1 mes después

El paisaje se distorsionaba debido al agua que caía frente a sus ojos. El sonido ensordecedor de la cascada, la ayudaba a mantener su mente en blanco, de lo contrario, volvía una y otra vez a aquel fatídico día

¿Por qué lo hiciste? ¡Me hubieras dejado morir!

Esa había sido la primera frase que la sacerdotisa había pronunciado al despertar, desconcertándola completamente a ella y su pequeña hermana

Kikyou... ya no es la misma desde esa mañana, no puedo explicarlo pero...es como si una parte de su alma... de su forma de ser pacífica, se hubiera quedado en el más allá

- ¡Señorita Kagome!

La tenue y lejana voz de Rin la regresó a la realidad. Atravesó aquella capa de agua, acercándose a la orilla

- Rin - sonrió, encontrándose con los ojos castaños de la mujer

- Que alivio - le devolvió la sonrisa - Me asusté cuando no logré encontrarla

- Estoy bien, no te preocupes - tomó la toalla, cubriendo su cuerpo - ¿Shippo y Kaede?

- Están terminando de recolectar las verduras - hizo una pausa - La señorita Kikyou está en el campo de hierbas medicinales... yo... iré a ayudarla en un momento

- Esta bien - respondió tranquilamente - Después los ayudaré con la cena

- De acuerdo - le dedico una última sonrisa, giró y comenzó a correr en dirección de la aldea

Luego de colocarse su uniforme, se quedó contemplando el atardecer durante un momento, hasta que decidió que ya no podía soportar más la distancia que los separaba y comenzó a caminar en dirección al bosque

Sus pasos eran fantasmales, su mirada castaña había perdido el brillo que la caracterizaba y, aquella sonrisa que supo cautivar al híbrido, había desaparecido. Desde esa mañana, los días se había convertido en un limbo, en el que, el tiempo parecía no transcurrir jamás

- ¿Qué? - murmuró, deteniéndose a unos metros del árbol sagrado, sorprendida de la imagen que se presentaba frente a sus ojos

El youkai estaba a unos centímetros de su medio hermano, observándolo en silencio

¿Habrá venido por la espada?

Pensó, al ver como el peliplata extendía su brazo, pero, para su nueva sorpresa, no se acercó al arma, si no a la flecha, la cuál, lo rechazó al instante

- Sesshomaru - murmuró sin poder contenerse - Acaso... ¿intentas liberarlo?

No respondió, ni siquiera volteó a verla, por lo que, ella se acercó, deteniéndose a su lado. Sus ojos se humedecieron rápidamente al observar el rostro del joven

- Inuyasha - susurró - Te extraño tanto

- Esa flecha - pronunció de repente - Posee una gran cantidad de energía negativa

- ¿Qué? - lo miró

- Esa mujer... tenía odio y resentimiento al momento en el que disparó la flecha

- Kikyou...

Se puso de pie, observando su cuerpo en busca de la herida que ese ser le había causado

- ¿Un fragmento de la perla? - murmuró - Kagome... ¿Qué hiciste?

- Yo... - apartó la mirada - Seguí a esa cosa y... le disparé una de tus flechas, pero... le di a la perla y... al parecer, se rompió

- Eso no es nada bueno - frunció el entrecejo, volviendo a mirar al híbrido, al mismo tiempo en que un enorme sentimiento de culpa se apoderaba de su pecho

Sus ojos comenzaron a brillar, sin embargo, apartó rápidamente sus ganas de llorar y extendió su mano, con la intención de quitar la flecha. No logró hacerlo, fue rechazada por una intensa energía. Cerró sus ojos, casi resignándose

- ¿Qué ocurrió? - preguntó la estudiante, mientras unas lágrimas recorrían sus mejillas

- El sello no puede romperse - respondió en un tono neutro, mientras volteaba, dándole la espalda al híbrido y comenzando a caminar

- ¡¿Qué estás haciendo?! - gritó - ¡¿Acaso no piensas liberarlo?!

- Kagome - volteó, seriamente - No es el momento

Continuó su andar, en dirección a la aldea, mientras su hermana la seguía y la joven se quedaba mirándola con una expresión absorta

- Ella... nunca dijo nada - frunció el entrecejo - ¿Ese es el motivo por el cuál no pudo liberar a Inuyasha? Lo... ¿lo odia?

No... imposible, ella no lo odia... fue... engañada por ese ser que tomó la apariencia de Inuyasha, yo misma lo vi

Sus piernas se aflojaron y, antes de darse cuenta, una mano la sostuvo por la cintura, evitando su caída. Sus ojos se nublaron, en parte por las lágrimas y en parte porque no lograba procesar toda la información

- Lo siento - susurró, apoyándose en el hombro del demonio - Pero... yo, extraño mucho a Inuyasha - enterró su cara en su pecho, dejando salir todo el llanto que tenía contenido, mientras él no apartaba sus orbes dorados de su medio hermano

...

- ¡Muere, Inuyasha!

- Ki...Kikyou, miserable ¿cómo pudiste?

La secuencia se repetía, una y otra vez, a cualquier hora del día, inclusive en sus pesadillas, motivo por el cual, había pasado más de una noche sin dormir. La vida seguía, sin embargo, su mente y su alma se habían detenido en aquel instante, la imagen del rostro sorprendido del hanyo se había convertido en su compañía, estrujando su pecho todos los días, ahogándolo en una culpa eterna que la acompañaría hasta la tumba

Cerró sus ojos por décima vez en el día, reprimiendo el llanto que amenazaba con asomarse, al mismo tiempo en que continuaba arrancando las hierbas del suelo

No deseaba la compañía de nadie, ni siquiera de su hermana, trataba de mantenerse ocupada y alejada de la aldea el mayor tiempo posible, como si la distancia pudiera arreglar algo. No había regresado al árbol, no era capaz de volver a mirar el rostro del híbrido, tampoco a la cueva en la que el ladrón Onigumo yacía, de hecho, le prohibió la entrada a Kaede y los demás, a conciencia de que, lo más probable, es que, para esa altura, él ya se encontrara muerto por la falta de sus cuidados. No pensaba en ello y, en el fondo, tampoco le importaba, porque desde aquel día, vivía su vida bajo una única premisa: la obligación. Había nacido para ser la sacerdotisa de la aldea y proteger a sus habitantes y debía cumplir con ello

- Señorita Kikyou - elevó la mirada ante aquella dulce voz - ¿Necesita ayuda?

- Rin - sonrió levemente, asintiendo

La joven se arrodilló a su lado y permanecieron en silencio durante unos segundos

- Hoy... - titubeo, dudando de si continuar o no - Escuche... que en una de las aldeas del norte... apareció otro youkai que llevaba un fragmento de la perla

El cuerpo de la sacerdotisa se tensó, sin embargo, intentó mantener la calma

- Trataré de hablar con alguien para que me ayude a reunir los fragmentos - hizo una pausa, mientras la castaña posaba sus ojos sobre ella - Si algún ser maligno logra completar la perla, grandes desgracias se desencadenarían sobre la región

- Pero... eso es muy peligroso - murmuró

- Lo sé... pero no importa - redirigió su mirada a su pecho, en dónde descansaba el fragmento que la mantenía con vida

La voluntad de Kagome y la energía de esta pequeña parte de la perla, me mantienen con vida, pero... desearía haber muerto ese mismo día, al lado de Inuyasha

- La perla de Shikon no es visible para todo el mundo... sólo yo puedo verla

- Pero, la señorita Kagome...

- Ella no pertenece a esta época, debe mantenerse a salvo - hizo una pausa - Algún día, el pozo se volverá a abrir y ella podrá regresar a su hogar, mientras tanto, es mi deber protegerla - miró a la joven, quién mantenía una expresión de tristeza - ¿Sucede algo?

- No - meneo la cabeza - Sólo... que no quisiera que ella se marchara

- Entiendo - volvió a mirar las hierbas - Le has tomado cariño, ¿verdad?

- Ella... es muy buena persona - sonrió - A pesar de que su alma está sufriendo

El alma de Kagome sufre, por mi culpa... por no haber confiado en la persona con la que había jurado compartir mi vida

Una lágrima amenazó con ganar la batalla, sin embargo, logro contenerla antes de que lograra escapar

...

La ayudó a que pudiera sentarse, sosteniéndola hasta que apoyó su espalda en el árbol, al mismo tiempo en que ella enterraba su rostro en sus rodillas, sin dejar de llorar

La cara del demonio se mantuvo imperturbable, sin embargo, en el fondo, estaba sorprendido de la manera en la cual aquella humana sufría por su medio hermano. Volvió a dirigir sus orbes dorados al rostro del hanyo, mientras esperaba que la joven se calmara

- ¿Has intentado quitar la flecha? - preguntó, seriamente

- Si - incluso una pequeña palabra, sonó entrecortada en su voz ahogada - Pero... fue inútil

Nuevos minutos de silencio transcurrieron

- ¿Por qué? - lo miró - ¿Por qué no le has quitado la espada? Es lo único que te interesa de él

- Hm - cerró sus ojos, volteando y comenzando a caminar - No tiene gracia si está inconsciente

La mujer se quedó observando como la figura del youkai se perdía entre los árboles del bosque. Su respuesta no la había sorprendido, de hecho, no se esperaba menos, sin embargo, el hecho de haberlo encontrado en este lugar, le hizo plantearse si era la primera vez que Sesshomaru visitaba a su hermano

- Inuyasha - susurró, elevando su cabeza, contemplando su cara - Si tan sólo... pudiera hacerte saber que estoy aquí - volvió a enterrar su rostro en sus rodillas - Qué no pienso apartarme de tu lado - aspiraba entrecortadamente - Todavía... recuerdo lo que me dijiste la última noche que estuvimos juntos

- Kagome - pronunció, mientras acariciaba su cabello

- ¿Si? - respondió, con sus ojos cerrados y descansando su rostro en su pecho

-Yo... quiero decirte algo

- ¿Qué sucede? - elevó su mirada, preocupándose brevemente

- Me gustaría... que te quedes a mi lado

- ¿He? - abrió sus ojos, en señal de sorpresa

- Cuando estas conmigo, me siento aliviado - desvió la mirada - También, me divierto mucho... contigo, con tu familia...

- Inuyasha - sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas

- ¿Qué... que te pasa? - se asustó - Di... ¿dije algo malo?

- No... para nada - meneo la cabeza, al mismo tiempo en que una sonrisa se formaba en sus labios - Pero... me hace muy feliz escuchar eso

El hanyo sonrió

- Quiero... conocerte más, compartir... mi vida, contigo

No aguanto más y apoyó sus labios sobre los de él, mientras su pecho se llenaba de emoción e ilusión, el la rodeó con sus brazos

- No sé que sucederá, pero... quiero estar siempre a tu lado, Inuyasha

- No sabíamos que nos tenía preparado el destino, pero... - el nudo en su garganta le estaba dificultando el habla - ¡Estábamos dispuestos a intentarlo! - gritó, enterrando nuevamente su rostro en sus rodillas - ¡Estoy aquí Inuyasha! - volvió a mirarlo - No pienso dejarte... dije que quería estar a tu lado y así lo haré

Quería ponerse de pie y abrazarlo fuertemente, tomar su rostro, besar sus labios, pero, aún sentía la poderosa energía que la había rechazado en el momento en que intentó aferrarse a él, el mismo día en el que fue sellado

- Hace un mes que no veo a mi familia - murmuró, con su boca pegada a la piel de sus rodillas - No sé que estarán pensando... tal vez tienen mucho miedo de que me haya ocurrido algo, quizás piensan que he muerto - elevó un poco la cabeza - Pero... el pozo se ha cerrado, pude comprobarlo esa misma tarde, cuando intenté regresar, en busca de la sabiduría de mi abuelo - sonrió - Por un momento pensé... que él podía ayudarme a quitarte el sello

Su mente comenzó a vagar por ese recuerdo, sintiendo el mismo miedo y la misma desesperación

- Pero... ¿sabes algo, Inuyasha? - lo miró - En el fondo... estoy contenta de no haber podido volver a mi época, ya que no sabía si al traspasar el pozo, podría regresar - hizo una pausa, secando sus lágrimas - Y... nunca hubiera estado en paz, sabiendo que estás aquí, solo...

Recordó la manera en la que hablaba de su pasado y la soledad que había tenido que atravesar, el dolor en la manera de pronunciarse, la sonrisa sincera en su rostro cuando jugaba los videojuegos con Sota, la manera en la que comía las sopas instantáneas que su madre le había comprado en el supermercado... ¡Mierda! él se veía tan feliz en esos momentos

- Desearía... haber tenido la posibilidad de hacer algo por ti... protegerte, de la misma manera en la que tú me protegiste de Yura, de los hermanos relámpago, inclusive de Sesshomaru - sonrió, redirigiendo su mirada a sus pies - Debes estar cansado de escucharme todos los días... perdón si vengo a molestarte mucho, pero... realmente te extraño, Inuyasha

Volvió a mirarlo, al mismo tiempo en que sus ojos volvían a temblar

- No sé si logras escucharme, pero... no me voy a cansar de decirte que... Kikyou no tiene la culpa - apretó sus puños - Ella... fue engañada por ese odioso ser - frunció el entrecejo - Ella... jamás te hubiera hecho esto, de no ser porque esa cosa tomó tu apariencia, haciéndola creer que la habías traicionado - se puso de pie, girando y mirando los ojos cerrados del híbrido - No sé si ha venido a visitarte, yo no la he visto... pero, si logras escucharme, no debes guardarle rencor

Cruzó sus brazos en su pecho, mientras su cuerpo temblaba debido a los vientos fríos que el invierno estaba dejando y su rostro era recorrido por las últimas lágrimas

- Voy a seguir practicando con el arco... nos prometí encontrar al bastardo que ocasionó esto y... vuelvo a prometerte a ti, como todas las noches, que encontraré una manera de liberarte

Le dedicó una última sonrisa, al mismo tiempo en que comenzaba a caminar en dirección de la aldea, sin percatarse de los orbes dorados que, ella creía, que se habían alejado

Kagome... ¿Tan grande es tu amor por Inuyasha?

Emergió de las sombras, observando a la estudiante alejarse, junto con el último rayo de sol