Días después pudo por fin ir a visitar a su madre en el santuario, tenía mucho que hablar con ella, y la tranquilidad del santuario le daría un mejor lugar para meditar y dejar fluir sus poderes que también le estaban cobrando factura por la sobrecarga al no utilizarlos como solía hacerlo años atrás.

El estrés estaba sacándole factura puesto que desde su regreso de esta última expedición había tenido muchas asociaciones de historia llamando a su oficina pidiendo que le dejaran ver e incluso estudiar a su espécimen momificado.

Ella no necesitaba experimentar con él porque conocía su especie y sabía su identidad, ¿Cómo podría olvidar al viejo sapo malhumorado?

¿Qué le iba a decir al mundo respecto a ese descubrimiento?

"Este es Jaken, un leal sirviente de Sesshomaru el demonio más poderoso jamás visto" No sonaba para nada creíble ni en su cabeza y mucho menos para los demás, ¿Cómo había obtenido esa información? Jamás podría comprobarlo, pero quizá platicar con su madre le daría algunas ideas, ella siempre tenía una solución.