¡Actividad de un grupo de Facebook! Un reto de 30 días para dibujar o escribir de Koisuru Boukun.
Personajes: Kurokawa Mitsugu y Tomoe Tatsumi. ¡Los esposos!
Otro de mis favoritos! Disfruten la lectura.
oxoxoxo
Era la época de migración de la mariposa monarca, cosa que los norteamericanos recibieron con gusto. Unos más que otros; era común verlas solas o en grupo, las mariposas revoloteaban con libertad en todas partes, siguiendo su instinto. Buscando alimento o pareja para reproducirse y continuar el ciclo biológico.
Kurokawa y Tomoe estaban realizando algo de despensa, disfrutando la compañía de uno del otro.
- ¿Deberíamos comprar una botella de vino? - preguntó Kurokawa a su esposo.
- Hmm... me parece que aún hay una botella en el gabinete de licores. - Tomoe miraba dos bolsas arroz, comparando precios y calidad del producto. - ¿Recuerdas si aún hay detergente? -
- No, no hay, que bien que lo mencionas. -
- ¡Mira! Volvieron tus snacks favoritos... - Tomoe exclamó feliz.
Siguieron con sus comprar, charlando animadamente, uno que otro cariñito; terminaron sus compras, pagaron y se dirigieron a su automóvil con destino a su departamento.
- Aprovechando la salida, ¿no quieres preguntar precios en los hoteles? El departamento no es muy espacioso, no creo que a tu familia le haga gracia estar tan amontonados en la sala. - Kurokawa sugirió a su esposo. Ahora la reunión con la familia Tatsumi sería en su ciudad, y por desgracia, su departamento solo contaba con dos habitaciones y una sala un tanto reducida.
- No es mala idea, deja busco hoteles rumbo a nuestro hogar - eso hizo sonreír a Kurokawa, amaba mucho a su esposo y lo bien que se habían establecido.
Pasaron por un par de hoteles, revisaron las habitaciones, costos y disponibilidad en las fechas de la reunión; por el momento, no habían encontrado alguno que les gustase por completo. Decidieron entrar a uno más, pues llevaban productos fríos que no podían estar más tiempo sin refrigeración.
oxoxoxo
Entraron al lobby, analizaron todo.
Era amplio, con muchas macetas y floreros con flores frescas, cortinas gruesas en las ventanas, y muchos huéspedes entrando y saliendo del hotel. Uno se encontraba fumando en un área para fumadores, perfecto para Souichi; había una niña cerca de unas señoras que charlaban ruidosamente, disfrutando de su helado de manera tranquila, un niño corría sin control por todo el lobby; un gato dormido en la base de la ventana, tomando el sol; a Kurokawa le hizo gracia ver a un perro pequeño, de color blanco con la cabecita café y una mancha café en el lomo, tirando de la correa a su dueña.
- Milo, quieto. - decía la joven dueña, quién parecía estar haciendo el check in.
Se dirigieron con un recepcionista, cotizando y tomando nota, estaban por subir por el ascensor junto al recepcionista cuando se oyó el chillido de una señora.
- ¡Tú!, ¡saca esas cosas de aquí! ¡Que antihigiénico es este hotel! - una de las señoras apuntaba a unas macetas cercanas al elevador.
Allí había unas cuantas mariposas monarca, que disfrutaban de las flores de la maceta.
- Si, señora. Deje termino con mis clientes y en un momento... - la señora le interrumpió.
- ¡No, pagué mucho dinero en este hotelucho!, no pienso esperar. Sácalas o tiro la maceta a la acera, ¡debería llamar a salubridad! Es más, dame el número de tu gerente. - el joven parecía nervioso por la situación.
- Oh, dios, una Karen. - pensaron Tomoe y Kurokawa.
Kurokawa, harto por la grosería, tomó la pesada maceta y salió del hotel; espantó a las mariposas, quienes volaron a un arbusto cercano. Volvió y regresó la maceta en su lugar, solo que ahora la había dejado menos pegada a la pared.
- Al fin, algo de simetría. - pues parecía que Kurokawa fue el único que había notado lo mal alineadas que estaban las macetas del elevador.
- ¿No estaba más pegado a la pared? - preguntó Tomoe a Kurokawa, él se encogió de hombros.
- No tenía que hacerlo, señor. - comentó el recepcionista.
- No es problema, aún hay gente decente en la sociedad. - miró feo a la señora, quién desvió la mirada de manera indignada.
-Continuemos entonces con el pequeño tour, verá que las habitaciones son amplias y cómodas. - subieron los tres al elevador, ajenos a lo que pasaría a continuación.
oxoxoxo
Se habían ido a lo mucho por diez minutos; cuando las puertas del elevador se abrieron en el lobby, reinaba el caos.
El niño, que estaba a unos metros de las puertas del elevador, estaba gritando de dolor en el suelo, agarrando su pierna. El perro perseguía al gato, quién estaba tirando todo a su alrededor al brincar a las muesas y muebles del lobby. La niña lloraba, pues su helado estaba en el suelo, la Karen gritaba por sus prendas arruinadas, ella estaba empapada en agua y pétalos de flor. El señor que fumaba ayudaba a la dueña del perro, sin éxito.
Los recepcionistas trataban de apagar un pequeño incendio con unos de los blazer del uniforme, las llamas en la base consumían las cortinas, pisadas y golpes con el blazer bastante sincronizados.
Papeles regados, tierra esparcida, pedazos de cerámica en todas partes.
- ¿De quién es el niño? - el recepcionista estaba junto al pequeño, tratando de reconfortarle.
- ¡No lo toques! Solo está exagerando, ¡yo debería estar llorando! Mira mi ropa, mi cabello, ¡arruinado! - la cara de la Karen era roja, parecía apunto de brotar espuma de la rabia.
- ¡Tiene la pierna rota! ¿¡acaso es idiota!? - para sorpresa de todos, había sido el lindo joven de anteojos redondos, Tomoe.
- ¿¡Cómo me llamaste, imbécil?! - ahora la Karen se dirigía con enfado a Tomoe, Kurokawa quiso interponerse entre la mujer y su esposo, pero Tomoe lo detuvo.
- La llamé idiota, ¿también le fallan los oídos? ¡Hola! ¡¿me escucha bien?! - alzó la voz.
- ¡Mocoso insolente! ¿sabes quién soy? -
- ¡Una madre de mierda, eso es lo que es! - Kurokawa miraba con asombro a su esposo.
Esto es... ¿el temperamento Tatsumi?...
Carajo, que sexy se veía.
- ¡No tienes derecho a decirme cómo criar a mis hijos! - contestó la Karen, seguía enojada, pero algo apenada por ser el centro de atención. Todas las personas la veían con desagrado.
- ¡Pero si puedo llamar a la policía y a CPS!, ¡mire a su hijo, dígame si esa protuberancia es normal! - apuntó la pierna del niño, esta se había ahora era entre roja y morada, con un extraño pico al costado de la pantorrilla.
- ¡Está rota, partida!, ¡lo que era un hueso ahora son dos! - hizo la mímica de romper un palo.
Los espectadores jadearon al notar lo que Tomoe decía. La Karen solo pudo sonrojarse de la pena, pero el enojo seguía.
- Llamaré a una ambulancia... - Kurokawa sacó su celular.
- ¡Owen, deja al puto perro y vámonos en la camioneta! ¡No pienso pagar a una ambulancia! - empujó al recepcionista, levantando a su hijo sin mucho cuidado. Owen, el señor fumador, llevaba de la mano a la niña llorosa, la Karen le pasó al otro niño, pues ella no quería cargarlo.
- ¡Vendré por un reembolso!, ¡y tú!, que no te vea aquí cuando esté de vuelta o te patearé el culo, marica asqueroso. -
- ¡Puaj! Homofóbica además... - Tomoe le sostuvo la mirada, mostrando la misma rudeza que imponía su hermano mayor, ganando la batalla contra la Karen.
Iban de salida cuando la Karen se resbaló con el cucurucho de helado, cayendo bruscamente en su brazo, un chasquido se oyó.
- ¡Aah, mi brazo! - lloriqueó la Karen.
- ¿Quiere que le ayude? Su marido parece ocupado. - Tomoe se acercó y le tendió la mano, viéndola con indiferencia, pero divertido por la situación; la Karen se levantó sola, tomó por la solapa a su marido y salieron del hotel.
Volviendo a la situación, el perro ya estaba amarrado nuevamente, el gato estaba viéndolo en la seguridad de las escaleras, y los recepcionistas habían apagado por completo el incendio. Regresó junto a su esposo, volviendo al mostrador con los otros recepcionistas.
- ¿G-gustan reservar? - preguntó el joven que les había atendido, el matrimonio se miró y rieron por lo absurdo de la situación. -
- No te preocupes por eso, nos gustaron las habitaciones. - el joven suspiró en alivio. Hicieron la reserva, pagando un anticipo de manera simbólica. Pues por todos los problemas, les dieron un buen descuento.
Un grupo de mariposas volvió a entrar, situándose en el mismo macetero, disfrutando de las flores, Kurokawa no pudo más con la curiosidad.
- ¿Nos podrían decir que pasó? -
Los otros recepcionistas se carcajearon después del momento tan estresante.
- Verá... el niño corría como loco y se tropezó justo con la maceta donde están las mariposas, el esposo de la señora tiró su cigarro al suelo, pero sin apagar. Comenzó un incendio y el gato se espantó... -
Escucharon con asombro la historia, toda la situación era un claro ejemplo del "efecto mariposa".
Y la señora, junto a su esposo e hijos, pudieron haberlo evitado si hubiesen dejado a las mariposas monarcas disfrutar de las flores en paz.
.
.
.
Segunda tanda! esperen unos días para la última.
