Nota de la autora: Un agradecimiento a mis betas CorvusDraconis y TheFrenchPress, quienes me motivan y evitan que me atrase en la escritura de estos capítulos cada semana. Crédito del panel de inspiración a la incomparable TheFrenchPress 3
"Qué liberador es buscar la plenitud en lugar de la perfección"
-Morgan Harper Nichols
La Suite Neri del Hotel Neri en el Barrio Gótico de Barcelona. Verano.
Había una diferencia de temperatura sorprendente entre Salzburgo y Barcelona, una ciudad que abrazaba el Mediterráneo. El aire era más pesado allí, al estar más cerca del nivel del mar, y aun así hacía mucho más calor. Severus se había acostumbrado desde hacía tiempo al comienzo de agosto en las Tierras Altas de Escocia, donde rara vez se superaban los 21 C, en lugar de los 28 C que hacían la mayoría de los días en la ciudad española.
Debido a las temperaturas más altas, Severus aprendió rápidamente que las capas de ropa no le hacían ningún favor en esta ciudad. Se había puesto una chaqueta de traje solo una vez, y estaba hecho un desastre antes de que llegaran a su suite para poder cambiarse. Los hechizos refrescantes habrían sido ventajosos, pero estaban entre muggles, así que tuvo que soportarlo. A diferencia de él, Hermione había venido preparada para el calor, su guardarropa estaba lleno de camisas finas, pantalones cortos, faldas y vestidos de verano sueltos. No importaba a dónde fueran en la ciudad, ella no solo parecía hermosa, sino cómoda.
Habían estado allí durante una semana, disfrutando de las vistas de la ciudad. Hermione y Severus dieron varios paseos largos por los barrios, participando en la Fiesta Mayor de Gracia, un festival en el que los lugareños competían para ver quién podía tener las calles decoradas de forma más elaborada. Hizo que la ciudad, ya de por sí vibrante y colorida, fuera doblemente así, y Severus disfrutaba tomando fotografías de lo que captaba su atención. Si bien gran parte de ello había sido el paisaje y los edificios, su mirada siempre parecía atraída por ella. Hermione nunca se quejó cuando le pidió que dejara lo que estaba haciendo para poder tomarle una foto. En diferentes partes de la ciudad, Severus tomó varias fotografías de Hermione en la misma pose que había hecho en París en la Torre Eiffel y en los campos de Salzburgo; de Hermione alejándose hacia algo mientras sostenía su mano. Había dominado la capacidad de poner su mano en la toma gracias a sus largos brazos, por lo que la mostraba haciendo lo que realmente hacía, guiándolo en esta gran aventura.
Hermione le preguntó por qué se había vuelto tan aficionado a tomar fotos así. Severus se quedó perplejo por un momento antes de que le llegara la respuesta.
"Es una prueba de que cumplo mi promesa" —dijo Severus, mientras le ofrecía las fotos recién reveladas—. "A ti... y a mí mismo."
Hermione las tomó en sus manos, escaneándolas antes de volver a mirarlo. —"¿Qué promesa?"
Arqueando una ceja, Severus se sentó a su lado, sacando de sus dedos la foto de ella guiándolo por una de las calles históricas de Barcelona. "La promesa de que te seguiría."
El rostro de Hermione se iluminó con una sonrisa, y apenas tuvo tiempo de atrapar a la bruja cuando se lanzó hacia él. Las fotos cayeron al suelo de su habitación mientras ella le arrancaba todo pensamiento coherente. Se habría convertido en una aventura que duraría toda la noche si no se hubieran estado preparando para salir a ver una sinfónica que él sabía que ella se habría arrepentido de perderse. Y cuando regresaron después del espectáculo, la cena y un paseo por la playa, ambos estaban demasiado cansados para hacer algo más que derrumbarse juntos en la cama.
Severus se sentó en el escritorio junto a la ventana mirando hacia el patio y terminando una taza de té. Habían ido a dar un paseo por el Barrio Gótico esa mañana, y Hermione había querido cambiarse y arreglarse el pelo antes de decidir dónde querían comer. Él levantó la vista cuando ella salió del baño con pantalones cortos y una camiseta de manga corta.
Sus dedos trabajaban duro, domando sus rizos rebeldes en una trenza mientras le sonreía. "¡Me muero de hambre! Deberíamos echar un vistazo al paseo marítimo. Anoche vi anuncios de algunos buenos restaurantes allí cuando estábamos caminando."
Él se reclinó en su silla, observando mientras ella continuaba trenzándose el pelo. Había habido un lugar mediterráneo junto al mar que había llamado su atención la noche anterior. Él estuvo de acuerdo con ella. "Eso suena como una idea excelente. Noté varios que me interesaban."
"¡Brillante! Vámonos antes de que mi estómago se consuma." Hermione había terminado de contener su cabello, sujetándolo con una goma para el pelo mientras caminaba lentamente hacia la puerta.
Severus la siguió al aire caliente del verano, agradecido de haber encontrado una camisa de manga larga que no fuera tan gruesa como para derretirse. Ahora podía usar cuellos estándar, aunque solo fuera por el calor, pero no se arriesgaría a poner un glamour sobre su marca tenebrosa que podría cancelarse si se encontraban con magia desconocida.
Los dedos de Hermione encontraron los suyos cuando pisaron el paseo marítimo, donde se condensó la multitud. "¿Dónde estabas pensando que comiéramos?"
Escaneando los carteles, señaló hacia el establecimiento que le había llamado la atención. "¿Se te antoja comer mariscos?"
Ella no le respondió, mientras corría en dirección al restaurante con él a cuestas. Dentro, no había mucha gente, y para su buena suerte, el anfitrión hablaba inglés. Fue una suerte para el anfitrión también, así no tuvo que escucharlos a ambos torpemente tratando de comunicarse. Si este viaje le había enseñado algo, era que debería haber pasado más tiempo aprendiendo idiomas extranjeros en su limitado tiempo libre. Los traductores podrían ser buenos y lo que sea, pero no le gustaba la idea de no poder comunicarse de manera efectiva con quienes lo rodeaban.
El camarero les hizo sugerencias rápidamente y los ayudó a decidir qué querían para el almuerzo. Él había pedido salmón ahumado con gambas y Hermione había querido probar la paella de marisco, con vino blanco para ambos, elegido por el camarero para que combinara mejor con su comida. Mientras esperaban, Hermione observó los barcos que salían y regresaban al concurrido muelle con una sonrisa distraída.
Sin embargo, una vez que la comida estuvo lista, su atención volvió a la mesa y a la comida.
"Esto está bastante bueno", elogió Hermione después de tragar un bocado de comida.
"Lo está. Mi comida está bien cocinada, como debe ser", coincidió Severus con ella. Estaba satisfecho con lo que le habían servido, siendo tan crítico con los mariscos como con la preparación de pociones. Si estaba mal hecho, no valía nada a sus ojos.
Comieron en un silencio amistoso, pero Severus la sorprendió mirando hacia el muelle varias veces con una expresión en su rostro que él había llegado a reconocer como anhelo.
"¿Qué tienes en mente?" preguntó mientras se limpiaba las comisuras de la boca.
Sus ojos marrones se iluminaron cuando se volvió hacia él desde donde había posado su mirada. "Tengo una idea de lo que deberíamos hacer durante el resto del día".
Interesado en lo que su mente brillante había ideado, se reclinó en su silla, tomando un sorbo de su vino blanco. "Ilumíname. ¿Cuál es tu idea?"
La travesura cruzó su rostro mientras se inclinaba hacia adelante sobre la mesa, su voz baja pero llena de emoción. "¿Deberíamos alquilar un barco?"
"¿Subir a un barco de paseo?" preguntó Severus, mirando hacia donde habían pasado frente a varias agencias de barcos anteriormente. No le gustaba la idea de estar atrapado en un barco con completos extraños, pero si era algo que ella quería hacer, estaba seguro de que podrían encontrar uno que no estuviera tan lleno.
Hermione negó con la cabeza y le agarró la mano. "No, alquilemos un barco nosotros mismos."
Severus la miró como si hubiera dicho algo absurdo. El hecho de que supiera conducir un automóvil no significaba que pudiera dirigir un barco y, a menos que ella tuviera algo de experiencia con ello, no había forma de que saliera al mar Mediterráneo sin nadie que navegara el barco. Eso era pedir por un desastre y, si iba a morir, no sería en el mar.
"¿Sabes siquiera cómo operar un barco?" —le preguntó, sintiéndose como si ya supiera que ella no sabría.
"Esa fue una de las cosas que mi padre sí me enseñó" —respondió ella con una sonrisa orgullosa—. "Aprendí cuando era muy joven. Aún debería recordar cómo hacerlo. ¿Suena como algo que te gustaría hacer?"
Severus miró los barcos en el puerto deportivo, considerándolo. No estaba seguro de sentirse cómodo con ella navegando un barco cuando solo había aprendido cuando era joven. De acuerdo, sería más experiencia de la que él tenía, pero eso no lo tranquilizó por completo. Tal vez hubiera una manera de que pudieran tener un bote con algún tipo de piloto automático o algo así.
Hermione lo miraba expectante.
"Si podemos encontrar un barco adecuado, entonces no puedo pensar en una razón para que no lo hagamos. Estar en el agua puede ser más fresco que las calles de la ciudad", razonó Severus, dándole otro bocado a su salmón.
Casi saltando de su asiento, juntó las manos frente a ella con emoción. "¡Gracias, esto será muy divertido!"
De esta manera, le recordó lo joven que era. El desgaste de la guerra desapareció de sus ojos, y vio a la hermosa bruja de dieciocho años que estaba sentada frente a él. Esta constatación lo hizo muy consciente de su propia edad y de lo mucho mayor que era él que ella. Severus sintió una inquietud insegura subiendo por su estómago y venciendo su apetito. Su diferencia de edad a menudo se le escapaba de la mente, principalmente porque así lo deseaba. Era la única cosa en su relación que lo molestaba.
Hermione era joven, inteligente y hermosa, y aun así estaba con él.
Severus sintió que se le secaba la boca mientras pensaba en lo roto y en lo indigno que era de ella, y en todas las razones que ella podría tener para querer dejarlo. Dejó los cubiertos, sacó la servilleta de su regazo y la puso al lado de su plato.
"¿No tienes hambre?", le preguntó Hermione mientras seguía comiendo.
Severus negó con la cabeza. "No deseo subirme a un barco con el estómago demasiado lleno", mintió, no queriendo hacer que ella se preocupara por su propia agonía interna. "No deseo marearme".
Sus ojos marrones parpadearon con preocupación e incredulidad rápidamente sobre el borde de su copa de vino mientras tomaba un sorbo. "Está bien, supongo que tiene sentido".
Una vez que terminó su almuerzo, Hermione dirigió su caminata alrededor del muelle. Su rostro estaba tenso por la concentración y era evidente que buscaba algo en particular. El hecho de que no hablara durante su búsqueda le dio tiempo para combatir sus pensamientos y su ansiedad. La inquietud se posaba como una capa de niebla húmeda y pegajosa sobre sus pensamientos superficiales, negándose a ser sacudida como había sucedido otras veces. El hecho de que los turistas los rodearan en un muelle lleno de gente mientras avanzaban tampoco ayudó.
Después de media hora de deambular frente a las muchas agencias de barcos de paseo abarrotadas, pareció que había encontrado lo que buscaba en Amarratges Màgics. No esperaba encontrar una empresa de navegación mágica, pero no se sorprendió cuando lo hicieron. En veinte minutos, bajaron al puerto deportivo, guiados hasta un barco que, en lugar de estar controlado por motores, maquinaria y combustible, se maniobraba con magia. Era más grande de lo que esperaba, con una amplia cubierta y una sección techada con asientos en ella. Después de que el guía los familiarizara con el barco, se fue, dando a Hermione el visto bueno para ponerlo en marcha.
Hermione tomó el timón y Severus se sentó a la sombra, tratando de evitar una incómoda quemadura solar. Salir de la multitud había detenido la tensión que comenzaba en su cuello, y exhaló. Los pensamientos intrusivos no eran tan fuertes ahora, ya no estaban reforzados por el entorno que lo ponía nervioso. Era más fácil dejarlos a un lado y descartarlos.
"Esto es aún mejor, no tendremos que preocuparnos por perdernos o porque mi conocimiento sobre navegación esté desactualizado" —exclamó Hermione emocionada.
Severus miró por el costado, observando como el barco comenzaba a abandonar el muelle.
"¿Estás bien?"
"Sí" —respondió en voz baja, luchando con el último de sus demonios internos mientras se giraba hacia ella.
La sonrisa vibrante en su rostro desapareció, sus labios se apretaron mientras lo miraba. "Severus, si no quieres hacer esto, podemos regresar al hotel."
"Estoy bien, Hermione" —le aseguró Severus, frotándose la frente. Respiró profundamente por la nariz, cerró los ojos y empujó sus inseguridades para guardarlas en el lugar de donde habían salido. No tenían lugar aquí, y no tenía ningún deseo de arruinar algo que la emocionaba. Exhalando, la miró con calma. "No he estado en un barco en mucho tiempo, es solo eso."
"¿Si estás seguro?" Una vez más, la preocupación bailó sobre su rostro, más obvia y menos apresurada, antes de que volviera a concentrarse en navegar el bote.
Estaba impresionado con la suavidad con la que el bote navegaba hacia el mar abierto, sin el balanceo extremo que esperaba. Había otros botes en el agua, y Severus observó el rostro de Hermione mientras los observaba, aparentemente guiándolos para alejarlos. Durante un largo rato, ninguno de los dos habló, los únicos sonidos eran el bote y el sonido del agua golpeando el costado. Era pacífico, y Severus se relajó mientras atraía esa paz hacia sí mismo. Esta era su vida real, esto no era un sueño, y lo mereciera o no, sería un tonto si la desperdiciara con los pensamientos que lo habían plagado antes.
"Aquí parece estar bien", dijo Hermione, rompiendo el silencio pensativo. Con un movimiento de su varita, el bote se detuvo en el agua, ya no avanzaba.
Severus la miró cuando ella vino a sentarse a su lado.
"¿Cómo te sientes ahora?" Su mano se posó sobre su rodilla, sus inquisitivos ojos marrones lo buscaban, sondeando como si estuviera tratando de leer sus pensamientos nuevamente.
Por costumbre, él miró hacia otro lado, rompiendo el contacto visual para volver a mirar el agua. Había barcos salpicados a lo largo del horizonte, con la costa española detrás de una neblina brumosa como telón de fondo. Al examinar sus sentimientos, no tenía la opresión en el pecho como antes. Le respondió con sinceridad, sus labios se estiraron en una sonrisa. "Mucho mejor. Esta fue una idea excelente".
Una suave presión de sus labios en su mejilla obligó a Severus a moverse hacia ella, guiando sus labios para que se encontraran con los de él. Un cálido afecto por ella se deslizó por la parte posterior de su cuello, su sonrisa se profundizó bajo el suave beso.
Había una sonrisa en sus labios cuando se apartó. "Me alegro de que no odies esto".
El último punto de apoyo de sus angustiosos pensamientos de que le estaba robando la juventud se retiró a raíz de su expresión cariñosa en respuesta a sus palabras. —"No lo odio. Es un cambio agradable del muelle lleno de gente" —admitió, mientras su mano giraba hacia abajo en su regazo para sostener la de ella.
"¿Verdad que sí?" —estuvo de acuerdo ella, dándole un apretón a su mano antes de ponerse de pie y estirar los brazos sobre su cabeza. Entonces Hermione abrió la bolsa de cuentas que llevaba en la cadera y sacó una toalla de gran tamaño.
Severus la miró con curiosidad, cuestionando sin palabras sus motivos.
Un rubor se apoderó de sus mejillas antes de que se alejara de él para salir a la cubierta de madera del bote. "Parte de la razón por la que quería venir aquí era para tomar el sol en privado. La playa estaría demasiado llena para nosotros, me imagino."
La idea de tomar el sol le envió un recuerdo doloroso atreves de su cuello de la única vez que se había quemado la piel por sobreexposición al sol. Severus tuvo una repentina necesidad de untarse protector solar en el lugar, solo como una precaución instintiva. Estaba tan distraído por el concepto de quemarse bajo el sol brillante, que apenas notó que ella había comenzado a desnudarse hasta que se quitó el sujetador.
"¿Qué demonios? ¿Por qué te estás desnudando?", exclamó Severus, con los ojos vagando a su alrededor como si alguien pudiera verla despojándose de su ropa. Sintió un cosquilleo de inquietud en el estómago al pensar que no solo él podía verla desnuda a la luz del sol, sino que alguien más podría hacerlo. Si bien hacía tiempo que se había acostumbrado a su desnudez conjunta en los espacios privados y oscuros que compartían, el concepto de verla con todo detalle en tecnicolor era nuevo y sorprendente. No estaba seguro de cómo reaccionar. Confiaba en ella, pero ¿tomar el sol desnudo en un bote en medio del océano? No tenía experiencia en eso en la que encontrar tranquilidad o consuelo.
Una parte de él sentía que debía proteger su dignidad, pero otra parte se sentía honrada de que ella se sintiera cómoda desnudándose frente a él a la luz del sol. Su propia opinión sobre su cuerpo no era tan segura.
Su mente racional sabía que estaban muy solos. A salvo. Invisibles.
La parte de él que se había escondido durante casi dos décadas bajo una implacable lana negra estaba teniendo una apoplejía porque parecía que estaban expuestos. Inseguros al aire libre.
Hermione arqueó una ceja, dobló su sujetador por la mitad y lo colocó sobre su camisa. "Voy a tomar sol" —repitió más lento como si él no la hubiera escuchado la primera vez, mientras comenzaba a quitarse los pantalones cortos.
"¿Sin sostén?" —Su voz se le escapó en un sonido estrangulado de incredulidad.
"Sí" —respondió ella, colocando sus pantalones cortos en la pila de ropa para ponerse de pie en la cubierta solo con la parte inferior de su ropa interior—. "¿Hay algún problema con eso?"
"Yo..." —Una parte de él quería protestar porque alguien podía observarla, pero se detuvo. Severus sintió un horror y una vergüenza ajena, donde ella parecía no estar experimentando ninguno de los dos. Una vez más, miró a su alrededor para asegurarse de que no había barcos cerca de ellos. Sacudiendo la cabeza, se sentó de nuevo en el asiento, desinflándose al sentir que había reaccionado exageradamente y sintiéndose un poco cohibido por eso.
Se le escapó un resoplido mientras miraba a su alrededor. "Severus, estamos en medio del mar, no hay nadie aquí para vernos."
"Me doy cuenta de eso" —dijo, sintiendo que sus protestas morían.
"¿Estás molesto?" —La voz de Hermione bajó con una nota de aprensión. Estaba claro para él que ella había notado su propia incomodidad mientras se pasaba el brazo sobre el pecho, como para esconderse.
"No, no lo estoy" —le aseguró Severus—, "solo estoy sorprendido."
"Oh." —Hermione dejó de cubrirse, se echó la trenza hacia atrás sobre el hombro mientras pasaba la varita sobre su ropa interior, transfigurándola en una parte inferior de bikini más apropiada y decididamente más pequeña. Sacó una botella de su pequeño bolso y comenzó a frotarse con protector solar.
Severus tragó saliva, el calor le enrojeció el rostro mientras luchaba con la complicada mezcla de emociones y sensaciones, ya que no podía decidir si era de mala educación mirarla mientras hacía esto o apartar la mirada cortésmente. Se encontró mirándola más de lo que apartaba la mirada.
Ella era hermosa, él ya lo sabía, y había pensado antes que la luz del sol hacía maravillas con ella cuando estaba completamente vestida, pero ahora, bajo la brillante luz del sol, sabía que eso era un eufemismo. Unas cuantas pecas marrones salpicaban su piel debajo de las líneas de bronceado en la parte superior de sus pechos. Una cicatriz oscura atrajo su mirada hacia su pecho, actuando como un recordatorio de que casi había muerto por la maldición especial de Dolohov. Más pecas se esparcieron por su torso como si alguien hubiera mojado un pincel en pintura fina del mismo color que su cabello y se la hubiera arrojado. En la oscuridad, nunca las había notado antes. Se sorprendió a sí mismo mirándola boquiabierto de nuevo, miró hacia el agua, controlando su respiración para tomar el control de la reacción fisiológica a su evaluación de ella.
Ella se dejó caer sobre la toalla boca abajo, con los brazos cruzados frente a ella, de modo que apoyó la barbilla sobre ellos mientras lo miraba. "Podrías venir a tomar el sol conmigo."
"Me quemaría horriblemente" —le recordó—. "Es una experiencia que no deseo repetir, especialmente no en una superficie tan amplia como mi espalda."
"Está bien" —inclinó la cabeza en señal de acuerdo mientras pateaba las piernas hacia arriba y hacia abajo sobre la toalla—. "¿Puedes ayudarme a ponerme protector solar en la espalda? Quiero broncearme, no freírme."
Severus flexionó las manos sobre la pernera de sus pantalones, quitándose el sudor de las palmas antes de ponerse de pie. "Puedo hacer eso". Se acercó a ella y se arrodilló a su lado mientras ella apoyaba la cara en sus brazos, sonriéndole. Su espalda también estaba cubierta de pecas dispersas.
Severus tuvo cuidado de no poner el protector solar directamente en su espalda, ya que estaba frío incluso en sus manos. Lo frotó entre sus dedos para calentarlo un poco antes de tocarla con él. Aun así, ella se estremeció cuando su mano se movió sobre sus hombros, extendiendo el protector solar sobre su piel. Se le escapó un suave jadeo y cerró los ojos, relajando el rostro.
Este escenario le pareció extrañamente íntimo a Severus, de una manera que sus interacciones anteriores no le habían parecido. No era que nunca la hubiera tocado antes, estaba muy familiarizado con la sensación de su piel bajo sus manos. Pero esto era más parecido a que le contaran un secreto profundo, algo privado que uno guarda para sí mismo y solo se comparte con unos pocos. Le tomó un momento más y que ella emitiera un gemido de satisfacción para darse cuenta de que era otra forma de confianza. Confianza pura y abierta de Hermione en él, estando expuesta de esa manera. Severus no estaba seguro de qué hacer con la comprensión, pero el calor que se había arraigado bajo su esternón zumbaba con este conocimiento.
Severus dejó de pensar para apreciar lo que ella le ofrecía. Usando ambas manos, se aseguró de cubrir toda su piel descubierta, mientras también añadía presión. Sus pulgares recorrieron su columna vertebral mientras le masajeaba la espalda, y ella suspiró.
"Eso se siente bien", exhaló Hermione con placer.
El sonido de su voz se deslizó bajo su piel, avivando el deseo que ya había estado hirviendo silenciosamente desde que la había estado mirando boquiabierto antes. Por instinto, se inclinó, presionando un beso justo detrás de su oreja, mientras sus manos se deslizaban suavemente por sus costados.
Hermione se dio vuelta sobre la toalla, sus manos atraparon su rostro mientras él se apartaba de ella, tirándolo hacia abajo en un beso apasionado. Ella atrapó su labio inferior entre sus dientes, chupándolo con fuerza y luego mordisqueándolo mientras enroscaba su mano alrededor del lado sin cicatrices de su cuello.
Un gemido ondeó a través de su pecho mientras acunaba su cabeza con una mano y se sostenía con la otra. Su pasión por ella se encendió cuando ella hizo eco del ruido que él había hecho cuando sus dedos se curvaron en el cabello trenzado en la base de su cabeza. Su boca se abrió para él mientras la exploraba con su lengua.
El sol caía sobre ellos, la brisa sobre el mar hacía todo lo posible por refrescarlos mientras se besaban apasionadamente. Severus ajustó su posición, ya no estaba arrodillado a su lado, sino medio sobre ella, sus piernas envueltas alrededor de las suyas. Su pecho desnudo estaba presionado contra el suyo vestido, ambos respiraban con dificultad mientras se besaban. Ella meció sus caderas contra su pierna, y sus pantalones se estaban volviendo incómodamente apretados con su reacción a eso.
Sus manos se movieron por sus costados, los dedos se curvaron contra la tela de su camisa, dándole un tirón para sacarla de su cintura.
La repentina brisa en su espalda baja lo detuvo al instante, y Severus se echó hacia atrás cuando una oleada de energía nerviosa lo abrumó. Severus cerró los ojos de golpe ante el ataque. Estaba demasiado expuesto, la sensación de no estar seguro de su propia apariencia regresaba. No quería que ella lo viera a la luz, que viera las cicatrices que sabía que ella sentía que estaban allí. Serían tan evidentes como sus pecas, pero horrorosas en lugar de entrañables. Su pecho subía y bajaba la camisa.
Su repentina quietud y posteriores movimientos espasmódicos no habían pasado inadvertidos.
Hermione ahuecó su rostro, sus brillantes ojos color miel lo examinaron con preocupación. "Severus, ¿qué sucede?"
"Yo..." comenzó, apoyando su frente contra la de ella mientras luchaba por encontrar las palabras para explicárselo. Sus temores eran dobles: que ella fuera testigo de su piel desfigurada y desgarrada por la guerra y sintiera repulsión por él, y que lo abandonara. Las imágenes de su rostro mientras se alejaba de él surgieron de su imaginación, provocando un nudo en su estómago. La idea de que lo dejara, de que regresara corriendo a Inglaterra, hizo que su corazón se detuviera por un momento y le hizo jadear.
Necesitaba explicarle.
Pero cómo, sin delatarse, sin revelar que su cuerpo era un mapa de dolor.
"Tú" —intentó empezar de nuevo—. "Nunca me has visto a la luz del día… quiero decir que tengo muchas… no soy tan agradable de contemplar como tú, Hermione."
"Severus, mírame." —Sus pulgares se movieron suavemente bajo sus ojos.
Preparándose para la decepción que esperaba ver en sus ojos, Severus cumplió lentamente su petición. Se encontró con su suave mirada, sus labios curvados hacia abajo en un ligero puchero mientras escrutaba su rostro.
"Yo también tengo cicatrices, Severus" —susurró Hermione por encima del sonido del agua golpeando contra el bote.
Él sacudió la cabeza entre sus manos, sabiendo que ella no podía entender lo que intentaba explicarle—. "Pero tú eres hermosa con ellas. Yo no."
"¿Puedes dejarme ser el juez de eso?" —refutó ella suavemente—. "Lo último que quiero es que creas que descubriré cómo se ve tu cuerpo a la luz del sol y que eso me enviará corriendo de regreso a Inglaterra." Su voz estaba llena de compasión, compasión que él sentía que era un desperdicio en él pero que deseaba desesperadamente.
"¿Lo harás?" —Las palabras desesperadas salieron de sus labios como si estuviera seguro de que lo haría.
Hermione tenía una voz firme cuando respondió. "Absolutamente no. Te elegí a ti y a esta vida."
"Hermione" —suspiró Severus, desanimado.
"No, nada de «Hermione», no me trates como si no tuviera idea de lo que estoy hablando, Severus." Ahora se sentó en la toalla.
Severus comenzó a explicarle que no era lo que él pretendía, pero ella lo detuvo, presionando su dedo sobre sus labios.
"Entiendo que estás nervioso y que no quieres desvestirte donde pueda verte, y no intentaré obligarte ni convencerte". Hermione enfatizó la palabra obligar como si tuviera la impresión de que él esperaba que lo hiciera.
Los ojos de Severus se apartaron de ella. Sabía que no haría eso, se lo había demostrado una y otra vez.
Dejando ir su rostro, Hermione puso una de sus manos sobre su hombro. —"Pero por favor debes saber que me importas, Severus, yo t…" — Ella dudó, como si hubiera algo que estuviera considerando expresar, pero lo pensó mejor. La pausa estuvo llena de una expresión sin nombre, y él la observó mientras se mordía el labio antes de continuar. "No me importa cómo te ves, es quién eres lo que me importa, y me gusta mucho quién eres y en quién te estás convirtiendo." Su mano apretó su hombro, y él la estudió mientras ella le daba una sonrisa pícara. "Y me atraes por algo más que tu apariencia, aunque también eres agradable a la vista."
Él resoplo. "No tienes que mentirme, sé cómo luzco."
"A través de tus ojos, no de los míos" —lo corrigió ella, sonriendo. "Creo que parezco un trol a mis propios ojos, pero parece que disfrutas mirándome. No podías parar cuando me estaba poniendo protector solar."
"No eres un trol" —dijo con voz entrecortada mientras se sonrojaba. Severus sabía que no estaba siendo discreto cuando la había estado mirando antes, pero no esperaba que ella lo mencionara. Desviar la mirada hacia abajo solo le recordó que ella estaba apenas vestida frente a él.
"A través de tus ojos" —repitió Hermione, presionando un beso en su mejilla—. "Voy a tomar sol, deberías ponerte en la sombra antes de que te quemes."
Moviéndose, Hermione se acomodó sobre su estómago y luego se hundió nuevamente en la toalla, apoyando la cabeza contra sus brazos.
Tomando sus palabras como el fin de la conversación, Severus se puso de pie y comenzó a caminar hacia los asientos cubiertos. Cada paso que se alejaba de ella se sentía más pesado mientras pensaba en sus palabras. Era imposible para él creer que a ella no le importaba cómo se veía debajo de su ropa. Había sido motivo de burla antes, no de ella, por supuesto, sino de otros. La risa estridente de Bellatrix ondeaba en su mente, haciendo eco con las burlas y risas de sus compañeros de clase mientras Potter Padre lo desnudaba delante de ellos. Toda su vida le habían enseñado a avergonzarse de su cuerpo, a ocultarse y protegerse para que nadie pudiera tener la munición para atacarlo. Incluso con Bellatrix, sabía que estaba intercambiando esa protección por el contacto físico que ella le ofrecía y ella se lo recordaría con comentarios casuales sobre su cuerpo lleno de cicatrices. Castigándolo por las quemaduras de cigarrillo de su padre muggle y preguntándole cómo pudo haber sido tan débil para permitirlo o señalando sus marcas de castigo por fallar en algún deber hacia el Señor Oscuro. Severus se sintió mareado al pensar en ella.
Entre los pensamientos oscuros que vagaban por su mente, apareció una brillante excepción. Hermione no era Bellatrix, como se había recordado a sí mismo una y otra vez. Toda la conversación que mantuvieron demostró que ella no era la mujer con la que había estado íntimamente relacionado. La bruja enloquecida lo habría menospreciado, intimidado y manipulado para que hiciera lo que ella quería.
En cambio, Hermione había aceptado su renuencia y le había asegurado que no lo obligaría a hacer nada. Le había dicho lo que sentía, pero no lo había manipulado con eso. La bruja estaba en su derecho de estar enojada con él, enojada con él por lo que claramente podría haber sido interpretado como una provocación, y sin embargo, había vuelto tranquilamente a lo que estaba haciendo sin quejarse.
Su pecho se sentía extraño, un extraño dolor en él cuando se detuvo bajo la protección de la sombra. Severus se giró, mirándola recostada al sol con los ojos cerrados y sintió un tirón en el corazón. Una vez más, experimentó una emoción que no tenía el vocabulario para articular, su corazón se sentía suave y cálido con respeto por ella. Severus no quería nada más que estar cerca de ella, disfrutar de la sensación que estaba sintiendo y dejar que ahuyentara la oscuridad de su pasado.
"Hermione", la llamó por su nombre suavemente.
Ella levantó la cabeza, mirándolo con curiosidad. "¿Sí?"
Severus luchó por encontrar las palabras para decir lo que quería, para sacar el sentimiento y que ella lo entendiera. Después de un momento, suspiró, extendiendo su mano hacia ella. "¿Podrías venir aquí un momento?"
La curiosidad bailó con preocupación mientras sus ojos se arrugaban ante su pedido. Empujándose hacia arriba, Hermione cruzó la cubierta hacia él, su mano se extendió y tomó la de él.
No sabía cómo decirle lo que estaba pasando en su cabeza, en su pecho, así que confió en su instinto, esperando que ella lo entendiera mientras la alcanzaba, aplastando sus labios contra los de ella en un beso hambriento.
Un ruido de sorpresa se le escapó, pero luego sus brazos estaban alrededor de su cuello, su boca presionando contra la de él. Cerró los ojos y la rodeó con las manos mientras buscaba y encontraba el remedio para el dolor que sentía en sus labios. La besó con gratitud, con todo el sentimiento no expresado que no tenía palabras ni fuerza para transmitir y sintió como si Hermione se lo devolviera.
Rompiendo el beso, Severus apoyó la cabeza contra la de ella. "Gracias".
"De nada, Severus." Hermione se rió entre dientes, atrayéndolo hacia ella en un abrazo.
Él tragó saliva, apoyando su mejilla contra la parte superior de su cabeza mientras la sostenía cerca de él. Tomando una respiración profunda, Severus se inclinó hacia su oído. "Creo que me gustaría continuar lo que comenzamos, si nuestra conversación no te desanimó."
"Para nada," Hermione se rió, poniéndose de puntillas para besarlo.
Severus le devolvió el beso suavemente, apartando de su rostro algunos mechones de su cabello salvaje que se habían escapado de su trenza. "Aún no quiero quemarme con el sol."
Ella se rió, sus brazos apretándolo alrededor de él. "Podría ponerte un poco de protector solar."
"Quizás más tarde," comentó Severus mientras metía sus manos debajo de sus muslos, atrayéndola hacia él.
Una risa de sorpresa la abandonó mientras lo envolvía, presionando besos en el costado de su rostro y a lo largo de su mandíbula.
Severus dio unos pasos hacia atrás con cuidado antes de hundirse en los cojines del asiento, y Hermione se sentó a horcajadas sobre su regazo.
"Sabes que no tienes que desvestirte", susurró contra su mejilla mientras le daba más besos en el rostro.
Se le hizo un nudo en la garganta ante la suavidad de sus palabras, ante la consideración que tenía por él, ante lo mucho que esta mujer se preocupaba por él. En voz baja, le susurró: "Lo sé, pero tengo la sospecha de que será una experiencia liberadora contigo. Confío en ti".
Cuando las palabras lo abandonaron, Severus se dio cuenta de que esa era la verdad. Confiaba en Hermione. Si no confiara en ella, no estaría aquí. No estaría corriendo desenfrenadamente por el mundo, apenas evitando ser descubierto, para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. En una introspección honesta, Severus se dio cuenta de que no podía importarle menos experimentar el mundo. Lo que más le emocionaba era explorarlo con ella.
Sus ojos adquirieron un brillo más suave, su labio superior se curvó sobre sí mismo en una expresión que Severus no estaba seguro si era de felicidad o tristeza. Un segundo después, ella jadeó, como si hubiera estado esperando que él siguiera su declaración con un "pero", y lo besó.
Sus besos pasaron de dulces y emocionales a apasionados una vez más. Severus dejó que Hermione guiara el ritmo, sus manos moviéndose sobre su piel mientras ella besaba el costado de su cuello a lo largo de los bordes de sus cicatrices. Estaba nervioso cuando ella tiró suavemente de la parte inferior de su camisa, y ella debió haberlo sentido cuando se detuvo nuevamente.
Severus dejó ir su aprensión, cediendo a la parte de él que la había perseguido hasta el campo de flores mientras ponía sus manos sobre las de ella, instándola a sacar su camisa por encima de su cabeza.
Parecía ser todo el estímulo que necesitaba mientras se quitaba lentamente la prenda de vestir con su ayuda mientras él levantaba los brazos para ella.
Se recostó contra el cojín, sin mirarla mientras la camisa era arrojada a un lado. Su pecho se sentía desagradablemente apretado y miró hacia el agua tratando de no imaginar el horror que vería cuando mirara a Hermione a los ojos. Severus casi saltó de la sorpresa cuando ella se inclinó hacia adelante, presionando sus labios sobre una cicatriz sobre su pezón.
Mirándola con sorpresa, no encontró horror en sus ojos, sino afecto.
"Eres perfecto, tal como eres, Severus", confesó Hermione, antes de inclinarse y presionar un beso en otra cicatriz en su cuerpo.
No había palabras para lo que su declaración evocaba en él. Se sentó en silencio por unos momentos, tratando de procesar antes de ser sacado de su asombro mientras Hermione continuaba plantando besos sobre su piel. Severus nunca imaginó que alguien pudiera mirarlo como ella lo hacía ahora, o tocarlo con tanta ternura como lo hacía. El afecto y el asombro se mezclaron con la excitación mientras ella continuaba cubriéndolo con sus besos, sus dedos recorriendo su piel expuesta. Hermione lo tocó con reverencia, cada movimiento lento, suave y deliberado.
Sus manos acariciaron su piel, subiendo y bajando por sus costados mientras ella mapeaba su cuerpo. Para cuando ella estaba tirando de su cinturón, Severus estaba hormigueando de sensibilidad, hiperconsciente de cada movimiento y toque de ella. La ropa ofensiva fue arrojada lejos, junto con la parte inferior del bikini hasta que ambos estuvieron desnudos en los brazos del otro.
No había lugar para su inseguridad mientras la miríada de emociones que ella estaba trayendo a la superficie en él mantenía su mente tan ocupada como su toque mantenía su cuerpo. Severus ya no se mantenía pasivo, su lengua recorriendo la cicatriz entre sus pechos mientras ella pasaba suavemente sus dedos sobre la sensible cicatriz de su cuello. Esto ni siquiera se sentía como sexo para él, se sentía como algo más. Incluso cuando ella se hundió sobre él, tomándolo completamente dentro de ella, fue como si algo más estuviera sucediendo más allá de sus movimientos carnales. Severus llevó su antebrazo a sus labios, besando sobre cada horrible letra tallada en su piel, agradeciendo a los poderes que los habían unido. Hermione se balanceó lentamente en su regazo, levantando ligeramente las caderas antes de volver a tomarlo.
Él movió los pies y se acurrucó contra ella mientras ella se apoyaba contra él y lo besaba lánguidamente. No se parecía a ninguna relación sexual que hubiera tenido antes, era lento, sensual y, por primera vez en toda su vida, se sintió conectado a otra persona durante la intimidad, tanto el cuerpo como la mente en perfecta armonía. No solo físicamente, Severus sintió algo en su pecho, esa emoción sin nombre creciendo y cambiando con cada movimiento que compartían. Lo sobresaltó cuando se dio cuenta de por qué esto era algo que nunca había experimentado antes, algo que nunca había sentido. Él y Hermione no solo estaban teniendo sexo, estaban haciendo el amor. La acción física entre ellos no estaba impulsada por algún impulso carnal primario, sino por emociones intensas casi abrumadoras.
Severus se habría quedado así con ella para siempre, moviéndose lentamente juntos en un ritmo que solo ellos dos sentían, pero eso no era posible. En poco tiempo, su cuerpo se tensó, su cabello empapado en sudor cayó sobre el respaldo acolchado del asiento mientras inclinaba la cabeza hacia atrás. Su nombre estaba en sus labios mientras sus caderas se sacudían, su pasión derramándose dentro de ella en forma física.
Ella todavía estaba jadeando, su piel todavía estaba sonrojada. Hermione tenía una mirada en sus ojos que era una parte frustración, una parte lujuria. Severus arqueó una ceja cuando su mente registró que ella aún no había tenido un orgasmo. No había forma de que la dejara con ganas, no después de lo que acababa de experimentar. Deslizando sus dedos entre ellos, encontró lo que estaba buscando cuando ella se arqueó contra él. Severus concentró toda su energía en brindarle el mismo placer, la misma euforia que él acababa de tener.
Su nombre era parte de una letanía de oraciones que salieron de sus labios. Hermione vibró contra él, sus caderas rodando con sus dedos hasta que clavó sus uñas en su hombro, y él sintió que ella apretaba su miembro desinflado. Ella se inclinó hacia él, jadeando y besando su cuello. Su boca se deslizó sobre su cicatriz y Severus tuvo que detenerla, era tan sensible que el más leve toque era doloroso. "Es demasiado, amor", jadeó tratando de recuperar el aliento.
Tan pronto como pudo, Severus instó a Hermione a que se levantara de él para sentarse a su lado. Se inclinó hacia adelante, hurgando en sus pantalones en busca de lo que necesitaba. Con la varita en la mano, le lanzó los hechizos necesarios para evitar un embarazo y limpiar el desastre que habían causado. Una vez que eso estuvo resuelto, la rodeó con el brazo, sosteniéndola cerca de él mientras disfrutaba de su presencia y la paz que sentía en su pecho. Con su mente libre de lujuria, pudo procesar algunas de las emociones que estaba sintiendo. Todavía eran nuevas para él, cosas que nunca pensó que conocería en su vida.
Severus, por primera vez en su vida, se sintió verdaderamente aceptado por quien era. Con su toque, Hermione lo había hecho sentir un poco más completo, un poco menos roto. Lo había mirado sin su armadura, su defensa contra el mundo, y no había huido de lo que había vislumbrado. Incluso se atrevería a decir que ella parecía apreciarlo. Era liberador, una parte de él se liberaba de las ataduras de sus dudas sobre sí mismo. A Hermione le gustaba exactamente como era, y eso era muy extraño para él, pero también se sentía muy bien.
Otras emociones extrañas, aún sin nombre, nadaban junto con las que podía identificar, pero una parte de él estaba aprensiva por explorarlas más.
Hermione se acurrucó contra él, con la cabeza sobre su hombro desnudo, y Severus le dio un beso en la frente. Se quedaron así durante varios momentos, ninguno de los dos quería romper la sensación del momento. Se habría contentado con quedarse con ella allí para siempre si hubiera sido una posibilidad. Pero hacía calor, y sus cuerpos juntos estaban resbaladizos por el sudor de lo que acababan de hacer.
"Necesitamos nadar, y luego en serio tomaré el sol", anunció Hermione, alejándose de él para ponerse de pie.
Ni siquiera discutió con ella cuando intentó convencerlo de que saltara al agua sin ropa. Severus derrotó su aprensión con la misma lógica que había usado en el campo. ¿Qué opinión era importante respecto a su apariencia a parte de la de ella?
¿Quién importaba?
¿El resto del mundo al que no le importaba si él vivía o moría?
¿O la única mujer que realmente lo quería?
Nadaron en el mar por un rato, permaneciendo cerca del bote antes de volver a subir a bordo. Hermione tomó sol, aunque sin ropa, mientras Severus se vestía y dormitaba en los cojines a la sombra. Pasaron el resto de la tarde en el agua, disfrutando de la compañía del otro y de la soledad del mar antes de regresar justo antes de que anocheciera.
No fue hasta que regresaron a la habitación del hotel que se dieron cuenta, para su disgusto, de que se había quemado con el sol. No tan gravemente como la primera vez que se quemó el cuello, pero su piel pálida estaba rosada y dolorida. Quería quejarse, pero esas palabras murieron en sus labios cuando su maravillosa bruja sacó una loción de aloe y comenzó a frotarla por toda su piel. El alivio reconfortante del dolor punzante acompañado por su tierno toque le recordó el cuidado que ella le había brindado en la cabaña, cuando estaba al borde de la muerte. Salió a la superficie que ella lo había cuidado con tanta ternura todo el tiempo.
Severus todavía no quería hacer de esto un hábito, pero tenía que admitirlo, no tener que sufrir solo y poder tener a Hermione a su lado cuidando de él era un alivio bienvenido. El afecto comenzaba a convertirse en un eufemismo en comparación con lo que sentía en su pecho por ella.
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Para su último día en Barcelona, Hermione había querido volver a visitar una de las secciones de la ciudad antigua que habían visto al principio de su exploración. Así que empacaron sus pertenencias y se marcharon de su suite para pasar el resto de la cálida mañana en la ciudad antes de seguir adelante. Severus había disfrutado su tiempo allí, incluso con el calor implacable. Habían pasado una buena cantidad de tiempo en el agua, y de hecho se había bronceado.
Hermione también había descubierto que no estaban lejos del zoológico, por lo que pasaron varias tardes allí también. Severus descubrió que realmente disfrutaba tomando fotografías de las criaturas que estaban presentes allí, incluso si eran mundanas y no mágicas. Allí había un impala particularmente testarudo que Severus vio que no se comportaba bien con sus cuidadores, al que tanto él como Hermione habían empezado a llamar Harry, y había un rinoceronte que comía constantemente cada vez que estaban allí y al que Hermione había llamado Ron. Algo en hacer eso la había hecho reír de una manera melancólica, y Severus se preguntó si no extrañaba a sus amigos de vez en cuando. Ella había hecho que él fotografiara a cada uno de los animales.
Esas fotos, junto con todas las demás que había tomado, ahora estaban siendo guardadas por Hermione en un álbum de fotos en su bolso. En realidad tenía dos álbumes. Uno era grande y contenía todas las fotos que él había tomado, incluso las que él no creía que fueran tan buenas, y el segundo era más pequeño, donde parecía guardar las que más apreciaba. En el frente estaba la foto de ella besando su mejilla en el campo, y estaba seguida por cada una de las fotos que él tomó de ella alejándose sosteniendo su mano. La parte de atrás del pequeño álbum tenía los dos animales que había nombrado en honor a sus amigos. Severus había notado que ella había desarrollado casi un ritual antes de acostarse, donde miraba todas esas fotos con una sonrisa brillante antes de colocar el álbum debajo de su varita.
"Aquí, es perfecto", dijo Hermione, deteniéndolo a medio paso mientras caminaban por el casco antiguo. Era una alcoba que estaba cubierta de varios grafitis, la mayoría en idiomas que él no reconocía.
Severus no estaba seguro de para qué había decidido que este era el mejor lugar. "¿Perfecto para qué?"
"Tomar una de tus fotos, las de la mano", exigió a medias, extendiendo su mano detrás de ella para que él pudiera tomarla con la suya.
Algo parecía extraño en su pedido, pero él sabía que tenía una razón para esta solicitud. "Por supuesto".
Le tomó un momento enfocar bien la cámara, pero cuando miró a través de la lente, esto no era como las fotos anteriores. En lugar de caminar hacia una aventura, parecía que ella estaba caminando hacia un callejón sin salida. Aún así, tomó la foto.
Hermione lo atrajo hacia la alcoba una vez que terminó, presionando un beso de agradecimiento en sus labios. "¿Puedes revelar esa ahora, por favor, mientras hago algo muy rápido?"
"¿Me puedes explicar lo que estás haciendo?" —le preguntó Severus, mirando a su alrededor para ver si los estaban observando. No había nadie alrededor, así que podía sacar fácilmente su varita y revelar la foto, pero quería saber qué estaba haciendo Hermione.
Ella asintió, dándole un apretón en el brazo. "Cuando lleguemos a donde vamos a continuación, sí, lo haré."
"Muy bien" —convino él, sin tener ninguna razón para dudar de ella.
Severus se concentró en revelar la foto, sacando la película lo suficiente para que revelara la foto y no todo el rollo. Era un tipo especial de película y magia que Hermione había adquirido para él en Francia. Este tipo de cámara era utilizada por los magizoólogos para poder clasificar instantáneamente sus hallazgos en el campo. En lugar de revelador e iluminación especial, todo lo que se necesitaba era un hechizo y la foto se extraía de la película a todo color y en el tamaño que fuera necesario. Era bastante práctico para que no tuvieran que esperar a que se revelara la película.
Tomando la foto en su mano, Severus la miró y no pudo calmar la incomodidad en su pecho al verla. Algo en la composición era opresivo, y no le gustaba cómo parecía que ella no iba a ninguna parte.
"Terminé, ¿quieres ver lo que hice?" preguntó Hermione, moviéndose hacia su lado. "Mira allí".
La había escuchado lanzar un hechizo mientras trabajaba, pero había estado enfocado completamente en revelar la foto. Severus miró hacia donde ella señalaba y notó que había un nuevo grafiti en la pared. Con pintura verde, Hermione había escrito "HG SS estuvieron aquí" y lo había rodeado con un corazón dorado. Una oleada de emoción lo llenó mientras consideraba las implicaciones de lo que ella estaba dejando atrás. Sabía que ella estaba dejando atrás objetos, pero aún no sabía las razones detrás de eso y esto trajo consigo preguntas sobre por qué, pero también una fuerte sensación de seguridad de que esto no era un juego que ella estaba jugando con él.
"¿Te gusta?" preguntó ella, con esperanza en sus ojos.
Severus asintió, sonriéndole. "Por lo general, uno hace eso es un árbol, pero supongo que cuando se está en Barcelona."
"Así es un poco más permanente" —explicó con tanta sencillez, aunque parecía que sus palabras tenían un significado oculto—. "¿Está lista la foto?"
"Sí. ¿Puedo preguntar por qué la tomamos antes del grafiti?" —Severus se la entregó mientras avanzaba para examinar su obra. A medida que se acercaba, podía sentir el aura mágica que la cubría; era su firma. Hermione había incrustado su firma mágica en el hormigón con las palabras que había pintado allí.
La escuchó lanzar un encantamiento Gemino y se giró para ver que tenía dos fotos en la mano.
"Porque el grafiti no es para ellos" —respondió Hermione mientras pasaba junto a él hacia la pared. Pegó una de las fotos a la pared con un encantamiento adhesivo, lanzando un encantamiento desilusionador para que pareciera solo otra parte de la pared. Volviéndose hacia él, metió la foto en su bolso—. "Es para nosotros."
"¿Siempre eres tan romántica?" Severus le preguntó, sacudiendo la cabeza mientras guardaba la cámara en su estuche.
Ella se encogió de hombros y dejó sueltos sus rizos salvajes sobre sus hombros. "Dímelo tú."
"Esa es una pregunta a la que no sé la respuesta, pero me tomaré el tiempo de investigarla" —la bromeó Severus, tomando su mano entre las suyas—. "Creo que es hora de que nos vayamos a nuestra próxima aventura, amor."
"Estoy de acuerdo. Vamos hacia adelante" —Hermione miró por encima del hombro hacia el grafiti y la foto escondida—. "No hacia atrás."
Sus acciones y sus palabras solo avivaron su curiosidad y confusión. ¿A quién le estaba dejando el mensaje y cuál era su significado?
Una parte de él que había pasado su vida sobreviviendo quería creer que ella estaba planeando una gran traición, que estaba revelando su ubicación y plan a alguien. Que cuando se cansara de él y consiguiera lo que quería, lo entregaría.
Sin embargo, el lado racional de su mente sabía que Hermione era despiadada, pero también inteligente y que hacerlo frente a él significaba que era algo de lo que quería hablar con él, solo que tal vez, no aquí. "Me explicarás todo esto cuando lleguemos, ¿correcto?"
"Te lo prometo, amor", asintió Hermione, envolviéndolo con sus brazos.
Él la abrazó fuerte mientras se Aparecían en su siguiente ubicación, dejando atrás el grafiti y Barcelona.
El Profeta
1 de septiembre de 1998
Hogwarts ha comenzado de nuevo con un uso limitado del castillo, ya que gran parte del edificio todavía está en reparación. Horace Slughorn ha retomado su puesto como profesor de pociones, y Ruby Proudfoot, una auror que sufrió una lesión que acabó con su carrera durante la Batalla de Hogwarts, ha asumido el puesto de Defensa contra las Artes Oscuras.
La directora McGonagall ha consolidado las habitaciones de las cuatro casas en una zona común en este momento, ya que la Torre de Gryffindor y Ravenclaw sufrieron graves daños. Todavía hay casas en Hogwarts, pero al menos este año, todos los estudiantes vivirán juntos por su seguridad hasta que el castillo esté completamente renovado.
Los héroes de guerra Neville Longbottom, Luna Lovegood, Ginevra Weasley, Dean Thomas, Seamus Finnigan y muchos otros miembros del "Ejército de Dumbledore" han regresado para completar su séptimo año. Entre ellos no se encuentran Ronald Weasley y Harry Potter, que siguen buscando a su compatriota desaparecida, Hermione Granger. Se cree que el infame cerebro del Trío Dorado es retenida contra su voluntad por el leal mortífago Severus Snape. El Ministerio español encontró señales de Snape y Granger en Barcelona, pero no estaban allí cuando llegaron los funcionarios.
Se encontró un grafiti con la firma mágica de Granger en un callejón de la ciudad de Barcelona, junto con otra foto. El mensaje no se ha comunicado a la prensa, pero cuando Potter y Weasley regresaron de otro viaje infructuoso, parecían desesperados. ¿Qué horrores está sufriendo la Bruja Más Brillante de Su Generación a manos de ese sinvergüenza?
Granger, si ves esto, no pierdas la esperanza. Estamos seguros de que serás rescatada y traída a casa muy pronto.
Nota de la traductora: Pues nos fuimos a Barcelona! Y pobre Severus que no aguanta el calor, si le tocaran los calores de mi tierra se nos muere XD Y que creen que sean esos sentimientos que no sabe como explicar? Yo creo que es la palabra con A y no es anemia. Me pareció precioso como poco a poco se va construyendo su confianza cada día mayor en Hermione y la aceptación absoluta que encontró en este capítulo. Ustedes que pensaron de su tiempo en el barco?
Creo que una buena muestra de la confianza de Severus en Hermione es el hecho de que ya descubrió que ella está dejando pistas pero no se apresura a sacar conclusiones de eso, sino se espera a escuchar su explicación. Qué creen que es lo que está haciendo Hermione?
Y bueno, el dúo de bobos parece no haber aprendido nada, como por ejemplo, que si Severus de verdad hubiera secuestrado a Hermione no andaría dejando pistas por todo el mundo ¬¬ Esperemos que pronto puedan ver la realidad por mucho que no les guste ya que gracias a su terquedad Severus es considerado aún un leal mortífago y hasta Rita Skeeter se ha compadecido de la situación de Hermione dándole "ánimos" al decirle que pronto la encontraran y la traerán a casa, lo que es bastante irónico ya que nuestra muchachita está viviendo su mejor vida comiendo paella, bebiendo vino español y nadando desnuda con su amante en medio del Mediterráneo, así que definitivamente no tiene nada de ganas de volver a casa. Yo también quiero vivir ese sueño señor Pool =( en fin! Hasta la próxima!
