La zona externa de la academia Yotsuboshi se llenó de los puestos de dulces o juegos de las idols. Habían chicas de Starlight, Star Harmony, Dream Academy y Neo Venus Ark allí, participando de todo. Yume y Ako regresaban de traer a Raki para enseñarle cómo iba quedando la sección Yotsuboshi de la feria Aikatsu On Parade.

Ako se detuvo en seco frente a un juego de disparar patos. Ruka, quien estaba organizando el juego, saludó con energía a su compañera del S4. Yume y Raki también saludaron a Ruka. Trataron de adivinar que había captado la atención de Ako, y la rubia lo notó enseguida: un peluche de Subaru.

– Tengo peluches de todos los idols de la academia. – presumió Ruka, sacó uno de sí misma y lo exhibió. – El de Ruka es uno de los mejores.

– Yo quiero el de Subaru-kyun. – dijo Ako, en un tono exigente.

– Si lo quieres, vas a tener que derribar a todos los patos. – respondió la dueña de la atracción, mientras le entregaba una metralleta de juguete.

Raki comenzó a animar a Ako, con porras y todo. La gatita se preparó para disparar. Los patos empezaron a moverse. Un primer disparo sonó, y dió contra la pared. Luego sucesivamente, otros diez intentos fallidos.

La idol chilló de frustración, se fue y regresó con un equipo profesional de disparo olímpico. Yume quedó incrédula, y estupefacta, pero prefirió no averiguar de dónde Ako había sacado eso.

Con todo y cargamenta, la gatita falló como otros doscientos disparos. Escuchó una risa burlona tras su espalda, una voz que conocía mejor que cualquier otra voz en el mundo.

– ¡Deja de reírte, Kanata Kira! – gritó ella, a punto de darle unos arañazos.

– Sólo me impresiona cómo eres tan ingenua como para creer que una gata puede disparar.

Se acercó a la chica y le arrebató la metralleta. La miró con dudas. Le pidió a Ruka algo más pequeño. La idol le acercó una pistola de juguete.

Kanata sonrió, se acomodó las gafas, se llevó una mano al bolsillo, y al más puro estilo de Yusuf Didec, apuntó hacia los patos. A la primera los derribó a todos. Raki y Yume lo colmaron de aplausos. Ako rabiaba de la furia y la envidia.

– No te molestes, si lo hice por ti. – se justificó el chico. – Deberías ser más agradecida.

– Y tú menos entrometido.

El joven se acercó a Ruka y le susurró algo al oído. Mientras aquella se iba a buscar algo a la parte más trasera del kiosko, Kanata se quedó conversando con Ako.

– Vamos, ¿No te gusta que un chico fuerte y guapo saque la cara por ti? – preguntó él. La gata se molestó más.

– ¡No eres nada guapo!, ¡Deja de hablar estupi...!

Fue interrumpida. Aquel se acercó mucho a ella, dejando una distancia mínima, con el rostro a pocos centímetros del suyo.

– Repite que no soy hermoso, quizás te crea.

La cara entera se le ruborizó. La voz le tembló, intentó decirlo pero no le salió. Hinchado como pavo real, Kanata sonrió.

– Debí imaginarlo.

Ruka regresó, y le dejó algo al chico, pero Ako no estaba lo suficientemente concentrada como para fijarse. Él lo colocó en manos de Ako.

– Quédate con tu muñeco. Nos vemos.

Aquel se marchó con estilo. Las chicas de S4 y Raki lo siguieron con la vista hasta que se perdió. Ako fue a mirar el peluche que tenía en las manos, y se dió cuenta que no era el de Subaru que quería, sino uno del propio Kanata.

Se molestó, pero tuvo la esperanza de cambiarlo. Sus planes se frustraron cuando vió a Ruka colocar un cartel frente al juego que decía "No se aceptan devoluciones".

– ¡Te odio, Kanata Kira! – gritó la gata con todas sus fuerzas.