– Encargos hechos, ahora vayamos a la cafetería Lucerne y comamos todo lo que se nos plazca –

– Nono, nada de dulces ni excesos. Te lo pido por favor Paimon, es la hora del desayuno y solo pediremos una comida –.

Frente a los ojos de Aether, estaba el Gremio de Aventureros luego de subir las escaleras. Estuvieron desde que el sol se presentó en el cielo para hacer encargos diarios, aprovechando el tiempo sin misiones importantes en este día.

Katheryne les dió las gracias y puso en su mesa la bolsa para el dúo popular de Teyvat.

El famoso viajero Aether, y su compañera y guía Paimon trabajaban un día más como aventureros.

Después de todos los sucesos en Fontaine, el ambiente pudo regresar a la tranquilidad, permitiéndoles explorar todo lo que aún no pudieron ver con detalle en la nación de la libertad, sin más tiempo que perder. Cada vez el final del viaje parece estar un paso más cerca, no tardaría mucho tiempo en estar en Natlan.

En pocos meses han conocido historias, gente nueva, escenarios tan fantásticos que cualquier cuento se quedaba corto, una cultura diferente de la nación que es más radical y visible para los forasteros de fuera.

El viajero sentía que el apodo se hizo evidente, con la participación de la obra que ocurrió durante la profecía de Fontaine. Ya había tenido esa conversación con Paimon antes de ejecutar el plan de atrapar a Furina en la Ópera, tuvo que aliarse con enemigos del pasado y escuchar sus propias historias. Todo lo que estaba viendo solo lo llevaría él, guardado en el cofre sellado de su cabeza cuando abandone este mundo...si todo sale bien como espera. No fue una historia muy bonita para recordar, ahora mismo quería largarse lo más rápido posible de la corte.

Cómo todo viajero, no puede quedarse atrapado en un lugar y tomar cariño, ya sea una zona en concreto o a una persona; Fontaine no es la nación que precisamente más le agrade, incluso con sus cosas buenas, los futuros cambios y algunas personas que ha conocido aquí.

Quizás porque a pesar de cargar el lema de la justicia, solo ha visto injusticias y la dramatización de estos juicios en la ópera le enferma, hasta su último juicio por Furina con el significado que tenía para ella toda su defensa, es algo que prefiere olvidar.

Hay muchos sentimientos aplastados en el estómago del viajero, quien no podía sacarse el dolor que podría estar pasando la persona más importante de esta obra.

En Inazuma vió la muerte ante sus ojos, le tocó medirse mano a mano contra la Arconte por imponer los mejores ideales que eviten más sufrimiento en una nación cubierta de tragedias; las cosas en Sumeru resultaron un poco diferentes, la gente no tenía conocimiento de lo que pasó con su nueva Arconte, los sabios habían dado la espalda a su heredera para confiar en la idea de los Fatui. Ha habido otras ocasiones donde la aventura del viaje se ha llenado de momentos cargados de tristeza, dolor, miedo y indignación para él.

Poco a poco se acostumbraba a ello, pero no por ello dejara de tener emociones y actuar indiferente ante las situaciones.

Quién sabe si en Natlan, esperándole con el lema de la guerra, no se lleve una experiencia de lo más predecible que puede ocurrir.

Conociendo tantas historias de todos los ámbitos, que le recordaban que principalmente es un viajero privilegiado de observarlas como protagonista.

Sin embargo, en Fontaine considera que ha llegado demasiado lejos. No puede estar un minuto sin ponerse en la piel de Furina, viviendo cada día con un personaje que le asignaron sin preguntarle si podía llevarlo perfectamente.

El personaje se le había pegado, pero definitivamente Furina es una chica diferente a la que fue antes de cumplir su rol como "Arconte" en la profecía.

Le encantaría poder hablar con ella, pero tampoco quiere presionarla o que sospeche de sus razones para visitarla.

– ¡TRAIDORA!, ¡¿no tienes la vergüenza de caminar en plena calle y olvidarte de las vidas que se perdieron por tu inutilidad?! –. Justo unas calles abajo, un hombre alterado con pintas de ser del subterráneo de Fontaine estaba gritando con desahogo.

Paimon fue la primera en volar por el chisme, una silueta vestida de azul y cabello blanco era el punto de mira de los gritos.

– Oh, oh... –.

Aether tenía una mirada expectante, tratando de calmarse con la esperanza de como actuaría Furina en esta situación.

El hombre, debía ser de la zona más afectada donde la profecía se cobró vidas. El único sitio donde Furina no era bienvenida.

– ¡¿QUIÉN PAGARÁ POR LO QUE PASÓ EN POISSON?!, ¡¿TE COMIÓ LA LENGUA EL MAR PRIMIGENIO O QUÉ?! –. Las acusaciones pasaron a ser solo muestras de odio, casi rompiendo el espacio personal de Furina quien trataba de mantener el paso calmado y la mirada al frente.

– ¡FARSANTE, MÍRAME A LA CARA! –. Le tomó el brazo con fuerza, haciendo que Furina voltee en shock y casi tire la bolsa que tenía en los brazos.

– ¡¿EH?!, ¡s-suéltame!, ¡si me jalas o aprietas con fuerza te voy a denunciar con la Gendarmería! –. El tono tenía claro miedo y pánico, a pesar de poner una advertencia de por medio, mientras varias miradas se clavaron en la situación.

Un silbato sonó, una pequeña melusina de color violeta y vestida de autoridad, vino a socorrer a la chica y detener el ambiente alterado.

– ¡Sea cual sea el problema que tenga, señor, no está bien acosar a una persona! –.

– ¡¿Por qué no arrestan a la farsante esta?!, ¡¿por qué está impune al engañarnos a todos y vive a sus anchas en la corte?! –. El hombre señaló con vehemencia a Furina, el bullicio ya se había generado y tantos murmullos hicieron que bajara la cabeza.

Sea cual sea la opinión en este momento que pueda tener la gente de Furina, quien se trataba de integrar en la sociedad humana poco a poco como un ciudadano más, no le ayudarían a empezar una vida normal.

– Última vez que lo repito, señor, si no tiene pruebas reales de acusar a una persona, váyase antes de ser detenido por disturbio público y acoso en plena corte –. La melusina defendió a Furina, con una postura firme y esperando a que se diera la vuelta para romper el escándalo que atrajo a la gente.

Él tendría que aceptarlo, pero miró de reojo a la ex Arconte.

– Ojalá sufras el resto de tu vida por eso, para que todos los muertos puedan descansar en paz. Seguro serán felices si tienes una vida llena de desgracias y de soledad, sin importar dónde estés o a donde vayas –. La chica de cabello blanco tuvo un pequeño temblor en su expresión, tocándole una fibra.

El viajero no pudo escuchar eso, pero los nervios de la expresión de la chica le provocaron que apretara el puño hasta sonar sus huesos.

No dejó de perseguir al hombre fijamente, hasta que se quedaron a unos metros y sentía la necesidad de hacer algo luego de ese momento. Ya la melusina había tomado otro camino, tranquilizando a Furina y acompañándola a su residencia.

– D-Disculpe...acabo de escuchar lo que pasó. Yo realmente estoy de acuerdo con sus acusaciones y me gustaría decirle algo más...por si podemos colaborar para que Furina...pague por todos los daños –. Aether no tuvo miedo en mentir descaradamente, por más que dijera algo impensable e imperdonable para él mismo. Mostrando ojos muy ansiosos y una sonrisa sádica.

– ¿De verdad, viajero?...si eso es así y estás con nosotros, hay que conseguir presionar a su señoría Neuvillete para que se encargue de la farsante y traidora de Furina. Te creo, después de todo has estado con la jefa de Spina di Rosula –. Definitivamente la mirada convenció al hombre, quien creía que es por razones similares a sus pensamientos.

Pero Aether solo quería defender a Furina, sin importar el precio y lo que tuviera que hacer, le salía del pecho.

Fue entonces como se llevó al hombre a la entrada del Río Ceniciento, para no llamar la atención de las autoridades.

– ¡AETHER DETENTE!, ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! –. Paimon entró en pánico al observar la repentina agresividad que mostró el rubio, quien nada más llevarlo a un lugar vacío comenzó a atacar al ciudadano.

Tenía una rabia descontrolada que pagó con el hombre por sus propias razones, cada puño se dirigía a sus labios y estaba rompiéndose los nudillos en el proceso, con ojos inyectados de rabia.

Ya había pasado una semana desde que ocurrió la obra de "la Pequeña Oceánida", casi un mes del juicio de la Arconte Hydro y la profecía de Fontaine.

No le dió oportunidad de hablar a aquel hombre, la sangre salpicaba por doquier y Paimon estaba en shock.

– ¡¿Qué te pasa?! –. Aether se detuvo ante el grito repentino de dolor que el ciudadano soltó.

– ¡Idiota!, ¡deja en paz a Furina! –. Fue bastante claro, mostrándole el puño lleno de su propia sangre en advertencia.

– ¡Pero ella es responsable de las muertes en Poisson!, ¡cómo pueden dejarla ir así simplemente y dejar las cosas como si nada!...la profecía fue su culpa en primer lugar, ¿cuánto tiempo tuvo para idear algo y no hacer nada? –.

El aura de Aether se volvía más negra, viéndose superado por las cosas que salían de la boca sucia del hombre. Es como si los golpes no sirvieran en absoluto para que entendiera, lo hacía perder los estribos.

– No entiendes absolutamente nada, ¿verdad?...en primer lugar, Furina si estaba tratando de salvarlos a todos y desde que supo lo de Poisson está muy afectada, a día de hoy se siente culpable; segundo, ¿por qué culpan a Furina de todo?...ella nunca tuvo culpa de NADA y ustedes no entenderían porque hizo lo que hizo. Nunca se merecieron tener a Furina en primer lugar, ¡ustedes y sus estúpidos juicios me tienen harto! –. Él se ponía las manos en la cabeza, totalmente alterado.

– Tienes razón, esa perra debió morir en el juicio, debieron tirarle el agua del Mar Primigenio encima, para ver si sobrevivía. Solo es una farsa que sirve para actuar, con razón es popular en el teatro. ¿Todavía te está engañando, viajero? –. El rubio abrió los ojos con un crujido, entendiendo la insinuación que le estaba lanzando desde el suelo, agarrándose las mejillas por el dolor.

En un ataque más fuerte y sin control, Aether fue una máquina de puñetazos con la respiración descontrolada.

– ¡BASTA!, ¡VAS A MATARLO! –. Sin éxito, lo jalaba de su bufanda, pero la fuerza de Paimon no era suficiente para detenerlo hasta que saciara su ira.

- Sería demasiado bueno que lo hiciera...toma, para que te laves la boca, aquí tienes y no llores. Eres un desagradecido, como todos en Fontaine realmente... –. Aether se aseguró de obligarlo a meterse la bolsa de moras que consiguió en el Gremio, dentro de su boca ahora reventada, con palabras.

Después se fue lentamente, viéndose con rostro desagradable las manos sucias de la sangre del hombre.

Para no llamar la atención, usó su mapa para irse a un punto lejano y desaparecer de la escena o tener que pasar las manos en algún lado.

Terminó lejos, en busca de un pequeño lago aislado en Fontaine y así poder lavar sus guantes, incluyendo las salpicaduras que cayeron en sus brazos o el rostro.

En todo ese tiempo, estuvo con una expresión muy fría y agresiva, sin decir nada. Paimon estaba asustada detrás de él.

– Aether, ¿qué te sucede? –. Ella tuvo un tono muy aterrado, acercándose lentamente para verlo a los ojos.

Él suspiró, negando varias veces.

– Lo siento si te asusté, Paimon...no pude evitarlo. Estoy frustrado con muchas cosas, la gente que de verdad vale la pena siempre es la que más sufre y me cuesta mucho mantener mi perfil de viajero, además...volví a quedarme sin información de mi hermana –. El chico suspiró cansado, caminando en círculos con cara abatida.

– Es probable que vayan a llamarme la atención por esto, tarde o temprano. Tengo una sensación parecida a Inazuma, quizás se está acumulando y siento que no tengo verdaderos amigos en quién confiar –. Aether tomó agua para pasarla por su cara, ya más tranquila, lavándose las manos y hablando hacia el reflejo de Paimon en el lago.

– ¿Te molestó que persigan a Furina? –. Aether asintió sin dudar en un segundo.

– Antes de que ocurriera todo esto, pensé que sería capaz de darme respuestas, pero solo es una chica que es parte de Foçalors...no tiene los recuerdos que la mitad divina y solo quedó la mitad humana.

Perdí la oportunidad de hablar con la Arconte, Neuvillete tampoco tiene idea y no pude preguntarle nada a Skirk –.

Alzó la cabeza, observando el cielo cubierto de la ciudad un poco decepcionado.

– Pero no estoy molesta con Furina, para nada. Incluso me siento culpable de no haberla ayudado antes y que me contara sus problemas cuando se ejecutó el juicio. Ella no merece el trato de Poisson, por eso quiero verla de vez en cuando y saber cómo está atravesando su nueva etapa como una ciudadana, es la persona que más vale la pena en Fontaine –. Después de un tiempo, Aether ya había formado su propia opinión sobre todo lo relacionado a la nación.

Por otro lado, esto le provocaba querer ir a Natlan, le agradaba la idea de ser la nación de la guerra interminable. A sabiendas que podría ser incluso aún peor que todo lo visto anteriormente.

Habían varias cosas de Fontaine que no le gustaban.

Pero Furina, es como la gema más brillante que lo hacía no tomar la decisión de abandonar la nación y seguir visitando la corte.

Aether regresó de nuevo a la corte después de enfriar la cabeza. Ignorando todo el ambiente relajado alrededor en la ópera, fue a una casa cercana al Gremio de Aventureros, en la misma ubicación donde observó el problema esta mañana.

La puerta se abrió un par de segundos luego de que tocara.

– ¿Viajero?, ¿qué estás haciendo por aquí? –. Una albina de ojos azules con forma de gotas de agua, usando su traje azul con sombrero de copa apareció detrás, arqueando una ceja.

– Te estoy ayudando a que tengas un poco de variedad en tus estantes, ¿no estabas comiendo solo Macaroni? –. El viajero entró como si fuera su propia casa, cargando bolsas de ingredientes como si viniera de hacer las compras.

– Para que lo sepas, ¡no soy una niña para que estés viniendo todos los días!, además si no tengo otra cosa, es porque yo le dije a Neuvillete que puedo vivir comiendo Macarrones –. Los enfados infantiles de Furina no estaban siendo efectivos y era ignorada al ver a su invitado pasando al salón.

– ¿En serio no sabes cocinar otra cosa? –. La pregunta sonó bastante retórica.

– ¡Ni siquiera me estás escuchando! –. Ella hizo un puchero hinchando la cara, mientras Aether esperaba respuesta.

Pan, harina, pescado, carne, pollo, dulces y pasteles, chips and chips, frituras; Aether prácticamente trajo todo lo que se le ocurría, de cualquier parte del mundo.

Los ojos de Furina veían con mucha curiosidad todos los ingredientes que trajo, no importa que lo niegue.

– Deberías aprender a cocinar o a pelear. La Shogun Raiden equilibró la balanza de su pésima cocina con un excelente manejo de la lanza –.

– ¿Me estás comparando con un Arconte? –.

– A-Ahh...lo siento si la usé como referencia –. El de ojos dorados se arrepintió tarde, chasqueando los dientes.

– No importa, sé a donde quieres llegar –. Furina aprendió que ya no podía mentir o esconder nada al viajero, siendo bastante terco.

Por unas horas, Aether estuvo enseñándole un poco lo básico de cocinar más variedad. Furina tuvo que dejarse llevar, luego de intentar sacarlo anteriormente y verlo empeñado en quedarse.

Fueron horas divertidas para ambos, olvidando los problemas actuales que pasan sobre sus vidas, compartiendo risas y aprendizajes entre sí.

Tuvieron tiempo para hablar, cuando por fin sirvieron sus platos de espaguetis con queso y salsa.

Aether se degustaba de ver a Furina descubriendo más de la simplicidad, siendo algo tan mundano como platos de comida.

– ¿Te ves capaz de llevar bien tu nueva vida y aceptar las críticas?, no sé...considerar que tal vez hayan personas que no te perdonen por muchos años...o el resto de sus vidas, sin conocer la verdad de todo el plan detrás de la profecía –. Estaba preocupado de que ella sea una persona no grata en Poisson, causándole una mancha en su reputación.

Se tomó un momento para responder, el viajero fue paciente y contemplaba la expresión reflexiva de Furina.

– No puedo culparlos por eso, probablemente no pueda cambiar su imagen para ellos y se sientan muy decepcionados de mí, no creo que el tiempo cure todo...mientras no se cruce la línea... –. Aether se concentró totalmente en esa última parte, quería saber lo que diría.

– Si ya no puedo volver a Poisson supongo que no hay nada más que hacer. Estamos en paz, no se meterán conmigo si yo no regreso –.

– Yo confío en ti, pero no en ellos... –. Él no dudó un segundo en mostrar su postura preocupada por la seguridad de Furina. Ella apreciaba la preocupación que estaba teniendo.

– Vamos Aether, no te preocupes por eso...¿por qué quieres cuidar tanto de mí? –. Le parecía divertido que esté tan pendiente y amable, Furina mostró una sonrisa con una pregunta curiosa, no tenía nada para pagarle al escuchar todos sus pensamientos.

– Quiero ayudarte a mi manera sin recibir nada a cambio. Lo hago porque quiero, por lo que hiciste y lo que tuviste que pasar. Mientras esté en Fontaine...cualquier carga, asunto, puedes compartirlo conmigo –. Siendo bastante tajante, él se cruzó de brazos con una promesa que esperaba cumplir.

Esas palabras le latían el corazón a Furina, no tuvo palabras para agradecerlo y al fin tener a alguien para considerar amigo, pero su sonrisa es un precio suficiente para Aether, quien se mostraba genuinamente preocupado y serio cuando se trataba de su bienestar.

– Hablemos todo lo que queramos cuando se acabe la comida, si se enfría se me quitarán las ganas –.

Cuando terminaron todo, Furina no pudo evitar saborear lo bueno de toda la comida de Aether y tenía más preguntas.

– Debo admitir que pensaba que me estabas enseñando las recetas de otros platos, ¿pero también sabes cocinar tan bien? –. Estaba impresionada con las habilidades del rubio, ¿la comida estuvo buena porque probó algo diferente o era por las habilidades del viajero?, no cree que replicar la receta salga igual de bueno.

– Mi tiempo de aventuras me enseñó que debo hacer más tareas para no estar en problemas. Además, siempre tengo una boca que alimentar todos los días y pruebo cualquier plato diferente...en Liyue fue donde comencé a entenderlo con la inmensa gastronomía –.

– Cuando dices que tienes una boca que alimentar, ¿te refieres a tu hermana? –.

– Ah, no...ahora mismo es Paimon. Pero técnicamente es cierto que antes...le cocinaba a ella... –. Las palabras de Aether se convirtieron en una inmensa tristeza por su tono, Furina se incomodó ya que no quería hacerlo sentir así después de tratarla con amabilidad.

Furina ya sabía cosas de él antes de su primera aparición en Fontaine, tal vez no fue muy asertiva hablando de su hermana.

– P-perdón, no era mi intención –.

– Descuida, Furina. Mi tiempo en Teyvat me ha demostrado que no debo darme por vencido y mantener el optimismo, incluso si el camino aún está lejos de terminar...siempre habrá algo que valga la pena después de todo el viaje –. Aether se dejó caer en la silla, cerrando los ojos y soltando un suspiro algo derrotista.

– Pero...¿no estás un poco cansado de todo esto?, yo misma estuve observando tus avances mientras estaba tratando de encontrar algo para detener la profecía. Todo lo que veo, es que estás igual de cansado que yo –. Aether apretó los labios, tragando saliva, había intentado aparentar que no era así, pero Furina lo había leído mejor que nadie y quería hacer algo por su amabilidad.

– ¿Has tenido un avance significativo de todo tu viaje a este punto?, ¿no tienes más confusiones a medida que el momento del final se acerca y sigues sin ver algo que valga la pena? –. Furina insistía y Aether trataba de mantenerse firme, pero no sabía cómo responder.

Le estaba diciendo si realmente ha encontrado algo que valiera la pena todo este esfuerzo, sin parar durante varios años.

– Yo agradezco que estés a mi lado, por fin puedo contarle a alguien lo que siento y lo que debo hacer. ¿Por qué te cuesta ser igual conmigo? –. El tono preocupado y lindo de la chica le costaba poder seguir guardando tantos secretos.

Estaba acostumbrado de que todos se apoyarán en él o sea él quien ayuda a todos, por lo que no sabe cómo sentirse al respecto.

No quería molestar o preocupar a Furina, ni a nadie. Sus problemas no tendrían que ser de incumbencia de nadie, además de tener tantas cosas en la cabeza desde que comenzó hace 4 naciones.

Hay mucho que quiere contar, solo Paimon es la única que puede ser su psicólogo y acompañante para ver lo mismo que él.

¿Alguien entenderá sus pensamientos y sentimientos?, estaba reprimiendo muchas opiniones que solo tiene en la cabeza.

No se trataba de lo mismo de Furina, le encantaría más que nadie decirle a alguien y porque no, a ella sobre todo lo que vió.

Pero verla devolverle el gesto de gratitud de esta forma, le hacía no querer ser el único en devolver favores con Furina. Rodó los ojos y suspiraba antes de cambiar de opinión.

– Tengo mucho que quisiera decir...que no sé por donde podría empezar –. Inclinó la cabeza hacia el suelo, moviendo los dedos en sus manos juntas, mientras se encontraba indeciso.

– Vamos, vamos...podemos comer dulces y frituras mientras me cuentas todo. Sea lo que sea, ¿somos amigos verdad? –. Las manos de Furina tomaron las suyas, trayéndole ánimos y una sonrisa.

Aether no podía negar, que escuchar la voz de Furina siendo totalmente honesta y la persona que era en un principio, le hacía estar tranquilo. Le gustaba escucharla, resultaba adorable, divertida y quería cuidarla.

Estos sentimientos se volvieron difíciles de controlar y asimilar, considerando que es por culpa de la emoción de revelarle la historia del viaje a otra persona.

Furina sintió mucha felicidad en su pecho cuando había conseguido motivarlo. No le gustaría perder al chico con quien más cercana ha sido y ha podido revelarle quien es.

Si ella podía apoyarse en Aether, ahora, ¿por qué no podía probar a hacer lo mismo con él?

El viajero por fin decidió revelarle detalles de todo lo que había pasado, antes de embarcarse a Fontaine. Optó en ocultar detalles y secretos más peligrosos, pero no con mala intención, Furina también lo intuía y tampoco quiso presionarlo más.

Al final, los dos compartieron asiento en el mueble de Furina. Aether centrado en narrarle sus recuerdos, tenía a la chica mirándolo fijamente, prestando atención a su lado; llegando a acostarse sobre su pecho.

Muchas partes resultaron escalofriantes y duras de reaccionar para la chica de cabello blanco; solo se le ocurría acariciarle la cabeza o tomar su mano, para que estuviera tranquilo al tenerla ahí a su lado.

La puerta sonó, el cielo ya arrojaba los últimos destellos de luz y se acercaba el anochecer en la corte. Aether no sabía cuánto tiempo pasó desde que aceptó contarle más cosas a Furina, no había necesidad de apresurarse y Paimon le estaba esperando en la Relajatetera.

Nada puede desequilibrar el ambiente tan acogedor que formaron en este tiempo.

Furina abrió, encontrando una figura imponente que le sacaba unos metros y la ensombrecía de frente. Aether ladeó la cabeza, ante el silencio, allí parado estaba Neuvillete que estaba esperando que le devolviera la mirada, ya sabiendo porque vino.

El rubio se fastidió, tomando un ligero suspiro con ojos cerrados.

Tendría que afrontar cualquier castigo que haya traído al juez a estas horas.

Furina también se extrañó de ver a Neuvillete en estas horas, solo cuando trabajaron como Arconte y Juez en el Palacio Mermonia hace tiempo no le resultaba raro verlo por la noche.

Los dos hombres sabían que estaba ocurriendo para tener una conversación entre ellos, Furina se sentía molesta de no poder entender porque Neuvillete apareció, y después le pidiera que se metiera a otra habitación para hablar de algo serio con el chico. Estaba en su casa, ella también quería saber los motivos de esto.

Paimon tuvo que aparecer, estaba en silencio, en caso de fungir como abogada de su compañero el cual le llamó cuando el juez entró a la residencia.

– Aether, tengo bastante confianza en ti y entiendo las razones de cada decisión o acción que has tomado en Fontaine. Si las cosas cambiaron, tú fuiste la pieza que inició todo este camino al llegar en primer lugar –. Neuvillete miró de reojo, Furina seguía parada de postura con brazos en las caderas, ya que no pensaba irse.

Ella sentía que esto le concernía, de igual forma, estaba preocupada por Aether y el porque Neuvillete vino a buscarlo.

– Sin embargo, debes saber más que nadie, que no puedo regalarte la libertad de irrespetar las leyes y ocasionar algún problema. Esto es algo que separa nuestra amistad, y como la máxima autoridad de Fontaine ahora, quiero que la nación siga en el camino de la paz mediante la justicia –.

– ¿Entonces solo vas a darme una reprimenda, verdad?; si quieres saber el motivo de mi reacción, fue porque no me pareció admisible que sigan acusando a alguien sin conocer todos las piezas del rompecabezas, no sé si es posible que puedan saber la verdad en algún momento...pero no permitiré que sigan persiguiéndola. Esa fue mi manera de que esa persona lo entienda –. Aether no se mostró agradecido por el gesto que tuvo, siendo tajante con sus principios.

– ¡Neuvillete!, no seas duro con Aether...Paimon también sintió mucha molestia por la escena que provocó el alboroto, pero Paimon entiende que la respuesta no fue la correcta –. La pequeña hada daba patadas al aire, con gemidos de frustración y preocupada por el viajero.

– ¿De qué están hablando ustedes? –. Las confesiones de ellos le decían a Furina que se trataba de ella, ya desesperada.

– El viajero le rompió la boca a un ciudadano de Poisson esta mañana, luego de escuchar como te estuvo acusando mientras volvías de compras –.

– ¡¿Eh?!...¡¿qué?! –. Furina tuvo que comprobarlo y voltearse hacia Aether, quien lucía sin arrepentimientos con los brazos cruzados, compartiendo una mirada por un segundo y voltearla inmediatamente.

– ... –. Ella no supo que responder, pero podía empezar a comprender un poco porque el viajero ha sido la persona más recurrente en ver desde que se fue del Palacio Mermonia.

Fue algo lindo saber que a pesar de relacionarse hace poco, es leal con sus amigos y se preocupe...aunque suene muy peligroso, buscarse problemas con cualquiera, solo por protegerla y defenderla.

– Si no se puede contar la verdad de Furina y la Arconte Foçalors, al menos asegúrense de estar más pendiente de ella. Ahora la gente de Poisson tiene razones para salir a buscar a Furina, por más que no me guste –.

El viajero estaba pensando en la subida de popularidad de Furina, quién después de perder el puesto en el juicio, la gente esperaba que terminara asesinada cuando se le condenó a pena de muerte...especialmente en Poisson, algunos se quedaron sin respuesta por lo ocurrido allí y con su regreso a las actuaciones, es claro que pueden haber discrepancias.

Todo se resolvería fácilmente si pudieran contarles todo lo sucedido lejos de los ojos de la gente común, pero no se puede por proteger la decisión de la Arconte y evitar que Celestia se dé cuenta.

"Furina no tiene por qué perdonar a nadie, suficientes remordimientos debe tener por no haber salvado a todos como quería. Quiero que sienta algo de apoyo y así no esté sola, siendo odiada o escondiéndose en su casa por siempre". Aether mostró un rostro ferviente, provocando que el pecho de Furina se acelerara hasta sentir los latidos retumbando en la cabeza.

– Todos estamos pendientes de Furina, Aether; precisamente también contamos contigo para eso, por voluntad propia la has visitado y parece realmente feliz a tu lado –. Neuvillete se encontraba más relajado, sonriendo cuando mencionó la buena sintonía entre ellos.

– ¡¿Qué tratas de insinuar?!, ¡y-yo solo acepto que venga a casa a porque viene a darme comida! –.

Furina rápidamente dijo lo primero que se le ocurrió cuando Neuvillete quería comprobarlo, con una cara roja y un tono alto, moviendo las manos.

– Furina, nosotros ya nos encargamos de la comida –. Neuvillete empeoró más el asunto, respondiendo con confusión en el rostro.

– ¡Neuvillete!, ¡¿por qué tenías que seguir?! –. Ocultó su vergüenza con ambas manos, siendo adorable para Aether y Paimon.

– Viajero, si no te importa...¿podrías convencer a Furina de moderar su consumo de dulces y frituras?, es cierto que nosotros cubrimos su vida y también le proporcionamos mora. El problema va en que se está aprovechando y en el primer mes, nos va a costar muy caro –.

– No me digas que...el dinero de Furina viene de los impuestos de la gente –.

– El dinero viene de mí, de Clorinde, el Fuerte Meropide, Spina di Rosula y La Casa de la Hoguera –.

– ESPERA...¡¿C-Cuánto ha comido Furina para qué les salga caro a todos ustedes?!, ¡¿acaso tiene más estómago que Paimon?! –. La idea de colaborar y darle dinero se le esfumó al ver la seriedad de Neuvillete.

– No estaba contando que solo compra los mismos ingredientes porque solo sabe hacer un plato –. Aether soltó un gemido horrorizado y las manos en la cabeza, preguntándose porque entonces Furina no parecía haber engordado.

También, está el interés de la chica por la lectura y como ha llenado de estantes todas las habitaciones para leer novelas cuando quiere.

Furina realmente estaba chupando demasiado dinero, cosa que le parecía vergonzoso de que Aether descubriera.

Aether quería conocer más detenidamente a Furina, ahora está en casa día sí y día también.

No solo eso, la estaba poniendo a trabajar o a salir para estirarse y hacer cualquier cosa, que salga de la madriguera.

Diferente es si le gusta andar activa, especialmente estando con gente quien también va conociendo mejor como Aether y Paimon; pero no esperaba compartir la vida ajetreada del viajero con su intromisión a su vida.

– Vamos Furina...el animal no va a hacerte nada, tienes que perder el miedo a defenderte y usar tus armas –. El viajero gesticulaba y señalaba el objetivo, animándola a acercarse al Engendro Fotomarino.

– ¡No puedes pedirme que lastime a un inocente cangrejo!, ¡miralo...si está cubriéndose porque tiene miedo de que le haga algo! –. La chica solo contenía tristeza, pero a una distancia prudente del animal, que miraba temblorosamente bajo la aleta cubriéndose el rostro.

– Paimon cree que a Furina la mata una Foca Aborgatada si le apeteciera, eh. Va a ser complicado entrenar a alguien que no ha tomado una espada en su vida, y Paimon que creía que Barbara no tenía rival...madre mía –. Paimon se palmeó la frente con una mano, apenas estaba comenzando y era duro de mirar.

– Estoy siguiendo lo que me pidió Neuvillete, y ella tampoco se negó cuando le dije que iba a ayudarla a entrenar. Parecía tan motivada de intentarlo, pero es más inofensiva que las tortugas del Valle Chenyu –. El viajero observaba a Furina temblar igual que una gelatina, como también hacía el cangrejo.

Le dió tiempo de hacer una imagen que tomó para el daguerrotipo, sintiendo un poco de pena y riéndose.

– ¡HEY!, ¡me estás tomando fotos sin consentimiento!, ¡puede que sea muy hermosa pero no te da derecho a tomarme imágenes cuando no estoy preparada! –. Furina ahora pasó a estar sonrojada, ganándose otro flash del daguerrotipo mientras Aether tenía un pequeño disfrute en el fondo por las fotos.

– ¿Quieres que deje de hacerlo?, ¡mata a ese cangrejo!; quiero verlo en cámara... –. Aether se acercó a ella, señalando que hiciera movimientos contra el cangrejo quien se había movido más que ella.

– ¡Piensa que estás actuando para una kinografía, directora Furina! –. Aether consiguió estimularla, la chica volteó los ojos hacia él y después cambió de ánimo. Puso los pies firmes, apretando el rostro mientras empuñaba la espada entre sus manos.

– ¡Soy...LadyPneuousia!, ¡una heroína de Fontaine que tiene una doble identidad! –. Furina posó una figura de orgullo, hinchando el pecho mientras miraba a cámara.

– ¡¿Dónde estará mi compañero Cat Sora?!, ¡no puedo hacer frente al mal si no estoy con él! –. Aether estaba blanco, mientras ella lo miraba directamente con una sonrisa burlona, esperando a que saltara de la cámara.

– ¿No fue idea tuya que actuara?, ándale, viajero. Hazlo por ella –. Paimon se reía del tema, ocasionando más vergüenza que Aether botaba pesadamente con un suspiro.

Poniéndose el antifaz de los Fatui, caminó hacia quedarse junto a la albina y Paimon grababa con el daguerrotipo.

"Solo espero que esto valga la pena". Permaneció en silencio, sabiendo que la vergüenza aún no ha terminado para él.

– ¡A sus órdenes!, My...L-Lady... –. La actuación de Aether se desmoronó en un segundo, literalmente. Se encontraba tartamudeando, rojo y con los labios temblando.

Furina pegaba ligeros chillidos de risa contenida, haciendo más divertido y agradable el entrenamiento. Realmente le agradecía a Aether poder pasarla bien, tampoco se sintió mal escucharlo diciendo eso.

– ¿Qué pasa gatito, te comió la lengua el ratón?, ¡JAJAJAJA! –. Furina lo agarra del mentón con la mano, para soltar una carcajada entre lágrimas. Aether estaba bastante denso, siendo el más débil ahora en el entrenamiento.

"Como ahora tenga que hacer chistes de gatos, no sé dónde me meto yo eh, Paimon". Aether comunicó internamente, tratando de centrarse en el frente.

"Paimon piensa que es una pena que no haya equipos profesionales aquí...pagarían por ver una película de este estilo, no sé si a alguien ya se le ocurrió una idea así".

– ¡Ok, es hora de que acabes con el mal! –. Aether recuperó la compostura, para terminar este asunto pronto empujó a Furina hacia el cangrejo.

Furina volvió a dudar, gimiendo de inseguridad. El rubio solo suspiró, viendo que aún faltaba un último paso.

– Si lo matas, haré chistes de gato y "My Lady" –. Los ojos de Furina brillaron, el animal se dió cuenta que Aether se había vendido por hacer feliz y mejor a Furina.

Aunque trata de no consentir a Furina, busca cualquier opción para animarla a que se divierta cuando hacen algo juntos. Porque la felicidad de Furina le hacía que todo valiera la pena, días y días de entrenamiento sirven para perder el miedo de quedar indefensa. No estaba buscando volverla igual como él, quiere dejar a la chica encontrar sus propios límites sin hartarse del combate.

Llevándole a aceptar varios caprichos de la chica de cabello blanco, a cambio de ganarse la confianza de Furina, no le importa.

– ¡Ya ha sido suficiente tregua contigo, Aether!; puede que me hayas enseñado mucho y lo agradezca. *EJEM*...¡pero Furina, no solo es una directora, ahora quiere medirse contra el héroe de cinco naciones en un combate! –. Cuando empaló en el suelo su espada brillante de Favonius frente a él, con una sonrisa retadora, esperaba ganarse una actitud ofendida.

– No lo dices en serio –. Él sin embargo, usó un tono medio burlesco inesperado, sin tomar en serio el diálogo tan extravagante.

– ¡Pues no bromeó!, ¿tienes miedo de medirte contra una ciudadana normal y deja en evidencia tu poder? –. Furina respondió de brazos cruzados, siendo la ofendida.

– No, porque yo no sería capaz de pelear contigo, Furina. Es una cuestión que jamás, me atrevería...a levantar mi espada contra ti, en ninguna situación, en ninguna circunstancia. Yo lo único que quiero es protegerte...y ese es mi deseo –.

La firme convicción, puesta en un rostro lleno de honestidad con la mano en el corazón, viéndola como una reliquia valiosa y brillante, hizo a Furina tener un golpe de azúcar en el cuerpo mientras se aceleraba, latiendo más desesperada que nunca.

– ¡¿E-EH?! –. Ella tenía los ojos abiertos, el color de sus ojos discordaba con las mejillas ensonrojecidas y los labios temblorosos, ligeramente abiertos de shock.

– Qué lo haces muy bien, podrías pedirle a Clorinde o Neuvillete que también te den consejos de combate. Con la experiencia de ambos, también te puede servir mucho –.

- ¡E-ESPERA!, ¡no te hagas el loco y repite lo que dijiste antes!, ¡Aether! –.

– Debes cocinar algo que no sean macarrones, sin mirar libros, recetas o preguntarle a Paimon o cualquier comodín que se te ocurra, esto no es "quien quiere ser millonario" –.

– ¡No eres justo! –.

Cuando no es afuera entrenando, Aether entrenaba a Furina donde más la podía tener entretenida sin avergonzarse a si mismo: la cocina.

– Oye, que no sabes todo lo que tuve que hacer para hacer mis propias comidas cuando vivía en la intemperie y tenía a Paimon llorándome todo el día. La experiencia de un viajero en la cocina, te va a ayudar muchísimo a encontrar nuevos gustos y poder tener habilidades con las manos –.

– ¡¿Qué?!, ¡¿estuviste viviendo en la calle?!, ¡¿cómo es posible?! –. Furina claramente no mostraba atención, más preocupada por las vivencias de Aether.

– ¡Debió ser muy duro!, si necesitas contarme todo y que te abrace hasta que tú quieras, no seas frío conmigo –. Tomó la mano del viajero, buscando acariciarlo en el brazo para ablandarlo, usando un tono muy dulce.

– Sisi, que no voy a ser amable contigo solo por "mostrar compasión" conmigo, querida Furina –.

Aether pensó en empezar primero haciendo dulces, pero no quería volver a Furina en un conejo o un hamster. No fue necesario nada para atraparle la atención, bastaba con cocinarle algo y después hacer que ella se tomara varios intentos en replicar el plato hecho por él. Probaría las creaciones de Furina, ya que no cree que dejarla hacerlo por su cuenta sea buena idea. Es como si le dijera a Ei que cocine y lo pruebe después.

No es igual probar los experimentos de la cocina de Xiangling, que de una inexperta como Furina. Además, Paimon no quería saber nada de sus platos para intentarlo.

Le daba igual gastar ingredientes, algo muy malévolo a los ojos de Furina que no se permitía fallar por gastar todos los recursos, cada error y mal intento le dolía.

Sin embargo, siguió los pasos de Aether y tuvo que seguir un orden. Cuando le costaba un poco, siempre estaban las manos del chico guiándola, junto con las suyas.

Furina se ponía muy nerviosa, no podía sacarse el sentimiento tan fugaz cuando las manos de Aether estaban sobre las suyas con un agarre suave y guiado, tratándola con delicadeza. ¿Estaba consciente que movía el corazón suyo haciendo estos movimientos?, sorprendentemente cuando lo miraba, no había algo de vergüenza, nervio o incomodidad, él devolvía la mirada con una sonrisa o esperaba que responda para saber si está prestando atención; pero le resultaba imposible concentrarse en momentos así, le costaba verlo a los ojos cuando hace tantos contactos con ella.

Igual que lo que pasó en el entrenamiento, no podía observarlo fijamente para revelar su sonrojo y este sentimiento que crecía con cada muestra de cuidado por parte del chico de ojos dorados. No podía pensar en la cocina, y está claro que él no lo hacía a propósito en ningún momento, lo cuál la deja en una duda de cómo enfrentar esta nueva situación.

No quería llegar a conclusiones rápidas, necesitaba seguir compartiendo tiempo con Aether para llegar a saber que está pasando, sin importar si traiga consigo más vergüenzas. También porque ella quiere seguir pasando ese tiempo con él, está tratando de entender si estos sentimientos son algo de amor real o por no sentirse sola.

Él estaba usando tiempo valioso para enseñarle cualquier cosa con toda la voluntad, no lo desaprovecharía.

– No te desesperes, Fontaine no se construyó en un día...yo veo tus avances; tanto en la cocina como en el combate, ya eres buena en el arte. Aprovecha muy bien el dinero que tienes, ya verás que con los meses podrás manejar ciertas recetas y podrás hacer algo más que macarrones –. Al final del día, le acariciaba el cabello para empeorar los latidos de Furina, mostrándose genuinamente motivador y dándole ánimos.

Después de tantos intentos, solo pudo replicar la imagen de los platos, pero no había el mismo sabor o se desmoronaban con tocarlos. No lo veía una perdida de tiempo a pesar del fracaso, mientras Aether le mostraba el vaso medio lleno.

Estas prácticas siguieron por varias semanas, Furina notaba cada caballerosidad y amabilidad de Aether que lo hacía cada vez más complicado de aceptar sin más.

A este punto su deuda con él se eleva con cada entrenamiento, consejo y acción amable para ella; Clorinde y Neuvillete estaban alegres de verla siempre en compañía del rubio, quien se sentía satisfecho solo con darle sus experiencias de vida.

El corazón de Furina se sentía en armonía y en aguas tranquilas cuando tiene a Aether a su lado.

Ya ha visto los frutos de su confianza en el desarrollo de sus habilidades. La cocina ya no termina desbaratada cuando está probando platos de Aether, no se acobarda de portar una espada simple contra el chico, llegando a enfrentar enemigos como hilichurs, ladrones de tesoros, si fuera de vida o muerte, tener que cargarse un animal de Fontaine que actúe agresivo, debía defenderse y no huir.

Esto consiguió que Aether fuese quitando días de entrenamiento, dejar varios recesos para hablar y ver si ya está más asentada como ciudadana.

– ¡No puedo creer que vaya a decir esto, pero me siento más en forma! –.

– No es tan malo hacer una rutina saludable y prepararte un calendario de tus actividades, eh. Antes solo estabas leyendo todo el día, comiendo macarrones o dulces en la cafetería –.

– Esa vida tampoco es tan mala, Aether. Paimon estaría de acuerdo conmigo –. Furina trataba de excusarse, llevándose una carcajada del chico y respondió con un puchero.

Furina quería tener estos paseos, pero solo elige lugares no relacionados con la corte o el ojo público, este asunto es muy serio e importante para ella, no quiere intervenciones externas que tensen la cuerda entre ella y Aether. Estaba segura, por sus encuentros y tener delante a un caballero el cuál ya había mostrado varios actos de protección. Pero quería descubrir sus sentimientos y los suyos.

Se pudo haber metido en problemas legales por defenderla, siempre es tan cuidadoso cuando la toma y le guía, dándole un sentimiento inigualable.

– Ya has visto prácticamente toda Fontaine. ¿Por qué no te apetece pasear por la ciudad?, podríamos ir a comer algo, ver alguna kinografía juntos –. Aether no había tenido un solo recuerdo hecho con ella en la corte, porque en el fondo también quiere divertirse y le resulta raro estos encuentros en las afueras.

Pero esos escenarios propuestos de Aether, parecían algo más relacionados a una cita, Furina hizo click inmediatamente en su cerebro.

– ¡N-No!, yo...no estoy segura... –. La inseguridad de sus palabras, sonando en un murmuro, solo trajo un sentimiento de inquietud a su compañero.

– ¿Estás preocupada de que digan algo de mí?, ¿por haberte defendido? –.

– ¡No, es solo que!...*suspira*...hay algo que no entiendo –. Furina tenía algo atragantado, siendo atendida detenidamente por él sin interrumpirla y dejar que hable.

– ¿No te aburres de mí, de estar conmigo tanto tiempo? –.

Los ojos de Aether se abrieron, cuando notó mucha inseguridad en la cara de Furina. No esperaba una duda así. Fueron unos segundos tensos, antes de responder con una sonrisa segura.

– Furina...yo no me he aburrido de verte nunca, desde que te conocí siempre me llamaste la atención. Ya sea para mal, o para bien –.

– ¿P-Para mal? –.

– No olvidemos la primera vez que nos vimos y me retaste a un duelo en la corte –. Ella hizo un "ohhh" cuando le trajo el recuerdo fresco, haciéndola reír.

– Tienes muchas cosas que me hacen entretenerme y estar tranquilo, como este momento precisamente. Cada cosa que hago contigo es especial, inolvidable –. Él tomó sus manos, dejándola sin habla y mirándose de forma perdida.

Para Furina, esto no podía ser un sueño o una alucinación. Aún está atragantada, sintiéndose cada vez más frustrada de no contarle a Aether.

Nadie la había tratado así en 500 años, creía que estaba haciendo ilusiones demasiado altas al respecto del viajero, pero cada detalle lo hacía más complicado de tomar como una simple casualidad.

El hecho de su honestidad, lo hace considerar si es ella quien quiere mirar el futuro con otra perspectiva entre ambos. Había leído suficientes novelas y estaba segura de lo que le ocurre, porque se siente en una nube con él, esta felicidad que no quiere terminar, el sentimiento cálido cocinándose en su corazón.

Pasar un momento con Aether, le hizo preguntarse si es la forma por la cuál le han recompensado por su trabajo encubierto como Arconte. Podía considerarse la persona más feliz y cómoda en este mundo, quería decírselo.

Quería decirle que cuando están juntos, esos 500 años valían la pena, que no había sido tan feliz en la vida y solo mejoraba con cada encuentro formándose entre ambos.

Aether llegó en forma de una profecía, siendo de primeras un forastero y ahora se había convertido en algo que ella considera, necesario para sentirse feliz.

Está completa con la compañía de Aether, toda la experiencia que le aportaba, los cuidados cada vez más evidentes en ella, el tenerlo cerca cada día sin falta. ¿Qué piensa realmente?, ¿Cómo puede ser tan considerado de forma desinteresada?

Propuso ir a la cafetería Lucerne. Llegó a pensar que Aether, ya estaba comenzando a darse cuenta de como lo miraba, observando varias veces los ojos dorados encontrándose con los suyos y inmediatamente bajaba la mirada.

¡No le importa si alguien cree que están saliendo!, quiere aclarar si estaba malinterpretando toda la ayuda de Aether y solo se siente tan sola como para necesitar constantemente de él. Porque no quiere ser la única en estar profundamente enamorada.

"¿Cómo...puedo descubrir si Aether está sintiéndose igual que yo?, no puedo arriesgarme a decirle la verdad. ¿Por qué tienes que ser tan amable conmigo?". Furina lo seguía fijamente, ordenando algún dulce luego de llegar a donde ella siempre venía.

Necesita quitarse el sentimiento de ansiedad en el pecho, sonriendo ligeramente embobada cuando se queda observándolo desde su asiento.

Después que por fin llegara el pedido, Aether toma la cuchara y prueba primero, antes de poner un trozo en el cubierto mientras observaba a la chica de cabello blanco mirándolo con las manos apoyando el rostro.

Furina aceptó a regañadientes, muy avergonzada por el gesto y cerró los ojos. La cara roja se veía muy linda en los ojos del viajero comiéndose el dulce, él se reía en silencio.

– Parece que te encanta, ¿quieres otro bocado? –.

– ¡P-Pero déjame tomarlo yo sola! –.

– Lo siento, pero esto es muy lindo para mí y quiero seguir –.

Furina no le podía rechazar, esto perfectamente estaba escrito en todas las novelas que lee y su pecho está en vuelto en una burbuja de dulzura por Aether.

Ella estaba atrapada en sus manos, sin saber qué clase de juego está haciendo con cada acción.

Sin embargo, con el paso del tiempo Aether parecía haberla olvidado. Ella comenzó a creer que si se equivocó después de todo.

Había ido a seguir explorando la nación.

El problema es que también lo había visto con tantas chicas durante estos meses, ya sea ayudando a Navia en Poisson, jugando con Clorinde, siendo tan confidente junto a Chiori; llegó a darle un ataque de celos durante el festival de kinografía, mientras lo veía pasando tanto tiempo con la capitana Chevreuse, o charlando tan ameno con las invitadas de Inazuma.

Le había puesto tantas expectativas encima a un posible interés, que ahora se sentía devastada y irritada.

Poco a poco notaba cómo Aether se había olvidado de sus recuerdos hace varios meses. Dejando de visitarla.

Creía que este amor era algo posible, compartido y por deseo propio; pero ahora sentía que había malinterpretado las intenciones de Aether, lo cuál también le causó un dolor porque creía que tenía un espacio más especial en su corazón.

No debería haber un culpable en este caso. Simplemente se conmovió tanto, que lo había considerado el caballero de su historia, la profecía de felicidad para todo el dolor que tuvo por 500 años.

Quizás, por encontrar un consuelo en el dolor, se aferraba a él.

Sin embargo, cuando está con él a pesar de todo, ve las cartas que le deja en el Gremio o recuerda los días cuando estaba visitándola, los chispazos de amor no dejaban de parar. Estaba atrapada, sintiendo un dolor diferente el cuál quería dejar salir.

Después de meses olvidada, los llamados del rubio frente a su puerta le hacían cuestionarse.

– Furina, ¿qué sucede? –.

– Si no eres capaz de entenderlo después de tantos momentos...por qué no te vas de una vez y me dejas en paz?!; ¡vete a buscar otras cosas más importantes! –.

Algo en el pecho, que le daba punzadas cuando respondía cruelmente a quien la abrazó en sus peores tiempos, pedía que se retractara y abriera la puerta.

– ¡Pero tú eres importante para mí! –.

Las palabras detuvieron a Furina un momento, abriendo los ojos. Considerando el tono amable y lindo del chico. Parecía ser verdad, pero habían pasado los meses y él seguía haciendo estos gestos para nada, como ella consideraba.

– ¡ERES UN MENTIROSO!, ¡no quiero verte de nuevo, NUNCA!...¡siempre que confío en tí, juegas con mi ingenuidad, como hiciste antes del juicio!. ¡No te necesito! –. Los deseos salieron de la inevitable falta de afecto, atacando mientras sentía que lanzaba piedras a su propio corazón, rompiéndose trocito a trocito.

Al final se escucharon pequeños sollozos detrás de la puerta, dejando al viajero solo al otro lado sin entender la situación. Desconcertado, pero también dolorido.

La llamó varias veces, incluso pensaba en abrir la puerta a la fuerza después de tocar un rato, pero no estaría bien. El rostro de Aether se angustió, comenzando a pensar qué hizo hecho mal.

En este momento no quería irse, habían cosas importantes por aclarar y lo dejó para el final de Fontaine. Aún no estaba claro de irse a Natlan, pero esto lo dejó frío y triste.

Algo no estaba bien, Paimon había aparecido después de escuchar la situación.

– Será que...¿alguien la ha amenazado para alejarte de ella? –

– No, no entiendo porque demonios Furina estaba llorando. Tengo varios sospechosos en mente, pero... –. Aether se levantó del banco donde se había ido con Paimon, caminando de lado a lado sin dejar de imaginar situaciones.

– Tiene que haber sido intimidada, o todavía la acosan por lo que pasó en la Ópera. Sería demasiado resentimiento guardado hacia ella, pero no sé porque quiero ir a Poisson ahora mismo –. Con eso ya en mente, se puso serio y caminó a paso firme hacia su destino.

– ¡Momentito! –. Paimon lo frenó en medio de la corte, sabiendo de experiencias anteriores y la protección de Aether sobre Furina.

– No metas a Navia en esto, a quien no hay que buscarle problemas es a ella –. Ella fue bastante clara en sus palabras, poniendo un rostro serio y poniéndole la mano en frente.

– Lo sé, solo quiero aclarar las cosas. Si ella sabe porque Furina está así, mejor aún –.

La socia y jefa asintió varias veces, frente al chico a quien invitó a tomar algo en su oficina de trabajo.

– Entiendo tus preocupaciones, pero te aseguro que desde aquella ocasión donde Furina fue acusada en plena calle de la corte, nadie ha arremetido contra ella –. Haciendo alusión del incidente que Neuvillete y Aether le contaron en privado, sin estar molesta con el rubio por ello, no había algo que informarle.

Navia le contó que los agentes rondaban por toda Fontaine. Por lo que nadie percibió alguna extrañeza de Furina; de hecho ellas son amigas, varias veces fue a casa y si tenía ciertos presentimientos respecto a lo que estaba pasando alrededor de ella.

– Ella guarda muchos recuerdos de tí en casa, ¿sabes?, desde que te fuiste a explorar el resto de la nación, parece que te espera con muchas ansias –.

Aether arqueó una ceja, curioso por esto y algo emocionado. Casi se sube a la mesa de Navia para saber si escuchó bien.

– ¿A qué te refieres con esperarme? -.

– Ahh...eso ya no lo sé. Pero parece pensar en tí cada día; eres como parte de su hogar, sin importar lo lejos que estés. Tendrás que descubrirlo por tí mismo –.

Para Aether ese es el problema. Ella lo dejó afuera, mientras la escuchó llorar.

Chasqueó los labios, no es suficiente para llegar a algo y entender porqué Furina estaba actuando de ese modo. Llevaba varios meses sin verla, tenía muchas cosas que contarle, pero ahora no sabe si tiene que preocuparse o actuar de inmediato.

– No te presiones, socio. Puedes resolverlo, tal vez Clorinde sepa más cosas respecto a esto, confía en mi...Furina no te odia y es imposible que lo haga. Sigue investigando, si necesitas más ayuda avísame –. Él asintió, con una sonrisa de agradecimiento a Navia por apoyarle un poco, ahora tomaría ese consejo.

Clorinde estuvo en los peores momentos de Furina, cuando salió del trono y debía adaptarse a vivir en un techo sin lujos las primeras semanas.

Probablemente sean amigas más cercanas, hermanas de juego y algunas cosas pueden haberse dicho en esos días donde él estaba fuera.

Clorinde la cuidaba mucho, hasta cuando está trabajando, demostrándose la diferencia de que Furina a veces podía ser infantil en ciertas apreciaciones.

Tuvo la coincidencia de encontrársela en los ferribuses, de camino a la ópera. Ya hasta había olvidado el sentimiento de montarse en este transporte tan lento, pero relajado. El tiempo suficiente para recabar información del estado de la chica de cabello blanco y ojos azules.

– Si me preguntas a mí, siento que a Furina le falta algo...he notado cambios muy abruptos cuando la conversación gira sobre tí –.

Los puntos eran los mismos que Navia le dijo, lo cuál dejó de ser una coincidencia.

– ¿Lo dices en serio? –. Algo se formaba en sus ojos, dándole una posible hipótesis de que podía estar ocurriendo en el comportamiento de la peliblanca.

Cuando terminó la profecía, quien pasó a compartir mayor parte de tiempo con Furina, había sido él. Recordaba casi todo lo que hicieron, muchos momentos vergonzosos y especiales pasaron como un album en su cabeza.

La felicidad que tenía Furina cuando venía a visitarla, la armonía en sus encuentros y el ambiente cómodo, ciertamente él sintió una conexión profunda, diferente con ella que la hacía olvidarse de este viaje y vivir normal.

Mientras trataba de ayudarla a que tenga una vida normal, más comenzaba a anhelar ese sentimiento presente cuando está con Furina.

Al principio estaba preocupado de que Furina no pudiese adaptarse a la vida normal, que no la experimentara como debe ante el temor de sentirse indefensa y que algo le pasara ante la opinión tan controvertida que quedan en zonas como Poisson.

– La estabilidad de Furina, ha dependido mucho de tí últimamente. Entonces cuando la dejaste de visitar, es como si se hubiera ido para ella y todo fuera aburrido de nuevo –.

Clorinde sabía mucho, gracias a qué Furina le contaba sus experiencias vividas junto a él.

– Ya no se trata de que quiere ella. Has estado muy involucrado con su etapa como ciudadana –.

Aether estuvo perdido fijamente, mientras Clorinde le aconsejaba sin ser explícita, para que aclare sus pensamientos.

– De todos en Fontaine, eres tú a quien más ella se apoya. Dudo mucho que lo hicieras simplemente por obligación, sin contar como pudo cambiar tú percepción de su relación hasta ahora –.

El viajero se encontraba sonriendo, luego de entender el significado de sus palabras.

– Ya sé que debo hacer. Solo debo darle un pequeño jalón hacia mí y descubrirla –.

Aether estuvo pensando en la forma de que ella lo volviera a ver, para terminar de ayudarla a adentrarse en una vida normal que tanto merecía.

Llevaba varios días fuera de lo normal, desde que discutió y trató de alejar a Aether abruptamente de su vida. No lo había tomado bien, en absoluto.

Leer las novelas románticas solo le hacían llorar, quitarle el sueño e imaginarse en su cabeza, los escenarios de cada capítulo reemplazando a los personajes originales, por ella y Aether.

Todo lo que significaba la felicidad detrás del amor: la formación de sus sentimientos, las confesiones, el cariño que compartieran entre sí, preocuparse el uno por el otro, las citas, la confidencialidad en sus problemas y apoyarse mutuamente, los momentos que tuvieran juntos, haber desarrollado un sentimiento tan reconfortante y unido para pensar en una vida de casados, el lugar perfecto que sea el hogar del futuro, con ello llegaría la boda, lunas de miel, viajes juntos, tener la intimidad de amarse profundamente hasta provocar el comienzo de una familia, tener mascotas, vivir felices sin ninguna obligación que los ate de por medio.

Independientemente del orden de las historias, los deseos de una pareja como las que estaban en sus novelas, las anhelaba junto a Aether.

Por supuesto no va a obligarlo que abandone su búsqueda por su hermana y la elija a ella, lo estuvo observando antes de llegar a Fontaine después de todo, pero verlo acercándose a cada mujer y adentrarse en sus viajes sin comunicación, solo la amargan en su interior.

No es capaz de cocinar algo que no fuera macarrones, porque el resto se lo enseñó Aether. Los recuerdos reaparecen como golpes, mientras sentía una tristeza inmensa, tampoco tenía hambre.

Estos días han apretado el estómago de Furina, apagada totalmente, con una ligera mueca triste e indiferente, sus ojos casi grises, en ojeras y ligeramente rojos.

Pasaba los días sin preguntarse qué hacer, encerrada más que leyendo y imaginando escenarios en su cabeza, mirando al techo sin más.

El timbre de la puerta sonó, enseguida tocaron unas cuantas veces. Con desdén, a paso lento, sin arreglarse el aspecto exhausto y su cabello desaliñado después de pararse obligadamente a la cama, pensando en comer algo que llené el estómago.

Los tres magos de la Casa de la Hoguera, aquellos a quienes lanzó al fuego del juicio y puso en jaque su confianza con el viajero, fueron encontrados detrás de la puerta.

– ¿Qué quieren? –.

Algo se activó ligeramente por la cabeza de la chica después de hablar sin ganas, cuando encontró en medio del grupo a Paimon.

– ¡Furina!, ¡esto es muy grave, el viajero desapareció y necesitamos saber si lo has visto hace poco! –.

– ¿No debería estar haciendo encargos, viendo algún dominio o viajando a otra zona? –. Respondió con un poco de fastidio y moviendo la mano. Pensó que era un recordatorio de este mal momento, culpando a ese rubio.

– ¡No entiendes la situación tan grave que está pasando!, ¡la última vez que Paimon lo vió fue cuando vino a visitarte hace poco! –.

– ¿E-Eh? –. Sus latidos volvían a acelerarse, pero no de alegría.

Lyney tenía más, ante los rostros de consternación frente a la cada vez más viva expresión en los ojos de Furina, por el posible peligro atravesado por la persona flechada en su corazón.

– De hecho...estamos aquí porque Aether fue a la Casa de la Hoguera, buscando una charla con Madre, quien accedió y desde entonces...no lo hemos visto más. Madre no nos compartió información del encuentro –.

El tono de seriedad, poniendo la mano en el pecho y tratándose de la mujer de los Fatui hicieron helar toda su espalda.

– ¡¿QUÉ AETHER FUE A ENFRENTAR A ARLECHINNO?! –.

Toda la energía de su alma regresó después de ese grito, sintiendo pánico en los latidos persistentes del corazón.

– ¡D-Deberías mencionarlo más bajo!, apenas lo saben unas pocas personas –. A Freminet le resultó inesperada su reacción, alejándose unos metros y poniendo las manos delante de la cara.

– ¡¿DE QUÉ ESTÁS HABLANDO?!, ¡NO SABEN DÓNDE ESTÁ Y QUIERES QUE ME TRANQUILICE?! –. Furina realmente no quería responder, así de irascible al joven buzo. Le salió del pecho.

– No podemos confirmar dónde puede estar. Definitivamente no queremos hablar del peor escenario, pero si él solicitó la reunión con Madre sin involucrar a Paimon en esto, debe ser por algo –.

Furina perdió el control, pasando a ponerse pálida, agarrándose el traje apretándolo con su mano mientras respiraba irregularmente, sus ojos se hacían grandes y pequeños como un globo inflándose. Esta sensación tan pesada cayó peor que todo lo que estaba atravesando, precisamente por culpa de Aether.

– ¿Furina? –.

La visión se le puso borrosa, con un poco de agua fluyendo de sus ojos. Habiendo recordado la experiencia de ser asaltada en una noche de la ciudad, precisamente con Arlechinno, quien también está involucrada con la desaparición de Aether. Estaba en conflicto, por un lado toda la felicidad sentida gracias a la compañía del rubio y entonces a un lado, todos los cara a cara contra la Sota mientras ejercía de Arconte.

La persona que más ha amado y la persona que más temor le da.

Si solo uno ha aparecido, como si nada...

Le dió por tomarse la cabeza, pitidos le zumbaron en los oídos mientras respiraba temblorosamente.

Cuestionaba si se precipitó, si por ser una inexperta esperaba que él pensara tanto como ella, habiéndole tratado fatal la última vez.

– Espera...si Aether fue a encontrarse con ella después de que le rechacé la entrada, ¿e-esto es mi culpa?, ¿c-creyó que me comporté extraño y confrontó a la Sota al considerarla la responsable? –. Furina no sentía las piernas, se quería matar si sus hipótesis fueran ciertas.

Aún así...¿qué le queda hacer si todo está perdido?; no duda de que puedan encontrarlo, pero el miedo de verlo muerto probablemente la dejaría deprimida el resto de su vida.

Ella lo quería, lo amaba, solo Aether le hizo sentir tan querida.

Si no puede ser capaz de sumarse a la búsqueda, ¿realmente se merece que corresponda a ese profundo sentimiento plantado en su corazón?

Solo le quedaba algo por hacer, enfrentar su mayor miedo por el amor a Aether.

Sin él, no tenía sentido querer mirar el mundo de Teyvat, no tenía sentido amar, no tenía sentido aprender las comodidades de la vida, la felicidad especial que sintió se iría por completo.

Apretando los puños y sonándose los huesos, suspiró pesadamente mientras se acomodaba el sombrero, rascándose los ojos para poner un rostro frío.

Furina no dijo nada, agradeció el apoyo y la ayuda en buscarlo. Pero si querían saber qué pasó con Aether de una vez, alguien debía enfrentar a la Sota.

Furina iba a hacer quien tomaría la decisión, así se lo pidió el corazón, por mucho miedo de sus pensamientos. Todos los recuerdos de miedo, desaparecían al pensar en Aether y lo importante que es, solo con la cantidad de momentos que tuvieron estos meses pasados.

Mirar los ojos llenos de sangre, sufrimiento, horror y muerte de Arlecchino quemarían a cualquiera que tuviera las agallas de enfrentarla, ya sea por juego o ser un obstáculo en su camino.

No le dijo a nadie que quería hablar personalmente con ella, entrar en el abismo a pelear y morir si fuese necesario por demostrar el amor verdadero que tiene hacia el viajero.

No le prestó atención a los dulces, postres y el té hecho con cortesía por la Sota; no cambio su expresión, ni se sintió intimidada al mirarla a los ojos.

Aether no pasó tanto tiempo con ella para nada, si debía usar la Espada de Favonius que le regaló, no tenía miedo de hacerlo.

– Es inusual recibirla, señorita Furina –.

"Ahora soy Furina para ti, eh". La miró con asco, apretando los dientes por dentro y no soltar sus pensamientos más recónditos, que provoquen la ira de la mujer de traje blanco.

– Ya no me importa lo que pasó entre nosotras en el pasado –. La chica de ojos con forma de gotas azules no mostraba mueca en los labios, mirando su taza fina humeando.

– Igualmente. Me vuelvo a disculpar por mi actitud durante el transcurso de la profecía. Mi oferta de ayudarla en cualquier inconveniente o favor que necesite, los Fatui y yo personalmente la cumpliremos –.

– Devuélveme a Aether... –. Las palabras de la chica que levantó la mirada, hacia sus ojos sin miedo a respuestas, fueron atronadoras y lentas para que las captara.

Arlechinno no entendía este significado que le trataba de dar. Cambiado de postura, levantó una pierna encima de la otra, poniendo la mano en la barbilla.

– Me temo que no está en nuestra mano ese deseo. Aether no está en nuestra posesión si es lo que crees, a menos de que quieras darle una sorpresa y estás pidiendo traerlo –.

– No...sabes perfectamente lo que dije –. El miedo de Furina crecía en torno a la situación, pero se fue volviendo más severa en sus respuestas y al principio soltó una risa irónica, esperando no tener que repetírselo.

Realmente está cansada de que la traten como niña, sin importar la verdad del asunto y cómo terminó. No es nuevo, incluso sus amigos, el mismo Aether buscaron taparle los ojos cuando algo serio ocurría delante suyo.

Había asimilado las muertes de Poisson, vió a una persona en la Ópera morir con el agua del Mar Primigenio, enfrentó 500 años mientras ganaba tiempo al plan y recibía todas las críticas de su gobierno.

Sea cual sea el resultado, quiere saberlo sin ningún detalle faltante.

– Tenemos una relación distante, con opiniones distintas de ver el mundo. Espero que los rumores no hayan inundado tu cabeza, no recuerdo que nadie de la Casa de la Hoguera haya roto las reglas y revelara información de ciertos sucesos ocurridos entre nosotros –.

– ¡NO! –. Furina golpeó la mesa con sus puños, siendo su modo de advertir por primera vez a la mujer sin hacer contacto visual.

– ¡YO SOLO QUIERO QUE ME DIGAS DONDE ESTÁ!, ¡USTEDES TUVIERON UNA PELEA Y NO HA VUELTO A APARECER! –.

– Hmm, fijate que eso me parece extraño –. Los ojos de Furina no mostraron ninguna gracia por su forma de abordarla.

– Ya que insistes, te llevaré a la última vez donde nos vimos –.

Llegaron a un mini coliseo destrozado en medio de la naturaleza, donde Arlecchino estuvo observando con melancolía escondida, hasta pararse en el medio del campo.

– Aquí es, donde nosotros tuvimos una pelea. Mientras estaba con mis niños. Le parecía que estaba yendo demasiado lejos con mis sentencias...entonces trató de defenderlos y enfrentarme –.

Furina fue de lado a lado, sin encontrar nada que encontrara rastros del viajero.

Escuchando el relato de Arlecchino, rápidamente le quedó claro que era real, cuando se esparcieron ciertas leyendas de fantasmas y espíritus en la Casa de la Hoguera que los hizo espantarse a Poisson.

– ¿Dónde está? –. La angustia habló en sus palabras, temblorosas ligeramente, mientras sus ojos se movían con más nerviosismo.

Arlechinno la miró de reojo, ella parece que no sabía lo que pasó ese día.

– ¡¿DÓNDE ESTÁ?! –. Sin más paciencia, gritó mientras el único pensamiento inevitable invadía sus sentimientos. Los sollozos de cansancio y súplica, con el rostro volviendo a llenarse de lágrimas, apretando los dientes hacia aquella mujer.

– No puedo decir que lo hizo mal, sabes...pero todos sus intentos por defenderlos no tuvieron éxito. Estuvo lejos de ser un obstáculo en mis intenciones para ese momento, sacrificándose en la pelea por ellos –.

El batazo certero le rompió el corazón a Furina, quien caía de rodillas por el shock.

"No...NO, NO, NO". Las pocas esperanzas fueron pisoteadas, frente a su mayor enemiga, los peores presagios que ahora dominaron su corazón incapaz de seguir curándose.

Había perdido algo que consideraba como su "todo" y más valioso en la nueva etapa de su nueva vida, la profecía inamovible de sus latidos. Aunque no quería, comenzó a llorar tanto como una niña, desconsolada mientras temblaba de frío.

La lluvia le caía encima, empapando la espalda de Furina y le terminaba de mojar el cabello. No se percataron de la lluvia amenazando el clima.

Ya no le daba miedo recordar eso de la profecía, ahora solo servía de catalizador en la tristeza que parecía ser el pan de cada día desde su nacimiento.

No podía pensar, sus pensamientos se nublaron sin ser capaz de asumir la vida sin Aether. Luego de admitir que lo amaba tanto y quería el sentimiento devuelto, se fue cuando lo alejó de ella.

Mientras se agarraba el pecho convertido en un cascarón sin latidos, en un estado deplorable, algo le pasó como flecha en sus emociones grises.

Esto le hizo invocar la espada que él le dió como regalo, luego de sentirse orgulloso en los avances de combate de Furina.

Los ojos se clavaron entonces en ella, apretó la espada mientras arrugaba su expresión en una hambrienta de venganza. Ya no es la Arconte, el sentimiento de justicia en Fontaine le da absolutamente igual.

El dolor envuelto en un aro de odio, infinito y rojo, se observaba cuando se mordía los labios llena de intensidad.

– ¡AAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRGGGGGGHHHHHHHH! –. Con la garganta desgarrada de tanto llanto, lanzó un grito irreconocible mientras avanzaba en mitad del aguacero para enfrentar a la Sota.

Vió a la mujer girarse inesperadamente, algo confundida por la agresividad desconocida que atacó a Furina quien venía hacia ella.

– ¡ESPERA!, ¡SUÉLTALO! –. Alguien saltó, con el rostro horrorizado y alarmado por la reacción que tenía.

Se puso delante de Arlecchino, haciéndose ancho al estirar las extremidades a los lados sin cargar ninguna espada con él.

Si Furina seguía en la postura con la espada delante mientras corría sin parar, quien saldría lastimado es quien creía que ya no estaba en Teyvat.

Después de todo, no importa la situación...él nunca se atrevería a ponerle la mano encima, nunca sacaría una espada para pelear contra ella y solo pensaba en protegerla.

Incluso si Furina decide atacarlo por cualquier razón, jamás se opondría o se movería de su camino.

La sorpresa la tuvo unos metros cerca de impactar el filo de la espada y clavárselo en el estómago, por este momento inesperado. Pero Furina soltó el mango de la espada hacia un lado, para evitar lastimar a alguien, terminando de chocarse frente a él.

Luego de rodar por el suelo, resbalando gracias al agua que empapó todo, ella por fin pudo verlo frente a sus ojos, luego de caer encima de su estómago.

Rápidamente sus manos tomaron delicadamente el rostro de Furina, despertándola del odio en su corazón y mostrarle que la realidad es totalmente diferente.

Luego de estar incrédula unos segundos, jadeó varias veces mientras pasaba a llorar de alegría.

– ¡Soy yo!, ¡de verdad!; ¡nunca morí, ni siquiera puedo irme de aquí sin volverte a ver! –.

Furina siguió llorando, casi afónica aferrándose con todas sus fuerzas al rubio. Apoyó la barbilla sobre la cabeza, sintiendo el cabello húmedo y despeinado de la chica.

Aether se puso cuidadosamente sentado en el suelo, para tenerla acurrucada en su cuerpo y darle algo de calor.

Resultaba adorable escucharla así, pero también muy triste, porque ella solo había recibido sufrimiento y Aether no vió lo que estaba pasando en su corazón.

Ahora entendía porque tenía una relación especial con ella, no hizo todo lo que hizo por Furina solo porque le dió pena. Quería darle todo lo que nunca tuvo y ha sufrido por conseguir, una vida normal y feliz.

Luego de un minuto, Furina levantó la mirada con brillo y algo de emoción.

– Yo...n-no quiero que te vayas. Yo...quiero estar contigo, quiero que me ames, como yo lo hago por tí –. Pasó la mano enguantada en la cara del rubio.

– ¿Tú crees que yo puedo darte lo que necesitas para vivir como una chica normal y feliz? –.

Ella no dijo nada, solo sonrió y cerró los ojos entre lágrimas, mientras asentía sin parar con una risita.

– Quiero que seas tú, Aether. Por favor, concédeme mi deseo –. Ante la insistencia, tan perfecta y tratando de tomar la luz de felicidad, Aether aceptaría sus condiciones.

Para sellar la promesa, se acercó a ella, rozando narices. Furina fue más allá, tomando sus labios y entrecerrando los ojos, Aether puso su mano sobre el mojado cabello blanco mientras aceptaban los sentimientos mutuos y lo que querían compartir de cara al futuro.

El sol se entrometió en la lluvia, dando una luz tenue que cubría en medio de las gotas frías a Aether y la acurrucada Furina. El rubio levantó la mirada lentamente, con una sonrisa le alzó el pulgar arriba a la Sota, quien se cubría con un paraguas. Le agradeció por colaborar en este plan como una forma de devolver favores.

Aether estuvo atento en el camino, pendiente de si caminar por la arena y el sol abrazador no es agotador para la directora Furina.

Habían pasado varios meses desde que esperó este momento, estaba en forma para recorrer Teyvat si él quería invitarla a conocer el mundo.

– Ayyy, ¿creíste que me devolvería a la mediocridad de la vieja rutina?, ¡estuve entrenando y estoy totalmente en forma para viajar por lugares como el desierto! –. La chica se tronó las manos, pero luego sintió un pequeño chispazo de dolor por ese exceso de confianza y estuvo sacudiéndose las manos.

– Si, me alegra que todos nuestros amigos en Fontaine estén ayudándote. Es lo único que les pedí mientras me iba a descubrir Natlan –. Aether solo miró, divertido por este momento.

Luego de pedirle a dónde quería irse de viaje como regalo de cumpleaños, ella aclamó Natlan y con toda esa tierna emoción de su novia, Aether no le negaría la oportunidad. Si fuese por él, estaría llevándola por todo el mundo, los que existen y los que estén por venir fuera de Teyvat.

– ¿Podré adoptar un saurio y llevármelo de mascota a Fontaine? –.

Ella hacía ojitos brillosos, con las manos juntas.

– Vamos con calma, ya podremos pensar que puedes llevarte a Fontaine. Pero descuida, algo podrás traerte de recuerdo de Natlan –.

Aether le tomó la mano, dándole la felicidad y el estado de plenitud que sentía al estar junto a él.

– Este es nuestro primer viaje juntos. Ojalá todos sean igual de especiales, Aether –.

La mano de Furina lo apretó un poco más, cuidadosamente, esperando que el futuro entre ambos sea de unión y felicidad para hacer estos viajes, algo común.

– Te lo prometo, Furina. Siempre estaré cuando más lo necesites, así que terminaré mi viaje pronto para no separarme de tí y vivir una vida normal, hasta que la muerte nos separe –. Los dos sonrieron, mientras entrelazaban sus dedos entre sus manos.