Atención: Pokémon no me pertenece.


En un acto de valentía, Norberto arriesgó su propia vida para salvar a Samantha de las llamas del incendio que amenazaban con consumirla. Mientras intentaban escapar, atrapados por el infierno a su alrededor solo tuvieron como única salida el tirarse a su suerte al despiadado rio y ambos terminaron cayendo por una enorme cascada. En medio de la desesperación y la confusión, lucharon por mantenerse a flote mientras eran arrastrados por las turbulentas aguas. A medida que la oscuridad de la noche envolvía su entorno, enfrentaron un destino incierto hacia lo desconocido del que ahora no sabían de que eran parte.

El Riolu despertó con un súbito sobresalto, sintiendo el frío del suelo húmedo bajo su cuerpo. Al abrir los ojos, se encontró a sí mismo tendido en la orilla del río, con el estruendo ensordecedor de la cascada resonando a sus tímpanos por la cercanía. Su mente luchaba por hacer sentido de lo ocurrido, recordando el doloroso descenso por la cascada junto a aquella por la que arriesgo todo. Cada músculo de su cuerpo protestaba por el dolor, pero su corazón latía con fuerza, inundándolo de una sensación de urgencia. Sabía que debía encontrarla.

Se localizaba en una pradera, detrás de él, se extendía una densa meseta boscosa, aunque en parte consumida por el incendio del ayer. A lo lejos, se alzaban imponentes las altas montañas, sus picos cubiertos de nieve brillando bajo el sol. La pradera se extendía hasta donde alcanzaba la vista, salpicada de flores silvestres y arbustos dispersos. El sonido del agua de la cascada resonaba en el aire, mezclándose con el suave susurro del viento entre los árboles. El paisaje ofrecía una vista impresionante y serena, invitando a la contemplación y la exploración en medio de la naturaleza salvaje.

Sin tiempo que perder, cerrando los ojos se concentró en su respiración. Sintió cómo el flujo de energía vital, el aura, lo rodeaba para conectarlo con su entorno. Con movimientos gráciles, extendió sus patas delanteras y sus apéndices alrededor de sus orejas empezaron a levitar en el aire, sintonizando su mente con la esencia del lugar. Su ser de pronto cobró vida, tejiendo una red invisible que palpaba cada rincón de la pradera o la meseta boscosa y hasta llegando a las empinadas latitud en el horizonte. Los colores de las esencias de cada ente vivo danzaron ante sus ojos cerrados, guiándolo hacia donde le interesara concentrar la energía. Con determinación, Norberto siguió la guía de su intuición, confiando en que lo llevaría hacia su objetivo, su compañera en esta aventura.

Guiado por su especialidad, comenzó su travesía alejándose de la imponente cascada, adentrándose cada vez más en la pradera y siguiendo el serpenteante rio. Siguió el flujo de energía, que lo llevaba en una dirección específica, confiando en su instinto y en la guía del aura para encontrar a Samantha. A medida que avanzaba, sus sentidos se agudizaban, captando los más mínimos cambios en el ambiente a su alrededor. El paisaje cambiaba con mucha lentitud, pasando de la vegetación ribereña a densos bosques y colinas onduladas. Norberto se movía con determinación, su corazón latiendo con fuerza en anticipación de lo que encontraría al final de su búsqueda.

Continuó siguiendo su inercia inicial, avanzando entre los árboles que rodeaban al acaudalado rio, pasando de largo a los mismo Ivysaur como Grotle de siempre que por las prisas no les prestó la debida atención. Sus pasos eran firmes y decididos, su mente enfocada en el objetivo de encontrar a la Espeon. El sol brillaba entre las ramas, proyectando sombras danzantes sobre el suelo cubierto de hojas secas.

De repente, notó un cambio en el ambiente a su alrededor. El aura parecía intensificarse en un punto particular, llamándolo con fuerza. Siguiendo su instinto, se acercó con cautela hacia una ciénaga, donde la luz del sol se reflejaba entre los nenúfares, pudiéndose apreciar un gran pantano en toda regla.

Avanzaba por el fango con determinación con cada paso enterrándose en el barro ralentizando su caminar, buscando ahora con la vista, su corazón dio un vuelco de alivio al contemplarla echada entre la maleza; sin embargo, la expresión de al tipo psíquico al verlo fue de hostilidad.

Allí, en medio del lodo a las orillas de donde comenzaban las plantas acuáticas, yacía ella. Su cuerpo estaba cubierto por barro y hojas, pero su respiración era suave y constante. El tipo lucha se acercó con cautela, su corazón latiendo con emoción y alivio al encontrarla sana y salva. Se arrodilló junto a ella, extendiendo una pata con ternura para acariciar su mejilla con suavidad.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó, su tono cargado de desconfianza. Abrió los ojos despacio, parpadeando contra la luz del sol. Al reconocer al Riolu, una expresión de sorpresa y disgusto cruzó su rostro.

—Samantha —Murmuró, su voz llena de alivio y preocupación, sino fuera por su habilidad innata jamás la hubiera encontrado.

—¡Tu! —Susurró, quería lanzar un fuerte gritó, pero fue cortado de manera abrupta. —Desgraciado, ¡¿Ya viste lo que provocas?! —Se incorporó, apoyándose en él mientras recobraba fuerzas.

Norberto, sorprendido por su reacción, trató de explicarle su intento de desesperado escape, pero fue interrumpió con un gesto brusco.

—No necesito tu ayuda. ¿Por qué habría de confiar en ti? —Replicó, con los ojos chispeando de ira.

La atmósfera se volvió tensa mientras intentaba calmarla, pero sus palabras parecían caer en oídos sordos. La tipo psíquico, en su desconfianza, se mantenía firme en su postura escéptica, lo que dejaba al protagonista perplejo y desconcertado por su reacción inesperada.

Los dos pokémon se ubicaban en medio de un vasto pantano, donde el suelo era inestable por ser blando y cada paso requería un esfuerzo considerable. El aire era denso y húmedo, llenando sus pulmones con un olor acre a vegetación en descomposición. Grandes árboles con raíces expuestas y cubiertos de musgo se elevaban a su alrededor, creando un laberinto natural que dificultaba la navegación. El agua turbia, que llegaba hasta sus rodillas, escondía criaturas desconocidas que de vez en cuando rozaban sus piernas, haciendo que avanzaran con cautela.

Los sonidos del pantano eran inquietantes: el croar de los Croagunk, el zumbido constante de los tipo bicho y el ocasional chapoteo que indicaba la presencia de algo más grande moviéndose bajo la superficie. Las hojas de los árboles colgaban pesadamente, goteando agua en sus cabezas, y las lianas caían como Ekans, rozando sus pieles con una sensación pegajosa.

Norberto, con la vista fija en el horizonte, usaba su habilidad de percibir auras para percatar un camino seguro. Samantha, a su lado, mantenía una postura defensiva, sus ojos escaneando constantemente el entorno en busca de cualquier amenaza. La tensión entre ellos era palpable, no solo por el entorno hostil, sino también por la desconfianza latente que había surgido tras su último encuentro.

—Tenemos que seguir adelante —dijo Norberto, su voz apenas un susurro en el aire cargado del pantano.

La evolución de Eevee asintió, aunque sus ojos seguían brillando con una mezcla de cautela y desconfianza. El pantano parecía interminable, y con cada paso, la sensación de peligro inminente aumentaba, obligándolos a depender el uno del otro a pesar de sus diferencias.

—¿Escuchaste algo? —Preguntó el Riolu, su voz baja pero alerta.

La pokémon sol asintió, mirando a su alrededor con desconfianza.

—Sí, algo no está bien. Esto no es solo un pantano normal.

De repente, una enorme sombra se alzó desde el agua, revelando un gigantesco Basculegion bien cercas de ellos, una bestia ancestral de tiempos remotos.

El portador del aura se dio cuenta en el grave peligro que se acercaba, así que ambos tuvieron que avanzar con dificultad por el pantano, sus movimientos lentos y pesados debido al terreno traicionero. Cada paso era un recordatorio constante de su situación precaria y de la necesidad de mantener la guardia alta. Por fin, después de un largo silencio, Norberto decidió romper la tensión.

—Mira, tenemos que hablar —Dijo, su voz grave resonando en el aire húmedo. — No podemos seguir así, peleando a cada paso. Si queremos salir de aquí, necesitamos trabajar juntos.

Esta Espeon arrogante al igual que soberbia lo miró con desconfianza, sus ojos entrecerrados mientras evaluaba sus palabras.

—¿Y por qué debería confiar en ti? —Replicó con tono mordaz—. Eres el enemigo, recuerdas. No olvides quién me traicionó primero.

Apretó los puños, tratando de mantener la calma, que ante aquella amenaza no había lapso alguno que perder por peleas innecesarias.

—No te estoy pidiendo que confíes en mí para siempre, solo por ahora. Este lugar es demasiado peligroso para andar solos y enfrentarnos entre nosotros.

Samantha bufó, caminando como diva en pasarela mientras seguían avanzando dándole la espalda mientras vociferaba.

—Fácil decirlo. Pero cada vez que miro atrás, solo veo problemas viniendo de ti y tu gente.

—Y no creas que no me siento igual respecto a ti y los tuyos —Replicó, su voz elevándose por la indignación—. Pero aquí estamos, en medio de un pantano que podría matarnos en cualquier momento. ¿Realmente prefieres seguir peleando hasta que uno de nosotros no pueda más?

Guardó silencio por un momento deteniéndose en seco, mirando su reflejo en el agua mientras sentía sus patas llenas de lodo; no quería admitirlo por el contrario odiaba reconocer que no tenía la razón, eso para ella era aceptar que era frágil por lo tanto una total vergüenza para consigo misma.

—¿Y ahora qué? —Cuestiono, su voz goteando sarcasmo—. ¿Vamos a vagar sin rumbo hasta que nos devoren las criaturas del pantano?

Norberto frunció el ceño, tratando de mantener la calma a pesar del tono hostil que salía de esa barrera de negación.

—Estoy usando mi habilidad para encontrar un camino seguro. ¿Tienes alguna otra idea, o solo planeas quejarte todo el tiempo?

La tipo psíquico observaba a su alrededor al mismo tiempo que sentía todas sus heridas atormentadora a cada segundo, después de analizar la situación y no encontrar una salida plausible lo miró con desdén.

—Al menos mi queja no es una fantasía. Estamos en medio de un pantano sin ninguna garantía de salir vivos.

—¿Crees que no lo sé? —Norberto alzó la voz, su paciencia estaba llegando al límite—. Estoy haciendo lo mejor que puedo. Si tienes una mejor solución, adelante, compártela.

Samantha suspiró, su expresión suavizándose un poco porque no disponía de más opciones como para ponerse tan quisquillosa.

—No, no tengo una mejor solución. Pero esto no está funcionando. Necesitamos un plan más concreto. —Con eso suspiró, dejando caer un enrome eso de encima— De acuerdo, una tregua momentánea —Admitió a regañadientes, no quería sentirse humillada o débil como alguna vez fue en el pasado.

—Me parece bien, ya es un gran avance —El Riolu empezó a notar que el aura de su acompañante pasó de negativa a neutral.

Pero no creas que esto cambia nada entre nosotros. —Con los ojos vidriosos intentando no llorar a cantaros que quebraría más su orgullo— Al menos hasta que salgamos de aquí. Si seguimos peleando, solo nos pondremos en más peligro.

Norberto asintió, aliviado de haber llegado a un acuerdo, aunque fuera temporal.

—Trato hecho. Solo hasta que salgamos de este pantano. Después, veremos dónde estamos.

La Espeon lo miró, sopesando sus palabras.

—De acuerdo. Tregua, por ahora. Pero si haces algo que ponga en riesgo mi vida, no dudaré en defenderme.

—Lo mismo digo —Respondió Norberto, extendiendo una mano.

—Tregua, entonces. —Miró su mano con recelo antes de estrecharla con firmeza.

—Tregua —Repitió Norberto, notando la chispa de determinación en los ojos de su acompañante.

Continuaron avanzando, el silencio entre ellos ahora cargado con la tensión de su acuerdo forzado. Pero, por primera vez desde que se encontraron, había una leve esperanza de que podrían superar el desafío inmediato que enfrentaban.

—¿Qué haremos una vez salgamos de aquí? —Preguntó Samantha de repente, con un tono menos hostil.

Norberto miró hacia adelante, hacia el horizonte brumoso del pantano.

—Primero, encontrar un lugar seguro. Después, averiguamos cómo volver a nuestros respectivos lugares. Pero por ahora, nos centramos en salir de aquí vivos.

Asintió, su postura relajándose un poco. Aunque la desconfianza aún estaba presente, había una pequeña chispa de comprensión mutua, un acuerdo frágil pero necesaria para enfrentar los peligros del pantano.

Más tarde se detuvieron un momento para descansar en una pequeña isla de tierra firme en medio del pantano. La tensión entre ellos todavía era palpable, pero ambos sabían que necesitaban conservar energía. De repente, el agua a su alrededor comenzó a burbujear y moverse de manera inquietante. Norberto frunció el ceño, su instinto de Riolu captando una amenaza inminente.

Acto seguido surgió un imponente Basculegion sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa, y su rugido resonó por todo el pantano. Era evidente que estaban en el territorio de la poderosa criatura, y no estaba contento con los intrusos.

—¡Corre! —Gritó Norberto, su instinto de lucha dándole un impulso de adrenalina, aunque sabía que enfrentarse a esa terrible criatura en su propio terreno sería suicida.

La Espeon no necesitó más indicaciones, ambos salieron disparados de allí a toda costa, sus pies resbalando y chapoteando en el lodo. El gran pez en contraposición los perseguía, moviéndose con una agilidad sorprendente para su tamaño, levantando olas de agua y barro con cada movimiento.

—¡Tenemos que salir de aquí antes de que nos alcance! —Gritó Samantha, su respiración pesada por el esfuerzo.

Norberto asintió, concentrándose en encontrar un camino seguro. A medida que avanzaban, la vegetación del pantano se hacía más densa, dificultando su progreso. El Basculegion estaba cada vez más cerca, y Norberto podía sentir la presión creciente de la situación.

De repente, la ciénaga se abrió a una zona de agua más profunda y con vegetación más elevada. El Riolu podía ver una salida al otro lado, donde el barrizal daba paso a un denso manglar.

—¡Allí! —Señaló Norberto, usando su habilidad de aura para guiar a Samantha por el camino más rápido.

Ambos se esforzaron al máximo, saltando sobre raíces y esquivando ramas bajas mientras el Basculegion seguía rugiendo detrás de ellos. Justo cuando parecía que la criatura los alcanzaría, lograron llegar a las ramas más altas. Ambos pokémon por el terror no desistieron ni en los últimos metros, sintiendo el alivio de estar fuera del agua y el lodo.

La bestia del pantano se detuvo empezando a divagar entre las ramas que estaban sumergidas en el agua, gruñendo con frustración. Aunque no podía seguirlos fuera de su territorio, dejó claro que volver no sería una opción.

—Eso... estuvo cerca —Comentó entre fuertes exhalaciones, recuperando el aliento mientras miraba a Norberto con mirada seria. —¿Cierto? —Empezó a preocuparse.

Los dos estaban agotados, sus cuerpos resentidos por la reciente caída y la tensión acumulada. Pero el rugido ensordecedor del Basculegion que emergía del abajo les dejó claro que no tenían más opción que luchar.

—¡Prepárate! —Gritó Norberto, adoptando una postura defensiva. Samantha asintió, su mirada firme pese al dolor evidente.

El gran pez enfurecido se cargó hacia ellos, creando olas de lodo y agua con cada movimiento. Norberto se lanzó desde lo alto de la copa del árbol para soltar un rápido Palmeo, golpeando a la criatura en el costado. Sin embargo, la masa del Basculegion absorbió el golpe sin inmutarse, y respondió con un violento coletazo que arrojó al Riolu contra el duro tronco que se quedó pegado allí por unos instantes antes de caer al agua.

La Espeon, aunque agotada, se unió a la pelea. Con un esfuerzo visible, levantó una barrera de Luz Reflejo para intentar mitigar el próximo ataque. La amenaza, sin embargo, respondió con un impresionante saltó al mismo tiempo que ejecutaba Mordisco que atravesó dicha barrera y la lanzó hacia atrás, haciéndola rodar por las ramas.

—¡Samantha! —Gritó Norberto mientras nadaba, viendo cómo su aliada caía.

Sin perder tiempo, Norberto usó Copión para imitar el Mordisco del Basculegion y disparó el ataque de vuelta hacia la criatura. El golpe hizo tambalear a su adversario, pero no fue suficiente para detener su embestida.

El tipo agua lanzó un Disparo lodo dejando a Norberto con escaso tiempo para reaccionar, usando Palmeo para desviar parte del fango. Tenía su cuerpo lleno barro haciendo su cuerpo demasiado pesado, sino fuera por la fuerza de su tipo lucha ya se hubiera hundido hasta el fondo sin poder respirar.

Samantha, luchando por ponerse de pie, convocó toda su energía restante para un último ataque. Con un destello, lanzó un Brillo Mágico justo al rostro de su oponente. La criatura rugió de dolor, cegada por el ataque, pero nunca neutralizada.

—¡Cuidado! —Gritó Norberto, pero era demasiado tarde. La Bomba Lodo dio directo en el blanco, cubriéndola de lodo tóxico y dejándola tambaleante.

Norberto nadando con dificultad y su cuerpo temblando por el esfuerzo. Decidido a protegerla, usó Copión para replicar la Bomba Lodo y devolver el ataque a su oponente. La criatura se vio sorprendida por el movimiento, pero su resistencia natural al lodo mitigó el daño.

El Basculegion, enfurecido, abrió sus mandíbulas y preparó otro poderoso Mordisco. De pronto como si sus mentes se hubieran conectado por un instante, ambos aliados intercambiaron una mirada rápida, sabiendo que no podrían soportar ese ataque directo.

—¡Tenemos que hacerlo juntos! —Comentó Samantha, su voz débil pero decidida. Norberto asintió, reuniendo sus últimas fuerzas.

—¡Ahora! —Alzo la voz Norberto, viendo su oportunidad.

Con un último esfuerzo, Samantha lanzó su ataque, concentrando su energía mental en un ataque dirigido hacia su supuesto colega. En simultaneo el gran pez ejecutó un último Mordisco que impacto en el pequeño Riolu; La agresión impacto de lleno, chocando la Psicocarga desatando una explosión de energía oscura y psíquica contra el movimiento de tipo siniestro. Norberto, en el centro del choque, absorbió la fuerza del impacto y la redirigió hacia el Basculegion con un grito de esfuerzo.

En eso Norberto usó Contraataque, esperando absorber parte del daño y devolverlo con el doble de fuerza sin debilitarse en el intento. A continuación, devolvía el golpe devolviendo el daño por dos. El Basculegion rugió de dolor, retrocediendo mientras la combinación de ataques lo golpeaba con fuerza inesperada. La criatura, herida y confundida, decidió retroceder al pantano, dejando a sus víctimas jadeando, pero victoriosos.

Ambos se desplomaron entre las largas raíces, sus cuerpos extenuados por el combate.

—Lo... lo logramos... —jadeó Samantha, su voz apenas audible.

Norberto asintió, sus ojos entrecerrados por el cansancio.

—Sí, pero necesitamos encontrar un lugar seguro. No sé cuánto más podremos aguantar así.

Ambos se levantaron con delicadeza, apoyándose el uno en el otro para caminar, dejando atrás al Basculegion y el peligroso pantano. A pesar de aquello, una nueva chispa de respeto y entendimiento había surgido entre ellos. Sabían que juntos tenían más posibilidades de sobrevivir en el traicionero mundo que los rodeaba.

—Esa estuvo cerca, pensé que sería comida de Wishiwashi, aunque generalmente eso es al revés. —Se hecho unas fuertes carcajadas.

El pokémon emanación asintió, también respirando con dificultad.

—Sí, demasiado cerca. Tenemos que estar más atentos. Este lugar es mucho más peligroso de lo que parece.

Sabiendo que no tenían más opción que seguir adelante, ambos comenzaron a adentrarse en el manglar, con la esperanza de encontrar un lugar seguro y, por consiguiente, salir de ese aterrador y traicionero pantano.

La caminata a por lo que quedaba del pantano fue una tortura constante para los dos debido a las lesiones que tenían sin sanar. El pegajoso barro les llegaba hasta las rodillas, haciendo que cada paso fuera una batalla contra la succión implacable del suelo. El aire estaba cargado de humedad, y una niebla espesa envolvía el paisaje, reduciendo su visibilidad a unos pocos metros.

—No puedo... seguir... —Jadeó Samantha, tropezando por enésima vez y cayendo de rodillas en el lodazal.

Norberto, agotado pero determinado, extendió su palma para ayudarla a levantarse. Sus propios músculos ardían con cada movimiento, y su cuerpo estaba cubierto de raspones y moretones. Ambos estaban empapados hasta los huesos, el agua turbia del pantano goteando de sus ropas y pelajes.

—No tenemos opción —Respondió, tirando de la Espeon para ponerla de pie—. Si nos detenemos ahora, nunca saldremos de aquí.

El hambre rugía en sus estómagos vacíos, un recordatorio constante de su fragilidad en ese entorno hostil. Las criaturas de la ciénaga los observaban desde las sombras, sus ojos brillando con curiosidad y quizás un toque de hambre. Cada crujido de las ramas, cada chapoteo en el agua, hacía que ambos se tensaran, listos para luchar si era necesario.

De pronto empezó a oscurecer, sumergiéndose en un negro casi total. El Riolu usó su habilidad de aura para detectar el peligro a su alrededor, pero su energía estaba casi agotada. La evolución de Eevee, a su lado, respiraba con dificultad, su cuerpo apenas capaz de mantenerse en pie.

Más tarde, después de lo que parecieron horas interminables de caminar, vieron luces a lo lejos. Ciudad Pastoria se perfilaba en el horizonte, una visión casi irreal a través de la niebla.

—Allí está —Murmuró Norberto, su voz quebrada por la fatiga.

Con un último esfuerzo, ambos avanzaron hacia la seguridad de la ciudad. Cada paso era una lucha contra la desesperación y el agotamiento. Al llegar a las afueras de Pastoria, colapsaron en el suelo, sus cuerpos incapaces de seguir adelante. Ambos, cubiertos de barro y con heridas visibles, cerraron los ojos sabiendo que habían sobrevivido a una de las pruebas más duras de sus vidas. Ciudad Pastoria les ofrecía un respiro, aunque la verdadera lucha estaba lejos de haber terminado.


Norberto abrió los ojos, sintiendo una cálida luz solar filtrarse a través de las hojas de los árboles y reflejarse en los charcos de agua que aún brillaban después de la reciente tormenta. La brisa suave y fresca le acariciaba el rostro mientras se sentaba, aún adolorido por la agotadora travesía del día anterior. A su lado, Samantha también comenzaba a despertar. Ambos estaban empapados y cubiertos de lodo, pero agradecidos por haber llegado a la seguridad relativa de la Ciudad.

—¿Dónde estamos? —Murmuró la Espeon su voz aún débil por el cansancio y el hambre.

—Creo que hemos llegado a un gran poblado —Respondió Norberto, mirando a su alrededor para confirmar sus pensamientos.

Al levantarse lentamente, ambos sintieron la rigidez en sus músculos mientras sus cuerpos recordaban la ardua caminata por el pantano. A pesar de su estado físico, la belleza de Ciudad Pastoria comenzó a aliviar sus preocupaciones. Las calles estaban pavimentadas con adoquines y adornadas con árboles altos que ofrecían sombra y frescor. Los caminos serpenteaban a través de la vegetación exuberante, conectando las diferentes áreas de la ciudad de manera armoniosa.

Ciudad Pastoria era un ejemplo perfecto de la coexistencia entre la naturaleza y la urbanización. Las casas y edificios estaban construidos con materiales naturales, integrándose a la perfección con el entorno. Los techos de paja y las paredes de madera se mezclaban con el verdor de los árboles y las flores de vivos colores que decoraban las ventanas y jardines.

El aire estaba lleno de los sonidos de la naturaleza: Staravias cantando, el suave murmullo de un río cercano, y el susurro del viento entre las hojas. A medida que caminaban por las calles, eran recibidos por los cálidos Bidoof y Croagunk de la ciudad, que les ofrecían sonrisas y saludos amistosos. Las tiendas y puestos de mercado estaban llenos de productos frescos, desde bayas como bocadillos hasta artesanías locales y artículos de pesca.

—Parece un buen lugar para recuperarse —Comentó Samantha, admirando la belleza natural que los rodeaba.

—Sí, y tal vez podamos encontrar más información sobre donde exactamente estamos —Respondió Norberto, determinado a enfocarse en lo importante.

El centro de la ciudad albergaba un mercado vibrante, con puestos que vendían todo tipo de productos, desde comida recién cosechada hasta recuerditos y artículos para entrenadores. Los habitantes de allí eran agradables y acogedores, saludando a todos con sonrisas y palabras de aliento.

A lo lejos, podían ver la Gran Marisma, una vasta extensión de humedales protegidos que servía de hogar a innumerables especies de Pokémon. Desde aquí, podían ver los límites de la ciudad, con el pantano extendiéndose hacia el horizonte, llena de vida y movimiento. Cerca de la ciénaga, un imponente edificio destacaba: el Safari de Pastoria, famoso en toda la región por permitir a los entrenadores y visitantes interactuar con Pokémon en su hábitat natural.

—Es un lugar hermoso —Dijo Norberto, respirando profundamente el aire fresco.

—Y lleno de posibilidades —añadió Samantha, ya sintiendo cómo sus fuerzas regresaban poco a poco.

Con una renovada sensación de propósito y un lugar seguro para descansar y planificar, Ambos se sintieron listos para enfrentar los desafíos que les esperaban. Aquí no solo era un refugio, sino también un punto de partida para la siguiente fase de su viaje.

Aún agotados, con sus cuerpos doloridos por la travesía del día anterior. La ciudad, con su aire fresco y su arquitectura robusta de madera y piedra, parecía un refugio prometedor, pero en ese momento, su estómago vacío y la falta de recursos les recordaban que todavía estaban en problemas.

—Necesitamos comida —Concluyo la arrogante, mirando a su acompañante con firmeza—. No podemos seguir así.

Norberto asintió, aunque su moralidad lo obligaba a buscar una alternativa más honesta. Caminando por las calles, vieron varios mercaderes vendiendo bayas frescas, pokocho recién horneado y otros alimentos deliciosos. El aroma era tentador y cada paso hacia ellos aumentaba la desesperación en sus estómagos vacíos.

—No podemos simplemente tomar lo que queramos —Se asqueo el heroico protagonista, frunciendo el ceño—. No es correcto.

—¿Y qué sugieres? —Replicó con impaciencia—. No podemos luchar ni pensar con el estómago vacío. Además, no estamos robando por placer, es por necesidad.

La lógica de la Espeon era contundente, pero el Riolu aún dudaba. Vieron a un mercader distraído con otro cliente, y la evolución de Eevee vio su oportunidad. Con una rapidez sorprendente, tomó una manzana y una barra de pan, mirando a Norberto para que hiciera lo mismo.

—Rápido, antes de que nos vean —insistió Samantha.

Norberto respiró hondo, su conciencia pesándole mientras alcanzaba una manzana. Al hacerlo, sintió una punzada de culpabilidad, pero el hambre era una fuerza implacable. Justo cuando guardaban el botín en sus mochilas, el mercader giró la cabeza y los vio.

—¡Oigan, ustedes! —Gritó, comenzando a correr hacia ellos.

—¡Corre! —Exclamó Samantha, sin mirar atrás.

Se lanzaron a correr por las calles laberínticas, zigzagueando entre la multitud y esquivando a otros transeúntes. Al final, se ocultaron en un callejón estrecho, respirando con dificultad.

—Esto no puede seguir así —Murmuró Norberto, con la espalda apoyada en una pared de piedra—. Tenemos que encontrar una solución mejor.

—Lo sé —Respondió, también agitada—. Pero por ahora, comamos. Necesitamos la energía.

Sentados en el callejón, compartieron la baya Higog y el pokocho, comiendo en silencio. A pesar de las circunstancias, la comida les devolvió algo de fuerza y claridad mental. Norberto sabía que necesitarían un plan mejor si querían sobrevivir en la ciudad sin recurrir al robo constante Por ahora, sin embargo, la necesidad había dictado sus acciones y, aunque no se sentía bien con ello, entendía que era necesario para su supervivencia inmediata.

—Después de comer, busquemos algún trabajo o ayuda —Sugirió el tipo lucha, mirándola—. No quiero seguir robando. Debemos encontrar una manera de ganar algo de dinero o comida honestamente.

—De acuerdo —asintió, limpiándose la boca—. Pero no te sorprendas si tenemos que tomar medidas drásticas otra vez. La supervivencia no siempre es limpia.

Norberto asintió, aunque con un nudo en el estómago. Sabía que la situación no era ideal, pero esperaba que juntos pudieran encontrar una solución mejor. Mientras tanto, terminaron su comida y comenzaron a planear su próximo movimiento, este lugar prometía tanto peligro como oportunidades.

El protagonista sentía una lucha interna feroz desde el momento en que sus manos tocaron aquella baya robada. Sus valores y principios se enfrentaban a su necesidad de supervivencia. La educación que había recibido, basada en la honestidad y el respeto por los demás, se contraponía al hambre apremiante que nublaba su juicio. Cada bocado que daba a la comida robada le sabía a culpa, un recordatorio constante de que estaba traicionando sus propios valores.

Después de ese primer robo, intentó convencer a la evolución de Eevee de buscar un trabajo, alguna forma de ganar dinero con honradez. Sin embargo, las horas pasaban y las oportunidades no aparecían. Cada negativa que recibían, cada puerta cerrada en sus caras, reforzaba la desesperación y el cinismo en la Espeon, quien no tardó en convencer a su compañero de que el mundo no era justo y que tenían que tomar lo que necesitaban para sobrevivir.

—¿De qué sirve tu moralidad si morimos de hambre? —Le decía la soberbia con dureza—. En este mundo, la ley del más fuerte prevalece. O tomamos lo que necesitamos o perecemos.

La actitud fría de esta mala influencia y la realidad dura de su situación comenzaron a calar en Norberto. Poco a poco, el remordimiento fue cediendo terreno a una resignada aceptación. Comenzó a ver el robo no como un acto de maldad, sino como una estrategia de supervivencia. Samantha, con su actitud decidida y sin remordimientos, se convirtió en una autoridad poderosa, guiando a al pokémon emanación hacia un camino del que no estaba seguro querer formar parte, pero al que sentía no tener otra opción.

Los robos se hicieron más frecuentes y organizados. La tipo psquica era la mente maestra, ideando planes audaces para distraer a los mercaderes y tomar lo que necesitaban sin ser atrapados. El Riolu, aunque aún con un rastro de duda en sus ojos, seguía sus instrucciones, cada vez con más destreza y menos culpabilidad. Con el sol saliendo otra vez en el horizonte, empezaron a ser conocidos entre los comerciantes de Pastoria, quienes comenzaron a verlos como una amenaza constante.

La fama de los dos se extendió como la pólvora. Los mercaderes empezaron a tomar medidas más estrictas, aumentando la vigilancia y formando patrullas para proteger sus bienes. A pesar de esto, los experimentados ladrones demostraron ser escurridizos y astutos, adaptándose a cada nuevo obstáculo que hallaban. La adrenalina de los robos y la satisfacción de tener el estómago lleno comenzaron a nublar el juicio de Norberto, convirtiendo la lucha por la supervivencia en una especie de desafío constante.

—Nos hemos convertido en fantasmas para ellos —Comentó la mente maestra un día, con una sonrisa de triunfo—. Y mientras sigamos siendo más listos que ellos, no podrán atraparnos.

Norberto asintió, sintiendo una mezcla de orgullo y tristeza. Había cruzado una línea que nunca pensó cruzar, pero el mundo en el que vivían no dejaba espacio para la moralidad cuando se trataba de sobrevivir. Cada vez que veía a los mercaderes lanzar miradas de odio y temor, sentía una punzada en el corazón, pero la voz pragmática de Samantha siempre estaba allí para recordarle que no tenían otra opción.

—Ya vez, te dije que juntado mi inteligencia y tu ingenuidad seriamos imparables —Se Jactó aquella ladrona entre risas mientras se deleitaba con una de las bayas hurtadas.

—Querrás decir mi fuerza. —Corrigió el confundido tipo lucha.

—¡No.…! —Respondió casi canturreando.

Con el tiempo, la dualidad de su situación se hizo más evidente. Por un lado, estaba el Norberto que deseaba volver a sus raíces de honestidad y respeto. Por otro, estaba el Riolu moldeado por la necesidad y la influencia de Samantha, un tipo lucha que había aprendido a racionalizar sus acciones y encontrar justificación en la supervivencia. En cada robo, en cada estrategia para evadir a las patrullas, el pokémon emanación luchaba con sus propios Giratinas, preguntándose si algún día encontraría una salida a ese ciclo vicioso.

Así, ambos se convirtieron en figuras temidas y odiadas en la ciudad, un dúo que los comerciantes veían como una amenaza constante, mientras Norberto seguía lidiando con su batalla interna, buscando un equilibrio entre su necesidad de sobrevivir y su deseo de redención.

El mercado de Pastoria bullía de actividad esa tarde, los comerciantes ofrecían sus productos con vigor, y los clientes regateaban por mejores precios. Entre la multitud, los mismos ladrones de siempre se movían con una destreza casi sobrenatural, habiendo observado y planificado su atraco con precisión milimétrica.

—Ahí está el objetivo —Murmuró Samantha, señalando con sutileza un puesto de frutas exóticas, famoso por sus jugosas bayas de todas las regiones—. El mercader está distraído. Es nuestra oportunidad.

Norberto asintió, el pulso acelerado por la adrenalina. Se movió con rapidez, interponiéndose en el camino de un cliente para crear una distracción. La Espeon aprovechó el momento para deslizarse detrás del puesto, sus dedos ágiles recogiendo las bayas con una rapidez sorprendente. En cuestión de segundos, el botín estaba asegurado.

—Vamos, tenemos lo que necesitamos —Susurró Norberto, notando que los vigilantes del mercado aún no sospechaban nada.

Se mezclaron con la multitud, caminando sin prisa hacia una salida lateral del mercado. Todo había salido de acuerdo al plan. La orgullosa sonreía, satisfecha con su habilidad para evadir cualquier sospecha, y Norberto sentía un extraño alivio por el éxito del atraco.

Pero justo cuando pensaban que estaban a salvo, una voz grave resonó por encima del bullicio del mercado.

—¡Alto ahí, ustedes dos!

Se detuvieron en seco, sintiendo una presencia imponente a sus espaldas. Giraron con temor y se encontraron cara a cara con Super Wake, el héroe local y guardián de Ciudad Pastoria, conocido por su fuerza y determinación. Su atuendo azul y blanco relucía bajo el sol además de tener una muñequera especial que combinaba con su atuendo, y su expresión era severa.

—He escuchado mucho sobre ustedes dos —Sentenció Super Wake, su voz resonando con autoridad—. El terror del mercado, los fantasmas que roban y desaparecen. Hoy, su suerte se acaba.

Norberto tragó saliva, su corazón latiendo con fuerza. La Espeon, aunque también sorprendida, mantuvo una actitud desafiante.

—¿Y qué piensas hacer, Wake? —Espetó Samantha—. ¿Nos arrestarás?

—Si es necesario —Respondió Wake como si les entendiera, avanzando un paso hacia ellos—. Pero prefiero evitar la violencia. Ríndanse y vengan conmigo pacíficamente.

La tipo psíquico intercambió una mirada con Norberto. La situación era crítica, pero la oportunidad de escapar aún existía.

—Norberto, corre —Ordenó Samantha, lanzando las bayas al suelo para distraer a Wake.

Ambos se lanzaron en direcciones opuestas, intentando aprovechar la confusión. Sin embargo, Wake era rápido. Con una agilidad sorprendente para su tamaño, sacó sus dos Pokémon insignia: Floatzel y Quagsire. Los dos Pokémon se interpusieron en el camino de los fugitivos, rugiendo y mostrando sus intimidantes habilidades.

—¡Floatzel, Aqua Jet! ¡ Quagsire, Escaldar! —Gritó Wake.

El pokémon nutria marina se lanzó hacia Norberto a una velocidad increíble, mientras el tipo agua-tierra desplegaba su imponente personalidad, intentando frenar a la evolución de Eevee. El Riolu apenas logró esquivar el ataque de Floatzel, mientras Samantha, con una determinación férrea, lanzó un Psicocarga al mismo tiempo que ejecutaba Reflejo para resistir ese poderoso Terremoto que la golpeo de lleno.

—¡Vamos, no nos atraparán! —Comentó firme la tipo Psquico.

Corrieron juntos, esquivando ataques y utilizando cada obstáculo del entorno a su favor. La persecución los llevó fuera del mercado y hacia los límites de la ciudad, donde el terreno se volvía más pantanoso y difícil de navegar. Floatzel y Guagsire continuaban su persecución implacable, pero la densidad del fango comenzó a jugar a favor de los fugitivos.

—¡Debemos llegar al gran pantano! —Dijo Norberto, jadeando por el esfuerzo.

Con cada paso, el suelo se volvía más lodoso y traicionero. Los dos jóvenes, agotados y cubiertos de barro, al final hallaron un momento de respiro al adentrarse en el corazón del gran pantano. Los Pokémon de Wake, aunque persistentes, comenzaron a tener dificultades para moverse en el terreno fangoso.

—¡Este lugar es un buen escondite para desaparecer! —Comentó la Espeon, con la respiración entrecortada.

En el corazón del gran pantano, el aire denso y cargado de humedad hacía cada respiración difícil. Norberto, el Riolu, y Samantha, la Espeon, jadeando por su reciente huida, sabían que la batalla no había terminado. De la espesura emergieron Floatzel y Quagsire, guiados por Super Wake, quien no pensaba dejarles escapar a estas alturas.

—¡Floatzel, usa Chorro de Agua! ¡Quagsire, Disparo Lodo! —Ordenó Wake, su voz resonando no tan cerca de allí.

La nutria marina se lanzó hacia adelante en un destello, un chorro de agua potente saliendo de su boca. La Evolucion de Eevee reaccionó rápido, con sus ojos brillando con intensidad: Reflejo. Una barrera brillante se materializó frente a Espeon, desviando el ataque de Floatzel.

Mientras tanto, Quagsire lanzó una ráfaga de lodo viscoso hacia su adversario.

Riolu saltó con eficacia, sobre la cabeza de su oponente y evitó asi el ataque de lodo, aterrizando con gracia y después conectó su Palmeo a las espaldas de su contrincante. El pantano se convirtió en un campo de batalla caótico, con ataques volando en todas direcciones.

Espeon lanzó una ráfaga de luz multicolor que impactó en el blanco; Brillo Mágico fue lo que golpea al Floatzel, haciéndolo retroceder. El tipo agua se sacudió el golpe y, con una velocidad asombrosa, contraatacó con Colmillo hielo, lanzándose sobre su enemiga.

En eso Norberto se fue veloz imitando el movimiento de tipo hielo y se abalanzó sobre Quagsire, enfriándolo de un rápido mordisco helado. El pokómon pez agua, le dio igual y de un Escaldar se quitó el congelamiento de encima, enseguida con su cara de varlerle Ditto la vida respondió con Terremoto, sacudiendo todo el terreno a su alrededor. El impacto fue devastador, levantando olas de lodo y agua que golpearon a sus dos adversarios, su aliado como si estuviera sincronizado se alcanzó a cubrir con Protección.

—¡Samantha, tenemos que centrarnos en Quagsire! —Concluyó Norberto algo nervioso—. ¡Ese Ignorante con Recuperación nos destruirá si no lo detenemos, de seguro va usar Terremoto a cada rato!

La Espeon asintió, viendo la sabiduría en sus palabras, enseguida recordó la estrategia de anteayer cuando su aliado se puso en posición.

—¡Contraataque! —Gritó con determinación, concentrando toda su furia en un punto en concreto.

Riolu absorbió la energía del último Terremoto y la devolvió con el doble de fuerza, impactando sin duda alguna al Quagsire para enviándolo volando hacia atrás, y quedando fuera de combate después de ser fulminado de un Brillo mágico; Con Quagsire fuera de juego, ambos se centraron en Floatzel.

Espeon cerró los ojos, concentrando su energía, y lanzó un justo ataque psíquico que envió hacia Norberto, dejándolo algo herido y con una rodilla en el suelo fangoso al igual de un ojo entrecerrado como una mueca de dolor.

—Esto te dolerá más a ti que a mí —Añadió entre susurro mientras concentraba su energía, aprovechando la oportunidad.

El tipo agua volvió a usar Protección para cubrirse de esa amenaza latente, pero no contó con que su adversaria aprovecharía para realizar varios Paz Mental; intentando fortalecer su cuerpo y aumentar su poder que provenía de su cabeza. Sin tiempo que perder recurrió a su movimiento de tipo Hada mientras su contrincante ahora se defendió con Viento cortante chocando ataques.

Riolu aprovecho la oportunidad para conectar varios Palmeo por la espalda de la nutria marina, golpeándolo en reiteradas ocasiones con una serie de puñetazos rápidos. Floatzel, ya debilitado, yacía inconsciente hundido en el lodo.

Super Wake, viendo a sus Pokémon vencidos, frunció el ceño, pero dio un paso atrás.

—Esto no ha terminado —Dijo mientras cerraba sus ojos, su voz llena de seriedad —¡Gyarados sal ya! —Para abrirlos con fuerza y alzo su puño cerrado al cielo dejando ver su Piedra activadora— ¡Mega evoluciona!

El gigantesco Gyarados rugió con una ferocidad que hizo temblar el suelo bajo sus pies. Su cuerpo, ahora oscuro y aún más intimidante, reflejaba el poder desatado por la Mega Evolución.

—¡Esto termina aquí! —gritó Wake, levantando su brazo para señalar a sus enemigos—. ¡Mega Gyarados, demuestra tu poder!

Los famosos ladrones de ciudad se prepararon, sabiendo que enfrentaban una amenaza mayor que cualquier cosa que hubieran visto antes.

—Samantha, te reocmiendo que vayas usando ya Paz Mental —Susurro Norberto templando de miedo, mientras media con su aura esa muralla impenetrable de escamas.

Espeon cerró los ojos y se concentró, rodeada por una suave energía trasquiladora que aumentaba su poder especial y su resistencia.

—¡Mega Gyarados, Hidrobomba! —Ordenó Wake con una voz que resonó por todo el pantano.

Una masiva columna de agua emergió de la boca de Gyarados, dirigiéndose hacia su víctima que aún se sentía "segura" detrás de su Reflejo. El impacto fue brutal, lanzando a Espeon varios metros hacia atrás, golpeándola contra un árbol.

—¡Samantha! —Gritó Norberto, sus ojos llenos de preocupación.

—Estoy... bien —Respondió, levantándose con dificultad.

Riolu imitó el movimiento de Hidrobomba y lanzó un potente chorro de agua hacia Gyarados, pero el ataque apenas le hizo cosquillas al imponente Pokémon de Wake.

—¡No es suficiente! —Murmuró Norberto, dándose cuenta de la diferencia abismal en poder.

—¡Gyarados, Triturar! —Sentenció Wake implacable entre risas.

Mega Gyarados se lanzó hacia adelante con una velocidad increíble para su tamaño, sus mandíbulas abiertas listas para aplastar a su oponente. Norberto apenas tuvo segundos antes de sentir el dolor punzante de los colmillos de Gyarados clavándose en él, lanzándolo al suelo con fuerza.

—¡Contraataque! —Se levando del suelo con enojo, tratando de devolver el daño.

Riolu intentó devolver el golpe, pero su ataque apenas rasguñó las escamas endurecidas de Gyarados; La diferencia de poder era demasiado grande. El poderoso pokémon atrocidad lo paro con solo su Cola dragón.

Espeon se recuperó para luego con un destello de luz multicolor que golpeó a Gyarados en el rostro, cegándolo momentáneamente, pero el efecto fue efímero.

—¡Gyarados, Alud! — Wake, su voz llena de certeza.

El aire alrededor de Gyarados se enfrió al instante, y unas esferas heladas salió disparado hacia Espeon. El impacto fue devastador, congelando a Espeon al toque y dejándola inmóvil en el fango.

—¡No! —Gritó Norberto, sintiendo la desesperación apoderarse de él— ¡Desgraciado!

El tipo agua-siniestro, sin piedad, se giró hacia Riolu, listo para acabar con su resistencia. Wake no mostró signos de detenerse, su determinación era absoluta.

—Esto es el fin para ustedes —dijo Wake, con una mirada fría.

Norberto, apenas capaz de mantenerse en pie, miró a su alrededor buscando una salida, pero no había escape. La fuerza de Mega Gyarados era abrumadora, y tanto él como la tipo psíquico estaban al borde de la derrota.

Con un último rugido y un ataque final que sacudió todo el pantano, Norberto y Samantha fueron abatidos, cayendo al suelo sin fuerzas para continuar; Wake había ganado esta batalla de manera decisiva.

—Eso les enseñara a no Robar en mi ciudad —De pronto el líder de gimnasio de ciudad pastoría diviso a lo lejos a la bestia del pantano— No puede ser un Basculegion —Se quedó pasmado por unos segundos antes de actuar— no en mi guardia, ¡Vamos Gyarados, tenemos un pez gordo que capturar!

Esta historia continuará…


Nota final: Espero que les haya gustado, y nos leemos otro dia.