02 de Octubre

Prompt: Atardecer


Ventana

El sonido de la música pop se mezcló con el ruido de las papas fritas siendo trituradas por Kieran. El chico se había acomodado en su cama, cansado de la experiencia que resultaba vagar por la región de Sinnoh. Estaba agotado, y ese día la suavidad de su almohada y la luz naranja que se filtraba por su ventana le hacía particularmente difícil no sucumbir al quedarse dormido.

Sin embargo, algo más en su mente lo mantenía despierto, observando con impasividad la enorme ciudad gris que se alzaba frente a él, tan frío y solitario como sus propios pensamientos. Todo se reducía a una sola cosa: Scarlet Koito.

Lo había logrado. No supo ni como ni cuando, pero aquella chica linda, elegante, fría y superfuerte se había fijado en él, había aceptado ser su pareja. No es que considerara a Scarlet un premió frívolo, era más bien lo irrealista que resultaba pensar que un chico como él la hubiese podido enamorar, que le aceptara justo antes de salir de viaje y aceptara quedarse juntos en un departamento, al menos por los días que durarían sus vacaciones.

La música envolvió el entorno con una melodía más suave, casi deprimente. En ese momento su cabeza comenzó a hacerle preguntas incómodas, cuestionandosede la estabilidad de su creciente relación. Habían comenzado hace apenas un par de días, y sin embargo, Kieran sentía que en cualquier momento Scarlet saldría por esa puerta y le diría "Ya no quiero estar contigo". Era una posibilidad que le hizo punzar el cerebro, la sola idea le hizo sentir un escalofrío y sentir una presión en su pecho. Después de todo, ¿quién era él en realidad? Solo un entrenador más, un chico timido y tonto con aspiraciones de grandeza, ¿grandeza para qué? Para ser querido, para ser aceptado, para que Scarlet sintiera que él valía la pena, que no era simplemente el ex-campeón que perdió e hizo una rabieta contra Violet. De cierta forma sentía que Scarlet merecía a alguien fuerte como Violet, una campeona como Nemona o alguien tan impasible como Drayton, no él, un simple chico que comía papitas y mirada con preocupación la ventana de su habitación, solo pensando en que demonios hacer, en como ser mejor para ella. En volverse más fuerte.

Un ruido le sacó de golpe de sus pensamientos. Era Scarlet, con aquella expresión estoica y fría que tanto le había encantado. La chica se cruzó de brazos y lo miró directamente a los ojos.

—¿Comes papas? —preguntó, despreocupada.

—S-si, ¿quieres? —preguntó, alzando la bolsa de papitas.

Scarlet solo asintió, cerrando la puerta y acercándose a su cama. Kieran quiso sentarse, pero Scarlet se lo impidió al sentarse ella primero al borde de la cama, dejándolo sin una forma de levantarse. De inmediato tomó la bolsa y sacó un enorme grupo de frituras que comía con total tranquilidad, esa forma en que ella comía tanto, aunque algunos les impresionaba, a él le gustaba.

—Les falta chile —dijo, terminando de comerlas.

—Pu-puedo ir a comprar una botella…

—No, está bien —Scarlet volvió a comer—. Mañana podemos ir, quedémonos aquí mejor por ahora.

Kieran arqueo la ceja, confundido. Aunque Scarlet mantenía esa expresión tan inquebrantable, había algo en la forma en cómo sus pupilas se movían que le hizo preocuparse. Le miraba de reojo, su respiración parecía más agitada, como si estuviera buscando la forma de decirle algo. Kieran comenzó a sudar frio al imaginar lo que le podía decir, no era bueno disimulando su ansiedad, cuando sintió que comenzaba a respirar de manera más notoria finalmente le preguntó.

—¿Qui-quieres decirme algo? —preguntó, cerró sus ojos con miedo.

Scarlet pareció sorprenderse por esa pregunta, sus ojos se ensancharon y Kieran sintió como el pánico se apoderó de su pecho, como si le faltara el aire y su cuerpo temblara constantemente. Luego de unos segundos que se sintieron horas, Scarlet asintió.

—Solo una cosa…

Scarlet tragó saliva y Kieran esperó lo peor. Sin embargo, en lugar de palabras, lo que hizo su pareja fue acomodarse justo detrás de él. Kieran se quedó inmovil al sentir la cercanía del cuerpo de Scarlet en su espalda, sus mejillas comenzaron a arder mientras Scarlet acercaba sus manos a él, con miedo.

—¿Qu-qué haces? —preguntó Kieran, asustado.

—Abrazarte… —respondió Scarlet con nerviosismo.

Eso era nuevo, desconcertante. Al sentir el toque de sus manos en su cintura Kieran sintió como una corriente eléctrica recorría su cuerpo, curvandose de golpe. Su tacto era tosco, como si no supiera cómo hacerlo, como si una barrera mental le pidiera simplemente cerrar el abrazo hasta que finalmente lo hizo, cerrando el círculo. Kieran sintió como su corazón parecía querer salir de su pecho al sentir la respiración agitada de Scarlet directamente en la nuca. A pesar de eso, se sentía bien, tenerla ahí, teniendo su primer abrazo con el frío comenzando a entrar y el despidiendose en el horizonte le hizo sentirse agusto, confortable por el calor de su novia.

—Dame papas —dijo Scarlet, tratando de no entrar en cursilerías que no le gustaban.

—Claro —respondió Kieran con un tono liviano.

Ahí se quedaron los dos, comiendo patatas y mirando por la ciudad. La música suave parecía arrullarlos poco a poco, sin prisa. No supo en que momento cayó dormido, estaba tan comodo con el calor de Scarlet que de pronto todo estaba negro. Cuando Scarlet se dio cuenta, ella también cerró los ojos, acercando más su cuerpo a él y hundiendo su rostro en su pecho. En ese momento, al menos por ahora, podrían descansar por primera vez, juntos.