SIRIUS
Llevaba un día en Estados Unidos. Ya había tenido una reunión con Kingsley y con Wilson, desde que Kingsley había tenido la confirmación de que Remus había llegado allí, había estado mirando por la zona de Washington y un poco por el estado de Virginia. La idea era mirar dos o tres días e ir subiendo por la zona hasta Massachusetts, que era donde se encontraba el colegio Ilvermorny de Magia y Hechicería. Ese era el plan oficial, pero Sirius tenía otro en mente.
La verdad es que, desde la reunión del viernes con su familia y amigos, sólo había pasado 4 días, pero para Sirius parecía que había pasado meses por todo lo que había realizado.
Primero tuvo que ir a la reunión con Arthur y con Amelia, y prácticamente desde las 7 de la mañana hasta las 12 del mediodía estuvieron haciendo papeles, actualizando su currículum y su domicilio. Y después mirando miles de informes para el caso de Remus, y otros casos que llevaban varias semanas e incluso meses parados, discutieron sobre todos los casos un poco y al final Amelia le dio luz verde para que el lunes a primera hora pudiera irse y reunirse con Kingsley. Wilson llegaría el día antes.
Comió con los chicos y Narcissa, pero enseguida tuvo que irse a Hogwarts. Minerva y Poppy le esperaban. El viernes logró hacer 3 copias del libro de Henry. Se le ocurrió hacer tantas copias por seguridad. Una la utilizarían para poder actualizar la información con cualquier cosa que les sucediera a Harry y Ginny. Otra se la dio a Narcissa como regalo a los Scamander, para que así les resultara más fácil que les ayudara. Y la tercera la tenían como respaldo, aunque Harry y Ginny, mentalmente eran adultos en realidad eran unos niños y se había dado cuenta que actuaban como tal, no sabía si el hechizo que los trasladó hasta esta época no estaba funcionando bien, o es que realmente querían disfrutar de esta segunda oportunidad. A veces quería preguntarles y otras sólo lo dejaba pasar, al verlos felices.
La visita a Hogwarts fue realmente interesante. Le dio el libro a Poppy, y estuvo encantada, lo primero que hizo fue irse a Gringotts a guardarlo a su cámara. Una vez que Minerva y él se quedaron solos, fueran al despacho del director a mirar el libro de registro. Y el dichoso libro había creado una nueva página para Harry, básicamente era igual a la de su nacimiento. Ponía su fecha de nacimiento, sus padres y abuelos, pero después había una línea del 15 de noviembre de 1987, que indicaba que Harry James Potter pasaba a tener un año menos y que su año de inicio a Hogwarts es 1992. Minerva y Sirius se miraron, el libro no podía ser más claro, indicaba cuando se había producido el "retroceso" y especificaba claramente cuando tenía que iniciar Hogwarts. Después del shock inicial, Minerva procedió a lanzar el hechizo al libro para que la página, como las anteriores, no fueran mostradas a Dumbledore.
Ya que estaban en el despacho del director, Sirius le preguntó a Minerva por lo objetos que tenía Dumbledore monitoreando a Harry, y si sabía si había alguno más monitoreando a otros. Minerva le comentó que los de Harry los sabía bien, como comentó el año pasado, cada vez que alguien mencionaba el nombre de Harry, Dumbledore siempre revisaba los mismos objetos de forma compulsiva. Con el resto de los objetos, no estaba segura.
Sirius lanzó un par de hechizos por toda la sala, y unos 11 objetos distribuidos por todo el despacho se iluminaron. Minerva señalo tres de ellos, los que correspondían a Harry. Descubrieron que, uno era para las barreras de Privet Drive, otro era para saber si hacía magia accidental y el tercero era una especie de localizador, sólo funcionaba para el que lanzaba la persona que realizaba el hechizo, pero era un localizador. Tras hablarlo con Minerva y evitar posibles problemas, Minerva trasformó tres objetos iguales y los sustituyeron, Sirius les lanzó hechizos y encantamientos para que Dumbledore no notara la sustitución. Sólo debían de preocuparse cuando Harry cumpliera los once años, y Dumbledore mirara realmente los objetos, mientras tanto darían el pego.
Después miraron los otros objetos, y descubrieron que Ginny también tenía tres y los mismos que Harry, esto les preocupo mucho pues llevaban un año juntos y en la mansión Potter, aunque bajo el fidelius. O Dumbledore lo sabía o Ginny no le preocupaba aún, por suerte los chicos Weasley estaban con ellos casi siempre, por lo que puede que por eso no le preocupara. Tomaron las mismas medidas, Minerva transformó los mismos objetos y Sirius los hechizó y encantó.
Otro de los objetos era para Ron, este sólo era de localización. Descubrieron que una tal Hermione Granger también tenía su propio objeto de localización. Pero lo que más indignó a Sirius es que tanto Remus, Peter como él tenían sus propios objetos de localización. Por lo que le contaron Narcissa, Ginny y Harry, en su futuro, él se escapó de Azkaban en busca de Peter. Y por lo que veía en ese despacho Dumbledore podría haberlo solucionado todo en unos minutos. Minerva al ver el enfado de Sirius le preguntó que le pasaba. Cuando le contó la historia de los del futuro y el tercer año de Harry, ahora la indignada era Minerva.
Cambiaron los cinco objetos restantes, no sabían bien quién era esa tal Hermione, pero a Sirius le sonaba el nombre y si Dumbledore la vigilaba, no era bueno para la chica. Sirius le dijo que se quedaría con todos los objetos por seguridad, y que el de Remus se lo llevaría con él a Estados Unidos. Con la magia de Dumbledore podría utilizarlo como rastreador.
El domingo por la mañana, preparó un baúl para el viaje y el resto del día lo paso con su hija, su ahijado y su familia. Iba aprovechar bien el tiempo con ellos antes de irse.
De vuelta a su habitación en el motel que se encontraba, abrió el baúl y sacó una bola de nieve de un diorama de un hombre mirando a la luna. Era el objeto que rescató del despacho de Dumbledore, mirando la bola de nieve no sabía que pensar del director. Si tenía un sentido de humor muy ácido o sutil. Apuntó con la varita a la bola de nieve y le lanzó un hechizo, apareciendo al instante una brújula encima de ella y apuntando a una dirección.
-. ¡Kingsley! – gritó Sirius
-. Dime – dijo entrando a la habitación que estaba Sirius
-. Este objeto es de Remus, le he lanzado un hechizo para encontrarlo. No nos dice dónde está, pero nos da una dirección a seguir
-. Bueno, eso nos ahorra un montón de sitios ¿y a dónde debemos de ir?
-. Según esto, al noroeste. ¿Tienes el mapa aquí?
-. Sí, un segundo – y miró en sus bolsillos, sacando un mapa de Estados Unidos y extendiéndolo en la mesa – Estamos aquí – y apuntó con la varita la ciudad de Washington – y si debemos movernos al noroeste deberíamos ir por esta zona – apuntó al mapa y la zona este del mapa se amplió
-. Lo más sencillo es que viajemos a las grandes ciudades – Kingsley asintió – allí lanzaré de nuevo el hechizo y seguimos desde ahí
-. Bien, pues nuestra próxima parada es Baltimore. Dame una hora, y arreglaré todo para ir allí. Mientras Wilson y tú, podéis ir recogiendo todo
Kingsley, fiel a su palabra lo había arreglado todo en una hora. Pero al ser un extranjero, no tenían permiso para poder trasladarse hasta el jueves. Podrían intentarlo hacerlo por medios muggles, pero ninguno tenía un carné de esos para conducir y Sirius sólo sabía montar en su moto. Esto era algo que iba a remediar, no podían estar parados tantos días por la burocracia y no poder moverse porque no podían desplazarse por medios muggles. Luego se enteraron de que había autobuses, pero cuando quisieron hacer una reserva para los tres llegaban más tarde que el traslador del ministerio. Este viaje era una mierda y llevaba sólo tres días allí.
Baltimore era una ciudad bonita, pero no tenían lo que querían, es decir a Remus. La bola de nieve seguía indicando que debían de ir al noreste. El problema era el MACUSA, en cuanto pisaron Baltimore y lanzaron el hechizo, Kingsley solicitó un traslador para Filadelfia, pero ahora les habían dicho que hasta el martes no podían ir. Esto ya era el colmo para Sirius, como sabía conducir una moto, se fue a preguntar que debía hacer para sacar el carné ese para conducir los coches y… no era como las motos. Tenía el orgullo un poco herido, la verdad. El examen que le hicieron de teoría fue fácil, las señales eran iguales en todos lados, eso lo pasó sin problemas. Pero no era lo mismo montar una moto, que además estaba ligeramente trucada, que conducir un coche. Lo de las marchas y esa palanca... aghh, y los pedales, ¿para qué tantos pedales? Pero algo que caracterizaba a Sirius es que no era tonto y también que era bastante cabezota, por lo que esto no se le iba a resistir. Practicó día y noche, el sábado, el domingo y el lunes. No era igual, desde luego, pero el haber montado en moto le estaba ayudando. Sabía cómo tomar las curvas suavemente, que marcha necesitaba el vehículo para cada situación en la carretera, etc. El martes por la mañana se hizo el examen y para sorpresa de Wilson, lo aprobó. Kingsley que había visto el esfuerzo de Sirius, no le sorprendió tanto que aprobara. Después de que obtuviera el famoso carné, se dirigieron a recoger el traslador. Su próxima parada Filadelfia.
Ya estaban allí, en Filadelfia. Por lo que siguieron el mismo protocolo. Bola de nieve, hechizo y… apuntaba al noroeste. Kingsley se fue a solicitar el traslador, esta vez se tendrían que ir a Nueva York, pero a los 5 minutos de irse, Sirius recibió una lechuza indicando que debía ir a la oficina donde estaba Kingsley.
-. ¿Por qué estoy aquí Kingsley? – preguntó Sirius
-. Al dar nuestros datos para el traslador, me han informado que tienen información para Sirius Black, y que debía comunicarse con un auror lo antes posible. Es lo único que me han dicho – le informó Kingsley
-. De acuerdo, ¿Dónde está el auror? – preguntó Sirius de nuevo
-. Aquí – dijo una voz femenina – Auror Stella Jackson – la voz correspondía a una mujer, que debía de ser un par de años más joven que Sirius, le llegaba a la altura de la barbilla con el pelo castaño que lo tenía recogido en una especie de moño bajo
-. Un placer, Sirius Black. Puedo saber ¿Qué información tiene para mí?
-. Me han pedido que, antes de nada, le ponga en contacto con un familiar suyo – miró unos papeles – Narcissa Black, su prima, hemos preparado una chimenea para que pueda comunicarse con ella. Una vez que hable con ella, tengo órdenes de informarle a usted y solo a usted. Luego ya decidirá qué hacer con la información. Si me sigue, por favor
-. Está bien – se giró a Kingsley – Vuelve al hotel con Wilson, ya me encargo del traslador y lo que haga falta
-. Nos vemos – y se despidió
Siguió a Stella Jackson hasta una habitación y vio cómo se acercaba a la chimenea, echaba los polvos flu y decía un nombre que no pudo escuchar. A los pocos minutos aparecía la cabeza de una mujer mayor por ella
-. Señora – dijo de forma muy respetuosa Stella – he traído al señor Black tal y como me lo pidieron, tal y como adivinaron estaban en la zona. Está aquí para hablar con su prima.
-. Gracias Stella, sabía que no me fallarías. Dile al joven Black que se acerque, mientras aviso a Cissi – que llamara a Narcissa por su apodo le sorprendió, pero no dejo que su cara lo mostrara
-. Señor Black, por favor, acérquese – Y eso hizo, se puso de rodillas al lado de Stella. Unos minutos después aparecieron las cabezas de Narcissa y de la señora mayor
-. ¡Sirius! – dijo Narcissa
-. ¡Cissi! ¿Qué está pasando?
-. ¿Te acuerdas de que envié una lechuza a Newt Scamander? – a lo que Sirius asintió – pues resulta que ellos no están nada contentos con Dumbledore, al igual que nosotros. Sirius, te presento a Tina Scamander, la esposa de Newt y ex auror del MACUSA. Nos va a ayudar a encontrar a Remus
-. ¿De verdad? Eso es estupendo, hemos perdido mucho tiempo, tanto que hasta me he podido sacar un carné de esos muggles para conducir automóviles
-. ¿En serio? – preguntó Narcissa – si llevas una semana allí
-. Soy así de bueno – a lo que Tina se rio, Narcissa suspiró exasperada y Stella le miró de forma interrogativa
-. Señor Black – comenzó Tina
-. Sirius, por favor – le interrumpió
-. Gracias. Sirius, ¿Qué es lo que habéis averiguado? – preguntó Tina
-. Por ahora poco, gracias al objeto que rescatamos – mejor decir rescatar, que robar – del despacho de Dumbledore, en el que tenía un hechizo de localización de Remus. Sabemos que está al noroeste del país. Por ahora nos estamos moviendo de ciudad grande a ciudad grande, para así acotar más rápido, por eso estaba Kingsley aquí hoy, para solicitar un traslador a Nueva York, era la ciudad grande que seguía.
-. Es un buen plan, la verdad – respondió Tina – pero creo que ahora Stella y yo podemos ayudar más – y se giró para mirar a Stella – cariño ¿qué información has podido obtener?
-. El señor Black no va mal en sus pesquisas – y le observó unos segundos – A todos los extranjeros que llegan al país, se les monitorea durante un año. Después de ese tiempo, si no han hecho nada delictivo, una vez al año se hace un reconocimiento por la última zona donde le teníamos localizado, para saber cómo ha ido su progreso o si se ha mudado
-. ¿No os fiais de los extranjeros? – preguntó Sirius
-. Por desgracia el MACUSA, tuvo problemas con algunos en el pasado, y no es algo que olviden – respondió Tina
-. ¿Aunque hayan pasado casi 50 años, tía? – le preguntó Stella
-. ¿Tía? – preguntó Narcissa
-. Sí, Stella es mi sobrina. La hija pequeña de mi hermana – y sonrió con cariño a Stella
-. En realidad, mi nombre es Stella Tina Kowalski. Pero siempre quise ser auror, y para que no me tacharan de favoritismo, decidí cambiarme el nombre. Mi padre lo comprendió, pero a mi madre le costó más aceptarlo. Para el MACUSA, soy Stella Jackson, y no tengo que ver nada con los Scamander, y por favor, quisiera que siguiera así.
-. No te preocupes, lo entendemos – respondió Sirius, a lo que Stella asintió
-. Por lo que pude ver del informe de Remus Lupin, estuvo un mes en la ciudad de Washington y después se mudó a Salem. Fue a Ilvermorny a solicitar un puesto de profesor, o profesor adjunto, pero no había plazas por lo que fue rechazado. De Salem, pasó a Boston, donde se quedó 5 meses, parece que como tutor particular para niños tanto muggles como mágicos. Antes de que pasara el año se volvió a mudar a Springfield del estado de Massachusetts – revisó los papeles de nuevo – Eso nos da noviembre del 82. En estos 6 años, los aurores le han perdido la pista varias veces, parece que se mueve por la zona entre Massachusetts y Connecticut, siempre haciendo el mismo trabajo, tutor y/o dando clases particulares a muggles y niños mágicos. Es una zona grande que cubrir
-. Pero ya tenemos un punto de partida – dijo Sirius
-. Stella ¿te quedas con ellos? – preguntó Tina
-. Sí, tía. He pedido las vacaciones que me debían, tengo un mes. No creo que necesitemos tanto tiempo, pero puedo aprovechar para visitaros y ver al pequeño Rolf
-. Nos encantaría, así puedes ver la casa en la que nos vamos a quedar – dijo Tina, se giró a Sirius – Sirius, te dejo en buenas manos. Con Stella no creo que tengas problemas con el MACUSA ahora, pero si os ponen algún problema o traba, ya sabes cómo contactar conmigo
-. Así lo haré, y gracias por todo – respondió Sirius. Y vio como Narcissa y Tina desaparecían
-. ¿Cuál es el plan señor Black? – preguntó Stella
-. Sirius, por favor – le dijo con una pequeña sonrisa
-. Señor Black, el plan – repitió
-. Muy bien, señorita Jackson. Usted conoce mejor la zona que yo, pero si tal y como sus informes indican Remus se mueve en dos estados. Ahí es donde debemos ir. Si va a unirse a nosotros, nos dividiremos en dos. Mis compañeros Kingsley, al que ya ha conocido, y Wilson, se irán a Boston. Esa zona, al ser aurores, nos es más familiar por Salem y el colegio. De todas formas, mientras estén ahí, les diré que también se saquen el dichoso carné muggle para conducir los coches
-. ¿Y nosotros? – preguntó Stella. Sirius sacó el mapa que tenía en el bolsillo de su chaqueta y lo miró brevemente.
-. Por lo que veo aquí, nuestra mejor opción de Connecticut es ir a Hartford. Y partir desde allí.
-. De acuerdo, dos trasladores. Venga conmigo y espere en el hall, mientras yo iré a preparar los trámites.
Salieron de la habitación, y Sirius se sentó en un banco a esperar. La verdad es que habían tenido mucha suerte, si todo iba bien pronto estaría en casa con Ginny y Harry, no iba que estar semanas dando vueltas como un tonto o peor, meses, después de la semana anterior, pensaba que iba a estar meses en este país.
En cuanto solucionaran esto, y recuperaran a Remus, quería saber la historia completa de los Scamander. Desde luego en Inglaterra tampoco se habían quedado de brazos cruzados.
-. Ya los tengo. Están programados los dos, para esta tarde a las 19 horas
-. ¿En serio? Qué rapidez, a nosotros nos han estado poniendo trabas y cada vez nos los daban más tarde
-. Bueno… sé por qué el MACUSA actúa así, pero no es algo en lo que esté a favor. De hecho, es algo que no apruebo para nada, hace que nuestro mundo cada vez sea más cerrado.
-. Estoy de acuerdo, en marcha señorita Jackson. Le presentaré al señor Wilson
-. He de hacer primero mi equipaje, dígame donde localizarlos, y nos encontraremos a las 17 horas, para ultimar cualquier cosa de la misión
Acababan de llegar a Hartford, por lo que Kingsley y Wilson deberían de haber llegado a Boston también. Tanto Stella como Sirius, fueron al hotel a dejar sus pertenencias y buscar algo para cenar, con la reunión antes del traslador no lo habían hecho. Una vez de nuevo en sus habitaciones, Sirius fue a por la ya conocida bola de nieve, y lanzó el hechizo, por primera vez cambió, apuntaba al norte y temblaba ligeramente. Eso quería decir que estaba cerca.
-. Estamos cerca – dijo emocionado – según esto está al norte de nuestra ubicación, pero estamos cerca, por fin a dado señales de que estamos ligeramente cerca de él
-. Me alegro de ello, le recomiendo entonces que mañana avise a sus compañeros para que no los tenga dando vueltas por la ciudad, y si es verdad que quiere que se saquen el carné de conducir, que aprovechen el tiempo para aprender allí.
-. Sí, ya lo había pensado. Ahora cualquier lechucería estará cerrada, pero voy a aprovechar para escribir las cartas. Le aconsejo que descanse señorita Jackson, mañana a primera hora me gustaría que alquilara un coche para que nos desplazáramos, el dinero lo pongo yo, pero creo que el trámite será menos complejo con usted, que conmigo
-. De acuerdo entonces, que descanse señor Black – y se retiró a su habitación
Sirius, sacó papel, tinta y pluma y escribió a sus compañeros con las noticias. Les instó a que se sacaran el carné, y que hicieran un poco de turismo. Cuando localizaran a Remus, se encontrarían de nuevo con ellos en Boston para poder organizar desde allí el traslador a casa.
-. Bueno… no es el descapotable de los años 50 con el que siempre soñé, pero es un coche – dijo Sirius, al ver bajar a Stella de un Ford Sierra, el coche de alquiler
-. Si quiere pasar desapercibido, lo mejor es un coche lo menos llamativo posible. Además, está aquí para buscar a una persona, no para hacer la ruta 66 – dijo Stella mientras alzaba una ceja. A Sirius esa ceja alzada, le estaba empezando a irritar. Optó por ignorarla
-. He bajado nuestras cosas, las pondré en el maletero – y así lo hizo. Sacó la bola de nieve del bolsillo – mientras conduzco, puede lanzar el hechizo
-. No se ofenda señor Black, me parece impresionante que se haya sacado el carné en una semana
-. En realidad, fueron cuatro días – interrumpió Sirius
-. ¿Qué? – preguntó
-. Aprobé el práctico, luego estuve tres días practicando y el cuarto me dieron el carné – contestó Sirius sin inmutarse
-. Mejor me lo pone, sólo ha conducido cuatro días, yo llevo conduciendo desde los 16 años, por lo que prefiero conducir yo y que usted se encargue del hechizo – Sirius la miró durante unos minutos y después alzó los hombros. Se metió en el asiento del copiloto y lanzó el hechizo. Stella, se metió en el asiento del conductor.
-. Sigue indicando al norte, y aún tiembla ligeramente – dijo simplemente Sirius
Llevaban una hora en el coche, no habían tenido en cuenta el tráfico local que era muy denso, por lo que avanzaban muy lentamente. Lo único bueno es que la bola de nieve a cada metro que avanzaban parece que vibraba un poco más.
-. ¿Podemos pararnos en algún lugar? La cena de ayer no fue muy abundante, y esta mañana sólo he tomado café, por lo que tengo bastante hambre – comentó Sirius
-. La verdad es que iba a sugerir lo mismo, en la siguiente salida buscaremos algún restaurante o bar de carretera para tomar algo – dijo Stella
-. Me parece perfecto – y se guardó la bola de cristal en el bolsillo
Tomaron la siguiente salida, y buscaron un sitio donde comer. No tardaron mucho en encontrarlo, tal y como había dicho Stella había un bar de carretera cerca de la salida. Cada uno pidió el especial de la casa, y unos cafés. Estaban disfrutando de la comida, caliente y abundante, pero en total silencio. Sirius no estaba acostumbrado a eso, con Ginny y con Harry siempre había cierto alboroto a su alrededor y la auror Stella Jackson, no tenía ningún interés en hablar con él
Desde luego no era hostil, era cordial, pero no quería hablar con él. Y eso le desconcertaba, sobre todo con el género femenino. En Hogwarts tanto él como James, siempre "disfrutaron" de compañía femenina, la mayoría por interés. Ser los herederos de grandes fortunas atrae a personas non gratas, es una de las razones por las que Lily y Gin los repudiaban al principio. Pero otras mujeres, se acercaban porque eran chicos de buen ver, no eran tontos y eran deportistas, Remus incluso en este apartado tenía su club de fans hasta que llegó Cissi. Y luego estaba las puristas de sangre que los repudiaban, no creía que Stella estuviera en esta categoría, sobre todo habiendo tenido esa breve comunicación con su tía, pero su aptitud le recordaba a esas puristas.
-. ¿Te caigo mal? – mejor agarrar el toro por los cuernos y saber que tenía Stella con él, o peor, contra él
-. ¿Perdón? – preguntó Stella con el tenedor a medio camino de su boca
-. He notado que no te caigo bien, me gustaría saber por qué, por si puedo ayudar a mejor la relación
-. No especialmente – dijo simplemente, y comió lo que tenía en el tenedor
-. Pero algo te molesta
-. Señor Black, cuando mi tía se puso en contacto conmigo, me pidió que recabara toda la información posible sobre Remus Lupin. Como le hice saber ayer, no fue difícil, es algo que el MACUSA controla bastante bien, también me comentó que debía darle esta información a un tal Sirius Black, que estaba en el país para buscarlo. Cuando mencionó su nombre, las alarmas en mi cabeza se dispararon, por lo que le busqué en nuestros archivos. Si bien el caso de su amigo me pareció interesante, que abandonara el país poco tiempo después de que murieran sus mejores amigos, el suyo me sorprendió más. Cómo abandonó a su ahijado, para ir tras una persona y matarlo tanto a él como a otros muggles y acabar en Azkaban
-. Eso no es lo que pasó – dijo Sirius siniestramente, muy enfadado
-. Eso es lo que decía el informe original, pero hace un año tuvo una actualización. Si bien es cierto que la persona a la porque fue, es la que traicionó a sus amigos y orquestó el escenario para que los testigos pensaran que le había matado, cuando en realidad estaba vivo y el mismo mató a los muggles, por desgracia la conclusión es la misma para mí. Prefirió la venganza hasta de cuidar a una pobre criatura, a la que acababan de herir y dejar huérfana.
-. Sigue sin ser lo que pasó – la voz de Sirius cada vez era más profunda
-. Ahhh, ¿no? Ilústreme
-. No, como veo que ya tiene una opinión sobre mí y ni siquiera me ha dado el veneficio de la duda, no tiene ese derecho. Si ya ha terminado, señorita Jackson, ¿podemos irnos? – se levantó y la dejo sola en la mesa
Ambos se montaron en el coche, sin decir nada. Sirius sacó la bola de nieve de su bolsillo y le señaló al norte. Notó que el temblor fue más fuerte. Volvieron a incorporarse a la interestatal, no llevaban ni cinco minutos, cuando Sirius gritó que saliera de ella.
-. ¿No podías avisar antes? – le gritó Stella
-. No, te he avisado justo cuando la señal ha cambiado. Esto cada vez vibra más
-. Está bien, pero el grito histérico te lo podías haber ahorrado
-. Nos lleva a la ciudad o pueblo ¿Dónde estamos?
-. Es un pueblo, se llama Enfield
-. Aparca donde puedas, seguiremos de pie. Esto está casi loco – le dijo Sirius. Stella aparcó en un centro comercial, que estaba como a mitad del pueblo. Y los dos salieron del coche – Bien, en esos expedientes tuyos, ¿venía una foto de Remus? – Stella asintió – Tus ves desde aquí al sur, y yo desde aquí al norte. En una hora nos volvemos a encontrar aquí con o sin Remus.
Los dos se giraron y se dieron la espalda y se fueron por sus caminos. Sirius iba mirando a la gente pasar, pero no estaba muy concentrado. Estaba cabreado, quién se creía esa… esa… esa Stella Jackson. Juzgarlo de esa manera, sino hubiera sido por Dumbledore. Merlín como odiaba a ese hombre, le había robado 6 años de la vida de Harry, peor, 6 años de la vida de su hija, su propia hija, todo por un sueño o premonición, o la mierda esa que tuvo. Siguió andando por las calles de Enfield. Y ahora, en un segundo puesto estaba Stella Jackson, es cierto, que ayer cuando la vio pensó que era atractiva, pero ahora mismo, sólo veía… no sabía que veía, pero le revolvía el estómago. Hablar así a la ligera de él, sin saber todos los hechos, ya había sido malo estar en Azkaban todos esos años sin ser juzgado, pero ahora, que una total desconocida le juzgue sólo de oídas, le revolvía el estómago. La dichosa bola de nieve no paraba de vibrar, y más que aliviarlo le estaba poniendo de los nervios. Entre su ansiedad por encontrar por fin a Remus y el cabreo que tenía con Dumbledore y la dichosa Stella, ya no sabía por dónde iba.
Stella caminaba tranquila por las calles de Enfield, buscando la cara del señor Remus Lupin. La actitud de Sirius Black le había confundido, sólo había expresado su opinión, no hacía falta enfadarse así. Cuando su primo Michael murió, y el pobre Rolf se quedó huérfano, un instinto maternal se apoderó de ella y habló con su familia para pedir la custodia, pero su tía le dijo que ella y el tío Newt se encargarían de Rolf. No es que no pensaran que no pudiera, pero era una mujer soltera y con su trabajo como auror, el pobre chico iba a estar mucho tiempo solo. Y aunque lo entendía y lo comprendía muy bien, en el fondo le devastó. Michael y ella, habían sido muy cercanos siempre, y cuando tuvo a Rolf, fue como tener el hijo que sabía que nunca iba a tener, la llamaba tía Ste de forma cariñosa, adoraba a ese niño. Por eso no comprendía como alguien podía dejar a un bebé solo en una casa, por mucho que quisiera vengar la muerte de sus mejores amigos. Siguió caminando un poco más, mirando a los caballeros que pasaban cerca de ella, cuando vio que, de una casa, salían un par de chicos de uno años corriendo al parque que tenían enfrente para jugar. Miró su reloj, eran las 12 del mediodía, debían de haber terminado de comer o estaban a punto de hacerlo. Levantó la vista del reloj, y vio a un caballero salir de la misma casa de la que habían salido los chicos y despedirse de una mujer en la puerta, girarse y dirigirse en la dirección donde estaba Stella. Cuando estuvo a su altura lo supo
-. ¿Señor Lupin?, ¿Señor Remus Lupin? – preguntó Stella
-. Si
Hola a todo el mundo
Quiero dar las gracias a todos los que leen el fic. Pero agradecería enormemente un review, sobre todo para saber si lo estoy haciendo bien, si os interesa la historia, qué esperáis de la historia, etc.
Espero que lo disfrutéis, nos vemos la semana que viene
