- ¿Lo dices enserio, Inuyasha? - respondió la miko con un brillo especial en sus ojos. - ¿Aún después de lo que te hice?

- Tú... fuiste engañada por ese tal Naraku, además...

Yo te traicioné primero al involucrarme con Kagome aún sabiendo que tú me estabas esperando.

- Nada de esto hubiera pasado si me hubiese convertido en humano cuando lo prometí. - miró en otra dirección. - Debí...

- Shhh. - entrelazó sus dedos con los de él. - Aún estamos a tiempo de revertir la situación.

- ¿Qué?

- Cuando juntemos los fragmentos de la perla... podrás utilizarla. - sonrió, cerrando sus ojos.

- Descansa, Kikyo. - murmuró.

Su pecho se apretó en aquel momento y el peso que llevaba en sus hombros se intensificó.

Maldición, ¿Qué se supone que tengo que hacer?

Mientras tanto, cerca del bosque, Kagome se encontraba al lado del pozo, observándo fijamente al hermano de la persona que amaba.

- ¿Qué estas haciendo aquí? - él no respondió. - Si quieres saber que le sucedió a Kikyo pues ella esta bien, Inuyasha la esta cuidando.

No se apartó de ella en toda la tarde.

- ¿Qué es lo que busca ese tal Naraku?

- ¿Qué? - se sorprendió. - Deberías saberlo, tú mismo te aliaste con él cuando Inuyasha

- No es eso lo que te estoy preguntando. - caminó en su dirección, deteniéndose al otro lado del pozo. - ¿Cuál es su objetivo?

- ¿Por qué quieres saberlo?

Inicio del flashback.

- No lo olvides, querida Kikyo... tu vida me pertenece desde el mismo momento en que te la arrebaté aquella tarde.

Pronunció segundos antes de que aquella marioneta fuese destruida y la piel de babuino quedada esparcida sobre el suelo.

- Eres tan cobarde que ni siquiera eres capaz de acercarte a ella.

- Señor Sesshomaru. - el ser volteó, encontrándose con el demonio, quien lo observaba a unos metros de distancia. - Que grata sorpresa el verlo por aquí.

- ¿Qué es lo que planeas, Naraku?

- Vaya, veo que recuerda bien mi nombre, señor. - sonrió. - Lamento decirle que mis planes no son de su incumbencia. - dio un salto en el mismo momento en el que el látigo venenoso del peliplata se estrellaba contra el suelo. - ¿Acaso está enojado por la amenaza que le hice a Kikyo?

- Esa humana no me interesa en lo más mínimo.

- Bueno, sus encuentros a escondidas han demostrado lo contrario, de hecho, ¿Qué cree que pensarían las personas de la aldea si notan que la sacerdotisa del lugar no es tan pura como piensan?

- No es mi problema. - empuñó sus garras.

- O mejor... ¿Qué pensaría Inuyasha al saber que la mujer que supuestamente amaba se veía con su hermano a sus espaldas?

- ¿Terminaste de balbucear? - su vos y expresión se mantenían inmutables. - Dime cuales son tus planes... - se abalanzó sobre él, tratando de clavarle sus garras. - O muere.

Nuevamente Naraku lo esquivó, alejándose rápidamente de aquel lugar.

- Descuide, señor Sesshomaru, a su debido tiempo usted se entrara de todo. - fue lo último que el yokai logró escuchar.

Fin del flashback.

- ¿Sesshomaru? - sus ojos castaños se volvieron a encontrar con sus dorados. - No has respondido a mi pregunta, ¿por qué estás tan interesado en los planes de Naraku?

- Si no tienes ninguna información, entonces no eres de utilidad para mi. - volteó con la intención de alejarse.

- Espera. - se detuvo, observándola por sobre su hombro. - Lo único que se es que esta tratando de recolectar los fragmentos de la Perla de Shikon, aunque no tengo idea para que.

- Estaba seguro de que ese repugnante olor sólo podía provenir de un ser tan asqueroso como tú, Sesshomaru.

- ¿Inuyasha? - giró en su dirección, encontrándose con el híbrido, el cual se acercaba con paso sereno pero en guardia. - ¿Qué estás haciendo aquí?

- Lo mismo quiero saber, Kagome. - se detuvo a su lado. - ¿Qué hace él aquí y por qué estas hablando con él como si nada?

- Hm. - emitió una pequeña risa y volteó nuevamente, retomando su caminar. - Lo mejor será que cuides tus espaldas, Inuyasha. Y no creas que me he olvidado de Colmillo de acero, pronto regresaré por ella.

- ¡¿Por qué no vienes y peleas entonces?! - gritó.

- Inuyasha, no es necesario que comiences una pelea, él no te hizo nada.

- ¡¿Y tú por qué lo defiendes?! - la miró. - ¡¿A qué demonios estas jugando?!

- ¡Eso es lo que te pregunto yo a ti! - respondió en el mismo tono.

¿Qué? ¿Acaso estaba llorando?

Pensó el híbrido al ver sus ojos emanara aquella palpable tristeza.

- ¡Antes de que Kikyo te sellara me dijiste que querías compartir tu vida conmigo, sin embargo ahora parece que no puedes despegarte de ella ni un segundo! - soltó con rabia. - ¡Ese día ibas a hablar con ella y decirle que habías tomado una decisión! - una lágrima rodó por su mejilla. - ¿Por qué cambiaste de esa manera?

- Kagome...

- ¿Por qué me dijiste que no la amabas? Si ahora parece todo lo contrario. - intervino. - ¿Acaso sólo jugaste conmigo? ¿Sólo fui tu diversión mientras esperabas el momento oportuno para regresar con Kikyo?

- ¡¿Cómo puedes pensar eso?!

- ¡Es lo que tú me haces sentir!

- ¡CÁLLATE!

La tomó de la mano, abrazándola con todas sus fuerzas.

- Inu... yasha. - las lágrimas comenzaron a rodar con mayor intensidad mientras su mirada se escondía en su hombro.

- No quiero... que vuelvas a decir eso nunca más. - su voz se oía con dificultad.

- Entonces, ¿por qué?

- Yo... no puedo seguir con esto, Kagome.

Jamás debí involucrarme contigo. Se suponía que iba a usar la perla y convertirme en humano para pasar mis días al lado de Kikyo, pero... tú llegaste y mi mundo se puso de cabeza, sin embargo... ya no puedo seguir evadiendo mis responsabilidades.

- ¿Qué me quieres decir? - se alejó.

- Nada de esto hubiese sucedido si yo hubiese utilizado la Perla de Shikon en el momento en el que Kikyo me lo propuso, pero dudé como un cobarde y ahora... - desvió sus ojos. - Su vida está atada a la de ese fragmento y todo por culpa del miserable de Naraku.

- Tú no tienes la culpa de lo que él hizo, nadie...

- ¡Claro que la tengo! - gritó, interrumpiéndola. - ¡Si yo no hubiese caído en estos tontos sentimientos hubiera estado a su lado y ella jamás hubiese dudado de mi!

- ¿Tontos sentimientos? - aquellas palabras calaron en lo profundo de su pecho.

- Cuando yo desperté del árbol sagrado sólo quería una cosa: matarla. - hizo una pausa. - Mi lado demoníaco se despertó y ni siquiera sé cuando volverá a aparecer. - apretó sus puños en señal de confusión. - Puedo ser un peligro para ti y para cualquiera que este cerca...

Y lo que menos deseo es hacerte daño, Kagome.

- Y todo fue gracias a Naraku... jamás debí darle el lugar para que todo esto ocurriera.

- No sabías de su existencia.

- ¡Eso ya no importa ahora! - nuevamente sus miradas se cruzaron. - ¡Las vidas de todos están en peligro ahora y eso es por mi irresponsabilidad, Kagome!

- Entonces... lo que sucedió entre nosotros fue sólo eso, una irresponsabilidad. - tragó saliva, tratando de no llorar.

- Eso no es lo que estoy tratando de decirte y lo sabes...

- ¿Sabes lo único que sé, Inuyasha? Que todo fue un error... un grabe error. - pasó por su lado y se sentó sobre el poso, llevando sus piernas hacía la parte interior, mirando hacía abajo. - Aún no sé cuál es el verdadero motivo por el que yo llegué aquí, pero... - lo miró por sobre su hombro, dedicándole una triste sonrisa.

- Kagome, yo...

- Inuyasha. - nuevamente lo interrumpió. - Yo... ya no deseo verte... nunca más. - cerró sus ojos, dejando que nuevas lágrimas se escaparan y saltó al interior del lugar.

- ¡Kagome! - gritó, extendiendo su mano y apoyando ambas palmas sobre la madera. Sus ojos se abrieron ampliamente en señal de sorpresa al notar que ella no estaba. - No puede ser... ella no puede haber atravesado esto sola, se suponía que los dos... - y se lanzó, cayendo de cuclillas.

¿Por qué no funciona? ¿Qué demonios esta pasando?

- ¡Kagome! - gritó, llevando sus ojos al cielo. - Kagome, ¿acaso acabas de marcharte realmente?