Hotland era un lugar que solo los de buen gusto podían amar. Si bien el clima caluroso que se sentía era proveniente de la inmensa cantidad de luces que se usaba en comparación a otros lados, o por la contaminación en general que se amontonaba en un solo punto, no dejaba de ser glamuroso y grande al grado de ser la razón por la cual Ebott City estaba en el mapa de los lugares reconocidos globalmente. Los negocios que se lograban ahí eran incomparables y las fiestas interminables. Los seres estaban mejor vestidos y los trabajos más variados. Realmente era la verdadera esencia de lo que implicaba vivir en una ciudad.
Si, Muffet admitía que prefería vivir en Hotland al ser algo más de su estilo y gusto, pero nada de eso se comparaba a la calidez que solo un hogar podía brindar, a la felicidad que una cena en compañía brindaba a diferencia de lo lúgubre que era picotear un pan dulce sin siquiera tener oportunidad de compartirlo. Realmente no le daba hambre estar así, pero tenía que degustar algo con tal de hacer algo en el día que deseaba que terminara de una buena vez. Al menos la luna que apenas se visualizaba a lo lejos estaba dispuesta a cumplirle esa petición, aunque si estaba siendo tan misericordiosa, habría agradecido que atendiera un deseo más fuerte en su mente, en su imploro en cualquier dios que estuviese dispuesto a escucharla.
Con la ayuda de sus arañas, había podido conseguir algunos periódicos para ponerse al tanto de lo que había ocurrido en su ausencia. Además de cómo había estado el escape de los Gaster de prisión que no le daba tantos detalles para su gusto, por primera vez en la historia un monstruo se estaba postulando para un puesto gubernamental y los medios no parecían darle importancia a ese hecho, aunque claro, pudiera ser por tratarse de notas compradas por la competencia que pretendía mantenerse en el puesto. Y el nombre del candidato novedoso por alguna razón le sonaba de algún lado, pero no lograba recordarlo por más que quisiera hacer memoria.
Pero lo que no se hacía mención en ninguna parte era su escape pese a que había sido muy escandalosa en eso. De algún modo eso le molestaba. ¿Ni siquiera para los medios era alguien importante?
Dejó de picotear su pan en cuanto escuchó el toque de la puerta que reconoció de inmediato. Sobresaltándose al mismo tiempo que lo hacía su corazón ante la emoción de saber que su deseo en verdad se había cumplido además de que fuese de noche. Nadie más que su querido W.D. Tenía ese ritmo en particular, como indicativo interno de que se trataba de él. Ya sea para despistar imitadores o para indicar advertencia. Como fuese, a ella siempre le causaba la misma emoción sin importar los años, deseando siempre poder escuchar ese sonido y contentándole de que aún tuviera oportunidad de seguir haciéndolo.
Su amado realmente había ido a verla tras su escape de prisión. Tal vez no en el tiempo que le habría encantado, pero había ido a verla sabiendo en dónde estaría. Y eso era suficiente.
Se arregló su vestido y peinado en el camino antes de abrirle la puerta, no queriendo verse mal ante él pese a que su tristeza y aburrimiento ayudaron a no tener ánimo de arreglarse un poco más. Pero agradeció que al menos tuviese un poco de maquillaje consigo.
-Viniste. –Soltó al momento en que le abrió la puerta, viéndolo tan magnífico y recto como siempre. –Pasa.
-Gracias. –Nunca era necesaria esa invitación para él, pero como el caballero que era, siempre se esperaba a que le dejara pasar o no en cuanto ella estuviera en el departamento. ¡Eso siempre era tan lindo! –¿Cómo te fue en prisión?
-Pues no fueron unas vacaciones de ensueño. –Se limitó a responder mientras cerraba la puerta. Que le preguntara de inmediato le indicaba que de algún modo se había preocupado por ella, o al menos eso quería creer en conjunto con su visita. –Seguí tus consejos hasta que no pude más.
-Eso supuse. –Su querido se sentó en el sillón, dejando que sus pequeñas arañas comenzaran a atenderlo llevándole una taza con cuidado. –¿Por qué no hiciste caso a mi advertencia?
-¿En verdad lo preguntas? ¡Estaba preocupada!
-¿Matando a todos y llamando la atención?
-Los periódicos ni siquiera mencionan mi escape.
-Pero eso no significa que el gobierno te tenga en la mira ahora. –Levantó su taza ahora que sus pequeños mayordomos le habían servido café. –Solo están siendo discretos como lo están haciendo con la florista. Queriendo aparentar control que no tienen.
Muffet no tuvo que pensar demasiado que la razón por la cual se había presentado era para regañarla, y ello solo le inquietó un poco por el hecho de que eso también significaba que se había preocupado lo suficiente para presentarse él en persona después de un tiempo. ¿Acaso su tardanza en manifestarse ante ella era porque quería controlar su enojo antes? Esa era su forma de ser y lo entendía, lo apreciaba, lo adoraba, pero que mencionara a Frisk dentro de lo mismo… No, no iba a molestarse por eso.
-Tal vez te considere algo… desalineada. –Que buscara un adjetivo suave para referirse a ella le causo algo de ternura que no pudo reflejar en el instante. –…Pero no eres una desobediente, Muffet. Tus acciones recientes pueden volverse un problema para la familia si sigues así y lo sabes. Lo que me hace pensar que en esto solo quisiste llamar la atención. MI atención.
-Duele que lo creas así, querido. No sabía nada de ti, de ustedes. ¡No sabía si estaban muertos ya!
-No habría pasado nada malo si te hubieras apegado al plan que te enseñé desde hace años para casos como este. ¿Por qué no hiciste caso en quedarte en Snowdin?
-Porque ninguno de ustedes estaba. No estaba ningún Gaster al cual salvar o proteger ahí. Descuidaste tu propio territorio y yo no podía quedarme de brazos cruzados. –Le dolía mucho ese hecho, pero no estaba para doblegarse demasiado ahora. Hacerlo solo lograría que se viese más patética ante su amado. –Pero fue bueno que lo hiciera. Cuando llegué con ustedes estaban al borde de arrojarse a un acantilado por su cuenta.
Por un momento esperó alguna represalia en aumento por su respuesta, pero no fue así. El esqueleto tomó de su taza antes de seguir hablando, pero bien parecía que solo estaba haciendo una pausa dramática por la forma en la que ingería demasiado y sin parar su bebida caliente. Era un adicto a la cafeína, pero no a ese extremo. ¿Acaso estaba nervioso? No podía creerlo, ¿estaba nervioso por ella? Ahora ella lamentaba no haberse arreglado mucho más para ese momento. ¿Finalmente le había provocado algo y no tenía ni idea de cómo lo había hecho?
Una vez que W.D terminó su café, dejó su taza con cuidado y entrelazó sus dedos recargándose en sus rodillas. Casi como si estuviera meditando o rezando, cosa que ya parecía bastante irónica la situación si no fuese por el hecho de estarlo viendo tan vulnerable ahora y solo estando así ante ella, solo para ella y nadie más. Por lo que sus palabras siguientes le sacaron un gran desconcierto que solo hizo que ella misma se pusiera nerviosa.
-Lo siento.
-¿Qué…?
-Por favor, no me interrumpas, que esto no será sencillo para mi. –En efecto, se veía demasiado incómodo de estar ahí. Si bien era algo que frecuentaba cuando estaba a solas con ella, algo dentro de ello le causó un vuelco al corazón al sentirse diferente esta vez. –Sé que hay varias cosas de las que debí hablar contigo hace tiempo, pero quiero iniciar disculpándome contigo. Tan solo eras una niña cuando te acogí y nunca reparé en el impacto que podría tener en ti el cambio.
Muffet quedó estupefacta, mas no soltó palabra alguna en espera de algo más que pudiera explicarle qué estaba pasando para que se comportara tan inusual para ella. Pero por más que le diera ese espacio que había pedido, Wingdings simplemente no pareció ser capaz de decir algo más. Por lo que en varios minutos hubo un silencio incómodo que solo pudo ser interrumpido cuando sacó algo de su gabardina y lo puso sobre la mesita del centro que los separaba.
Tenía que admitir en sus adentros que al ver que sacaría algo de su prenda habría esperado algo más romántico dado el ambiente que parecía estarse formando. Pero tan solo fue una carpeta que al momento de abrirla pudo reconocer que se trataba de algo civil, lo cual hizo que se le parara el corazón… hasta que pudo leer los primeros apartados que ya estaban contestados por él.
-¿Qué… es esto?
-Sabes muy bien que es. –Su indiferencia nunca le había dolido tanto como en ese preciso momento. Muffet tuvo que hacer un esfuerzo para no romperse de inmediato sin poder leer más allá. –A decir verdad, es algo que he pospuesto mucho.
Estuvo tentada a golpearse la cara con tal de comprobar que no se había quedado dormida picoteando un pobre pan. Esto tenía que ser una maldita pesadilla sin duda. No era posible que su amado, a quien tanto le dejaba en claro sus sentimientos y sus intenciones, a quien le dejaba en charola de plata muchas cosas que deseara y que ella haría lo posible siempre por conseguir para él, le estuviese trayendo algo como eso tras esperarlo tanto por su regreso, tras implorar poder verlo sin el temor de ser remplazada o apartada. Pero esto… era un completo insulto a sus esfuerzos. A sus sentimientos.
Y sin embargo, no soltaba la carpeta en espera de que aquello cambiara frente a ella. De que fuese solo una broma de mal gusto que los hermanos habían planeado para ella para provocarle un susto en su regreso. Pero nada de eso pasaba salvo estar sosteniendo en sus manos los papeles de adopción que le había traído el hombre que amaba y que una vez más la estaba rechazando de la peor forma posible.
-Un Gaster siempre debe quedarse en Snowdin, eso es algo que siempre les he dejado en claro a todos ustedes. Una indicación que tú no entendiste por un error que yo cometí y que al final fue alguien más quien tuvo que salvarnos a todos nosotros, pero tú solo te salvaste a ti misma, sin esperarnos a que…
-Los esperé. –Le interrumpió por impulso, no queriendo escuchar nada más de eso. –Siempre lo hago. Siempre te espero a ti.
-Muffet…
-Solo para. –Finalmente bajó la carpeta para arrojarla sin cuidado sobre la mesa. –No quiero escuchar el resto.
Le hizo caso en no seguir hablando, mas no se movió para nada para cambiar la situación. Como si esperara a que recapacitara, como si esperara a aceptar su propuesta que era un total insulto. Tantos años permaneciendo cerca de él… ¿para esto? Nada de eso era lo que esperaba, nada, nada, nada. Y lo que estaba obteniendo era justamente nada. ¡No era justo!
A Frisk le habían dado su lugar en la familia que realmente le correspondía que era ser la pareja de Sans, evidentemente haciéndola partícipe de muchas cosas con sumo respeto y protección, pero en cuanto a ella, por más que se hubiese esforzado en ser un elemento valioso, en ser lo más perfecta posible, solo le tocaban los insultos, los regaños, lo peor de lo peor pese a su esfuerzo de estar bien con todos ellos, aun cuando la habían apartado sin siquiera pensárselos todos. Y ahora que le habían permitido regresar porque la necesitaban, esto era la peor recompensa posible para su paciencia.
-¿Qué es lo que tengo que hacer para que finalmente me reconozcas, Windings? –Soltó con toda la amargura que estaba atorándose en su garganta. –Que lo hagas en verdad y no con esta clase de tontería.
-¿Crees que aceptaría a cualquiera en mi familia?
-Quiero ser la señora Gaster, pero no de esta forma. ¡Y lo sabes! –Aunque se viera con mal clase estar taconeando con enojo, no estaba para cuestionarse demasiado sus modales ahora. –¿Cómo es posible que me ofrezcas esto cuando sabes lo que quiero? Lo cuanto que YO te quiero. ¡Yo no quiero ser tu hija, quiero ser t…!
-Sé lo que quieres, ¡pero eso jamás pasará!
El esqueleto le interrumpió pese a no ser nada caballeroso de su parte. Incluso había alzado la voz para remarcarle demasiado sus breves palabras como un cuchillo que le estaba clavando en el corazón en cada segundo que permanecía ante ella. Marcando su distancia como si de un ladrillo más se tratase para que aquel muro entre ellos no fuese demolido por ella.
-Eres parte de nuestra familia, Muffet, pero la forma en la que puedo ofrecerte mi apellido es este. –Recalcó Wingdings mientras le acercaba nuevamente la carpeta para dejar en claro su punto. No queriendo que se enfocara en otra cosa salvo esa. –Te veo como una hija, nada más.
-¡Pero yo no…! –No pudo contener más las lágrimas, ahogándola por un breve momento hasta que ya no pudo más. –¡Yo no te veo así! ¡Yo te am…!
-¡Para!
W.D se puso de pie, tal vez por molestia o tal vez para seguir marcando su distancia de forma brusca, pero como fuera, tan solo la estaba lastimando con su presencia. Indispuesto a aceptar su amor solo por una tonta ideología de edades que no le importaba, o más bien, por el simple hecho de que era incapaz de poder volver a sentir algo por alguien. Tocándole a ella esa clase de castigo de amar a alguien que abrazaba la soledad y dolor por decisión propia.
Sabía que su corazón ya tenía dueña, sabía que era un reto poder llegar a él y que le llevaría el tiempo que fuese necesario para su final de cuento. Pero toda esa paciencia estaba llegando a su fin con un simple papel que, por más que fuese contestado por él para agilizar todo proceso legal, requería todavía su firma para que fuese oficial dado que se trataba de una adulta. Una mujer.
-Vete. –Las lágrimas no paraban de salir, quebrando su voz sin poder ser capaz de reparar en ello. –Vete.
-Muffet…
-¡SOLO VETE!
No fue consciente del momento en que activó su magia por impulso, pero tampoco le dio importancia si con ello lograba no verlo más. Iluminando sus ojos a la par que liberaba sus colmillos en su máxima capacidad, haciendo que las arañas de alrededor tomaran acción de querer sacarlo por ella, antes de que hiciera algo de lo que realmente pudiera arrepentirse. Pero no fue necesario por más que las arañas estaban alborotadas, dispuestas a cumplir su petición y posiblemente morderlo en el proceso. Por que él, sin esperar a más, se desapareció de su vista sin siquiera hacer mención de algo más. Dejándole esa maldita carpeta ante ella como si realmente fuera a considerarlo en algún momento cuando ahora solo estaba destrozada.
No dudó en romperla en todos los pedazos posibles, incluso la mordió una que otra vez para arrancar pedazos con furia, con dolor que nada más podría calmarlo ahora. Arrojando cada evidencia lo más lejos posible de ella para terminar dejándose caer al suelo, abrazándose a sí misma conforme lograba calmar su euforia que había liberado sus colmillos de la peor forma.
Muffet no paró de llorar, ni siquiera cuando la luz entre sus cortinas le avisaba que ya estaba amaneciendo para avisar un nuevo día de mierda.
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No lo parecía, pero Snowdin estaba mucho más vigilado de lo que aparentaba a simple vista, sin importar qué tan temprano fuese. No solo por los conejos que podían escucharla con poner un pie cerca de la frontera de ellos, sino también por unos extraños seres que no pudo identificar qué clase de monstruos eran, pero que quedaba claro que estaban al servicio de la familia Gaster si los topaba en cada punto estratégico para cualquiera con dos neuronas. Y siendo un lugar pequeño a comparación de las otras divisiones, era muy sencillo que pudieran dar con ella si tan solo diera un paso en falso en cualquier esquina.
Chara se lamentó mucho por eso, sintiéndose atrapada en lo que sabía de antemano que fue su propia decisión. Si bien era talentosa para ocultarse y defenderse de lo que fuera, no poder andar a sus anchas tras mucho tiempo de estar controlada por Kris no estaba siendo precisamente una mejora en su vida. Aun así, andaba en ese momento saltando entre techos, sin máscara que pudiera identificarla con la yakuza pese al riesgo, ocultándose entre callejones y estando a la luz del día pese a ser un conjunto de tonterías de su parte si su plan era mantenerse oculta de cualquiera que pudiese vincularla con Frisk. Necesitaba estar fuera de cuatro paredes por al menos un rato, fuera de la cercanía de varios mocosos queriendo su atención y que no estaba para ser niñera de ninguno de ellos. Así que portando la peluca barata que Fuku le había conseguido anteriormente, procuró tener el suficiente cuidado para tratar de conocer un poco más el lugar en el que se encontraba.
Snowdin era… nada llamativo, por no decir pobre. Parecía que había una frialdad intacta en el ambiente que combinaba con las casas tan descoloridas del entorno. Y ni hablar de los habitantes, que si bien parecían ser indiferentes, por su forma de andar le dejaba en claro que todos estaban demasiado atentos a lo que pudiera ocurrirles en el entorno por supervivencia. Siendo un lugar pequeño, seguramente aquel comportamiento solo era por chisme. Así que solo era una razón más para no verse sospechosa.
Pero de todo lo que recordaba de Frisk, nada de ello seguramente le gustaría para vivir. ¿Entonces por qué la había visto tan feliz aquella vez que había podido verla en la distancia? ¿O acaso solo había sido imaginación suya? Dudaba que algo verde pudiera surgir en ese putrefacto lugar al que llamaban barrio. Si no fuera por la estación del tren, seguramente no valdría nada el lugar. ¿Y lo Gaster en verdad se consideraban amenaza con tan poco? Había cosas que no le cuadraban tanto todavía, pero si Kris había intentado evitar el lugar, debían de haber más razones que solo mantener oculta a Frisk. De lo contrario habría hecho lo posible por infiltrarse a esas alturas con tal de recuperarla, reclutando a alguien nuevo para que no se viese sospechoso o algo. Y no parecía el caso por ahora.
Aunque claro, podría estarse equivocando nuevamente. Pensar en lo ingenua que había sido, solo le causaba un malestar estomacal que pareció no solo ser evidente para ella misma.
-¿Tienes hambre? –Reconocer la voz del chico de fuego no le hizo ningún bien. Indignándose en girar hacia él. –Vamos, te prepararé algo.
Fue así como se dio cuenta de que se encontraba cerca del restaurante que visiblemente se trataba de un bar oculto, y era lamentable el intento, pero no podía culparlo por hacerlo. La falta de alcohol solo haría que la ciudad se volviera más loca para cometer estupideces en escala, ansiando poder alejarse de la realidad que nadie era capaz de afrontar con tanta pobreza e injusticias en el entorno. Y el hecho de que el gobierno pusiera a todos bajo esa sobriedad solo los hacía más estúpidos al dejar expuesta la idiotez colectiva.
-Creí que no saldrías del orfanato por temor a ser descubierta. –Le preguntó el hombre de fuego mientras metía las llaves para abrir.
-Necesitaba estirar las piernas. –Se resignó en contestar más. El olor a comida frita le llegó tan instantáneo que no pudo resistirse. –La falta de obtención de clientes me volverá loca.
-No entien… ¡oh! –En efecto, parecía que le había entendido. O al menos el tono azulado en las puntas de su cabello parecía ser un indicativo. –Supongo que es el único modo que tienes para hacer ingresos.
-Se supone que estoy muerta, ¿lo olvidas? No es como que pueda pensar en una carrera a estas alturas.
-Pero si pudieras, ¿a qué te gustaría…?
-¿Me estás ofreciendo comida para seguirme interrogando? –Le interrumpió con molestia, pero aun así ingresó al lugar para no estarse exponiendo tanto sin moverse. –Supongo que debo verme tan lamentable para que creas que eso te va a funcionar.
-Solo quiero ser amable contigo, pero supongo que debes haberla pasado tan mal en tu vida para no ser capaz de darte cuenta de eso.
Chara rió con eso en el instante, negándose a responder eso sí tan obvio parecía realmente su caso. No obstante, sabía que haber aceptado el simple hecho de acompañarle a ingresar al sitio era riesgoso como para querer salirse con la suya. Sin duda alguna, debía de ser alguien que tuviera la facilidad de comunicarse con los Gaster en cualquier momento. Tal vez incluso podría ver a uno en ese sitio en cualquier instante y era una trampa para exhibirla.
Todo ello pensaba mientras se sentaba frente a la barra, hasta que el apetitoso aroma la calmó lo suficiente para en verdad desear quedarse un poco más pese a los riesgos. Aunque no lo admitiera, estaba comiendo bastante mal desde que había abandonado a la yakuza y era lo único que realmente podría extrañar fuera de todos los supuestos beneficios que tenía con semejante grupo en declive.
-Está bien. Solo un par de preguntas. –Tomó la hamburguesa con cuidado de que no se escurriera la grasa entre sus dedos. Realmente olía tan deliciosa que le haría salivar con facilidad. –¿Qué es lo que quieres saber de mi?
-¿Cuál es tu color favorito?
-¡Pfff! ¿Qué? ¿Estás tratando de coquetear conmigo? –Bajó la hamburguesa de inmediato con evidentes ganas de burlarse. –Conmigo no hace falta esa clase de boberías. Con gusto podemos ir a tu cuarto y...
-¡N-NO! Yo solo… quiero ayudarte a liberarte poco a poco. –El rostro del bartender se puso más azul a la vez que sus lentes se empañaban. Vaya, era gracioso saber que el fuego podía ponerse aún más caluroso. ¿Qué tanto podría provocarlo para averiguarlo? –Lo siento, creo que eso sonó muy mal. (Ejem…) Lo que quiero decir es que debe ser difícil poder ser tú misma con tantos disfraces encima.
-Según tú, ¿quién soy yo como para estar así?
-No lo sé, es lo que quiero averiguar.
-Aja, ¿y tu segunda pregunta?
-Pero si aun no me has contestado la…
-Nunca dije que te respondería, solo que podrías hacerme dos preguntas. –Le sonrió con malicia. Queriendo ver su gesto de decepción de inmediato, mas no pareció ocurrir ni por asomo. Y dado que no podía oler algo que no tenía esencia propia, no tenía modo de saber si le había ocasionado al menos algún nerviosismo o inquietud. –Así que hazla, que una vez que acabe esto, me iré. Ya fue demasiada exposición para mi por un día.
-De acuerdo. –Con calma, el dueño del lugar sacó un vaso y una botella aparentemente reciclada para colocarlas en la barra. Sirviéndole un trago sin que se lo pidiera, pero agradeciéndolo en sus adentros. –Mi segunda pregunta es, ¿qué tanto dependes de los olores para guiarte?
Le había colocado el pequeño vaso servido ante ella, pero Chara se rehusó a tomarlo ante tal pregunta para nada casual. Ahora le estaba tocando al bartender estarse burlando de ella con nada de cinismo. No cabía duda de que el sujeto no era tan tonto como creía y eso solo la hacía a ella misma una verdadera idiota en picada. Había sido muy descuidada para que alguien desconocido pudiera descubrir eso de ella con tan solo verla un par de veces. Ni siquiera Kris había podido descubrir muchas cosas de ella en años, pero debía de recordarse que el tipo ya le había dicho que era un tipo de investigador como para haberse sorprendido a estas alturas. Y eso era tan aterrador como admirable de su parte.
-Para ser una fumadora frecuente por tu forma de sostener el cigarro, lo apartabas no porque te molestara el humo en sí, sino porque no querías olerlo mientras estuviera un extraño contigo y muchos niños a los cuales mantenerte atenta. –El dueño continuó hablando con calma, manteniendo su sonrisa mientras se servía un trago para él de forma victoriosa. –Y en todo tu camino entre saltos, usaste como puntos clave aquellos que tenían como algo en común el hecho de tener un olor fuerte. Supongo que ese es el modo en que puedes ubicarte en un entorno desconocido.
-Me estuviste siguiendo desde que salí del orfanato. –Concluyó de inmediato.
-Soy bueno en mi trabajo. Y eso me lleva a suponer que tengo la ventaja de que no puedes olerme a menos que porte algo conmigo, ¿cierto? –Chara tuvo que reprimir un gruñido inmediato. Maldita sea, ¿hasta eso había descubierto con una simple exposición? –Tu silencio me es suficiente respuesta, muchas gracias.
Levantó su trago en modo de triunfo, queriendo chocar con el suyo que aun ni se atrevía a levantar por la sorpresa. Lo que le había servido olía casi a alcohol etílico, por lo que debía de ser una bebida fabricada en el mercado negro. Ciertamente no le sorprendía tanto como el tipo al que debía de reconocer que lo había subestimado. Era más inteligente de lo que había creído… o tal vez no tanto, si le había contado todo de inmediato en lugar de guardarlo para sí mismo y usarlo en una oportunidad.
Había estado pensando en tantas cosas recientemente, en los secretos de Kris, en la existencia de su hermana, en estar atenta a la yakuza y a un puñado de mocosos sin supervisión, que simplemente cometió torpezas que le habrían hecho ganar un buen golpe bien merecido al grado de la inconsciencia. Pero en su lugar, terminó levantando su bebida para chocar con la suya que le estaba esperando pacientemente. Sonriéndole como respuesta, además de tomar de un solo golpe aquella asquerosidad que solo combinaba con el mal sabor de boca que le generaba su propia vida. Estando en sintonía por la visible expresión que había hecho el bartender al momento de terminarse su trago también de un solo golpe a modo de espejo.
-Así que este encuentro no fue una casualidad. –Chara tomó su hamburguesa nuevamente para quitarse ese mal sabor con algo mucho mejor. No iba a permitir que su comida se enfriara, aunque con su presencia era suficiente para que ello no pasara. –Bueno, puedo ver ahora de dónde Fuku sacó lo astuta.
-En realidad lo heredó de mi hermano. –Pese al mar sabor que tenía, el bartender se sirvió otro trago. Tal vez al ser un hombre de fuego no le afectaba tanto el sabor. –Ella sacó su talento e ingenio, pero es una lástima que no lo use para los estudios. Es muy terca.
-Es realista. Las escuelas no enseñan nada que pueda ser de utilidad para el mundo real.
-¿Estuviste en una escuela para saber eso?
-No, pero me acosté con muchos que sí estuvieron en una. Y créeme, no tienen ni idea de cómo sobrevivir fuera de la burbuja en la que viven. –Dio otra gran mordida antes de seguir hablando. No se había percatado del hambre que tenía hasta que comenzó a comer. –Son unos idiotas que solo hacen de este mundo aun más idiota.
-Ahora veo porque le agradas a Fuku. –No estaba segura de si eso era un cumplido o no. –La comprendes.
-No le agrado, solo siente que me debe un favor por sacarla con vida de ese agujero.
-Fuku no ayuda ni se encariña con cualquiera. Es muy selectiva con quiénes se junta o con quienes desea hablar realmente. Créeme, le agradas.
-Pues entonces es una tonta por hacerlo. Nadie en su sano juicio quisiera estar cerca de una prostituta que puede matarte. –Le robó el trago de las manos para tomárselo ella misma. Malo o no, seguía siendo alcohol. –Aunque tal vez eso sí lo sacó de ti.
-Sí, tal vez.
-Awww, ¿entonces admites que sí quieres estar cerca mío?
-N-no me refería a eso…
Sí, ahí estaba ese tono azulado de nuevo que le estaba divirtiendo ahora. No cabía duda de que siendo un hombre soltero que cargaba con una menor de edad a su tutela, debía de privarse de algunos placeres con tal de ser un buen ejemplo ante la aburrida sociedad juzgona. Pero eso no lo hacía dejar de ser hombre y debía de tener necesidades, los cuales podría ayudarle con gusto con eso si ya le estaba ayudando en algunas cosas sin pedir mucho a cambio. No obstante, la forma en la que se negaba le daba a entender que se trataba de ese tipo de hombres tímidos que preferían mantener sus valores intactos antes que sobrepasarse tan solo un momento.
Eso lo haría un hombre bastante aburrido si no fuera por lo astuto que resultaba en los momentos menos esperados. Era alguien que tenía la suficiente confianza de los Gaster para que no le estuviesen vigilando, para que pudiera andar a sus anchas sin sentir que corriera peligro en un barrio tan pobre de vista. Para que hiciera partícipe a una familia mafiosa solo para poder salvar a su sobrina de las garras de la mala vida de callejón. Sin duda alguna debía de ser un elemento valioso para los Gaster si tenía privilegios con ellos, pero eso solo le hacía tener aún más cautela de él por lo que pudiera usar a su favor.
No podía bajar la guardia solo porque no le parecía un mal tipo a simple vista. Debía de hacer que él lo hiciera.
-Eres extraño, ¿lo sabes?
-¿Por qué lo dices?
-Fuku no es tu hija. Fácilmente pudiste deslindarte de ella en cuanto ya no estuvo a tu alcance. Pudiste hacer una vida para ti en lugar de cargar con una responsabilidad ajena.
-Fuku es toda la familia que tengo. –Pese a que podría sentirse ofendido con su sugerencia, no fue el caso. Y le habría gustado que al menos fuese porque ya lo habría pensado antes, pero le era visible que simplemente estaba siendo calmado o comprensible con ella. Que asco. –Y haría lo que fuera por mantenerla segura y feliz todo el tiempo. En eso debes entenderme, supongo.
Chara optó por darle una gran mordida a su hamburguesa en el instante, con tal de no decir nada al respecto teniendo la boca llena con algo mucho mejor que palabras ahogadas. Lo sabía, le era evidente que el parrillero solo quería sacarle cualquier información, seguramente para compartirla con los Gaster en alguna oportunidad si se trataba del mejor amigo de quien era su cuñado desconocido. Pero no caería en eso solo por aceptar su comida o agradecerle su silencio. ¿Acaso la tomaba por desesperada? Si de cualquier manera nunca moriría de hambre en el sentido figurado. Solo era que aquello detonaba más su estado salvaje para su mala suerte, y con tantos niños presentes prefería prevenir cualquier riesgo de su parte hacia ellos.
-No por título, pero mi hermano fue un gran detective, apasionado a la ética y la justicia. –Chara pasó bocado con amargura. Genial, parecía que quería contarle su vida ahora de la nada. ¿Cómo era que le hacía para atraer siempre ese tipo de seres parlanchines? Tan solo quería comer agusto. –Pero eso lo llevó a ganarse enemigos que terminaron acabando con su vida y con la de su esposa. Quien fue nuestro jefe pudo encontrar a los culpables y detenerlos, por lo que podemos decir que hubo justicia para Fuku y para mí pese a todo. Por lo que ella cree en una mejor ciudad gracias a que cree en seres que saben hacer lo correcto.
-Es peligroso creer que los hay. –Mencionó tras pasarse el bocado. Siendo tal vez un error de su parte haber hablado tan pronto. –En este mundo cualquiera puede traicionarte o usarte cuando menos lo esperes.
-¿Crees que Frisk lo haría contigo si te acercas a ella?
-¿Me tomas por tonta? –Le observó con desprecio.
-No, fue una pregunta genuina. –El parrillero irradiaba tanta calidez y calma que solo le molestaba cada segundo de su presencia. –Tantos años separadas, debes tener dudas de cómo es actualmente.
-Y tú estás aquí para aclarármelas, ¿no? –Chara rió amargamente. –¿Qué te hace pensar que quiero saberlo todo?
-Bueno, ella es muy curiosa y directa. Creí que tú…
-¿Que sería igual solo porque venimos de la misma línea de sangre?
-No, que sería el mismo caso en cuanto ella sepa sobre ti. Al menos una de las dos podría prepararse un poco, ¿no?
-Ella no sabrá sobre mi. –Le apuntó con la hamburguesa mordida al ser lo único que tenía en la mano para amenazarlo, pero tan solo le causó una sonrisa reprimida que pudo visualizar a leguas. –¿Te quedó claro, parrillero?
-¿Parrillero?
-La razón por la cual estoy cerca es porque debo asegurarme de que mi hermanita esté a salvo de la yakuza y de las manos de la familia con la que se encuentra oculta. –Le recordó al momento en que dejó de apuntarle con su comida. Al menos ello había hecho que oliera más deliciosa. –Amigos tuyos o no, aun no tienen mi confianza. Ni siquiera tú.
-Esas dudas pueden aclararse fácilmente si tan solo te permites escuchar.
-Es difícil si solo tienes puras preguntas por dar.
-Lo siento, eso es porque eres muy enigmática en muchos aspectos. Por ejemplo, aquella noche tenías los oídos cubiertos contra el canto de la sirena. –Chara sonrió en el instante sin verle directamente. Sabía que tarde que temprano le tocaría el tema. –¿Acaso…?
-Toda carne sabe a pollo con un paladar como el mío. Me da igual con qué me meto, así de simple. –Optó por ir por la tangente mucho antes que la conversación fuese para largo sin sentido. –El mundo ya me juzga por demasiadas cosas como para importarme la opinión que tengas sobre mí en esto.
-No tenía intención de juzgarte. Solo quiero comprender.
-¿Comprender a una prostituta? –Vaya, la situación era un amargo deja vu.
-Comprender por qué te estás aferrando a eso. –Chara se limitó a soltar una risa con eso. ¿Ahora resultaba que la entendía? ¡Por favor! No tenía ni idea. –No parece ser algo que te guste, sino algo que te fuerzas a digerir sobre ti mis…
Harta de la situación, optó por arrojarle un shuriken que había guardado para una ocasión especial mucho mejor que esa, pero teniendo que hacerlo con tal de callarlo de reverenda estupidez en crecimiento. Estampándolo en la pared con tal precisión que lo habría matado si lo hubiera querido y el idiota jamás se habría dado cuenta.
Odiaba que quisieran emplear tal argumento con ella para tratar de ablandarla o hacerle bajar la guardia. ¿Algo que no le gustaba, dice? ¡Si ella era quien se prestaba a hacerlo con mucho gusto! ¿Tendría alguna idea de la libertad que se experimenta al momento del éxtasis? ¿Ser quien tiene el absoluto control en ese preciso momento, sea quien sea con quien compartía el momento? Sin tener que esmerarse en recordar rostros, voces, en tener que recordar la forma que cada ser tenía de tocar, sin tener que generar una empatía que luego seguramente la usarían en su contra por sentimentalismos que estaban fuera de lugar, que no llevaban a nada.
Chara conocía la ciudad mejor que nadie. Conocía el rostro que un pervertido realmente tenía mientras saludaba al prójimo con una sonrisa angelical, conocía el rostro de cómo se podía ver realmente un masoquista, un maldito violador o cualquier tipo de ser que se dignaba a andar en las calles. Todos tenían una máscara para aportar, todos eran unos malditos hipócritas en una ciudad corrupta de mierda. Por lo que en verdad le irritaba que alguien tratara de entenderle cuando siempre el que estaba ante ella era el primero en tener una máscara mientras empleaba cada una de sus palabras. En tratar de engañarla para obtener siempre lo que querían cuando no necesitaban esa clase de esfuerzos con ella… porque simplemente prefería dárselos a tener que andar con rodeos absurdos. Rindiéndose a aquello que una y otra vez se presentaría como para lamentarlo a estas alturas.
El colmo de todo eso había sido el maldito de Kris. Un amargo recordatorio de que aún podía ser engañada pese a todo, aún podía ser manipulada, aún podía ser lastimada de alguna manera. Así que más le valía no seguir siendo una tonta. Y tendría que empezar con el tarado que tenía al frente, el cual pretendía jugar la carta de ciudadano ejemplar cuando, siendo amigo de un mafioso, indiscutiblemente debía de ser una fachada más. Nadie podía ser tan bueno todo el tiempo.
-Escúchame bien, idiota. He chupado pitos como no tienes ni idea, he degollado cuellos en varias ocasiones, he ahogado entre mis piernas a mis víctimas, algunos lo disfrutaron y algunos otros agonizaron, claro. –Atravesó la barra de un salto para quitarle el arma afilada que quedó en la pared y que, de alguna manera, sí lo había paralizado con solo verla a lado de él y tan cerca. –Así que dime, parrillero. ¿Crees que mi hermana merece tener a alguien como yo cerca? Cuando yo me rendí desde hace mucho, mientras ella… ¿siguió con su vida?
Odiaba tener que confesar algo así, aun cuando no dijera mucho sobre su persona, pero sí lo suficiente para el tipo que ahora no parecía emitir palabra alguna desde la advertencia.
-Si te llevas bien con Frisk, eso es bueno para tu bien. Pero no esperes a que yo sea igual porque simplemente no lo somos, nunca lo fuimos. –Y detestaba recordarlo justo ahora que se sentía vulnerable de forma tan patética. –A ella todo el mundo siempre la quiso, siempre la cuidaron, siempre la amaron. Mientras que para mi… fue una cosa muy distinta. ¿Y sabes qué? Me alegra que haya sido así, por lo que quiero que se mantenga así sin mi intervención.
-No suenas convencida de eso.
-Me vale mierda lo que quieras creer.
Dio un último bocado y comenzó a dirigirse hacia la puerta, aun cuando sería más apropiado para ella irse por el otro lado del restaurante para no verse sospechosa o expuesta a quien sea que fuera a entrar en busca de alimento matutino. Pero ya había tenido suficiente.
-Los niños con los que convives en el orfanato, alguna vez convivieron con tu hermana. –Mencionó el bartender pese a que le estaba dando la espalda. Y aquello que le decía no era sorpresa por la forma en que los mocosos se expresaban de ella. Razón para siempre estar alerta de ellos. –Inspirándolos a cuidar del parque, de las plantas, a jugar con todos sin importar si se trataban de humanos y monstruos. Ellos me mencionaron que un día, ella les contó que habría dado lo que fuera por volver a jugar con sus hermanos. Desde entonces, los niños de este barrio siempre la buscaron para jugar con ella. Siguieron su ejemplo de cuidar lo poco verde que podía conseguirse en el parque central.
Chara se quedó quieta, escuchando atentamente pese a que podría tratarse de un error más de su parte, pero no cabía duda que escuchar quien era la adulta de su hermana era un cierto alivio que no sabía cómo explicarse.
-Tal vez tu hermana obtenga mucho cariño como dices, pero creo que eso es porque tuvo muy buenos hermanos que le dieron la confianza para poder hacerlo, siendo su única familia de verdad. –Pudo escuchar sus pasos, acercándose a ella con cuidado. Tal vez procurando no incitarla a arrojarle otra cosa por su intromisión en aumento. –Ella sabe seguir adelante a su manera, pero hay alguien que todavía tiene en su vida y no lo sabe. ¿Cómo te sentiste tú todo este tiempo, hasta que descubriste que ella estaba viva?
Si hubiera querido, lo habría golpeado contra la puerta ahora que se había acercado lo suficiente a ella, mas no lo hizo por el puro ánimo bajo que ahora tenía tras esa maldita pregunta. Por supuesto que estuvo en negación, creyendo que siempre estuvo sola en el mundo, maldita por ser la única en sobrevivir a algo que no le deseaba a nadie por más que le odiara. Pero ahora, solo estaba aterrada por lo que pudiera cambiar entre ellas tras tanto tiempo creyendo la muerte de la otra. Haciendo sus vidas a su manera y descubrir que fue ella la que la había cagado en todo su esplendor.
No, aun no estaba lista para saber qué quería lograr por ahora. Pero al menos podía decir que le habría ido peor si no fuera por el par de flamas andantes queriendo entrometerse. Aquello le inquietaba como le aterraba porque no sabía cuáles eran sus verdaderas intenciones, pero si sabían leerla sin necesidad de que ella quisiera abrirse de la manera que no acostumbraba, al menos podían ahorrarle un poco el malestar.
-Te detesto, pero tengo que admitir una cosa. –Se giró hacia él con lentitud. –Eres bueno escuchando, parrillero.
-Es un gaje del oficio. –Le sonrió el fuego fatuo, aceptando sus palabras como cumplido.
-¿Como bartender o como investigador?
-Supongo que un poco de ambas.
Sin estar abriendo la puerta todavía, terminó suspirando con resignación. El dueño del lugar le estaba ocultado el secreto a todos, le estaba alimentando cuando podía y le escuchaba pese a no querer emitir palabra alguna de todo lo que le inquietaba. Tal vez ella era muchas cosas, (entre ellas una desconfiada), pero no era una malagradecida. Al menos debía de darle algo a cambio, ¿cierto?
-El verde. –Por un par de segundos, el hombre le miró desconcertado. –El verde es mi color favorito.
-¿Qué tono de verde? –Chara le miró con desprecio con su insistencia. –Bueno, es que hay muchos.
-Supongo que solo verde. –No le dio tanta importancia a las especificaciones, pero sí al recuerdo que le generaba. –El color me recuerda a mi hermano, haciéndome correr entre plantas para distraerme de todo lo que estaba pasando realmente.
-Es curioso, el mío también es el verde.
-No te pregunté.
-Porque es el color que me recuerda a mi hermano y a Fuku. –El bartender continuó hablando sin darle importancia. –Curioso que un color lleno de vida lo relacionemos con la familia, ¿no crees?
Chara gruñó por lo bajo. Que el fuego fatuo fingiera todavía tener empatía con ella le generaba demasiado malestar para poder expresarlo abiertamente. Sobre todo por el hecho que por un breve segundo, en verdad le había agradado la idea de que alguien pudiera comprenderla por una vez en su vida.
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Eso había salido más desastroso de lo que había planeado. Pero al menos había dado el paso para aclararle finalmente cómo estaban las cosas entre ellos. O por lo menos era lo que Wingdings se repetía conforme recorría los frívolos pasillos de su barrio desde que se había aparecido en ellos, sin tener un rumbo fijo al optar por tener compostura antes de volver a casa. No quería que sus hijos le viesen así.
Sabía que Muffet no reaccionaría con prudencia y comprensión a la primera, pero que le enseñara los colmillos de esa manera era algo que no había anticipado en ningún momento. Si se hubiera quedado un segundo más, tal vez habría terminado queriendo hacerle daño sin que se diese cuenta, por lo que se apuntó en que debía de regular esa conducta en ella por su propio bien. No era adecuado que una hija suya tuviera esa clase de arrebatos.
Hija… si es que aceptaba serlo, claro.
Tal vez era algo que debió comentar con sus hijos previamente a la decisión, pero por las palabras de DT-00X comprendió que había sido holgazán con un tema que solo había ido en declive por no aclararlo desde hace años, con la firmeza que era necesaria para algo como eso, siendo una responsabilidad que sólo le competía a él.
Él no era un consentidor que solo arruinaba vidas volviéndolas débiles, él era disciplinado y buscaba que su entorno fuese igual. Y si bien no era algo que funcionara con sus hijos de forma pronta, al menos lo estaba logrando con la florista que demostraba un talento ejemplar para lo que se había imaginado, digno de trabajarse con constancia para volverla una negociante temible para cualquiera que intentara doblegarla como el peor error de su vida.
Aunque ahora que la observaba en cuanto se había aparecido en su sala, tal vez se había precipitado con ella también.
-Buongiorno, señor. –Mencionó la florista con un acento algo pobre todavía y con evidente cansancio reflejado debajo de sus pobladas pestañas. –En un momento le preparo el desayuno, así que duerma un poco mientras tanto.
-¿Y Sans y Papyrus? –Se limitó a no preguntar primero por todo el papeleo y cosas raramente acomodadas por los alrededores de su sala. Era como si estuviese jugando un ajedrez de muchas dimensiones y reglas esparcidas entre libros semiabiertos y hojas arrancadas. –¿Y mis seguidores y la flor?
-Sans se encuentra descansando, no durmió en toda la noche. –Que le respondiera eso cuando era evidente que ella tampoco, tan solo hizo que se inquietara por las posibilidades durante su ausencia. –Flowey está tomando el sol, Papyrus está mudando y los seguidores comenzaron su trabajo desde antes tras su ausencia.
-¿Y tú? –Finalmente le preguntó tras ver que mientras le hablaba, seguía sin verle directamente al estar demasiado concentrada. Casi podría decir que obsesionada con lo que estaba haciendo.
-Estoy bien, solo estoy trabajando.
-Por tu expresión debo suponer que tú tampoco pudiste obtener tal información requerida.
-Estoy en proceso de eso.
-¿Acaso te hizo algo?
-No, en realidad Mettaton fue amable a su manera, la mayor parte del tiempo. –Que tuviera que especificar eso último solo le confirmaba que se había sentido cuanto menos incómoda. –No me explicó el por qué de sus acciones, pero me dejó en claro que es firme a sus propios ideales que provienen de una autoconfianza defensiva. Así que no es algo que me lo dirá por nomás, a menos que tenga la necesidad de hacerlo por algo que yo pueda aportar en ello.
-Por la forma en que lo describes, debo asumir que solo se lo preguntaste directamente y ya.
-Sí, algo así. –Wingdings ni siquiera se sorprendió por eso, aunque había estado esperando algo mejor de su parte con sus enseñanzas. –Pero como dije, estoy en ello. Hoy tengo que asistir con él a una reunión de negocios con un cliente, así que aprovecharé para sacarle información poco a poco.
-Espera, ¿qué?
Ahora comprendía qué estaba haciendo con tanta dedicación a los detalles. Si bien podía reprocharle por haber alargado algo como eso por un error de preguntar directamente, notaba que estaba haciendo lo mejor para alguien que sabía cómo mantenerse a flote con vida por su cuenta. Debía de romper sus barreras a través de la confianza, hablando su mismo lenguaje y manteniéndolo cerca para evitar cualquier fuga informativa posible que le pusiera todo en contra. Por ello y más, parecía que estaba haciendo simulaciones de lo que debía de hablar o actuar, desde modales en la mesa hasta conversaciones casuales que podrían desarrollarse.
-Don Gaster, ¿qué tanto pudieron contener su magia esos reflectores inalámbricos con los que estuvo esposado? –Pese a que le estaba preguntando, no parecía ser paciente de momento. Ahora que la observaba bien, algo en ella no parecía ir bien. De nuevo se estaba conteniendo de algo y eso le comenzaba a inquietar. –Si juntamos suficientes y comprendemos cómo es su funcionamiento, podríamos debilitar al Gran Don, ¿cierto?
La pregunta había sido demasiado directa, aun tratándose de ella. Comenzaba a pensar que esas ojeras no eran solo por sentirse fracasada en una misión primeriza.
-¿Por qué el interés repentino? Creí que querías prepararte antes.
-No tengo tiempo para seguir aprendiendo. Cada segundo que pasa, es una oportunidad para que él siga lastimando a cualquiera. –Que reprimiera un bostezo hablando entre dientes, solo hacía que se inquietara más por lo que podría estar pasando en su cabeza ahora. –Debe ser detenido en cuanto antes.
Wingdings se quedó en silencio, observándola hacer sus planes que a simple vista parecían interesantes, pero que detenidamente eran acciones desesperadas de su parte que pudieran incitar a cualquier error partiendo de una impulsividad no precisamente característica de ella. Pero definitivamente había enojo en su voz, molestia en sus mirada y rabia en sus manos temblorinas.
¿Qué estaba pasando ahora?
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F is for Friday, F is for February… F is for Flapperversary!
Este domingo 11 es el aniversario de esta historia y el jueves 29 es la celebración del cumpleaños de Sans, por lo que quiero hacer de este mes una gran celebración.. ¡Porque además ya se llegó a las 300 mil lecturas! ¡Aaaaaahhhh!
A través de mis redes sociales, de forma aleatoria en este mes estaré compartiendo curiosidades, dibujos, escenas eliminadas y no sé, tal vez se me suelte un spoiler por ahí. Así que manténganse atentos a mi instagram, youtube y twitter (ya sé que se llama ahora x, pero suena demasiado x decirle así). ¡Y eso no es todo! Porque ustedes forman parte de esta historia, quiero que tengamos juntos una foto juntos (por decirlo de algún modo, jaja), así que como dinámica, a quienes se dibujen con atuendo de los años 20-30 y lo suban por instagram y/o twitter con el hashtag #flapperversary y me etiqueten ( michsonrisa), saldrán en un dibujo conjunto donde estaremos todos celebrando este aniversario. La fecha límite para tener todo junto es el viernes 23. (Si lo suben con fondo blanco lo agradeceré).
¡Yyyyyyy eso no es todoooooo! Entre las cosas que estaré soltando en el mes habrán cosas que tal vez no cualquiera vea, tal vez… hay un misterio que deba ser resuelto. ¿Serás capaz de descubrirlo?
¡Michi fuera!
:D
