Nota de la autora: Gracias a CorvusDraconis y TheFrenchPress por este capítulo. Realmente me ayudaron a darle forma y a agregar contexto a mis ideas. TheFrenchPress ha sido increíble al darle vida al ambiente de los capítulos con sus paneles de inspiración, y Corvus ha sido genial como segundo ojo artístico en ellos. 3
"Solo hay dos lugares
en el mundo donde podemos vivir felices;
en casa y en París".
-Eranest Hemingway
Hotel Shangri-La, París, Francia. Verano.
Les había llevado casi un mes antes de que ambos se recuperaran lo suficiente como para considerar cualquier forma de viaje. Sobre todo, fue él quien necesitó el tiempo adicional para sanar. La marca maldita en el brazo de Hermione ya no estaba roja ni hinchada. Pero su herida en el cuello había demostrado ser más difícil de cuidar de lo que cualquiera de ellos anticipó inicialmente. Una infección difícil de tratar se había establecido debajo de la piel curada, y lo había dejado postrado en cama e indefenso durante más de una semana.
Severus nunca había experimentado nada igual antes, pasando de congelarse a quemarse sin preámbulo, además de espasmos musculares, dolor corporal, adormecimiento mental y vómitos que no disminuían con ninguna poción.
A mediados de esa semana, la fiebre lo había reducido a un estado de delirio. No lo recordaba, pero había empezado a gritarle Hermione como si ella estuviera tratando de matarlo, atacando débilmente. Ella pasó toda la noche conteniéndolo con un hechizo y rezando para que no muriera. Pero eso no fue lo peor que vino de la infección. Para empeorar las cosas, tuvo una convulsión por las altas fiebres.
Si hubiera estado solo, habría muerto...
Pero no estaba solo...
El hecho de que Hermione estuviera allí le había salvado la vida; no había duda de eso. Pensando rápidamente y usando todo el conocimiento que tenía sobre medicina muggle y mágica, ella había luchado por su vida.
Sin embargo, eso no era lo que lo había conmovido.
Nunca en su vida alguien lo había cuidado como ella. Si analizaba el transcurso de toda su vida, nada se comparaba con su compasión y sus cuidados, con su seria preocupación e interés por él.
Ella no se fue de su lado durante todo el calvario. Hermione se sentó junto a su cama, la única cama en la cabaña de una habitación, manteniendo paños frescos en su piel y lanzando hechizos de limpieza sobre él. Por miedo a que se sintiera incómodo, ella dormía en el suelo cuando ya no podía mantenerse despierta. Su mano a un lado de la cama para que incluso mientras dormía supiera que ella estaba allí.
Hermione no solo lo había mantenido vivo, sino que también lo había mantenido cómodo, limpio y seguro. Cuando había temblado de dolor, sus dedos habían peinado su cabello, su voz calmándolo suavemente a través de lo peor. Él no tenía ni idea de lo que ella había dicho; no importaba, era la cadencia de su voz, los tonos suaves lo que marcaba la diferencia. Para el momento en que la última fiebre estuvo fuera de su sistema, Severus se había acostumbrado a su tacto como a un bálsamo consolador, en lugar de tratar de evadirlo con la expectativa de que el dolor lo siguiera, como lo había hecho al principio.
Si bien había sido un mes agotador para él, se imaginó que lo había sido aún más para ella, ya que había estado en su sano juicio y lo había visto pasar por todo eso. Cuando se recuperó de la infección, su herida ya no se resistía el brebaje que había creado en caso de que Nagini lo mordiera. Finalmente, el tejido de cicatricial rosa se extendía sobre el lado izquierdo de su cuello, pero ya no le dolía.
Fue solo cuando estuvo curado que Hermione presentó su plan ante él.
Ella había creado una lista de lugares que quería visitar y razones para ir allí que atraerían a ambos. Era una hoja de ruta del mundo que los haría rebotar de un lado a otro por los continentes, con suerte confundiendo a aquellos que intentarían buscarlos.
Severus tuvo que preguntarle cómo esperaba permitirse quedarse en algunos de estos lugares. Cualquier fondo que tuviera en Gringotts seguramente había sido incautado, o dejado esperando a que intentara acceder a ellos para poder ser capturado, y lo que había escondido aquí no sería suficiente en ningún sentido. Su respuesta fue una hoja de cálculo encantada con un recuento de todas las finanzas a las que tenía acceso, tanto muggle como mágicas. Le había impresionado que ella no solo se hubiera preparado para sobrevivir con el contenido de su bolsa mágica, sino que también estuviera lista para correr por todo el mundo.
Después de presionar un poco, Hermione confesó que para construir esta nuevo plan, había usado como base y modificado el plan de respaldo que tenía por si todo iba mal durante la batalla final, y el Trío de Oro tuviera que abandonar el país.
Lo habían revisado durante varios días, Severus encontrando puntos ciegos donde podía. Eso solo la hizo trabajar más duro para cubrirlos, y él apreció su brillantez a medida que se le iban ocurriendo soluciones.
Cuando no pudo percibir más fallas en ello, lo aceptó.
Enviarían suministros de vuelta a la isla a medida que se movieran por todo el mundo, por lo que si tuvieran que regresar por cualquier motivo, no estarían preocupados por escasez de recursos. Pero solo regresarían a la casa de seguridad original si no tenían otra opción.
Su brillante plan era la razón por la que se encontraban ahora en el corazón de París.
Severus estaba sentado en un hotel caro después de experimentar su primera ducha caliente en un mes, viendo a Hermione beber champán en un albornoz en el balcón. Ella miraba la noche en el horizonte, la Torre Eiffel justo fuera de las ventanas de su hotel. Las luces iluminan el mundo, creando un halo dorado alrededor de su silueta.
Estaba contento con mirar desde dentro de la habitación porque no tenía ningún deseo de ser visto, y se sentía tan fuera de lugar. Sin saber qué hacer consigo mismo, se había acomodado en la esquina de la habitación en un sillón escondido allí aparentemente para leer, dándole una vista de las puertas y de todas las ventanas.
"He estado pensando", dijo Hermione, volviendo a la habitación.
"No sabía que eso era algo que alguna vez dejaras de hacer", bromeó Severus, poniendo los dedos delante de sus labios.
"Cinco puntos menos para Slytherin por su descaro, Sr. Snape", se burló de él, tomando otro sorbo del líquido chispeante en la copa de cristal.
Arqueando una ceja, cruzó los brazos. "No sabía que tenía esa autoridad, Señorita Granger".
"No la tengo". Ella sonrió, moviendo la cabeza. "Pero como estaba diciendo, he estado pensando en una cosa de la que nunca hablamos".
Habían habla mucho, así que el que ella encontrara algo que no hubiera sido tratado aún llamó su atención de inmediato.
¿Se había dado cuenta de algo que él había pasado por alto?
¿Alguna amenaza en el horizonte?
Los ojos negros se dirigieron al balcón, examinándolo en buscas de alguna intrusión en su paz recientemente reclamada. Sus hombros se tensaron, pero por lo demás permaneció relajado mientras le devolvía la mirada. "¿Y eso es?"
Sus labios se apretaron mientras retiraba su cabello húmedo de su cara. "¿Qué pasa si nos acorralan y, por alguna razón, no podemos usar nuestros espejos como una forma de escape?"
Severus consideró sus palabras.
Habían cubierto muchos planes de escape, incluso yendo tan lejos como para hacer trasladores ilegales de sus espejos bidireccionales que los llevarían a la isla sin importar en qué parte del mundo estuvieran. Era un trabajo de magia complicado, que permitía que los espejos funcionaran para su uso previsto, pero también como traslador. Severus estuvo de acuerdo en que su observación era correcta. No habían discutido la posibilidad de estar en un lugar donde los Trasladores no funcionaría, bloqueando su escape.
Su frente se movió mientras evaluaba por qué tendrían que funcionar mal; la magia de los duendes podía interferir con los Trasladores, al igual que diferentes áreas de Líneas Ley.
No era común, pero era algo que podrían encontrar, especialmente mientras viajaba por el mundo hacia territorios mágicos desconocidos. Severus la miró, interesado en cualquier solución que hubiera ideado para este problema. "Tienes razón, no consideramos esa posibilidad. ¿Qué ha tramado esa brillante mente tuya?"
"Algo que sospecho que no te gustará", respondió con un suave suspiro, bebiendo su champán de nuevo. Ella observó su copa, girándola durante un momento antes de colocarla sobre la mesa a su lado.
Su cara era sorprendentemente difícil de leer, y Severus se consideraba a sí mismo como alguien que domina la lectura de expresiones. Había sido crucial para su supervivencia hasta este punto. Cuando ella no habló después de unos segundos, aparentemente perdida en sus pensamientos, él se cruzó de brazos, instándola a continuar. "No me dejes con la duda".
Vio cómo su lenguaje corporal cambiaba: sus dedos se curvaron alrededor de las mangas de la bata con un agarre apretado, sus hombros se enderezaron y su postura se puso firme, como si esperara resistencia.
"Si no hay manera de que podamos escapar, tendremos que luchar. Hemos hablado de esto, pero siempre hasta el punto en el que uno de nosotros activara nuestro traslador". Hermione se detuvo, sus labios se fruncieron. "Si fallan, entonces quiero asegurarme de que entiendas que no correré y te dejaré atrás".
Se acomodó en su silla, moviéndose para poder apoyar los codos en las rodillas. Severus la miró, tratando de entender por qué asumió que él esperaba que huyera cuando nunca antes lo había hecho. "Si estamos acorralados, sospecho que tu bravuconería Gryffindor entrará en acción y alguien tendrá la desafortunada experiencia de estar en el extremo equivocado de tu varita".
"Eso no es de lo que estoy hablando". Ella sacudió la cabeza, los rizos húmedos se movían alrededor de su cara mientras una racha de desafío parpadeaba a través de sus ojos.
"¿De qué estás hablando?" Severus preguntó.
Un aliento exasperado se le escapó, y dejó caer el agarre en las mangas, obviamente perturbada. "El estúpido cliché, donde dos personas que están huyendo son acorraladas y una de ellas dice: 'corre, los detendré para que puedas escapar'. Eso no va a pasar. Si caemos, caeremos juntos".
Un frío helado corrió por su columna vertebral mientras entendía el significado de sus palabras. Hermione no había estado pensando en un plan de escape, sino que había decidido a que si no había escape, moriría peleando. Tragó el nudo en su garganta, apretando las manos mientras la miraba. "Hermione, no espero que luches hasta la muerte por mí bajo ninguna circunstancia".
"Severus", Hermione dijo su nombre suavemente pero con firmeza, como el acero cubierto de terciopelo. "No lo esperes, ten la seguridad de ello. Si me dices que corra, no lo haré a menos que tú también estés corriendo".
Después del tiempo que había pasado con ella, la expresión en sus ojos marrones le dijo todo lo que necesitaba saber. Ella se había decidido, y no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo. "Esta es una de las cosas que te hace insufrible".
"Pensé que apreciabas mi terquedad", se curvaron sus labios.
Echando un vistazo a la hermosa ciudad parisina, dio un gesto hacia ella, con la esperanza de distraerla. "¿No querías venir a París para relajarte y no pensar en la inevitable cacería?"
"Estás cambiando de tema", respondió, viendo a través de su estrategia.
"Podría ser, o podría estar aceptando que no puedo hacerte cambiar de opinión y pasar a algo más agradable", respondió.
Hermione, incluso mientras protestaba, miró fijamente por las puertas abiertas del balcón hacia la ciudad iluminada.
Observó cómo la tensión se deslizaba: sus hombros cayeron, sus labios se relajaron, la tensión alrededor de sus ojos desapareció.
Su voz era suave cuando se volvió hacia él. "Sí, estamos en París para relajarnos. Disfrutarás del lugar al que iremos mañana".
Se inclinó hacia atrás en la silla mientras Hermione cruzaba la habitación hacia él. Sin palabras, ella se sentó en su regazo, levantando las piernas mientras apoyaba la cabeza contra él. Se habría sorprendido, pero no era la primera vez que ella hacía esto. Había asumido, al parecer erróneamente, que había suficientes sillas en la habitación.
Metiendo su brazo alrededor de su espalda, él estaba interesado en lo que ella suponía que disfrutaría de su exploración de la ciudad. "¿Cuál es nuestro destino?"
"Quiero sorprenderte", explicó Hermione, deslizando su brazo alrededor de su cuello.
El aroma de ella estaba a su alrededor, mezclándose con nuevos aromas de su reciente ducha: menta, champán y jabón floral. Un susurro en el fondo de su mente lo instó a meter su cara en su cabello, a sumergirse en su calor y a darle libre afecto con abandono.
La reserva derrotó ese impulso, sustituyéndolo por acariciarle la espalda y enrollar sus mechones húmedos en sus dedos, eso sería suficiente. Todavía luchaba consigo mismo sobre cómo comportarse con ella. "No me gustan las sorpresas".
"Será una agradable sorpresa, confía en mí". Su tono y expresión hicieron que fuera difícil negarle algo.
En menos de un mes, ella había traspasado sus escudos, y él lo había permitido. Hermione aprendía rápidamente todas las cosas, y no le sorprendió que dominara la forma perfecta de invocar su acuerdo.
Severus sintió que se relajaba al tacto mientras sus dedos se movían a través del cabello en la base de su cuello. Él la podría acusarla de manipulación, pero sus ojos no tenían motivos ocultos, ni una estratagema para usar contra él más tarde.
Ella no es Bellatrix, se recordó a sí mismo.
Hermione era una criatura que no entendía del todo, una que lo había hechizado con su honestidad y calidez.
Aun así, él no la dejaría pensar que lo podía influir tan fácilmente. "No confío a la ligera, no hagas que me arrepienta de mi confianza en ti".
"No lo haré". Una suave sonrisa adornó sus labios mientras se presionaba aún más cerca de él.
Severus anticipó sus acciones, sonriendo contra sus labios mientras lo besaba.
Sus suaves labios apenas rozaron los suyos en el tierno intercambio, hasta que ella se inclinó hacia él, su mano ahuecándose al lado de su cara y tirando de él hacia ella con una intensidad cada vez mayor.
Él siguió su ejemplo, gimiendo mientras ella atrapaba su labio inferior entre los suyos. Su mano se extendió sobre su bata de baño, acercándose a ella mientras un temblor de deseo se deslizaba por su columna vertebral.
"Hermione", respiró, alejándose un poco de ella.
"Sí, Severus", susurró.
Sus labios estaban húmedos por sus besos, y sus ojos marrones se dilataban en excitación, calor salía de ella. Sintió que el deseo se acumulaba en su estómago, y tomaba el control de él, empujándolo. Severus presionó su frente contra la de ella, buscando la confirmación de sus intenciones. Asumir sería desastroso.
"¿Estás tratando de seducirme a propósito, bruja?"
Los dulces labios sabor champán se estrellaron contra los suyos de nuevo, esta vez su mano le tomó la cabeza, atrayéndolo. Severus estaba tan absorto en sus labios que apenas registró su cambio a horcajadas en su regazo. Cuando claramente no quedaba aire entre ellos, se inclinó hacia atrás, con los ojos de miel brillantes. "¿Fue esa una respuesta lo suficientemente clara?"
"No", se aclaró la garganta mientras sus manos encontraban sus caderas. "Necesito un pergamino de metro y medio con anotaciones".
Hermione se presionó contra él, su boca moviéndose hacia su oído. "¿Estás seguro de que prefieres que te escriba un ensayo ahora mismo?"
Debería haber sido seductor, pero una campana de alarma sonó en su mente. Severus examinó sus acciones, sacándose de la lujuria que inundaba su sistema. Esta era la primera vez que se comportaba de esta manera. Hermione solía ser tímida físicamente con él, probando las aguas para su aprobación, y nunca se había comportado de esta manera.
Los ojos negros escanearon la habitación, cayendo sobre la copa de champán que había estado bebiendo.
¿Era este el resultado de demasiado alcohol?
Severus no sabía si ella no aguantaba mucho cuando se trataba de beber, y él no se aprovecharía si así fuera. No importa lo agradable que se sintiera su cuerpo contra él, o cuánta ropa no tuviera debajo del albornoz. Él apartó el pelo de su cara, buscando sus ojos. "¿Cuánto champán has bebido?"
Sus palabras hicieron que algo cambiara en ella.
Hermione se endureció y se retiró de su regazo, con una mueca apenas oculta en sus labios. Todo en su movimiento se leía como una decepción, y él apenas podía entender por qué. "Media copa, no estoy ebria. Simplemente pensé..." Hermione se detuvo, alejándose de él.
"¿Qué pensaste?" Él le tomó de la mano, pero ella no lo miró.
"No te preocupes por eso", murmuró, deslizando su mano de sus dedos. "Es una tontería, iré a vestirme".
Algo había salido mal, y no tenía ni idea de qué.
Hermione ya estaba en la puerta del baño cuando se puso de pie, completamente confundida por su reacción. Atrapando su hombro, la volvió suavemente hacia él. "Hermione, dime lo que pensaste".
"Supuse que ahora que finalmente estábamos limpios y relajados, y hay una cama con suficiente espacio para los dos cómodamente, podríamos..." se desinfló a mitad de la frase, y sus ojos se fueron al suelo mientras murmuraba en silencio.
"¿Podríamos?" repitió como una pregunta.
Su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes, sus ojos mirando al suelo.
En este punto, Severus se dio cuenta de lo que esperaba que pasara, de lo que había estado tratando de hacer. Ella había estado tratando de persuadirlo de que la llevara a la cama.
Lo que él no entendía era por qué ella estaba molesta. De alguna manera, con su pregunta, la había obligado a creer que su atención no era deseada.
Dejando ir su hombro, él levantó su cara para que lo mirara.
Había innegable aprehensión y humillación en sus ojos.
Severus no tenía la intención de hacerla sentir de esta manera y no sabía cómo reparar la situación.
Si estaba leyendo mal las señales, quería saberlo.
Severus quería saber por qué había reaccionado de esa manera, y necesitaba que ella entendiera por qué necesitaba que expresara lo que ella deseaba de él. "¿Por qué te he molestado? Solo quería estar seguro de que entendía tus intenciones y de que no estabas actuando puramente por intoxicación".
"Pensé que podríamos tener sexo de nuevo", dijo. "Tal vez esta vez con menos arena en lugares en los que no debería haber arena, y no como si nuestras vidas fueran a terminar en unas pocas horas".
Al menos no se había equivocado en ese frente.
Tanto como odiaba admitirlo, no tenía la suficiente experiencia en una relación como esta como para confiar solo en las pistas de contexto.
Severus tampoco era ajeno a la reputación de la ciudad en la que se encontraban actualmente. París era la ciudad del amor, en todas sus formas, y él quería asegurarse de que sus deseos fueran suyos y no estuvieran influenciados por nada más. "¿Es eso lo que realmente quieres, o lo que crees que se espera de ti?"
"Es lo que quiero", admitió Hermione, con sus ojos buscando algo en los suyos. "¿Tú también? No tenemos que hacerlo si no quieres, si no estás interesado".
"Mata ese pensamiento en este instante", ordenó. "Solo quería asegurarme de que estaba entendiendo correctamente tus intenciones. Nunca antes habías intentado seducirme, y me preocupaba que estuvieras actuando bajo la influencia del alcohol. Nunca me aprovecharía de ti en ese estado".
Sacudió la cabeza, con los dedos presionando contra su frente, su cara rosada de vergüenza. "No debería haber dicho ni hecho nada".
Hermione intentó alejarse de él de nuevo.
Severus la detuvo, presionando su cuerpo entre el suyo y la puerta cerrada en dos pasos seguros. "Hermione, solo un tonto o un ciego no te desearía, y yo no soy ninguno de los dos".
Él silenció su protesta besándola, con los dedos metidos en su cabello apenas seco. Su mano libre agarró su cadera, tomando el albornoz y tirando de ella hacia él. Severus quería besarla y alejar su vergüenza, recompensarla por su coraje, complacer los susurros en su mente de todas las formas en que podía traerle placer.
Las manos de ella agarraron su camisa, acercándolo aún más si era posible.
Severus la soltó el tiempo suficiente para deslizar sus manos debajo de su bata, con sus dedos tomando su trasero desnudo y levantándola contra él.
Sus brazos y piernas lo envolvieron mientras él se giraba, llevándola hacia la cama.
Esto no sería como unirse desesperadamente en una cala de arena oscura.
Severus se aseguraría de ello.
Se derrumbaron a la cama en una maraña de extremidades, labios, dedos y caderas. La desenvolvió como el regalo que era, adorándola con besos y suaves elogios. Severus se tomó su tiempo para persuadir su placer, empapándose en sus gemidos, jadeos y la forma pecaminosa en que dijo su nombre. Cuando él supo que ella no podía soportar más, cuando su necesidad era mayor que su deseo de satisfacerla, Severus cedió a esa necesidad. El agarre de los dedos de Hermione y el estímulo alimentado por la lujuria lo inspiraron mientras perseguía su propia le petite morte** junto con ella.
Juntos se elevaron y cayeron en un orgasmo unido, y él la besó como si ella fuera su única razón para respirar. No habría sido una mentira, ya que esta bruja le había salvado la vida y, de alguna manera, le había dado una razón para vivir.
Cansado y saciado, Severus se hundió en las sábanas a su lado, jadeando.
Una cálida mano se deslizó sobre su pálido pecho, y Hermione, enrojecida y sin aliento, se acurrucó en su costado, con la cabeza metida en la curva de su brazo. Ella le sonrió, presionando un beso en su carne acalorada.
Fue entonces cuando Severus se dio cuenta de que, por primera vez en su vida, no tenía ninguna razón para vestirse y salir corriendo, ni para vestir a esta bruja y pedirle que se fuera. Era un lujo que nunca se le había dado, incluso cuando Lestrange lo enganchó. Siempre era que su marido estaría en casa y no apreciaría que se tomara una siesta post orgásmica en su cama de matrimonio. Y las veces que había decidido saciarse con cualquier otra persona, siempre había sido sexo profesional, simple y pragmático, y luego se iba o ellas lo hacían.
Pero ese no era el caso ahora.
La falta de familiaridad lo puso nervioso, pero el calor de su piel contra la suya y los efectos persistentes de su propio placer hicieron que su nerviosismo fuera fácil de hacer a un lado. Él pensaría en ello mañana, cuando ella no estuviera enredada con él.
Solo había un asunto que tenía que resolverse de inmediato.
"Hermione", susurró, le dolía la garganta por sus gritos y gemidos roncos.
Ella se acurrucó la cara contra él, mirándolo de soslayo. "¿Sí?"
Aprensivo porque la última vez ella asumió lo peor de él, él le apartó el pelo de la cara mientras la miraba. "¿Puedo lanzar un hechizo para asegurarme de que esto no resulte en algo de lo que nos arrepintamos?"
"Sí, por supuesto", respondió, con su voz cálida de satisfacción.
Le tomó un momento invocar su varita, lanzando tanto un encantamiento anticonceptivo sobre ella como un hechizo de limpieza sobre ambos. Con un poco de acomodo, maniobró las sábanas sobre ellos.
Con un movimiento de su varita, las luces se atenuaron y sus hechizos de protección se elevaron sobre la habitación.
"Deja la puerta del balcón abierta, quiero ver las luces", suplicó Hermione en voz baja.
Había una suave inocencia en su voz, algo que tiraba de las cuerdas de su corazón descuidadas durante mucho tiempo. No había manera de que no pudiera concederle esa solicitud, así que lanzó algunas protecciones adicionales y dejó la puerta abierta para que la cálida brisa del verano pudiera soplar sobre ellos.
Poniendo su brazo alrededor de ella de nuevo, su mano apoyada en su cadera, Severus se relajó. Su mirada flotó desde el techo hacia ella, observando cómo las luces doradas de la Torre se reflejaban en sus ojos, haciéndolos parecer de otro mundo.
Por un momento, se preguntó si realmente había muerto, y esto era simplemente el cielo.
No llegó a reflexionar mucho sobre ello, ya que la fatiga y la comodidad de una cama de verdad lo hicieron quedarse dormido.
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Estaban en una de las ciudades más famosas y populares del mundo: París, la ciudad del amor y el hogar del monumento más famosos del mundo, y a dónde quería ir Hermione Granger en su primer día en la ciudad.
A la biblioteca.
No a cualquier biblioteca, sino a la Biblioteca Mazarino, la biblioteca pública más antigua de toda Francia.
Severus no tenía quejas. Hermione no se había equivocado en su suposición de que él disfrutaría de su destino.
La arquitectura barroca por sí sola era impresionante, pero el gran volumen de tomos allí era abrumador para un bibliófilo como él. Se relajó al estar rodeado de varios pisos de libros cubriendo las paredes de piso a techo, y su relajación fue acompañada por el afán de pasar todo el día sin hacer nada leyendo.
Hermione apretó su mano, tirando de él hacia los libreros con el mismo entusiasmo que él sentía escrito en su cara.
Descubrieron, mientras navegaban por el vasto palacio de libros, que no era puramente un establecimiento muggle. Una de las alas etiquetada como "cerrada para renovaciones" albergaba una de las colecciones mágicas más antiguas de Francia.
Aseguraron un rincón privado en donde se sentaron uno al lado del otro, a veces hombro con hombro, a veces espalda con espalda devorando la palabra escrita.
Severus no se arrepintió de su compañía, como lo hacía con la mayoría de las personas que intentaban interactuar con él mientras leía. Hermione no lo interrumpía a menos que fuera para compartir algo fascinante de lo que estaba leyendo, ni estaba tratando desagradablemente de llamar su atención mientras él se centraba en su libro. Él sabía antes de esto que ella era una ávida lectora, pero nunca había imaginado que ella compartiera su profundo amor por los libros en el mismo grado.
Severus no tenía ninguna duda de que si la biblioteca lo permitía, él y Hermione se habrían quedado allí hasta bien entrada la noche.
Como sea, estuvieron allí desde la apertura hasta el cierre, y cuando tuvieron que irse, sus cuerpos estaban tan hambrientos como sus mentes estaban llenas de conocimiento. Parecía que ninguno de ellos podía recordar comer cuando había un libro que no tenía precio disponible para leer.
Al encontrar un café en el camino a su hotel, el olor a pan recién hecho los atrajo a ambos a sus puertas. Hermione tuvo que pedir por ambos, ya que hablaba mucho más francés que él. Ella afirmó que estaba un poco oxidada desde que lo aprendió en la escuela primaria, pero a él le pareció que el personal la entendió bien cuando pedía su comida. Severus habría tenido que tropezar con su francés roto y señalar las fotos para hacerse entender. Ella no lo hizo. Eso le impresionó en algún nivel. Ni siquiera había considerado que ella sabría más de un idioma.
Mientras se sentaban con su comida, todavía discutiendo ávidamente los tesoros desenterrados que habían encontrado en los tomos, Severus no pudo resistirse a mirarla.
Hermione parecía tan viva, tan vibrante mientras hablaba apasionadamente sobre la historia de las Runas Antiguas sobre la que había leído. A él no le importaban particularmente las runas antiguas, no era un tema que estudiara durante su tiempo en Hogwarts, pero se encontró cautivado por su entusiasmo.
Se había ido la pesadez alrededor de sus ojos que la guerra y el insomnio habían puesto ahí. En cambio, parecía más cercana a su edad, joven, viva y decididamente hermosa.
Severus sintió el giro de la culpa al darse cuenta de lo joven que era. Él tiró nerviosamente del cuello levantado de su camisa abotonada, habiendo dejado de usar su característica levita para reducir las posibilidades de ser reconocido fácilmente. Ella no parecía darse cuenta o estaba ignorando cortésmente sus nervios mientras hablaba entre mordidas.
En el sol de la tarde, Hermione era inequívocamente joven, y se preguntó si aquellos que los observaban lo tomaban por un anciano lujurioso, robándole su juventud y codiciándola para sí mismo. Hubo algunos momentos en los que se sintió como un desviado sátiro, indigno de su belleza y de la primavera de su vida.
Solo fue necesario que Hermione tocar su brazo, tomara su mano, o se levantara para besarle la mejilla para recordarle que, independientemente de cualquier otra cosa, ella lo eligió. Y cuando regresaron a su habitación de hotel, emocionados, agotados y anticipando otro viaje a la biblioteca, fue ella quien lo llevó a la cama.
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Pasaron días llenos de felicidad en su mutua compañía como nunca había experimentado en su vida. A veces, pensaba que todo era un sueño, incluso cuando se pellizcaba a sí mismo. Acordaron quedarse en París la mayor parte de junio, a menos que fueran descubiertos o se aburrieran. Con las bibliotecas y los museos presentes en la ciudad, consideró que era más probable que ocurriera lo primero.
Severus había podido conseguir algunos ejemplares de El Profeta, y como era de esperar, estaban siendo buscados, y el mundo lo había pintado como un villano que había engañado y secuestrado a Hermione. Parecía que Harry Potter había hecho de encontrarlos a ambos y traerla a casa su misión personal.
Una vez un Potter, siempre un Potter.
Era inevitable que el chico por el que luchó por mantener vivo fuera implacable en su búsqueda. Reforzado por la búsqueda de su mejor amiga, que se ha ido junto con él.
Incluso con eso cerniéndose sobre ellos, le resultó difícil no quedar atrapado en el momento con Hermione.
Había sido importante que no se acercara demasiado al Trío de Oro cuando eran sus estudiantes, que mostrara desdén y rencor para mantener las apariencias. Todo lo que él sabía de ella era que era una sabelotodo con una inclinación por romper reglas y las habilidades para salirse con la suya la mayoría de las veces.
Lo que él no había sabido, y teniendo en cuenta tanto la edad como la posición tenía mucho sentido, era lo feroz que era. Nada de lo que hacía lo hacía a medias, trajo intensidad a cada aspecto de su vida; ya sea debatiendo, besándose, aprendiendo o viviendo. Era algo que le atraía inexplicablemente de ella. Cada día con ella era una aventura, y no una que le hiciera temer despertarse. Por el contrario, de hecho, Severus se encontró con ganas de que llegara cada día.
"Severus, tengo un regalo para ti, bueno, para nosotros", le llamó Hermione, entrando a su habitación de hotel con un llamativo vestido magenta.
Se levantó del sillón, dejando de lado el libro que había comprado mientras la evaluaba. Severus solo la había visto con vestido una vez previamente, y no la veía como algo más que una molestia en ese momento. Ahora, sin embargo, ella era algo más para él, algo para lo que aún no había encontrado la palabra.
Muchas palabras le vinieron a la mente mientras la admiraba: hermosa, impresionante, increíblemente rosada. El vestido se abría en la parte superior, exponiendo ambos hombros, y la piel bronceada allí estaba salpicada de pecas de color marrón claro por las que tenía cierto aprecio. Era de un color que él nunca habría elegido para ella, pero en ella se veía precioso. "¿Veo que tus compras han ido bien?"
Una sonrisa cubrió su cara, y ella giró mostrando su vestido, con la falda hasta la rodilla flotando. "Si vas a burlarte de mí sobre esto, no escucharé ni una palabra al respecto".
"No tengo ningún deseo de burlarme de ti". Severus se inclinó hacia adelante, besándola, ya que no dio voz a los otros deseos que el vestido despertó. "Te ves hermosa".
"Gracias". Se sonrojó, solo sonriendo más brillantemente.
Severus dio un paso atrás, levantándole una ceja. "¿Es este mi regalo? ¿Tú en vestido?"
"No, ese es mi regalo para mí misma". Los ojos marrones de Hermione rodaron y ella le entregó una bolsa. "Tu regalo está aquí".
Tomando la bolsa en sus manos, se sentó en la cama, sacando una caja de su interior. La abrió cuidadosamente, preguntándose qué habría conseguido ella que pudiera ser calificado como un regalo para él y para ambos al mismo tiempo.
Dentro de la caja de cartón había un cuadrado plateado y negro. Era pesado cuando lo cogió para examinarlo, notando la lente redonda del otro lado. "¿Una cámara?"
"Pensé que deberíamos, o más bien, que podríamos tomar fotos mientras viajamos. Mencionaste varias veces que desearías tener una cámara". Hermione sonaba como si no estuviera segura de si le gustaba o no, con la esperanza de que así fuera.
Un cúmulo de agradecimiento por su atención y consideración se formó dentro de él. Solo un puñado de veces había comentado que deseaba tener una cámara, pero ella lo había recordado y actuado en consecuencia. La esquina de sus labios se contrajo mientras la examinaba. "Si, lo mencioné. ¿Es muggle?"
"En su mayoría", respondió. "El rollo fotográfico es mágico, el dispositivo no, para que podamos revelar sobre la marcha".
Miró la bolsa, notando que había cajas de rollo fotográfico, una correa para el cuello y una bolsa para guardarlo todo. Hermione había ido y le había comprado todo lo necesario no solo para tomar fotos, sino también para cuidar el equipo. Fue un regalo inesperado y muy apreciado. A Severus le resultó difícil formar sus palabras mientras la miraba con gratitud. "Gracias, Hermione, es precisamente lo que quería".
"De nada", respondió Hermione, sonriendo suavemente, dando un paso hacia el balcón para pararse al sol.
Severus estudió su regalo, revisó los diales y las instrucciones que la acompañaban. No era la primera cámara que había usado, pero sería la primera que había tenido.
Quería asegurarse de que entendía cómo usarla y cuidarla. Las instrucciones eran lo suficientemente claras como para que solo le llevara unos minutos configurarla, cargar el rollo y aprender a enfocarla manualmente.
"Acabo de volver de la biblioteca. Doné mi copia de los Cuentos de Beedle el Bardo", exclamó desde el balcón.
Severus le respondió mientras se aseguraba de que la parte trasera de su cámara estuviera cerrada. "¿No tenían una copia?"
"La tenían, pero ya no necesito la mía, tal vez alguien más encuentre en ella algo de esperanza como lo hice yo". Hermione regresó del balcón y en ese momento, sus rizos se habían vuelto salvajes y azotados por el viento. "¿Estás listo?"
"En nuestro último día en París, ¿a dónde te gustaría ir?" Severus se puso de pie, ajustando las mangas de su camisa de cuello alto. Se había vuelto demasiado sensible con sus cicatrices, y solo necesitó quemarse una vez con el sol para jurar que toda la experiencia no volvería a suceder. Desafortunadamente, su Marca Tenebrosa no había desaparecido con su creador, por lo que no podía usar mangas cortas, pero tampoco expondría su cuello si pudiera evitarlo.
"Supongo que finalmente me gustaría visitar la Torre Eiffel", admitió. Habían estado en la ciudad durante semanas y nunca se aventuraron al monumento histórico que se encontraba fuera de la ventana de su habitación. Era apropiado que la vieran por última vez a medida que avanzaban a su próximo destino.
"¿Tu bolsa está empacada?" Le preguntó mientras recogía el libro que estaba leyendo y tomaba su mochila. La había extendido usando los mismos hechizos que la bolsa de ella, para que sin importar que, siempre viajaran ligeros. Severus se aseguró de poner todo lo de su cámara en la mochila junto con su libro.
Hermione tocó su bolsa de cuentas, asintiendo con la cabeza. "Siempre".
Severus se puso su mochila al hombro y colgó la cámara alrededor de su cuello por la correa.
No quedaba nada más que hacer entonces, aparte de echar un vistazo. Miró alrededor de la habitación, recordando su tiempo aquí en estas paredes. Era la primera habitación en la que se había quedado en toda su vida que no lucía como una celda de prisión, sino como el primer bocado de la libertad.
Y había habido muchas primeras veces en esta habitación.
Una sonrisa se arrastró sobre sus labios mientras miraba hacia abajo a la hermosa bruja a su lado. París tendría un lugar excepcional en sus recuerdos debido a ella. Pero era hora de seguir adelante. Detenerse más tiempo haría que fuera más fácil ser encontrados, y no tenía ningún deseo de que le pusieran grilletes pronto.
Hermione y Severus pasearon junto a los turistas que se dirigían a ver la torre, cruzando las calles de la mano. No podía creer lo a gusto que se había sentido sosteniendo su mano en público. Cuando no podía sostener su mano porque estaban en medio de la multitud, su brazo estaba alrededor de su espalda, o su mano en su cintura. Esta parte de París estaba más concurrida que donde se habían alojado. Era una de las partes de la ciudad que aún no habían explorado, en parte debido a la cantidad de turistas allí.
Un jadeo a su lado lo hizo tensarse, y él giró la cabeza para ver lo que podría haberlo causado.
Pero su cara estaba brillante con una sonrisa, y cuando él miró donde sus ojos estaban enfocados, quiso gemir.
Seguramente ella no iba a querer...
"¡Voy a subirme al carrusel!" ella declaró, arrastrándolo en esa dirección.
Severus sacudió la cabeza, llamando su atención mientras intentaba detenerla. "No eres una niña".
La travesura brilló en esos ojos marrones.
"No me importa, voy a subir y tú también".
"No lo haré", argumentó.
Hermione lo miró, rogándole mientras sostenía su mano en la suya. "Por favor".
Severus no iba a ceder en esto. Él intentaría muchas cosas con ella, pero no se subiría en esa monstruosidad. "No creas que aletearas tus pestañas, harás pucheros y te salarás con la tuya cada vez".
"Valió la pena intentarlo", dijo. "Supongo que tendré que ir sola".
Era inmune a los dramas, cruzando los brazos por el pecho. "Sí, lo harás".
"Porque mi novio no quiere disfrutar de esta segunda oportunidad en la vida que se nos ha dado", dijo poniéndose poética.
Severus ya no se centró en su intento de influir en él, sino en una palabra en particular.
Novio.
Se asentó extrañamente en su mente, como un título que había oído que se le había dado a otros, pero que nunca se había usado en él mismo. "¿Cómo me llamaste?"
Hermione se detuvo, preocupación cruzando por sus rasgos mientras repetía. "¿Mi novio? Supuse que, ya que estamos en una relación, ese sería tu título".
Relación.
Otra palabra que no se había asociado con él antes.
En una sensación extraña, su vocabulario se estaba ampliando, pero no en palabras que no conocía, sino en palabras que podrían describirlo. Las palabras se derramaron de sus labios sin la salvaguardia de su cuidadosa consideración. "¿Es esto, es eso lo que estamos haciendo?"
Hermione parecía confundida. "Sientes que estamos en una relación, ¿verdad?"
"Sí", estuvo de acuerdo con facilidad.
Su cara se relajó, y ella sonrió, dando un suave beso en sus labios. "Entonces sí, estamos saliendo. Eres mi novio y no irás al carrusel conmigo".
Severus supo en ese momento que se subiría al carrusel. No porque ella lo hubiera manipulado, no porque sus pucheros y sus dramas lo hubieran influido. Se subiría a ese carrusel porque la primera mujer que lo reclamó como su novio, y se identificaba como su novia, quería que lo hiciera.
Sosteniendo el dedo hacia arriba, no dejó espacio para discutir. "Solo una vez".
"¡Sí!" Una expresión de victoria cruzó su cara, y ella tomó su mano hacia su destino con un alegre rebote en su paso.
Luego lo vio.
La foto que sabía que quería que fuera la primera.
"Quédate quieta, mira hacia adelante". Severus se detuvo, sosteniendo su mano con fuerza, para que se quedara perfectamente enmarcada en su lugar mientras él tomaba la cámara en su mano. Se la llevó a los ojos, conteniendo la respiración para estabilizar sus manos.
Hermione lucía pequeña en contraposición con la Torre Eiffel, con la cara mirando al lado contrario de donde estaba él y con el aspecto de que estaba avanzando a una gran aventura.
Severus tomó la foto, sonriendo de satisfacción. "Una primera foto perfecta".
"Pero no estaba mirando". Hermione estaba exteriormente desconcertada, su cara arrugada por su confusión.
"Capturé lo que era importante", le explicó, besándole el dorso de la mano.
Ella no parecía convencida. "¿La parte de atrás de mi cabeza?"
"No", suspiró, señalando a la escena circundante. "Lo importante no era a dónde estabas mirando, sino a dónde ibas, en la dirección de nuestra aventura. Adelante".
Él vio cómo sus palabras cobraban sentido para ella, y ella le sonrió. "Creo que podría convertirte en un romántico".
"No cuentes con ello", replicó, sabiendo que ya estaba a la mitad de ese camino, y medio queriendo resistirse a cada paso del mismo.
Severus siguió a Hermione al carrusel, de pie junto al caballo que montaba mientras parecía muy contenta por la experiencia. Era muy simple, pero ella era toda sonrisas y risas, como si estuviera pasando el mejor momento en su vida. Era contagioso, y cuando ella se inclinó para besarlo desde su montura, él ya se había contagiado, sonriéndole a ella también. Por un momento, se olvidó de la guerra detrás de ellos, del futuro incierto que tenían ante sí, y se enfocó en el momento en el que estaban.
Esto se sentía como la libertad; ella se sentía como la libertad. Y sería un tonto si no saboreara cada momento que la experimentara.
El Profeta
1 de julio de 1998
Se han confirmado informes de que Granger y Snape fueron vistos en París. Se encontró que la copia personal de Hermione Granger de Los Cuentos de Beedle el Bardo había sido donada a una biblioteca local. Potter fue capaz de identificarla con solo verla, ya que había sido del ex director Albus Dumbledore antes de su muerte.
Los aurores están investigando las afirmaciones de que Snape ha tomado a Granger como rehén para negociar un acuerdo para su captura.
Los cincuenta caídos fueron honrados en un discurso de Harry Potter, que parecía angustiado y distante. El héroe de guerra y mejor amigo de Potter, Ronald Weasley, le dijo a los periodistas de El Profeta que Potter está desgarrado por la desaparición de Granger, y que si hay algo peor que la muerte, es no saber.
Esperamos que la heroína de guerra desaparecida sea traída a casa a salvo pronto.
Nota de la traductora: bueno, continuamos con nuestra aventura, lamento mucho que Severus la haya pasado mal en su recuperación pero me parece que tiene mucho sentido, que lo que vivió no fue cualquier cosa. Sin embargo, independientemente de lo difícil que fuera, no estuvo solo, ahora tiene a su lado a alguien que cuidó de él y que, como bien le dijo, está dispuesta a pelear hasta la muerte por él. Son cosas que él nunca ha tenido y que sabemos que atesorará.
Y se fueron a Paris! A alguien le sorprendió que su primera cita como tal fuera en una biblioteca? XD y su momento intimo me pareció tan bonito y romántico, aunque al principio la cabellerosidad de Severus le estaba jugando en contra, aún así es algo que se aprecia.
Como siempre cuando hablamos de Severus Snape, las dudas a veces se asoman, sin embargo casi me ahogo cuando se preguntó si los demás lo veían como un ANCIANO libidinoso XD que el hombre no llega ni a los 40! Lo bueno es que no se quedó rumiando la idea por mucho tiempo ya que recordó que ahora él es la elección de alguien, además...
Severus tiene novia, Severus tiene novia!
Y ya es oficial, con titulo y todo. Y no les encantó la escena del carrusel? Creen que Hermione logre convertir a Severus en un romántico? Cuéntenme que opinan!
*Lineas Ley: Las líneas ley son alineaciones de distintos lugares de interés geográfico e histórico como, por ejemplo, los antiguos monumentos y megalitos, partes altas del terreno natural y vados.
**La petite morte: La petite mort hace referencia al periodo refractario que sucede al orgasmo. Este término ha sido interpretado generalmente para describir a la pérdida del estado de conciencia o desvanecimiento posorgásmico.
