Toji andaba saltando de un árbol a otro; él sabía que su misión era matar a aquella chica y darle fin a su vida, pues para eso le iban a pagar. Toji sabía que algo raro estaba pasando; esto era lo que pensaba en su mente mientras meditaba varias opciones. Estaba entre si matarla o no matarla, o si la mataba y le sacaba provecho o un beneficio a esta chica. Claro, él no se refería a lo sexual; tener sexo o no tener sexo le daba igual. Después de todo, esa actividad placentera o de diversión para muchas personas no le interesaba a él. Claro, si una mujer lo escuchara, se quedaría con la boca abierta; después de todo, un hombre que no le guste el sexo sería algo imposible. Toji volvió a negar con la cabeza; se volvió a perder en sus pensamientos, algo que empezó a hacerse más frecuente.
Toji paró en seco y le dijo a la chica: "¿Por qué te mueves tanto? ¿Acaso tienes pulgas o te pica el cuerpo? ¡Diablos! A este paso, me voy a enojar y te voy a matar." La chica le dijo que la bajara porque se le hacía incómodo cómo la cargaba. Toji le respondió: "¿En serio? No me digas que quieres que te cargue como una princesa, como en esos cuentos de hadas." La chica iba a decir algo, pero Toji la interrumpió: "No, no, no. A mí me pagaron para matarte; no me pagaron para seguir tus órdenes."
Entonces la chica le preguntó: "Entonces, ¿por qué no me mataste?" Le dijo Jeanne al Fushiguro. El hombre la miró y le respondió: "No te maté porque siento que puedo sacar un beneficio de ti." Jeanne abrió los ojos, mientras hacía movimientos bruscos para poder zafarse del agarre de Toji, pensando que aquel hombre la iba a violar. El Fushiguro la vio de reojo, ya un poco fastidiado por el comportamiento de esa mujer, y le dijo: "No te voy a violar; ¿por qué violaría a una mujer como tú? No tienes nada que me llame la atención; eres como cualquier mujer más, no marcas la diferencia." Los ojos de la chica se abrieron mientras empezaba a enojarse; ¿acaso este hombre no le veía nada atractivo? Ella lo encontraba sexy. La chica se enojó; este hombre le estaba diciendo estas cosas y la había ofendido bastante.
En ese momento, Toji siguió hablando; hizo un comentario que derramó la última gota del vaso. El comentario fue: "Para ser una mujer, no tienes nada de delicada. Peleas como si te importara más la guerra que cualquier otra cosa." Jeanne lo miró fijamente, con una chispa de furia en sus ojos: "¿Crees que importa cómo debería verme o actuar? Peleo porque es mi deber, no para cumplir tus expectativas. Si eso te molesta, entonces no eres tan fuerte como dices." Toji soltó una risa burlona: "Para ser una monja o una seguidora de Dios, hablas mucho." Y dijo: "Vaya, vaya, vaya. No te tomes las cosas tan a pecho. Solo te estoy diciendo que no actúas como una mujer común. ¿Acaso eso te molesta? Si te va a dar problemas, mejor deberías aprender a encajar en el rol."
Entonces Jeanne empezó a temblarle la ceja y dijo: "¿Encajar en un rol? ¡No necesito tus consejos, Toji! Eres un idiota si crees que voy a renunciar a quien soy solo para hacerte sentir más cómodo." Entonces Toji sonrió y le dijo en un tono algo fuera de lo normal: "Vaya, alguien se puso a la defensiva. Tal vez deberías dejar de actuar como si tuvieras algo que demostrar y aceptar que el mundo no cambia solo porque tú lo quieras. Las cosas son así, y tú no eres la excepción."
Entonces Jeanne le contestó de una forma más enojada: "¡Eres un arrogante! No voy a dejar que tu perspectiva estrecha me defina. Lucho por lo que creo y no necesito tu aprobación. Así que guarda tus comentarios y aprende a respetar a quienes no se rinden." Toji soltó una carcajada y le dijo: "¿Y qué vas a hacer al respecto? Gritar más fuerte no cambiará que la mayoría solo ve en ti una guerrera y no una santa. La verdad duele, pero es mejor que te enfrentes a ello si quieres sobrevivir en este mundo." Entonces Jeanne le contestó, ya algo enojada: "¡Tu verdad no es la mía, Toji! Te crees muy sabio, pero solo demuestras tu propia inseguridad. No necesito que la gente me valide; sé quién soy y lucharé por mis creencias, sin importar lo que pienses. ¡Así que guarda tu 'verdad' para alguien a quien le importe!"
Toji soltó una risa seca y le dijo: "Mira, Jeanne, el mundo no tiene tiempo para tus ideales. La gente te ve como una guerrera porque eso es lo que eres. No..."
—No puedes esperar que cambien su forma de pensar solo porque tú lo desees. Este es un lugar donde la fuerza lo es todo, y si no lo entiendes, estás condenada a perderte en tus ilusiones.
Mientras Toji pensaba en todas las veces que fue maltratado por el clan Zenin por ser un "débil de mierda" y por no nacer con energía maldita, se sentía como una puta aberración. Recordó cada momento en que fue menospreciado por ese clan, donde destruyeron sus sueños y metas. Tuvo una vida de mierda. Eso le dijo a Jeanne por experiencia; cuando tuvo la fuerza necesaria, ese clan de bastardos empezó a temerle.
Una voz se hizo escuchar, y aquella voz rompió la línea de pensamientos de Toji. Provenía de los labios de Jeanne. Toji la miró de reojo y en ese momento, Jeanne le dijo: —¡Qué arrogante eres! ¿Acaso crees que tu visión del mundo es la única que importa? No voy a dejar que tus palabras me hundan. La fuerza no lo es todo; hay algo más grande en juego aquí, y si no lo ves, eres el que está verdaderamente perdido. No me digas qué hacer o cómo pensar.
El tiempo pasó y un silencio incómodo se hizo presente, hasta que Toji lo rompió como si fuera un cuchillo cortando mantequilla. Toji dijo: —Mira, Jeanne, es lindo soñar con un mundo diferente, pero la realidad es que la gente no lucha por ideales. Los fuertes sobreviven y los débiles quedan atrás. He visto a familias destrozadas, amigos caer, todo por seguir sus ilusiones. En esta guerra, la bondad no tiene lugar. Te puedes aferrar a tus principios, pero al final, te darás cuenta de que el mundo te tragará si no te adaptas. Pregúntate: ¿quién recuerda a los que murieron por un ideal? Solo aquellos que tenían el poder se quedan en la historia. La verdad es que las palabras no salvan vidas, y el respeto se gana con fuerza, no con sueños.
Entonces Jeanne habló: —Tal vez tengas razón en que el mundo es cruel, pero eso no significa que deba dejar de luchar por lo que creo. Si la historia solo recuerda a los fuertes, entonces tengo que hacer que me recuerden. No me rendiré ni abandonaré mis principios solo porque la vida sea dura. La verdadera fortaleza no está solo en el poder físico, sino en mantenerse firme en la batalla por un futuro mejor.
Toji quería coger sus oídos y arrancárselos; no quería oír lo que decía Jeanne. No solo eso; quería estrellar su cabeza contra un tronco para evitar escuchar las estúpidas ideas de la chica. Ya eran ideales muy estúpidos; ella no sabía lo que estaba diciendo. Las palabras que dijo le dieron a entender que ella creía en un mundo mucho mejor o en una fantasía. Entonces Toji decidió hablar: —Esa es la ilusión que te has creado, Jeanne. No es suficiente con luchar; la lucha sin fuerza es un grito en la oscuridad. He visto a muchos como tú, con grandes ideales, caer ante la realidad. La última vez que una "heroína" se levantó con ese discurso, fue masacrada en el campo de batalla, dejando atrás solo recuerdos tristes y cenizas. Su valentía no la salvó, y la historia no la recuerda porque sus sueños no la protegieron. ¿Quieres ser recordada? Entonces demuestra que eres más que palabras y una espada. Este mundo no se inclina ante la nobleza; se inclina ante la fuerza. Así que, ¿cuánto tiempo más piensas seguir con esta lucha ciega? Cuando el polvo se asiente, solo quedarán los que realmente pueden tomar lo que quieren. Si no puedes hacerlo, al final solo serás otra víctima más, olvidada por todos.
Un profundo silencio se hizo presente en ese lugar. Toji miró a Jeanne para ver si iba a refutar lo que dijo. Se quedó un rato más mirando a Jeanne para ver su reacción y vio cómo la chica bajaba más la cabeza sin decir nada. Toji, satisfecho, iba a seguir con su camino, pero entonces se vio obligado a lanzar a la Santa de Orleans hacia arriba mientras esquivaba dos flechas. La primera la esquivó; la segunda la agarró con su brazo y la partió por la mitad.
Toji estiró sus brazos hacia adelante justo a tiempo cuando la Santa de Orleans cayó en sus brazos fuertes. Miró hacia varios lados, buscando de dónde venían las flechas. Toji saltó hacia atrás y vio cómo una espada partió la rama donde estaba parado. Miró más a fondo y vio cómo no solo partió la rama, sino que destruyó todo el árbol completo.
En el momento en que Toji cayó al suelo, tuvo que volver a saltar para poder esquivar otro ataque que fue un espadazo. Apegó más a su pecho a Jeanne mientras le decía que ni se acomodara tanto, que después de esto la volvería a cargar como si fuera un saco de papas. La Santa se aferró más a su pecho mientras Toji se movía para evadir los ataques, hasta que finalmente cesaron. Dirigió su mirada hacia arriba para poder ver bien a las tres personas que se alzaban.
Pudo divisar a una de las tres chicas. Una de ellas vestía un traje que combinaba elementos de guerrera y sensualidad. Generalmente, usaba una armadura negra y ajustada que resaltaba su figura. Este traje a menudo incluía detalles en morado o rojo, lo que acentuaba su aspecto amenazante.
Capa: Solía llevar una capa o mantón que fluía, dándole un aire majestuoso y que podía incluir detalles como bordados o patrones complejos.
Accesorios: Podía estar adornada con joyas o elementos que reforzaran su diseño, como cinturones o brazales ornamentados.
Armas: A menudo se la veía con una lanza o algún otro tipo de arma que reflejaba su naturaleza guerrera.
Color y Estilo: Su paleta de colores tendía a ser oscura, lo que añadía a su mística y aura amenazante. El contraste con colores más brillantes en algunos detalles ayudaba a resaltar su diseño.
Cabello y rostro: Su cabello era generalmente oscuro y podía estar estructurado de manera que combinara con el estilo de su atuendo. Su expresión a menudo evocaba determinación y fuerza.
Toji miró a aquella chica mientras ella lo apuntaba con su arco. Luego se giró hacia la derecha y vio a la chica que estaba en medio, que llevaba un vestido de estilo gótico que combinaba elementos de armadura con un diseño elegante. Su atuendo predominante era de color negro, con detalles en rojo que le daban un aspecto amenazante.
Parte superior del vestido: Suele ser ajustada, con un corsé que realza su figura. La falda a menudo es voluminosa y presenta múltiples capas, dándole un aire dramático.
Capa: A menudo, llevaba una capa larga que fluía detrás de ella, generalmente de color negro con interior rojo, lo que reforzaba su estilo oscuro y siniestro.
Cabello: Su cabello era de color blanco plateado, largo y lacio, que a menudo caía libremente sobre sus hombros. Algunas versiones podían mostrarla con coletas o trenzas.
Armas: Jeanne Alter empuñaba una lanza o una espada, que a menudo tenía un diseño ornamentado y oscuro. Esta arma reflejaba su poder y su rol como guerrera formidable.
Rasgos Faciales: Su expresión tendía a ser desafiante, a veces con un toque de malicia o desdén, mostrando un lado más oscuro y agresivo. Sus ojos podían tener un brillo intenso que reflejaba su naturaleza combativa.
La mujer, envuelta en un atuendo de un negro profundo con detalles en plateado que destellan a la luz, proyectaba una presencia imponente. Su vestimenta estaba compuesta por una mezcla de telas suaves y armaduras robustas, dando una sensación de equilibrio entre fuerza y elegancia. La capa oscura que fluía detrás de ella añadía un aire de majestuosidad y amenaza, mientras sus guantes largos y botas altas completaban su imagen de guerrera implacable.
En una mano sostenía su espada, una versión oscura y poderosa de Excalibur, que parecía pulsar con una energía contenida. Su cabello, de un blanco plateado brillante, caía en contraste con su vestimenta oscura, y en su rostro se dibujaba una expresión seria y fría, con una mirada desafiante que mostraba su determinación inquebrantable. Los detalles metálicos, como las cadenas y algunos adornos en su atuendo, reforzaban su aura siniestra, subrayando su identidad como una figura de fuerza y misterio.
Entonces, la peli blanca lo miró con una pizca de interés... y algo más. Sus ojos reflejaban un ligero destello de lujuria mientras lo escaneaba de arriba abajo. No podía evitar notar lo atractivo que era aquel hombre, con su cuerpo fuerte y marcado. Sus músculos, en especial los brazos, llamaron su atención. "Cuarenta y Cinco, tal vez," calculó en voz baja, mientras se relamía los labios. "Diablos, es... sexy."
Entonces, Toji las miró a las tres chicas y dijo: "¡Santa mierda!" Jeanne frunció el ceño, pensando que la habían insultado, y le pegó un codazo. Aunque no le afectó, era su manera de hacer notar su presencia. Toji bajó la mirada y la vio con los ojos en blanco, y dijo: "Es sin ofender". Luego, miró a Jeanne y le dijo: "Párate, que nuestro viaje llegó hasta aquí". Jeanne frunció el ceño y le respondió: "Será tu viaje; tú me secuestraste".
Toji le dijo: "Era eso o que te matara, y ahora que lo pienso, creo que fue mejor opción haberte asesinado a ti junto a esa chica rubia". Lo dijo en un tono seco, mientras Jeanne lo miraba con incredulidad. Toji la bajó de sus brazos y le dijo que no estorbara, que se quedara quieta y que evitara morir. Jeanne lo miró un momento, pero su atención se cortó cuando tres flechas fueron hacia Toji.
El Fushiguro evadió las dos flechas mientras atrapaba la otra y la partía por la mitad, mirando a la arquera. Entonces, hubo un silencio hasta que la batalla comenzó.
En un lado del campo de batalla, se encontraban tres de las Servants más temidas: Jeanne Alter, Artoria Alter y Atalanta Alter. Su determinación brillaba en sus ojos, listas para demostrar su poder y trabajo en equipo. Jeanne, con su armadura oscura y su espada, era la líder natural del grupo, una fuerza de voluntad imparable. A su lado, Artoria Alter, el rey traicionado, empuñaba Excalibur con una mirada de resolución. Atalanta Alter, la cazadora sigilosa, se mantenía al acecho, observando cada movimiento a su alrededor.
En el otro extremo del bosque, Toji Fushiguro estaba preparado para enfrentarse a sus oponentes. Con una calma inquebrantable, sostenía su "Lanza del Cielo Invertida", una herramienta que le confería un poder devastador. A su lado, portaba la "Katana de Alma Dividida", lista para desatar un ataque rápido y mortífero. Además, contaba con sus cadenas y armas de fuego, un arsenal que lo convertía en un adversario formidable.
El aire vibraba con tensión mientras ambos equipos se observaban, cada uno evaluando al otro. "No vamos a dejar que esto termine sin un buen espectáculo", declaró Jeanne, su voz resonando con autoridad.
Toji, con una sonrisa desafiante, respondió: "No me subestimen. He aprendido de mis batallas pasadas. Hoy no seré un blanco fácil".
Artoria, al ver la determinación en los ojos de su oponente, se preparó. "¿Listos?" preguntó, y al recibir asentimientos de sus compañeras, desató un poderoso grito. "¡Que comience la batalla!"
Con esas palabras, la acción estalló. Jeanne se lanzó al ataque, su espada brillando con una oscura luz, mientras Toji contrarrestaba con su lanza, el choque de metales resonando en el bosque. Atalanta, moviéndose con rapidez, se situó en una posición estratégica, buscando el momento adecuado para lanzar sus flechas.
Toji, consciente de la agilidad de Atalanta, decidió mantener la ofensiva. "¡Nube del Cielo Itinerante!" gritó, invocando una serie de ataques aéreos. Las ráfagas de viento se desataron, dirigiéndose hacia las Servants, pero Jeanne levantó su espada, creando un escudo de sombras que desvió la mayoría de los ataques.
"¡Ahora, Artoria!" exclamó Jeanne, mientras se preparaba para un contraataque. Artoria, entendiendo la señal, lanzó un rayo de energía desde su espada, apuntando hacia Toji, quien se movió con agilidad, esquivando el ataque.
"¡No creas que me atraparán tan fácilmente!" gritó Toji, mientras se movía hacia el flanco de Artoria, utilizando su "Katana de Alma Dividida" para intentar un ataque directo. La espada de Artoria chocó con la katana, creando chispas que iluminaban el oscuro bosque.
Atalanta, viendo la oportunidad, lanzó varias flechas encantadas hacia Toji, quien se vio obligado a retroceder. Con un movimiento ágil, usó sus cadenas para atrapar las flechas, desactivándolas en el aire. "¡Eres rápida, pero no lo suficiente!" se burló, mientras continuaba atacando.
Jeanne, viendo que sus compañeras estaban ocupadas, decidió actuar. "¡Ahora es mi turno!" exclamó, avanzando hacia Toji. Con un giro poderoso, lanzó una ola de energía oscura que se arremolinó alrededor de él, tratando de atraparlo. Pero Toji, con una rápida maniobra, se zambulló bajo el ataque, manteniendo la calma.
"¡Lanza del Cielo Invertida!" gritó Toji, lanzando su arma hacia Jeanne. La lanza surcó el aire, pero Jeanne, en un acto de pura intuición, levantó su espada en un movimiento defensivo, deteniendo la lanza justo a tiempo.
"Impresionante, pero no es suficiente", respondió Jeanne, empujando la lanza hacia atrás, intentando ganar terreno. Mientras tanto, Artoria, viendo a su compañera en peligro, se unió al ataque. Ambas Servants, combinando su poder, atacaron con una serie de golpes coordinados.
Toji, aunque en desventaja numérica, no se dejó intimidar. Utilizando su agilidad, se movió entre los ataques, golpeando con precisión y evitando los cortes de sus oponentes. Las Servants, impresionadas por su habilidad, sabían que tendrían que intensificar su esfuerzo.
Toji paró en seco; no sabía por qué, pero no lo estaban atacando. Ni siquiera las conocía. Había dos opciones: o la chica de pelo blanco era su hermana, ya que eran muy parecidas, por no decir iguales.
Parecían gemelas. Toji se giró para ver a Jeanne, quien también estaba sorprendida. "Mierda, odio a ese niño", dijo. "Le pido información y no me da lo que quiero." Se tranquilizó y continuó: "Cuando esto termine, de verdad le voy a patear el trasero y lo voy a mandar al diablo. Era el mejor chambeador, pero hasta para chambear necesitas información para poder hacer bien tu trabajo." Pensó que la estaba secuestrando cuando él estaba pensando en otras cosas. "Mierda", murmuró. Se vio obligado a centrarse en los ataques para evitar morir. Toji Fushiguro no iba a morir; se rehusaba a morir. Pensó: "Primero acabar con la rubia, luego con la peli blanca, y al final con la arquera."
Toji utilizó sus cadenas para crear una barrera alrededor de sí mismo. Las Servants chocaron contra la barrera, pero Toji, con una risa desafiante, contraatacó. "¡Nube del Cielo Itinerante!" invocó, desatando una serie de ataques aéreos que cayeron sobre el campo de batalla como una tormenta.
Jeanne y Artoria, luchando contra los ataques, decidieron unir sus fuerzas. "¡Vamos, Jeanne!" exclamó Artoria. "¡Luchemos juntas!"
"¡Con gusto!" respondió Jeanne. Ambas Servants concentraron su energía y lanzaron un ataque combinado. Una onda de luz oscura y brillante surcó el aire, arremetiendo contra Toji. "¡Esto terminará aquí!" gritaron al unísono.
Toji, sintiendo la fuerza del ataque, no tuvo más remedio que usar su "Katana de Alma Dividida" para contrarrestar. En el último segundo, dividió la katana en dos y utilizó ambas partes para desviar la ola de energía. El impacto fue devastador, pero su estrategia funcionó, aunque le costó un gran esfuerzo.
El bosque resonó con el estruendo del choque, las vibraciones viajando a lo largo de las ramas. Mientras la batalla continuaba, cada combatiente estaba al borde del agotamiento. Jeanne, Artoria y Atalanta comenzaron a coordinar sus movimientos, utilizando sus habilidades de manera estratégica.
"¡Atalanta, cúbrenos!" ordenó Jeanne, mientras se preparaba para un ataque más fuerte. Atalanta, viendo que sus compañeras necesitaban apoyo, lanzó una lluvia de flechas, pero Toji estaba preparado. Con un giro rápido, utilizó sus cadenas para desviar las flechas, cada una rebotando en un ángulo diferente.
"¡Esto es solo un juego para mí!" se rió Toji, mientras continuaba moviéndose con agilidad. Su resistencia lo mantenía en pie, pero no podía ignorar la fuerza combinada de sus oponentes.
En un momento crucial, Jeanne se lanzó hacia Toji, quien, sorprendido, intentó contraatacar con su lanza. Pero Artoria, al ver la oportunidad, se interpuso, bloqueando el ataque y permitiendo que Jeanne se acercara.
En medio del caos, el bosque se convirtió en un campo de batalla. Las hojas caían, y la tierra temblaba bajo la presión de la lucha. Jeanne y Artoria finalmente unieron sus fuerzas para lanzar un ataque devastador, mientras Atalanta se posicionaba para apoyar con su agilidad.
"¡Todo o nada!" gritaron las Servants, y con un poderoso grito, desataron un ataque final combinado hacia Toji. El aire se llenó de energía, y el bosque brilló con un destello de luz.
Toji, sintiendo la intensidad del ataque, se preparó para recibir el impacto. Con una concentración absoluta, levantó su lanza y utilizó su "Lanza del Cielo Invertida" para intentar desviar la fuerza de su ataque. "¡No me detendré aquí!" gritó con todas sus fuerzas.
La colisión fue monumental. La luz y la oscuridad chocaron, creando una explosión de energía que resonó en todo el bosque. Todo quedó en silencio, y la tierra tembló bajo el impacto. Cuando la nube de polvo se disipó, los cuatro combatientes estaban de pie, exhaustos pero intactos. El bosque había cambiado, marcado por la batalla, pero la determinación y el respeto entre los oponentes eran palpables.
Toji no tardó en actuar; con un fuerte puñetazo, envió a volar a la rubia mientras esquivaba a la chica que empuñaba la lanza del cielo invertida. La arquera lanzó más flechas, pero Toji se dio cuenta de dónde venían. "Te tengo, niña," murmuró. Iba a atacar con la lanza del cielo invertida, pero en el rostro de Toji se dibujó una expresión que presagiaba que le partiría el rostro. Sin embargo, canceló el ataque en el último momento, dejando a la rubia aturdida. Aprovechó la oportunidad para darle una patada y enviarla volando.
Toji sonrió, satisfecho. "Una menos." Con un salto, se lanzó hacia la arquera. Ella abrió los ojos desmesuradamente al ver a Toji frente a ella. En un solo movimiento, él hizo que le volara el arco, mirándola con un aire de superioridad. Luego, con un movimiento rápido, la noqueó y dio otro salto en busca de la peli blanca.
Cuando la vio, ambos se encontraron en un tenso duelo. Ella lo observaba con lujuria; no era para menos, su camisa estaba rota. Comenzaron a pelear. Toji, esquivando los ataques y redirigiéndolos hacia otros lados, se rió mientras la peli blanca intentaba contraatacar. En un momento, Toji hizo una barrida y la hizo caer. Apuntó la lanza del cielo invertida hacia su cabeza y le preguntó: "¿Qué decías?"
"Es casi imposible. ¿Cómo te recuperaste? ¿Y por qué no nos mataste?" preguntó ella, sorprendida.
Toji respondió: "¿Qué te puedo decir? Cuando chambeas mucho, tienes bastante experiencia. Y sobre no nos asesinaste... no sé, me aburro. Además, ya maté a una chica antes y mis armas se manchan. ¿Crees que limpiar las armas es fácil?"
El momento se rompió cuando Toji dijo que ya se iba. La peli blanca le preguntó: "¿Cómo nos derrotaste?"
"Niña, soy indetectable. Y al estar de noche, tengo más ventajas. Bueno, el resto lo tienes que resolver y usa tu pequeño y frágil cerebro," dijo Toji, dando unos pasos más adelante. Al ver a Jeanne, se detuvo en seco. En todo el lugar se escuchó un cuerpo caer.
