Admito que me he sorprendido a mi misma escribiendo casi a diario, estamos en la recta final del fic, y este capitulo es continuación de los capitulos "Amigos de la infancia" y "Día enfermo" espero lo disfruten.
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"Película de horror"
Luffy se movía de un lado a otro, intentando con torpeza arreglar la sala de su casa. Tenía la mesa llena de paquetes de palomitas, unas latas de refresco, y había logrado juntar un par de mantas algo arrugadas en el sofá, pensando que estarían más cómodos si tenían algo de lo cual cubrirse mientras veían la película. La emoción de pasar tiempo con Nami y, sobre todo, de invitarla él mismo, lo tenía algo nervioso, pero también muy entusiasmado.
En medio de su apresurado arreglo, Ace entró a la sala, apoyándose en el marco de la puerta con una sonrisa pícara al ver todo el despliegue de "decoración".
—¿Qué estás haciendo, Luffy? ¿Preparando la sala para tu novia? —preguntó Ace, con tono burlón.
Luffy se volteó de inmediato, con una mezcla de sorpresa y algo de vergüenza que intentó disimular, pero sus ojos lo delataban.
—¡No es mi novia! Bueno, no sé... ¡Eso no es asunto tuyo! —replicó Luffy, algo inseguro, aunque en su voz había menos irritación que otras veces.
Ace rio, cruzando los brazos y mirando a su hermano con un gesto triunfante.
—Ah, ¿no? Entonces, ¿por qué la invitaste a ver una película en casa? Y por cierto... —añadió con un tono travieso—, creo que cualquiera que los hubiera visto dormidos juntos el otro día pensaría lo contrario.
Luffy se quedó sin palabras, recordando la tarde en que se había quedado dormido junto a Nami cuando estuvo enfermo. Esa vez, ella se quedó a su lado, cuidándolo, y ambos terminaron compartiendo un momento tan cercano que aún lo hacía sonreír al recordarlo. La burla de Ace lo tomó por sorpresa; antes siempre le habría gritado que no sabía nada o se habría ido, pero ahora, por alguna razón, el comentario lo dejaba sin una respuesta clara.
Intentando recuperar la compostura, Luffy volvió a mirar a su hermano, aunque sin poder evitar que una leve sonrisa se asomara.
—Simplemente… ella quería ver una película de terror, y como no me asustan, le dije que podíamos verla aquí —dijo, encogiéndose de hombros con una aparente indiferencia.
Ace soltó una carcajada, acercándose y poniéndole una mano en el hombro con fingida seriedad.
—Ya veo, entonces es una cita "valiente", ¿eh? Pues mejor prepara bien el escenario —comentó, señalando el montón de mantas—, porque a las chicas les gusta que las abracen cuando se asustan.
Luffy abrió la boca para replicar, pero se quedó callado, considerando por un momento lo que Ace decía. La idea de abrazar a Nami mientras ella se asustaba… no sonaba tan mal, y su nerviosismo se tornó en emoción otra vez.
Ace, satisfecho al ver la expresión de su hermano, le dio un último empujón en el hombro.
—Diviértete, romántico del terror. Yo me iré por ahora para no interrumpir —dijo con un guiño, dejando a Luffy solo en la sala, ahora algo más confiado y decidido a hacer que la tarde fuera especial.
Justo cuando Luffy daba un último vistazo a la sala, oyó el timbre. Su corazón dio un salto de emoción, y se apresuró a abrir la puerta. Nami estaba ahí, sonriendo, y en una de sus manos sostenía una bolsa de caramelos en alto.
Luffy, al ver la bolsa de caramelos en las manos de Nami, abrió los ojos con sorpresa y una gran sonrisa.
—¡Esos! ¡Son los mismos que solíamos comer cuando éramos niños! —dijo Luffy con emoción genuina, tomando uno rápidamente y desenvolviéndolo con torpeza.
Nami asintió, compartiendo su entusiasmo mientras lo miraba con una gran sonrisa.
—Sí, hace mucho que no los encontraba en ninguna tienda —comentó, recordando cómo solían escabullirse para comprarlos en las tardes—. En cuanto los vi, no pude resistirme —dijo Nami, con un brillo en los ojos—. Me acordé de cómo solíamos comerlos a escondidas antes de la cena.
Luffy soltó una carcajada; recordar los viejos tiempos había disipado el nerviosismo que Ace le había provocado. Aunque ahora eran "algo más", Nami no había dejado de ser su amiga, y siempre resultaba cómodo y sencillo conversar con ella.
—No puedo creer que todavía existan —dijo Luffy, mientras probaba el caramelo y una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro—. ¡Me encantaban!
—Yo también. —Nami lo miró con ternura, disfrutando de ese momento. La nostalgia llenaba el aire, y era como si volvieran a ser los niños de antes, despreocupados y llenos de sueños.
Con la bolsa de caramelos entre ellos, y las luces apagadas para lograr el efecto de "cine" Nami se sentó en el sofá, acomodándose en las mantas que Luffy había preparado. Él se unió a ella, sintiendo cómo la emoción de pasar tiempo con ella le daba más calidez que cualquier frazada.
—Entonces, ¿qué película veremos? —preguntó Luffy, tratando de mantener la conversación ligera, aunque en su interior sentía una mezcla de nerviosismo y emoción.
—Por supuesto que esa nueva película que acaba de salir, todos hablan de ella —respondió Nami con una sonrisa, sus ojos brillando de anticipación—. Robin dijo que es muy aterradora, y sabes que ella no se asusta con nada. Muero de ganas por verla, pero no quería hacerlo sola, y Nojiko es peor que yo con estas cosas. Así que debes prometer no asustarte.
Al verla tan emocionada, Luffy no pudo evitar notar lo hermosa que se veía en ese momento, con sus ojos llenos de brillo y esa sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. Frunció el ceño de manera juguetona.
—¡No te preocupes! ¡Soy el rey de los piratas! No tengo miedo de nada —dijo con determinación, aunque en su interior sabía que la idea de compartir sustos con Nami sonaba más emocionante que aterradora.
Nami se rio, y la melodía de su risa llenó el espacio, haciendo que Luffy se sintiera aún más a gusto. Cuando la película comenzó, la pantalla iluminó la sala, revelando un paisaje oscuro y misterioso que hacía que el aire se sintiera cargado de tensión.
Las primeras escenas no parecían tan malas. Nami y Luffy compartieron algunas risas sobre los personajes y sus decisiones tontas, mientras degustaban los caramelos y las palomitas. Era fácil dejarse llevar por la historia en ese momento, disfrutando de la compañía mutua y el ambiente relajado.
Sin embargo, a medida que la trama avanzaba, los momentos de tensión comenzaron a aumentar. La música se volvía inquietante, y los giros inesperados aparecían uno tras otro. Nami, en un gesto instintivo, se aferró más a la manta, buscando consuelo mientras el ambiente se tornaba más oscuro.
Luffy, al ver su reacción, sonrió. Aunque la película no le parecía especialmente aterradora, disfrutaba del momento. Cuando un grito resonó repentinamente en la pantalla, Nami, presa de la emoción y sin darse cuenta, se hizo un ovillo, acercándose un poco más a Luffy. Su cuerpo buscaba, instintivamente, el lugar "más seguro", y Luffy no pudo evitar sentirse complacido por su cercanía.
Mientras la historia se tornaba más intensa, Nami, sin pensarlo, tomó el brazo de Luffy. La pantalla iluminaba sus rostros, y el corazón de Luffy latía más rápido, no solo por los sustos de la película, sino por la forma en que Nami se entregaba a la experiencia. Ella estaba completamente inmersa en la trama, olvidando por completo el mundo exterior, y Luffy disfrutaba de su compañía y de cómo se aferraba a él, sintiéndose más cerca que nunca.
Conforme la música crecía en tensión y la pantalla mostraba sombras inquietantes, Nami, sumida completamente en la película, se apretó más contra Luffy sin darse cuenta. Cuando un golpe súbito resonó, Nami dejó escapar un pequeño grito y, en un impulso, enterró el rostro en su hombro, atrayendo el brazo de Luffy hacia ella.
Luffy se quedó inmóvil, sus ojos fijos en el punto donde Nami se aferraba a él. No había anticipado el latido acelerado que sentía en su pecho, ni lo mucho que lo hacía sonreír la manera en que Nami se acercaba sin reservas, tan vulnerable y tan cerca. Su rostro se calentaba un poco, y aunque intentó disimularlo, estaba casi seguro de que sus latidos eran tan fuertes que se podían escuchar por encima de la película.
Fue entonces cuando las palabras de Ace regresaron a su mente: "a las chicas les gusta que las abracen cuando se asustan". Trató de reunir el valor, pero en ese momento la idea de rodearla con el brazo se sentía casi más aterradora que cualquier escena en pantalla. Aun así, pensó en lo segura que parecía sentirse ahí, con él, y eso le dio la chispa de valor que necesitaba.
Con lentitud, levantó el brazo y lo posó alrededor de sus hombros. Aunque ya la había abrazado otras veces, este momento era diferente. Nami no se apartó; al contrario, se acurrucó un poco más. Luffy, aliviado y emocionado a la vez, apenas respiraba, su atención completamente centrada en la calidez de Nami, en el ritmo de su respiración y en el aroma de su cabello, todo en un momento que hacía que todo lo demás desapareciera.
Justo cuando ambos parecían acomodados en una especie de tregua silenciosa, la película alcanzó uno de sus puntos más aterradores: un silencio tenso en la escena se vio abruptamente interrumpido por un grito ensordecedor y un estallido de sonidos intensos. Ambos dieron un brinco, y sin pensarlo, Luffy apretó un poco más el abrazo mientras Nami se aferraba aún más fuerte a él, casi escondiéndose en su pecho.
La reacción fue tan natural que ninguno lo notó al principio, pero la cercanía ahora era casi inevitable. Nami, de repente, se dio cuenta de que estaba prácticamente encima de él, tan cerca que podía sentir su respiración y el calor de su brazo a su alrededor. Su rostro aún escondido en su pecho, notó lo relajado que estaba y cómo, a pesar de que todo había comenzado como un reflejo por la película, en realidad se sentía… bien.
Su corazón latía rápido, pero no solo por el susto, sino porque el abrazo de Luffy, sin saber cómo ni cuándo, se había convertido en algo que disfrutaba. Lentamente, levantó la cabeza, dudando si apartarse o quedarse en el lugar, y cuando miró hacia él, se encontró con sus ojos. Luffy le dedicó una sonrisa tímida, y fue en ese momento cuando ambos sintieron algo distinto, como si la atmósfera entre ellos hubiera cambiado de una forma que no podían ignorar.
Luffy, aún un poco sonrojado, murmuró:
—¿Todo bien?
Nami solo asintió, un poco demasiado rápido, se dio cuenta de que estaba aferrada al brazo del pelinegro y soltó su agarre sin apartarse de él — Lo siento — no me di cuenta.
—Está bien, me gusta ver cómo te emocionas — lo dijo con esa simpleza que siempre la desarmaba.
Sin añadir nada se acurrucó un poco más, sintiendo la calidez que él irradiaba, su respiración acompasada y la seguridad que le transmitía. Era consciente de cada detalle: el peso de su brazo rodeándola, el latido de su corazón acelerado y cómo su propia respiración parecía adaptarse a la de él.
El contacto era reconfortante, pero ahora, por primera vez, Nami no podía ignorar el leve cosquilleo en su estómago, la certeza de que Luffy también estaba nervioso, aunque intentara aparentar normalidad. Sin embargo, no hubo palabras entre ellos. De alguna forma, saber que él la dejaba quedarse ahí, abrazada, la hacía sentir especial y más cerca de él que nunca.
Luffy, sin apartar su brazo, miró de reojo la pantalla. Aunque la película continuaba, su atención estaba en la forma en que Nami se acomodaba junto a él, en la familiaridad de su tacto y en lo natural que se sentía. Era como si todos esos años de amistad los hubieran preparado para este momento, donde estar así, juntos, era simplemente… perfecto.
Mientras ambos disfrutaban de la proximidad en silencio, la película llegaba a su final, sus sombras proyectándose sobre ellos en la pantalla, envolviéndolos en una luz suave. Sin siquiera pensarlo, Nami entrelazó sus dedos con los de él, sus manos encajando como si siempre hubieran estado destinadas a encontrarse.
Finalmente, cuando la pantalla se oscureció por completo, ninguno de los dos hizo el más mínimo esfuerzo por separarse. En cambio, Nami se inclinó apenas, observando el brillo en los ojos de Luffy mientras él la miraba. No era necesario decir nada; el momento lo decía todo.
Y entonces, con una sonrisa suave, él se acercó un poco más, y ella hizo lo mismo, hasta que sus labios se encontraron en un beso suave y lleno de la emoción contenida.
Fue como si todas las dudas y las emociones confusas de las últimas semanas se disiparan. Nami sintió una calma profunda mientras su corazón latía con fuerza, como si ese beso le revelara lo que en el fondo siempre había sabido. Sus labios parecían encajar y responder al roce de una manera que las palabras jamás podrían expresar. Era un instante suspendido en el tiempo, donde el mundo exterior dejó de existir, y solo importaban ellos dos.
Luffy, sorprendido pero encantado, cerró los ojos y se dejó llevar por la conexión que tenía con Nami. Sintió cómo cada pequeña inquietud que había tenido acerca de ella, cada momento de celos y cada pensamiento de inseguridad, simplemente desaparecían. En ese beso, todo tenía sentido: estar juntos así, no solo le parecía lo más natural del mundo, sino que le hacía sentir que había llegado a donde siempre debía estar.
Sin apartarse del todo, Nami abrió los ojos un poco y lo miró con una sonrisa suave, susurrando:
—Supongo que... esto cuenta como algo más, ¿no?
Luffy le devolvió la sonrisa, con esa expresión tranquila y sincera que siempre la había desarmado. Asintió, como si el beso hubiese respondido a todas las preguntas que ni siquiera sabía cómo formular.
—Sí —dijo en voz baja, sin titubear—. Creo que esto es "algo más".
Justo cuando parecía que el momento iba a durar para siempre, una voz los sobresaltó:
—Vaya, vaya… Niños, no deberían jugar a oscuras, se arruinarán la vista.
Ambos se separaron de golpe, momentáneamente cegados por las luces que se encendían en la sala, mirándose con sorpresa y risa contenida encontrándose con Ace cruzado de brazos en el marco de la puerta, con una sonrisa que dejaba claro que había visto más de lo que ambos quisieran admitir.
—¡A—Ace! ¿No deberías estar en otra parte? —intentó responder Luffy, balbuceando, claramente incómodo.
Ace levantó las cejas y sonrió aún más, haciendo un gesto despreocupado.
—Oh, solo pasaba a ver cómo iba su "tarde de películas" —dijo Ace con fingida inocencia—. Pero si me hubieran dicho que estaban en la mejor parte, habría traído palomitas.
Luffy intentó acertarle con uno de los cojines del sillón, pero Ace se movió rápidamente, esquivando el ataque con una risa.
—¿Qué pasa, Luffy? ¿Te molesta que los demás te vean con tu novia? — le dijo Ace con un tono burlón, disfrutando claramente de la situación. — Nami, ¡así nunca podrás tener una cita decente con este mocoso! — terminó con voz dramática.
Ambos sintieron su cara enrojecer tras el comentario de Ace, Luffy le arrojó el otro cojín, fallando por poco.
—Ya, ya. No se pongan así. El mundo sigue girando, y ustedes dos, en el fondo, sabían que esto era inevitable. — Dijo alejándose por el pasillo dejándolos nuevamente solos.
La risa de Ace aún resonaba en la sala mientras se alejaba, dejándolos en un espacio lleno de tensión y un nuevo tipo de emoción. Nami y Luffy se miraron, sintiendo la calidez de las palabras de Ace a pesar de la incomodidad inicial.
—¿Inevitable? — preguntó Nami, con una ceja levantada. —Parece que no le sorprende nada ¿verdad?
Luffy se encogió de hombros, mirando a Nami con una sonrisa traviesa. —Siempre está molestándome diciendo que eres mi novia... así que...—se quedó callado al ver la mirada traviesa de Nami
—Entonces... ¿te molesta?
Luffy parpadeó, sorprendido por la pregunta de Nami, y luego le devolvió la sonrisa, sintiéndose repentinamente nervioso.
—¿Molestarme? —repitió, rascándose la nuca—. Pues... no, en realidad... no.
Nami alzó una ceja, claramente disfrutando de verlo incómodo. Dio un paso más cerca, manteniendo su tono suave y su mirada curiosa.
—Entonces... —dijo Nami, con una sonrisa enigmática, acercándose un poco más—. ¿Quieres decir que no te molestaría... si realmente fuéramos novios?
Luffy la miró, sintiendo su corazón latir con fuerza. Su incomodidad se desvanecía, reemplazada por algo nuevo y emocionante que no había sentido tan claro hasta ahora. Tragó saliva y, con una sonrisa más relajada, respondió:
—Sí... no me molestaría en lo absoluto.
Nami no pudo evitar reír suavemente, divertida y un poco sorprendida por la sinceridad de Luffy. Pero, al ver la expresión honesta en su rostro, supo que él hablaba en serio. Su sonrisa se suavizó mientras levantaba una mano y la colocaba suavemente sobre el hombro de Luffy.
—Entonces, creo que podemos decir que estamos en una cita, ¿no? —dijo ella, su voz apenas un susurro, pero cargada de emoción.
Luffy asintió, y ambos sintieron que, aunque no había necesidad de poner etiquetas formales, en ese instante la palabra "novios" flotaba silenciosamente entre ellos.
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Nuevamente algo super dulce y relajado, aunque si están siguiendo la temática saben de el tema del capitulo final *guiño guiño, en fin, si han leído hasta aquí les mando un fuerte abrazo.
