- Asique... esa cosa, ¿se hace llamar Naraku? - preguntó, mientras le extendía una venda para limpiar las heridas que el ser le había causado la noche anterior

- Dime tu nombre... ¡Maldito!

Me pregunto... ¿por qué no quiso decirle su nombre a Kikyo

Pensó, recordando aquella trágica mañana

- Bueno, eso fue lo que me dijo - tomó las cosas, mirando su mano derecha - Fue demasiado hábil para engañarme

- Usted no es quien dice ser - suspiró, empujándola, al mismo tiempo en que empuñaba uno de los cetros que se encontraba en la pared - ¿Qué es lo que estás buscando engendro?

- Kukuku... muy hábil, monje - sus ojos se volvieron rojos, al mismo tiempo en que sus brazos tomaban una forma extraña

- Es una lástima - sonrió - Tenias una apariencia muy bonita

Esquivó el primer golpe que el ente lanzó, el cual destruyó uno de los muebles que adornaban la habitación. Metió la mano en su kimono, tomando uno de los pergaminos

- Sólo dime tu nombre, bestia... antes de que te mate

- ¿Realmente crees que vas a ganarme? - sonrió, altaneramente, mientras su boca se deformaba por completo - Puedes llamarme Naraku, monje

- Perfecto - entrecerró sus ojos - Entonces Naraku... no me interesa que ser seas, ¡pero volverás al infierno de dónde saliste!

Lanzó el pergamino, el cual impactó en una de las extensiones que, momentos atrás, fueron sus brazos, emitiendo una notable luz y una energía demasiado inquietante

- ¿Qué? - murmuró, notando que no estaba causándole daño

- Te dije... ¡que no lograrás derrotarme!

Le devolvió el conjuro, envuelto en el mismo pergamino que él le había lanzado. Intentó desviarlo con su báculo, sin embargo, éste había sido direccionado a su mano, enrollándola por completo

- ¡Mierda! - gritó, mientras era lanzado a unas de las paredes del templo, cayendo sobre su rostro, con sus brazos extendidos, emitiendo sonoros gestos de dolor - ¡Hugh! ¡Mal...maldición! - elevó su mirada

- Tranquilo monje - se acercó, parándose sobre la mano que había sido maldecida - No voy a matarte... pronto, tú solo, encontrarás tu muerte - comenzó a reír - El Kanzana que aparecerá en tu mano, irá agrandándose a medida que lo utilices... y sólo serás libre, si me matas

- ¿Qué... clase de cosa... eres?

- No te interesa - con aquella filosa extensión, atravesó su brazo izquierdo, sin dejar de reír - Ahora si.. a lo que vine realmente

Volteó, acercándose a la pequeña luz, que brillaba intensamente, en el medio de la oscuridad. Tomó el fragmento, sonriendo satisfactoriamente, mientras comenzaba a alejarse lentamente

- Al parecer, esa criatura, estaba en busca de los fragmentos de Shikon

- ¿Quieres que te ayude? - se acercó, al notar que el joven poseía dificultades para colocar su vendaje

- Es usted muy amable, señorita - sonrió - Déjeme preguntarle, ¿de que región proviene? Porque jamás había visto una vestimenta como la suya

- Oh... mi uniforme - sonrió también - Es una larga historia

- Bueno... tengo todo el día - cerró sus ojos, emitiendo una pícara sonrisa

¿Está coqueteando conmigo?

Se alejó, cambiando su expresión al saber que, probablemente, él podría ser de gran ayuda

- Joven Miroku... quería, preguntarle algo

- Por supuesto, señorita Kagome, estoy a sus órdenes

La joven procedió a relatarle todo lo sucedido, desde su llegada a esta nueva época, hasta lo acontecido la noche anterior, cuando la sacerdotisa la expulsó de la aldea

- Vaya - pronunció, con sus ojos azules bien abiertos - Eso si que suena interesante

- Eso creo... - sonrió incómoda

- Al menos ahora sé porque la perla de Shikon fue destruida... me preguntaba quién había sido el causante de esta tragedia

- Oiga...

- Lo que quiero decir, es que realmente es muy peligroso que los fragmentos estén esparcidos por toda la zona... si caen en las manos equivocadas, puede ser un gran problema

- Es por eso... que deseo recolectarlos... si la Shikon No Tama es así de peligrosa...

- En realidad, la perla no es el verdadero dilema, si no quién la posea - hizo una pausa - Será un camino muy peligroso para que lo transite sola, una joven tan linda como usted

- Si Inuyasha estuviera a mi lado - su tono se volvió triste - Todo... sería menos complicado

- Y ese tal Inuyasha, es un híbrido, ¿cierto?

- Bueno, eso fue lo que él me dijo...

- Los hanyos son una mezcla perfecta entre los demonios y los humanos... poseen habilidades muy superiores a las de la gente como nosotros, sin embargo, pueden estar en gran desventaja frente a un yokai... de igual manera, sería de mucha ayuda tenerlo de nuestro lado

¿Nuestro lado? Eso significa que...

- ¿Usted me acompañará?

- Sólo si usted me lo permite - volvió a sonreír, sólo que esta vez, fue realmente sincera

- ¡Por supuesto! - se alegró, ya que, en aquella época, era muy probable que su supervivencia se viera muy afectada si no encontraba apoyo rápidamente - Pero... Kikyo no quiere que regrese a la aldea

- ¿Kikyo? Ese fue el nombre que Naraku utilizó cuando tomó la forma de esa mujer

- Bueno, no me sorprende... no sé porque él le tiene tanto odio a Kikyo, tal vez porque ella era la protectora de la perla

- Entonces, el nombre de la sacerdotisa que la echó de la aldea, es Kikyo

- Así es - sonrió con tristeza - También fue ella quién selló a Inuyasha

- Comprendo... un poder espiritual corrompido por el odio

- ¿He? - lo miró, sin comprender mucho a lo que se refería

- Tranquila, yo la acompañaré de regreso a la aldea... tal vez, encontremos la manera de liberar a ese joven, llamado Inuyasha

...

Había transcurrido más de una hora desde que habían visto al zorrito y la mujer comenzaba a preocuparse

- Kaede - la miró, mientras colocaba las verduras en la cesta - ¿Puedes continuar? Iré a buscar a Shippo

- De acuerdo - la niña aún seguía molesta, sin embargo, su expresión se modificó cuando giró a ver el rostro de su hermana - ¿Te encuentras bien?

- Si - le dedicó una sonrisa llena de tristeza - Sólo... necesito saber si se encuentra bien

Se puso de pie, tomando su arco y sus flechas y comenzó a caminar en dirección al bosque

Shippo... supongo, que ya lo encontraste

Se dirigió directamente a aquel árbol, ya que, en su interior, algo le decía que el niño se encontraba allí. Tenía razón, al llegar, lo vio sentado al lado de la planta, con sus ojos cerrados y su pecho subiendo y bajando relajadamente

- Se quedó dormido - sonrió tiernamente, sin embargo, no pudo evitar desviar su mirada al hanyo - Inuyasha - murmuró

- ¡Muere Inuyasha!

- Ki...Kikyo... miserable, ¿cómo pudiste?

La secuencia volvió a traspasar su mente, provocando que sus ojos volvieran a inundarse, sin embargo, ésta vez no se contuvo y dejó salir todo el dolor que la atormentaba

- Lo... siento, Inuyasha - susurró, apretando sus puños - Yo... fui una tonta - miró el suelo - Debí, haber confiado más en ti

- ¿Kikyo? - elevó rápidamente la mirada - ¿Por qué estas llorando?

- Shippo... supongo que debo decirte la verdad

La mujer se arrodilló frente al árbol, invitando al niño que se sentara a su lado, él obedeció. Comenzó a relatarle toda la historia que la unía al peliplata, incluso el momento en el que había sido sellado por ella

- Entonces, ¿ustedes querían casarse?

- Así es... - sonrió - O, al menos, eso era lo que yo pensaba

- ¿Por qué lo dices?

Él no quería usar la perla

Las palabras de la morena pasaron por su mente

- Sólo... es algo que presiento - trataba de poner su mejor cara - Pero... eramos muy felices juntos, antes de que todo ésto sucediera

La mujer se encontraba caminando por el bosque, en dirección a la aldea, luego de regresar del poblado contiguo, en dónde había exterminado a un yokai

- Puedes caminar a mi lado si lo deseas - sonrió, mirando la copa de los árboles

- Feh - cayó - Pensé que decías que no era conveniente que nos vieran juntos

- Aún no estamos en la aldea

- Cómo quieras - colocó las manos en su haori, mientras continuaban su camino

- ¿Por qué me acompañaste?

- ¿He? - la miró, confundido

- Si... ¿por qué quisiste venir conmigo?

- Bu... bueno, porque... ¡Keh! sólo quería asegurarme de que no te mataran

- Inuyasha - sonrió

- ¡¿Qué?! - se sonrojó, frunciendo el entrecejo - Sé que eres fuerte por ti misma, sólo, fue por si acaso

- Y te lo agradezco - se detuvo, mirándolo con cariño - Es muy lindo, saber que te preocupas por mi

- Hugh... bu... bueno, si

Sin decir más, se acercó, abrazándolo fuertemente, mientras apoyaba su cabeza en su pecho

- Cuando te conviertas en humano, todo será diferente...

- Kikyo - murmuró, cerrando sus ojos y correspondiendo su abrazo

Sus ojos temblaban, mientras aquella secuencia finalizaba en sus pensamientos, al mismo tiempo en que sus ojos no se apartaban del hanyo

Eso sucedió días antes de que Kagome llegara a este lugar... me pregunto si las cosas hubieran sido diferentes si ella nunca hubiera aparecido

- ¿Fue por eso? - miró al niño - ¿Por él no querías que me acercara?

- Lo lamento... pensé, que tal vez sería demasiado para ti

En realidad, ésto es demasiado... para mi

- Tranquila - desvió su mirada - No creo que haya algo peor, que haber visto la muerte de mi papá

- Shippo - murmuró

En ese momento, una poderosa energía demoníaca la atravesó, provocando que se pusiera de pie inmediatamente

- ¿Qué ocurre? - la miró, desconcertado

- No te apartes de mi - pronunció seriamente, mirando por sobre su hombro

Hay algo... que no está bien

...

- Éste lugar es perfecto - pronunció el pintor, observándo el paisaje - Ese árbol que ha caído, resaltará perfectamente su belleza, señorita

- Eh... de... de acuerdo

La joven se sentía notablemente incómoda, sin embargo, si aquel hombre era realmente peligroso, intentar escapar sería en vano

- ¿Puedes sentarte allí? - señaló el lugar deseado y ella lo obedeció

Aquel tronco, el cual, aparentemente, llevaba demasiado tiempo allí, estaba cubierto por lo que parecían ser unas enredaderas, dándole casi el aspecto de un suave colchón natural. A sus espaldas, el sor brillaba en todo su esplendor. Rin se sentó, con sus piernas unidas y sus manos descansado sobre sus rodillas

- Perfecta - sonrió - Sólo... déjame preparar mis cosas

Se arrodilló a unos metros de ella, quitando sus elementos del interior de su mochila. Tomó sus hojas y abrió su cantimplora, en la cual se encontraba la tinta con la que realizaría el retrato

Ese olor... es desagradable

- ¿Te molesta el aroma? - preguntó Kotatsu - Es tinta barata jeje

Mezclada con sangre y órganos de diferentes humanos y demonios...

- No... no se preocupe por ello - sonrió

- De acuerdo - se posicionó, comenzando a pintar

Tú permanece quieta niña... sólo déjame dibujar al oni que te capturará por mi...