Capítulo IV: Caminando a casa (Parte I)- El Accidente de Eddy y Tablón se convierte en felino
Era el mediodía en el pequeño pueblo de Peach Creek y para esa hora muchos se encontraban en la escuela, sin embargo, por el misterioso ataque de los Youmas contra la institución educativa, los estudiantes, informados por la Dirección del establecimiento, les comunicaron que debían volver a sus casas debido a la gran cantidad de daños que el edificio había sufrido, por lo que las reparaciones durarían unas seis semanas en total. Tiempo libre, descansar y poder hacer todo tipo de actividades para ese plazo que habían recibido. Una auténtica bendición de los Dioses y más para cuando dejaron las instalaciones para volver al vecindario, cada uno de ellos conformaron grupos para evitar problemas y más ante el temor de nuevos ataques enemigos por los alrededores.
Cada quien iba por su dirección, sin embargo, uno de los tres amigos, Eddy, había tomado el camino para ir hacia la tienda de golosinas. Los otros chicos del "Cul-De-Sac", Kevin, Nazz, Jimmy y Sarah habían conformado su grupo para volver al vecindario, yendo a pie, ya que los buses escolares no pasaban por allí debido al cierre de las calles que daban a la escuela tras el ataque enemigo. A su vez, Rolf iba con Johnny y Tablón por otro camino y, por último, Doble D, Ed y Ami iban hacia sus casas directamente, sin cambiar el rumbo. Mientras tanto, el chico nuevo, Weiss, por alguna extraña razón, no se iba con ellos, sino de que tomó otra dirección, dirigiéndose hacia los bosques, cruzando el antiguo "Parque de Caravanas/Casas Rodantes".
Volviendo con Eddy, durante los eventos ocurridos en medio de la devastación que los "Youma" causaron por toda la escuela, el chico de baja estatura, para su buena suerte de aquel día, se había encontrado con un billete de $1 tirado en los pasillos destruidos y viendo que esta era una gran oportunidad para comprar los "Jawbreakers", él decidió gastar ese dinero para sus cuatro amigos.
Él había dejado la escuela y estaba a pocas cuadras, ya podía ver la fachada de la tienda de dulces. Solo una calle más, unos últimos metros que lo separaban de su premio. Odiseo al volver a su Patria, la Isla de Ítaca, Julio César cruzando el Rubicón. Así se sentía aquel chico con ese billete en sus bolsillos. Tantas estafas y planes que se hundían, terminaban en fracaso y, como mero acto del destino, aparecía aquella recompensa en medio de la devastación causada por los "Youmas".
Sonreía y se frotaba las manos al poder sostener y saborear aquellos enormes caramelos por los que tanto había luchado. Iba apretando el paso por la avenida principal del pueblo, un tanto cargada de gente, se disponía a cruzar hacia la otra calle, solo un poco más.
- "Después de tantos sacrificios, tengo un Dólar en mi bolsillo. Nada podría ser mejor en este día. Solo unos cinco metros más y...".- Pensaba aquel chico, disfrutando de las "Mieles del Éxito" y que solo le faltaba cruzar la calle para cumplir con su destino.
Ya estaba alcanzando el perímetro de la tienda de golosinas cuando, de golpe, un choque lo terminó tirando contra el suelo. El joven se pasó la mano por la cabeza, sobando la zona y miró para ver que se había chocado con alguien: Una chica.
La citada debía de llevar la misma edad que él. Tenía el pelo negro como la medianoche, que le llegaba hasta las caderas. Llevaba una camiseta de color rojo sangre con unos pantalones cargo de color rosa que le llegaban hasta las rodillas y unas zapatillas negras rojas.
- ¡Ouch!.- Exclamó por el dolor sentido al tener ese choque y se giró para verlo con una expresión seria en su rostro.- ¡Ten más cuidado la próxima vez!.- Le ordenó para seguir con su camino.
Eddy enarcó una ceja mientras que se ponía de pie.
- ¡¿Mi culpa?! ¡Pero si deberías ser tú la que tendría que tener más cuidado!.- Se defendió pero la joven solamente le miró con frialdad y seriedad absoluta, se dio la vuelta, dándole la espalda.
- Lo que sea. Tengo que encontrar a las otras y más con esos monstruos dando vueltas por este pueblo.- Dijo, casi en un murmullo, que llegó hasta los oídos del chico.
- ¿Cómo? ¿Mencionó a esos monstruos que atacaron la escuela?.- Se quedó pensativo, una gota de sudor frío perló su frente y bajaba. ¿Acaso era verdad lo que acababa de oír?. Pensó en sus amigos pero el Dólar en su bolsillo, los caramelos y a tan solo un cruce de calle. La chica, por su parte, estaba por avanzar, pasar a la otra esquina cuando, de repente, el sonido de un auto a toda velocidad, sin haber visto la luz roja del semáforo que impedía el avance para los vehículos y que se lo daba a los peatones, estaba dirigiéndose hacia la joven peli negra medianoche, a toda velocidad, sin que el conductor pudiera frenar o disminuir la misma.- ¡¿Eh?! ¡Oye, sal de allí! ¡SAL!.- Intentó llamarla, gritando a todo pulmón pero fue en vano por el ruido.
Algo llevó a que el joven comenzara a correr hacia donde estaba aquella chica, en medio de la calle, algo que lo motivó pero ¿qué era?. No lo sabía, sin embargo, esa "corriente" que lo impulsaba para efectuar dicha ayuda era bastante como poner su vida en riesgo. Eran pocos segundos, no cabía la menor de las dudas para rescatarla de ese peligro y cuando llegó hasta la posición de la joven, él la agarró y empujó de allí, quedando en medio del camino, siendo impactado por el coche que lo arrojó unos metros hacia atrás.
La muchacha, tirada a un lado del camino, se levantó, confundida, por unos segundos hasta que recobró el sentido. Miró a su alrededor: El vehículo se había detenido y fue entonces que se percató de quiénes eran los ocupantes que descendían del mismo para ver lo ocurrido. La joven peli negra medianoche corrió hacia el joven que le había salvado mientras que, desde el coche, se bajaban dos personas. La primera era una chica rubia con dos largas coletas, ojos azules, vestía una remera azul oscuro, debajo de una chaqueta blanca de manga larga que le llegaba hasta la cintura, un pantalón vaquero normal y corriente y unas zapatillas de tenis azul oscuro y blancas. Y un dato curioso era que llevaba un anillo en uno de sus dedos.
El segundo y quien manejaba el coche era un muchacho de cabello negro brillante, ojos celestes, lucía una remera negra, shorts color caqui junto a unas zapatillas plateadas. Ambos corrieron hasta donde se encontraba la muchacha junto al joven accidentado, quien tomó su pulso: Estaba bien pero inconsciente.
- ¡Cielos, es Rei!.- Reconoció la rubia de coletas a su amiga, corriendo hasta donde ésta se hallaba.
Ella escuchó los pasos de la chica, se giró y la vio a los ojos.
- ¿Serena?.- Preguntó entre debilitada y sorprendida de verla.
- ¡Sí, somos nosotros, pero menos mal que conseguimos dar contigo, Rei!.- Se alegró la muchacha, corriendo para abrazarla, a pesar de que ésta no quería, ya que estaba enfocada en aquel muchacho inconsciente contra el pavimento de la calle, cosa que atrajo la atención de la primera y del chico de cabello negro.
- ¿Quién es él?.- Se acercó el citado hasta donde se hallaban Rei y el inconsciente.
Cuando Rei se recuperó de todo lo acontecido, su visión le permitió ver mejor a su salvador, aquel que había hecho un acto de arrojo por ella, quedando sorprendida.
- ¿Es...Es este chico de nuevo?. Con el que me choqué hace unos minutos atrás.- Recordó, asombrada.- Mamoru: Él fue quien me salvó.- Reveló el nombre del peli negro y contó todo lo ocurrido.
- Bueno, ahora parece que él necesita una pequeña ayuda.- Intervino el muchacho y tras agacharse, encontró la billetera del herido en el pavimento de la calle, la cual tenía una cadena y allí encontró sus documentos.- Hmm, aquí dice que se llama Eddy Skipper Wendell, vive en el Bulevard Peach Creek 10944 y...- Dio a conocer esos datos, mientras que se veía la tarjeta de identificación del joven y el billete de un Dólar que había encontrado en los pasillos de la escuela.
- Mamoru, espera, creo que sé dónde queda esa dirección: Es un vecindario no lejos de aquí.- Recordó Serena, llevando a que su pareja asintiera.
- Excelente.- Dijo y una vez terminado aquello, subieron a Eddy al vehículo junto con Rei, iniciando la marcha para el sitio en donde él vivía.
Mientras tanto, Johnny se hallaba volviendo para su casa, solo, únicamente acompañado por "Tablón" y se lo podía ver que estaba muy asustado, mirando para todas partes. Quería llegar hasta su domicilio y permanecer allí, con el miedo de que se produjera otro ataque de esos monstruos, el pobre se encontraba preso de la paranoia, por lo que mantuvo una charla con su "amigo" de madera.
- Cielos, amigo, tú, de seguro, que sabes muchas cosas al respecto y más con lo ocurrido este día en la escuela. ¿Acaso no sabes si va a pasar algo más como esto de nuevo?.- Preguntó y de ahí "obtuvo" su respuesta.- ¿Qué?.- Lo miró de frente, confundido por lo que acababa de recibir.- ¿Qué quieres decir con eso?.
De repente, una luz provino de sus manos, llevando a que se asustara y soltara a "Tablón" pero, antes de que tocara el suelo, éste empezó a sufrir una transformación, pasando de ser una tabla de madera a un gato de pelaje café con patas blancas así como también unos ojos verdes. Todo esto impresionó a Johnny a más no poder, quien había caído contra el piso.
- Ta...Tablón...¿Por qué...Por qué nunca me habías dicho que, en todo este tiempo, eras un gato?.- Preguntó, asombrado por lo que estaba viendo.
- Johnny, lamento muchísimo el no haberte revelado esto.- Habló el felino, mirando contra el suelo, apenado.- Pero no podía hacerlo hasta que tú estuvieras listo y además fue para protegerte y también para que despertaras.- Relató éste con seriedad en su voz, mirando a su dueño a los ojos.
- ¿Cómo? ¿Protegerme? ¿Tú siempre lo has dicho? ¿Pero de quién?. Yo estoy despierto.- Quiso saber, poniéndose de pie, levantando los brazos con dudas, por lo que Tablón cerró los ojos, asintiendo y comprendiendo el contexto.
- Johnny.- Dijo el gato.- Es tiempo de que recuerdes.
Una luz amarilla emergió desde la frente de Tablón, impactando contra la del chico calvo, causando que apareciera una marca en ella: Era la del Planeta Venus y pronto aquel resplandor desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Parpadeó varias veces, los recuerdos se despertaban y al sentirse mareado, se apoyó contra una pared cercana.
- Wow, amigo...Todo...Todo esto...es nuevo...diferente para mí.- Dijo, ahora recobrándose, poco a poco.
- Esto es cuando tus recuerdos regresan, pero descuida, ya te sentirás mejor en unos pocos segundos más.- Le animó Tablón, caminando hacia él.- Con el tiempo lo irás recordando todo.
Johnny asintió y al volver la vista hacia la calle, notó que habían personas dando vueltas por los alrededores, por lo que decidieron reemprender la marcha a casa. Llegaron hasta la vereda de la otra cuadra cuando, de repente, él colisionó con alguien que se hallaba por ese mismo camino. Cayó contra el suelo y pudo notar que allí se encontraba una chica de largos cabellos rubios con un moño atado con una cinta de color rojo en la punta de su cabeza. Vestía una remera blanca de mangas cortas y unos overalls con una Estrella amarilla como detalle en aquel par y por último contaba con un par de zapatillas de ese citado color y blancas.
- ¡Ouch!.- Se levantó ella del suelo y miró al chico que yacía allí tirado.- ¡Oh, l...lo siento mucho, perdón!. No era mi intención. Estaba tratando de hallar a mi gato y...- Se disculpó y ambos se fueron ayudando para ponerse de pie.
- No, descuide, no hay problema.- Johnny notó que aquella chica hablaba muy rápido y trataba de seguirle el ritmo, ya que se la veía muy preocupada por su mascota.- Espera, no llegué a entenderte bien: ¿Por qué corrías? ¿Alguien venía detrás tuyo?.-
Ella negó con la cabeza.
- No, estaba buscando a mi gato. Nos separamos hace un rato y no lo he podido encontrar.- Le contó ella, calmándose un poco en su tono de voz acelerado.
- Bueno, quizás yo pueda ayudarte.- Se ofreció el chico calvo en darle una mano y tomó a su gato.- Tablón, amigo, ¿podrías ayudarla a encontrar al suyo?.
El felino maulló, estando de acuerdo con la búsqueda y con ello se pusieron en marcha para encontrar al desaparecido. Sin embargo, mientras que estaban enfocados en su tarea, Johnny sentía algo raro en el aire, una sensación con aquella chica que se encontraba a su lado, caminando y mirando por todas partes, por lo que se giró para mirarla y aclarar su cabeza después de lo vivido por Tablón, el cual iba a su lado.
- Hmmm.- Murmuró el chico.- A ti no te he visto nunca por aquí.- Dijo con dudas.- ¿Eres nueva por Peach Creek?.
La chica se detuvo un momento, asintiendo con la cabeza.
- Sí, acabo de llegar hace poco, desde Inglaterra.- Respondió, dejando a Johnny sorprendido.
- ¡¿De Inglaterra?! ¡¿Cruzaste el charco?!.- Preguntó, emocionado al oír aquella revelación.
- ¡Así es!.- Dijo con emoción, aunque ocultando una parte de la historia oficial en las sombras, por el momento, ante Johnny. Pronto, ella se dirigió hacia él para presentarse.- Mi nombre es Minako.- Saludó con educación al joven.
- Mucho gusto, soy Johnny.- Estrechó su mano con la de ella pero, en ese saludo, con aquel apretón, algo se hizo presente en la mente del muchacho: Allí estaba una chica en traje de marinera de color amarillo, de pie frente a él y al volver a la realidad, ésta fue reemplazada por Minako.
- Johnny, ¿estás bien? ¿Qué tienes?.- Se acercó la rubia con preocupación al verlo confundido y con una mano sobre la cabeza, como si estuviera mareado.- ¡Estás pálido! ¡Espera!.- Pidió e intervino en su ayuda, sentándolo en el suelo.
- Sí, g...gracias...Creo que estaré bien en un momento.- Alegó cuando, en ese momento, notó que su amigo volvía acompañado por una gata de pelaje negro y otro de color blanco.- ¡Wow, Tablón, eso ha sido muy rápido!.- Al decir eso, Minako levantó la mirada para ver quiénes venían hacia ellos por aquel lado de la vereda.
- ¡Artemis, Luna!.- Dio un grito de felicidad.- ¡Están bien!.- Se alegraron ambos mientras que los gatos lanzaron un maullido de aceptación. Acto seguido, lo miró al chico.- Muchísimas gracias, Johnny.- Le agradeció por la ayuda.
- No fue nada.- Sostuvo él, poniéndose de pie y viendo que ella le sonreía. Un cambio repentino en su expresión la llevó a recordar algo.- ¿Sucede algo?.
- Oh, espera: Ahora que lo recuerdo, no tengo un lugar dónde quedarme.- ¿Sabes de algún lugar donde pueda quedarme?.- Deseó saber ella y él no iba a dejar que se fuera a un sitio desconocido y más al ser nueva en el pueblo.
- Creo que tengo la solución: Puedes quedarte en mi casa, tengo un cuarto extra para ti.- Dio su solución a ella, mientras que los ojos de la rubia brillaron por la emoción.
- ¿En serio? ¿No será mucha molestia?.- Quiso saber la rubia.
- ¡Para nada!.- Respondió con tranquilidad el chico calvo.- Tablón y yo no tenemos ningún problema.
- Muy bien, ¡entonces, vamos a tu casa!.- Aceptó Minako la invitación con sumo placer.
- ¡Perfecto!.- Respondió Johnny y comenzaron a caminar con rumbo a su domicilio.- El "Cul-De-Sac" es por esta dirección.
Con la marcha iniciada hacia el vecindario, los dos jóvenes más los tres gatos que les acompañaron, habían dado un primer paso pero más sorpresas iban a acontecer aquella tarde de Otoño.
