Ya casi terminamos con la dinámica de la LuNamiWeek, los dejo con el siguiente capitulo.
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"Día enfermo"
Nami se sentó en su pupitre, mirando por la ventana mientras los otros estudiantes charlaban y reían a su alrededor. A pesar de la luz brillante que entraba por el cristal, su ánimo estaba nublado. Luffy no había venido a clases. Normalmente, él pasaba a buscarla, pero esa mañana al notar que se hacía tarde, Nami se había dirigido hacía su casa, encontrándose con Ace — Luffy se siente mal. No creo que pueda ir hoy a clases — le había dicho el mayor de los hermanos con un tono despreocupado.
El corazón de Nami se encogió. Se sentía culpable, recordando la tarde lluviosa anterior, cuando Luffy le había cedido su abrigo. Aunque en un principio había intentado negarse, un poco avergonzada por el gesto, aunque él le restó importancia, argumentando que nunca se enfermaba.
— Claro, es que los tontos nunca se resfrían — había bromeado ella tratando de quitarle seriedad al asunto. Desde aquel día que habían hablado sobre sus sentimientos habían vuelto a ser casi tan unidos como antes, pero ninguno había tomado la iniciativa de hablar abiertamente sobre lo que realmente significaba para ellos aquel momento en que se habían confesado.
Algo en su expresión debió resultar demasiado obvio, ya que Ace trató de tranquilizarla:
—Oye, es solo un resfriado, seguro que mañana ya está mejor...
El timbre de la clase sonó, y los murmullos de sus compañeros la devolvieron al presente. Nami suspiró, sin poder concentrarse en lo que la maestra explicaba. Las palabras de Ace seguían resonando en su mente, junto con la imagen de Luffy, sonriente bajo la lluvia, insistiendo en que ella se quedara con su abrigo. Era típico de él actuar sin preocuparse por sí mismo, pero saber que ahora estaba en cama debido a ese gesto le hacía sentir una mezcla de ternura y preocupación.
A mitad del día, mientras la profesora explicaba algo sobre álgebra, Nami se encontró a sí misma mirando la puerta del salón, sin prestar atención a la clase. Apenas sonó la campana anunciando la hora del almuerzo ella salió sin pensarlo mucho más, la casa de Luffy no estaba lejos, y en pocos minutos llegó. Tocó suavemente la puerta, pero al no recibir respuesta, caminó hacía un lateral de la casa, dispuesta a colarse por la ventana como tantas otras veces lo había hecho.
Al asomarse por la ventana de la habitación de Luffy, lo vio recostado en su cama, con la cara ligeramente sonrojada y envuelto en mantas hasta el cuello. Parecía dormido, y su respiración era pesada, con ese sonido que acompaña a los resfriados. Nami vaciló un segundo, pero la preocupación pudo más y se decidió a entrar con cuidado.
La habitación estaba en silencio, y el ambiente se sentía cálido y un poco sofocante. Nami se sentó en el borde de la cama, observando a Luffy mientras acomodaba un mechón de cabello rebelde de su frente. En ese momento, él abrió los ojos lentamente, parpadeando hasta que su mirada se enfocó en ella.
—¿Nami? —murmuró con la voz ronca, con una expresión confusa—. ¿Todavía estoy soñando?
El comentario la hizo reír
—Vine a asegurarme de que el "tonto que nunca se enferma" no se esté muriendo de verdad —contestó ella, intentando mantener su tono despreocupado, aunque sus ojos lo decían todo.
Luffy soltó una risa suave, que rápidamente se convirtió en una tos. Nami le miró con una mezcla de exasperación y ternura.
— ¿Cómo te sientes? — preguntó ella interesada
— Para ser sincero...fatal. Siempre pensé que quedarse en casa sería más divertido. —bromeó, antes de mirarla de reojo, todavía un poco adormilado—. Pero qué raro se siente... yo siempre soy el que cuida de ti, ¿no?
Nami sonrió ante su comentario, recordando las veces que ella misma había estado enferma en el pasado. Luffy, aunque torpe y sin mucha idea de qué hacer, siempre se esforzaba en animarla con chistes o historias disparatadas.
—Sí, aunque cuidar no es exactamente lo tuyo —dijo Nami, riendo—. Pero lo agradezco… incluso cuando me contabas historias de piratas y monstruos mientras tenía fiebre y me hacías reír hasta que me dolía la cabeza. Solo espero que, cuando te recuperes no vayas por ahí diciendo que nunca te enfermas, —bromeó, apoyando su mano en su frente para comprobar su temperatura. Estaba caliente, lo suficiente como para confirmar que el resfriado no era solo un malestar leve.
Luffy cerró los ojos ante el contacto, pareciendo encontrar alivio en el simple gesto.
—Tal vez… pero solo para poder usar mi abrigo la próxima vez —respondió con una sonrisa cansada, mirando a Nami de reojo.
Ella sintió cómo su corazón daba un pequeño brinco, y, por un momento, dejó de lado las bromas.
—Gracias por haberme prestado el abrigo —murmuró, sin apartar la mano de su frente—. Pero… si llegas a enfermarte de nuevo, seré yo quien te lo devuelva.
Luffy entreabrió los ojos, sorprendido, y aunque parecía demasiado agotado para responder, la intensidad en su mirada decía más de lo que cualquier palabra podría. Sin pensarlo mucho, Nami se inclinó hacia él, suavemente, dejando un beso en su frente. Fue un gesto fugaz, pero lleno de sentimientos que ambos compartían y, en ese instante, no podían negar.
Luffy cerró los ojos de nuevo, ahora con una sonrisa tranquila en el rostro.
—Sabes, creo que voy a enfermarme más seguido si te tengo de enfermera —murmuró con voz soñolienta.
Nami se sonrojó, apretando suavemente su mano antes de levantarse.
—Sigue soñando, tonto —contestó, caminando hacia la cocina para prepararle algo caliente. Pero mientras lo hacía, una cálida sensación la envolvía, como si todo aquel esfuerzo por cuidarlo, aunque fuera solo un resfriado, fuera su manera de agradecerle por siempre estar a su lado.
Mientras Nami buscaba en la cocina, notó que la despensa estaba algo desordenada, típica señal de la forma despreocupada en que Luffy y Ace vivían. Aunque estaba allí para cuidarlo, no podía evitar sonreír ante cada detalle que reflejaba la esencia de él. Encontró una olla y empezó a calentar agua para hacerle un té, recordando cómo él había sido torpe pero dedicado cada vez que ella había estado enferma.
Unos minutos después, entró de nuevo en la habitación con una taza de té caliente. Luffy estaba medio dormido, pero al verla acercarse abrió los ojos y trató de incorporarse, aunque sin mucha energía.
—¿Vas a hacer que me tome eso? —preguntó, mirándola con expresión de duda.
Nami rio y se sentó al borde de la cama, sosteniendo la taza frente a él.
—No tienes opción —respondió con una sonrisa suave—. Este té te ayudará a sentirte mejor, así que tómatelo.
Luffy hizo una mueca, pero tomó la taza de sus manos y dio un sorbo, torciendo un poco la boca por el sabor amargo. Aun así, bebió en silencio, mirando a Nami entre sorbos. Cuando terminó, ella tomó la taza vacía y dejó que él volviera a recostarse.
—Gracias, Nami —murmuró él, con una sonrisa sincera.
—No es nada —respondió ella, haciendo ademán de incorporarse—. Pero creo que debería volver a la escuela antes de que noten que me escapé a mitad del día —dijo, intentando sonar despreocupada mientras dejaba la taza sobre la mesita junto a la cama.
Luffy, sostuvo su mano logrando que ella volviera a sentarse, la miró con esos ojos oscuros y honestos que siempre la desarmaban.
—¿Te puedes quedar un poco más? —preguntó, casi en un susurro.
Nami parpadeó, un poco sorprendida, pero asintió lentamente.
—Está bien… solo un poco más —dijo, sin soltar su mano.
Luffy se removió un poco en la cama, cubriéndose hasta los hombros con la manta y frunciendo el ceño.
—Nami… tengo frío —murmuró, tironeando suavemente de su mano para atraerla más cerca.
Nami le miró, pensando que era la fiebre, y se dispuso a levantarse para buscarle otra manta. Sin embargo, Luffy no le soltó la mano, aferrándola con más firmeza.
—¿Puedes… quedarte aquí? —pidió en voz baja—. Así. Mucho mejor… estás calientita.
Ella sonrió, algo sorprendida, pero terminó acomodándose a su lado, sintiendo el calor de su cuerpo febril a través de las mantas. Él la abrazó con inocencia, apoyando la cabeza en su hombro, completamente relajado. Nami sintió un leve sonrojo, pero no hizo ningún intento de alejarse.
Después de unos minutos en silencio, ella se atrevió a murmurar:
—Sabes… yo no haría esto con un amigo, ¿sabes?
Luffy entreabrió los ojos, claramente más despierto ahora, y la miró con una expresión entre inocente y curiosa.
—Creí que habías dicho que no querías ser solo mi amiga —susurró con una sonrisa despreocupada.
Nami sonrió, sintiendo un leve rubor en las mejillas al recordar sus propias palabras. Era verdad que, en aquella última vez que estuvo en su cuarto, le había dicho que no quería ser solo su amiga. Ahora, tenerlo ahí, tan cerca, recordándoselo de aquella manera tan simple y directa, hacía que su corazón latiera aún más rápido.
—Sí… dije eso —admitió en voz baja, desviando un poco la mirada—. Y sigo pensando lo mismo.
Luffy asintió despacio, cerrando los ojos con una expresión de tranquilidad que ella pocas veces le había visto. Mientras se acomodaba para estrecharla sobre su pecho, Después de unos segundos, murmuró:
—Entonces, ¿qué somos ahora?
Nami se quedó en silencio, sorprendida por la pregunta. Sabía que Luffy era directo y que él rara vez analizaba demasiado las cosas, pero esta vez parecía tener cierta seriedad en su tono. Aun así, su abrazo seguía siendo cálido y despreocupado.
—Supongo que… somos algo más —respondió finalmente, con una sonrisa tímida
Luffy permaneció en silencio, procesando sus palabras mientras la miraba fijamente. La calidez en sus ojos reflejaba una comprensión simple pero sincera, como si aquellas pocas palabras fueran suficientes para él.
—Algo más… —repitió en voz baja, y una sonrisa suave se formó en su rostro—. Me gusta cómo suena eso.
Nami soltó una risa suave, sintiéndose extrañamente en paz al escucharlo decir eso. Sin pensarlo demasiado, se dejó relajar en su abrazo, escuchando los suaves latidos del corazón de Luffy bajo su oído. Era un momento íntimo, uno que ambos sabían que era especial, pero ninguno necesitaba llenar el silencio con más explicaciones.
—Oye, Nami… —dijo él, rompiendo el silencio con la misma voz tranquila—. No sé mucho sobre esto, pero si esto de "algo más" significa que te quedas aquí conmigo un rato más… creo que puedo acostumbrarme.
Ella sonrió, dejándose llevar por la calma de sus palabras.
—Si ese es el caso, Luffy… me parece que yo también.
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Quería derramar un poco de azúcar en este capítulo, y aunque poco aprovechado, explorar la dinámica de Luffy enfermo, ya que creo que "Nami enferma" es muy común, hasta yo tengo un borrador de eso ya que viene respaldado por el canon. En fin, espero que les haya gustado la historia. Un fuerte abrazo.
