05 / 10 / 2024
Prompt: Fería
Juegos
Scarlet no apartó la mirada ni un segundo de la enorme ciudad que yacía frente a ella. Los enormes edificios grises de hormigón rompían el cielo de forma tosca, siendo rodeados por varios Starly y Staravia que buscaban un lugar donde poder dormir ante la falta de vegetación. El sol asomaba sus últimos rayos de luz, siendo reducidos por la predominante nubosidad que tanto le encantaba a la chica. El aire frío golpeando su cara le reconfortaba de una manera que no podía describir con palabras, cerrando los ojos y sintiendo cada parte de su cuerpo siendo golpeado por aquellas ráfagas.
Sus ojos se giraron hacia su acompañante. Kieran la seguía de cerca, distraído por los espectaculares antiguos mientras terminaba de beber un refresco que habían comprado en la fonda a la que habían ido a comer. No hablaban, ni siquiera se tocaban las manos, y eso le hacía sentirse a Scarlet bastante cómoda, en calma. Aquello seguía siendo extraño, a pesar de la comodidad aparente. No sabía cómo lidiar y cómo actuar con Kieran, en especial si él en realidad buscaba tener un trato más convencional, algo a lo que ella no estaba lista; se sentía tan rara recibiendo muestras de afecto.
Cuando dieron la vuelta en una esquina, Scarlet pudo ver como los ojos de Kieran se iluminaron al ver una plaza cercana. Luces amarillas parpadeantes daban la bienvenida a una feria local, una con la cual Scarlet no pudo evitar sentir un toque familiar.
—¿Quieres ir? —preguntó Kieran, con una sonrisa.
Scarlet asintió. La feria apenas abarcaba una parte de la pequeña plaza, siendo rodeada por varios puestos de metal oxidado de venta de ropa y juguetes. De inmediato se colaron los olores grasosos y dulces de los puestos callejeros, el ruido del metal desgastado de los juegos mecánicos que habían visto tiempos mejores, y las risas y gritos de los niños que se divertían mientras sus padres intentaban ganar algún premio en los juegos.
Scarlet recordaba haber visto esos juegos múltiples veces, en su infancia, cuando su padre le platicaba sobre como nadie ganaba en ellos; "una forma fácil de sacarle dinero a los tontos", decía su padre en medio del humo de su cigarro, obligándole a buscar incautos que cayeran y creyeran que podrían ganar. Pensó en decírselo a Kieran cuando la llevó a rastras hasta uno de ellos, pero algo le detuvo, algo en esa sonrisa ilusionada le hizo quedarse mirando y ver como el chico lanzaba los aros, sin ninguna suerte. Esperó ver su cara de frustración, la misma que había visto en la Academia Arándano cuando Violet le había derrotado, pero en su lugar sólo encontró una risa ligera.
—¿Quieres probar suerte? —preguntó Kieran, ofreciéndole su tiro.
—No gracias —dijo educadamente, sin embargo, Kieran mantuvo una mirada suplicante que le hizo ceder.
Suspiró, recordando las palabras de su padre ausente y lanzó el aro, sin éxito. Suspiró y negó con la cabeza, tomando otro aro y concentrándose. Falló otra vez. Una vena en su rostro se saltó al ver como la dueña del juego se guardaba el dinero de Kieran, a sabiendas que nunca podrían ganarle en su juego amañado.
A pesar de todo, Kieran mantuvo una sonrisa feliz en todo el trayecto, y en los demás juegos de la feria. Scarlet le seguía de cerca, esa actitud tan infantil, tan feliz, le hizo seguirlo y esbozar pequeñas sonrisas cada que intentaba pinchar globos con un dardo, tirar unos pinos de un balonazo o encajar esferas en los huecos para ganar algún premio. Quiso conseguir puntos para un peluche de Manaphy, pero el puntaje de ambos apenas les dio para conseguir un juguete de una espada y un mango de plástico. Scarlet no pudo evitar arquear ambas cejas ante el regalo.
—Esto es… interesante —dijo, tocando el plástico que parecía de mala calidad.
—Si, pudo ser mejor —Kieran rió, ligeramente nervioso—. Lo siento, quería el peluche para regalártelo.
—No te disculpes, la mayoría de estos juegos están amañados —dijo Scarlet, guardando el juguete.
—En ese caso, vayamos a los juegos mecánicos —dijo Kieran, guiando a Scarlet hasta uno con tazas giratorias.
Aunque Scarlet dudaba de su seguridad al ver cómo la estructura se tambaleaba de un lado a otro, terminó aceptando subirse junto a él. Mientras la enorme taza giraba sin control, Kieran tomó la mano de Scarlet y la alzó, gritando con alegría. Ella se quedó quieta, pensando en qué hacer, en cómo sentirse, sin embargo, lanzó una fugaz sonrisa y también alzó los brazos, sin gritar.
Siguieron en algunos otros juegos hasta que terminaron exhaustos, sentándose en una de las bancas de la feria y comiendo papas a la francesa de un enorme plato de papel. Kieran comía con tranquilidad, observando a la gente pasar, pero Scarlet solo le miraba a él.
No se lo había dicho, pero odiaba las ferias, odiaba los malos momentos que le recordaban a su infancia. Lo miraba como una forma de estafar bobos con comida cara y juegos amañados, algo que solo los idiotas disfrutaban, y vaya que ahora ella era la idiota, por qué lo disfrutó. No supo cómo, pero cada juego, cada partida, cada dulce se sintió como nunca antes lo había sentido, como si algo le hubiera cambiado la percepción de la realidad, algo o alguien.
Era él el origen. Así como ella lo cambió hace años, ahora su actitud infantil, tierna, le hacía ver calidez en cosas que para ella no tenían la mayor importancia, cosas que no le gustaban y que ahora, solo por el hecho de estar con él, volvía a agarrarles el gusto. Era cierto, se había ablandado, se había ablandado con todo lo que Kieran era, aquello que, negara o no, le atraían de él. Le hacía sentir cómoda… feliz.
Fue esa última palabra la que le hizo un hueco en su pecho. Felicidad, la sola idea de que ella se sintiera feliz le hacía sentirse como una ladrona, una oportunista que tomaba el puesto o el sentimiento de alguien más, alguien que lo merecía. Quería quitarse ese sentimiento, pero no podía.
—¿Estás bien? —La pregunta le sacó de su trance, Kieran había estado notando las expresiones de Scarlet y dejó su comida— No has comido nada.
Scarlet asintió ligeramente, sin lanzar alguna expresión clara. No sabía cómo expresarle, cómo decirle lo diferente que le hacía sentir, una persona extraña viviendo algo que tal vez no merecía, pero quería. Kieran le hacía creer que todo aquello realmente era bueno, la vida que quería.
—Kieran —Scarlet volteó a verlo directamente, sus palabras comenzaron a tambalear al querer expresar lo que sentía—. Tú eres… me haces creer… tú… —Scarlet tragó saliva, molesta de no poder decirlo.
Encontró otra forma de hacerlo. Sujetó sus manos con delicadeza, aunque estaban grasosas por la comida, la chica lentamente se acercó a su cabeza. Kieran se sonrojó de inmediato, temblando ante el toque de su pareja hasta que sintió sus labios chocando con los suyos en un beso.
No supo de donde tomó el valor, pero quería hacerlo, sentía que era el momento de probar aquellos labios salados y manchados con cátsup. Kieran se sorprendió, pero de inmediato se dejó llevar por los movimientos de Scarlet, sintiendo como un enorme calor se generaba en su pecho hasta que ambos se separaron, con los ojos entrecerrados.
—W-Wow —dijo Kieran, sorprendido.
—Eso es lo que me haces sentir, Kieran —dijo Scarlet, mirándolo por unos segundos.
—Y-yo… siento lo mismo, Scarlet —dijo Kieran, sonriendo.
Scarlet sonrió ligeramente, una sonrisa apenas perceptible para los demás, pero Kieran lo notó de inmediato. La chica volvió a su asiento e inclinó su cabeza sobre su hombro, quería que se quedaran ahí un rato más antes de ir al departamento.
