Había veces que Shyren extrañaba la lluvia. Solo así podría ocultar sus intensas ganas de llorar.

No quería decir nada para mostrarse fuerte en momentos como ese, donde los que más estaban sufriendo eran justamente la familia que le había acogido cuando ella no había tenido nada. Pero la verdad era que estaba temerosa de cuánto podía irse de mal en peor las cosas, del miedo de arrepentirse de su decisión de confiar en Sans por el simple hecho de que Frisk confiaba en él, cuando ambos justamente formaban parte de los malestares que estaban produciendo en una familia que procuraba mantenerse optimista por su propia cordura. Y lo peor del caso, era lo mal que se sentía por estar pensando en esa clase de cosas. Sabía que no eran su culpa, pero la sensación de querer soltar su frustración en alguien más le comenzaba a sobrepasar todo sentido común.

En grupo, habían logrado recuperar algunas cosas del derrumbe, pero no suficiente para mantener el recuerdo de una vida calurosa y sonriente a su manera. Teniendo gran parte de ellas en cajas recicladas que habían logrado recoger y teniendo que dejar en esquinas frívolas de un lugar que no se sentía para nada acogedor. Ni siquiera los niños que habitaban ahí se sentían cómodos, pero al igual que ellos, no tenían ni un otro lugar al cual llegar. Siendo abandonados por la justicia, por gobernantes y por los dioses. Ni siquiera preguntaron por qué se estaban mudando con ellos, tal vez aquel significado de agradecer por un techo lo tenían más renuente que cualquier otro ser.

-También hay habitaciones libres por allá y allá. –Señaló la kraken antropomorfa que parecía ser la mayor de todos los huérfanos. Tal vez los niños la tomaban por líder por la forma en la que aceptaban sus indicaciones también. –El gas no sirve en la cocina, pero pueden intentar repararlo por su cuenta. De cualquier forma no lo usamos.

-Gracias. –Comentó Shyren algo perpleja. –¿Qué edad tienes para estar aquí?

-Lo suficiente. –Contestó la chica sin mucho ánimo. –Les recomiendo no hacer muchas preguntas a los niños. Algunos dicen disparates con tal de obtener algo, y otros simplemente no hablarán por más que se les insista sobre su vida. También cuiden sus bolsillos, no nos hacemos responsables de lo que se les desaparezca. Y ustedes trajeron muchas cosas.

-Gracias. –No supo qué más decir con tales indicaciones

-¿Cuánto tiempo estarán aquí?

-Lo suficiente. –No pudo evitar decirlo con el mismo tono. –No tenemos a dónde ir mientras tanto.

-Descuiden. –Exclamó un niño que no tenía brazos, asomándose en el instante y cayendo al suelo por su misma emoción. –¡El espíritu zorro también les cuidará!

-¿Qué?

-Como dije. –La chica extendió un tentáculo de su cabeza y levantó al niño. –Algunos solo dicen disparates. Buenas tardes.

Aquello no le había pasado desapercibido, pero tuvo que actuar como si lo hiciera mientras se dirigía hacia el piso inferior, pretendiendo seguir acomodando unas cosas cuando realmente quería encontrarse con Ronnie a la brevedad. ¿Qué acaso él no había dicho algo sobre un ser con máscara de zorro? Si le servía de algo de lo que le había encargado Don Gaster, más le valía contárselo.

-Ammm, Shyren. –Connie le llamó desde la puerta principal al momento de verla pasar. –Aquí hay alguien que te busca.

Teniendo que atravesar algunos niños que corrían en el pasillo, se acercó con algo de duda, que se transformó en nerviosismo al momento de ver la cara de preocupación que emitía la coneja conforme se alejaba lentamente. Aquello no significaba nada bueno, y mucho menos al momento de ver que quien la buscaba particularmente, se trataba de un humano que nunca había visto en su vida.

-¿S-si?

-Saludos, soy el detective Michael Hallyton, del equipo de seguridad de Ebott City. –El humano mostró su placa para dejar en evidencia que era cosa seria, lo cual la puso más nerviosa sin ser capaz de ver el objeto metálico por más de un segundo. ¿Qué querría la policía de ella? –¿Puedo hacerle unas preguntas, señorita Watterson?

-Y-yo…

-Depende. ¿A qué se debe su visita?

Ronnie inmediatamente se había colocado a lado suyo, estando erguido, queriendo mostrarse impotente ante el humano que no apartaba la vista en ella pese a que alguien más le había hablado. Tal vez esperando una respuesta todavía, pero al no obtenerla tuvo que cambiar su jugada. Al menos en su mirada no había arrogancia o prepotencia, de lo contrario habría terminado llorando en el instante por el miedo que le producía la situación en incertidumbre.

-¿Y usted es…?

-Soy su prometido.

-Entiendo. –Lo miró fijamente tras esa respuesta. –¿Me permiten pasar?

-No, hay niños presentes, y como usted comprenderá, podrían ponerse nerviosos de ver a alguien como usted. –Atajó Ronnie con la misma rudeza, sin desaprovechar la ocasión de mostrar su molestia ante el hecho de que la policía asistiera en casos que aparentemente solo les interesaba, en lugar de atender emergencias como las que estaban pasando ellos, o los mismos huérfanos abandonados con los que tendrían que compartir techo. –Si lo que quiere es hablar, hablemos afuera.

Agradecía que Ronnie tomara la iniciativa de acompañarle sin dar opción a otra cosa, y tal vez era por ello que había expuesto ser su prometido para que no pudieran reprocharle eso. Siendo un título que muchos respetaban sin cuestionamientos, más allá de lo que debía de significar como gesto romántico para quienes anhelaban esa clase de vida. Para ella, solo era un escudo mutuo para no estar en la mirada juzgadora de todos. Y tal parecía que no había sido suficiente para semejante visita.

-Shyren Watterson. –Mencionó el humano una vez que mantuvieron distancia del orfanato y entre ellos. –¿Cuántas generaciones lleva viviendo aquí?

-¿Esto es un interrogatorio sobre su pasaporte, señor? –Nuevamente interrumpió Ronnie, ahora con más molestia reflejada en su voz. –Es una sirena, pero eso no la hace una extranjera. Nació aquí.

-Lo sé, no hay ninguna sospecha por parte del ayuntamiento sobre su nacionalidad. –Atajó el detective con seriedad, mas no compartiendo molestia alguna. A decir verdad, se mostraba muy sereno para lo que creía que pudiera ser un profesional de su rama. –No obstante, ha sido la única sirena habitante en Ebott City en mucho tiempo, por lo que requiero algo específico de su parte en un asunto especial que involucra a su especie.

-¿Quiere saber sobre otras sirenas? –Tuvo la suficiente curiosidad para preguntar en el instante, pero aun así se mantuvo al costado de Ronnie por seguridad. –Lo lamento, pero sé que no frecuentan la zona por no ser cómoda para nuestra especie. Llevo… casi toda mi vida sin ver a otra sirena.

-¿Desde su hermana?

-Sí, así es. –No cuestionó que supiera eso, sí después de todo, se trataba de un detective del gobierno. –Por lo que no creo poder serle de utilidad.

-Creo todo lo contrario, futura señora Bunny. –Aquella mención se sintió rara, pero tanto ella como Ronnie se mantuvieron firmes de cualquier emoción que le generara eso. –Porque la razón por la cual me lleva a investigar su especie, es justamente para investigar el caso de la desaparición de su hermana.

-Creo que es muy tarde para eso. –Mencionó Ronnie en el acto. –Ella murió hace mucho años.

-Tengo aquí el registro de su deceso. De Lyra Watterson. –El detective señaló tener algo detrás de su jersey, mas no lo mostró inmediatamente. Ahora que lo notaba, solo contaba con un brazo, pero se ocultaba bastante bien con semejante prenda. –Pero también, cuento con una muestra reciente de una sirena que coincide con ella, lo que me lleva a presentarme con ustedes. Dependiendo de lo que me digan hoy, es posible que pueda abrir nuevamente el caso.

Shyren quedó perpleja, sin saber qué decir en el instante. Parecía que Ronnie quería alzar las orejas para saber si era cierto lo que decía, mas no se atrevió seguramente al no querer mostrar magia ante alguien que tenía autoridad para arrestarlo. Como fuere, había incentivado en ambos una curiosidad que tal vez no necesitaban con tantos desastres acumulados, pero de alguna manera, dándoles el detonante para querer retomar el tema que silenciosamente habían querido dejar a un lado por priorizar el bienestar común. Como si la vida no se los permitiera por alguna razón.

Ronnie tenía sospechas de que la razón por la cual se llevaran a su madre coincidiera con algo con su hermana fallecida, por más extraño que sonara conforme lo expresaran en voz alta. Pero ver al detective ante ellos, era como si algo dentro de todo realmente no fuera tan descabellado, y eso era tan extraño como doloroso. No necesitaba revivir un mal momento en situaciones como la que presentaba. A Ronnie se lo aceptaba porque sabía que no tenía ninguna mala intención, pero por parte de un policía, no tenía razón alguna para brindar consideraciones especiales.

-Es… imposible. –Finalmente mencionó Shyren. –Sus amigas la vieron morir.

-¿Amigas, quiénes?

-Mi madre. –Aclaró Ronnie de inmediato, omitiendo a la señora Gaster por si aquello les daba un problema que no serían capaces de controlar. –Ella… está desaparecida desde hace poco.

-¿Es la razón por la cual suspendieron su compromiso?

-Sí, así es. ¿También está al tanto de eso?

-Solo soy alguien haciendo su trabajo. –En efecto, parecía ser solo un sujeto firme, aunque sí intimidante. Pero eso no bastaba para tomar confianza o no ante una autoridad que favorecía a los humanos, se recordó al momento de que nuevamente el detective se enfocó en ella. –¿Su hermana estuvo involucrada en algo de la mafia?

-¡No! No… no lo sé. –Soltó Shyren sin saber qué decir realmente ante la pregunta. –Ella… Y-yo supe que…f-fue asesinada por un grupo mafioso, p-pero no sé…

-Muchos han sido afectados por mafiosos en estos últimos años ante la incompetencia policiaca. –Intervino Ronnie nuevamente con molestia, antes de que el detective hiciera un comentario al respecto. Seguramente cuidándola de no dar detalles que pudieran meterle en problemas. Tal vez eran sus nervios, pero parecía que el detective más que hacer preguntas, parecía querer confirmarse cosas por cómo orientaba el interrogatorio. –Esta no es tierra para que nos juzguen si ustedes mismos nos han abandonado a la suerte.

-Entiendo su molestia, señor Bunny. –Su seriedad podría decir lo contrario, sino fuera porque algo en su voz sonaba desde el corazón. No sabía explicar el cómo podría saberlo. –Pero como dije, solo soy un hombre haciendo su trabajo, entre muchos otros que puede que no compartan mi opinión de cómo hacer las cosas. ¿Usted a qué se dedica?

-Antes de que destruyeran mi hogar y local, a la administración de una industria del entretenimiento.

-¿La madriguera, uh? Entiendo. –Pareció que con tan poco había logrado entenderlo. Mas no dio ningún comentario de lo que pensaba al respecto y ni mostró algún gesto de disgusto o desaprobación de su parte. Fuere lo que fuere su opinión, simplemente era imposible poder notarlo a simple vista. –Volveré a presentarme en cuanto tenga algo más. Buenas tardes a los dos.

Y así como había llegado tan de forma repentina, se había retirado sin mostrar algún indicio de haber terminado en efecto con su interrogatorio, sintiéndose como algo inconcluso. Era bastante extraño, pero Shyren supuso que aquello era normal para un detective al que no pudieron brindarle mucha información, siendo el caso. Aunque ahora estaba con una incógnita que comenzaba a sofocarla ante la posibilidad de que en efecto, en alguna parte estuviera su hermana y ella nunca hubiera hecho algo por buscarla ante el testimonio de sus mejores amigas de que había perecido. ¿Y si habían tratado de protegerla de algo que vieron y su hermana había estado de acuerdo? No, no necesitaba incógnitas, necesitaba calmarse. Pensar con la cabeza fría.

Pero en cuanto se giró hacia lo que tendría que llamar hogar por un tiempo indefinido, simplemente se soltó a llorar.

Huérfana. Eso es lo que había sido siempre, pero no lo había sentido del todo gracias a que había tenido una hermana excepcional que se había puesto en marcha para que nada le faltara, aun cuando la carencia de cosas era inminente en sus vidas al tratarse de una mujer monstruo soltera en una ciudad que daba muy pocas oportunidades al estigma de su especie. Tampoco lo había sentido cuando la señora Bonnie se había encargado de ella, acogiéndola como una hija más sin siquiera dudarlo, siendo eventualmente visitada también por la señora Gaster que también procuraba aportar lo que pudiera para que nada le faltara.

Lo estaba sintiendo cuando finalmente sentía que la vida le estaba dando la espalda.

Cuando la estaban orillando a afrontar el hecho de que era un desastre que solo se volvía una carga para cualquiera. Una mujer que ya estaba siendo considerada como vieja para casarse, lo cual generaba constantes rumores sobre ser una quedada hasta que Ronnie había tomado cartas en el asunto, haciéndole olvidar sus propias aspiraciones y ahora generándole más problemas por no ser capaz de defenderse por su cuenta. Simplemente por ser una patética mujer incapaz de sentir atracción hacia una posibilidad de pareja. Por ser una mujer monstruo destinada a ser solitaria, pero que no deseaba ni se sentía capaz de poder serlo ante un mundo que la maltrataría solo por eso.

-Tranquila, Shy. –La abrazó Ronnie de inmediato. –Podemos con esto.

-No, no pueden. Y menos solos.

Connie se asomó para dejar en claro que nunca se había retirado del todo, teniendo sus orejas completamente alzadas para destacar más de la cuenta, pero no siendo la única, estando ahora varios de los hermanos y hermanas presentes en diferentes rincones de la extraña vivienda.

-Lo escuchamos por ustedes. –Comentó Connie al momento de cruzar miradas. –El detective cree en lo que dice. Y está decidido a resolver el caso.

-¿Y cómo confiar en un humano?

-No es la primera vez que lo hacemos.

-Este es un policía. ¿Cuántos nos han ayudado en el pasado? Ninguno.

-Pues con más razón no deben de seguir ocultándonos cosas, ¿no crees?

Shyren se limpió las lágrimas al apenarle cada vez más que le vieran en mal estado, cuando era la familia conejo quien no paraba de perder cosas una y otra vez recientemente. Ella debía de ser capaz de consolarlos, pero en su lugar tan solo se quedó en silencio tras escuchar eso y que sorprendió a Ronnie tras la firmeza de su hermana. De ella y muchos más que comenzaban a acercarse lentamente ahora que no podían ocultar el hecho de haber sido curiosos.

-No están solos, no tienen que cargar con el peso de la familia todo el tiempo. –Insistió Connie. –Mamá hizo lo mismo por mucho tiempo, y tuvo que pasar todo esto para ver que no hemos puesto de nuestra parte realmente.

-Ninguno de nosotros queremos seguir perdiendo. –Comentó otro conejo que se escapaba de su vista a causa del brazo de Ronnie que no la soltaba en ningún momento. El cual lo usaba para no dejar en claro que estaba llorando, aun cuando sabía que no podría ocultarlo realmente a la familia entera capaz de escuchar aquello que no era capaz de expresar. –Pero no lo lograremos si no trabajamos en equipo.

-Ronnie, si tienes fe de que podremos encontrar a mamá a salvo, nosotros también lo haremos. Pero tienes que contarnos qué es lo que sabes.

Estaban en lo cierto, y Ronnie seguramente pensaba lo mismo dada su expresión. Ya era momento de que pusieran las cosas en marcha en vez de solo esperar a que algo más ocurriese. Eso era lo que había impulsado a Frisk a no permitir que los Gaster murieran, ¿cierto?

-Así que cuéntenos. ¿Qué es lo que saben sobre la desaparición de mamá y qué es lo que la vincula con la señora Lyra?

.

.

Frisk estaba en camino de vuelta a la casa de los Gaster, estando sentada en la parte trasera del automóvil que los seguidores no le permitieron conducir por más que les insistió. Flowey se había burlado al respecto durante gran parte del trayecto con su modo particular de ser, lo cual consistí en esbozar una maniática sonrisa que habría paralizado a cualquiera que le viese en ese momento, menos a los presentes que sin duda alguna le conocían demasiado, o simplemente no parecían mostrar genuinamente tener una emoción en determinados momentos. De algún modo, eso pudiera explicarle por qué era que Frisk podía estar cómoda con su presencia pese a todo.

-Disculpa, eh… –No supo ni cómo mencionar al chofer de momento. –Olvidé qué número eras.

-Soy uno, jef… señorita. –Respondió el felino sin apartar la vista al frente.

-Uno. –Citó, mas no le agradó tener que hacerlo de cualquier modo. –Es complicado que solo se les trate con números. ¿No hay algún nombre que les gustaría ponerse, dado que no cuentan con alguno?

-El jefe nos llama así. –Recitó el seguidor con total calma.

-Pero eso no significa que deban aceptarlo. –Insistió, más no tuvo alguna reacción por parte del chofer ni del copiloto. –Entonces… ¿qué les parece si les sugiero algún nombre a cada uno? A Flowey yo se lo puse.

-Eso no significa que seas buena haciéndolo. –Aclaró su amigo de inmediato, pero Frisk lo pasó por alto.

De esa forma, fue mucho más sencillo para ella el sobrellevar el camino en lugar de estar pensando demasiado en todo lo demás. Pensando en nombres que pudieran quedar con cada uno dependiedo de lo que les conocía. Y no se percató de que ella misma había logrado una distracción para su propia mente, hasta que visualizó el restaurante cerrado de Don Gaster, lo cual siempre había sido un indicativo para ella y la razón por la cual había querido hablar con los seguidores en primer lugar.

-Creo que estamos cerca. ¿No me van a vendar los ojos? –Se sorprendió de que descuidaran ese detalle.

-El jefe indicó que ya no es necesaria esa medida con usted.

Aquello le sacó una sonrisa inmediata.

-Pero, ¿y Flowey…?

-Yo ya sé dónde está esa cosa a la que llaman casa. –Se adelantó su amigo en aclarar con algo de hartazgo, seguramente por haber estado escuchando la conversación sobre nombres hasta que finalmente les asignó uno a cada uno. Aunque claro, hacía falta preguntarle al resto si les parecía. –Ya me he movido por mi cuenta varias veces, ¿recuerdas?

Eso era cierto, y ahora se apenó por haberlo olvidado. Había estado pensando tanto en poder resolver varias cosas últimamente y sobrevivir a otras, que de algún modo era consciente de estar descuidando muchas otras, siendo sus mejores amigos una de ellas. Sabía que Muffet se encontraba mal sin dar mucha explicación, por lo que le daba su espacio para que pudiera sentirse mejor a su ritmo, pero de algún modo presentía que aquello no sería suficiente para alguien como ella y no tenía ni idea de qué poder hacer siendo el caso.

Mientras que con Flowey era más sencillo el trato por el simple hecho de no tener que preocuparse de alguna reacción que no supiera cómo manejar. O al menos eso era lo que creía hasta tiempos recientes, en los cuales le daba la impresión de que había algo raro en él, mas no sabía por qué era qué podría saberlo en primer lugar. Razón por la cual tal vez debía de prestarle más atención ahora, pero no tenía ni idea de cómo empezar sin descuidar todo lo demás. Ser amiga, novia, aprendiz, socia, etc., exigía demasiado tiempo de ella y no había forma de ser cumplida en un lado sin descuidar al otro. ¿Cómo era que lo hacían otros para manejar una vida así de social? De solo pensarlo le agotaba demasiado y le hacía desear volver a recuperar su vida tranquila rodeada de silenciosas flores.

Aunque claro, de haber conservado esa clase de vida, jamás habría dado con la verdad sobre su vida. Jamás habría sabido que había cosas interesantes en el mundo de las que sería capaz de poder disfrutar aparte de las flores. Ahora sabía conducir, sabía que había diferentes formas de familia, sabía nuevas recetas de cocina que no solo se limitaban a probarlas ella sola. Ahora sabía que podía tener más de un amigo, que era capaz de estar en una relación amorosa pese a que nunca le había interesado esa clase de cosas, ahora sabía que existían perspectivas tan amplias que era difícil contarlas. Ahora sabía tantas cosas nuevas… que también ahora sabía que era capaz de matar como muchos otros.

Aquello, tal vez le daba la bienvenida como una citadina oficial, después de todo. Dejando de ser aquella pueblerina que no le interesaba conversar, para ser ahora alguien que estaba dispuesta a gritar a todo pulmón para que la oyeran de una buena vez tras tanta tontería alrededor. Y vaya que parecía que la ciudad estaba escuchándole de alguna manera, si ahora entre voces aparentemente comenzaban a llamarla con un seudónimo que la ciudad pareció elegir por ella como otras veces ya lo habían hecho desde que puso un pie en ella.

Pero por primera vez, era un término que no le desagradaba como sonaba. Mas no estaba dispuesta a olvidar su verdadero nombre, su yo que nadie ni nada podría quitárselo, aun cuando implicara pasar por constantes experiencias.

Aunque… ¿Qué habrán pensado sus padres biológicos al decidir ponerle "Frisk"? Nunca había tenido esa curiosidad hasta ahora.

-Estamos llegando. –Indicó el copiloto.

Fue así como Frisk se percató de la razón por la cual era imposible dar con la casa de la familia Gaster por más pequeño que fuese Snowdin. Simplemente era porque no estaba a la vista de ningún modo si se tenía que entrar por un túnel escondido debajo de una estructura abandonada lo suficientemente vieja para que nadie le prestara atención. Y por si aquello no fuera suficiente, la casa (o más bien, un búnker ahora que lo pensaba seriamente), se encontraba lo suficientemente bajo para que en el proceso se tuviera el tiempo de intervenir a cualquier curioso que intentara invadir la propiedad. Ahora finalmente comprendía por qué siempre el lugar olía a tierra y se requería limpiar a diario. ¿Don Gaster habría obtenido la idea tras la pérdida de su esposa en su propia casa? Algo le decía que sí, considerando su pasado en el ejército.

Una vez atravesando el estacionamiento con los vehículos que solo acumulaban polvo, ingresó finalmente a la puerta que daba acceso hacia el pequeño pasillo que daba hacia la sala. Comprendiendo muchas más cosas conforme recorría la casa en una nueva perspectiva al estar viendo ahora las pinturas que daban diferentes tipos de paisajes nada cuerdos entre sí. ¿Así que esa era la razón por la cual no tenían ventanas? Y ella creía que solo era porque se limitaban a no obtener nada bueno del entorno.

-¿Segura que quieres seguir considerándolo tu pareja sentimental? –Gruño Flowey. Parecía que le desagradaba mucho más el mencionarlo como su novio que de costumbre. –A estas alturas ya deberías de poder darte cuenta de que es un inútil.

-En otros tiempos tal vez solo te habría agradecido sabiendo que estás preocupado por mi a tu manera, pero ahora te digo que me disgusta que opines así de él cuando sabes que no fue su culpa.

-Como quieras.

Flowey se retiró sin más aviso, sabiendo que ella se dirigiría a la habitación de Sans a ver cómo seguía. Al menos le daba la privacidad que anteriormente no le brindaba de ninguna forma, aunque tal vez se trataba realmente de no querer presenciar cómo estaban juntos. De cualquier forma agradecía esa consideración de su parte.

Una vez llegando a la habitación, se sorprendió de ver a Sans tan tranquilo pese a cómo había estado el día anterior. Incluso creyó que le vería nuevamente debilitado por el extremo agotamiento que había tenido (y por no haberlo dejado descansar lo suficiente, claro). Pero en su lugar, estaba contemplando un esqueleto leyendo tranquilamente medio acostado en su propia cama.

-Debería de poder ser capaz de soltar esto, pero no puedo. –Comentó Sans al verla de reojo. Aquello lo tomó como permiso de poder sentarse a lado suyo sin cuidado. –Casi perdemos la vida por yo estar pensando demasiado en alguien que es obvio que murió hace años.

-Bueno, más bien tú estuviste por perder la vida. –Señaló Frisk sin meditarlo antes. Tan solo observó su propia mano que estaba intacta de raspones, callos, o lo que fuera. –Yo me volví en algo que aun no comprendo del todo.

-Eso lo hace mucho peor. –Sans tomó su mano para que dejara de observarla. Y en su lugar, vio que había hecho un comentario que tal vez no sonó oportuno. –Te iba a perder en vida.

-¡Oh! Lo siento, no quise…

-Descuida, no dijiste nada malo. –Entrelazó sus dedos con los suyos. –En su lugar, mejor dime que mi madre no está viva y que abandone esa tonta idea.

-No puedo decir algo que simplemente no sé.

-¿No puedes decir una mentira por mi?

-No, porque no tiene sentido. Las mentiras son solo eso, no las hace ni hará reales. –Frisk observó que lo que estaba leyendo Sans era la pequeña libreta con apuntes de su madre a lo que le había dicho. –Pero el cariño que te produce leer sus anotaciones sí que lo es.

-Me hace un niño llorando por su madre. Tomando impulsos infantiles.

-Yo vine a la ciudad buscando a quien consideraba mi padre sin siquiera pensarlo. Son cosas que pasan, supongo.

-Je… ¿algo más a la lista de cosas que tenemos en común?

-Solo tú estás haciendo esa lista.

Sans dejó la libreta a un lado y terminó abrazándola. Tal vez buscando un consuelo por estar sobrepensando demasiado algo que no sabía soltar, pero fuera lo que fuera, le correspondió el abrazo no solo porque buscaba calmarlo de lo que fuera que no mostraba externamente, sino por el simple gusto de poder hacerlo sin siquiera tener que pensarlo demasiado. Era algo que todavía no comprendía del todo de sí misma, pero que tal vez lo mejor para ella era simplemente no tener que buscarle significado a todo, ¿cierto? Después de todo, Sans siempre le generaba una calma y una inquietud no desagradable al mismo tiempo, en que ambas sensaciones parecían ponerse de acuerdo de vez en cuando para dejar su mente despejada por más tiempo del que estaba acostumbrada. Siendo algo que sorpresivamente no necesitaba de palabras para comprender su significado.

¿Cómo alguien que tenía tanto conflicto interno desde que lo conocía, podía producirle esa tranquilidad y seguridad? Tal vez eso era una de las cosas que tampoco lograba comprender todavía, pero que estaba entre las cosas que tal vez no debía de meditar tanto. En cambio lo que sí debería de pensar por ahora, era en el hecho de que ahora su novio le estaba acariciando demasiado la espalda.

-Descuida, no hay cicatriz. –Supuso que se trataba de eso. –Ni un solo rastro en mi piel.

-¿Ni siquiera mis besos? –Su susurro fue demasiado sugerente para pasar desapercibido. –¿O mis caricias?

Frisk no fue capaz de poder responder eso, al menos no del modo verbal. Y sabía que Sans había notado su timidez inmediata, porque podía sentir su enorme sonrisa queriendo recorrer su cuello nuevamente.

-¿Por qué me dejaste solito? –Nuevamente le susurró.

-Necesitabas descansar. –Frisk le contestó con el mismo tono, aun cuando no fuese precisamente necesario. –Estabas muy agotado todavía y y-yo…

-Da igual. ¿Lista para una segunda vez?

-¡Hay g-gente en la casa!

-No oí que te importara eso ayer.

-¡Por que no había nadie!

-¿Y es por eso que hasta me ordenaste que lo hiciera en ese instante, mia bella?

Escuchar su risa tras eso solo le incomodó lo suficiente para lanzar un quejido a modo de protesta, más no fue capaz de romper con el abrazo sin saber si algo dentro de ella se estaba contradiciendo, o si simplemente se encontraba paralizada sin saber cómo reaccionar ante esos casos. Sans estaba más coqueto que de costumbre y no tenía ni idea de cómo manejar eso fuera de apenarse por lo que habían hecho el día anterior. ¿Cómo iba a saber que dar ese paso iba a desencadenar un lado aún más desinhibido de su novio? No sabía que eso era posible, para empezar.

-¿Y si mejor te preparo tu lasagna favorita de nuevo? –Trató de negociar al ver que definitivamente no la soltaría.

-Que lo pronuncies del modo correcto solo hace que quiera más.

-Sans… a-al menos deberías de tratar de recuperarte bien primero…

-Eso ya lo escuché como un sí.

Sin más, Sans la soltó por un breve segundo para solo terminar elevándola con su magia hasta el grado de acomodarla a modo de estarla cargando ahora a modo de cuna. Frisk sintió su cara arder por la cercanía que implicaba eso, aun cuando no era la primera vez que estaban de ese modo e incluso mucho más. Tan solo le había tomado por sorpresa, mas no parecía que tuviera motivos de realmente seguir adelante con su sugerencia. Y no estaba ahora del todo segura de si eso la aliviaba o no. Si quería reclamarle o no.

Pese a todo, no pudo evitar sonreírle. Tal y como pensaba, parecía que solo Sans era capaz de estar en calma con algo de caos.

-Ya estoy bien, ¿ves? No tienes porqué preocuparte por mi. –Le guiñó una cuenca para dejarle en claro su buen humor pese a la conversación de minutos antes. –La energía se recupera durmiendo, y gracias a ti, pude dormir muuuuuy bien.

-¿Pero y las heridas…?

-El viejo es bueno en lo que sabe. Así que ahora dime, ¿qué es lo que te inquieta ahora? Tiene que ver con los conejos, ¿cierto?

-¿Cómo sabes…?

-Tus manos.

Con tan solo mencionarlas, Frisk las sujetó para que dejaran de temblar por más mínimo que fuera, sobre todo porque ni se había percatado primero. Cierto, Sans sabía comprenderla de un modo que tal vez ni ella misma sería capaz de conocerse por su cuenta. ¿Por qué de solo pensarlo hacía que se acelerara su corazón? Ella era de manejar las cosas con palabras, de modo directo para evitar siempre incomodidades que solo entorpecían lo que fuera, mientras que Sans, parecía apreciar el sonido y las palabras, pero también sabía comunicarse de muchas otras maneras y de algún modo, ella lograba entenderlas poco a poco. Como por ejemplo, su sonrisa que recientemente parecía ser más genuina que desde la vez que lo había conocido.

Sin más, (y sin que Sans la dejara de cargar pese a estar sentado en la cama y ser innecesario), Frisk comenzó a contarle lo poco que había hablado con Ronnie y de cómo había visto las cosas, pero también contándole sobre la petición del señor Holiday ante las amenazas que parecía recibir de forma anónima. Aquello le pareció interesante a Sans por lo visto.

-Era predecible que pasaría. Nunca un monstruo había logrado postularse en un cargo alto en la historia, y dudo que muchos humanos quieran permitirlo. –Meditó Sans en poco tiempo. –No obstante, me parece sospechoso que la familia de ese reno no estén de acuerdo con su candidatura y que sean quienes reciben esas supuestas amenazas.

-¿Crees que trató de engañarme para obtener algo de nosotros de nuevo?

-Creo más bien que su familia es quien trata de engañarlo, pero tampoco es descabellado. Debe tener algo de malicia después de todo para querer estar en la política. Y si está siendo asesorado por esa maldita licuadora…

-Mettaton también le había advertido que era predecible que tratarían de hostigarlo, pero que solo debía de enfocarse en lo que pudiera hacerle su oponente. –Intervino al ver su desagrado al respecto. –Pero en realidad, creo que esta es una buena oportunidad para sacar a Asgore Dreemurr de su escondite en un lugar controlado.

El silencio que hubo tras eso no le agradó para nada, sobre todo al ver que de un instante a otro, se habían teletransportado a otro lado sin avisarle previamente de lo que haría. Sin que dejara de cargarla pese a todo, aun cuando había desaparecido su sonrisa tras sus palabras. No tenía ni idea de dónde estaba realmente, pero se trataba de un edificio pequeño por la altura algo familiar.

-Sans, tú has ido a su casa, así que sabes en dónde está. –Continuó como si tal acción no fuese importante. Ya estaba algo acostumbrada, aunque el mareo que producía fuera el mismo siempre. –Si lo sacamos en un lugar que estará repleto de reflectores de magia, podría estar bajo cierto control, mientras que tú puedes ingresar a su casa a averiguar si está tu mamá o no. Y mientras tanto, podré hablar…

-¿Qué no te bastó con lo que ocurrió con los perros para saber el peligro que es? –Reprochó Sans mirándole directamente. Al menos no se le veía molesto si seguía cargándola, incluso sujetándola con más fuerza a su parecer. –En su casa hay más de esos tipos. Seres que genuinamente creen en él o le temen lo suficiente para hacer caso a todo lo que pida sin protestar. Y por si fuera poco, me burlé de él diciéndole a sus lacayos que no se preocupara por ti si estabas conmigo, así que esto será más suicida de lo que crees si logró sobrevivir una.

-¿Fueron dos perros?

-Si, y te apuesto que ya ha de estar con el Gran Don contándole lo que pasó. Tal vez queriendo tomar acción por lo sucedido.

-Entonces con más razón hay que actuar también.

-Entonces con más razón hay que reservarse. Frisk, amo los momentos como este. Donde puedo abrazarte y saber que estás a mi lado pese a todo. No quiero perder eso. Ya no podría soportar más el que te pongas en peligro.

-¿Por eso es que no me has soltado todavía?

-No pienso hacerlo nunca más.

No supo en qué momento habían iniciado los besos, si apenas y había podido percatarse que la altura en la que se encontraban se trataba de la estación del tren. Justamente donde se habían conocido por primera vez, justo donde la había dejado para que se regresara al pueblo fuera de todo peligro, y siendo esta última la razón posible por la cual habían terminado ahí en un parpadeo. Sabía que Sans deseaba protegerla, sabía que lo que siempre hacía era querer mantenerla a salvo, pero por ahora, comenzaba a concentrarse mucho más en el que sabía ahora lo tanto que la estaba deseando ahora. Terminando cediendo tras no poder controlar mucho más su corazón acelerado que parecía un traidor en ese momento.

Seguía sin comprender qué dentro de todo era lo que le hacía ceder a sus caricias, a su aliento, cuando se suponía que debía de enfocarse realmente en todo lo que estaba queriendo resolver de una buena vez. Pero tal vez, parte de abrirse a la intimidad implicaba que no había marcha atrás en firmar condena de ansiar a su novio más de lo que era capaz de poder expresar. ¿Así sería todo el tiempo ahora? ¿Ella querría de inmediato cuando él la deseara? ¿Que no eso era un peligro de algún modo? ¿Y si siempre querrían hacerlo, cómo lograrían concentrarse en otras cosas? ¿Y si trataba de distraerla realmente? Porque si era eso, lo estaba logrando. No era justo que tuviera ese poder sobre ella. Ese… viscoso poder… sobre ella…

Como si hubiera una urgencia que ya no podía seguir siendo sutil con ella, Sans la había teletransportado ahora hacia dentro de un vagón que para suerte de ambos estaba solo y algo vacío de mercancía, siendo tal vez la razón por la cual ni siquiera parecía estar sobre alguna vía. Mientras que ella, estaba sobre unas cajas cuyo olor le indicaba que se trataban de condimentos, pero siendo lo menos importante por ahora. Sans no había dudado en desabotonar su pantalón tras haber acariciado sus piernas al grado de indicarles que abrieran poco a poco para él, cosa que había logrado sin mucho esfuerzo. A esas alturas, ya era innegable para ella que ahora también quería, y que Sans le había conseguido el escenario adecuado para que no tuviera más excusas por más tímida que se presentara.

Dado por la altura de las cajas en las que estaba acostada, Sans no tenía ninguna necesidad de estar sobre ella para cumplir con su objetivo tras haber puesto su prenda íntima a un lado. Teniendo total control de su cadera y sus piernas al momento de introducirse en ella encontrándose él de pie, siendo tal vez más brusco que la primera vez, pero no desagradándole en absoluto el cambio desde el primer movimiento dentro de ella. Por su parte, tuvo que morder su propio brazo para no hacer escándalo tras eso, ya que después de todo, estaban en un lugar en que podría llegar alguien en cualquier momento para querer recoger alguna de las cajas. ¿Y entonces por qué ella misma no paraba todo? ¿Eran tantas sus ganas ahora que la sacaba de su propio razonamiento?

¿O era acaso que el ver a Sans tan dominante le incitaba a ceder por completo fuera de sí misma?

El pasar del tren fue sumamente conveniente para soltarse por completo. Y parecía que Sans había pensado lo mismo dado que había acelerado sus embestidas en el instante que habían escuchado la locomotora a velocidad. Aún así Frisk aclamó por más, que no se detuviera al momento de sentir un agradable hormigueo recorriéndole desde las plantas de los pies. Teniendo que sujetarse del borde de la caja en la que se encontraba para no terminar cayéndose tras estar siendo empujada cada vez más.

La máxima sensación le llegó al mismo tiempo que el silbido del tren se hizo presente, perdiéndose su exclamación con ello, mas no para la vista del hombre que le observaba maravillado. Y con ello, quiso separarse de ella al momento en que parecía estar llegando a lo mismo, pero tal y como la primera vez, Frisk le impidió hacerlo tras abrazarlo con todas sus fuerzas con sus piernas. Queriendo compartir esa sensación por completo y sin ningún impedimento hasta que su cuerpo le dijera que era suficiente.

Sans sólo le dedicó una enorme sonrisa al momento en que pudo sentir el palpiteo dentro de ella a la par que podía sentir algo mucho más viniendo de él. Y verlo así tan agitado y sudoroso por ella… no sabía explicarse a sí misma cómo era que eso lo volvía más atractivo para ella en ese preciso instante, pero no le cabía duda de que su novio era el hombre más fascinante en varios aspectos.

-Vaya que… eres traviesa… –Le comentó con voz agitada.

-No entiendo… a qué te… refieres con eso.

Sans tan solo se desplomó sobre ella con cierto cuidado. Hundiendo un poco la caja sobre la que estaban y llegándole mucho más el condimento que parecía estar más presente que todos los demás, aun cuando la mezcla de aromas era algo incómodo después de cierto tiempo. ¿Quién querrá comprar tanta paprika en la ciudad?

-Je… te dije que… ya estaba mejor…

-Es… bueno saberlo…

No supo en qué momento Sans cayó dormido, pero sí que se dio cuenta cuando escuchó levemente un ronquido de su parte. Tuvo que acomodarse como pudo tras eso, dejándolo descansar si realmente era lo que necesitaba todavía sin que le dijera realmente cuál era su situación de recuperación o no. Dejándolo estar en sus piernas cuando menos, agradeciendo que al menos esta vez ambos estaban con la ropa puesta por si alguien les veía en tal lugar que no debían de estar seguramente.

Había querido hablar realmente con él sobre sus planes para acorralar de algún modo a Asgore Dreemurr, pero parecía que Sans no deseaba tocar el tema todavía. Tal vez era por no saber qué hacer con la posibilidad de que su madre se encontrara con vida, o tal vez, por el hecho de saber que pese a todo, pese al dolor y molestia que le producían las cosas… Aun así, Frisk quería poder ayudar a aquel que llamó padre alguna vez. Deseando de algún modo que había algo que podría repararse con solo hablarlo, aun cuando era innegable todo el desastre que era la situación conforme pasaban los segundos. Y en ello, no cabría duda de que terminarían lastimando al otro sin importar el lado donde se viese.

No cabía duda de que su relación era complicada. Pero en lugar de preocuparle ese hecho, se limitó en poder disfrutar de poder velar el descanso de su novio, estando dormido en sus piernas con una vaga sonrisa. Mientras ella aprovechaba el tiempo para planificar cómo podría usar todo a su favor.

.

.

Bonnie no tenía ni idea de cuántos días llevaba estando como prisionera de los humanos que en su mayoría eran asiáticos, pero en cada suspiro que terminaba soltando de la frustración, más se desesperaba de que no avanzaran o se hiciera algo al respecto para acercarse a Snowdin a como había dicho quien parecía ser el líder de todos. Había logrado salir del terrible Asgore Dreemurr estando prisionera, pero ahora había terminado en las mismas con un sujeto diferente, por más que le tratara mejor al no estar amarrada por seguramente no considerarla un peligro de ningún modo, o con capacidad de poder escaparse con tantos presentes que seguramente querrán matarla si se presenta la oportunidad. También la alimentaban bien, lo cual le indicaba que además de ser delincuentes, tenían ciertos modales con sus mayores cuanto menos.

-Por favor, necesito que algún Gaster esté al tanto de la situación. –Insistió Bonnie una vez más.

-Sus asuntos personales no me interesan. –Contestó el joven líder con calma desde su sitio. Parecía querer estar meditando dada su postura.

-¡Una vida corre peligro! ¿Qué es lo que están esperando realmente?

-A que los Gaster bajen un poco la guardia. Si nos presentamos en este momento, por más que la tengamos a usted, ni siquiera nos permitirían acercarnos dadas sus habilidades. –Que le contestara con tanta calma no le era tan grato realmente dada la situación. Además, aunque estuviera de frente hacia ella, era complicado saber si la estaba viendo en verdad a ella o no. –No están contentos con nosotros, así que hay que tomar precauciones.

-¡Pero eso podría tardar mucho con lo cabezas huecas que son! Déjenme negociar con ellos, tal vez yo pueda…

-¿Traicionarnos? No, gracias. Ya he tenido demasiado de eso.

Bonnie podía escuchar que eso era cierto. Había cierto rencor en crecimiento en el alma del joven, pero no tenía ni idea de cómo manejarlo sin verse impertinente con un desconocido que podría hacerle daño. ¿O tal vez no? Había algo en él que le decía que fuera de poder ser un superior en un grupo de vándalos, había un joven triste por querer recuperar aquello que le habían arrebatado: su confianza. ¿Qué clase de monstruo le había hecho daño para que un joven como él se volviera tan distante y desconfiado? Y además, ¿por qué tenía un brazo roto?

-Si hablo con Wingdings Gaster, puedo convencerlo de que arregle tu brazo en poco tiempo. –Trató de negociar con algo de calma, aun cuando era evidente hasta para ella que estaba desesperada. –Sé que lo hará si eres alguien vinculado con Frisk.

-Es justo por eso que sé que me matarán en cuanto me vean, señora. –Era extraño ver que había gesticulado una tenue sonrisa burlona por un par de segundos. –Esos esqueletos no comprenden que ella pertenece a la yakuza, no a una tonta mafia italiana repleta de monstruos. Somos su verdadera familia, quienes le brindarán el futuro que merece.

-¿Acaso… eres un pretendiente de Frisk? –Trató de comprender ese discurso tan extraño.

-Yo no pretendo nada.

-Me refiero a que…

-Sé a lo que se refiere, pero es absurdo el cortejo cuando solo alarga las cosas sin sentido. Y estoy seguro de que ella piensa igual. –Bonnie no supo qué pensar. ¿Eso era un sí? El humano era demasiado complejo a su manera de expresarse. Incluso su alma era muy confusa en ratos. –Mi maestro habría querido que estuviésemos juntos para continuar su legado, haya hijos de por medio o no.

-Así no funciona el amor, muchacho.

-¿Y quién dice que se necesita amor para estar en relación? –Bonnie ni siquiera fue capaz de expresar verbalmente lo desagradable que era escuchar eso. –Sé que en estos momentos está con Sans Gaster, divirtiéndose con él a su manera. Pero en cuanto se aburra de él o sepa que le traicionarán como cualquier monstruo, estaré yo ahí.

-Eso no pasará. –Afirmó inmediatamente, aun cuando podría correr peligro por seguir contradiciéndole. –Conozco a mi niña, y sé que…

No tuvo ni idea de dónde había sacado una espada el humano que ahora estaba de pie. Apuntándole de una forma que marcaba distancia obligatoria.

-Ella no es "su niña", ni de cualquier otro monstruo.

Bonnie se le quedó mirando pese al miedo que le había producido eso, teniendo sus orejas alzadas por inercia. ¿Por qué odiaba tanto a los monstruos? O aún más intrigante, ¿por qué no le hacía daño por más que pareciera lo contrario? Aunque le amenazara, en verdad le daba la impresión de que no tenía genuinas intenciones de lastimarle directamente. Que no… era un asesino realmente como pretendía serlo ante los demás humanos.

Algo en él estaba realmente dolido, queriendo convencerse de que tenía que ser rudo y distante para ser un jefe temible. Pero en el fondo de su alma, sólo escuchaba a un niño triste. Muy triste. Justo como había sido Frisk al momento de conocerla. Lo cual le llevó a pensar si algo dentro de todo había una similitud que encajaba con ese par de humanos poco expresivos. Un monstruo que los hirió lo suficiente para que tendieran a actuar de esa forma por más caminos separados que tomaran. Y ese algo debía de ser el mismo que tenía a su amiga encerrada.

-¡Oyabun!

Exclamaron un par de humanos que habían ingresado a la habitación de forma repentina. No se extrañaron de verla tan campante en la habitación, ni en el hecho de ver a su líder apuntándole con un arma, la cual lentamente bajó y guardó en alguna parte de su vestimenta que no pudo comprender Bonnie a simple vista.

-¿Alguna noticia sobre la súcubo? –Preguntó el jefe con calma.

-Nada, señor. Pero sí tenemos información sobre Snowdin. –Aquello le llamó la atención. –Los vigilantes que tenían los Gaster fueron trasladados a causa de un atentado a su casa por medio de unos asesinos caninos.

-Dreemurr. –Afirmó el líder con un ligero gesto de descontento. –¿Qué tan a fondo ingresaron a Snowdin?

-Solo a la frontera con Waterfall.

Aquello le fue suficiente para saber que se refería a su casa, su amada casa que había construido con dedicación y cariño con su esposo pese a los pocos recursos que obtuvieron en su momento. Y aquellos vigilantes que mencionaban… ¡¿Los Gaster tenían a sus hijos trabajando en sus fechorías?! Esperaba en verdad que no fuera el caso, pero definitivamente estaban hablando de su casa.

-¡¿Ellos están bien?! –Exclamó Bonnie sin importarle la situación en la que estaba. –Mis niños, mi familia, ¿ellos están bien? Por favor…

Los humanos la observaron con desprecio, pero tras el acierto silencioso y piadoso de su líder, optaron por contestar ello pese a todo, aunque no directamente hacia ella.

-La familia entera quedó al cuidado de los Gaster, mas no sabemos en dónde los acomodaron al final tras ser tantos. –Comentó uno de los humanos sin verle. –Señor, creemos que es un buen momento para infiltrarnos si la súcubo no se ha visto en alguna parte.

-El hecho de que no podamos verla, no significa que no esté ahí. Debe haber rastro de ella si se presentó alguien a nombre de Dreemurr. ¿Y qué me dicen de Waterfall?

-Caso aún más complicado dada la seguridad implementada por el debate político que presentarán al aire libre el día de mañana.

-Ahí tiene su respuesta, señora. –El líder se dirigió hacia ella ahora. –No podemos movernos todavía.

-Pero…

-La seguridad de los nuestros es primordial.

-¡Pero no sé cuánto le quede a mi amiga! ¡Y a mi familia! –Exclamó dando un paso al frente, lo cual ocasionó que los dos humanos que les acompañaban levantaran sus armas hacia ella de forma inmediata. –Por favor, solo soy una madre que quiere volver con su familia. Y mi amiga es una madre que necesita estar con la suya. Por favor entienda.

-No me interesa.

Bonnie le observó con los ojos llorosos, pero no obtuvo reacción de su parte. Y era imposible saber si algo se reflejaba en sus ojos por el simple hecho de tenerlos cubiertos constantemente con tanto cabello encima, aunque algo en su alma pareció removerse, no sabía explicarse. Necesitaba hacer algo cuanto antes, necesitaba escapar. Pero, ¿acaso la estaba orillando a que traicionara su confianza, tal y como él creía que eran todos los monstruos? No estaba para pruebas burdas. También tenía prioridades, y si los humanos no se disponían a escucharle adecuadamente, simplemente no tenía alternativa.

Aunque tuviera intriga de esa profunda tristeza, tenía que ver primero por su familia si se encontraban a la deriva.

.

.

Sans comenzó a abrir las cuencas cuando un rayo de sol irrumpió su descanso. Pero al momento de percatarse que estaba sobre las piernas de su bonita, pretendió seguir durmiendo sin mucho éxito. Frisk ya se había dado cuenta de su despertar seguramente por estar atenta a él, y lo dejaba en claro tras poner su mano para darle algo de sombra sobre sus cuencas. Para que el sol comenzara a colarse dentro del contenedor debían de haber pasado más de dos horas sin duda.

-¿Puedo quedarme más tiempo así? –Abrazó sus piernas.

-Creo que sería bueno que regresemos a tu casa. –En otros tiempos, Frisk se habría disgustado un poco por el acto repentino, pero no cabía duda de que comenzaba a confiar mucho más en él al grado de no importarle todo tipo de contacto ahora. –No sé cuánto habrá pasado desde que estamos aquí, pero estoy segura de que a Don Gaster o a Flowey no les agradará nuestra ausencia repentina.

-No me importa lo que piensen.

-A mí tampoco. –Que su bonita no se tomara a mal su sugerencia solo le hizo sonreír más. –Pero los necesito de mejor humor para ver el asunto con el señor Holiday.

Sans no pudo evitar borrar su sonrisa tras esa insistencia. Con el conocimiento e ímpetu que tenía Frisk ahora, la volvía sumamente imparable por más que quisiera rogarle que solo se limitara a quedarse con él, a salvo, siendo felices tal vez teniendo un huerto en algún lugar lejano. Porque quisiera o no, ella no era una fuerza a la cual se le pudiera controlar con facilidad. Y eso formaba parte de lo que amaba de ella como para que quisiera quejarse de eso a estas alturas. Aun así, deseaba mantenerla a salvo, ¿pero cómo? Ahora formaba parte de los negocios del viejo al grado de ser una aprendiz, financiaba una campaña política que atendía a sus propias necesidades si lo deseaba, tenía de socio a un maldito multimillonario con gran capacidad de obtener lo que quisiera, tenía un arma biológica temible como protector, y por si fuera poco, tenía forma de usar a la yakuza si se lo proponía.

Su novia era la Flapper Florista que amenazó al alcalde mismo tras sacar a su familia de prisión con éxito. Si ella quisiera ser de temer, lo sería y con creces. Pero en su lugar era una joven que solo deseaba estar tranquila rodeada de flores. ¿Cómo no estar impactado con alguien así? ¿Cómo no aterrarse de saber que cada vez sería más difícil mantenerla fuera del peligro que ella misma estaba llamando a su presencia?

-Está bien. –Finalmente se levantó con resignación. –Supongo que es algo importante.

-Lo es. Hay poco tiempo y muchas cosas por ver. –Parecía que Frisk no había notado su descontento al respecto, pero no le sorprendía que pasara. –Sé que ustedes se mantienen ocultos desde la prisión, así que quiero ver si me permiten llevarme conmigo a los seguidores.

-¿Qué te hace pensar que te dejaré ir sola a Waterfall?

-No estaré sola si ellos me acompañan. Y también Flowey.

-Pues inclúyeme en esa lista. Y no, no estoy para negociarlo, bonita.

-¿Es para acercarte a la mansión Dreemurr como lo sugerí?

-Es para mantener a salvo la felicidad que tengo. –Y al notar su leve expresión, agregó. –En verdad quiero olvidar el asunto de mi madre, Frisk. No vale la pena esa incertidumbre si eso implica la posibilidad de perderte.

-No moriré, creo que no puedo hacerlo cuando me atacan. –El que lo comentara sin preocupación alguna sólo lo alteró más, pero tuvo que contenerse para no arruinar el momento. –Necesito respuestas de Asgore Dreemurr, pero sobre todo, detenerlo de todo lo que hace.

-No es tu responsabilidad, bonita.

-Sé que no, pero todo indica que sí soy la única que puede sacarlo de donde está. –Se acomodó su vestido al momento de levantarse de la caja. –Esté tu madre viva o no, se llevó a la señora Bunny. No quiero que sea tarde para poder salvarla.

Estando listos, se teletransportó junto con Frisk a la cocina de su casa, sabiendo que si regresaba a su habitación tras tanto tiempo, seguramente les cuestionarían cosas que no valía la pena responder si se incomodarían con ello. Y si bien eso era mucho mejor que estar pensando en las palabras de Frisk, tampoco tenía idea de qué era lo mejor o no ahora. Quería rendirse en cuanto a la idea de su madre para mantener a salvo de la mayor forma posible a Frisk, pero si estaba en lo cierto, darle la columna una vez más a su madre sería algo que le atormentaría de por vida. Y hablarlo con alguien más, además de su novia, era complicado tras lo mal que había salido hablarlo con su hermano. No lo culpaba por considerarlo loco tras eso, pero le habría agradado una mejor reacción de su parte fuera de no darle importancia. Aunque, viéndolo en otro ángulo, su hermano tenía razones para comportarse así con él si no le había dado urgencia al tema de su matrimonio cada vez más cercano a concretarse. Casi como si en verdad se hubiera resignado a que pasaría al no haber otra opción tras ese silencio que se cargaba con el asunto.

Tal vez Muffet tenía razón cuando lo llamó egoísta. Después de todo, sí debía algunas disculpas antes de seguir quejándose.

En el regreso del viejo para la cena, Frisk inmediatamente le contó sobre lo que había visto en el desastre de la casa de los conejos y del hecho de haber hablado con el reno revoltoso. Dada su nula expresión, estaba seguro de que pensaba lo mismo que él sobre que podría ser una trampa para solo usarlos como guardaespaldas sin razón, ya que después de todo, el maldito magnate de metal había intentado lo mismo y se trataba de socio suyo por medio de Frisk. Debía de aprenderle malas mañas de alguna manera. Y si estaba en lo cierto, tenía más razones para querer matarlo en una oportunidad.

-...Así que quisiera que pudieran permitirme ir a Waterfall con al menos dos de ellos. –Continuó Frisk en su explicación mientras tenía medio bocado insertado en su tenedor que movía constantemente. Señalando a los seguidores que una vez más, hizo que comieran con ellos como invitados especiales, contentos de estar ahí. –Astuto y Amable podrían…

-¿Quiénes? –Irrumpió el jefe.

-Bueno, la verdad es que ya me harté de que solo tengan un número para referirse a ellos, así que les puse nombre. –Aclaró Frisk al ver que había extrañado el cambio. –Ahora sus nombres son, Astuto, Responsable, Inefable, Amable y Leal.

-¿Qué te hace pensar que puedes nombrar a mi personal, florista?

-¿Y POR QUÉ UNOS NOMBRES TAN RIDÍCULOS?

-Pues no escuché queja de ellos cuando se los sugerí hoy.

Y era cierto, no parecían incomodados o extrañados de que se les mencionara con un nombre, por más que aquello fuese… algo extraño para llamar como un nombre para empezar. Con ello observó sutilmente a la flor que igualmente tenía un nombre ridículo a causa de ella, al cual definitivamente no le extrañaba esas sugerencias al serle predecible que pasaría si la dejaban hacerlo. Así que definitivamente Frisk era terrible con poner nombres.

-¿Y por qué esos nombres? –Insistió el jefe con molestia de que su gente no protestara con ello.

-Astuto porque al ser más cabeza que cuerpo, parece ser el más atento a ciertos detalles. Él es Responsable porque he visto que es quien tiene las cosas a tiempo incluso antes de que se pida. Ella es Inefable porque… bueno, porque simplemente no la entiendo. –Nadie pudo protestar al respecto, ni siquiera la almeja que tan solo se les quedó mirando sin emoción alguna que pudiera interpretarse de primera instancia. –El felino es Amable porque parece ser quien tiene más emociones que el resto, y el que tiene cuerpo de niño, es Leal porque realmente parece que lo es por encima de todo lo demás.

-¿USTEDES EN VERDAD NO TIENEN PROBLEMA CON ESOS NOMBRES? –Preguntó Papyrus algo preocupado, pero recibió una negativa unánime de inmediato. –BUENO, SÍ SON MEJORES QUE LOS NÚMEROS, CREO.

-Con nombres o no, no te los llevarás florista porque simplemente no irás. –Sans agradeció al viejo en sus adentros. –¿Te das cuenta que estando el alcalde en presencia, es probable que esperen a que te manifiestes nuevamente? Tras lo que hiciste y cómo lo hiciste, seguramente estarán mejor preparados.

-Lo estarán. Mettaton seguramente les brindará más reflectores de magia que haga imposible que puedan aparecer o desaparecer. –No cabía duda de que Frisk ya lo había pensado, pero que lo dijera con indiferencia no ayudaba. –Pero usted mismo me lo dijo una vez. Donde más refuerzan, es donde más demostrarán lo que temen. Y en este caso, temerán mucho más a la magia en sí que a la acción de una humana que tal y como usted me dijo también, no serán capaces de admitir que una mujer es capaz de dejarlos en ridículo.

Con ello hizo que el viejo sonriera orgulloso de que recordara sus consejos. "Al menos alguien en la casa lo hacía", seguramente estaba pensando ahora.

-¿Cuál es tu estrategia, florista?

-Una distracción. –Extrañamente Frisk sacó un fajo de billetes y lo puso sobre la mesa. ¿En qué momento había cargado con ese dinero? –Habrá demasiado público, en su mayoría a favor del alcalde. Pero sean monstruos o humanos, querrán obtener el dinero que arrojaré desde un punto clave para alejarlos de la zona. Como es dinero que ya retiré de la cuenta desde la otra vez, el señor tortuga no podrá monitorear lo que haré en ese momento. El cual es muy probable que esté presente, y cuento con eso.

-¿Para qué?

-Para que sea testigo y no una interferencia. Es momento de hacer que Asgore Dremurr salga de su zona segura.

Sans temía demasiado que se atreviera a decirlo ante todos, pero no cabía duda de que pasaría tarde que temprano. Papyrus y el viejo no emitieron palabra alguna tras eso, pero era un hecho que estaban meditando la situación, cada uno por sus respectivas razones y sin ser realmente un punto esperanzador sin importar el lado en que se viese. No obstante, Flowey mostró sentido común e interfirió inmediatamente tras escuchar sus palabras.

-Es una pésima idea.

-Soy la única que puede sacarlo, Flowey. Es por ello que el señor tortuga me atrajo a esta ciudad con este dinero y demás.

-¿Y por eso vas a darle lo que quiere? ¿Porque un estúpido reptil quiere traicionar a la bestia con la que trabaja? De nuevo sientes que no tienes otra alternativa salvo cometer fechorías para obtener lo necesario, pero no es así. ¡Tú eres mejor que eso! Eres mejor que esta bola de estúpidos mafiosos.

-Hey…

-Ahora la estás librando porque en efecto la prensa no se atreve a hablar de ti, pero si te presentas de nuevo, será innegable para cualquiera tu existencia. No solo te expondrías ante el cabrón más grande de todos, te expondrías ante la ciudad, el país entero.

-Pues estoy harta de ocultarme mientras… –Pese a su disgusto, Frisk no se sentía capaz de insultarlo. –… mientras el Gran Don provoca más sufrimiento a muchas familias.

-¿Y el sufrimiento que estos malditos causaron a otras familias? –Flowey alzó sus lianas para señalarlos a él y a su pequeña familia. –¿Y el sufrimiento que TÚ causaste seguramente a una familia?

-Y-yo…

-¡Basta, hierbajo! –Sans iluminó su ojo hacia él, a la par que se ponía de pie.

-Ya arrebataste una vida por una situación que no te competía. –Continuó la flor ignorándolo por completo. Tan solo tenía ojos para Frisk en ese instante. Y el resto también pese a las palabras. –Y les estás brindando piedad a estos idiotas cuando ni siquiera lo merecen. Te expusiste por ellos, te manchaste las manos por el idiota del cual terminas exponiéndote mucho más siempre. ¿Y para qué? ¿Para una familia que fácilmente apartan a aquellos que se encariñan con ellos y luego los desechan?

-Muffet no tiene nada que…

-¡Claro que tiene que ver en esto! ¡Es lo que te espera con ellos si sigues arriesgándote por ellos! –Finalmente se dirigió hacia ellos, aunque no con la mirada. –Muffet se la pasa casi todos los días llorando porque la familia que tanto quiso, fácilmente la negaron cuando ya no les fue de utilidad. No hace falta que tenga sentimientos para darme cuenta que ustedes son un trío de cobardes que solo condenan a quienes los quieren. Pero no pienso permitir que eso le pase a Frisk.

Papyrus desvió la mirada sin saber qué decir realmente, mientras el viejo acarició ambos anillos que tenía colocados en su dedo anular izquierdo con cierta incomodidad que no pudo reprimir a tiempo. Por su parte, sabía perfectamente que la flor estaba en lo cierto. En que todo en lo que quería proteger a Frisk justamente él mismo era la causa, pero aun así estaba dispuesto a dar un paso al frente en cuanto ella estuviera dispuesta a seguir. Y si bien ella no era de las que se retractaban, en esta ocasión, pudo ver por primera vez culpa en su mirada tras cada palabra.

No cabía duda de que mancharse las manos era algo que Frisk siempre lamentaría por más que quisiera darlo por su lado, por más que mostrara fuerza para que no le insistieran en cómo se sentía realmente. Y eso le dolía, porque no podía culparla por sentirse así. No habría día en que se lamentara por haber sido tan débil aquella vez, pero ahora más que nunca, sabía que se lamentaría mucho más por no haber luchado en un momento crucial como ese.

Frisk estaba queriendo apoyarle en encontrar a su madre y a muchas otras mujeres si estaba la posibilidad de hacerlo. Estaba financiando algo que no comprendía del todo, pero que si estaba la posibilidad de crear un verdadero futuro a su lado a través de la política, sin duda lucharía a su manera por eso, incluso exponiéndose en el centro de todo peligro. Y sobre todo, sabía que aquel hombre que alguna vez consideró un padre amoroso amante de las flores, realmente se trataba de un mafioso agresivo y sádico que no tenía perdón alguno, pero aun así no podía evitar dejar de verlo como padre. Y tal vez, en el fondo de Frisk, seguramente ella todavía tenía la esperanza de poder hablar con él, de comprender cuanto sea, algo dentro de todo el caos que implicaba su verdadera historia.

Tal vez muchos podían verla como una mujer firme en lo que se proponía, inexpresiva hasta consigo misma, pero en el fondo era una niña buscando a su padre. Añorando poder estar en familia.

Sans dio un paso al frente, por más mal que se sintiera consigo mismo. Ahora le tocaba ser valiente por los dos.

-Yo tampoco pienso permitirlo. –Intervino Sans con voz firme. –Aunque me cueste la vida, no pienso permitir que la lastimen.

-Mira que el que lo digas precisamente tú… –Comenzó a burlarse la planta, pero Sans no le permitió terminar su oración.

-Tú tampoco pudiste salvarla en todas esas veces, pero aun así sigues aquí, ¿no? Pudiste amarrarla o llevártela a la fuerza de esta ciudad desde hace tiempo, pero no lo hiciste porque sin duda alguna aprecias a tu manera su forma de ser. Respetas sus decisiones, aprecias su desenvoltura. Pues nosotros también. –Dejándose llevar por la emoción, terminó golpeando la mesa. Sacudiendo la maceta en la que estaba la planta. –Sé que soy un idiota, no hace falta que todos me lo digan. Pero a pesar de todos mis errores, ella sigue eligiendo quedarse a mi lado, así que lucharé todos los días para ser digno de esa elección suya.

Para la flor no fue suficiente su reacción ni mucho menos su discurso, pero al menos podía notar de reojo que las manos de Frisk que habían comenzado a temblar, habían parado inmediatamente. Incluso notaba un sonrojo de su parte.

-¡Así que no me amenaces de que la abandonaré porque eso jamás pasará! –No era necesario mantener su ojo azulado, pero de algún modo le daba el impulso de seguir de pie en lugar de acobardarse una vez más. –Si ella quiere saltar de un edificio, lo haré con ella. Si ella quiere afrontar a la bestia, estaré a su lado pase lo que pase. Si ella quiere armar una maldita revolución política en la ciudad, estaré yo ahí apoyándole en todo.

-¿Una revolución? –Finalmente habló el jefe. –El Gran Don quiere una guerra, ¿y ustedes están queriendo dársela por caprichos? Estoy de acuerdo con DT-00X, brindarles todo lo que quieren a nuestros enemigos es una pésima idea. Y aún más cuando ambos están dispuestos a cometer locuras que les hagan daño.

-PERO LO CIERTO ES QUE NO LOGRAMOS NADA MANTENIÉNDONOS A SALVO. NUNCA LO ESTAMOS DEL TODO. –Ahora intervino Papyrus, poniéndose de pie para hacerse notar, aun cuando no era del todo necesario. –QUEREMOS VENGAR A MAMÁ, QUEREMOS CUMPLIR CON LO QUE PIDIÓ LA SEÑORA TEMMIE. PERO NO LOGRAREMOS NADA SI SEGUIMOS ASÍ, ESPERANDO A QUE PASEN LAS COSAS SOLO PORQUE NO NOS SENTIMOS PREPARADOS PARA UN ENFRENTAMIENTO.

-Esta puede ser la única oportunidad con la que se cuente, teniendo todo a la mano y a nuestro favor. –Nuevamente habló Frisk, recuperando su seguridad. –Una zona abierta repleta de agua en los alrededores, una gran distracción de por medio y mucha seguridad por parte de los reflectores de Mettaton. Todo para debilitarlo lo suficiente.

-Olvidas su gran fuerza y destreza para saber combatir. Y dudo que sea alguien que asista solo en una provocación, por más que le guste pelear.

-Y ADEMÁS LA SEÑORA TEMMIE ME HABLÓ SOBRE ALGO QUE EL ALCALDE ACTUAL ESTÁ MAQUILANDO BAJO EL AGUA EN TODO EL SENTIDO. Y TIENE QUE VER CON LOS REFLECTORES PORTÁTILES QUE NOS PUSIERON. PUEDE QUE HAYA MÁS SEGURIDAD DE LA QUE NO PODAMOS SER CAPACES DE VER, PERO… SÍ CREO QUE ES UNA OPORTUNIDAD ÚNICA PESE A TODO.

-Estás buscando un jaque mate, florista, pero estás olvidando un último detalle. –El viejo no paraba de dirigirse a ella, al ser la causante de la incomodidad presente. Ya nadie tocaba su plato, ni siquiera los seguidores. –Sin importar lo que pienses o digas, voy a matar a aquel que se atrevió a matar a mi esposa. No puedes pensar en mí o en mis hijos como piezas de tu tablero. Nuestra voluntad va más allá de tus ideales.

-No quiero que lo maten. –Admitió Frisk de inmediato. –Pero tampoco sé cómo se presentarán las cosas una vez que lo vea de frente.

-Entonces sólo estás queriendo navegar sin sentido.

-Estoy apostando. –Frisk sacó otro manojo de billetes dentro de su gabardina. En serio, ¿de dónde sacaba ese dinero? –No tengo idea de qué pasará cuando estemos de frente, pero debe haber una razón por la cual el señor tortuga quiere traicionarlo a través de mi, y solo puedo saberlo cediendo. No sé si me está engañando o no el señor Holiday, pero debo protegerlo de cualquier forma porque hacerlo es proteger un mejor futuro. Y no sé si Mettaton pueda ceder en el momento el usar los reflectores a nuestro favor o no, pero de algún modo sé que no quiere que salga lastimada. La incertidumbre es horrible, pero llevo así todo el tiempo que he estado viviendo aquí en la ciudad. Y eso los incluye, porque en efecto no puedo saber realmente si ustedes me usan también o no.

-¡ESO ES…!

-Realista. No puedo saberlo por más que me digan que no será así. Asgore Dreemurr me dijo constantemente que me quería, que era una gran hija para él, pero estoy en esta situación. Sin saber cual es la verdad hasta que la enfrente. Pero estoy aquí, apostando por ustedes en más de una ocasión, deseando que no serán unos más que solo me lastiman. Así que, ¿me consideran tonta por confiar en todos ustedes también?

Sans iba a protestar de que lo incluyera en eso pese a su desenvoltura previa que le había costado el orgullo, pero no podía culparla por sentirse así, por más que le dijera lo tanto que le preocupara y quería, estaba exponiendo su punto. Había sido tan lastimada constantemente, que era sabio de su parte mantenerse precavida a su manera, pero aun así tomaba la decisión de confiar, de seguir adelante. Tal vez era su manera de protegerse o "asumir las consecuencias" si algo le salía mal nuevamente y aceptar con facilidad que ella misma lo había permitido.

En efecto, Frisk estaba apostando. Saltando de un edificio sujetando a un mafioso, en espera de poder salir bien. Aceptándolo como novio, aún tras ver lo sádico que podía ser con sus víctimas con un simple arrebato. Financiando un neo político que no garantizaba nada que fuera a hacer bien las cosas una vez llegando al poder, y muchas muchas cosas más que había observado en ella en su trayectos. Ahora comenzaba a darse cuenta de que su novia no sólo perdonaba sin más, sino que decidía brindar confianza. Y aquellos que la recibían tenían la decisión de mostrarle si estaba equivocada o no.

Ya sabía que su novia era una persona fría, pero esto iba mucho más allá.

-Como tu novio, duele que me incluyas en eso. –Admitió Sans con una sonrisa. –Pero con más razón lucharé para demostrarte lo contrario. No cambia nada.

-YO YA TE DIJE QUE SERÉ UN HERMANO PARA TI, Y COMO UNO, TE REGAÑARÉ CUANDO METAS EL HUESO DONDE NO.

-¿Y usted, señor?

-Que todo esto es una barbarie. Las cosas no se ganan sólo porque se desea. –El jefe de familia se cruzó de brazos. Era evidente que sería quien más estaría a la defensiva. –Pero lo cierto, es que no habría sabido que puedo obtener mis metas todavía, sino se me hubiera empujado a ellas. Así que al menos dime que tienes un plan mucho más elaborado que el hiciste para sacarnos de la pena de muerte.

-Lo tengo.

-¿Y eres consciente de que apostar implica jugar? Dijiste que no querías serlo.

-Apostar implica riesgo. Y creo que no puede haber juego sin riesgo para empezar. Un claro ejemplo de eso es mi nombre, ¿no cree?

Sans se habría sentido orgulloso por ese breve juego de palabras en un mejor momento. Pero por ahora, tenía que ocultar el leve nerviosismo que le producía en lo que ahora todos se estaban metiendo en conjunto: afrontar al Gran Don de una buena vez. Si antes lo quería muerto por un simple rumor, ahora sin duda querría matarlo personalmente con sus propias garras. Pues bien, era un sentimiento mutuo.

Que Frisk le perdonara, pero si tendría que matarlo antes de que tocara a cualquiera de sus seres queridos, sin dudar lo haría. Y estaba seguro que el resto pensaba lo mismo en sus adentros.

-Pues bien, escucharé. ¿Qué tienes en mente, florista?

-Necesito muchas semillas primero.

.

.

Bonnie esperaba que todos se durmieran para entrar en acción, pero a los pocos minutos le quedó claro que siempre había algún vigilante en turno. Así que se asomó por la ventana, contemplando la altura en espera de poder saltar con seguridad, pero el miedo le paralizó de forma inmediata por más que quisiera tomar valor pensando en sus seres queridos. Tal vez justamente por ellos no quería cometer más riesgos, aunque podría apostar más a su vértigo reciente.

Pese a la luz de Hotland, la luna se contemplaba hermosa desde donde estaban. Le daba la impresión de que estaban en un hotel que llevaba poco tiempo abandonado. Si su hermana lo viese, seguramente sugeriría varias mejoras.

-Así que piensa retirarse por su cuenta.

La coneja se sobresaltó y se giró abruptamente. Contemplando al líder de cabello abultado sobre sus ojos, pero que sin duda alguna la estaba vigilando desde hace tiempo sin que pudiera darse cuenta. Recargado en la pared como si llevara todo el día ahí. ¿Acaso eran todos unos ninja? Era como si supieran moverse en la oscuridad y en silencio.

-Les dije que tengo prisa. –Bonnie trató de mantener la calma. Sin saber si le atacaría finalmente o no tras ser descubierta. –Mi familia me necesita.

-He visto cómo es su familia, educó a un montón de inútiles dependientes. –Eso le confirmaba mucho más que se trataba de un extraño acosador. Frisk sí que atraía gente extraña. –El que estén sin usted debería de ser bueno para ellos para conocer cómo es el mundo real.

-Soy su madre, solo trato de protegerlos siempre.

-Las madres suelen decir eso, pero terminan haciendo todo lo contrario. –No pudo evitar que aquello acaparara su total atención. –Al igual que todos en este mundo, terminan viéndose por sí mismas. Y sería una buena decisión si no fuera por perjudicar otras vidas antes de retirarse sin más.

-¿Acaso tu madre te abandonó? –Comenzó a percatarse.

Obtuvo un silencio incómodo como respuesta. Ni siquiera su alma emitió algo.

-Necesito llegar con los Gaster. Vi cosas muy raras en el sótano de ese monstruo jefe. –Insistió en espera de que en algún punto cediera, aunque implicara que entrara en hartazgo y ahora sí fuera agresivo con ella. Después de todo, si se trataba de un jefe, debía de pensar como Wingdings. –No quiero que le hagan daño a mi amiga en mi ausencia.

-¿Qué cosas raras? –Pareció mostrar verdadero interés ahora.

-Seres fusionados con otros seres, cosas acumuladas anormales… y un alma carmesí que podía comunicarse.

-¿Un alma humana?

-Las almas humanas no expresan palabras, solo sentimientos. Esta era muy diferente.

-¿Por qué Dreemurr tendría un alma humana? –Por ese breve momento, Bonnie supo que estaba siendo ignorada tras escucharlo divagar en otro idioma a continuación. Debía de ser alguna lengua asiática, porque la notó muy extraña. –Dice que era carmesí. ¿Los colores son anormales en las almas?

-Las de los monstruos no tienen color. Por lo regular en los humanos adultos se mantiene un color tenue a modo de eco de lo que fue conforme crecen. Los que lo mantienen de color intenso o puro son los infantes. –Se sintió extraña de tener que explicar algo así en un momento como ese. No obstante, tuvo que ceder a contar mucho más allá si quería que cediera a su petición. –Yo no tiendo a verlas para saber más a fondo, solo puedo escucharlas. Y esta es la primera alma que pareciera que trata de comunicarse con palabras directas.

-¿Y qué es lo que le dijo?

-Mencionó el nombre de Frisk. Y algo de que se mantenga determinada.

Si pudiera ver sus ojos, seguramente los habría contemplado abrirse como platos. Pero le bastó con ver que había abierto la boca sin saber qué decir, aun cuando sin duda alguna había algo dentro de todo eso a lo que le encontró sentido. Aunque fuese un humano muy extraño, sin duda alguna le interesaba la cachorrita a su manera, tal vez debió de iniciar con eso para que se movieran de una buena vez. Ahora podía escuchar intensamente que se había puesto nervioso.

-Tiene razón, señora. Debemos darnos prisa.

En los siguientes minutos pudo ver cómo el líder levantaba a varios de sus hombres, mientras que ella solo tuvo que limitarse a esperar y contemplar la luna nuevamente. Anhelando que todavía tuviera tiempo de poder hacer algo.

Porque no le cabía duda ahora, de que había algo mucho más grande en riesgo.

.

.

.

De nuevo me tardé en acabar un capítulo, jeje. Estoy con un nuevo psicoterapeuta y ha sido muy agotador mentalmente sacar todo, pero muy necesario por todo el estrés que me he cargado. De una vez les advierto que los siguientes capítulos serán… ¡ÉPICOS! Así que puede que me tarde de nuevo en la siguiente actualización, así podrán prepararse mentalmente.

Siempre les agradeceré el cariño y paciencia. Los amo.

¡Michi fuera!

:V