranitar. Y mientras el coloso levantaba la cabeza, rugiendo su victoria hacia el cielo cubierto de arena, Roco y sus Pokémon yacían derrotados, incapaces de detener el destino oscuro que se cernía sobre su hogar.
Esta historia Continuará…
Nota inicial: Este es el penúltimo de la primer temporada. El siguiente capitulo se llama: Amor de Riolu, con Norberto y Rihanna como protagonistas.
Nota final: Espero que les haya gustado y nos leemos otro día.
