CONOCER A LA FAMILIA
La mañana estaba transcurriendo con tranquilidad, por primera vez en varias semanas podían coincidir y tener un día libre juntos. Izuku ya había terminado con su tesis y solamente estaba a la espera de las correcciones. Estaba nervioso por los resultados, pero Katsuki le insistía en que todo saldría bien. Por su parte, Katsuki al fin podía librarse de su misión como guardaespaldas al menos por el fin de semana. Necesitaba la calma que le brindaba Izuku, pero había algo que había estado rondando todo ese tiempo su cabeza y no había sabido como abordarlo con el peliverde. El rubio observó a su novio mientras éste comía los panqueques que ambos habían preparado. Suspiró con ligereza antes de hablar, si iba a existir esa conversación, prefería que fuera en ese momento, con ambos relajados y con el tiempo libre suficiente para tomar decisiones.
— Oye, nerd…
— ¿Hmmm? — Izuku respondió un tanto distraído mientras untaba otro poco más de miel a su panqueque. Al menos aquello significaba que le estaba prestando atención al rubio.
— ¿Cuánto tiempo llevamos saliendo?
Izuku dejó lo que estaba haciendo para observar con absoluta curiosidad a su novio. — No sé… Emmm… — Frunció el ceño intentando hacer cuentas mentalmente. En realidad, ninguno le había preguntado al otro sobre si deseaban salir. Un día simplemente se dieron cuenta de ello y comenzaron a hacerlo. Después, usar la etiqueta de "novio" se había sentido natural y correcto. — ¿Cuatro años? Quizás un poco más si tomas en cuenta los días que estuvimos en el hospital después de la guerra, o antes, cuando entrenábamos juntos. Recuerda que nuestros amigos decían que solíamos hacer todo siempre al lado del otro.
— Ya veo… — Respondió el rubio con calma mientras observaba a su novio beber un poco de jugo de naranja. — Izuku… creo que ya es hora de decirle a nuestros padres de lo nuestro.
Katsuki tuvo que cerrar los ojos cuando su pareja comenzó a toser y escupir el jugo que había estado tomando como si de una fuente se tratara. Ya se esperaba una reacción así por parte de su dramático novio, pero lo que no se esperaba era que le sorprendiera tanto el tema, tomando en consideración que ya llevaban bastante tiempo saliendo. Incluso se sorprendería si sus padres no sospechaban algo para esas alturas.
— ¿Eh? — Izuku respondió cuando por fin recuperó su voz, observando al rubio con los ojos bien abiertos por la sorpresa. — ¿Por qué tan de repente?
— ¿Tan de repente? — El rubio arqueó con ligereza la ceja después de haberse limpiado los residuos del jugo que el peliverde le había salpicado. — ¿En serio? Tú mismo acabas de señalar que llevamos años juntos. No quisiera que lo que tenemos se convierta en algo que tengamos que esconder todo el tiempo. Tampoco quiero que todos los extras lo sepan, solo nuestros amigos y familia… Vivir juntos fue necesario para saber si podíamos tener algo más sólido y hasta el momento creo que nos ha ido bien… — Terminó con calma, no pudiendo evitar dudar un poco al final. — ¿O es que tú no lo quieres?
Izuku parpadeó ligeramente alarmado de que su novio pensara que él no quería seguir avanzando en su relación. Tenía miedo, por supuesto. Sobre todo, por la carrera de héroe de Katsuki. Y aunque en la actualidad las relaciones del mismo sexo ya no eran tan extrañas, aún existían muchos tabúes que las personas con demasiados prejuicios no entendían. Pero el rubio estaba hablando de contarle a sus padres, de hacerlos partícipes de sus vidas como pareja, que se conozcan entre ellos y sean conscientes de que sus hijos tenían una relación de años y que no pensaban separarse, que incluso estaban pensando en ir más allá. Aquel era un paso gigantesco.
— Mira, nerd… Sé que es difícil, pero yo estoy seguro de lo que tenemos. Me siento muy feliz a tu lado, aunque a veces no creo merecer todo lo que me das. Quiero que estemos juntos por mucho tiempo más y quiero que nuestros padres sepan que lo que quiero es ser tu compañero para siempre y que no tengo ningún tipo de duda. — El rubio extendió su mano sobre la mesa con lentitud hasta que pudo tomar la mano del pecoso. Entrelazó sus dedos cuando la sintió temblar y con su pulgar se dedicó a darle suaves caricias al dorso. — ¿Qué dices?
Izuku le miró con una pequeña sonrisa. La confianza que se plasmaba en ese par de rubíes era todo lo que necesitaba para saber que todo estaría bien y que sin importar cómo resulte aquella plática lo podrían resolver como siempre lo hacían: juntos.
— Hablemos con nuestros padres, Kacchan.
La sonrisa radiante que se plasmó en los labios del rubio después de la respuesta de su novio sería uno de los recuerdos que más atesoraría Izuku, en definitiva.
— ¿Por qué tanto misterio, mocoso? — Exclamó Mitsuki Bakugo con tono autoritario. — Es raro que nos invites a comer.
— ¿No puedes esperar un poco más, vieja bruja?
Los comensales alrededor de la mesa en donde la familia Bakugo se encontraba sentada los volteó a ver con extrañeza luego del sonido de un golpe que hizo que el rubio se quejara. El restaurante que había escogido Katsuki era más bien un restaurante familiar que algo ostentoso. De hecho, era el restaurante favorito del peliverde y en donde comían a veces, cuando deseaban tener una cita tranquila. Lo que más le gustaba al rubio del lugar era que todos eran muy discretos cuando sus clientes eran héroes, así que el rubio solía relajarse. También había escogido ese lugar para que el nerviosismo del pecoso disminuyera ante lo que pensaban hacer.
— ¡Más respeto para tu madre, mocoso!
— ¡Mira quién lo dice, bruja!
— Por favor, cálmense los dos. — Masaru, el padre de Katsuki suspiró con resignación mientras tomaba a su esposa del brazo para detenerla de lo que quizás se trataba de otro golpe para su hijo. Katsuki fulminó con la mirada a su madre mientras se sobaba la cabeza. — Es solo que se nos hace extraño que nos citaras a comer, y no es que nos disguste, pero sabemos lo ocupado que puedes estar últimamente.
— Tsk… — El rubio bufó, pero al final se relajó, prestando más atención a la entrada del restaurante con la duda reflejada en su mirada. Izuku no podía haberse arrepentido, ¿verdad? Después observó su reloj de muñeca para comprobar que su novio ya llevaba diez minutos de retraso. — Sólo me gustaría esperar un poco más para darle tiempo al nerd de llegar.
— Oh… ¿Izuku vendrá? — Preguntó con más interés la madre del rubio.
— Sí. Vieja… solo…
— ¡Perdón por el retraso! ¡Tuve un inconveniente con la entrega de un trabajo en la escuela! — Izuku llegó corriendo completamente agitado, interrumpiendo la conversación que los Bakugo estaban teniendo.
Bakugo dejó escapar un suspiro de alivio al ver a su novio llevar a cabo su acto de aparición y no pudo evitar sonreír un poco ante su aspecto: cabello revuelto, su corbata mal colocada y su respiración agitada era el claro ejemplo de que había salido con prisa de donde sea que hubiera estado. Seguía siendo el desastre andante que tanto le gustaba. Atrás del pecoso, un poco más calmada, se encontraba Inko, la mamá del peliverde. Katsuki al verla, por primera vez fue plenamente consciente de la magnitud de lo que estaban a punto de hacer y se permitió por un breve instante, ser invadido por unos nervios tan voraces que amenazaban por destruir su estómago. Tragó una bocanada de aire en un intento de destruir el nudo que se había formado en su garganta y que amenazaba por impedirle hablar.
— ¡Lo siento! También fue mi culpa, pero Izuku me avisó de la comida hace tan solo un par de horas atrás.
— ¡Mamá! — Izuku miró a la mujer alarmado y sintiendo su rostro arder. No era que estuviera retrasando el momento, sino que tuvo que hacer muchas cosas en la Universidad y cuando menos se dio cuenta, ya era bastante tarde.
Aquello simplemente provocó que la sonrisa de Katsuki aumentara ante la mirada analítica de Mitsuki Bakugo. — No se preocupen. — Y antes de que fuera consciente de sus acciones, Katsuki se puso de pie para poder recorrer las sillas faltantes y que así ambos peliverdes pudieran sentarse. Aquella acción, aunque simple, era bastante habitual en el departamento que compartían ambos chicos, pero para las madres de ambos se había tratado de una señal de algo que aún no alcanzaban a comprender del todo.
— Gracias, Kacchan.
— Gracias, Katsuki-kun.
— De nada. — El rubio asintió sintiéndose un poco azorado cuando fue consciente de la mirada inquisidora de su madre. Sin embargo, la ignoró por completo con un ligero encogimiento de hombros. — ¿Les parece si comemos primero? Tengo demasiada hambre.
Todos asintieron al estar de acuerdo. Si alguien notó la sonrisa cariñosa que Izuku le dio a Katsuki, o que Mitsuki Bakugo había dejado de hablar mientras que el resto se sumergía en una charla agradable acerca de cómo le iba a Katsuki en su agencia o a Izuku con sus estudios, nadie lo comentó.
— Bien mocoso, habla. ¿De qué se trata todo esto?
Tanto Katsuki como Izuku se tensaron ante la pregunta tan demandante de la rubia. Habían estado tan sumergidos en aquella agradable burbuja hogareña, que salir de ella y regresar a la realidad, les había caído como un balde de agua fría. Notando la tensión del momento, Masaru intervino.
— Cariño, todos estábamos disfrutando del postre y la charla, de seguro que podemos esperar un poco más. Son pocas las veces que podemos reunirnos de esta manera. — Masaru observó a su esposa, llevando su mano a ella en un intento de calmarla.
— No. Quiero saber.
— Querida…
Katsuki miró a su pareja que casi se encontraba hiperventilando con una Inko que lo reconfortaba sin saber muy bien del porqué de su reacción. Supo que no iba a ser capaz de responder por cuenta propia así que suspiró con ligereza para animarse a hablar. Tal vez lo mejor sería ser directo, entre más rápido salieran de aquel asunto, mejor.
— Izuku y yo estamos saliendo.
Mencionó el rubio tan directo como siempre. Varias cosas ocurrieron al mismo tiempo: Izuku se sonrojó notablemente, Inko se quedó con la boca abierta, Masaru cerró por completo la boca al olvidar qué era lo que le iba a decir a su esposa y Mitsuki simplemente arqueó su ceja con incredulidad.
— ¡Kacchan! ¡Al menos debiste decirlo con más tacto! — Reclamó el peliverde en un tono alarmado en su voz.
— ¿Ah? La vieja bruja quería saber y yo respondí. — Se justificó el rubio con un ligero encogimiento de hombros.
— Sí, pero… — Izuku dudó al mirar a sus padres. Si no decían nada en los próximos minutos no sabía qué era lo que iba a hacer o como sentirse.
— ¿Saliendo cómo? — Preguntó aún con incredulidad la rubia, mientras golpeaba con sus manos la superficie de la mesa, provocando que las cosas que había en ella se cayeran. Izuku dirigió su mirada a ella con una mezcla de temor y sorpresa, pero aún en contra de lo que sentía, buscó la mano del rubio que estaba a punto de reclamar por la actitud de su madre para detenerle.
— Como pareja. — Respondió el peliverde sintiendo un apretón suave en su mano a modo de apoyo. — Somos novios desde hace algún tiempo.
— ¡Esto es una completa locura! — Katsuki se tensó notablemente ante las palabras de su madre, de haber sabido que las cosas resultarían así, quizás hubiera expuesto el tema de alguna otra manera. A decir verdad, no sabía qué era lo que había esperado, pero definitivamente no esperaba que su madre reaccionara de esa manera.
— Querida, cálmate. — La rubia iba a responder sin entender que de hacerlo podría iniciar una fuerte discusión con su propio hijo. La rubia miró a su esposo alterada, pero se cayó al notar su expresión. — Hijo… debes entender que esto es una noticia un tanto inesperada. ¿Están seguros?
— ¿Qué si estoy seguro de querer a este nerd? — Preguntó con incredulidad el rubio mientras elevaba su mano unida a la de su novio. — Nunca he estado tan seguro de algo en mi vida como lo estoy de esto.
Izuku se dio la oportunidad de volver a respirar con tranquilidad apenas un poco. Aunque que su madre no hubiera hablado aún, le hacía sentir cierto temor. — Muy seguro, señor. — Respondió Izuku con una pequeña sonrisa.
— ¡Pues yo no lo acepto! — Inko se puso de pie viendo a ambos chicos por completo exaltada. — Izuku, dejarás de vivir en ese departamento y regresarás de nuevo conmigo. De seguro que todo esto se trata de una especie de confusión.
— ¿Mamá? — Izuku abrió los ojos con una mezcla de sorpresa y decepción, mientras sentía su corazón contraerse de dolor. Algo que le permitía ignorar por completo los intentos de su madre por tirar de él para que pudiera ponerse de pie y llevárselo.
Un instinto protector surgió desde lo más profundo del corazón de Katsuki al notar el semblante de tristeza y dolor que atravesaba el rostro de su pareja cuando su madre consiguió ponerle de pie y arrastrarlo fuera. El rubio se levantó al instante, tirando la silla en el proceso y ante la mirada sorprendida de sus propios padres, se dirigió directamente hacia el peliverde para así abrazarle, consiguiendo que su madre lo soltara. Una vez que lo consiguió, se colocó enfrente del pecoso, como si de esa manera pudiera protegerlo de todo lo malo que existía en el mundo.
— Señora, sé que resulta difícil de comprender. — Comenzó a hablar el rubio con la mirada tan seria que hizo retroceder a la peliverde. Era como si Bakugo hubiera construido un muro entre ellos para poder proteger a su pareja. — Pero le aseguro que quiero a Izuku y haré lo que sea necesario para conseguir que él sea feliz, aunque eso signifique que tenga que ir en su contra para poder conseguirlo.
Izuku se aferró a la espalda de su pareja, un gesto que fue correspondido cuando el rubio buscó tocar la cintura del pecoso sin apartarse en ningún momento.
— ¿Izuku? — Inko no respondió al rubio, sino que extendió su mano en dirección a su hijo, esperando que la tomara.
Izuku observó la mano de su madre con cierta tristeza para después negar con suavidad. — Lo siento mamá, estoy donde quiero estar.
Inko no mencionó nada, simplemente tomó sus cosas y sin despedirse de nadie se marchó dando un portazo al salir. Los pocos comensales que había en el restaurante se les quedó viendo con curiosidad, pero ante la mirada asesina del rubio, decidieron ignorarles. Izuku llevó sus manos a su boca en un intento de silenciar un jadeo de dolor. Al instante, Katsuki le rodeó con sus brazos en un intento de reconfortarle ante la atenta mirada de sus padres.
Tanto Mitsuki como Masaru Bakugo, observaron cómo su hijo le dedicaba algunas palabras al peliverde en suaves murmullos, seguramente de aliento, que no alcanzaban a escuchar. Era evidente para ellos que por la forma en la que se trataban, todo lo que habían dicho era verdad y se querían. Mitsuki le dedicó una mirada a su esposo antes de acercarse a su hijo. En realidad, Mitsuki se sentía como una tonta ya que había ignorado tantas señales tan obvias: desde que había terminado la guerra había presenciado la desesperación que había manifestado su hijo por saber cómo se encontraba Izuku, sus escapadas nocturnas para acompañar al peliverde, que llorara al enterarse de la condición del quirk de Izuku cuando sabía que su hijo nunca lloraba. Y así podía seguir haciendo que la lista se hiciera más grande.
— Hijo. — El rubio no contestó, pero a pesar de seguir abrazando al peliverde, fijó su mirada en su madre. — Lamento que las cosas hayan terminado así. Lamento también cómo reaccioné, pero comprenderás que es una noticia un poco difícil de digerir. — Katsuki asintió aún silencio con expresión cansada. Izuku alzó la mirada para ver también a la mujer un poco más tranquilo. La rubia suponía que aquello se debía en gran medida a la presencia de su hijo y a las caricias que éste repartía constantemente al cabello del peliverde. — Sólo dennos tiempo.
— Gracias. — Respondió finalmente el rubio con un tono de voz un poco más ronco. Izuku simplemente asintió sintiendo aún el nudo en su garganta amenazando por aumentar.
— También denle tiempo a Inko, lo comprenderá. Ella te quiere mucho, Izuku.
Izuku volvió a asentir, pero escondió su rostro en el pecho de su pareja. Se sentía demasiado cansado y comenzaba a dolerle la cabeza. Katsuki simplemente aferró al pecoso contra su cuerpo, en una postura claramente protectora.
El silencio reinaba mientras Katsuki e Izuku caminaban con calma hasta su departamento. Se habían despedido de los padres del rubio, quienes les habían prometido visitarles pronto. Katsuki había preferido no mencionar a la madre de su novio, pero la verdad era que no sabía realmente qué decirle para mejorar su estado de ánimo. Izuku lucía tranquilo, pero Katsuki sabía que eso solo se trataba de una máscara que ocultaba todo su dolor. Se sentía tan impotente por no saber cómo remediar la situación.
— Izuku…
— No es necesario que te disculpes, Kacchan.
— ¿Ah? — El rubio se detuvo, provocando que su pareja hiciera lo mismo solo que un par de pasos más adelante, dándole la espalda. — ¿Cómo sabes lo que te iba a decir?
Izuku rio un poco, girando con suavidad sobre sus talones para poder ver de frente a su novio, sus manos entrelazadas en la espalda. — No hay nadie que conozca mejor a Kacchan que yo.
Katsuki sonrió de costado, dando un paso al frente para acercarse a su novio. — Nerd engreído.
— Pero lo cierto es que tienes razón. — Izuku le ignoró sonriendo con cierta tristeza, pero seguro de sí mismo. — No me arrepiento de quererte y no creo que sea incorrecto hacerlo. Ya era momento de compartirlo con nuestros padres, tienen derecho a saberlo, pero es decisión de ellos querer aceptarnos tal como somos e incluirnos en sus vidas, no podemos obligarlos.
— Izuku…
— Te quiero, Kacchan. — El peliverde sonrió un poco más mientras le extendía la mano a su pareja. No estaba seguro si su madre terminaría por aceptar su relación, pero de momento no podía hacer nada, era su madre la que tenía que tomar una elección. — ¿Nos vamos?
Katsuki asintió al tomar, sin ningún tipo de duda, la mano de su pareja. — Te quiero, Zuzu. — El rubio susurró y entrelazando sus dedos, comenzó a caminar con calma rumbo a su hogar. Tal vez de momento no pudiera hacer nada, pero con el tiempo haría algo para recuperar la sonrisa sin reservas de su novio y devolverle la felicidad.
¡Llegamos al día 22! ¡Estos últimos días del Flufftober son los que más me gustan! Muchas gracias por su apoyo
Arianne Luna que bueno que lo disfrutes, tengo pensada una historia BakuDeku larga, espero que cuando la comience a publicar le des tanto amor como lo has hecho con este Flufftober
