Bella PDV

Habían pasado días desde que decidí seguir a James, un chico que me hacía congelar de miedo cada vez que estaba cerca, aunque él no pudiera verme. Sentía una mezcla de temor y curiosidad por su naturaleza inquietante. Al principio, pensé que Tanya era quien tenía las respuestas a los misterios que rodeaban mi situación. Félix había mencionado que ella podría ayudarme, bueno no exactamente ella, pero yo lo creí así aunque empezaba a sentir en mi interior que me estaba equivocando.

Mientras lo observaba, veía cómo James interactuaba con su entorno, siempre con esa sonrisa deslumbrante, pero había una oscuridad detrás de ella que no podía ignorar. La atmósfera a su alrededor parecía pesada, y la forma en que miraba a los demás me hacía sentir incómoda. Aunque Tanya parecía ser la clave, comenzaba a sospechar que Edward era la verdadera respuesta a mis preguntas.

Edward, con su actitud tranquila y su profunda introspección, había capturado mi atención de una manera que no podía explicar. Había algo en su forma de ser que me llamaba, como si estuviera destinado a jugar un papel crucial en mi búsqueda de la verdad. La manera en que se preocupaba por los demás, a pesar de sus propias batallas internas, me hacía sentir que había más de lo que parecía a simple vista.

Mis instintos me decían que debía se seguir a Edward y no a Tanya.

Me sentía atrapada entre la necesidad de proteger a Edward y la curiosidad sobre lo que realmente estaba sucediendo. ¿Por qué, de repente, estaba tan preocupada por él? No era nadie para mi. Ni siquiera lo conocía. Sin embargo, había una conexión que no podía ignorar, como si mi propia existencia dependiera de entender su historia.

A medida que mis pensamientos se arremolinaban, tomé una decisión. Dejaría de lado mi idea de que Tanya tenía las respuestas. Debía acercarme a Edward y descubrir qué lo hacía tan especial. Había algo en él que resonaba conmigo, y sentía que él era la clave para desentrañar el misterio que me rodeaba.

Sigue tus instintos.

Lo seguí a todas partes. Edward se dirigió al hospital con su padre, y yo lo observaba sintiéndome como una simple espectadora en su vida. Era increíblemente educado y amable con todos. La calidez y sonrisas genuinas fluían de él como si fuera algo natural, y no podía evitar sonreír al verlo interactuar con el personal.

Cuando llegamos al área pediátrica, me quedé fascinada. Verlo en acción me llenó de una nostalgia abrumadora. Jugaba con los niños, les contaba historias y hacía reír a aquellos pequeños rostros iluminados por la alegría. Si pudiera llorar, habría inundado el hospital con mi tristeza. Aquellos momentos de felicidad me recordaban lo que había perdido.

Edward les prometía que volvería pronto, y podía ver en sus ojos que estaba ansioso por hacerlo. Mientras tanto, algunas enfermeras lo observaban desde sus posiciones, sus miradas llenas de admiración. Fue entonces que me di cuenta de lo guapo que era. Nunca antes había prestado atención a sus facciones, pero hoy era diferente. Sus ojos, normalmente serios, brillaban con una luz que nunca había visto antes.

Escuché un fragmento de una conversación que tenía con Carlisle, su padre. "Siempre es un placer venir aquí, especialmente a ver a los niños", decía Edward con sinceridad. Su voz era suave, pero había una firmeza en ella que me hizo querer acercarme más.

Carlisle respondió con un tono paternal. "Ellos te adoran, Edward. Tienes un don para alegrar su día". Mientras los observaba, sentí una oleada de calidez. Era evidente que Edward no solo era un buen médico, sino también una persona increíblemente generosa.

Observaba cómo Carlisle y Edward se despedían. La voz de Carlisle resonaba cálida y reconfortante mientras le decía a Edward que estaba ansioso por verlo comenzar a trabajar en el hospital. "No creo que te vea en casa esta noche, tengo que encontrarme con Esme en casa de Charlie. Está pasando por un momento difícil," agregó, su tono lleno de preocupación.

El dolor y la tristeza me golpearon de sorpresa.

Charlie. Mi padre.

También un agradecimiento infinito. Por lo que había visto, los padres de Edward eran grandes seres humanos. Charlie tenía buenos amigos que le ayudarían a salir adelante. Si, él saldría adelante.

Seguí a Edward hasta su coche, disfrutando de la sensación de estar cerca de él, aunque solo fuera en silencio. Era gracioso cómo podía ahorrarme tantos pasos; con solo un pensamiento podía llegar a donde quisiera. Pero a pesar de que no podía comunicarme con él, su compañía me reconfortaba.

Lo observé mientras abría la puerta del coche y se sentaba al volante. Había algo en su postura, en la forma en que se movía, que siempre me había parecido familiar y cálido.

Mientras él encendía el motor, me perdí en mis pensamientos. Un pesar me invadió al darme cuenta de que no sabía nada de mí misma. Aparte de mis padres, ¿quién era yo? ¿Qué me gustaba hacer? ¿Había dejado amigos atrás? ¿Como era yo en la vida? Las preguntas pesaban en mi mente como sombras que no podía ahuyentar.

Esa sensación angustiante se intensificaba, como si un nudo se formara en mi pecho. A pesar de que era un fantasma y físicamente no podía sentir nada, la presión emocional era muy similar a un ataque de ansiedad. Cada vez que pensaba en las cosas que había perdido, un miedo profundo se apoderaba de mí. ¿Había dejado de ser quien era?

Mientras Edward conducía, la tristeza me envolvía. Lo observé con la esperanza de que pudiera sentir mi presencia, que de alguna manera supiera que estaba aquí, aunque atrapada en este estado intermedio. Pero solo podía quedarme en silencio, deseando que las respuestas vinieran a mí como un susurro en la brisa.

Cada paso que daba hacia el futuro parecía más incierto, y la falta de claridad sobre mi propia identidad me llenaba de ansiedad. La angustia se enredaba en mis pensamientos, y me preguntaba si alguna vez podría encontrar la forma de volver a ser yo misma.

"Edward, te necesito... ¿Por qué no puedes escucharme?" susurré, aunque sabía que no podía oírme. La desesperación se mezclaba con la tristeza, y cada palabra se perdía en el aire, como un eco lejano que nunca llegaría a su destino.

Como una respuesta a mi silencioso ruego, él puso una canción en la radio, y, por primera vez, un recuerdo me llegó con fuerza.

Estaba molesta. Trabajar en la biblioteca de la amiga de mi madre no era mi idea de un verano divertido, pero aquí estaba, atrapada por obligación. Mi madre me había puesto un ultimátum: tres meses de trabajo o no habría más ayudas de su parte, ni salidas. Eso no me dejaba más opción.

El lugar estaba en silencio, y yo intentaba concentrarme en mis tareas, pero todo me parecía insoportable. De repente, un ruido estalló en el aire, resonando por toda la tienda. ¿Música? Miré hacia la mesa donde un chico estaba sentado, absorto en su lectura. Su teléfono sonaba con una melodía ruidosa, y parecía tan concentrado que no se daba cuenta de lo que estaba pasando.

"¡Hey!" exclamé, alzando la voz para que me escuchara. "¿Puedes apagar eso? Esto no es un concierto, es una Biblioteca."

Él levantó la vista, sorprendido. "¿Qué? ¡Oh, lo siento!" dijo, apenado. "No me di cuenta de que sonaba."

Me acerqué, sintiendo cómo la frustración crecía dentro de mí. "Mira, estoy teniendo un día horrible, y no necesito que el ruido empeore las cosas. La gente viene aquí para leer, no para escuchar música a todo volumen."

"Lo siento de verdad," replicó, cerrando su libro y buscando su teléfono. "No era mi intención molestar. A veces me concentro tanto que olvido que hay otras personas."

"Entiendo, pero hay límites," respondí, sintiéndome un poco mal por mi tono. "Solo quería que tuvieras en cuenta que no estás solo."

Él tomó un respiro, visiblemente frustrado. "Quizás debería irme a un lugar donde pueda estar tranquilo," dijo, levantándose.

"¿Por qué tienes que irte?" le lancé, sintiendo que la situación se tornaba más tensa. "Solo estaba pidiendo un poco de consideración."

Se quedó quieto un momento, como si considerara sus opciones. "Tal vez tienes razón, pero también necesito disfrutar de lo que me gusta," dijo, antes de alejarse, dejándome allí, sintiendo que había dejado pasar una oportunidad de conectar.

Mientras lo veía irse, me di cuenta de que quizás había sido demasiado dura. La Biblioteca, que ya era aburrida, se sentía un poco más vacía sin él.

El recuerdo se desvaneció, dejándome en un estado de confusión. No era una experiencia ni feliz ni triste; era simplemente extraña, como un destello de una vida ajena que no podía comprender del todo. Me sentía atrapada entre la fascinación y la incomodidad, sin saber cómo procesar lo que había visto. ¿Por qué me había afectado tanto?

De repente, regresé al presente, sentada en el coche de Edward. Él conducía con una expresión tranquila, inmerso en la carretera, sin una pista de mi tormento interno. La música alegre que sonaba por los altavoces parecía que lo relajaba.

Miré por la ventana mientras los árboles pasaban velozmente. La mezcla de paisajes familiares y mi estado de ánimo caótico se sentía surrealista. La felicidad de la canción contrastaba con mi creciente malestar. "¡Esto es una locura!" me decía a mí misma. "¿Por qué estoy tan molesta por algo que no puedo controlar?"

La imagen del chico volvió a mi mente, aunque borrosa. Su concentración en la lectura y mi interrupción grosera me hicieron sentir una punzada de culpa. "¿Por qué no pude ser más amable? ¿Qué estaba pensando?" Era como si una parte de mí quisiera esconderse por la vergüenza.

La sensación de estar perdida en mi propia vida me hacían sentir miserable. "¿Quién soy yo realmente? ¿Qué estoy haciendo aquí?" Las preguntas retumbaban en mi mente, y no tenía respuestas.

La música continuaba sonando, un recordatorio constante de que el mundo seguía girando mientras yo luchaba con mi propia confusión. Me preguntaba si Edward alguna vez se daría cuenta de mi presencia, de la conexión que sentía, aunque fuera invisible para él. Quizás, al descubrir más sobre él, también podría encontrar claridad sobre mí misma.


Al final si estuvo listo el siguiente! :D Buenas noches