Ser la mujer de la familia no era cosa sencilla. Sobre todo porque sólo se trataba de una niña que claramente no tenía los rasgos característicos de lo que venía siendo un Gaster. Aun así, Muffet tomó su papel muy enserio en poco tiempo ante el agradecimiento de acogerla con ellos, sirviéndoles en cada detalle que se requiriera de su atención absoluta. En la cocina, en tener bien sus prendas que constantemente maltrataban en entrenamientos y combates, en que la casa estuviese impecable y, sobre todo, en el apoyo emocional que muchas veces requerían que sólo una percepción femenina podría brindarles.
-¿Qué si sé bailar? Pues claro, es una de las cosas que hacía en la cuerda floja. –Recordó la niña sin saber si aquello en particular se trataba de un buen recuerdo o no. Prefiriendo darle más importancia a lo que estaba cosiendo que a lo que pudiera sentir con eso. –¿Por qué?
-POR NADA EN PARTICULAR. –Contestó el niño con una voz sumamente elevada y que no tenía intenciones de disminuir su volumen. Era evidente que Pyrus le estaba mintiendo, pero tenía muy poca información para saber si debía de hacer algo más aparte de sólo escucharlo. –MIS PADRES SIEMPRE HABLABAN DE QUE FUERON PAREJA DESDE UN BAILE… Y SOLO T-TUVE CURIOSIDAD DE CÓMO ERA ESO POSIBLE.
-Es por una niña. –Concluyó de inmediato.
-¡C-CLARO QUE NO!
Muffet sonrió con burla por los primeros segundos, pero poco después se enterneció que ese fuese el caso. ¡A Pyrus le gustaba alguien! ¿De quién se trataría? Aunque le negara tal cosa, era bastante evidente que le había atinado a la primera. Terminó de acomodar las bastillas del nuevo pantalón de Papyrus antes de seguir hablando al respecto. Era impresionante que, aunque fuesen de la misma edad, creciera mucho más rápido que ella. No era el mismo caso con Sans que era el mayor de los tres, lo cual le extrañaba aún más cómo era eso posible.
-Pues si no es por eso, podrías preguntarle a tu papá de más detalles. –Argumentó mientras le pasaba su nuevo pantalón para que se lo probara después. –Tal vez pueda explicarlo mucho mejor de lo que yo podría.
-NO LO HARÁ. NO HABLA NADA SOBRE ELLA DESDE…
-Entiendo. –Contestó tras un silencio incómodo en esa oración sin afán de terminar. Siempre tenía curiosidad de saber cómo había sido la señora Gaster, pero cada vez que entraba en tema, rápidamente quedaba ahí como una incógnita de la que nadie se atrevía a dar seguimiento. Y ella claramente no tenía el derecho de saber nada más de eso. –Yo nunca he bailado en pareja, así que no sabría qué decirte sobre cómo se pudiera dar algo así.
-¿Y POR QUÉ NO PRACTICAS BAILANDO CON SANS?
-Ammmm…
-¡ES UNA BUENA IDEA! –Insistió el esqueleto menor de la familia, como si no hubiera duda de que genialidad en esa conclusión precipitada, al igual que no se daba cuenta de la evidente incomodidad de la niña frente suyo. –BAILA CON SANS Y ASÍ PODRÍAS EXPLICARME CÓMO SE DA ESO DE QUE TERMINEN SIENDO PAREJA EN ALGO ASÍ. DESPUÉS DE TODO, USTEDES DOS ESTARÁN CASADOS CUANDO SEAN MAYORES DE EDAD. NO VEO EL PROBLEMA.
Pero claro que había un problema, y era que a ella no le agradaba para nada esa idea. Pero no podía decirlo abiertamente ante el temor de que la desecharan y dejaran en la calle ante el evidente destino que tenía su existencia con ellos. Desde el primer día en el que el señor Gaster la había llevado a la casa, le había indicado que se casaría con su primogénito para brindar un linaje dentro de la profesión no ética en la que se dedicaban. Escuchar eso le había apenado demasiado siendo una niña, pero conforme pasaron los días, se percató de que no había ninguna agresión de por medio hacia ella, dándole una libertad que nunca había experimentado en su vida y agradeciéndolo infinitamente por haberla rescatado de un lugar sumamente despreciable.
Y aunque quisiera aceptar tal destino que le tenían deparado para compensar todo ese cariño… simplemente no podía hacerse la idea lo suficiente para convencerse de eso. Sans era muy agradable con ella, pero no podía verlo más allá que como un gran amigo que siempre la tenía en cuenta en los juegos o la protegía como una hermana más cuando estaban en problemas. Entre los dos nunca se habían puesto a dialogarlo al serle visiblemente incómodo también para él, siendo un tema que ninguno de los dos tenía intenciones de hablarlo fuera de las menciones del señor Gaster o de la emoción que le daba ello a Papyrus. ¿Acaso era algo que debía dejar que simplemente surgiera con el pasar de los años? Lo dudaba mucho.
Después de varios días de estar frecuentando el mar, se dio cuenta de lo que realmente pasaba. Una anfibia con una larga cabellera roja y mucha energía era la razón de los suspiros de Pyrus, el cual no tenía ni idea de qué hacer ante una situación así. Y siendo su deber como la figura femenina de la familia, se dedicó a instruirlo de cómo se debía de hablar con una dama.
-¡Y ELLA ES MUY FUERTE! ASÍ QUE LA FUERZA TAL VEZ NO SEA SOLO COSA DE HOMBRES. –Exclamó su amigo mientras lanzaba golpes al aire con demasiada emoción. Muffet le escuchaba con suma atención mientras cortaba las papas para la cena y marinaba la carne al mismo tiempo. Papyrus también formaba parte de las labores de la cocina, pero siempre tenía que estar atenta a que no pusiera algo que intoxicara el platillo realmente. –LE GUSTA JUGAR PELEANDO. ¡JUSTO COMO A MÍ!
-No creo que esa sea una manera de tratar con una niña. –Opinó con extrañeza de tal comportamiento. A lo que había visto en par de ocasiones, la vestimenta de la niña dictaba que no era pobre al menos. –Mucho menos a una que te gusta.
-A ELLA NO LE IMPORTA, INCLUSO SE MOLESTA SI SE LO DIGO.
-Entonces es rara como tú, huhuhu.
-¡HEY!
-A las niñas nos gusta sentirnos protegidas, así que si ella es tan fuerte como me dices, tendrás que ser mucho más fuerte que ella para protegerla.
-Y LO SOY. PERO… LE DEJO GANARME PARA QUE NO SE SIENTA MAL. –Contestó el niño con un evidente sonrojo. –YA SABES… SER CABALLEROSO Y ESAS COSAS.
Después de tal conversación, había decidido enseñarle a bailar pese a no saber realmente cómo era tomar a una pareja para eso. Tan sólo quería que él tuviera éxito, que en verdad lograra su meta con tal de que al menos uno de los tres niños de la casa, estuviera feliz en una relación por amor pese a las edades que tenían. Por lo que había sido espectadora del gran momento en que le había invitado a bailar a la anfibia, estando ambos a orillas del mar y disfrutando realmente del momento pese a que ambos tenían movimientos torpes pese a la dedicación que le había dado para que todo saliera a la perfección. Desde su rincón para que nunca se percataran de ella, Muffet estaba sonriendo, viendo que su amigo realmente era feliz y muy posiblemente tendría novia en ese preciso momento.
Pero no fue así, y no sólo por la timidez de su amigo a último momento, o porque el señor Gaster les estuvo buscando para volver al cuarto en el que se estaban alojando en sus estadías repetitivas en Waterfall. Sino porque después de eso, había resultado imposible que se diera algo entre dos seres que sin saberlo, se volverían enemigos por los caminos distintos que tomarían. Jamás le diría a Papyrus que había mandado a sus arañas a vigilar a la anfibia, queriendo ver una oportunidad de protegerla de alguna manera o al menos de asegurarse que estuviera a salvo si era importante para él, pero tras unas horas, era evidente que era algo que no podría hacer ella. No cuando se trataba de una niña que apenas y podía ver por sí misma. En ese instante, sólo le había quedado mantener la boca cerrada para no generar más problemas. ¿Qué más podía hacer de cualquier manera?
Ella siempre vería por la familia Gaster. Eran SU familia… pero por varias cosas supo que debía ser sincera con sus propios sentimientos y con ellos, esperando que la aceptaran de una forma u otra tras años de convivir todos juntos por el bien de todos ellos. Pero al final, simplemente la habían apartado. Y peor aún, tenía que contemplar cómo la remplazaban cruelmente con una patética humana que no comprendía nada de la vida sólo porque no se lo permitía. Tantos años que les había dedicado a la familia Gaster ¿y sólo la ponían a un lado por ser sincera con sus sentimientos? Mientras que a la humana que era igual de sincera como fría en sus palabras simplemente no le hacían nada. ¡No era justo! Y aun menos cuando su situación era similar a la de Sans y a él le perdonaban al grado de querer reparar todas sus estupideces, incluyéndose en el grupo de quienes tenían que pagar por los platos rotos que dejaba a su paso. Ella era toda una dama y había cosas a las que no se podía rebajar de nivel, pero… ¡Dioses! Realmente quería golpear y matar en varias ocasiones a esa humana terca. Y muchas otras veces, a los mismos Sans y Papyrus que sólo se dedicaban a juzgarla y menospreciarla ahora.
Muffet ahogó un suspiro de frustración tras pensar demasiado en cosas que no le servirían de nada por ahora. No cuando estaba en ese instante en una labor mucho más importante y que realmente valía la pena el esfuerzo de su universo, aun cuando se tratara de estarle viendo su espalda. Ante la ausencia de uno de sus seguidores por estar cuidando al bobo de Sans, era que ella podía asistir a esa clase de cosas, protegiendo a su amado de cualquier amenaza.
Aunque lo que tenían al frente no parecía ser peligrosa de ese tipo, sino todo lo contrario. ¡Era adorable con esos grandes ojos y orejas esponjosas! La abrazaría si no fuera por su posición o los dos guardaespaldas corpulentos que tenía detrás de ella, acompañándole tras lo que parecía ser una visita no grata para nadie y resaltando demasiado por el extraño temor e incomodidad que generaba tan pequeño cuerpo para todos los presentes.
-En fin, me alegra que podamos reunirnos en tu restaurante, ¡Hoi! –Comentó la señora tras tomar de su copa que amablemente le habían servido. Como si su plática previa le hubiera dejado sedienta al ser la única que había hablado durante varios minutos. –Aunque no le den actividad constante, es un gran detalle que siempre permanezca limpio y ordenado.
Su querido W.D. no dio palabra alguna, enfocándose más en contemplar a la señora Temmie con la seriedad que tanto lo caracterizaba y adoraba de él, pero por esa ocasión había más sentimientos de por medio, y uno era particularmente el temor que tristemente no podía dejar en claro que tenía. Lo conocía demasiado para saber que ese era el caso y no podía culparlo. No cuando le acababan de dar una noticia que arruinaba aún más sus planes que de por si estaban ya limitados por muchos factores.
-Es muy pronto. –Soltó finalmente el esqueleto con suma seriedad.
-¿Creíste que te daría todo el tiempo del mundo para tus propios intereses? Nadie cuenta con ese privilegio. El tiempo es parejo con todos sin distinción. –Rio con un tono dulce, pero sus palabras se sentían tan amargas que ni todo el café que su amado tomaba se pudiera comparar. –He sido muy compasiva con ustedes, ya que hasta les di la manera en la cual pudieran salirse con la suya y ni así lo están haciendo. Hasta parece que realmente están permitiendo que ocurra, ¿hoi?
-Nuestra situación se ha visto… con algunos cambios en nuestra estrategia. –Se limitó en responder el esqueleto, ahorrándose la molestia de contestarle todo lo demás y estando cruzado de brazos para contenerse de ahorcar a la bola de pelos. –Que quieras poner una fecha de boda cuando apenas y se formalizó un compromiso nos pone en un aprieto que limita aún más el aniquilar al Gran Don.
-Tampoco es tan terrible, hoi. –La señora agitó su copa a medio terminar. En sus manos parecía una copa muy grande. –Junio aún se siente lejano. Tienes casi cinco meses todavía.
-Cuatro.
-Sigue siendo suficiente tiempo, considerando que ya no tienes intenciones de negociar para ampliar nuestro territorio como sindicato. ¿Cuánto puedes tardarte en matar a un solo tipo? Tengo entendido que como familia tienen una cifra de decesos bastante notoria.
-Pero no hablamos de cualquier sujeto. –Gruñó el jefe de familia, siéndole cada vez más difícil el contener su disgusto. –Sino de uno que requiere total precisión.
-Mmmm, me sigue sonando a excusa, pero en fin. En el contrato que firmaste está redactado que soy yo quien da los términos de boda de cualquier manera. Debiste contemplarlo desde antes de intentar pedirme que extienda el plazo, jijijiji. –Aunque su risa sonara adorable, la señora irradiaba una malicia que no sabía cómo explicarlo realmente. ¿Cómo algo tan pequeño y de aspecto tan tierno podría generar tal irritabilidad en el entorno? –La fecha para la boda es el seis de junio, ya tengo todo listo para que sea un momento hermoso. Todo listo, menos a tu hijo listo para el gran día, por supuesto, ¡hoi!
Sin importarle el enojo del esqueleto ante ella, sacó de su bolsa una pequeña caja que dejaba en evidencia de lo que se trataba mucho antes de que la abriera y mostrara a los presentes. ¡Tal anillo debía valer una fortuna! Aunque fuese pequeño dado la futura portadora, se trataba de una joya de oro puro con diamantes incrustados alrededor del gran diamante central que tenía forma de un corazón. Sin duda alguna, era un anillo de compromiso digno para una princesa.
-Bonito, ¿no? Yo misma lo elegí y acabo de comprar antes de venir ¡hoi! –Comentó sin esperar ningún comentario del jefe de familia o de algún otro que no tenía derecho de hablar entre los dos líderes presentes. –Quiero que tu hijo le dé esto a mi dulce terrón de azúcar. Será una linda sorpresa para ella que pretendo retractar en fotografías para los medios.
-Tengo entendido que en su cumpleaños fue la formalidad de su compromiso. –Comentó W.D. con toda la acidez posible en su voz. Realmente le estaba desagradando todo y no podía culparlo.
-Sí, pero recuerda que soy la líder sindical. Y hasta ahora, había manejado la situación como una cuestión "privada para nuestros lindos cachorros", jijiji. La prensa me ha hecho muchas preguntas y eventualmente tendré que brindarles material. –Tomó lo que quedaba de su copa de un solo trago, como si quisiera hacer una pausa dramática innecesaria. –Sobre todo porque tengo encima al gobierno con preguntas semejantes. No quisiera que tu hijo ni tu… ejem… "negocio", salieran perjudicados con tantos reflectores encima.
Era claro que la señora se refería a la vida delictiva que tenían, sabiendo que para lo que hacían, se requería discreción y fuera de la vista de la ley. Por lo que su amenaza (porque no lo podía denominar de otra forma), era que insistiría en que las cosas prosiguieran bajo sus términos en cuanto no les brindaran los requerimientos en contrato, o de lo contrario les lanzaría todas las miradas posibles que entorpecerían aún más su trabajo. Si no fuera por el enfado que le generaba tal descaro, la admiraría por la astucia que se cargaba en tan pequeño cuerpo.
Muffet no pudo evitar pensar en lo mucho que le disgustaría a Pyrus la noticia, pero prioridades eran prioridades. Y sabía que su amado pensaba lo mismo tras ver que finalmente se había puesto a cargar el anillo con una de las manos flotantes que había invocado. Siendo su modo de disgustarle, pero comprendiendo qué debía proceder en cuanto no tuviera un plan concreto para lograr su cometido. Las ojeras bajo sus hermosas cuencas agrietadas dejaban en claro lo tanto que se desvelaba tratando de dar con un plan que evitara la menor de las pérdidas posibles. Razón más para molestarse con ese par de malagradecidos que no se daban el tiempo de valorar tan magnífico padre que tenían.
Y aun cuando había analizado la sangre de la humana, no había compartido nada de lo que había dado con eso en cuanto había regresado a la casa. Sans se había molestado tras enterarse de alguna manera, mientras que Papyrus reprochaba desde su sitio estando de acuerdo, pero no había pasado nada más de eso salvo un silencio carente de comprensión que no llevó a nada más salvo que nadie nuevamente quisiera probar bocado en las siguientes horas. Teniendo que desayunar sola una vez más pese a haber logrado volver al hogar Gaster. Y todo por una humana… Una despreciable humana que no valoraba nada tampoco. Pero que tampoco podía evitar sentir curiosidad. ¿Por qué tanta atención en la humana si no era tan diferente a ella? Ambas eran sinceras a su manera, ambas fueron acogidas por una familia mafiosa, a ambas les hicieron creer que tenían una familia con ellos y ambas deambulaban sin apellido. Lo único diferente era que ella se trataba de una patética humana. ¿Incluso así gozaba del beneficio de su especie? ¡No era justo!
-Asumo que para darle el anillo, contemplas que mi hijo esté en tu territorio. –Comentó W.D. mientras observaba el anillo en la distancia. Aunque para ella fuese hermoso, para él no parecía ser el caso. ¿Demasiado ostentoso, tal vez? –Bien, te notificaré cuándo sea el momento. Tenemos cosas que ver antes.
-¡Hoi! –La señora Temmie juntó sus manos en alegría. –Sabía que lo entenderías. Después de todo, es por un bien común.
-¿La posible boda de mi hijo con tu hija es un bien común para fines gubernamentales?
Preguntó al mismo tiempo que levantaba su copa vacía para que finalmente le sirvieran. Su querido no era de tomar alcohol salvo para ocasiones que realmente lo ameritaban o por mera cortesía, pero en todo ese tiempo que se había rehusado a que le sirvieran vino, finalmente parecía que lo requería. Tal vez porque en su mirada seria y molesta por la situación, había un tenue brillo particular que indicaba que había dado con algo desde antes y apenas lo sacaría a flote ante la señora que no borraba su sonrisa, pero que también era evidente que presentía que algo estaba pasando. Muffet no entendía qué se había perdido en esa conversación, hasta que relacionó la fecha de la posible boda con las palabras de su amado.
Un día antes de las elecciones a alcaldía.
-Represento a los monstruos trabajadores de esta ciudad, mi vida es un fin gubernamental por el bien de los monstruos, jijiji. –Comentó la señora Temmie sin darle importancia al comentario, o a su evidente enfado. –Y si no cumples con tu parte en el contrato, tu hijo también podría serlo. Nuevamente estoy siendo piadosa de que al menos no le afecte una posible alternancia de poder.
-¿Asumes que pasará?
-Oh Wingdings, no vine a hablar de política y trabajo, sino de hablar de nuestros hijos. –Suspiró con resignación mientras se recargaba en la mesa con algo de dificultad pese a tener varios cojines para dar con la altura. –Ha sido muy agotador estos días con algunas cosas que están ocurriendo en Waterfall y tu antiguo socio, así que déjame descansar de todo eso por ahora ¿hoi?
-¿La familia Blook? –Soltó Muffet con sorpresa, pero rápidamente se tapó la boca con vergüenza de no haberse contenido. No hacía falta que su amado la observara para notar que aquello había sido una imprudencia de su parte. –Lo siento…
-¡Hoi! No te disculpes, señorita…
-No forma parte de tus miembros registrados. –Irrumpió el jefe de familia antes de que Muffet pensara contestarle. –No hace falta que quieras saber su nombre por eso.
-Tiendes a rodearte de gente sin identidad entonces ¿mmh? –Canturreó la bola de pelos, con dulzura mientras observaba ahora al seguidor pálido y con cabeza muy grande que vigilaba el otro lado del jefe esqueleto. –¿Es porque te sientes identificado o algo así?
-Quienes sean mi gente o no, no es de tu incumbencia.
-jijijijiji, oh, Wingdings. Muy seguramente tu esposa tuvo una vida muy divertida a tu lado. ¿O acaso a ella también la condenaste a una vida anónima bajo el manto de tu apellido?
Muffet había esperado cualquier amenaza o ataque por parte de su amado, pero vaya que hizo todo lo posible por contenerse ante semejante criatura que perdía la ternura ante sus ojos. Incluso le daba la impresión de que el jefe de familia había esperado ese intento de ataque de su parte mientras daba un trago a su copa. ¡Hasta en los simples gestos se veía magnífico y varonil!
-¿Realmente qué es lo que quieres, Temmie? –Su mano flotante cerró la caja de un simple movimiento. Mas no la acercó para guardarlo consigo. –¿O debería de decir… Chang?
-Ese es mi apellido de soltera, ya no atiendo a ese nombre, hoi.
-Pareces estar muy apresurada con un matrimonio cuyo único beneficio que obtendrías es un familiar más en el apellido de tu marido. –Dejó su copa a medio tomar y se recargó en la mesa con toda calma posible. Esbozando un gesto analítico que sin duda alguna lo hacía más irresistible pese a no poder verlo por completo. –Y algo que deberías de saber es, que estando en mi territorio, no me gusta que intenten sobrepasarme. Así que déjate de rodeos e indirectas y mejor de una vez dime qué es lo que estás solicitando realmente de la familia Gaster.
Muffet sonrió desde su sitio con total orgullo y admiración. ¡Sin duda era todo un encanto! Su inteligencia, su astucia y la piedad que le estaba brindando a la bola de pelos… ¡Amaba poder ser espectadora de un momento como ese! Pero la señora Temmie tan sólo se rió de él con total descaro, como si realmente le divirtiera su reacción o siguiera intentando burlarse de él ante algo que parecía haber sido su intención. Realmente era complicado poder leer las acciones e intenciones de una mujer como ella, como si portara una máscara que nadie pudiera detectar que llevaba puesta bajo toda esa ternura que producía su especie.
-¿Asumes lo peor sólo por ser una señora emocionada con la boda de su hermosa hija?
-Contigo nada es lo que parece.
-Como se nota que te hace falta una nueva percepción femenina en tu vida. –Suspiró con inocencia, como si se diera por vencida por algo que ni ella se creía. Sacando una foto de su bolsillo que mostró sin reparar en quiénes pudieran ver el contenido o no. Muffet pudo notar que se trataba de Sans y la humana, cayendo de un edificio. –Y parece que tu primogénito opina lo mismo ¿tal vez?
-¿Tuviste algo que ver con esa censura? –Preguntó W.D. con calma, sin necesidad de agarrar la foto.
-No, sólo llegó a mí de una manera muy curiosa. –Dejó la foto sobre la mesa y la deslizó suavemente hacia él, como si le indicara que ahora él tenía todo poder sobre ese impreso que no le interesaba desde el principio. –Pero prefiero que la tengas tú a que la tenga el gobierno. Tal vez la quisieras para tu álbum de fotos familiar, me dije, ¡hoi! Aunque los políticos tienen asuntos más importantes por atender ante el nuevo proyecto que están manejando, claro. Tal vez Mettaton te pueda brindar mejor información al respecto, ya que los vi conviviendo en la fiesta como grandes amigos.
Sin esperar ninguna indicación, o sin brindar mayor posibilidad de conversación, la señora extendió su pequeño brazo para que uno de sus guardaespaldas la tomara de la mano caballerosamente para bajarse de su asiento y comenzara a retirarse de ahí como si una dama de la corte se tratase. Realmente como especie, parecía ser sumamente delicada y adorable, pero la expresión que le lanzaba su amado W.D. le indicaba que era todo lo contrario tras toda esa fachada complicada de detectar.
Se despidió con suma sutileza y sin apuros, pero aun así su ahora ausencia se sentía pesada ante todo lo que les había dejado en su breve visita y conversación no grata. Muffet no había entendido muchas cosas, pero sin duda alguna todo ello se había tratado de breves pistas que les había dejado. Casi como si quisiera que las descubrieran por su cuenta ante algo que no parecía tener intenciones de hablar abiertamente. ¿O era acaso que no podía pese a estar fuera de espectadores? Era un caso muy extraño sin duda alguna.
Muffet finalmente se acercó al jefe de familia, el cual no le había importado que la señora Temmie se fuera con tal descaro y dejándoles tanto el anillo de compromiso y la fotografía. Estaba muy segura que aquello le causaba una pesadez incómoda que afectaba aún más su estado anímico con todo lo que estaba cargando a nombre de su familia.
-Querido…
La arácnida extendió una de sus manos, teniendo intención de sujetar su hombro a modo de consuelo. Pero el esqueleto se paró de su asiento, sin darle la oportunidad de tacto o consideración alguna de su parte.
-Las elecciones le preocupan, pero parece que la pista ronda en Waterfall. –Comentó W.D. en un tono bastante bajo, como si sólo quisiera que tanto ella como el seguidor pálido fueran quienes le escucharan, aun cuando estaban solos en todo el restaurante. –Quiere que contacte a los Blook, sin importar quién de todos ellos se trate, pero sin duda algo tiene que ver su apellido en todo esto.
-¿Pero y si se trata de una trampa? –Cuestionó Muffet.
-La trampa es el tiempo que nos está dando, puso una fecha límite por esa razón. Y justamente quiere que se atienda antes de que sean las elecciones por algo que sabe y que no compartirá con nadie. –Respondió de inmediato, mientras guardaba tanto la caja del anillo como la foto en uno de los bolsillos de su larga gabardina. –Mencionó un proyecto del gobierno… y si tiene algo que ver todo lo demás, sin duda alguna se trata del parque temático que están construyendo.
-Pero W.D., necesitas descansar. –Soltó con preocupación, dándose cuenta que realmente estaba con toda intención de hacer caso a las aparentes indicaciones de la líder sindical. –Yo…
-Muffet, vuelve a tu puesto y notifícame de cualquier cosa que veas.
El esqueleto dio un par de pasos para alejarse de ellos antes de desaparecer de su vista. Dejando a un pálido ser indiferente y una arácnida preocupada por su estado de salud que iba decayendo con suma rapidez. Todo ese estrés y sobre esfuerzo… eso lo acabará matando… Y sus estúpidos hijos no se estaban dando cuenta de eso. Tenía que hacer algo para detener toda insensatez. ¿Pero qué? Ella sólo era una mujer, pero tenía que ser fuerte para proteger a alguien mucho más fuerte que ella. ¿Cómo hacer eso?
El anillo de compromiso y la foto, eran elementos que la señora Temmie había usado para recordarle que sus hijos eran lo que estaba en juego ante la mira de toda una ciudad. Le había dado en una debilidad que no tenía intenciones de ocultarle al mundo al ser más que un hecho. Y también lo había hecho el Gran Don aquella vez que parecía producto de una pesadilla. ¿Cuántos más intentarían hacerle lo mismo ante dos hijos que no les importaba el esfuerzo descomunal de su padre?
Necesitaba ver el modo de que dejara de arriesgarse tanto. Aunque aquello pudiera costarle de nuevo que le apartaran aún más. Pero pasara lo que pasara, sabía que dentro de ella, jamás podría evitar preocuparse por los Gaster. Y tal vez… pudiera tener una aliada en todo eso, si movía sus hilos adecuadamente, claro.
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Chara desconocía con precisión porqué Kris le había quitado la restricción de proseguir con su trabajo de prostituta, pero tampoco estaba para quejarse si eso significaba menos entrenamientos absurdos y más placer en su vida que vaya que lo necesitaba. Las probabilidades de la razón podrían provenir por lo que había provocado en su arrebato, pero tampoco le daba mucha importancia. Esa clase de cosas estaban fuera de su interés y entendimiento de cómo Kris manejaba las cosas como socio comercial.
El vejestorio que era dueño del lugar le miraba ocasionalmente con desprecio, muy seguramente por no agradarle que fuera amenazado por algo que ella misma había hecho, pero ella sólo le devolvía la sonrisa con uno que otro gesto coqueto, sabiendo que no volvería a tocarla por más que lo quisiera. Incluso se divertía de querer provocarlo cuando lo atrapaba observándole, pretendiendo estar por masturbarse mientras lo veía directamente a los ojos, pero el señor rápidamente se apartaba lo más lejos posible sabiendo que varios integrantes de la yakuza le impedirían tal cosa bajo la nueva orden de su líder. Vaya que era divertido mofarse de ambas partes, sabiendo que podía aplicar la misma a la yakuza y que tampoco se atreverían a desobedecer a Kris, no sin antes cortarse los dedos.
Así que antes de que el jefe cambiara de opinión de su nueva "libertad", optó por arreglarse ante un nuevo cliente que le llegaría dentro de una hora, acorde a la indicación que le había dado la recepcionista nerviosa que seguía sin poder verla a los ojos, entendiendo el pavor que le provocaba tras haberla visto masacrar cruelmente a un hombre como si se tratase de una leona hambrienta. No podía culparla por estar así con ella, muy seguramente ella también se extrañaría de observar a alguien así comportándose de esa manera. Y mientras no diera mención de lo sucedido, era lo mejor para todos.
¿Esta vez sería pelirroja o rubia? Se puso su antifaz primero mientras decidía ello, optando por revisar su lencería ya puesta antes de tomar esa decisión. La recepcionista debió de darle más indicaciones, después de todo. Pero justo cuando estaba comenzando a colocarse la media negra que haría juego con su vestimenta, alguien entró cayéndose en el suelo alfombrado, muy seguramente por haber tenido la puerta entreabierta por si lograba provocar a cualquier fisgón. Y habría creído que si había logrado su cometido si no fuera porque el ser caído tenía una escoba consigo y que además su piel púrpura con tentáculos en la cabeza le aclaraban algo más que sólo le hizo renegar en silencio.
¿Otra niña? Demonios, lo que le faltaba…
-Hey, este lugar está prohibido que entre alguien como tú. –Gruñó Chara de inmediato, pero al verla por más de un segundo se percató de algo. –Eres nueva aquí.
-L-lo siento… –La chica se levantó sumamente apenada y temerosa. En efecto, se trataba de una chica monstruo muy joven que no había visto antes por ahí si se estaba dedicando a la limpieza. Tal vez porque aún no estaba lista para lo que después le tendrían deparado, muy seguramente. –N-No quise…
-Solo lárgate, no querrás ver lo que pasará aquí dentro de poco. –Permaneciendo sentada en su cama, continuó colocándose su media con sumo cuidado, aun cuando las probabilidades de que se la rompieran en un modo salvaje por la excitación fueran altas. –O tal vez sí, pero no eres bienvenida para esa clase de fetiche.
La joven levantó la mirada con algo de pena y miedo, pero sus ojos completamente negros mostraron asombro en cuanto la vio directamente. ¿Qué nunca antes había visto a una humana o qué? Parecía estar sorprendida de verla de tal manera que le comenzaba a inquietar.
-¿La amante del esqueleto?
-¡Pff! Ya quisieran varios tenerme de amante. –Se burló Chara de tal descripción, subiéndose la otra media con cuidado. –Me he acostado con muchas especies, pero no.
-No, eh… –La chica se acercó sin permiso alguno, como si verla más de cerca le sirviera de algo. ¿Por qué le pasaban esa clase de cosas? Al paso que iba, debería de poner un letrero en su puerta que indicara que no quería estar cerca de ningún escuincle que sólo le complicaban su intento de vida. –Creo que la he confundido, lo siento.
-Occidentales, creen que todos los asiáticos nos parecemos.
Comentó con tal de terminar la conversación y que se fuera de una buena vez sin necesidad de otra invitación para hacerlo. Aun así, la chica de piel púrpura no paró de observarla sin reparar en lo incómodo que estaba siendo tal insistencia de su parte. Como si no estuviera convencida de estarla confundiendo con alguien más, pero tampoco con argumentos que le dijeran lo contrario. ¿Y "Amante del esqueleto"? Se había acostado con muchas especies, pero en su lista no estaban ni los esqueletos ni los fantasmas. ¿Siquiera tenían con qué?
Suspirando con resignación para que se apartara de una buena vez, Chara se quitó el antifaz para que la descartara por su propia cuenta.
-Sí, tengo los ojos rojos. –Comentó antes de que ella dijera algo. –¿Te es suficiente para que me dejes en paz?
Extrañamente, no fue el caso. Chara arqueó la ceja confundida.
-Nunca le he visto los ojos… ni visto tan de cerca para saberlo. –Comentó la joven como si realmente quisiera su opinión. –Pero si le dicen "amante" supuse que usted sería ella al parecerse… Eh, olvídelo. Lo siento.
-Perdonada, ahora lárgate.
La chica le sonrió con cierto alivio que estaba fuera de lugar, detestando que nuevamente había logrado que una joven se sintiera cómoda con ella cuando nunca era su intención algo así. En verdad ¿qué demonios les pasaba? Esperó a que finalmente se retirara para levantarse y cerrar la puerta, queriendo evitar un incidente de ese tipo una vez más antes de que llegara su cliente.
Terminó eligiendo la peluca rubia larga y se la colocó con cuidado tras cepillarla un poco para que se viera lo más natural posible su aspecto. Y tras ponerse el antifaz de nuevo, se contempló en el espejo sin borrar la curiosidad que le había dado la breve plática con la monstruo.
Que extraño había sido eso. ¿Acaso había una humana como ella con un fetiche público hacia los esqueletos o algo así? Je… no podía creer que alguien más en el mundo no le importara cómo fuera percibida dentro de eso. O tal vez sí, pero era algo que estaba fuera de su control.
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Frisk había esperado pacientemente a que Don Gaster volviera, o por lo menos habérselo topado en el lugar de siempre para tomar una taza de café mientras conversaban al respecto. Pero simplemente no hubo presencia alguna de él durante todo el día en ninguna parte. ¿Acaso le había estafado?
Tras una breve conversación, Flowey finalmente había accedido a ayudarle con los deberes en la casa si su intención era permanecer a su lado en ese lugar, haciendo que también pagara su estadía que atemorizaba un poco a los integrantes de la casa. Y aunque le insistiera en que se marcharan de ahí al tener todo el dinero para una nueva casa y una nueva florería, Frisk no se sentía en ánimo suficiente para hacerlo de esa manera. No cuando ese dinero muy seguramente había sido obtenido de maneras terribles con la información que contaba ahora. Prefería sentir que se ganaba el dinero por su cuenta aunque ello le llevara más de la cuenta. Al menos así se aseguraba que no había sido obtenido de la peor forma. ¿Pero qué hacer con toda la chequera entonces? Finalmente había accedido a que Flowey fuera el cuidador de ella, pero no sentía que realmente requiriera nuevamente el utilizarla. Tal vez debería de ofrecérselos a la familia Bunny al necesitarlo más, pero le daba la impresión de que la señora de igual manera se lo rechazaría. Sobre todo por lo que había presenciado minutos antes.
-Ya dije que no, no hace falta, Shyren. –Comentó la señora conejo mientras terminaba de peinar a la sirena con sumo cuidado. –Lo que haces aquí es más que suficiente.
-Pero… podría obtener más dinero para la casa y ayudarles más. –Insistió Shyren con suma timidez. –En Waterfall están reclutando monstruos marinos y la paga parece ser buena. Yo podría…
-No. –Le colocó un adorno con perlas en su cabello al mismo tiempo que le interrumpía. –Sé que tienes buenas intenciones en eso, pero no hace falta. Estamos bien, no te preocupes por esas pequeñeces.
El que la señora dijera eso justamente cuando ella estaba limpiando el camerino era incómodo. Sobre todo porque el mal estado de la escoba que sujetaba no tenía buen aspecto tras tanto uso, requiriendo una nueva al igual que varias cazuelas o alimento para tanto habitante en la casa. Con tal de no verse entrometida en algo que no le competía, se apartó de ahí con el cesto de ropa sucia y dejó en su lugar de siempre para que los siguientes artistas a escenario dejaran ahí las cosas que tendría que lavar al día siguiente. Aunque también sabía que eso era un caso perdido, teniendo que volver a revisar toda la ropa que dejaban esparcida por el suelo por las prisas que tenían entre cada cambio de turno. Al menos ahora intentaban lanzarlas cerca del cesto y eso era un avance a su tiempo ahí.
-Cachorrita, ¿puedes ayudarme? –La coneja de pelaje castaño claro se acercó, mostrando su espalda a modo de indicación de que quería que le ayudara con el cierre de su vestido. Tal prenda le quedaba demasiado ajustada, pero ya había aprendido que lo mejor era no cuestionar tales cosas o nuevamente querrían vestirla igual a ellos. –Muchas gracias. ¿Quieres que te ayude a maquillarte a cambio?
-No, gracias. Me siento incómoda con eso.
-¡Oh! Creí que te querrías ver adorable ahora que Sansy parece estarte esperando en el techo. O al menos me pareció verlo ahí ahora que salí a fumar un rato.
¿Sans ya estaba en el techo? ¿Y por qué la coneja nuevamente le llamaba "Sansy"? Quería preguntarle por lo segundo al inquietarle cada vez más ese término que no lo había escuchado de él directamente ni mucho menos que pidiera que le llamaran así a lo que tenía entendido, pero la habían llamado a escena antes de que pudiera hacerlo. Contemplando que la bailarina de pecho abultado comenzaba con su espectáculo cuya intención era llamar la atención de los hombres que exclamaban cosas indecentes y que no parecía importarle en lo más mínimo. Jamás comprendería porque era una especie de trabajo hacer algo así, pero parecía divertirles y disfrutarlo como para querer seguir opinando al respecto.
Aprovechando que estaba por empezar su descanso, y que Flowey estaba distraído recogiendo la basura que los clientes dejaban (y arrojaban en estado de ebriedad desmedida), se adelantó hacia las escaleras que daban acceso al techo, antes de que su amigo se percatara de su ausencia y volvieran a pelearse pese a pedir que no lo hiciera. Quería evitar lo menos posible de daños tras la visita de Don Gaster y su aclaración de las cosas, pero un grito le hizo detenerse y retroceder nuevamente hacia los camerinos, notando de inmediato que el verdadero problema estaba en escenario y espectadores.
Al ser algo que evitaba a toda costa por los extraños mareos que le daba, no se había percatado que esa precisa noche tenían mucha clientela en todo el cabaret. Habiendo demasiados borrachos que intentaban subirse al escenario y uno de ellos se había llevado a la coneja que hacía lo posible por apartarse de las manos que pretendían bajarle su escote de modo morboso. Rápidamente vio que Ronnie había llegado a su rescate, pero muchos de ellos comenzaron a volverse agresivos y ahora varios de ellos habían entrado a golpes hacia el conejo que no dudó en devolverles los golpes con puño cerrado y tumbándolos en el instante. Era la primera vez que lo veía actuar de esa manera, pero al menos ahora le daba algo de sentido que el conejo quisiera ejercitarse en todo momento. Otros de sus hermanos habían acudido a hacerles segunda, pero no había hecho mucha diferencia y ahora todo era una batalla campal dividida entre quienes golpeaban y rompían todo, y los que estaban llevándose a las conejas que hacían el esfuerzo de evitarlos. ¿En qué momento se había desencadenado tanto caos? ¿Por qué había tanta gente ahora?
-Shyren, prepara la canción. –Por estar atenta a todo el conflicto, no se percató en qué momento la señora Bonnie y Shyren habían llegado a su lado. –Creo que será necesario de nuevo.
-Pero…
Con toda prisa, la señora se lanzó al escenario con escopeta en mano y apuntó al techo para tener la atención de los presentes, pero ello había sido contraproducente por uno que había estado cerca y lanzado encima mientras reía por su propio atrevimiento, soltando la escopeta tras otro disparo no contemplado y que había dado a unas hojas de un atril que terminaron esparciéndose por todo el escenario, a su vez que podía verse que los músicos se habían retirado ante el temor de salir lastimados y fallando en el proceso.
-¡Señora Bonnie!
Frisk se lanzó al ver que estaba en problemas y no había nadie que pudiera ayudarla, teniendo todavía la escoba en mano y queriendo apartar al tipo con ella, pero una liana que no dudó de quién provenía, la sujetó de la cintura y la apartó del peligro y del escenario, llevándola a las mesas volteadas que figuraban una trinchera entre borrachos que estaban entre divertidos y violentos. Realmente eran demasiados, ¿cómo era eso posible? No necesitando esa respuesta de momento, quiso apartarse de Flowey para ayudar a la señora coneja que estaba en aprietos, pero entre el forcejeo y reclamo que no pudo escuchar con atención, terminaron bañados por una sustancia que algunos tipos les arrojaron con risas y tambaleos, proveniente de un barril que parecía que se lo habían robado de la barra de bebidas.
El olor a alcohol le vino de golpe, pero había sido lo mismo con el mareo intenso que no le permitió levantarse o hacer algo al respecto. Y por lo que había alcanzado a ver, Flowey estaba en una situación similar a lo que indicaba su mirada extraña que no parecía poder concentrarse de sus propios pensamientos o de sus propias lianas.
-Flo…
-¡Vamos nena! ¡Bebe con nosotros!
No supo quienes le habían levantado, pero aquellas manos que la sujetaban le habían colocado una bebida en sus labios, la cual no pudo hacer nada más que beber tras tanta insistencia a la fuerza.
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Era molesto tener uno de los seguidores casi respirándole el cuello, pero Sans tenía que conformarse con eso en cuanto no le impidiera tampoco el moverse por todo Snowdin. No sabía qué límite le pondrían si hasta le vigilaban al bañarse o al dormir, pero en cuanto le dejaran presentarse en La Madriguera, supuso que…
¡BANG!
El esqueleto dejó de recargarse en la pared en cuanto escuchó el balazo, agarrando su propia pistola por mera inercia y notando que el monocromático ser de ojos saltones hacía lo mismo, colocándose a lado suyo como si su intención fuese protegerle pese a ser algo inútil de su parte. Aquel disparo se había escuchado demasiado cerca, y tras escuchar otro poco después, supo de inmediato que se trataba de algo interno del lugar en el que estaba y no la pensó dos veces en aparecerse en pleno lugar, dejando a un lado al su aparente niñero y estando listo para actuar ante un posible peligro para Frisk de ese lugar. Pero se encontró en una revuelta de ebrios que estaban peleando los unos con los otros, mientras que muchos otros parecían divertidos fuera de sus cabales queriendo abusar sexualmente de las bailarinas y dueña del lugar. Parecían simples trabajadores que habían llegado al lugar para relajarse de una larga jornada laboral, no unos tipos que pudieran portar un arma para disparar con algún objetivo en particular, por lo que al ver la escopeta situada en el escenario tuvo respuesta suficiente de que el peligro no radicaba en un atentado inexistente, sino en los mismo alcoholizados que estaban fuera de control y sin haber algo o alguien que les detuviera. ¿Dónde estaba Frisk? ¿La flor la habrá sacado de todo ello para mantenerla a salvo? Había esperado que ese fuese el caso, pero no tardó en dar con él, estando abrazando un barril de cerveza vacío, riéndose como tonto y sin darse cuenta de lo tanto que estaba extendiendo sus lianas y raíces en el suelo, sin percatarse que eso obstruía aún más la situación.
Mierda. Eso sí que no era bueno.
-¡Sans! –El mencionado giró de golpe, notando que se trataba de la señora conejo desde el escenario, defendiéndose con un atril para alejar a manos pervertidas de un tipo algo corpulento. –Por favor, no mates a nadie ni dañes el lugar.
-¿Dónde está Frisk? –Es lo único que le importaba.
-La flor parlante la había alejado, deben estar juntos.
Aquello solo lo inquietó más tras ver que en efecto no estaban juntos. En verdad quería matar a todos los presentes para disminuir la búsqueda, pero sabía que a Frisk eso no le gustaría y además eso podría ponerla en mayor peligro al no poder ver en dónde podría encontrarse con tanta gente alcoholizada, conejos defendiéndose y una flor extendiéndose entre risas sin percatarse de lo que hacía. También eran demasiados para sujetarlos con su magia por igual, sin contar que si invocaba huesos dañaría el lugar y eso tampoco le gustaría a Frisk. Vaya, hacerlo por las buenas era difícil.
Lo que le quedaba era sacar a varios clientes poco a poco fuera del lugar, pero en cuanto logró identificar a Frisk en una esquina, borró por completo la idea de no lastimar a nadie en cuanto vio a los dos sujetos que simulaban hacerle compañía, obligándole a beber de una botella mientras otro le estaba levantando la falda. A ninguno de los dos le permitió algo más al clavarles un hueso a casa uno en su cabeza, matándolos de inmediato y sin que otros se percataran de ello ante tanto ruido en el lugar por la pelea que los conejos varones aun no lograban frenar. Incluso le pareció que había un par que usaban los instrumentos de cuerda y de viento como armas para golpearlos o defenderse.
Llegando a su lado, con cierto temor notó que estaba empapada de alcohol y no en el sentido figurado. Tanto su vestido como su cabello aún se encontraban goteando lo que pudo reconocer como cerveza, pero ese era el menor de sus problemas en cuanto se miraron a los ojos. Esa sonrisa relajada en ella no era nada natural, incluso era algo aterradora dada la situación.
-¡Sansssssssss! –La chica se dejó caer ante él, teniendo que sujetarla de inmediato. –¡Cuánto tiempo sssssssin verteeeeee!
-Oh, mierda…
En otro tipo de circunstancias, le habría divertido ver a Frisk en ese estado. Pero no ahora cuando estaba rodeada de otros borrachos cuyas intenciones eran más que evidentes y cuya flor que siempre le protegía de tales cosas estaba entre risas y fuera de sí por completo, entorpeciendo a todos los que querían defenderse o pelear en su defecto. Poco le faltaba para que el cabaret pareciera una pequeña jungla con tantas lianas esparcidas. ¿Y tanto le preocupaba a la señora Bunny que él destrozara el lugar? La situación ya lo estaba haciendo por él.
-Saaanssssssss… ¿Po' qué me quisssssiste besar? –Frisk le sujetó de sus pómulos de una manera que le había emocionado y sintiéndose culpable de antemano pese a que no estaba pasando nada tampoco. –Si no tienes labiosssssss.
-Ammm, bonita…
-¿Po' qué te gusto Sansss? ¿Por queeeee?
Tuvo que poner una mano en sus labios al darse cuenta de lo que estuvo por pasar, a su vez que la obligaba a que se sentara en una silla que había atraído con su magia en el instante. Aunque sus instintos quisieran traicionarle tras ver que Frisk estuvo por besarle, no quería que se diera con ese estado de ebriedad. No era correcto… aunque de igual manera le hacía sentirse como un idiota.
Tenía que sacarla de ahí, pero tampoco le agradaba la idea de dejar a la flor parlante en ese estado cuando en cualquier momento podría matar a todos sin ser consciente de eso. El viejo no querría lidiar con eso y sólo sería una excusa para que terminara encerrándolo en una torre para mantenerlo alejado de todo. No, tenía que ver cómo frenar todo antes de que la situación llamara demasiado la atención y trajera tanto al viejo como al resto a hacerse cargo, lo cual ocasionaría precisamente lo que la señora Bunny no querría. Así que aprovechando que el seguidor de su padre había llegado, le colocó su saco a Frisk ahora que había notado qué tan ajustado le quedaba el vestido a causa de estar completamente mojada en cerveza y se enfocó en observar el escenario donde había una figura encorvada por el miedo, moviendo su cola de modo inquieto. Ya tenía un plan.
-Cuida de Frisk. –Le pidió al sujeto de ojos saltones. –Ahora vuelvo.
Se teletransportó directo al punto para atravesar todo el problema, asustando a la sirena que le vio en el instante y encogiéndose aún más en su posición, como si con ello pudiera pasar desapercibida de su vista de un modo inútil.
-¡Tú! Eres una sirena, ¿no? –No esperó su respuesta ante lo evidente. Le bastaba con tener su atención. –Tu magia puede apaciguar a todos.
-Y-yo… –La chica parecía estar al borde del llanto del miedo que le generaba todo, pero al menos le estaba mirando directamente y no se cubría la cara con sus brazos. –No sé dónde quedó la canción que canto para calmar en casos como este. Y además nunca lo he hecho con tantos presentes.
-¿No puedes simplemente cantar algo y ya?
-Mi magia proviene de las palabras que digo, pero… no es tan sencillo. Yo no sé improvisar y… no siempre funciona mi magia. No soy buena en ella.
Eso sí era algo lamentable de escuchar considerando la situación, pero no tenía tiempo para molestarse con eso. La improvisación venía de la confianza en uno mismo, por lo que los nervios de la sirena eran un factor fundamental del porqué no funcionaba su magia a lo que indicaba. Una magia que proviene de las palabras que canta… eso significaba que la letra era importante. Le recordaba a cómo solía ser la magia antes de que humanos y monstruos terminaran conviviendo pacíficamente, pero no era un buen momento para recordar las historias que le contaba su madre antes de dormir, pero sí para hacer uso de una habilidad que ella misma le enseñó. Aunque el simple hecho de pensarlo no le estaba agradando tampoco.
Se había prometido no volver a acercarse a la música, pero en fin, nunca había sido bueno para las promesas de cualquier manera.
-Bien, sólo sígueme el paso.
La sirena se había extrañado con eso, pero en cuanto le vio que se estaba acercando al piano desgastado que tenían al otro lado del escenario, finalmente se levantó con bastante timidez y se colocó en el centro en donde muy seguramente habría un micrófono si no fuera por todo el escándalo. El piano era el único instrumento que no habían destrozado o utilizado como arma de defensa por obviedades, pero en cuanto Sans se sentó frente a las teclas, se sintió nervioso de sólo recordar aquellas veces en las que su madre lo sentaba a lado suyo, aprendiendo a tocar desde la observación y oído hasta terminar tocando juntos una melodía. Si tan sólo ella siguiera con ellos… No. Sans sacudió su cráneo en el instante. No era momento para esa clase de cosas.
Puso un dedo en una tecla, escuchando su sonido y lo tanto que podía alargarlo. Pese a ser viejo y desgastado, estaba afinado y la acústica del lugar parecía ser conveniente para lo que quería. Tal vez la señora coneja ya había pensado en ello con antelación, por lo que por mero instinto o memoria, colocó sus manos con suavidad sobre las teclas y comenzó a dejarse llevar en espera de dar con algo que le ayudara, sin darle sentido a lo que fuera por tocar. Y sorpresivamente, se sentía como si algo dentro de él se hubiera reencontrado con algo que no se había percatado lo perdido que había estado sin ese sonido. Pero una vez más, no estaba para nostalgias. Estaba tocando el piano al ser la única manera que conocía para improvisar con la música, teniendo una melodía con la que basarse para que las palabras llegaran. Era el modo en que su madre se ponía a cantar con sonidos que sólo ella parecía prestar atención, creando canciones de la nada y tarareándolas a sus niños hasta que terminaba en el piano para darle sentido a su reciente creación. Él nunca sería tan talentoso y espontánea como ella, pero podía simularla de ese modo.
Tras un par de minutos teniendo una pista musical adecuada, dejándose llevar al no tener idea realmente de lo que quería, finalmente se atrevió a proceder cantando.
Una copa, dos copas, ¿hasta cuándo te detendrás?
Nada importa ya, por lo que mejor escucha mi canción.
La sirena le observaba entre asombrada y desconcertada, sin entenderle aun qué era lo que tenía que hacer. Sans movió levemente su cabeza como indicación de que repitiera con él la letra, creando una pista musical adecuada para el instante. Apenada de tardarse en comprenderlo, volvió a girarse hacia el público y repitió la letra improvisada.
Una copa, dos copas, ¿hasta cuándo te detendrás?
Nada importa ya, por lo que mejor escucha mi canción.
Su voz realmente era hermosa, muy seguramente por tratarse de una sirena. Pudo ver que la antena de su cabeza se iluminaba al tiempo en el que comenzaba a cantar, pero en ello notó con cierta tardía que también estaba atento a la canción de ella cuando era él quien estaba creando la letra, parando sus dedos por un par de segundos en el proceso y reaccionando al momento en el que terminó de repetir lo mismo que él. Tal vez debería de taparse los oídos para que no le afectara, pero eso le sería contraproducente si era el músico de cabeza. Tendría que pensar adecuadamente las palabras entonces.
Todos sentados y calmados
Que el espectáculo está por comenzar
Portarse bien es lo de hoy, al menos eso me lo dijeron de niño
Y quiero que todos crean lo mismo.
Sans no pudo evitar reírse de lo que estaba haciendo, pero después de ello pareció que no había sido tan necesaria su participación si ahora la sirena también se estaba atreviendo a improvisar un poco la letra, teniendo que recurrir a levantar un par de tapaderas de batutas para tapar sus oídos y sólo dejarse llevar por las notas a lo que su memoria musical le indicaba.
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Bonnie no podía parar de aplaudir desde su lugar, dejando que las lágrimas de felicidad corrieran por su cuenta por lo que estaba siendo espectadora. Si tan solo Arial y Lyra los observaran… estaría muy segura de que estarían felices, tanto como lo estaba ella de poder ver tal espectáculo tan majestuoso. Sólo que habría agradecido que no se hubiera presentado ante un entorno tan desastroso y poco probable de recuperar. ¿Ahora cómo arreglaría todo?
Notando que ya no correría peligro, se acercó a la flor que ahora estaba dormida mientras abrazaba el barril vacío de lo que había sido su cerveza de reserva. ¿Y ahora cómo le haría para conseguir más en poco tiempo? La ley seca entorpecía esa posibilidad y estaba segura de que Don Gaster no le ayudaría al respecto si había permanecido distante de formar parte de muchas de sus fechorías. Quería ser positiva ante una situación así, pero ver que la cerveza no era lo único que le habían vaciado de la barra de licores le hizo querer llorar de pura frustración. Pero no, no podía darse ese lujo ante sus hijos. Tenía qué pensar en algo para reparar también todos los daños ocasionados.
Y para el colmo, una vez acabada la canción y adormecidos gran parte de los presentes, notó que Sans se había teletransportado en la esquina donde había estado Frisk sentada, llevándosela consigo sin avisarle a nadie más y dejando solo al sujeto que eventualmente acompañaba a su padre. ¿A dónde se la había llevado? Quería tener fe en que Sans no le haría nada malo en ese estado, pero las hormonas podían hacer de las suyas en sus respectivas edades.
Por favor, que no hiciera nada estúpido.
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Había algo lejano que le hizo querer mantenerse en cautela, y aunque el mareo del instante era incómodo, Frisk optó por no moverse en absoluto al tratar de procesar de dónde provenía tal canturreo hasta que la sensibilidad en su cuero cabelludo le hizo reaccionar aún más. ¿Su cabello estaba siendo suavemente cepillado? ¿Y en qué estaba recostada? Parecía que habían colocado su cabeza en algo áspero como una toalla, pero la casi nula luz del lugar le impedía ver en donde y en qué se encontraba. Pero si había algo seguro, era que no se trataba de La Madriguera. El olor era muy distinto, aunque bastante familiar.
Demasiado familiar y relajante para lograr identificarlo en poco tiempo.
¿Acaso era Sans cantándole en voz baja? No entendía ninguna palabra de lo que decía, lo que le aseguraba que estaba tarareando en italiano y en algo que bien podría tomarse como una canción de cuna. De la pura sorpresa y pena, inmediatamente se giró para ver al esqueleto en el que estaba acostada en sus piernas como si fuese realmente un cachorro mimado, queriéndose levantar en el instante por lo mismo y siéndole casi imposible ante el mareo presente que le impidió siquiera ver con mayor precisión. Aun así, pudo notar que el esqueleto le sonreía con un deje de culpa y había parado de hacer todo en cuanto sus miradas se cruzaron.
-Vaya, si tienes el sueño ligero. –Comentó Sans en un susurro innecesario. –¿Qué hay, bonita?
-Sans, ¿qué...? –En verdad que tanta oscuridad y mareo no le ayudaban para nada, pero sentía sus mejillas arder al notar que definitivamente estaba acostada en sus piernas. ¿Él le había colocado ahí? ¿Por qué? –¿Dónde...?
-No me daba confianza dejarte en tal estado en un cabaret. –Le respondió tras varios segundos en los que ella no pudo formular bien su propia pregunta. –Y menos cuando tu aparente protector quedó en el mismo estado que tú.
-¿Flowey…?
-Se quedó en casa de los conejos. Estoy seguro de que estará bien.
Frisk trató de hacer memoria de todo lo ocurrido, pero además de aumentar su mareo con ello, se sintió avergonzada de muchas cosas ocurridas. Algunas le parecían borrosas, pero otras le hicieron cubrirse la cara en el instante, aun cuando ello no solucionaba nada.
-Lo siento, no debí decirte nada de eso. –Se disculpó sin querer verlo directamente, aunque la oscuridad podría ayudarle para ello sin necesidad de cubrirse el rostro con las manos. –Sé que son cosas que no se le deben decir a los hombres.
-No entiendo de qué hablas.
-Muffet me dijo… que esos temas no se les debe mencionar a ustedes.
-¿Y desde cuándo haces caso a algo como eso? –Se burló el esqueleto. –Sigue siendo tal y como eres, bonita. No te tienes que preocupar de esas cosas conmigo.
-Pero…
-Estoy tratando de quitarte la cerveza de tu cabello, pero creo que tendrás que darte un baño para lograrlo realmente. –Al sentir que la cepillaba de nuevo, se quitó las manos del rostro al notar que había cambiado de tema apropósito. ¿Acaso también le avergonzaba y prefería pasarlo por alto? ¿O nuevamente estaba sobre pensando demasiado algo que no valía la pena? –¿Cómo te sientes?
-Mareada… y con algo de asco.
-Bienvenida a tu primera cruda, bonita.
-La única que tendré.
El esqueleto rió sin dejar de cepillarle el cabello, pero no pasó desapercibido para ella que estaba algo distante, como si estuviera pensando demasiado y no supiera cómo expresarse adecuadamente. ¿O eso sólo era su interpretación? Sabía que debía levantarse si estaba acostada en sus piernas, pero no parecía importarle a él… y además ella no se sentía capaz de hacerlo ante un posible mareo que le terminaría tumbando en cuanto hiciera el esfuerzo. ¿Cómo era que Sans le gustaba tomar? El alcohol le parecía algo terrible en su experiencia del momento.
-No sabía que supieras cantar. –Mencionó tras hacer memoria de lo acontecido.
-Sólo soy entonado, la verdad es que no es la gran cosa.
-Pues a mí me gusta. –Insistió con una tenue sonrisa en su rostro. –Creo que habrías sido un buen músico.
-Gracias.
-Sans.
-¿Mmh?
-Tú también hueles bien.
-¿Gracias?
-Es que… esa vez en la que fuiste a mi casa en estado de ebriedad, eso fue lo que me dijiste. –Se explicó completamente apenada por la situación. –Me pareció apropiado decírtelo también si yo soy la que está en ese estado ahora.
-Así que te gusta mis ojos, mi voz, mi aroma… Ya de una vez admite que te soy irresistible, bonita.
Pese a su coquetería fuera de lugar como siempre, realmente iba a contestarle en ese preciso momento, argumentando que esa era una posibilidad de la que no estaba segura de sí era el caso ante su nula experiencia en la rama. Pero si había algo de lo que ya tenía en mente con certeza, era sobre ser importante para ella y que, en ese preciso momento, se sentía calmada de poder estar con él. Pero no dio palabra alguna de ello al caer nuevamente dormida, arrullada de tanta calma del momento y producto del alcohol que muy seguramente tenía consigo. Tal vez se lo cuestionaría en otro momento… si es que lograba acordarse, claro.
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La buena noticia, es que temporalmente tengo más tiempo para actualizar muchos de mis contenidos pendientes. La mala es que… ¿Adivinen quien se quedó sin trabajo… otra vez? n_nU Me arriesgué a lanzarme en algo mucho mejor y en parte no me arrepiento por atreverme por la experiencia, pero vaya que la gente puede ser difícil a veces y simplemente no le puedes agradar a todos. ¡Pero eso solo significa que debo esforzarme más ante algo mucho mejor que vendrá! :D
Sin más, espero poder ponerme al corriente de muchas cosas que he ralentizado o pospuesto mientras ando en busca de trabajo. ¡Y deséenme suerte con todo lo que planeo hacer para lo que queda el resto del año!
Michi fuera!
:P
