Summary: Edward Cullen ha sufrido mucho por su amor secreto, Tanya Denali, que al parecer encontró el amor en un chico, James, que parece que no tiene nada que esconder. Sin embargo la llegada de una chica castaña, y ojos marrones pude cambiarlo todo. Después de un accidente todo cambia en la vida de Edward, parece ser que una chica lo persigue pero, ¿Porque nadie puede verla? ¿Ahora Edward puede ver fantasmas? ¿Que relación tiene con James? ¿Puede estar Tanya en peligro? Isabella Swan y Edward Cullen a pesar de no soportarse, son los únicos que pueden ayudarse mutuamente! ... Así que hacen un trato... Total, ¿Que puede salir mal?


Capitulo 1:

La risa resonaba en la sala, el ambiente lleno de esa energía juvenil que me hacía sentir vivo. Mis hermanos y amigos se agolpaban alrededor, cada uno listo para el siguiente giro en el juego de verdad o reto. Tanya, mi mejor amiga, tenía una forma especial de animar a todos; siempre sabía cómo mantener la diversión.

Cuando Alice, con una sonrisa pícara, le lanzó el reto de besarme, el aire se volvió denso. Mis ojos se encontraron con los de Tanya, que brillaban con emoción. Ella siempre había sido la más audaz, y ahora, con un guiño, me daba a entender que esto era parte del juego.

El beso fue breve, pero podía sentir como fuegos artificiales explotando en mi interior. Las risas continuaron a nuestro alrededor, pero una parte de mí se quedó atrapada en ese instante. Cuando el juego terminó y todos comenzaron a dispersarse, el patio se convirtió en nuestro refugio.

La oscuridad envolvía todo, pero la cercanía de Tanya iluminaba el momento. Me acerqué, el corazón latiendo con fuerza. "Siempre quise besarte", le confesé, la sinceridad pesando en el aire entre nosotros. Ella me miró, una chispa de sorpresa en sus ojos.

"¿De verdad?" Su voz era suave, casi un susurro.

"Sí, y me gustaría hacerlo de nuevo. Solo si tú quieres", añadí, sintiendo que cada palabra era un paso hacia algo más grande entre nosotros.

Su sonrisa fue mi respuesta, llena de felicidad y complicidad. Aceptó, y nos encontramos abrazados, el calor de su cuerpo contra el mío. Cerré los ojos y respiré su cabello, la fragancia que siempre me había calmado. En ese momento, supe que había cruzado un límite, y no podía esperar a explorar lo que significaba.

La voz de Emmett me sacó de mis pensamientos.

"¡Vamos, Edward! ¡Es tu turno de elegir verdad o reto!" La energía de la cena era contagiosa, pero mi atención se desvió. Frente a mí, en la mesa, estaba Tanya, hermosa y sonriente, aunque ahora su risa pertenecía a otro hombre, uno que la abrazaba con una facilidad que me dolía.

Recordé aquellos días de juegos y confidencias, donde cada mirada significaba más. Ahora, en este momento, la nostalgia se mezclaba con el presentimiento de lo que nunca fue. Mis ojos se encontraron con los de ella, y por un segundo, todo se detuvo.

"¿Verdad o reto, Edward?" Emmett insistía, rompiendo el hechizo. La risa y las miradas curiosas de los demás me hicieron regresar a la realidad. Sabía que todos estaban observando, esperando una respuesta que no tenía.

"Verdad", dije al fin, aunque en el fondo deseaba desear otra cosa. La verdad era que la echaba de menos, que siempre había deseado que ese abrazo en el patio se hubiera convertido en algo más. Pero en este momento, tenía que aceptar que ella era feliz, incluso si no era conmigo.

Mientras Emmett continuaba con el juego, intenté concentrarme en la diversión, pero cada risa, cada comentario, me recordaba que había un vacío en mi corazón que nunca podría llenar. La cena continuó, pero mi mente viajaba a tiempos pasados, anhelando un futuro que había quedado atrapado en la nostalgia.

Recordaba el primer día que conocí a Tanya. Era un día soleado en el parque, lleno de risas y juegos. Alice me había arrastrado a una reunión de amigos, y allí estaba ella, con su risa contagiosa y su cabello dorado ondeando al viento. Desde ese instante, supe que había algo especial en ella.

Nuestra amistad se formó rápidamente. Pasábamos horas hablando, riendo y compartiendo secretos. A cada momento, mi admiración por ella crecía. Su forma de ver el mundo, siempre llena de luz y alegría, me atrajo como un imán. Las pequeñas cosas que hacíamos juntos, desde ver películas hasta salir a caminar, se convirtieron en los pilares de una conexión que iba más allá de la amistad.

Con el tiempo, empecé a darme cuenta de que mis sentimientos se estaban transformando. Aquella niña alegre se había convertido en la mujer que deseaba a mi lado. Era un amor silencioso, un susurro en mi corazón que me decía que había más entre nosotros. Pero, por miedo a arruinar lo que teníamos, guardé esos sentimientos para mí.

La noche del beso llegó como un sueño. Tanya me miró con esos ojos que siempre me habían cautivado y, en un impulso, le pedí que me dejara besarla. El instante fue mágico. Su suavidad, la calidez de su risa en mis labios, todo se sintió perfecto. Era un momento que había esperado, uno que parecía sellar lo que había crecido entre nosotros.

Pero después de esa noche, las cosas cambiaron. La magia que había compartido con Tanya se volvió compleja. Su amistad con James surgió de la nada y, de repente, todo lo que habíamos construido se volvió incómodo. La risa se desvaneció, y las charlas que solían fluir con naturalidad se convirtieron en silencios incómodos.

Me quedé con la confesión de mi amor atrapada en mi pecho, sabiendo que ella también lo sentía, pero sin poder expresarlo. La conexión que había sido tan intensa ahora se transformaba en un recuerdo, un eco de lo que podría haber sido. La amistad que una vez fue tan pura se tornó en un doloroso recordatorio de lo que había perdido, y la angustia de no poder volver atrás se hizo cada vez más pesada.

La opresión en el pecho se intensificó, como si el aire en la habitación se hubiera vuelto denso. Miré alrededor de la mesa, viendo a mis hermanos con expresiones preocupadas y, entre ellos, la mirada suspicaz de James. Era como si pudiera leer mis pensamientos, como si supiera lo que sentía por Tanya. Esa idea me revolvía las entrañas.

"Disculpen, necesito un momento", murmuré, levantándome de la mesa. La risa y la conversación se desvanecieron tras mí mientras me dirigía a la cocina. La presión de la situación era abrumadora. Sabía que la incomodidad se multiplicaba cada vez que nos reuníamos, cada vez que tenía que fingir que todo estaba bien.

No quería estar aquí. La reunión navideña, aunque importante para mi madre, se había convertido en una tortura. La alegría que debería sentirse durante las festividades se perdía entre miradas furtivas y conversaciones forzadas. Me había convencido de venir solo para complacerla, pero ahora, al ver a Tanya con James, la decisión me pesaba más que nunca.

Apoyé las manos en la encimera, respirando hondo para calmarme. A través de la ventana, podía ver cómo la nieve caía suavemente, cubriendo el mundo exterior en una blancura tranquila. Pero aquí dentro, todo era caos. La sonrisa de Tanya, el brillo en sus ojos cuando miraba a James, me atravesaba como un cuchillo.

Regresé al comedor con la esperanza de que el dolor se desvaneciera, pero era inútil. La tensión era palpable. Agradecí a mis hermanos por preocuparse, pero no podía evitar sentir que era un intruso en mi propia vida. Cada comentario que hacía James se sentía como una burla, una afirmación de que lo que había sentido por Tanya había quedado atrás, sepultado bajo una capa de desilusión.

La noche continuó, pero yo ya no estaba allí. La risa y las charlas se convirtieron en un eco lejano, mientras luchaba por mantener la compostura, consciente de que mi corazón seguía gritando lo que no podía expresar.

El momento de la despedida se acercaba. Las risas habían disminuido, y un aire de melancolía se cernía sobre la habitación. Mi madre se acercó a mí, sus ojos llenos de comprensión. Sin decir una palabra, me abrazó fuerte, como si pudiera aliviar el peso que llevaba en el pecho.

Después de un momento, me aparté y di un abrazo a Alice y Emmett, agradecido por su presencia. Luego, volví la vista hacia Rosalie, la novia de mi hermano. Aunque no había tenido la oportunidad de conocerla bien, en su mirada vi el amor profundo que sentía por Emmett. Esa conexión solo hacía que mi propia soledad se sintiera más aguda.

Finalmente, mis ojos se encontraron con los de Tanya. Su sonrisa, aunque triste, me hizo sentir un nudo en el estómago. Nos acercamos para despedirnos, y cuando sus brazos me rodearon, el mundo se detuvo. Pero, al instante, una oleada de emociones me abrumó. No podía contenerme más.

Me aparté de ella rápidamente, el dolor y la confusión inundando mi mente. "Lo siento", murmuré, sintiendo que cada palabra era un eco vacío. Sin mirar atrás, salí de la casa, dejando atrás el bullicio de la despedida y la calidez de aquellos momentos. La fría noche me recibió, pero la brisa helada no podía compararse con la tristeza que sentía en mi corazón.

Mientras caminaba, sabía que había dejado una parte de mí atrás. La relación que había tenido con Tanya y la amistad que había perdido se volvían sombras, pero no podía hacer nada al respecto. En el silencio de la noche, me sentí más solo que nunca, cargando con el peso de un amor que nunca podría florecer.

Mientras caminaba por la acera, el aire helado cortaba mi piel, pero no podía sentirlo realmente. Estaba atrapado en mis pensamientos cuando sentí el suave abrazo de Alice por detrás. Su calor era un alivio momentáneo en medio de mi confusión.

"Lo siento, Edward", dijo, su voz temblando ligeramente. "Debería haber sabido que no querías venir. Me siento culpable por haber insistido tanto". Su preocupación era palpable, y no pude evitar sonreír, a pesar de la tristeza que me invadía.

"Alice, está bien", le respondí, tratando de tranquilizarla. "Tanya es como una hermana para ti, y entiendo por qué querías que estuviera aquí". Aunque sabía que mis sentimientos por ella eran más profundos de lo que Alice imaginaba, no quería que su culpa se interpusiera entre nosotros.

"Solo pensé que las cosas podrían ser diferentes", continuó, sus ojos llenos de sinceridad. "No sabía lo que sentías realmente".

Asentí, sintiendo el peso de sus palabras. "No te preocupes. Todo estará bien". Aunque por dentro sentía un torbellino, quería que ella supiera que no la culpaba. Lo que había entre Tanya y yo había cambiado, y era algo con lo que tendría que aprender a vivir.

Finalmente, nos soltamos, y miré a mi hermana con cariño. "Gracias por preocuparte. Te quierio".

Con un último abrazo, me despedí de Alice y subí al coche, el motor rugiendo suavemente. Mientras me alejaba de la casa, miré por el espejo retrovisor. La calidez de la reunión quedaba atrás, pero en mi corazón, el eco de lo que había perdido permanecía. Sabía que el camino hacia adelante no sería fácil, pero tenía que enfrentar lo que venía.


Hola a todos! Aquí les traigo una nueva historia , esta vez no es adaptación sino una idea que tenía en mente desde hace tiempo ! Este tipo de tramas me encantan y queria hacer un fic así. Me pregunto si todavía existen personas que entran a fanfiction , extraño tanto esos tiempos así que agradecería mucho si me dejan saber en los comentarios que les pareció ? y si les gustaría que continuará! Gracias por leer!