Templo de Rhea.

"De esa misma oscuridad surgió Chaos, Diosa Primordial del Universo, creadora de casi todo lo que conocemos".

"Ella creó el Universo como a los Primeros Primordiales, pero la Tierra que conocemos fue creada por Gaia, Diosa Primordial de la Tierra y la Vida, a su vez "Hija" de Chaos, así como mi madre".

"Sin embargo, fue ayudada por varios primordiales, varios de ellos sus hijos. Urano el Primordial del Cielo, Ourea de las montañas, y Ponto de los Mares".

"Gaia junto a Urano tuvieron varios hijos. Gigantes, Cíclopes, Hecatónquiros, los Titanes, y otros más. La mayoría fue encerrado en el Tártaro por Urano. De parte de los Titanes, Cronos traicionó a Urano castrándolo y "encerrándolo" en el Tártaro, y así se hizo con el trono".

"Dicen que la sangre derramada por Urano nació su último hijo o hija, pero no sabría decirles si es verdad o no".

Naruto asintió lentamente a las palabras de Rhea, mientras Hestia y Hera se mantenían en silencio, procesando lo dicho por su madre.

"¿Qué son los Hecatónquiros?"

"Gigantes con 50 cabezas y 100 brazos. Dicen que eran grandes guerreros, uno de los motivos por los que los encerraron".

Naruto tuvo diversas ideas en su mente, pero las guardó para él, y miró a Rhea pensar sus palabras en silencio.

Hera acarició suavemente el cabello de su bebé en sus brazos, que estaba durmiendo pacíficamente.

"Bueno… Primero con los titanes… Hiperión, Japeto, Ceo, Crio, Océano y Cronos".

Rhea volvió a tener la atención de todos.

"Hiperión y Océano fueron encerrados un corto tiempo en el Tártaro por intentar convencer a Cronos de que comerlos no sería la solución a su problema".

Hera y Hestia se tensaron un poco por eso. Naruto se mantuvo sereno, viendo a Rhea atentamente.

"Sin embargo, el mar empezó a actuar agresivamente a la presencia de Cronos, y por miedo a lo que el mismo escondía, liberó a Océano no sin antes amenazarlo de encerrarlo si no seguía sus órdenes, como si fuese un acto de misericordia y no uno de miedo. Pasó algo similar con Hiperión".

Rhea miró atentamente a Naruto, que le mantuvo la mirada en silencio.

"Si salen victoriosos en la Guerra, no solo recuerdes que Hiperión y Océano intentaron detener a Cronos, sino también la reacción del Mar y el Sol… Dales una segunda oportunidad. Esta guerra la pelearán por obligación de Cronos, estoy segura que no les interesa la misma".

Naruto asintió lentamente, moviendo un poco su cuello al estar algo duro.

"Por mi parte, no hay problema que un poco de castigo no pueda arreglar. Hades y Poseidón seguro estarán de mi lado, no se que opinará Zeus…"

Rhea miró algo decaída al suelo ante la mención de su hijo menor.

Zeus se estaba volviendo muy arrogante para su propio bien, y eso preocupaba y deprimía a Rhea.

Estaba segura que ella no había hecho nada malo al criarlo.

Hizo a un lado esos pensamientos y volvió a hablar, pero Naruto notó el brillo perdido por un segundo en los ojos de Rhea.

"Después están las Titanides. Temis, Tetis, Febe, Mnemosine, Tía y yo. Tetis y Tea, siendo esposas de Océano y de Hiperión, también fueron encerradas en Tártaro, y fueron liberadas junto a ellos. Se quedarán al margen en esta guerra así como yo, así que si te las encuentras no las ataques ya que ellas no lo harán. Aunque eso no quiere decir que sean débiles y no se defiendan… Son más fuertes que muchos otros Titanes".

Naruto cerró los ojos por unos segundos. Luego los abrió, y volvió a ver a Rhea, que había guardado silencio mientras veía a sus hijas procesar todo.

"Demasiada información por hoy".

Naruto se levantó de su asiento y se acercó a Rhea, que seguía sentada al lado de la hoguera de su templo. La Titanide levantó la mirada cuando Naruto tomó sus mejillas, y le dio un suave beso en la frente.

Ella sonrió, sintiendo nuevamente ese calor en su pecho que solamente su hijo mayor le brindaba.

Naruto repitió la misma acción con Hestia, que sonrió alegremente. Luego, se acercó a Hera, la tomó de las mejillas y le dio un corto beso en la boca, pero suficiente para teñir de dorado las mejillas de la Diosa.

El rubio alzó a su hijo lentamente, que seguía durmiendo tranquilamente.

Bebé Hefesto pareció reconocer la presencia de su padre, y sonrió un poco. Se movió un poco en su manta, como buscando acercarse más al mismo.

Naruto acarició la mejilla de su hijo con el pulgar, suspirando levemente. Le dio un corto beso en la frente, y se lo dio a Hera otra vez, que miró con una sonrisa a su niño hacer una mueca cuando sintió que no estaba más en brazos de su padre.

"Cuídate, cariño".

Naruto levantó su mano por las palabras de Hera, y se despidió una vez salió por la puerta.

………

Algún lugar en las cercanías del Monte Olimpo.

Las Espadas del Exilio se movieron como unas compañeras de baile asesinas en sus manos.

Un grupo de No Muertos cayó hecho polvo, y el resto se lanzó con más fiereza al ataque contra su mayor enemigo.

Naruto movió sus Espadas en círculos a su alrededor, cortando más de 50 veces a todos los No Muertos que se hicieron polvo en unos segundos.

La Espada en su mano derecha se clavó en el abdomen de un No Muerto que quiso atacarlo por su espalda, y sin soltarlo, lo giró sobre su cabeza, y lo lanzó contra los 4 No Muertos restantes.

Dos fueron chocados, y salieron disparados con fuerza contra los árboles alrededor, destruyendo al mismo.

Los otros dos fueron cortados por la espada, y el Fuego Primordial en su cuello los eliminó.

Los No Muertos que quedaban explotaron en llamas.

Naruto se quedó en su lugar, con las Espadas en manos. Controló nuevamente su respiración, y miró todo el espacio a su alrededor.

Todo estaba relativamente sano, más allá de las claras marcas quemadas en el suelo, producto de sus espadas.

Suspiró y se guardó las Espadas en la espalda.

De repente, se quedó quieto. Levantó la cabeza, viendo el Sol como si fuese… Más grande.

Escuchó una risa.

Saltó hacía atrás, esquivando una esfera de luz que quemó varios metros alrededor de la misma.

El relinche de unos caballos resonó en sus oídos, y levantó la cabeza para ver un carro impulsado por caballos en el aíre, que brillaba como el mismo Sol.

Sus ojos encontraron a alguien montado sobre el mismo, pero no era uno solo.

No… Eran 3.

"¡Bajen y peleen! ¡Cobardes!"

Naruto apretó con fuerzas sus Espadas, y se agachó un poco, listo para tomar impulso.

"¡Espera!"

Una voz femenina sonó desde el carro, pero eso no detuvo a Naruto.

Tomó rápido impulso en velocidad, y saltó con fuerza hacía el carro.

Lanzó su espada y la clavó en un costado del carro, y se balanceó rápidamente hacía arriba, adelantándose al movimiento del mismo.

O eso pensó.

El carro se movió cuando estaba por subirse, y tuvo que mover su espada nuevamente para clavarla en la parte trasera del Carro.

Se impulsó hacía arriba, pero no pudo subirse.

Un hombre cargó contra el y lo llevó desde el aíre hasta el suelo a una velocidad increíble.

Naruto levantó sus Espadas y clavó una en un costado del hombre, y la otra en su pierna. Lo sacó de encima suyo y lo lanzó con fuerza al suelo, mientras él tenía que maniobrar para no caer mal.

Cayó sobre una rodilla, y miró al hombre que lo había atacado, ahora agarrándose un costado donde caía Icor.

"Espera… No pensé que…"

Naruto se acercó lentamente al hombre, sin siquiera esforzarse en ver o preguntar quien era.

La cara del mismo brilló por un segundo, y Naruto se cubrió el rostro antes que una luz brille fuertemente, casi quemando su piel.

No tardó en reconocer a quién fue el causante de ese ataque.

"¡Helios!"

El Titán levantó sus manos en rendición, y Naruto lo miró con desconfianza.

El carro de Helios bajó lentamente, parándose a unos metros de ambos.

Dos mujeres bajaron del mismo, pero Naruto no las vio.

"Habla ahora, y no hagas que te mate".

Naruto quedó frente a frente con Helios, que bajó levemente la cabeza ante Naruto, que frunció levemente el ceño por eso.

"Esto puede sonar inesperado, pero he venido para unirme a ustedes, los Olímpicos".

Naruto parpadeó una, dos, tres y cuatro veces. Miró a Helios incrédulo, como si le hubiese contado un mal chiste.

"¿Me atacas estando solo, y dices que quieres unirte a nosotros?"

La mano de Naruto rodeó el cuello de Helios, que volvió a levantar sus manos en rendición. Naruto apenas aflojó su agarre.

El rubio apretó levemente los dientes, y lo miró a los ojos fijamente.

Helios juró ver fuego… El mismo Fuego Primordial en los ojos del rubio, pero de color azul.

"Quería proponerte una pelea, de hecho… Pero estás muy enojado, así que…"

Naruto soltó a Helios y chasqueó la lengua, y miró a las dos mujeres, que se acercaron lentamente, viéndolo con algo de preocupación y temor.

Una tenía cabello anaranjado, casi rojizo. Sus ojos eran del mismo color. Tenía aretes de oro y una joya que pasaba por el medio de su cabello y su frente. Su rostro era atractivo, y su cuerpo también era digno de su estatus.

La otra tenía cabello blanco casi plateado, con ojos azules. Al igual que su hermana, tenía aretes y una joya que pasaba por el medio de su cabello y su frente, pero estas eran de plata. Su rostro era incluso más atractivo que el de la mujer a su lado, y su cuerpo era bastante voluptuoso.

Otro detalle que compartían las dos…

"¿Por qué están desnudas?"

Helios sintió una leve sorpresa al no ver una mirada lujuriosa o siquiera deseo en los ojos de Naruto, que veía a Eos y Selene, sus hermanas,

Las mismas mantuvieron una expresión casi preocupada por eso.

"¿Saben que? No importa".

Se volvió a girar a Helios, que era unos 10 centímetros más bajo que él.

"Te daré esa pelea luego. Se lo que ha hecho tu padre, y si estás dispuesto a pelear a nuestro lado, te daré el beneficio de la duda".

Helios asintió con una sonrisa brillante, cosa que hizo entrecerrar los ojos de Naruto por el fuerte brillo.

Eos y Selene vieron a Naruto acercarse a los caballos, que se mantuvieron tranquilos ante la presencia del rubio.

Naruto estiró su mano y acarició a uno, sintiendo como su mano quemaba un poco, hasta que dejó de quemarle cuando el caballo se relajó.

"¿Ustedes no pelean?"

"No… Las Titanides nos mantenemos peleando poco y nada, de hecho".

Naruto no dijo nada, y les hizo una seña para que empiecen a seguirlo.

Helios miró lentamente las Espadas en la espalda de Naruto, sintiendo aún como las heridas de las mismas en su pierna y su costado ardían.

"¿Usó el Fuego Primordial?"

Eos y Selene, que estaban sobre el carruaje, llevándolo un poco elevado, oyeron a Helios.

Naruto también lo oyó, incluso con los metros que lo separaban. No dijo nada, y siguió caminando.

……….

8 años después.

Los Olímpicos habían ganado muchas batallas en estos 10 años, pero alcanzar la victoria en la guerra aún seguía siendo un objetivo complicado.

Incluso con los Titanes y Titanides que se habían unido a los Olímpicos, como Prometeo, Epimeteo, Leto, entre otros, aún no llegaban al punto final.

Y eso Naruto lo detestaba.

Sentado en el borde de lo más alto del Monte Olimpo, su mente se hundió en lo profundo de sus recuerdos, buscando y pensando una forma de romper la balanza a su favor.

'Según las Ninfas, Cronos y Atlas se están moviendo…'

Profundizó más en sus recuerdos, y empezó a recordar unas palabras.

'Gaia y Urano… Hijos… Cíclopes… Hecatónquiros…'

Una luz brilló en su cabeza.

Cortó un pedazo de su toga, y su dedo brilló con su magia.

Empezó a escribir en el mismo, y luego lo hizo una pequeña bola.

Miró a donde estaba el templo de su madre, a la lejanía, y lanzó con fuerza la bola de tela hacía ahí, reforzándola para que no se rompa con la fricción.

No podía ir a decírselo en persona. Primero, porque Rhea estaba junto a Hera y ambas se negarían a dejarlo ir a completar su plan.

Naruto levantó la cabeza, y apuntó en dirección a donde recordaba claramente estaban las puertas de su siguiente destino.

Tomó impulso, otra vez, y corrió como la misma luz.

Saltó y se impulsó con sus piernas en el aíre.

Todos decían que los Hecatónquiros no eran de fiar, pero en situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

La guerra era inminente, y no podía simplemente esperar que baje la misma Chaos a bendecirlo y darle el poder de hacer su esclavo a Cronos.

Unos minutos después, llegando solo impulsándose con sus piernas, como si corriese en el aíre, hizo un aterrizaje de superhéroe frente a la puerta.

Se acercó a la misma, y miró en silencio como la misma se abría por si sola.

Y ahí lo volvió a sentir.

Como si lo estuviesen observando y no se dignasen en pasar desapercibido.

No sentía una amenaza o un aura agresiva, así que no podía ser un enemigo… O al menos de momento.

Entró rápidamente, pasando encima de un grupo de esqueletos que quiso atacarlo.

Usó las cabezas de los mismos para impulsarse hacía dentro.

Empezó a correr a máxima velocidad hacía las Profundidades del Tártaro, sintiendo esa presencia que lo observaba hacerse más fuerte cada vez.

Unos pocos minutos después, los encontró.

La mirada profunda sobre el no lo afectó.

"Hijo de Cronos… ¿Qué se te ha olvidado para volver aquí?"

Las 50 cabezas de uno de ellos habló, todas viéndolo desde lo alto, con una expresión tranquila.

"Reclutarlos… Que se unan a mí y a los Dioses en la Guerra. No tengo mucho que ofrecer, más que la libertad".

Los tres Hecatónquiros mantuvieron el silencio unos segundos, antes que uno hable.

"Una oferta interesante, sin emba-"

"Ven aquí, chico".

Esa voz profunda, llena de poder y tranquilidad, hizo que Naruto sienta el peligro y la adrenalina en su sistema.

Los Hecatónquiros reconocieron esa voz.

"Vaya… Has llamado su atención, interesante…"

La risa de los tres Hecatónquiros desconcertó un poco a Naruto.

"No lo hagas esperar, ve. Si él te ayuda, nosotros lo haremos".

Naruto se giró y empezó a caminar donde oía la voz, a solo 200 metros de los Hecatónquiros, pero ellos podían ver y oír muy bien.

Ahí estaba un hombre, de más de 3 metros de alto. Sus músculos eran masivos, lo que solo aumentó su presencia poderosa.

Una toga cubría parte de su torso y todo desde su cintura hasta sus talones.

Su cabello era blanco como las nubes, y su piel de un tono celeste que no le pareció extraño a Naruto. Sus ojos azules como el cielo mismo vieron al rubio con tranquilidad.

Naruto sintió una extraña familiaridad con este hombre.

"¿Quién eres, anciano?"

Una risa resonó del hombre, que se escuchó como un huracán arrasador.

"La juventud de hoy no tiene modales… Primero debes decir tu nombre antes de preguntar el de otro".

Naruto gruñó, viendo al hombre reírse levemente.

"Naruto. Ese es mi nombre".

La sonrisa que casi parte su rostro hizo fruncir el ceño en desconcierto a Naruto.

"Ya lo sabia. Se todo de ti, hijo de Cronos… Nieto mío".

La mente de Naruto se aceleró por unos segundos, y no tardó en procesar quien era el hombre frente a él.

"Urano…"

"Exacto. Dios Primordial del Cielo, o Abuelo para ti".

Naruto lo miró con estoicismo y negó. Urano bufó, y luego se rió levemente.

Miró a Naruto con serenidad.

"Si te preguntas que quiero, es simple… Ayudarte a ganar contra Cronos".

El rubio lo miró incrédulo.

"¿Y por qué harías eso? No tengo nada que ofrecerte".

Naruto en verdad dudaba que Urano le ofrezca ayuda sin nada a cambio.

"Mi tiempo ya ha pasado. Hice todo lo que quise y no me arrepiento. Además, mi hijo no es digno de estar en el Trono".

Naruto asintió lentamente, viendo a Urano sonreír nuevamente mientras lo veía.

"No quiero nada a cambio, no te preocupes por eso. He estado esperando que alguien digno de mis dominios aparezca en este mundo, y con lo que he visto de ti, no hay duda que lo eres".

Su mente se detuvo por un segundo.

Volvió a ver a Urano incrédulo, como si le estuviese contando algo que no se creía.

El Primordial simplemente hizo un gesto con la mano, como si no fuese mucho lo que le decía.

"No lo pienses tanto chico. No hay nadie que merezca este poder, no hay alguien que comprenda y sea consciente de lo que conlleva".

"Ni siquiera soy consciente de todo el alcance de mi propio poder. Agradezco tu confianza, pero manejar el Cielo…"

Era la primera vez que Naruto dudaba tanto.

Él no se esperaba esto, para nada. Iba a liberar a los Hecatónquiros, y si no se unían a él, simplemente se resignaría hasta que tenga otra idea.

"El dominio es fácil de llevar. Serás consciente de todo a tu alrededor, estarás presente en todo el mundo que esté en tus dominios… La Omnipresencia en todo tu mundo, pero no es algo de lo que debas confiarte… Soy el mayor ejemplo de eso".

Urano tuvo que contenerse de enviar una mano a sus partes íntimas.

Naruto respiró profundamente y empezó a pensar y pensar.

"Eso me daría conocimiento de la posición de los Titanes… ¿Y que hay de la fuerza?"

El aíre se movió alrededor de Urano y formó un pequeño tornado en sus manos, cosa que Naruto vio con una ceja alzada.

"Cuando se formó el Cielo recibí ayuda de Éter, el Primordial del Aíre. Una vez tengas mis dominios, también tendrás control del Aire que abraza los Cielos. Créeme cuando digo que es un elemento poderoso".

Naruto no negó eso.

Había demasiadas cosas que uno podía hacer con poderes de aire, y como alguien diestro en el ámbito de la Guerra, tendría mil y un millones de ideas para atacar con el mismo.

Sin embargo, tenía una duda que debía ser respondida.

No se creía eso de "Eres digno".

"¿Y por que yo?"

"¿Y por qué no?"

La expresión de Naruto no cambió.

"Eres alguien que representa bien lo que es ser un Dios. No tienes ambiciones negativas, y nunca abusaste de tu poder como muchos que he conocido… Como tu padre, por ejemplo".

Un gran silencio invadió el Tártaro.

Los muertos que caminan por todo el Tártaro, los Hecatónquiros, incluso el mismo aire parecía expectante a lo que iba a suceder.

Naruto repitió en su cabeza los pros y contras del poder que le estaban por entregar.

Levantó la cabeza, y con mucha seriedad y determinación, habló.

"Aceptó, anciano".

Urano sonrió.

Una luz envolvió el cuerpo del Primordial. Una luz que iluminó la infinidad del Tártaro.

Una gruesa línea viajó desde la cabeza de Urano hasta la cabeza de Naruto, que se elevó poco a poco en el aíre, y empezó a gruñir del dolor.

Sus huesos parecían romperse, arreglarse y romperse una y otra vez.

Unos minutos después, la luz se apagó, y Naruto volvió a apoyar sus pies en el suelo.

El rubio sintió todo a su alrededor.

Podía ver el Monte Otris, donde se estaban preparando Cronos, Atlas y el resto de Titanes para lo que probablemente sería la última batalla en esta guerra. Pudo ver a unas Rhea y Hera muy enojadas, cosa que lo hizo reír un poco. Después empezó a sentir a otra mujer, y lo vio.

Hestia estaba bañándose completamente desnuda, y podía verla como si estuviese allí. Desvió la cabeza, pero la imagen seguía ahí.

"Oye anciano, dime como paro esto".

"Pero si esa es la mejor parte del poder~~".

La sonrisa pervertida en el rostro de Urano hizo temblar la ceja de Naruto.

"¡Dime como lo paro anciano!"

"Que aburrido eres".

Urano se cruzó de brazos y empezó a hacer pucheros, pero igual le indicó a Naruto que debía hacer.

"Concéntrate en lo que tienes en frente y olvida lo que te rodea".

Hizo caso y en menos de un minuto la imagen de Hestia salió del frente suyo, cosa que lo hizo suspirar.

No es que no le guste Hestia, pero podía encontrarle un mejor fin a este poder que solo ver tetas, culos y coños cuando quiera.

De hecho, podía ver un par cuando quiera, pero…

Agitó su cabeza y se giró para ver a los Hecatónquiros.

Él del medio asintió en silencio.

"Si Urano confía en ti, nosotros también".

"¿No fue el quién los encerró?"

Urano se rió nerviosamente, pero los Hecatónquiros se encogieron de hombros, un movimiento casi extraño.

"Lo perdonamos. Al fin y al cabo, Cronos no nos liberó y de igual forma somos sus hermanos… Bastardo de mierda".

Naruto lanzó sus espadas y cortó las cadenas que sostenían a los Hecatónquiros, que se movieron una vez listo y esperaron a Naruto.

El rubio se giró para ver a Urano, que le tocó el hombro.

"Por cierto, ¿Puedes hacerme un favor?"

Naruto asintió lentamente.

Tomaría esto como el pago por recibir el poder, sea lo que sea.

"Se que Rhea te contó sobre la Historia de mi supuesta última hija, y es cierta. He estado este tiempo utilizando mi poder para esconderla, y ahora que no lo tengo, necesitará tu ayuda. ¿Puedes ponerla a salvo?"

El rubio levantó un pulgar, cosa que hizo sonreír a Urano.

"No te preocupes, anciano. Me encargaré de eso antes de ir a la batalla. ¿Dónde se encuentra?"

"Usa tu poder. La encontrarás fácilmente, tiene una esencia algo similar a la mía".

Naruto asintió y miró a los Hecatónquiros. Les hizo una seña, y empezó a salir del Tártaro junto a los mismos, ante la mirada de Urano que se veía mucho más tranquilo que lo que ha estado en toda su existencia.

Unas figuras aparecieron a sus lados, viendo de igual forma al rubio salir del Tártaro, partiendo de una patada a unos esqueletos que quisieron atacarlo.

"Espero no te equivoques, Urano".

"No dudes de él, Éter. Puede no parecerlo para ti, pero ese chico tiene algo que a muchos Dioses y Primordiales le falta, y se que lo hará bien. Estoy seguro que los presentes aquí opinan lo mismo".

La mujer al lado de Urano se rió suavemente.

"Ananké confía mucho en ese chico…"

"No te pongas celoso, Chronos".

De repente, un portal se formó frente a ellos.

Los cuatro bajaron la cabeza levemente, antes de levantarla para ver a la figura de la mujer, que parecía oculta por la oscuridad del universo mismo.

"Lady Chaos…"

……