Capítulo 37

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En menos de 24 horas las aldeas ya habían trazado un plan de defensa ante las inminentes lluvias de meteoros que estaban sufriendo. Sasuke observó al 50% de las tropas estacionadas en Suna partir a sus destinos, con el propósito de defender al resto de las ladeas que no contaban con la presencia de algún Kage o grupos de ninja especializados que pudieran hacer frente a la situación y seguir el plan. Se había asegurado de que Hinata no notara la diversidad de ninja que había en Suna, mientras sucedía aquel desfile de partida, con una ingenua ilusión que cambio la insignia que los forasteros del país del viento llevaban en sus bandas.

—Me sorprende la cantidad de gente que puede albergar Suna —murmuró de pronto la muchacha, mientras tomaban un refrigerio.

Levantó la mirada y asintió una sola vez. —Algo tendrá que ver con un evento que estaban planeando —dijo, por toda respuesta, manteniendo la ilusión.

Hinata asintió a su vez y miró alrededor, la ausencia de luz del sol lograba un extraño juego mental con ella. Bajó la mirada unos momentos y observó el termo del que bebía la sopa de miso rojo de aquel día; esos últimos dos días los había pasado en un estado de confusión que no comprendía. Cada mañana despertaba sintiendo que había olvidado algo importante, esa sensación cada vez era más y más apabullante, su ansiedad iba en aumento por lo mismo. Su corazón quería volver a casa, una parte de ella le decía que Konoha no era la casa a la que quería volver y otra parte le gritaba que tomara ya una decisión y partiera.

Pero, partir, ¿a dónde?

Sasuke observó los ligeros cambios que había en gesto de Hinata y desvió la mirada, para evitar cualquier reacción. Desde que había despertado histérica antes de que la lluvia de meteoros impactara en Kiri, estaba actuando extraña, se ensimismaba y cualquier pausa en su deber la sumía en una extraña introspección de la que no soltaba prenda. Al principio había pensado que se debía a la confesión de sentimientos, pero al intentar tocar el tema, para solidificar un poco más las bases, se dio cuenta que aquello no era lo que tenía la mente de la muchacha tan atareada.

Comenzaba a temer que estuviese sospechando de la situación y llegando a conclusiones alarmantemente correctas, pero tampoco había actitudes de rebeldía, solo una extraña ausencia ansiosa.

—Hoy caminaremos un poco por la aldea —soltó de pronto, en un intento por liberarla de su abstracción.

Tardó unos momentos en reaccionar, pero elevó el rostro. —¿Daremos un paseo?

—Imagino que puede servirle a tu memoria —explicó, al notar un ligero sonrojo en el rostro de la muchacha. —También es bueno que refresques el panorama, hay cosas que han cambiado.

Bajó la mirada y asintió, dibujando en su rostro una ligera sonrisa que ocultó su decepción… por un momento había pensado que aquello sería una cita.

El corazón de Sasuke se saltó un latido al confirmar que Hinata había tenido esperanzas de una convivencia diferente a la que habían llevado estos días; bajó la mirada hacia los pocos granos de arroz que quedaban sobre la tela encerada en la que había guardado sus onigiri.

—¿Hay algo que quieras decir? —tanteó, sabiendo que Hinata no tendría el valor de hablar en esos momentos.

Mantuvo la mirada gacha y enrojeció violentamente. —… no, no realmente.

Unos pasos los interrumpieron. Sasuke levantó la mirada y se encontró con la mirada solemne de un integrante de la cuadrilla especial de Gaara; solo hubo una disculpa por la interrupción y luego fue tendido un pequeño sobre, que Sasuke tomó.

—Gracias —apresuró, viendo al ninja asentir y alejarse.

Giró el sobre en sus dedos, reconociendo de inmediato el sello de Naruto en la esquina inferior derecha del reverso. Le alarmó, la comunicación entre ellos estaba prohibida. Lo abrió rápidamente, encontrándose con dos notas, la primera era cortísima y de parte de Naruto, en la que se disculpaba por prestarse a ello y aseguraba que Neji le había apremiado a romper las reglas de ese modo. La segunda nota era un poco menos corta, pero estaba escrita y sellada por Neji.

"El consejo ha decidido que tu matrimonio se llevará a cabo en cuanto vuelvas a Konoha. Alarga tu estancia fuera, estamos viendo qué hacer."

Aquello le envió una punzada al pecho y se contuvo de mirar a Hinata. Guardó las notas dentro del sobre y el sobre en su bolsillo y maldijo la situación y que Naruto no le hubiera indicado que la segunda nota no era para él.

—¿Pasó algo? —preguntó Hinata, guardando los palillos dentro del bento y cerrándolo con cuidado.

—Creo que terminaremos antes hoy, hubo un cambio de planes.

—¿Está todo bien? —preguntó alarmada. —¿Otra lluvia?

Negó de inmediato. —Nada de eso. Permíteme.

Observó a Sasuke alejarse hacia uno de los ninja que solo monitoreaban el estado de las obras y enviaba reportes rápidos a Gaara. Se enfrascaron en una corta conversación, ambos parecían molestos al inicio, pero pronto hubo un cambio en las actitudes y parecieron llegar a un acuerdo. Vio a Sasuke volver, tranquilamente.

—Vamos al apartamento.

Asintió.

El recorrido de vuelta al apartamento fue silencioso y tenso. Hinata se hizo mil ideas, todas cada vez más alarmante que la anterior, y cuando estuvieron resguardados de Suna, apenas se cerró la puerta tras ellos, recibió la nota que estaba dirigida a ella. La leyó en completo silencio y sintió que el alma le abandonaba el cuerpo. Su pulgar y su índice se apretaron, provocando arrugas en el papel. Levantó la mirada y observó a Sasuke, no había notado que él había dado un paso al frente al verla palidecer y que su brazo estaba extendido de manera protectora.

Intentó hablar, pero las palabras se quedaron en su pecho, solo pudo negar.

—Te daré un poco de espacio, pero creo que tenemos que hablar —sentenció Sasuke.

Asintió.

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Aquella tarde Hanabi la pasó encerrada en el despacho de su padre, urdiendo. Confiaba en que Neji hubiera hecho llegar la información a Hinata en tiempo, pero una parte de ella siempre desconfiaba del sistema ninja en momentos como ese. Por el bien de aquella rebelión en contra de los ancianos, no compartirían detalles de sus maquinaciones, y la ignorancia la estaba matando.

Había buscado consuelo en el despacho de su padre, revolviendo papeles y buscando pistas que la ayudaran a sacar a su hermana de aquel embrollo o que le dieran, al menos, un poco más de información; pero sus intentos habían sido en vano. En algún momento se encontró postrada ante la puerta de la habitación de hospital de su padre, pero no había tenido el corazón para decirle aquello mientras se encontraba aún hospitalizado, así estuviera a horas de ser enviado a casa… así que había terminado allí, humillada por su propia familia, a un grado que quizá sería difícil de perdonar.

La mirada vacía de Kakashi le decía todo lo que no había sido expresado aún, y le dolía en el alma lo que estaba a punto de hacer.

—Yo sé que hay cosas más apremiantes —escupió, sin agachar la mirada. —Créame que estoy aquí porque es mi último recurso.

—Hanabi-

—Si no puede interferir en esas decisiones del Clan, entonces solo le pido que mantenga a mi hermana fuera de la aldea por más tiempo.

El silencio los rodeo por unos cuantos segundos, la habitación se había vaciado apenas llegara ella, Kakashi había dado la orden. El único testigo de esa humillación, había sido él, y no sabía si había sido simple intuición de Hokage o un acto de misericordia hacia ella.

—Mi padre no ha podido recuperarse del ataque que sufrió y quizá no vuelva a ser el mismo —la voz le tembló con las últimas sílabas. —Y si Hinata se va lejos…

Detestaba pintar esa imagen de debilidad en una persona tan fuerte y reacia como su padre.

Tragó saliva con dificultad. No había conocido a su madre, no tenía un solo recuerdo de esa mujer pues había muerto antes de que tuviera consciencia; pero conocía el impacto que su muerte había tenido en su padre y su hermana, casi podía palpar el dolor en ellos. También sabía que ese bastón, que su padre solía portar y asegurar que era para darse un mejor porte, en realidad lo ayudaba a sostenerse porque no podía con el peso del dolor que cargaba desde el sacrificio de su hermano y que solo se había agravado con la muerte de su esposa.

No… Hinata no moriría, pero para su padre sería lo mismo o peor verla partir con alguien a quien no quería, a un lugar al que no quería ir.

Con un movimiento, estudiado por años y perfeccionado hace una vida, sus manos levantaron de manera imperceptible la tela de su pantalón, y con un movimiento bien medido, calculado y tajante, sus rodillas llegaron al suelo, al igual que la punta de sus dedos. Le dedicó a Kakashi la clase de reverencia que solo le había ofrecido a los ancianos una vez en su vida y observó el suelo con desesperación, escuchando la silla de Kakashi salir disparada lejos de él.

—Hanabi, no hay necesidad de estas cosas, ponte de pie por favor.

Se irguió, sentándose en sus talones, y mantuvo la mirada clavada en el suelo. Estaba furiosa.

Kakashi exhaló, no tenía manera de confirmarlo más allá de su corazonada, pero, al menos, en esos momentos podía confiar en que Hanabi estaba actuando por su propia voluntad y no guiada por alguna manipulación de Toneri.

—Hinata acaba de recibir una segunda misión que la mantendrá una semana más fuera de la aldea —explicó, ofreciéndole su palma.

Hanabi no miró la palma que le había sido ofrecida, pero aceptó la oferta de ayuda y se puso en pie. No sacudió su pantalón, para no ofender a Kakashi, pero tampoco pudo mantenerle la mirada en un principio.

—La mayoría de las misiones que tengo no son para el rango de Hinata —explicó, en una mentirilla que le vendería a Hanabi la sensación de que aquello era por ella y que su vergüenza no creciera más al saber que no había habido necesidad de hacer todo eso. —Y el hecho de mantenerla lejos no significa que el Clan cambiará de parecer, pero veré qué otra cosa le puedo asignar.

Asintió. —Gracias, Hokage-sama.

Sonrió, incómodo, tenía años pidiendo que mantuvieran el sensei con él.

—Y descuide, del consejo me encargo yo.

Hanabi salió de ahí con el ímpetu con el que había llegado. Kakashi observó aquella procesión en silencio y, en cuanto la puerta estuvo cerrada, volvió a su silla y se dejó caer en ella, meditando unos momentos la miríada de situaciones que tenía en sus manos, sin sospechar que todas ellas iban de la mano. Observó los papeles que había en su escritorio y los revolvió unos momentos, buscando el resto de misiones que tenía para Hinata y Sasuke.

Aquella petición al menos le había quitado de encima la preocupación del Clan Hyūga, ahora solo quedaba venderle a Hinata una mentira y que la comprara.

Se giró en la silla y observó el atardecer, algunas estrellas se dejaban ver en el cielo.

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Sasuke había dejado a Hinata sola un par de horas, prefería que formara su propio criterio y no envenenarle la cabeza, otra vez.

Su plan de salir a caminar estaba oficialmente frustrado, pero eso no lo detuvo de alejarse por unos momentos de la civilización; aún dentro de Suna, ya que debía respetar algunas reglas, se encontró con un descampado donde había una ligera sombra formada por un relieve. Se sentó ahí a dejar pasar las horas, contemplado el incandescente brillo del sol rebotar sobre el polvo, la piedra y la arena. Se guardaría aquel recuerdo del horrendo calor para los días en que tuviera que tolerar la tundra.

Quizá fuera lo mejor que no pudiera compartir un momento íntimo con Hinata… llevaba esos últimos días en una aparente calma, que era interrumpida cuando a la muchacha la vida parecía iluminarla de manera especial. En esos momentos se olvidaba por completo de las restricciones que los habían limitado días atrás y lo único que quería era la garantía de tener oportunidad de volver a verla con esa luz en el futuro.

Sus ojos observaban el horizonte desértico, pero en realidad estaba presenciando a Hinata durante aquel ensayo de desfile que habían presenciado. Repasó aquel recuerdo en silencio y luego volvió a la realidad.

Sí, lo mejor era no alimentar aquellos sentimientos, conocía a Hinata lo suficiente para saber que su familia era una de las cosas más importantes que tenía y no la pondría en una situación donde tuviera que ir en contra del clan. Inhaló, haciendo las paces con ello, no era difícil ya que estaba mentalizado a una vida en el exilio y aquel estilo de vida le acomodaba mejor a su personalidad… pero no le acomodaba al resto del mundo.

Cuando el sol comenzó a adoptar sus tonos dorados, decidió que era momento de volver al apartamento. pero eso no lo detuvo de parar en una tienda de golosinas y observar las réplicas de cera que mantenían en el mostrador.

No tenía recuerdos, como los tendrían Sakura e Ino, de las golosinas preferidas de Hinata… lo que sí tenía era conversaciones en la memoria y sabía que, recientemente, Sakura había mencionado la golosina favorita de Hinata. Desgraciadamente, en aquel momento, aquellos detalles no le habían resultado importantes y por ende no había puesto la misma atención a la conversación, que seguramente Naruto había intentado prestar, así que tuvo que esforzarse un poco para poder recordar.

Lo único que tenía era el nombre y miradas recelosas encima.

—Me da uno de esos —indicó, señalando el nombre del postre.

Salió de la tienda con su adquisición y no perdió el tiempo para volver al apartamento. Encontró a Hinata en un estado de desesperación que había anticipado, sumida en silencio y con el cabello ligeramente revuelto a la altura de su sien derecha; observó los dedos de la muchacha ir a perderse en aquella sección de cabello y sobar por unos momentos, revolviendo un poco más.

—Te traje algo —murmuró.

Aquello logró el objetivo de sacarla de su abstracción, pero encontró un gesto desagradable en el rostro y un brillo desconocido en la mirada clara que se posó sobre él; por primera vez la veía molesta e irritada, a un grado que seguramente era difícil llegar, era claro que no estaba contenta con él y que no lo quería cerca, pero eso no lo detuvo de acortar la distancia entre ellos y entregarle el contenedor con la golosina.

—Gracias —musitó, en voz baja y con la garganta apretada.

No miró de inmediato lo que había dentro, pero lo acomodó con cuidado en la mesilla que había en la sala de estar y volvió a sus pensamientos. No había esperado que Sasuke volviera tan pronto y no sabía si era mejor o peor estarlo esperando… tampoco había llegado a formular un plan, como había esperado. No había encontrado soluciones, solo había concluido que tendría que mantenerse lejos de Konoha si quería evitar aquello y que prácticamente eso era lo mismo que casarse con quien fuera que estaba prometida su mano y terminar lejos de la aldea.

Tomó distraída el contenedor y lo abrió, encontrando una porción de rollos zenzai. Juntó ligeramente las cejas. —Es mi… favorito. ¿Cómo-

—Sakura —apresuró.

Miró a Sasuke, con un gesto menos duro que el anterior; recordaba su pequeña salida con Sakura, también sabía que ella solía contarle todo a Naruto, y por ende a Sasuke si se encontraba con ellos. Bajó la mirada y observó la golosina con una nueva apreciación que le dolió en el pecho. Asintió.

—Gracias —repitió, con voz suave.

Se llevó un bocado a los labios y tuvo que contener unas lágrimas que de pronto se le amontonaron en los ojos. Las retuvo lo mejor que pudo y de manera disimulada las limpió cuando escuchó a Sasuke aprovechar para quitarse la capa y perderse en la cocina para preparar el té. Comió unos momentos en silencio, escuchando los susurros de la existencia de Sasuke, imaginando que así sería un día malo común si estuvieran en una relación y pensando que no le desagradaba.

Aquello volvió a llenarle los ojos de lágrimas y se dejó envolver en un corto llanto, que terminó poco antes de que Sasuke volviera y se sentara tranquilamente en uno de los sillones, luego de disponer la bandeja con la tetera caliente sobre la mesilla.

—Si le solicitas misiones a Kakashi, puedes darte más tiempo.

Asintió. —… lo supuse.

El silencio los rodeo unos momentos, era evidente para Sasuke que no necesitaba recordarle que aquello no le serviría para zafarse del matrimonio.

—¿Has pensado en alguna solución? —tanteó.

—No llegué a mucho —susurró, partiendo con la cucharilla uno de los mochi que adornaban la concocción. —… mi única opción es el exilio.

Asintió, notando la manera avergonzada en que ella le miraba.

—Disculpe, yo no-

—Descuida, el exilio no es para todos… y no me hables en keigo.

Agachó la mirada y sonrió un poco.

Separó los labios con cuidado, sentía la boca seca. —Hinata.

Asintió, sin mirarlo, tensándose por el tono de voz.

—Podemos hablar con Gaara —comenzó a explicar, sintiendo la boca cada vez más seca.

—¿Para quedarnos aquí más tiempo?

—Sí… y para —se interrumpió, estuvo a punto de ofrecerle retomar el plan que había abandonado en Kiri, luego de que se confesaran sus sentimientos. Por primera vez, perdió el valor. —Olvídalo.

Asintió, decepcionada. Esas horas y ese pequeño momento le habían servido para reflexionar… quizá el exilio no fuera lo suyo, pero sabía esperar y podía viajar, y si la memoria no le fallaba, sus primeros años como ninja graduado los había pasado lejos de casa, constantemente en una misión tras otra.

¿Qué de diferente hay en ello?, se preguntó. ¿Y qué me está deteniendo?

—¿Te sientes mejor? —tanteó, notando que parecía hundirse de nuevo en un remolino.

Salió de su cabeza y asintió. —S-Sí, gracias.

Asintió. —Yo prepararé la cena hoy.

—Podemos ordenar algo de cenar —soltó de pronto, sintiendo que no podía controlar las palabras. —Antes de irse-irte —se corrió —dijiste que teníamos que hablar.

Se mordió la lengua, eso era cierto, pero había cambiado de parecer. —Me refería a-

Negó, interrumpiéndolo.

El silencio los rodeó por unos momentos, Sasuke estaba un poco nervioso, pero no temía algún arrebato; Hinata, por su parte, luchaba contra su vergüenza y esa impertinencia que de pronto podía caracterizarla. Ah, sí tan solo recordara perfectamente la confesión que había hecho años atrás, quizá pudiera pedirle prestado al recuerdo un poco de ese valor.

Bajó la mirada, hacía unos momentos que se había terminado el postre. Cerró el contenedor y asintió, sintiendo sus mejillas terriblemente calientes.

—¿De verdad sería imposible? —susurró, mirando a Sasuke.

Algo dentro de él dejó de funcionar, golpeándolo con varias sensaciones que no pudo controlar, ni ignorar. Podía hacerse el tonto y preguntarle de qué hablaba, pero lo sabía bien.

—¿Irías en contra del clan por mí, Hinata? —sentenció.

Pero aquello no tuvo el efecto que había esperado, Hinata sonrió ligeramente y agachó la mirada, luciendo un poco tierna y vulnerable.

—… ya lo he hecho antes —murmuró, tenía un vago recuerdo años atrás, cuando hizo hincapié en la realidad de sus acciones, y además tenía sus conversaciones recientes con Hanabi, con Neji y su padre. Levantó la mirada y notó como juntaba las cejas. —Quizá no en este sentido.

Asintió, sin comprender en qué sentido podría haber ido en contra del clan. —Eso no responde mi pregunta.

—¿Serviría de algo decirte que realmente lo haría por mí? —agachó la mirada de nuevo y se encogió de hombros, sonriendo con tristeza. —… no es la primera vez que iría en contra de lo establecido o decidido.

Sonrió un poco. —No soy especial.

Una ligera risa apenada escapó de su pecho. —No quise decir-

—Lo sé —apresuró, asintiendo, sintiendo que el aliento se le escapaba. —Lo sé, lo siento.

Sonrió un poco y enarcó las cejas, instándolo a que contestara su pregunta inicial. Aquello logró acorralar a Sasuke unos momentos.

—No lo sé, Hinata. Creo que deberías pensarlo unos días, quizá no estés-

—Pensando con claridad —concluyó. —Crees que solo es un impulso, ¿cierto?

—Creo que es una situación muy complicada y que quizá no hemos encontrado todas las alternativas y sí, quizá esto venga de un impulso.

Se humedeció los labios con la lengua y agachó la mirada, asintiendo, le daba la razón. —… podría ser, ¿pero de verdad seríamos un imposible?

Separó los labios y se quedó en silencio unos momentos. —… no hay antecedentes, como los tendrías con Shino y Kira, no sabemos cómo progresaría algo entre nosotros. Y si progresa yo estaría ausente la mayor parte del tiempo, ¿por qué tener problemas con tu familia por una pareja ausente?

—Ya los tengo —murmuró, diciendo en voz alta algo que tenía tiempo sin querer admitir. Las lágrimas volvieron a subir a sus ojos. —Tengo problemas por cosas que no quiero, prefiero tener problemas por cosas que sí quiero.

—Los problemas cansan, Hinata.

Agachó la mirada y sonrió un poco, decepcionada. —¿Por qué querías salir a caminar hoy?

—Por las razones que te di —apresuró.

—¿No era una cita disfrazada? —preguntó, atropellándose la lengua.

La observó en completo silencio. —… quizá.

Asintió, lo había supuesto, no era difícil entender a Sasuke cuando salía de sus comportamientos habituales… pero incluso en el silencio no era tan confuso y complicado como había creído en un inicio.

—¿Por qué?

Se encogió de hombros y se puso en pie, no sabía si estaba listo para admitir todo lo que se había admitido durante sus horas a solas en el desierto.

—¿No sería peor? —insistió, sin comprender esa decisión. —Si habíamos acordado no llegar a algo, ¿no sería peor?

Observó el techo unos momentos y asintió. —Supongo que sí.

Aquello fue suficiente para Hinata, sonrió un poco para sus adentros, no era del tipo que echaban en cara aquellas contradicciones. Dejaría macerar aquello unos días, quizá para entonces Sasuke la rechazaría por completo o ella vería una luz distinta, no lo sabría hasta que se diera el momento.

Sasuke rumió esas últimas palabras y luego la miró, Hinata había dejado té servido y en esos momentos se levantaba para arrojar, con manos temblorosas, el contenedor vacío en la basura. Cuando sus miradas se encontraron, ella detuvo sus pasos y le miró, expectante.

—Solo quería una excusa —declaró.

Juntó las cejas, confundida. —¿Para qué?

—Para verte —declaró —y para esto.

Lo vio acercarse y su gesto se contrajo aún más en confusión, solo sintió la mano de él en la mejilla antes de comprender realmente qué estaba pasando. Recibió un suave, y algo tímido, beso en los labios. Fue corto, así que no reaccionó a tiempo para corresponderlo.

No se alejó de ella, pero agachó el rostro. —… lo siento.

Negó con movimientos cortos, tenía un segundo corazón de pronto y cada uno le latía con fuerza en la cabeza y en el pecho. Sus manos temblaron unos momentos, pero logró aferrarse con una de ellas a la manga de Sasuke; le miraba el rostro, buscando sus ojos, sin poder articular palabra alguna.

Sonrió un poco y negó.

—¿Qué? —balbuceó Hinata.

—Nada —susurró, encerrándola en un abrazo y hundiendo su nariz en el cuello de la muchacha.

Le correspondió el abrazo, inhalando de manera discreta el olor de los cabellos de Sasuke, que le cosquilleaban en la nariz.

—… Sasuke.

—¿Hm?

—¿Qué vamos a hacer?

Sonrió, estrechándola un poco más. —... probablemente lo que dijimos que no íbamos a hacer.


Miércoles, 30 de octubre de 2024