- Hermana, es hora de irnos - dijo el niño, con su mochila colocada, asomándose a la cocina

- ¿Ya? - se sorprendió

Terminó de guardar los utensilios y se dirigió a su habitación, en dónde, el hanyo se encontraba de cuclillas sobre la ventana

- Inuyasha - pronunció, él volteó - Debo irme - tomó su mochila

- ¿Qué? - murmuró - ¿A dónde te vas?

- Tengo que ir a la escuela... ya te lo había dicho

Realmente necesito volver a la escuela... tengo que ponerme al día con las materias...

Aquella frase pasó por su cabeza

- No pensé que sería tan pronto

Ella pudo notar un pequeño dejo de tristeza y ¿miedo? en su mirada

- Oye... ¿Qué te ocurre? - se acercó - Regresaré - sonrió - No tienes que preocuparte todo el tiempo

- De acuerdo - aquella sonrisa hizo que su corazón se calamara - Sólo... ten cuidado

- Tranquilo - caminó hacia la puerta - He echo esto por años, tú sólo quédate aquí y no salgas

- ¿Por qué?

- La gente de esta época no está acostumbrada a youkais o hanyos... puedes meterte en problemas - tomó el pomo - Puedes quedarte con mamá o el abuelo - volvió a sonreír

- ¡Hermanaaaaa!

- ¡Ya te oí! ¡Nos vemos Inuyasha! - le sonrió una última vez y salió del lugar

Gracias a su oído super desarrollado, pudo saber la forma en la que ella bajaba las escaleras y el momento en el que abrió la puerta de entrada, sin embargo, no tuvo que utilizarlo por más tiempo ya que la imagen de la adolescente y su hermano aparecieron frente a sus ojos, dirigiéndose a toda velocidad hacia las escaleras del templo

Kagome

Suspiró

- ¿Quieres un té? - volteó ante la voz de la mujer - Oh, lo siento - sonrió - No quise incomodarte

- Eh... no, no lo hizo

- Con el abuelo tomaremos un té... ¿quieres acompañarnos?

- Estem... de acuerdo

- Puedes bajar, si quieres - volvió a sonreír, saliendo de la habitación

Ahora entiendo de dónde heredó Kagome su lado amable

Volvió a dirigir la mirada hacia afuera, en dónde el sol alumbraba todo el lugar, aunque el aire fresco le recordaba que el otoño estaba cerca, aún en aquella época. Abrió ligeramente sus ojos al recordar algo

¿Sucederá también aquí?

Pensó, llevando su mano a la cara, en señal de frustración

- Maldición... como si no tuviera ya suficientes problemas sólo con haber conocido a esta niña

Suspiró y descendió con intenciones de salir de la habitación, no sin antes contemplarla y empapar su nariz con aquel dulce aroma

- Todo este lugar... tiene la excelente esencia de Kagome...

Sonrió levemente, dirigiendo sus ojos al suelo, sintiéndose avergonzado por tener palabras románticas, aún cuando nadie pudiera escucharlo

Descendió las escalera e ingresó a la cocina, en dónde el abuelo se encontraba sentado, con su diario cubriendo gran parte de su cara

¿Acaso este hombre vive leyendo esos escritos gigantes?

- Viniste - pronunció sin mirarlo

- ¿He? - lo tomó por sorpresa

- Le dije a mi hija que te quedarías allá arriba, pero, ella me aseguró que bajarías

- Kagome dijo que es una buena persona - ingresó, con la bandeja con las bebidas y unas galletas en un pequeño plato

- ¿Qué es olor? - olfateó el ambiente

- Deben ser las soba boro - dejo todo sobre la mesa - Son las favoritas de Kagome

- Se ven... deliciosas

- Sírvete, no seas tímido - le entregó la taza de té

- Gra... gracias señora

Había olvidado completamente lo que era que alguien, que se pareciera a su madre, fuera amable con él. Por lo general, todas las mujeres que tenían niños, independientemente de la edad que poseyeran, huían al grito de "bestia", sosteniendo a sus hijos como si él fuese capaz de arrebatarlos de sus brazos y asesinarlos. Aquel era el motivo por el que valoraba a Kikyou y la forma en la que ella lo había tratado, cuando lo conoció... como un ser sintiente y no un monstruo

- Inuyasha - pronunció el anciano, dejando a un lado el periódico - ¿Sabes cuál es el significado de tu nombre?

- ¿Mi nombre? - casi se ahoga con un sorbo de té - No - meneó la cabeza

- Si no me falla la memoria, el significado de tu nombre es "perro demonio"

- Agh ¿y eso que tiene de malo?

- Nada - tomó un sorbo - Sólo quería preguntarte si eres un demonio

- Ugh - abrió sus ojos, sin saber que responder - Y... ¿Qué hay de malo si lo soy?

- ¿De verdad? - preguntó la mujer, con un visible entusiasmo - ¡Eso es genial!

- ¿He? ¿Usted lo cree?

- ¡Por supuesto! ¿Y tienes poderes?

- Bu... bueno... sólo mis garras - elevó un poco sus manos - Y... hace poco encontré ésta espada - señaló a Tessaiga - Era de mi padre... pero, ahora me pertenece

- Debe significar mucho para ti

- No en realidad - no apartaba los ojos del arma - No conocí a mi padre... y... a decir verdad, no soy un demonio, soy un hanyo

- Un mitad demonio - intervino el abuelo - Es por eso que posees esta apariencia casi humana

- Eso creo...

Este hombre sabe demasiado...

- A mi me gusta tu nombre - sonrió la mujer - Es muy original

- Gracias señora - también sonrió, levemente

- Al menos sabemos que Kagome estará segura contigo - acotó el abuelo - Es primordial para ella, que tú estés cerca para protegerla en la época antigua

Me... me están confiando la protección de Kagome ¿a mi? ¿confían en mi?

- Inuyasha - la voz de la mujer lo devolvió a la realidad - ¿Sabes por qué Kagome llegó a tu época?

- No... y francamente, estoy seguro de que ella tampoco lo sabe

- Bueno... si ella es la elegida, supongo que algo muy importante deberá tener que hacer allá - pronunció el anciano

¿Algo importante que hacer?


- Espero que el abuelo y mamá no le pregunten demasiadas cosas a Inuyasha - murmuró, ingresando a la institución

De hecho, espero que ni siquiera salga de la habitación... ellos pueden ser un poco... invasores

- ¡Kagome!

- ¿He? - la voz de su amiga la devolvió a la realidad. Elevó su mirada y la vio corriendo en su dirección

- Kagome... por fin viniste - suspiró

- Eri - sonrió - Si, lo que pasa es que...

- Estuviste enferma, lo sabemos, tu abuelo nos dijo que te habías contagiado de un extraño virus y habías perdido la memoria temporalmente

- ¿Ha si? - respondió con sus ojos demasiado abiertos - Bu... bueno, ya me siento mejor jeje

- Que alivio, por un momento pensamos en que tal vez no volveríamos a verte - tomó sus hombros

Bueno, eso no es del todo inexacto... después de todo, si Inuyasha no me hubiera salvado la primera vez de Yura, quizás no habría encontrado la forma de regresar, al menos no en poco tiempo

- Ya no te preocupes - sonrió, incómodamente

- ¡Higurashi! - volteó ante aquella conocida voz

- Hojo - murmuró, sonrojándose levemente

- ¿Puedes reconocerme?

- ¿Qué?

- Tu abuelo dijo...

- Oh... si, no te preocupes, ya... ya estoy bien

- Que bueno que pudiste venir - sonrió

El joven estudiante se había mostrado interesado en ella desde el día uno, lo que no le había importado demasiado, hasta que, a inicios de ese mismo año, habían asistido a la fiesta número 18 de Yuca, en dónde habían reído y bailado casi toda la noche

Realmente es un chico interesante

Pensó esa noche, al regresar a casa y no poder conciliar el sueño

Desde ese momento, ambos habían tenido un coqueteo tácito, ya que no pasaba de algunos halagos, sonrojos y sonrisas cómplices

- Estábamos preocupados por ti, sobre todo cuando fuimos a tu casa y tu abuelo no nos dejo pasar a verte

- ¡¿Fueron a mi casa?!

- Queríamos asegurarnos de que estuvieras bien - intervino Eri

- No se que decir - no mentía, realmente se había quedado sin palabras

- Higurashi - la tomó de las manos, sorprendiéndola - Si necesitas algo, sólo pídemelo - la miraba fijamente - Prometo que haré lo posible por conseguirlo, no importa de lo que sea

- Bu... bueno... gracias... supongo - titubeo, con una sonrisa forzada

- Nos vemos luego - le regaló una cálida sonrisa y se alejó

- Dime cuánto has avanzado con él, Kagome - murmuró Eri

- ¡¿Heeee?! ¡¿De que estás hablando?!

- ¡Ay por favor! Estamos en el último año, ya no somos niñas - guiñó su ojo - No me digas que todavía eres virgen

- ¡Eri! - se sonrojó - Bueno... ¿y que hay de malo en eso?

No es que no haya pensado nunca en eso...

Pensó, recordando la primera fantasía con el peliplata

- No te preocupes - palmo su espalda - No todos tienen los mismo tiempos, lo importante es que sea con alguien especial - la abrazó, mientras comenzaban a caminar - Y... aquí entre dos... Hojo no está nada mal

- No hay nada entre él y yo, si es lo que insinúas

Ingresaron al salón de clases, dónde los demás estudiantes se estaban acomodando en sus pupitres

- ¡Kagome! - sonrió la castaña - Que bueno que hoy pudiste venir

- Si, estábamos muy preocupadas por ti, Kagome

- Gracias Ayumi, Yuca - les sonrió - Pero pueden estar tranquilas, ya me siento mejor

- Adivinen quien se acercó a nosotras cuando estábamos en la puerta - dijo pícaramente

- Hojo - sonrió emocionada Yuca - Ay ¡es tan lindo! No entiendo porque no te lanzas a él de una vez, Kagome

- Chicas - suspiró, notablemente cansada del tema - Entiendo que es un chico atractivo, pero... en este momento no me interesa salir con él

- ¿Tienes a alguien más?

- No - respondió con una mirada fatal, provocando que sus amigas entendieran

- De acuerdo - sonrió Ayumi, sentándose en su lugar - Nos alegramos de que estés aquí

- Gracias - le sonrió

De las tres, Ayumi siempre había sido la más tranquila y menos entrometida, la que provocaba que Kagome no sintiera la necesidad de salir corriendo, cuando Eri y Yuca se tornaban intensas con algún tema en particular

- Oye Eri - murmuró Yuca, observando a la morena - ¿Viste la marca que tiene Kagome en su rostro?

- Si - respondió en un tono de preocupación - Lo noté apenas la vi... pero no quise preguntarle, ella... no ha pasado unos buenos días

- Lo sé... pero en cuanto se sienta mejor, debemos preguntarle

Quiero mucho a mis amigas, pero... a veces pueden ser un poco molestas, sobre todo cuando se trata de Hojo... no pueden saber de Inuyasha, mucho menos de la época feudal

- Inuyasha - suspiró, casi inaudiblemente - ¿Qué estarás haciendo en este momento?


- No tienes que acompañarme si no lo deseas - miró por sobre su hombro al youkai, quién se encontraba a unos metros, dándole la espalda

Sigo sin entender que es lo que pretende el amo bonito con esta mujer... si su intención es dañar a Inuyasha debería ir por la otra niña, al menos ese híbrido se preocupa demasiado por ella... pero esta mujer...

Pensó el pequeño demonio, sentado a unos metros de Sesshomaru

Ella sonrió, volviendo a su recolección de hierbas

- Me agrada que estés aquí - pronunció, sin que ninguno se mirara - No lo sé... pero... el hecho de que no digas nada, hace que me sienta tranquila

- Inuyasha también permanecería en silencio - dijo de repente

- Tal vez... pero... su carácter puede ser un poco complicado a veces - dijo con ternura o compasión - Es por eso que prefiero hacer mis cosas... sola

Nuevos minutos de silencio invadieron el ambiente

- Él ha sufrido mucho ¿sabes?... pienso que eres muy duro cuando se trata de él

- No me interesa su vida

- Eso no te impide que seas un poco más amable con él... al menos no trates de matarlo - hizo una pausa, tomando su canasta y poniéndose de pie - Cuando Inuyasha regrese... usará la perla para convertirse en humano y... eventualmente nos casaremos

El demonio la miró por sobre el hombro, notando que ella aún le daba la espalda

- Cuando eso suceda... ya no me acercaré a ti - giró su cabeza, mirando al suelo - Quizás ésta sea la última oportunidad de decirme algo, si lo deseas

Volteó, encontrándose con el youkai parado a unos centímetros. Sus ojos dorados fijos en los de ella, su expresión inmutable, el viento bamboleando su largo cabello

- Sesshomaru... - murmuró

Él elevó su mano, acariciando su mejilla, ella cerró sus ojos ante el contacto

¿Acaso... tiene algo que decirme?

Pensó, abriéndolos lentamente. Ella correspondió su caricia, haciendo lo mismo. Acercó su rostro lentamente, observando los finos labios de la mujer

¡Kah! ¡¿Qué... qué está por hacer, amo bonito?!

Pensó Jaken, el cual se había apartado un poco al momento en el que el demonio se acercó a ella

La abrazó. No fue romántico, tampoco apasionado, sólo... la rodeó con sus brazos, sintiendo su calidez. Se apartaron segundos después, observándose mutuamente. La sacerdotisa sonrió levemente, apoyando su cabeza en el pecho del youkai. Sesshomaru extendió los brazos dubitativamente, sin embargo, la abrazó nuevamente, aferrándose a ella un poco más

- No debería hacer esto - dijo seriamente - Pero... se siente, bien

Se alejaron, sin decirse nada, ni expresar emociones en sus rostros, sólo observándose

Algo no está bien

Pensó el youkai desviando su mirada hacia el cielo

- También lo percibes, ¿no es así? - volteó

Las nubes comenzaron a cubrir el cielo, al mismo tiempo en que el viento golpeaba sus rostros. A lo lejos se distinguían dos figuras, acercándose a toda velocidad

- Regresaron - dijo Kikyou, dejando a un costado la cesta y tomando su arco