¿Por qué tiene esa expresión en el rostro?
Se acercó, sentándose a su lado, mientras él desviaba la mirada. Ninguno de los dos pronunció ni una sola palabra durante los siguientes minutos.
¿Qué se supone que debo decirle? "Oye, ¿Qué tal estuvo tu noche con Kikyo?" eso sería muy estúpido de mi parte.
- ¿Cómo te encuentras? - preguntó él, antes de que ella pudiese pronunciar una palabra.
- ¿He? - se sorprendió ligeramente.
- ¿Te... encuentras bien?
- Bueno... yo debería preguntarte lo mismo, es decir... fuiste tú quien estuvo sellado.
Unos nuevos segundos de silencio aparecieron.
¿Por qué no dice nada? ¿Acaso estará buscando el momento para...?
- Kagome... yo... he decidido, que lo mejor sería permanecer al lado de Kikyo... así debió ser desde el comienzo, lo nuestro fue un error.
Meneo la cabeza ante las palabras que su propia mente le estaba relatando.
- Bueno... se sintió... cómo si estuviera en un sueño profundo... hasta que...
- ¿He? - lo miró - ¿Hasta que...? ¿Qué sucedió?
- Una noche... sentí una especie de energía brotar en mi pecho y... comencé a escuchar todo lo que pasaba a mi alrededor.
- ¿De verdad?
- Si... - hizo una pausa - Y Kikyo... ella se acercó al árbol.
¿Qué sucede, Inuyasha? ¿Ya te diste cuenta que lo sé todo? Te despertaría... sólo para preguntarte, ¿por qué? Y después... te mataría.
- ¿De verdad dijo eso? - se mostró sorprendida.
- Así es... y, en ese momento, sentí una rabia descomunal... deseaba poder moverme y... matarla antes de que siguiera hablando.
- Inuyasha - murmuró, provocando que él la mirara - Tú... ¿serías capaz de lastimarla?
Miró hacía el frente, al mismo tiempo en que un inaudible suspiro abandonaba sus labios.
- No - respondió en el mismo tono en el que ella había pronunciado su nombre - Yo... no podría lastimarla.
Aunque... lo que ella me hizo, siempre vivirá conmigo, no importa que no tenga odio ni rencor, siempre recordaré todo esto.
- ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
- ¿Qué?
- Cuando despertaste... parecías dispuesto a todo.
- Ese no era yo... era mi lado demoníaco, el cuál no tendría problema en matarla a ella o a cualquiera que se atravesara en su camino.
- ¿Incluso a mi?
Incluso a ti.
- No lo sé.
Un nuevo silenció musicalizó el ambiente, mientras ella comenzaba a jugar con sus manos.
- ¿Recuerdas todo lo que sucedió antes de ese día?
- Fui sellado... no me borraron la memoria.
Sonrió ante ese comentario.
- ¿Recuerdas esa noche? Me refiero a la noche anterior a... todo esto.
- Claro que la recuerdo... - sonrió levemente.
- ¿Te arrepientes?
- No podría arrepentirme de ello, ¿y tú?
- No... por supuesto que no... ¿recuerdas lo que me dijiste?
- Kagome - pronunció, mientras acariciaba su cabello.
- ¿Si? - respondió, con sus ojos cerrados y descansando su rostro en su pecho.
-Yo... quiero decirte algo.
- ¿Qué sucede? - elevó su mirada, preocupándose brevemente.
- Me gustaría... que te quedes a mi lado.
- ¿He? - abrió sus ojos, en señal de sorpresa.
- Cuando estas conmigo, me siento aliviado - desvió la mirada - También, me divierto mucho... contigo, con tu familia...
- Inuyasha - sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
- ¿Qué... que te pasa? - se asustó - Di... ¿dije algo malo?
- No... para nada - meneo la cabeza, al mismo tiempo en que una sonrisa se formaba en sus labios - Pero... me hace muy feliz escuchar eso.
- Quiero... conocerte más, compartir... mi vida, contigo.
No aguanto más y apoyó sus labios sobre los de él, mientras su pecho se llenaba de emoción e ilusión, el la rodeó con sus brazos.
- No sé que sucederá, pero... quiero estar siempre a tu lado, Inuyasha.
- Si... lo recuerdo... recuerdo cada palabra.
- Y... ¿Qué piensas sobre eso?
- No es momento de hablar de esto, Kagome- respondió con seriedad.
Esa no era la respuesta que necesitaba.
- Entonces, ¿de que quieres hablar?
- ¿Quién es Naraku?
- ¿Naraku? - abrió ligeramente sus ojos - ¿Cómo sabes de su existencia? - el peliplata desvió la mirada - Ya veo... Kikyo te habló sobre él.
Sus ojos se encontraron en el mismo momento en el que sus orbes dorados se dilataban ligeramente.
- ¿Cómo sabes...?
- Los vi - respondió, con un dejo de molestia en su tono - Anoche... desperté y vi que no estabas, entonces decidí seguirte y... te vi, con ella.
Entonces, ¿los pasos en la hierba eran de ella?
- Pero... ¿Qué viste?
- Vi lo que tenía que ver - apretó ligeramente sus puños - Y ahora tú no quieres hablar de lo que pasó entre nosotros... ¿Qué tanto de eso tiene que ver con Kikyo?
Ella... ¿ella vio el eso?
Pensó, mientras el recuerdo del beso que le había dado la miko, pasaba por su mente.
- No quiero hablar de estas tonterías - se quejó - Necesito saber que sucedió la tarde en la que Kikyo me selló.
- ¿Vas a evitar el tema?
- ¡¿Vas a decirme lo que me interesa o no?! - gritó, visiblemente molesto.
Inuyasha... ¿Qué te sucedió? Tú... no eras así.
- Eres insoportable... - pronunció entre dientes - Naraku es... bueno, no sé lo si se trata de un yokai o algún otro ser, pero... tiene la capacidad de cambiar de forma - su tono se aligeró - Esa tarde... él tomó tu forma y... le hizo creer a Kikyo que tú ibas a matarla para quitarle la perla... por eso ella te selló y, luego de eso, él se encargó de desgarrar su pecho.
¿Qué? Pero... pero, ¿por qué no me lo dijo anoche?
- ¿Desgarrar su pecho?
- Cuando conocí al monje Miroku- hizo caso omiso a sus palabras - Él me comentó que se había topado con Naraku y había tomado la forma de Kikyo para engañarlo y robarle el fragmento de la perla que tenía en su poder.
- ¿Fragmento de la perla?
- Oh, si - suspiró - La tarde en la que te sellaron... yo corrí tras él, lanzándole una flecha, la cual impactó en la Perla de Shikon, provocando que se rompiera en muchos fragmentos... los cuales se esparcieron por toda la zona.
- No puede ser... - murmuró - Eso es muy peligroso...
- Una cosa más - sus miradas se encontraron - Kikyo murió por las heridas que él le causó... ese mismo día.
- ¿Qué?
- Cuando la perla se rompió, pude recuperar un fragmento y... al regresar al árbol, decidí colocarlo en sus heridas y... ella abrió sus ojos.
¿Por qué tuvo que pasar esto? Se supone... que debíamos ser felices y ahora... mi vida está atada a la de este pequeño fragmento.
- Con que a eso se refería...
- ¿Qué cosa?
Él suspiró, tratando de aclarar su mente.
- Yo no fui a buscar a Kikyo - pronunció sin mirarla - Sólo me dirigía al árbol, con la intención de estar solo y pensar en todo lo que había pasado - hizo una pausa - Al llegar, ella ya estaba ahí y dijo algo de que su vida estaba atada a un fragmento... en ese momento no comprendí a que se refería.
- Comprendo - abrazó sus rodillas - Es verdad... si alguien le retira el fragmento... lo más probable es que muera.
- Ese tal Naraku, ¿está en busca de los fragmentos?
- Eso parece.
Eso significa que regresará para llevarse el fragmento de Kikyo... Yo... no puedo permitir que él la mate de nuevo.
- Ese monje, ¿también está en busca de los fragmentos?
- Si.
- Bien... entonces deberemos emprender la marcha lo más rápido posible.
- ¿He? ¿De que hablas?
- De que debemos recolectar los fragmentos de la Perla de Shikon antes de que Naraku lo haga, al menos antes de que los reúna a todos.
Esto lo dice porque sabe que él querrá arrebatarle la vida a Kikyo.
Pensó, mientras su mirada se ensombrecía.
- Además... - continuó - Los fragmentos son capaces de aumentar los poderes de los yokai y eso puede ser muy peligroso, si caen en las manos equivocadas.
- Miroku dijo algo similar... - miró al frente - Inuyasha... necesito pedirte un favor.
- ¿Qué sucede?
- Cuando tú fuiste sellado... yo no pude regresar más a mi hogar... y...
- ¿No has vuelto desde entonces? - ella meneó la cabeza - Entiendo, quieres regresar.
- Necesito ver a mi familia - sus ojos se llenaron de lágrimas - Yo... los extraño demasiado.
- No te preocupes, Kagome, podemos volver esta tarde... sólo debemos decirle a Miroku y Shippo.
- ¿De verdad? - el brillo en sus ojos tranquilizó los nervios del joven - ¡Muchas gracias! - sonrió, cerrando su mirada y apoyando su cabeza en su hombro.
El excelente aroma de Kagome... extrañaba esta fragancia.
- Entonces... ¿conociste al pequeño Shippo?
- Si...
Inicio del flashback
- ¿Estas seguro de que no quieres acompañarme a la aldea?
- ¿Me estas haciendo una broma? - le lanzó una mirada fatal.
- Sólo preguntaba, Inuyasha - sonrió, mientras comenzaba a caminar y él se quedaba sentado en una de las ramas del árbol sagrado.
¿Qué se supone que debo hacer ahora? No tengo motivos para quedarme aquí, pero... Kagome... mi mente no se encuentra con claridad en este momento.
Unos veinte minutos después, logró percibir el aroma del monje.
- Ya era hora - se lanzó, cayendo de cuclillas - ¿Es que acaso te fuiste a sembrar los alimentos?-
- ¡AYAYAYAYA! - gritó, trepándose al hombro del castaño - ¡¿Qué está haciendo despierto?!
- ¿Y este mapache quién es? No me digas que Kagome adoptó una nueva mascota.
- ¡Soy un zorrito, perro ciego!
- ¡¿Qué dijiste?! - gruñó.
- ¡Sálvame Miroku! ¡Va a comerme!
- Keh... yo no como cosas tan feas.
- Ya cálmense ustedes dos - suspiró - Inuyasha, él es Shippo, un pequeño zorro yokai que llegó a esta aldea unos días antes de que fueras sellado - miró al niño - Creo que no debo decirte quién es Inuyasha, ¿verdad?
- Kagome me hablo mucho de ti, pero dijo que eras un hanyo amable y tú eres muy grosero.
- Pues, ¿Qué esperabas niño? Yo no tengo la culpa de que ella te haya dado una imagen diferente de mi - colocó sus brazos en su haori, mientras comenzaban a caminar.
- Tal vez dijo eso porque le gustas, ¿verdad Miroku?
- ¡Hugh! - se sonrojó, mirándolo con sus ojos entrecerrados.
- Será mejor que no digas más, Shippo - sonrió - Eso si no quieres ser el almuerzo de hoy.
Fin del flashback
- Shippo puede ser muy travieso cuando se lo propone - rio ante aquel relato.
- Pues no quiero saberlo, demasiado logró irritarme en unos pocos minutos.
- Pero, no mintió...
- ¿He? - la miró - ¿A que te refieres?
- Sobre que me gustas...
Tragó saliva, desviando su mirada al mismo tiempo en que se sonrojaba notablemente.
- Bueno... bueno, eso creo...
- Y... ¿Yo te gusto? - buscó su mirada con la suya, provocando que el rojo de su rostro aumentara.
- ¿Por qué preguntas eso? - colocó sus brazos en sus mangas, tratando de controlar el calor que subía por su rostro - Si... si ya sabes la respuesta.
- Bueno, pero quiero escucharla de tus labios...
- Kagome... no es momento de esto...
- Oigan, ustedes dos - ambos giraron sus miradas en dirección al bosque, encontrándose con el monje y el niño sobre su hombro - ¿Acaso no piensan comer?
¿Qué? Ese olor...
Miró hacia el cielo, olfateando el aire. Abrió ampliamente sus ojos, tomando a Kagome de la mano.
- ¿Qué ocurre?
- Sesshomaru - murmuró.
- ¿Sesshomaru? - comenzó a mirar en todas direcciones.
- ¿Qué les ocurre? - preguntó Miroku, parándose delante de ellos.
En ese momento, un estruendo se oyó, el cual provenía del bosque.
- ¡¿Qué es eso?! - gritó el pequeño zorro, aferrándose al kimono del hombre.
- No lo sé, Shippo... pero parece algo muy grande - respondió el castaño.
¿A que demonios has venido?
Pensó, colocando su mano a la altura de colmillo de acero. El suelo comenzó a temblar bajo sus pies, mientras a lo lejos, algunos árboles comenzaban a caer. Segundos después, un enorme yokai, de la altura de una enorme estructura, emergió, con el peliplata sentado sobre su hombro.
- Bienvenido de nuevo, hermano - sonrió, con su mentón apoyado sobre su mano.
- Bastardo... - gruñó - ¡¿Qué quieres?!
- Vine a reclamar lo que me pertenece - se puso de pie - Vine por la Tessaiga.
