Capítulo 36
— ¿Seguro que estarás bien ahí? —la pregunta de Edward a través del aparato telefónico me hizo rodar los ojos.
— Estoy con tus padres... si no confías en ellos, no sé en quien lo harás —protesté.
Edward rio quedamente y después suspiró.
— Espero que mi padre hable con Jasper y él entienda —musitó—, no puedo creer que esa arpía te dijese todo eso...
— Solo han sido palabras... —le resté importancia.
— Y me alegro de que mi padre estuviese ahí para escucharla y poder actuar en consecuencia —continuó hablando como si no hubiese dicho nada—, si hubiese sido yo, no sé cómo habría actuado...
Dejé escapar una risita y después nos quedamos en un cómo silencio.
— Me hubiese gustado que estuvieses aquí... —susurré bajando la mirada a mis pies.
— Y a mí haber estado ahí... estar contigo— contestó—. ¿En qué habitación te han instalado mis padres?
— No lo sé realmente —sentí que enrojecía con la confesión—, creo que es la que está al fondo del pasillo a la derecha, justo al lado del baño. Está pintada de morado suave y tiene las cortinas blancas.
Edward dejó escapar una risita y sonreí en el acto solo con escucharlo.
— Es la que está al lado de la mía, bueno... de la que era mía. Compartiremos baño —añadió con diversión.
— ¿Cuándo volverás?
— Hace solo cuatro días que me he ido —contestó riendo—, pero también te echo de menos... te amo princesa.
— Y yo a ti... —susurré.
— ¡Bella! —escuché la voz de Carlisle llamándome desde el pasillo.
— Tengo que colgar, tu padre me busca, te amo —colgué la llamada y salí al pasillo, cerré la puerta a mi espalda y apoyé la espalda en ella—. Estoy aquí...
— Ah, genial... —sonrió— ¿Puedes venir conmigo a la biblioteca? Esme y yo queremos hablar contigo.
Lo seguí a lo largo del pasillo y bajamos al piso inferior, después nos encaminamos por el pasillo que recordaba que llevaba al estudio donde Edward tenía su piano y, finalmente, nos detuvimos en la puerta al lado de este. Carlisle la abrió para mí y me invitó a entrar, al hacerlo me encontré en un despacho con las paredes completamente revestidas de madera y con algunas estanterías repletas de libros. También había cuadros con pinturas de colores cálidos y relajantes, y unas gruesas cortinas ocultaban parcialmente la estancia. En el centro, una gran mesa de haya presidía la estancia, frente a ella dos sillas, una ocupada por Esme que me sonrió en cuanto me vio, y al otro lado de la mesa un sillón ejecutivo de cuero negro.
— ¿Te has instalado ya? —preguntó Esme señalando la silla a su lado.
Me senté y Carlisle se apoyó en la mesa al lado de su esposa.
— Sí, es una habitación preciosa, muchísimas gracias —musité.
— No tienes nada que agradecer —Esme palmeó mi mano cariñosamente y sonrió haciendo que en sus mejillas se formasen dos hoyuelos similares a los de Emmett—, estamos encantados de tenerte aquí. Edward ya no vive con nosotros y Emmett... bueno, pasa más tiempo fuera que en casa, como puedes comprobar.
Sonreí al recordar a Emmett y a su viaje sorpresa con Rosalie a Las Vegas.
— ¿Te lo has pasado bien anoche? —la pregunta de Carlisle me hizo sonreír más todavía.
— Por supuesto, Tanya es genial. Fuimos a cenar, después al cine y me quedé a dormir en su casa. No me había dado cuenta de que necesitaba una noche así para relajarme y olvidarme de todo un poco —torcí el gesto mientras hablaba.
— Me alegro mucho cariño... tienes que disfrutar de tus dieciséis años tal y como debe ser —añadió Esme con voz dulce.
— Verás Bella... —Carlisle carraspeó y se recolocó mejor sobre la mesa— ha estado hablando con Jasper esta mañana, él ahora iba a hablar con María y me dijo que después quería hacerlo contigo.
Me removí en la silla y comencé a juguetear nerviosamente con un mechón de mi cabello enrollándolo en uno de mis dedos.
— ¿Quiere hablar conmigo? —pregunté con voz temblorosa.
— Tranquila... —Carlisle se inclinó hacia delante y puso una mano en mi hombro— le he explicado exactamente como han sido las cosas y sabe que no ha sido tu culpa. Solo quiere hablar contigo...
— Pero...
— Antes de que hables con él, queríamos decirte algo —me interrumpió Esme—. Aquí eres bienvenida el tiempo que necesites. Si quieres pasar una temporada con nosotros mientras esperas a que las cosas se relajen en casa de Jasper, estaremos encantados de dejar que lo hagas.
— Le dije a Carlisle ayer que no era necesario, ya estoy acostumbrada a vivir con María y no quiero molestar... —añadí.
— No molestas cariño, todo lo contrario —dijo Esme con dulzura—, nos encantará tenerte aquí, sobre todo a mí. Carlisle se pasa horas en el bufete, Edward y Emmett parece que se han olvidado de que tienen unos padres y las niñas de Kate ahora están en el colegio casi todo el día.
— Esme te adora, le harás un desprecio si no te quedas —dijo Carlisle en esa ocasión, guiñándole un ojo su esposa con complicidad—. Solo quédate unos días hasta que María esté un poco más en su lugar, Jasper tendrá que lidiar con ella y no creo que la convivencia con ambos sea fácil durante unos días.
— Solo unos días —sentencié rindiéndome.
— Los que tú quieras... —dijeron casi a coro.
El timbre de la puerta nos interrumpió y Carlisle salió de su despacho hacia allí, Esme se quedó a mi lado y acarició mi cabello en un gesto maternal que me incomodó un poco, pero intenté sonreír para que no se sintiese mal por mi rechazo.
— Verás como todo se soluciona al fin... —susurró casi para sí misma.
— ¡Bella! —exhaló Jasper al verme y dándome un abrazo tan fuerte que descolocó todas mis costillas—. ¿Estás bien? —Me alejó de golpe sujetándome de los hombros y pareció mirarme de arriba a abajo comprobando algo—. Cuando entré en casa anoche, estaba todo tirado y desordenado, por un momento pensé que habían entrado a robar.
— ¿Todo tirado? —pregunté en un murmullo.
— Sí, María estaba encerrada en una de las habitaciones del piso superior y no quiso abrirme la puerta —contestó colocando sus manos en mis mejillas y girando mi rostro para mirarme en diferentes ángulos—. ¿Seguro que estás bien? —preguntó de nuevo y asentí, pero él tomo mis manos en esa ocasión y observó mis nudillos con detenimiento.
— ¿Ocurre algo?
— María tenía el rostro magullado, cuando le pregunté que le había pasado, dijo que tú la habías golpeado.
— ¿Qué ella qué? —pregunté en un chillido y dando un paso atrás.
— No la he creído, estaba ebria, apestaba a licor, lo más probable es que se hubiese caído y ni lo recuerde. Pero... —se detuvo para tomar una gran bocanada de aire y después exhaló— Bella... ¿Por...? ¿Cómo...? ¿Cuándo...? ¿Por qué no me has dicho nada de lo que estaba pasando? —preguntó finamente.
— ¿Me hubieses creído? —pregunté con un hilo de voz.
Él dejó caer sus brazos a ambos lados de su cuerpo, derrotado, suspiró y se frotó la cara con nerviosismo.
— Probablemente no... —musitó— pero aun así...
— Ella es tu esposa, llegó antes que yo a tu vida. Es tu familia real, la que tú has elegido... yo solo soy algo impuesto... —me dejé caer de nuevo en la silla—. Quizás... ella tenga razón y lo mejor será que me vaya de tu vida, que os deje vivir vuestro matrimonio y no interfiera en nada.
—Bella, tú menos que nadie has interferido en nuestro matrimonio. Tú has sido la única que se alegró y me sonrió cuando di la noticia de nuestra boda, aunque sé que fue una sonrisa forzada. Pero te has esforzado por mí, porque sabías que era lo que quería y simplemente lo aceptase.
— Lo hice por ti... no por ella...
— Lo sé... sé que ella no te gusta. Puedes pensar que disimulas bien, pero eres pésima mintiendo —sonrió y no pude evitar corresponderle.
— ¿Que harás ahora? —pregunté en un hilo de voz después de un corto silencio.
Jasper resopló y se sentó en la silla que antes ocupaba Esme.
— No lo sé... María está bajo mucha presión últimamente y tenía que explotar de algún modo.
— ¿Está bajo presión? —medio pregunté medio exclamé sorprendida.
— Ella tiene sus motivos para sentirse presionada... —endureció el gesto.
— ¿Podrías iluminarme para que la entienda un poco? —sugerí.
— Rosalie está embarazada —contestó simplemente.
Me quedé unos segundos en silencio, procesando lo que había dicho, pero sin llegar a entender del todo que tendría que ver una cosa con la otra.
— No lo entiendo —murmuré con el ceño fruncido.
Jasper volvió a suspirar y se pasó una mano por el cabello, estaba nervioso... se mordió el pulgar y me miró de reojo.
— Llevamos un tiempo queriendo tener un hijo, casi dos años. Y de repente aparece Rosalie, con un bebé que no deseaba, eso para María ha sido devastador...
Ahora empezaban a cuadrar las cosas... por eso María había envenenado a Jasper hasta que consiguió que echara a Rosalie de su casa. ¿Solo porque se sentía presionada? No me parecía motivo suficiente... seguro que había algo más bajo la superficie, me sentía incapaz de creer que esa mujer pudiese tener sentimientos.
— Esas cosas llevan su tiempo... no desesperes... —susurré con poco convencimiento.
— Sé que no te gusta la idea de que tengo un hijo con ella... se nota en tus ojos.
— No es eso Jazz... es solo que... ella no me gusta para ti. La he aceptado porque es lo que tú has elegido y lo que te hace aparentemente feliz, pero no me gusta.
— Me alegra que seas sincera... —palmeó mi rodilla y yo suspiré— ¿volverás a casa conmigo?
— Voy a dejar pasar unos días... Esme me pidió que me quedase, ahora con Edward y Emmett fuera, se siente un poco sola.
— Pero tú estás siempre fuera también... el instituto, tus amigos, ese chicho...—protestó, pero se quedó unos segundos en silencio y luego sonrió tristemente—, estabas fuera para evitarla... ¿cierto?
— Ella no me quiere Jazz... no sé qué es lo que le he hecho, pero me ve como una amenaza. Intento no coincidir con ella para evitar discutir, intento pasar desapercibida para que no me reproche que soy una mantenida bajo vuestro techo. Por eso he estado en el apartamento de Edward todo este tiempo... él me lo ofreció antes de irse y se ha convertido en mi refugio.
— Así que... ¿es allí donde te escondes? —preguntó sonriendo—. Está bien saberlo...
— ¿Has hablado con Alice? —cambié de tema radicalmente.
— Lo he intentado... —frunció los labios—, la he llamado pero no contesta al teléfono ni a mis mensajes. He llamado al despacho de ese tal James con el que salía y me han dicho que ya no trabaja allí... no sé dónde buscarla.
— ¿Has probado a ir a su casa? —pregunté lo más obvio.
— No sé donde vive —contestó avergonzado.
Abrí los ojos sorprendida y negué débilmente con la cabeza.
— ¿Hace años que la conoces y no sabes donde vive?
— Nunca he ido a su casa... —se defendió.
— ¿Y eso qué? Ha trabajado para ti, tienes acceso a su ficha laboral y allí está su dirección. Utiliza tu puesto de socio por una vez en tu vida —lo regañé golpeándolo en el brazo.
— Eso es hacer trampa, si ella no quiso decirme donde vivía es porque no quiere que yo lo sepa.
— ¿Alguna vez le has preguntado? —él negó con la cabeza—. Además... ¡estamos hablando de Alice! Ella no se detiene ante nada y será capaz de comprender lo que hagas si le explicas los motivos.
— ¿Qué quieres decir con eso? —su ceño se frunció.
— Ella haría lo imposible por conseguir lo que quiere —"con una excepción" añadí mentalmente—, usaría todos los recursos y armas a su alcance para lograr su objetivo, jugaría sucio si fuese necesario. Haz tú lo mismo, no podrá reprocharte nada.
— Eso no tiene lógica...
— La lógica común no sirve con Alice, solo su lógica prevalece sobre el resto y así es como debes abordarla, ¿qué pierdes por intentarlo?
— ¿Las pelotas? Alice golpea fuerte cuando se lo propone —murmuró con cara de circunstancia.
Dejé escapar una risita y él me acompañó.
— Alice es buena en lo que hace y una de las mejores personas que conozco... no la dejes escapar...
Él pareció pensar mis palabras durante unos segundos, tenía la mirada perdida y el ceño fruncido. Esperaba no haber sido muy obvia en mi declaración, quería que Jasper se fijase en Alice, pero no quería decírselo muy claro, pero sí que tuviese la opción abierta.
Jasper abrió la boca para decir algo, pero una estruendosa risa lo interrumpió y ambos nos miramos con cara de póker.
— Emmett ha llegado —murmuró con una pequeña sonrisa.
Me puse en pie como impulsada como un resorte y seguí el sonido de las voces hacia la puerta principal. Al llegar allí me encontré a Esme abrazando a Rosalie mientras le reprochaba a Emmett por haberse ido sin avisar ni decir donde estarían. Carlisle miraba la escena intentando no sonreír y parecer serio, pero fracasaba estrepitosamente, Emmett aguantaba el regaño estoicamente, pero la expresión socarrona de su rostro era impagable.
— Ya me has escuchado jovencito, ni se te ocurra volver a hacer algo semejante... ¡no te imaginas lo preocupada que he estado por Rosalie! Si le llega a pasar algo te acordarás de la fuerza que tiene tu madre —lo amenazó con los ojos entrecerrados.
Rosalie estalló en carcajadas y Emmett palideció un poco, pero desvió la mirada disimulando su malestar repentino. Me acerqué hasta colocarme al lado de Rose y ella me sonrió a la vez que pasaba un brazo por mis hombros y me atraía hacia ella para abrazarme, dentro de lo posible ya que su pequeña tripa nos lo impedía parcialmente. En un primer momento me quedé estática en mi posición sin saber muy bien cómo actuar. Era la primera vez que Rosalie tenía una demostración de afecto hacia mí. Aunque si lo analizaba fríamente... unos días atrás había ido a casa de Edward para comprobar que yo estaba bien, y fui una de las pocas personas que supo de su viaje repentino a Las Vegas. Supongo que con el tiempo me fui ganando su confianza y ahora simplemente era una más para ella.
— ¿Qué tal estás? —le pregunté alejándome un poco para mirarla.
— Agotada —suspiró.
— Oh... vayamos a sentarnos —nos animó Esme empujándonos hacia el salón, donde nos invitó, obligatoriamente, a sentarnos en el sofá mientras ella iba a buscar unos refrescos.
— ¿Cómo...? —dije simplemente en cuanto estuvimos solas.
— No lo sé... —se encogió de hombros— hablé contigo y con Alice aquel día y me hicisteis ver muchas cosas. Cuando llegué a casa encaré a Emmett y le pregunté los motivos reales para su comportamiento conmigo, cuando quise darme cuenta estaba en Las Vegas frente a un pastor y diciendo "sí quiero".
— Eso ha sido rápido —suspiré.
— Lo sé... pero desde entonces me siento como en un cuento de hadas... Emmett es genial —sus ojos brillaron inexplicablemente y sonreí.
— Enamorada ¿eh? —bromeé dándole un ligero codazo.
Ella dejó escapar una risa que inundó toda la habitación y me quedé paralizada... ¿cuándo había escuchado a Rosalie reír así? Hacía meses que la conocía y nunca había pasado de una sonrisa o una carcajada irónica... y me sentí como si estuviese frente a otra persona, alguien más feliz y con más ganas de vivir.
— Él es... nunca imaginé que podría sentirme así con alguien... y mucho menos con el hombre gamba —volvió a reír y no pude evitar acompañarla.
— ¿Y qué opina del bebé?
— Ya te había dicho que está encantado con él, ahora quiere comprar una casa más grande y que tengamos tres más después de este —pasó una mano por su vientre y me enternecí—. No puedo llegar a imaginar mi vida sin él en este momento...
— Eso es bueno... —susurré— sentirse vulnerable ante alguien que amas te demuestra que la vida puede llegar a ser perfecta si bajas las barreras de vez en cuando.
— Tú y yo tenemos barreras para dar y regalar... —murmuró dándole un apretón a mi mano— ¿Dónde está Edward?
— Volvió a New Heaven hace unos días...
— ¿Y tú qué haces aquí entonces, con Esme y Carlisle? —preguntó con el ceño fruncido.
— Voy a pasar aquí unos días... —contesté intentando evitar el tema, no sabía hasta que punto eso afectaría a Rosalie, ni si eso realmente podría llegar a afectarle, pero no quería ser la culpable de que algo le pasase.
— ¿Hay algún motivo especial para eso...?
Suspiré... tendría que decírselo, después de todo, ella era una de mis mejores aliadas en la guerra contra María.
— Ayer María se portó igual de perra que siempre conmigo... y Carlisle apareció en ese momento, cuando ella estaba soltando un par de perlas. Se enfadó con ella, me pidió que recogiese mis cosas y me trajo aquí.
— ¿Y Jasper que opina sobre eso? —preguntó con interés.
— Ha venido a hablar conmigo... Carlisle habló con él y le dijo lo que había pasado. Por su puesto María ha tenido más que decir... por lo visto le dijo que la había golpeado o no sé qué cosa... él sabe que es mentira, pero la justifica diciendo que se siente presionada.
— Maldito ciego —gruñó frunciendo los labios.
— Lo sé... me dio excusas de su comportamiento, pero ninguna me convence. Ella quiere algo de Jazz... pero no sé el que.
— Pienso lo mismo... —contestó en un susurro, y justo después le sonrió a Emmett que entraba en la sala con una bandeja en las manos.
— Una Coca-cola para Bella y un capuchino con mucha espuma y sin canela para mi Rosie... —dijo dejando la bandeja sobre la mesa.
— ¿Rosie? —pregunté enarcando una ceja.
— Está embarazada... las embarazadas son muy tiernas y dulces... mi Rosie es como un bomboncito de licor —dijo con voz suave.
— De acuerdo... me tomaré mi refresco y me iré a descansar un poco... así os dejo solos y podéis explorar la caja de bombones... —le guiñé un ojo a Emmett que me sonrió ampliamente.
— Ya me han dicho que serás mi nueva hermanita por una temporada —añadió robando un sorbo de refresco.
Le quité el vaso de las manos con un movimiento brusco y le eché la lengua.
— No seré tu hermana... y solo será por unos días, volveré a casa de Jasper en cuanto las cosas se calmen un poco —contesté con el ceño fruncido.
— Edward no dejará que vuelvas a esa casa —sentenció Rosalie.
— ¿Qué tiene que ver Edward con esto? —preguntó Emmett confundido.
— Nada cariño... —ella le sonrió—, lo mejor sería que te quedases permanentemente. Si Esme y Carlisle no quieren o no pueden, siempre podrías venirte con nosotros.
— No... —me negué rotundamente, haciendo que Emmett volviese a sonreír— no voy a meterme en una casa con unos recién casados.
— Jasper y María también están recién casados... ¿cuál sería el problema? —preguntó Rosalie.
— No es lo mismo... vosotros estáis en plena luna de miel y, por como os veis, eso os durará una temporada todavía... quiero que mis oídos sigan intactos y virginales —sonreí.
— ¿Tu oídos virginales? Me río yo de eso —espetó ella.
— ¿Cómo que no es virgen? —preguntó Emmett con el ceño fruncido.
Abrí la boca y la cerré varias veces sin saber muy bien que decir.
— Tengo casi diecisiete... no es algo tan extraño —refuté.
— ¿Y Edward sabe eso? —preguntó de nuevo.
Rosalie soltó una carcajada y yo enrojecí.
— ¿Qué... qué tiene que ver Edward con mi virginidad? —tartamudeé.
— Él me pidió que te cuidase, que estuviese al pendiente de ti mientras él no estaba.
— Pues qué bien lo has hecho... me estabas cuidando de lujo mientras cruzabas medio país para casarte en Las Vegas —bufé.
— ¿Qué has hecho qué? —la pregunta en un chillido agudo por parte de Esme nos cogió por sorpresa a todos.
Emmett se puso de pie en un salto y Rosalie palideció.
— Bocazas —murmuró Emmett mirándome de reojo— yo no quería que se enterasen así.
— Lo siento... —susurré apenada.
— Emmett... ¿lo que ha dicho Bella es cierto? —preguntó Carlisle en esa ocasión.
— Iba a decíroslo... solo estaba esperando el momento adecuado.
— ¿En vuestras bodas de plata? —gruñó Esme dejando, con más fuerza de la necesaria, un plato de panecillos sobre la mesa.
— Mamá...
— Estoy harta de que mis hijos me oculten cosas... ¿es que ya no confían en mí? —preguntó alzando la mirada al techo.
— Esme... —murmuró Carlisle tomándola de la cintura y haciendo que se sentase— toma las cosas con calma. Las cosas son más complicadas de lo que aparentan, Rosalie está embarazada y no querrás asustarla.
Ella lo miró durante unos segundos y Carlisle le sonrió, después ella jadeó y volvió a ponerse en pie de golpe.
— ¿Tú lo sabías? —lo acusó—. ¡Lo sabías y no me has dicho nada!
— Emmett me pidió consejo y como padre se lo di, pero era él el que debía dar el paso de comunicarnos su decisión, yo tampoco sabía lo que había pasado hasta ahora.
— Familia de desagradecidos... —gruñó ella de nuevo alejándose hacia la puerta— me iré a plantar geranios, al menos si a ellos no les gusto, simplemente se mueren y no me ocultan cosas.
— Cariño... —Carlisle intentó detenerla pero ella con una mirada detuvo su intento.
Todos nos quedamos en silencio en cuanto ella se fue, nos mirábamos unos a otros sin saber muy bien que decir.
— Yo... —dejé salir con voz temblorosa— lo siento... no sabía que ella estaba escuchando. De verdad que lo siento mucho Emmett.
— No te preocupes Bella —me tranquilizó Rosalie.
— Pero no lo entiendo... —dijo Emmett— ¿qué problema tiene con Edward? Él siempre fue el niño modelo y perfecto... ¿qué le está ocultando?
Rosalie y Carlisle me miraron y me encogí en mi posición. De acuerdo... eso había sido raro... ¿Carlisle lo sabría? Lo que dijo el día anterior al salir de casa de Jasper, o lo que me pareció que había dicho dejaba las puertas abiertas... pero esa mirada, en ese preciso momento más que las puertas abiertas me confirmaba que al menos tenían una pequeña sospecha.
¿Y pese a eso me acogían en su casa?
¿No les importaba?
Y la reacción de Esme con Emmett... lo que dijo sobre que su familia le ocultaba cosas... ¿se estaría refiriendo a Edward?
Mi cabeza comenzó a doler, ambos, Edward y yo, sabíamos que la situación no iba a ser fácil. Pero él se había ido y ahora era yo la que debía lidiar con eso sola. No es que se lo reprochase... pero con él a mi lado las cosas serían más fáciles.
— Iré a... a descansar un poco —musité poniéndome en pie.
— Jasper te espera en tu habitación —me informó Carlisle—, dijo que quería pasar un poco de tiempo contigo antes de volver a casa.
— ¿Jasper está aquí? —preguntó Rosalie sorprendida.
— Solo ha venido a ver a Bella... no te preocupes —la tranquilizó.
— Iré con él entonces, nos vemos y... de nuevo lo siento —me despedí con una sonrisa triste y salí de allí.
