En una ciudad tan brusca en sus acciones, no había nada más terrorífico que una gran sonrisa para darle frente a todos. Eso lo tenía claro la señora Temmie desde un principio.
Desde que su esposo había muerto, tuvo muy en claro el papel que tendría que llevar a cabo ante una sociedad que claramente no tendría intenciones de verla con seriedad por su baja estatura y por ser mujer. Por lo que ambas cosas las convirtió inmediatamente en sus mayores herramientas para llevar a cabo todo una vez que tomó el poder del sindicato antes de que un comité hiciera alguna intervención. Además, tenía la estatura suficiente para dar golpes bajos y era ahí donde más les dolía a los hombres. Así que no iba a preocuparse por tonterías como la que le estaban presentando ahora.
-¿Así que el alcalde quiere darse ese lujo, aun cuando está por entrar a temporada electoral? –Comentó la señora sin borrar su calmada sonrisa y levantando su taza de porcelana que uno de sus sirvientes sirvió amablemente. –Que adorable de su parte, sobre todo cuando varios votantes son precisamente monstruos, ¡Hoi!
-Por favor, señora, el alcalde no tiene intenciones de que se preste a malinterpretaciones su petición al sindicato. –El joven humano ante ella se veía bastante elegante, pero a leguas notaba su inexperiencia en tratos formales. Pobre, seguramente no le avisaron en qué se estaba metiendo y el tonto creyó que la tendría fácil ante su presentación. Si el alcalde creía que se iba a ablandar por ese hecho, estaba muy equivocado. –El parque de diversiones que se está construyendo en esta zona atraerá gran turismo que beneficiará a todos.
-Comprendí que su "encantador proyecto" no aceptara la mano de obra de monstruos. Aun cuando tienen a uno como inversionista, ¡Hoi! –Emitió una inocente risa tras dar un sorbo a su té. –Pero el que quieran que autorice la explotación laboral de monstruos marinos en ese lugar es algo que va en contra de lo que es el mismo sindicato, hoi. Aquí tenemos principios, ¿sabes?
-Y al alcalde le consta que hace bien su trabajo, el cual debe ser duro de llevar a cabo siendo una viuda y madre...
La monstruo se limitó a sonreírle con ternura, como si agradeciera su consuelo que jamás le pidió ni necesitó. Idiota.
-…Así que su propuesta podría aligerarle la carga. Haciendo que la misma alcaldía se encargue de reclutar a monstruos que cumplan con tales requerimientos.
-¡Que considerados de su parte! ¡Hoi! –Soltó de manera que se reflejara qué tan "complacida" estaba. Tomó una de las galletas que tenía sobre la mesa que les separaba y la remojó en su taza que se veía de mayor tamaño en sus manos. Amaba el sabor de la canela. –Pero no es ninguna molestia para mí este trabajo. Al contrario, es una manera de honrar a mi querido Timmy que en paz descanse. Una escultura de él no fue suficiente, hoi.
Mordió su galleta en espera de que el incauto soltara algo más ante la vulnerabilidad que le estaba dando de "tratar de abusar de una pobre viuda adorable". En su experiencia, las cosas siempre se obtenían más con ternura que con violencia, y era evidente para ella que la presencia de uno de los trabajadores del alcalde en una hora inadecuada para visitas, indicaba que había algo que el político quería controlar a toda costa fuera de malas vistas o malinterpretaciones de las que no podía darse el lujo ahora que estaba a un par de meses de entrar a campaña electoral. Pero aún era demasiado pronto para sacar conclusiones, aun cuando la petición exclusiva de monstruos marinos era una pista interesante. Quería tratar algo directamente bajo el agua que no podía hacerse público, ¿eh?
No importaba lo que fuera, estaba perfectamente posicionada en todos los aspectos de la ciudad. Sin importar las circunstancias, ella estaba enterada de todo de primera mano y por consiguiente podía actuar antes que muchos otros incautos. Ya que algo que había aprendido muy bien de su esposo, era justamente leer el movimiento del dinero a través de los impuestos y deudas, ahí era donde todos sin igual dejaban a la vista qué tan vulnerables eran ante un mundo capitalizado.
Era tan intocable que ni el mismo Don Dreemurr ni su gente podía hacer algo fuera de esa brutalidad innecesaria que no llevaba a nada al depender en muchas cosas de ella. Por lo mismo era que le mismo Gerson le mandaba esos particulares regalos y donativos al convenirles más tenerla neutral que como enemiga (porque como aliada de un bruto mastodonte, ¡jamás!). Al menos había alguien inteligente en sus filas, sobre todo al no convenirle que sacara a la luz lo que sabía particularmente de esa vieja tortuga y su particular matrimonio que por más que quisieran borrar huellas, era imposible ocultárselas a ella. Esa era una carta que siempre tenía a la mano para sacar a la primera provocación, y estaba segura que el propio Gerson sabía con precisión eso. Y lo mismo iba con Mettaton, el cual le agradaba mucho más al compartir varios puntos de vista que eran más visionarios que matanzas sin sentido entre bandos delictivos.
Mientras los mafiosos se peleaban entre ellos en tonterías o que los políticos entraban en conflictos, ella se limitaba en observar todo desde su asiento como diosa misericordiosa que estaba dispuesta en brindarles soluciones una vez que se cansaran de idioteces. No tenía que ponerse de un lado al simplemente no necesitarlo, ella era su propio bando y el resto dependerían de ella tarde que temprano.
-Le garantizo que los monstruos marinos estarán bien, señora. Por lo que no debe preocuparse por pequeñeces de un simple parque de diversiones.
-Ummm, no sé...
-Ni siquiera son la parte mínima de los registrados que tiene.
-Siguen siendo sindicalizados, hoi. Y aceptar tal cosa sería que dejaran de serlo. –Dio otra mordida a su galleta antes de que callera en su taza por lo blanda que se había puesto al remojarla. –Podría intentar con otro tipo de monstruos... algunos endeudados, tal vez, hoi.
-No, tienen que ser precisamente monstruos marinos. Se requieren seres que puedan respirar bajo el agua para el trabajo que se les ofrece. –Comentó el joven de inmediato. La monstruo tuvo que dar un sorbo a su té para ocultar su sonrisa de triunfo. Le estaba confirmando lo que estaba sospechando desde el inicio de la conversación. –Por ello es que humanos no pueden realizar esta labor en especial.
-¿Los humanos no cuentan con aparatos para soportar tales cosas? jijijiji. –Finalmente bajó su taza ahora vacía antes de comenzar con el cierre de todo. –Creí que con eso de que la humanidad se esmera demasiado en crear cosas que asemejen a la magia...
-Se crean tales cosas porque la magia es peligrosa, señora. Por eso existen regulaciones para evitar incidentes.
-Y la solución a todos los problemas es tecnología hecha por y para el ser humano ¿uh? Porque algo que es monitoreado por su propia mano es lo único en lo que pueden confiar. –Pese a la seriedad del tema, la señora optó por dejarlo pasar con un suave suspiro de su parte. No era el momento adecuado para ninguno llegar a tal debate. –¡Hoi! Se está haciendo muy tarde y no es bueno que una señora como yo se desvele, jijijiji. Si gustas puedo agendarte una cita mañana por la tarde para continuar con este tema. Tal vez lleguemos a un mejor acuerdo después del almuerzo, hoi.
-¡No! Eh... señora Temmie, se requiere a la brevedad esto.
-¿Tanto como para hacer a una dama desvelarse con temas políticos?
-Solo tiene que firmar estos papeles.
-¿Con tan poca información? Ummm, los Temmie somos expertos en contratos, jovencito. Y como líder sindical...
-Y como líder sindical debe entender la importancia de las discreciones. –Soltó el humano en un acto desesperado. La señora lo miraba con una adorable sonrisa, pero internamente lo estaba maldiciendo por atreverse a interrumpir a una dama. –Por ejemplo, señora, tenemos entendido que su hija está comprometida con alguien que...Bueno, sus antecedentes penales...
-Mi querido yerno es codueño de un restaurante italiano en Snowdin. ¡Hoi! –Intervino ahora ella, sin borrar su tono adorable. Sabía que tarde que temprano tratarían de usar esa jugada contra ella. Ya estaba lista desde mucho antes. –Heredero de algunas propiedades que ya están registradas legalmente y de las que ustedes mismos han revisado, si mi memoria no falla en cuanto a los expedientes. ¡Hoi!
-Sí, sí, pero como la figura pública que es usted, está poniendo en riesgo la credibilidad de la alianza entre humanos y monstruos al tener a un delincuen…
-Codueño de un restaurante.
Resaltó nuevamente, elevando un poco la voz para dejar en claro que no permitiría otra categoría en su mención, dispuesta a invocar a todo un juzgado en ese preciso momento para dar testimonio y defenderlo de ser necesario junto con sus abogados para borrar toda huella indecente. Aun así, mantuvo su sonrisa sin necesidad de romper compostura alguna. El que se hubiera alterado precisamente desde la mención de ámbitos mecánicos contra la magia era una respuesta más que clara que ella misma le había hecho soltar indirectamente. Y por supuesto, ya estaba al tanto de que a la alcaldía no le estaba agradando tanto inmigrante que entraba por Waterfall, pero si tan sólo fuera más inteligente o conectara con las pocas neuronas que tenía, comprendería junto con todo su patético personal que lo mejor era ponerse a un lado de la situación que los Blook controlaban. Pero sus ansias de permanecer en un poder que muchos otros lo saltaban lo cegaban demasiado. Eso podría costarle la vida tarde que temprano.
Claro, solo alguien como ella se daba cuenta que lo que el alcalde estaba haciendo realmente no era un parque de diversiones, eso sólo era una fachada para desviar miradas no convenientes. No le interesaba el entretenimiento de su gente ni el turismo que pudiera atraer, y si realmente le interesara emplear a monstruos no le habría puesto tal restricción al propio Mettaton que era quien estaba financiando todo. No, el idiota del alcalde le estaba pidiendo el registro de los monstruos marinos porque seguramente se estaba tratando de algo que podría costarles la vida y ellos mismos se harían cargo de que nada saliera a la luz, y en caso de que si ocurriera, pondrían al mismo Mettaton como el culpable directo sin necesidad de quemarse como humanos cargando con vidas de monstruos, sino que sería un "asunto" sólo entre monstruos. Algo ingenioso si podría admitirlo de algún modo, pero había tantas fugas en ello que daban puerta abierta a algo que su instinto le estaba manteniendo alerta ahora.
El alcalde parecía estar haciendo algo bajo el agua... que muy probablemente sólo sería beneficioso para unos cuantos. Algo que parecía ser hasta peligroso para que necesitara crear una fachada tan grande.
-Le agendaré una tarde para mañana para seguir hablando de esto. –Se levantó de su asiento con una sonrisa. –Uno de mis sirvientes le notificará la hora y acompañará hacia la puerta.
-Pero señora...
-Buenas noches ¡Hoi!
Ni siquiera le importó salirse de su propia sala, dejando que su gente se encargara del resto al haber estado atentos en todo ese momento juntos y encaminándose hacia la habitación de su hermosa hija antes de que se durmiera. Tal vez habría podido sacar algo más de información si seguía con el tema, pero a como estaba intuyendo las cosas con lo obtenido, lo mejor que podía hacer por ahora era dar paso a algunas insistencias hasta que las puertas se abrieran por completo para ella.
Por consiguiente, tendría que acelerar unas cosas un poco más.
-¡Hoi! –Abrió la puerta de la habitación de su hija sin necesidad de avisar antes. –¿Aun no te duermes?
-¿M-mamá? –Tammy ya se encontraba en su cama, pero sentada y bordando algo que parecía brindarle vergüenza por lo que notaba inmediatamente. –Sólo q-quise practicar unas puntadas a-antes de dormir.
Era obvio para ella que era una sutil mentira, pero por ahora lo dejaría pasar. Se sentó en su cama para estar cerca de ella y tener su total atención, sin importarle lo que estuviera bordando realmente que le avergonzaba demasiado.
-Mi terrón de azúcar, ¿qué te parece si comenzamos a ver fechas para la boda?
-¡¿Q-Qué?!
.
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-¡Dejen de asustarme de esta manera!
Sans se mantenía levemente distanciado mientras veía que la señora conejo había corrido hacia Frisk para abrazarla en el instante en que habían vuelto al techo de La Madriguera. Aunque no le agradara del todo por cuestiones personales, ver que la florista se dejaba en tal contacto directo era suficiente para él para no intervenir, aunque era evidente que se sentía incómoda con tal abrazo tan efusivo que le habría dejado sin aire en un descuido. Y en otros tiempos ello le habría generado gracia y satisfacción al ver que con él se sentía más cómoda al abrazarle, si no fuera por la nada grata presencia de la arácnida que observaba todo con suma burla que iba dirigida hacia él particularmente.
Ni siquiera tuvo qué preguntarse cómo era que estaba ella ahí, sabiendo de antemano que el viejo le había asignado esa zona particularmente para mantener tanto a Papyrus como a él (sobre todo a él), lejos de Frisk. Y recordando lo que habían hablado antes en la casa, era obvio que ella tenía intenciones de empeorarle todo lo más posible a modo de venganza sin sentido. Y maldita sea, él solo se había puesto en charola de plata para tal cosa.
Tenía que actuar rápido antes que ella. No podía permitir que su error empeorara para Frisk.
-¿En dónde estuvieron? ¡Me tuviste preocupada otra vez! –La señora Bunny finalmente dejó de abrazar tan efusivamente a Frisk para verla mejor. Inspeccionando con la mirada cada centímetro de su cuerpo de algún posible indicio de malestar o violencia, o al menos eso indicaba el movimiento fugaz de sus ojos dorados. –¿Cómo es que en un instante en que se te aparta la vista de encima, te desapareces sin avisar y metiéndote en problemas?
-Lamento si me ausenté demasiado para mi trabajo.
-¡Ese no es el problema, cachorrita!
-El problema es que no tienes permitido salirte de Snowdin. –Intervino Muffet con un par de brazos cruzados, teniendo el resto de sus brazos dentro de su gabardina ante la ausencia de más espacios y por el inminente frío que estaba sintiendo. –Y al menos por la zona en la que vigilo, no estuviste en este par de horas. ¿En dónde se metieron, eh?
-Estuvo conmigo, así de simple. –Se adelantó Sans, antes de que la arácnida empeorara más las cosas, o que Frisk dijera la verdad. –No te tiene que importar en dónde.
-Oh, pero si me tiene que importar, Sansy, fuhuhuhu. –La multiojos rió con mayor malicia en su voz, mientras que Frisk giró rápidamente la cabeza hacia ella. –Es mi trabajo después de todo.
-Tu trabajo no implica estar de entrometida en la vida de otros.
-Cumplo a mi manera las cosas. Al menos yo estoy haciendo lo que piden de mí, no como otros... huhuhu.
-Entonces debería de preocuparte más el hecho de que desaparecí en tu trabajo, que en dónde estuve con Sans. –Atajó Frisk dando un paso al frente, apartándose de la señora conejo para intervenir en el cruce de miradas que estaban teniendo los dos monstruos que se retaban en silencio. –La otra vez me reclamaste por mis actos, pero en todo este tiempo no te he visto por La Madriguera en particular. ¿En dónde has estado tú, más bien?
Sans no había captado rápidamente a qué se refería del todo hasta acordarse de que la misma Muffet le había dicho que había hablado con ella directamente. Y pese a lo directa que una vez más había sido, la arácnida no lo tomó como un problema, más bien parecía divertirle aún más la situación hasta que no pudo ver más su expresión. Frisk se había colocado de tal forma que no le viera más salvo su propia corta cabellera castaña al darle la espalda. Prefería esa vista si era sincero en sus adentros, pero aun así tenía que ver por cómo arreglar las cosas de la mejor manera antes de que todo fuera de mal en peor. Y el que Frisk interviniera no le ayudaría con ello. De hecho, podría empeorarlo.
-No son asuntos tuyos en dónde o no estoy, humana. –Contestó Muffet.
-Entonces tampoco es tu asunto en dónde estuvimos Sans y yo.
-¿O qué? ¿Vas a gruñirme de nuevo?
Preguntó la arácnida cada vez más con su tono burlón marcado. Pese a que Frisk estaba siendo directa como siempre, a Muffet sólo parecía divertirle la situación por lo que notaba con el tono de su voz. Y aquel comentario le pareció fuera de lugar e iba a devolverle el comentario en un juego de palabras para acabar de una buena vez con eso, pero al momento de ver la mano de la chica al momento de levantarla, recordó precisamente la situación que apenas unos minutos había presenciado sin saber qué opinar abiertamente al respecto. Sin prestar atención ahora a la conversación que estaban teniendo entre mujeres, observó la mano de Frisk que estaba intacta de toda herida pese a él haber sido testigo de lo dañada que había estado antes al sujetar constantemente las flores con espinas. Y no había sido el único, el otro humano también parecía haberse dado cuenta y tener mayor sentido para él ante las preguntas que le había hecho, cosa que Frisk no tenía ni idea una vez más de algo que parecía ser importante.
El viejo ya lo había insinuado, pero le había sonado tan alocado en su momento que no le había dado importancia. Flowey se había molestado de algo cuando se habló al respecto, y no pasó desapercibido que había desviado toda posible idea que pudiera generarse con ello. Incluso la señora Dreemurr había mencionado algo, pero nuevamente no le había dado importancia por lo absurdo que sonaba siquiera como pensamiento. Pero ahora... no podía seguir pasando desapercibido ese detalle. En definitiva, eso no era normal.
Y la posible idea de lo que ocurría sólo le enfurecía sin siquiera poder formular con precisión de lo que trataba.
-Bien, creo que fue suficiente por ahora. –La voz de la señora conejo resonó, interrumpiendo sus pensamientos de forma molesta. Sobre todo, porque parecía haber sido toda su intención hacerlo al haber alzado la voz para que todos los presentes la escucharan. –Frisk está de regreso y en buen estado. Es lo único que me importa por ahora y... creo que no hace falta ninguna llamada de atención entre los suyos.
-Eso no lo decides tú, coneja. –Bufó Muffet.
-Les pido amablemente que se retiren para continuar con nuestras labores. –Se limitó la coneja en continuar con la mejor actitud posible. –Buenas noches a todos.
Frisk parecía estar por protestar algo, girándose para verlo a él finalmente, pero el esqueleto apenas y le devolvió la mirada tras seguir pensando en la situación tan fresca. Sin contar que la señora Bunny le estaba sujetando de los hombros para encaminarla todavía hacia la puerta. En otros tiempos, posiblemente le habría divertido algo de lo que estaba ocurriendo al intentar prestar más atención, pero por ahora, no podía quitar de su mente que aquella curación tan rápida de la florista era un detalle que no podía pasar desapercibido. Necesitaba hablar con la flor inmediatamente.
Frisk le tendió el saco que había llevado consigo en todo ese tiempo y en silencio le agradeció por ello con un simple cabeceo antes de volver a darle la espalda y dirigirse hacia la puerta sin decir nada más. Por un instante pareció que estuvo por preguntarle algo, pero al final sólo se había limitado a no estar más ahí, dando pasos más fuertes de lo normal, como si quisiera dejar su huella marcada o romper sus zapatos en el proceso. La señora Bunny suspiró con cierto agotamiento antes de seguirla y dejar a ambos monstruos en el techo de su propio hogar sin atreverse a seguir viéndolos, aun cuando se trataban de intrusos que no se atrevía a correr por el miedo que generaba su mera presencia. No era normal que la señora conejo no anduviera de sentimental ni que Frisk mostrara cierto enfado sin palabras. ¿Qué demonios había pasado mientras analizaba lo sucedido en el cementerio?
-De nada, idiota. –Soltó Muffet tras pocos segundos de estar solos ahí.
-¿De qué demonios hablas?
-¿En verdad no te diste cuenta? ¡Ppff! Olvídalo, no tengo tiempo para sus boberías. –Borró su expresión de burla para verse más seria. –No tengo intenciones de ocultarle esto a mi querido W.D., así que espero que hayas pasado la cogida de tu vida con ella, porque no creo que vayas a volver a verla después de esto.
Sans no pudo evitar reír tras ese comentario en lugar de tomárselo con seriedad. El tema de "la amante del esqueleto" estaba escalando de una manera de lo más burda, que le sorprendía que el viejo no hubiera hecho algo ya para callar tal cosa por todo Snowdin. Lo cual le recordó en el instante que el humano yakuza había mencionado sobre estar al tanto de tal rumor y que daba casi por hecho de que ese era el caso. Si tan sólo todos supieran cuál era su realidad, el chiste se contaría solo.
-Ese no fue el caso, pero no mentimos sobre que sólo estábamos juntos y ya. –Se encogió de hombros como si no le diera importancia al caso, aun cuando la razón por la cual había asistido con ella en primer lugar había sido para declarar sus sentimientos. Después de todo, lo ocurrido había sido provocado por la misma arácnida al final. Así que tendría que lamentarse en contar una que otra cosa a medias ahora que no contaba con más para ocultarse de todo. –Y para las preguntas que me hiciste antes... Sí, se siente exasperante.
-¿Que...? ¡Ah! –Muffet tuvo que hacer memoria de a qué se refería, hasta que su expresión reflejó que se acordaba de las preguntas que le había hecho en la casa de modo vengativo. –¿Y entonces?
-¿Entonces qué?
–¿Te le declaraste finalmente? ¿Están en algo pese a lo antinatural que son?
-No, ya que te pusiste de ejemplo, aprenderé de tu error. –Dio un par de pasos para mantener mayor distancia de ella. –Lo mejor es no hacer nada. Así que gracias por la lección.
Sans nuevamente se encogió de hombros, comunicando una vez más que no le daba importancia al asunto pese a que no era el caso. Pero había dado en el blanco de no solo desviar su intento de joderlo por medio de Frisk y su constante intromisión curiosa de lo que no le competía, sino que sabía que le había lastimado aún más en el orgullo al marcarle que había sido una completa estupidez que tratara ir tras los huesos el viejo, aun cuando tenía más que claro que la única mujer Gaster sería su madre. Porque a cómo iba la situación familiar, Papyrus no tendría apellido por heredar y él se quedaría sin dar descendientes por variadas razones.
-Su color favorito es el azul. –Sans se extrañó de tal comentario. Definitivamente no esperaba que no intentara devolverle la discusión, y al verla de nuevo la contempló para nada disgustada a como había creído que estaría. –Igual que el tuyo.
-¿Mmh? ¿Qué…?
-Si realmente consideraras que lo mejor es hacer nada, no habrías cometido tanta estupidez en todo este tiempo. Metiéndonos a todos nosotros en este embrollo. –Continuó Muffet mientras daba pasos lentos hacia el límite del techo, pasando por su lado sin siquiera verlo directamente. Interesante que se atreviera a agregarse en un "nosotros", cuando todavía tenía oportunidad de apartarse sin que nadie le reclamara por tal decisión. –Una parte de ti quiere tener esperanza, aun cuando se trate de algo inalcanzable porque esa mínima parte de felicidad que obtienes con sus simples gestos es más que suficiente para ti. Puedo notarlo.
-No me compares contigo, araña. –El esqueleto bufó al comprender a qué se estaba dirigiendo su extraño discurso, pero no podía bajar la guardia al saber que la arácnida podría estar suavizándose con tal de dar con una debilidad suya y atacarle de ahí. No le daría esa satisfacción, aun cuando sus palabras eran acertadas. –Toda tu imprudencia te metió en lo que estás ahora. Tú sola te condenaste a permanecer sola.
-¿Si te das cuenta que de haber continuado así, tú y yo ya habríamos terminado casados? ¡Vamos! A ninguno de los dos le parecía la idea sin necesidad de hablarlo. –Expresó la arácnida ahora sí molesta, girándose con rapidez para plantarse frente a él y mostrando los colmillos sin darse cuenta. –Nos hice un favor a ambos y sólo he recibido desprecio por parte de ustedes desde entonces, mientras que tú que has hecho lo mismo, se te protege de tus tonterías absurdas. Simplemente no es justo... pero me enoja aún más el hecho de que tras cometer todo esto, se te ocurra ahora no hacer nada tras dejar todo un desastre.
Sans quiso burlarse de vuelta, pero lo cierto era que estaba comprendiendo de alguna manera el cómo se estaba sintiendo, aun cuando no le agradara del todo tal empatía con ella. Jamás comprendería porqué se había enamorado de un viejo viudo amargado que la cuidó como una hija más pese al dolor consigo, pero ya no estaba para juzgar gustos ajenos cuando él mismo estaba en una situación así. Muffet tenía algo de razón en eso, había dejado un desastre que por más que quiso borrar evidencia como siempre, no podía contemplar de ninguna manera las acciones de la florista para lograrlo como otras ocasiones. Y aun sabiendo lo que había hecho, aun así, quería intentarlo por más egoísta que fuera de su parte. Aunque fuese algo imposible, aunque ocasionara más caos en el proceso, quería permanecer el mayor tiempo posible a su lado. Aun cuando eso mismo lo estaba condenando cada vez más a la horca a corto plazo.
¿Pero cómo alejarse si parecía que la misma chica estaba rodeada de un inminente peligro siempre? Ahora comprendía todavía más la sobreprotección de la flor parlante con ella, pero eso le estaba generando muchas preguntas a su vez. Le habían apartado de su identidad, de su humanidad, de su verdadera familia... y parecía que le habían arrebatado todavía algo más que no pintaba para nada grato.
Necesitaba hablar con Flowey a la brevedad. Pero antes tenía que consultar cosas importantes ahora que cabía la posibilidad de serle imposible salir por un largo periodo... de nuevo.
-En verdad espero que la hayas pasado bien con la humana. –Continuó Muffet tras crear una telaraña que arrojó como si fuese una cuerda con la cual se bajaría desde la altura en la que estaban. –Que te juro que ya no tendrás acceso a ella.
-Lo que tú digas.
Era una maldita entrometida, pero por un instante le pareció que hubo algo de pena en sus múltiples ojos antes de desaparecer de ahí en menos de un segundo, dejándola sola sin despedida alguna.
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Las velas aromáticas e inciensos podrían ser cosas relajantes para muchos, pero para Chara sólo eran un distractor suficiente para sentirse como un ser normal por breves momentos. Era realmente exasperante ser capaz de percibir toda clase de aromas en un lugar cerrado y oculto, pero aún más el hecho de saber con precisión ciertas cosas que tal vez lo mejor sería dejarlo a la sorpresa. Los humanos en general, emitían un aroma dulce dependiendo de muchas circunstancias, mientras que los monstruos emitían un aroma fresco dependiendo de la especie. Poder distinguirlos con los ojos cerrados era una cosa bastante sencilla para ella sin importar grandes distancias o algunas barreras. El problema estaba cuando algunos aromas le llamaban de distintas maneras sin poder controlarlo a tiempo.
Y no, el problema no estaba cuando las hormonas hacían lo suyo de manera sexual, (eso era ventajoso de muchas maneras para ella, en realidad), sino que había un instinto en particular que, por lo visto y experimentado, también se activaba por medio del olfato pese a las advertencias de Kris de algo que no tenía ni idea de cómo funcionaba para empezar. Razón por la cual había terminado ordenando a otros que no tuviera acercamiento con menores tras varias explicaciones sobre no controlar a la perfección algo que tenía por mero reflejo. Siendo una de sus grandes ironías a su vida ante algo que jamás podría tener, siendo una maldición más por agregar a su existencia misma.
El instinto que Chara consideraba el peor de todos en su condición: el instinto materno que le hacía querer proteger a todos los niños que estaban en el lugar.
-Gracias, señorita. –Le sonrió la chica con gran alivio en su voz.
Lastimosamente para ella, la yakuza la tenía lo suficientemente vigilada para no permitirle salir al exterior ante la orden del oyabun, por lo que aprovechaba su ausencia y limitantes para estar recorriendo el prostíbulo y provocar a uno que otro por mera diversión, sabiendo a la perfección que ninguno la tocaría o se tendrían que mutilar algo más que un simple dedo. No obstante, eso había generado que pudiera ver con mayor precisión qué estaban haciendo algunos menores que trabajaban en el lugar. Fue así como terminó sacando de un apuro a la chica latina que días antes había servido como traductora ante su casi nula experiencia con el inglés. Y quisiera admitirlo o no, le era grato poder tener una conversación en español y con ese acento tan particular que le daba cierta nostalgia en aquellos años que pudo disfrutar de cierta libertad. Antes de descubrir la gran mierda que era su vida realmente.
-Te dije que tuvieras cuidado en este lugar. No puedo estarte protegiendo. –Soltó Chara tras cerrar la puerta de su habitación. La había llevado ahí para calmarla un poco tras lo alterada que había terminado. Seguramente estaba en un territorio que daba para mucho por qué procesar, pero más le valía acostumbrarse o terminaría en peores situaciones. –Espera unos minutos aquí y luego vete.
-Disculpa, ¿cómo es que sabe hablar español? Su acento es muy bueno y no parece latina... o gringa.
-No te recomiendo usar ese término aquí para referirte a los estadounidenses. No les agrada. –Rió levemente tras ese término. Hacía mucho que no lo escuchaba. –Viví algunos años en México, así que aprendí a hablarlo mientras enseñaba a otros a hablar inglés.
-¿Podría enseñarme también a mí a hablar inglés?
-No, no quiero tenerte cerca.
No estaba mintiendo, Chara consideraba molesta esa sensación de ver a un ser vivo como algo indefenso, sabiendo perfectamente que cuando se crece se pierde toda esa inocencia para volverse algo cruel más a agregar al mundo. Los que venían siendo una excepción terminaban muriendo al no poder encajar con las reglas del mundo, así de simple y apática era la naturaleza. Por lo que prefería ser ruda con la chica antes de que pensara siquiera en tomar confianza con ella únicamente por poder hablar el mismo idioma.
Y aun así, la condenada le sonreía al agradarle realmente poder estar cerca de ella. Maldita mocosa.
-El señor que estaba con usted la otra vez, se le parece mucho. –Continuó la latina sin importarle su rudeza. Parecía que no la tomaba enserio con su advertencia tras salvarla por segunda vez de algo. Ultima vez que lo hacía. –¿Son hermanos?
-No. –Gruño Chara con la comparación. Claro, para los occidentales, todos los asiáticos se parecían. –Sólo es mi jefe.
-Pero me dio la impresión de que la protegía de ese otro señor, justo como un hermano mayor.
-Ni lo compares. Ya tuve un hermano mayor protector antes.
-¿Y dónde está?
-Hago énfasis en "tuve".
Suspiró Chara de inmediato al notar que había cometido un error por dejarse llevar. Pudo notarlo en la latina, en esos ojos brillosos que la observaban del otro lado de la habitación perfumada, con total pena tras comprender algo con lo poco obtenido. Chara desvió la mirada al no poder soportar que alguien tuviera esa clase de consideración o lástima con ella. Era lo que menos necesitaba ahora.
-Ya estuviste demasiado tiempo aquí. Ahora vete, niña.
-Pero...
-Aclaremos algo. No soy tu amiga, no me interesa que nos conozcamos y definitivamente no pienso salvarte el pellejo de nuevo. –Se acercó a ella para jalarla del brazo y sacarla por la fuerza si era necesario. –Esto es un prostíbulo y no tendrán piedad contigo. Lo mejor que puedes hacer es mantenerte en un perfil bajo para que no les des razones para prostituirte. Es lo único que puedo decirte.
-¿Usted es prostituta? –La latina puso algo de resistencia al querer seguir hablando, aunque bien pudiera ser por no querer salir de ahí nuevamente.
-Si.
-¿Y la obligaron?
-Algo así.
-¿Fue porque su hermano ya no está con ust...?
Ante la molestia, la empujó a la puerta que todavía se encontraba cerrada para callarla de una buena vez. Detestaba que intentara tenerle piedad cuando era ella quien la necesitaba ante su presencia, detestaba que intentara ser amable con ella cuando en la primera oportunidad le traicionaría sin dudarlo. Pero aún más detestaba que quisiera salvarla del lugar en el que estaban metidas y no podría.
-Vete.
Había dejado de hablarle en español, pero era clara la indicación sin importar el idioma ante la mirada molesta que le estaba dedicando. Fuera lo que fuera que hubiera pasado por la cabeza de la latina, hizo caso finalmente y en silencio salió de la habitación por su cuenta con algo de prisa. Si le había tenido miedo o no, no le interesaba saberlo. Más le valía comprender que lo mejor sería no confiar en nadie, y menos en un lugar como El pozo de los Deseos.
Sabiendo que por fin estaba sola y sin necesidad de preocuparse por nadie más, se atrevió a mover el tapete que tenía decorando su habitación temporal para abrir un compartimiento que ella misma había creado para ocultarle cosas a la yakuza y al mismo Kris. Aunque no tuviera pertenencias que considerara de valor para conservarlas adecuadamente, estaba muy segura de que la regañarían y hasta maltratarían por lo único que había logrado poseer consigo y ocultado de todos. Incluso de los mismos mexicanos que sin duda alguna se lo habrían quitado y vendido en cualquier oportunidad. Sólo el mismo Pancho Villa lo había visto la primera vez que se conocieron y visto su contenido, pero no le había dado importancia y se lo había devuelto sin explicaciones, razón más para incomodarle el hecho de que hubiera muerto y apenas enterado.
Realmente no le quedaba nadie en el mundo como para siquiera importarle el seguir con vida, y aun así no tenía de otra. Tenía que vengarse de todo el mal que le habían ocasionado, pero... ¿luego qué vendría?
Sacó de ese agujero mal tallado un collar que le hacía falta una buena pulida y con una forma bastante cliché para ella que cualquiera podría malinterpretarlo por tratarse de un corazón. Aunque fuera hecho de oro, su verdadero valor para ella estaba en su contenido que tras varios años finalmente se había atrevido a ver de nuevo ante el amargo recuerdo no previsto. Una foto que recordaba con demasiada precisión el cómo se la habían tomado, esbozando una sonrisa sincera sin saber que sería la última que daría con ese sentimiento.
"Huye, Chara. Yo los detendré".
Cerró el collar de inmediato al oprimir el puño tras el recuerdo que se atrevía a asomarse de nuevo en su mente. Ese objeto tan sólo se trataba ahora de un simple recordatorio de que ella no servía para salvar ni proteger, sólo para atacar y ser la única de pie al final de una agobiante y larga soledad. Después de todo, no le quedaba nada el mundo que realmente tuviera su cariño como para importarle ya ese hecho.
.
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-¡Me tenías preocupado, idiota!
Exclamó el hombre de fuego al momento de verlo y arrojarle el trapo con el que estaba limpiando las mesas siendo el momento de cierre, con un tono que no iba del todo con su expresión. Al quitarse el trapo del cráneo, claramente vio que estaba sonriéndole por más que quisiera aparentar lo contrario.
-Si vas a ausentarte más de la cuenta, deberías de avisar al menos de que no estás muerto.
-Awwwww, si te importo. –Le arrojó de nueva cuenta el trapo sucio. –Ya sabes como es mi vida Grill, no debería sorprenderte mi larga ausencia.
-Lo hace cuando estoy al tanto de que tienes al mafioso más peligroso tras de ti y tu familia. –Protestó Grillby a la vez que las llamas de su cabeza incrementaron brevemente, seguramente siendo una manera no verbal de expresar su angustia. –Se supone que Don Gaster me reclutó para trabajar para ustedes, pero por más que se le ve presente en el parque, no parece tener intenciones de comunicarme nada. ¿Qué querías que pensara si a él lo veo en el exterior y a ti no?
-Me tiene regañado por haberme enamorado de Frisk, solo eso.
-¿Q...? ¡¿Ahora lo aceptas así sin más?! –Se sorprendió el bartender, dejando de intentar seguir limpiando cuando claramente había dejado de hacerlo ante su presencia inoportuna. –¿De qué demonios me perdí?
-Tendrás que invitarme una botella entera... o dos, para contarte todo, amigo. –Rió Sans mientras se sentaba en la mesa más cercana que tenía. Era agradable haberse presentado en el lugar a pocos minutos de cerrar, aunque eso era un indicador de que tendría más problemas después al momento de llegar a su casa. –Han pasado muchas cosas desde entonces.
-Conociéndote, tendré que invitarte al menos siete botellas, maldito.
-¿Quieres que te cuente todo o no?
-¡Agh! En verdad que te detesto.
Sans sonrió mientras observaba cómo su amigo iba caminando directamente hacia la barra para traer la botella de whisky que más le gustaba. Terminó acomodándose en su asiento tras la larga conversación en la que entrarían al momento de abrir la primera botella, y lo primero que le había sorprendido al hombre llama era descubrir que tenía cierto tiempo de no ingerir ni una gota de alcohol tras todo lo acontecido, razón más que suficiente para acaparar totalmente su atención de algo que ni el mismo se había dado cuenta. Por lo regular, le agradaba tomar por el simple hecho de desviar todos sus pensamientos, (además de realmente agradarle el sabor de un buen whisky, claro), pero ahora que necesitaba estar lo mayormente atento posible a todo lo que estaba viviendo, el alcohol no era necesario en su existencia tras estar con un estupefaciente más fuerte y que no sabía cómo controlarlo.
-Le dije al viejo y a mi hermano que estoy enamorado de la florista. –Soltó Sans tras dar un par de tragos. –Pero antes de eso, di con el paradero de la señora Dreemurr.
-¿Qué demonios...? –Grillby ni siquiera había podido dar un trago decente tras lo que acababa de escuchar. Bajó su vaso casi intacto por la sorpresa. –¿Cómo diste con su ubicación?
-Una simple corazonada. –Rió con simpleza. En definitiva, había extrañado el sabor de un buen whisky. –Siendo el caso de que Frisk en todo este tiempo había estado siendo financiada por medio de un nombre falso, intuí que podría estar ahí y acerté. No la maté, por si te lo estás preguntando. No lo hice al saber que se trataba de una "madre" para Frisk.
-Así que tu humana la conoce y le tiene mucho aprecio...
-No, literal es una mamá para ella. Fue educada y engañada como si hubiera sido adoptada.
-¡¿Qué?!
-¿Y qué tal va tu pie? –Cambió Sans de tema tras dar un par de tragos más. –Veo que ya no usas muletas y caminas bien.
-¡Eso qué importa!
Fue así como le soltó todo lo que había descubierto sobre el Gran Don y la carta que había logrado robar, sobre la fotografía que había visto en el collar de Frisk siendo sus hermanos para ella. También le contó sobre cómo la habían sacado de la fiscalía tras haber suplicado por su bienestar y que esa era la razón por la cual estaba muy limitado en libertades ahora. Grillby no tuvo intensiones de interrumpirle en ningún momento, estando sumamente atento a cada detalle con una evidente sorpresa en su rostro flameante. Sin embargo, si se había reservado en contarle sobre cómo la chica había terminado llorando en sus brazos tras descubrir la verdad de su vida. Ese era un hecho que sólo a ella le correspondía contar al ser algo sumamente privado.
Le contó también sobre lo que estaban intuyendo sobre la yakuza y las posibles intervenciones de Gerson en todo. Sobre la elite de asesinos estando en la orilla de Waterfall como si esperaran una mala movida de su parte y sobre el extraño encuentro que había tenido en el cementerio de New Home recientemente. Pero al llegar a ese punto, el hombre llama finalmente le detuvo con sorpresa.
-¿Dices que ese humano tenía el cabello largo que le tapaba la cara? ¿Y que usaba cosas afiladas que arrojaba y bolas de humo? –Antes de que el esqueleto le contestara, Grillby continuó. –Es el mismo humano que me atacó al verlo en el desastre que dejaste en la florería.
-Eso explicaría su comentario sobre "estar aliviado de verla con vida". –Citó con algo de amargura en su voz. Frisk no solo le había impedido matarlo, le había dicho que no lo consideraba una amenaza y ahora era testigo de haberlos visto en un lugar comprometedor. –Podría tratarse de un yakuza que tenía la tarea de protegerla de ser necesario y nunca lo hizo... o alguien mucho más importante por lo que parecía saber de primera mano.
-¿A qué te refieres?
-Sabía perfectamente de quiénes se trataban las tumbas, sabía quién era perfectamente Frisk. –Dio un trago nuevamente con algo de prisa para continuar. Siendo sincero, había extrañado el sabor del elixir embriagante. –Y parece saber algo mucho más con tan sólo haberla visto de cerca.
No sabía siquiera cómo formular sus ideas ante lo que parecía ser evidente, mareándolo de tan sólo pensar en qué tantas cosas le hicieron a Frisk y molestándolo en el proceso (aunque la bebida bien podría ser el causante de ello). Pero sabiendo que no contaría con tanto tiempo tras dejar a Muffet sola, extendió su saco a su amigo para que lo analizara.
-Está manchado con la sangre de Frisk. –Le comentó de inmediato ante el desconcierto del bartender. –Necesito que lo analices.
-Sans, tu padre lo haría mucho mejor. –Suspiró con cierta resignación mientras revisaba las mangas. Era muy poco lo que había manchado, por lo que seguramente consideraba que era algo inútil. –Y si tuviste a la humana en tu casa, no me queda duda de que ya habrá analizado su sangre.
-Por lo que ha dicho sobre ella, yo también asumo que ya lo hizo. –Admitió encogiéndose de hombros, girando levemente su vaso vacío con tal de tener que hacer algo con las manos. –Pero quiero una segunda opinión, algo que pueda descartarme la idea de que experimentaron con ella.
-Si todo estuvo en manos del Gran Don... es muy posible. –A Grillby ni siquiera le alteró la idea, suponiendo que toda conjetura sobre la mesa era posible a estas alturas y experiencia del ex detective. –Creería más que la hubiera matado en una primera oportunidad, pero si no lo hizo, tendría sentido que fuera por experimentar con ella. Sobre todo por el señor Omegle Sallow.
-¿Quién?
-Un sujeto del que ya no supe nada después, pero del que tengo conocimiento de que trabajó para la familia Dreemurr hace muchos años. –Soltó el hombre de fuego mientras analizaba sus propias ideas. –Mi hermano lo estuvo investigando por casos de desapariciones, pero fue una carpeta cerrada al final. No se pudo obtener nada que lo comprobara.
-¿Pero qué tiene que ver sobre experimentaciones?
-Mucho en realidad. El señor fue sujeto de pruebas de varias investigaciones por parte de los humanos y dado de alta por comportamiento... ehm, algo sadomasoquista con los procesos. –Grillby tomó la botella y sirvió a ambos vasos mientras hablaba. –Y su única hija es Alphys Sallow, ahora esposa de...
-Gerson Boom. –Sans terminó la oración de inmediato, teniendo mucha atención en ese detalle nuevo. –La flor parlante nos contó sobre ser un experimento cuyo objetivo es absorber un alma humana específica. Y por lo que me dices sobre desapariciones, cabe la posibilidad de que no ha sido el único experimento.
El esqueleto ni siquiera se dignó en tomar su vaso servido ante tantas ideas y recuerdos rondándole la mente de la peor forma posible. En efecto, la curación rápida de Frisk no era normal, y si tomaba en cuenta el comentario del viejo sobre "absorber del mismo modo que la flor", podía suponer que el aparente señor Sallow había realizado muchos intentos más hasta que su hija había creado a Flowey. ¿Pero por qué? ¿Qué es lo que querrían obtener con eso? Y sobre todo... ¿realmente habrán experimentado con Frisk? Realmente quería pensar lo contrario, pero cuando se trataba del Gran Don, cualquier cosa era posible. Ya de por si era sorprendente pensar que no mató a las hijas de su enemigo y que las tuvo consigo al grado de hacerles creer que fueron adoptadas, cuando se trataba del monstruo que abiertamente declaraba su odio a los humanos. Nada tenía sentido ahora, pero a su vez, parecía que estaba dando con algo en los pequeños detalles.
¿Por qué los Dreemurr habrían querido conservar a Frisk? Más allá de un cariño genuino, parecía que les era valiosa en otros aspectos también. Al principio había llegado a la floja conclusión de que se trataba de un trofeo de gozo personal, criando a la descendencia de su enemigo como mayor venganza. Papyrus y el viejo habían intuido que su presencia en la ciudad se trataba de una estrategia de terceros, como si se tratase de un anzuelo que tarde que temprano alguien mordería, aunque lo extraño era que ningún bando quisiera recuperarla pese a saber en dónde estaba. Flowey era extremadamente protector con ella, y por más que quisiera atribuirse a un apego emocional, quedaba descartado de inmediato ante su incapacidad de generar emociones. ¿Qué tal si era por algo más? ¿Qué tal si en verdad era necesario tener cuidado de ella... como si se tratase de una bomba andante?
Tomó el vaso con prisa y dio un solo trago para terminárselo de golpe. Ese había sido un pensamiento bastante alocado hasta para él. Tal vez ya lo estaba pensando más de la cuenta, tal vez debería de poner todo a un lado antes de volverse loco con el tema.
-Y a todo esto, ¿por qué consideras que experimentaron con tu humana?
-He degollado muchos cuellos humanos, disparado incontables balas, perforado cuerpos... pero nunca había visto que un humano pudiera recuperarse tan rápido de una herida. –Bajó el vaso en un ruido seco sobre la mesa. –El viejo contó sobre haberle disparado y recuperado sin tener heridas...
-Debo suponer que eso te molestó.
-Por supuesto que lo hizo, pero debo admitir que debí darme cuenta en ese momento sobre la anomalía que presenta. No ahora con cortadas hechas por simples espinas. –Admitió con un tono amargo en su voz. En efecto, no era un recuerdo agradable, pero debía calmarse si ahora Frisk estaba en perfecto estado. –Incluso la hierba mala parecía haberse dado cuenta de algo y desviado el tema por lo mismo. Y yo solo por pensar en ella, no me di cuenta de nada en el instante.
Tal vez su padre tenía razón. En verdad se estaba atontando por pensar todo el tiempo en Frisk y eso podría costar la vida de ambos de una forma muy estúpida. Estaba dejando en evidencia sus propias debilidades a sus enemigos, cometiendo constantes errores y tropiezos que no solo le afectaran a él, sino a los seres que le rodeaban. Y eso era algo que no podría perdonarse jamás, así que más le valía retomar su ritmo delictivo antes de que todo empeorara. Para bien o para mal, eso era lo que era de igual forma.
Un mafioso experto en asesinatos.
Tomó la botella que Grillby había abierto y le dio varios tragos directamente sin necesidad de servirse. ¿En qué demonios había estado pensando hace unas horas? ¿Realmente pensó en declararse a una mujer que estaba fuera de su nivel? Aun con lo que estaba vinculada, todavía tenía oportunidad de hacer una vida tranquila, fuera de todo peligro... una vida normal y de mejor calidad al promedio. La yakuza no parecía tener intenciones de intervenir en su vida, sólo de vigilarla sin sentido, mientras que por parte de los Dreemurr parecía que les daba igual lo que le pasaría de ahora en adelante si sólo se habían limitado en darle cosas para subsistir. Prácticamente, todos los problemas que había presentado eran por culpa suya. Él era el causante de sus desgracias que presentaba. Si tan sólo se hubiera limitado a sólo observarla al otro lado de la calle, no estaría acogida en un cabaret y con varios peligros presentados que atentaban contra su vida sólo por vincularle a él. Tuvieran algo formal o no, ya estaba condenada a que quisieran hacerle daño a través de ella, justo como había resultado su madre.
Tal vez no le había mentido a Muffet como creía haberlo hecho. Lo mejor que podía hacer, era precisamente no hacer nada.
-Dame algo más fuerte.
-Sans...
No esperó a que le negara adecuadamente, usó su magia para atraer consigo una botella desde el otro lado del bar. Las conocía a la perfección cada una como para saber cuál elegir acorde a sus necesidades.
-Soy un idiota, Grill. Hoy quise declararme a Frisk, ¿sabes? –Soltó sin necesidad de muchas explicaciones, mientras tomaba la botella con sus manos y la abría con cierta urgencia. –Ella me besó, me llamó su ángel... cosas suficientes para ilusionarme demasiado de algo que de antemano sé que no debería pasar.
-Se le llama esperanza, Sans. –Pese a que en otros tiempos le habría quitado la botella para detenerlo, el bartender suspiró con cierta resignación y emitió una tenue sonrisa poco visible. –Y no sé mucho sobre mujeres, pero si te considera un ángel, aun sabiendo quién y qué eres, te debe tener demasiada estima. Mira que comparar a un vago con un ser celestial...
-No me ilusiones, Grill. –Movió la botella en círculos sin necesidad de hacerlo para sacar su contenido. –En verdad quisiera mandar todo al carajo y arriesgarme... pero no puedo.
-¿Quién diría que un mafioso peligroso como tú, le aterra el rechazo de una mujer?
-No me aterra. En verdad no puedo por muchos factores.
-¿Es porque son de diferentes especies? ¿De familias conflictuadas? ¿De vidas distintas? –Si no fuera porque le agradaba volver a verlo, ya le habría golpeado por estar intentando burlarse de él con todo eso. –Todo eso lo pensaste antes, y aun así aquí estás. Ahogándote en alcohol de nuevo en nombre de ella, lamentándote por tu miseria y preocupándote de cosas que ni siquiera aun han ocurrido. Aun así, te enfrentaste a tu familia, admitiendo que la quieres demasiado, aun yendo por ella pese a haber aceptado dejarla continuar con su vida. Aun cuando puedes vengarte a través de ella, aun así te preocupas por lo que pudieron haberle hecho en el pasado.
-¿A qué maldito punto quieres llegar?
-A que, si aceptaras realmente que "es imposible", ya habrías tirado la toalla desde hace mucho.
-Je, la multiojos me dijo lo mismo hace rato...
-Estoy de acuerdo con muchos que es muy riesgoso lo que haces, pero si algo me has demostrado, es que no eres bueno para tomar buenas decisiones... y aun así sales airoso de ellas, para bien o para mal. –Grillby le sonrió con aire burlón y por fin le quitó la botella a medio tomar para que no se la terminara de inmediato. –Tal vez si eres un ángel, porque no creo que alguien más pudiera seguir vivo con tantas estupideces.
-Un ángel con pistola en mano, claro. –Sans sonrió vagamente con su comentario. –Grillby, antes me dijiste que era lo mejor dejarla. Que era un peligro pensar en una mujer humana. ¿Y ahora estás tratando de darme ánimos? Ni siquiera la conoces.
-Al menos ya vi cómo es físicamente. La vi de lejos en su florería hace tiempo, y de vez en cuando la veo pasar por el mercado ahora. –Ahora él se sirvió un trago con la botella que le había quitado. –Debo decir que me sorprende, creí que te gustaban voluptuosas como expresaste aquí esa vez que...
-¡Estaba ebrio esa vez! ¿Ok? ¡No hace falta que me recuerden eso cada momento!
-También estas ebrio ahora.
-Me faltan más botellas para estar realmente borracho, más bien. –Refunfuñó al molestarle que le recordaran de nuevo esa estupidez. –¿Y tú? ¿Qué no piensas sentar cabeza algún día?
-Fuku es toda la familia que necesito. No me interesa nada más.
-Acá entre nos, hace falta que le pongas un freno a esa niña, antes de que alguien más se lo ponga. –Le apuntó con el dedo, sin soltar su vaso ya vacío y en espera de que el dueño del bar le sirviera más. –Esa rebeldía no le llevará a nada bueno.
-Y lo dice quien lleva metido en problemas constantemente.
-Lo digo enserio, Grill. Tal vez una figura femenina le ayudaría.
-Ella ya tuvo una madre y murió. Además Fuku no es mi hija.
-Pero tú sí eres una figura paterna para ella.
-Me estás insistiendo con el tema porque no quieres ser el único sufriendo por mal de amores, ¿cierto?
Sans sólo le sonrió a modo de respuesta, recibiendo finalmente un trago más con tal de callarlo. Sabía que Grillby no tenía planeado estar en una relación por enfocarse exclusivamente en el bienestar de su sobrina, pero tampoco mentía en el hecho de preocuparle. Más de una vez había tenido que hacerse cargo de que las manifestaciones no fuesen intervenidas por la policía, pero tampoco ayudaba que los mismos manifestantes hicieran caso omiso a sus advertencias. Sabía que era dirigido por monstruos interesados en volverse políticos, pero que ya involucraran a adolescentes era pasarse de la raya. Pocos tenían la oportunidad de estudiar, de tener una vida decente dentro de lo que cabía, y lo estaban desperdiciando por ideas metidas en su cabeza de poder obtener algo mucho más.
Tal avaricia solo era un pozo sin fin, pero en el fondo podía comprenderlo. A él también le gustaría poder tener la oportunidad de estudiar algo, de un trabajo digno sin tanto esfuerzo que le costara hasta la vida... o de poder hacer una vida con quien quisiera, sin importar que no fuese una monstruo como él. Pero tenía que afrontar la realidad, las cosas no se le darían sólo por quererlas. No tenía opciones a elegir de manera optimista.
Con ello en mente, Sans tomó hasta que terminó durmiéndose sobre la mesa, sin tener conciencia ni ganas de moverse a otro lado pese a la situación que sin duda alguna afrontaría en unas horas. Grillby se limitó en levantar el resto de las cosas para no tener que limpiar después, pero al momento de querer cubrirlo con su propio saco que no valía la pena inspeccionar su sangre al ser muy poca y ya seca, se dio cuenta que en el bolsillo se asomaba algo extraño... que le recordó de inmediato a la cosa con la que le lastimaron su pie.
Tal vez si tenía algo por analizar.
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Creo que este es el capítulo que más me ha costado escribir hasta ahora. Pero no ha sido por una complejidad narrativa o algo por el estilo, sino por tantas cosas que me han ocurrido que requirieron mayor atención de mi parte. Para quienes me sigan como autora y en algunas de mis redes sociales, ya se habrán enterado de que me corrieron de la casa en la que rentaba. Sin contar que he tenido mucho trabajo que ha requerido mucho de mí y que no me permitió buscar adecuadamente casa ni dar luto a mi abuela. Si... no han sido días muy relajantes recientemente, pero si hay algo que siempre he tenido en mente, es que, para obtener un arcoíris, hay que saber andar en la tormenta primero. Y si de cualquier manera te mojarás ¿por qué no hacerlo bailando y sonriendo?
Por lo mismo es que sacaré una lista de comisiones para poder sustentar muchos gastos que se vinieron de imprevisto para mí y mi novio que vivimos juntos. Serán precios especiales económicos de poca temporada dada la urgencia, por lo que, si están interesados, los publicaré muy pronto en mis redes sociales. También me ayudará mucho si los comparten, así como mi página de ko-fi.
Sin más, agradezco mucho su paciencia y cariño, en verdad que lo aprecio muchísimo. Los amo!
Michi fuera!
:)
