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Smut

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El contenido de este texto es de naturaleza gráfica y está dirigido a un público mayor de 18 años. Puede incluir descripciones detalladas de actos sexuales, lenguaje explícito y situaciones de carácter adulto que pueden no ser aptas para todas las audiencias.

Se recomienda discreción al lector.

Este fic comenzó como una exploración de la sensualidad en su forma más cruda. A medida que avanzaba, sentí la necesidad de suavizarlo con conversaciones y descripciones elegantes que envuelven cada escena, creando una narrativa más compleja y suavizada. Sin embargo, la esencia sigue siendo intensamente erótica.

Espero que lo disfruten.

-o-

Nota previa sobre el título:

En el contexto de la literatura, "smut" se refiere a contenido que es principalmente erótico o sexual en naturaleza. Estos textos suelen tener un enfoque explícito en las escenas de intimidad y suelen ser escritos con la intención de excitar al lector. El término se utiliza comúnmente en fanfiction y otros géneros de escritura en línea para describir historias que incluyen contenido sexual gráfico.

Autora-san: Este fic tiene lemon. Cuídense y sáltenlo si no quieren leerlo.

Lector-san: Que lo lea pone.

Otro lector-san: Sí, sí… ahorita lo salto.

Otro lector-san (más lujurioso): que eche a mi hermana pequeña de la habitación pone.

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—Hokage-sama, la directora del hospital desea verle —anunció su secretaria, su voz interrumpiendo el silencio de la oficina.

El aire en el despacho se sentía calmado. Un montón de papeles se encontraban esparcidos sobre el escritorio, testimonio de la ajetreada vida del Hokage. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando los pergaminos dispersos con un resplandor dorado, como si fueran el oro que da valor a la aldea.

—¿Está ella aquí? —preguntó él, sin levantar la vista de los documentos que revisaba, pero dejando entrever su entusiasmo por la interrupción del trabajo.

—Así es —confirmó ella, con un tono profesional, aunque una sonrisa de medio lado se asomaba en su rostro.

—Hazla pasar —pidió él, alzando finalmente la mirada y dejando ver una sonrisa en sus ojos.

—Ahora mismo, señor.

—Arigato, Akira. Puedes irte a comer si lo deseas.

—Claro, señor.

—Por favor, no me llames así. Con Kakashi es suficiente.

La secretaria asintió, con una ligera sonrisa, antes de salir de la oficina. El ninja observó cómo la puerta se cerraba detrás de ella, dejando la habitación en silencio nuevamente. Se quedó esperando a que la directora del hospital hiciera su entrada.

—Buenos días, Kakashi-sensei.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarte? —preguntó con tono alegre, su voz ligera y acogedora.

Sakura lo miró, dudando sobre la mejor forma de plantearle el asunto que la tenía preocupada. Se acercó a la mesa en silencio. Kakashi alzó una ceja, interrogante, pero ella continuó en silencio, alejándose del escritorio hacia el sillón. Tras mirarlo unos segundos, se sentó.

Él la observó atentamente mientras el silencio se prolongaba entre ellos. Últimamente, pasaban mucho tiempo juntos debido a las obligaciones de sus puestos; el Hokage debía estar en continua comunicación con la directora del hospital. Sin embargo, no estaba acostumbrado a que ella entrara, le mirara en silencio, y luego se mantuviera así, sin decir nada. Aunque, de alguna manera, tampoco le sorprendía del todo. Había una comodidad compartida en el silencio, como si cada uno estuviera esperando que el otro diera el primer paso.

De hecho, el silencio ofrecía una calidez al entorno que no era habitual en el despacho del Hokage. El nuevo papel pintado, escogido por Kakashi durante la reforma de la torre Hokage, mostraba un estampado de formas orgánicas en tonos que iban del azul cobalto al turquesa, añadiendo un toque de serenidad al lugar. Pero las decisiones que se tomaban en ese despacho muchas veces llevaban a gritos y discusiones entre los consejeros y él.

Sakura observaba a su alrededor y, de vez en cuando, sus miradas se encontraban. Kakashi seguía preguntándose qué estaba pasando, pero decidió respetar el silencio, dándole su tiempo.

Finalmente, tras unos minutos, rompió el silencio:

—Ya que vas a estar en silencio, ¿te importa si sigo trabajando? —preguntó el Hokage con suavidad.

—No, por supuesto, puedes seguir —respondió ella sin darle importancia y sin siquiera mirarlo.

—Cuando estés lista, puedes decirme a qué has venido —comentó, manteniendo su vista fija en ella. Sakura asintió en silencio.

—Bien, aquí estaré —afirmó él antes de regresar al informe sobre su escritorio.

Sakura no tenía claro por qué había ido allí. Llevaba tiempo dándole vueltas a la idea y sabía que, si seguía con ese ritmo de trabajo, nunca conseguiría lo que otros tenían. Pero ¿cómo plantearle al Hokage que quería menos responsabilidades para poder salir a buscar el amor, cuando él mismo tenía el mayor cargo de responsabilidad y no parecía importarle? Se sentía un poco egoísta. Su petición podía sonar... un poco inapropiada y desconsiderada. Pero todos sus amigos ya tenían pareja; incluso algunos estaban planeando tener hijos.

—¿Sabes que quiero tener hijos? —soltó de pronto, volviendo su vista hacia él.

Kakashi dejó lentamente el informe sobre la mesa, sorprendido por la inesperada confesión. Miró a la kunoichi sentada en el sillón de su despacho con un claro gesto de confusión. No dijo nada, esperando que ella añadiera algo más.

—Necesito unos días libres —añadió ella ante su críptica mirada.

Los ojos de Kakashi se entrecerraron ligeramente, mientras los engranajes de su mente giraban tratando de desentrañar las implicaciones de su solicitud. Ahora sí que no entendía nada. Negó con la cabeza antes de abrir la boca para hablar, pero ella le interrumpió.

—Quiero ir a un festival en Kirigakure —explicó con vehemencia.

Kakashi intentó relacionar esa petición con lo primero que le había dicho. Una expresión de desconcierto cruzó su rostro mientras consideraba su inusual solicitud.

—¿Piensas adoptar a un niño en ese festival? —preguntó con humor, arqueando una ceja.

—¿Qué? No. Claro que no. No seas ridículo.

Y ahora el ridículo era él.

—Kirigakure... —repitió pensativo, su mirada se desvió hacia la ventana, como si Kirigakure guardara alguna promesa oculta que él no pudiera entender—. Eso son bastantes días libres. Solo el viaje en barco son tres días de ida.

—¿Eso es un no?

—No. Por supuesto que no. Coge los días que necesites. Deja a Shizune al mando.

—Gracias.

Sakura se puso en pie, se acercó hasta la puerta, y cuando tenía la mano en el pomo, se detuvo.

—¿Algo más? —preguntó Kakashi al ver que no se movía.

—Kakashi, tú... —El aludido la miró en silencio—. ¿Tú nunca sueñas con algo diferente? —preguntó, soltando el picaporte y girándose para verle.

Su voz vacilante revelaba una vulnerabilidad oculta. Un atisbo de la lucha interna que se desarrollaba dentro de ella.

—¿Diferente?

—Es igual, olvida que te he preguntado esto.

—Sakura, ¿está todo bien?

—Sí —respondió, pero su voz y el ceño fruncido decían lo contrario. Kakashi le devolvió la mirada, reflejando su preocupación—. Bueno, a decir verdad, a mi vuelta me gustaría hablar de mis horarios. Quisiera tener algo más de tiempo libre.

—Claro —respondió él, inclinándose hacia delante en su silla, atento.

Sakura sonrió en respuesta y lo observó por un momento. Luego dejó escapar un gran suspiro.

Kakashi también sonrió, aunque su expresión quedó oculta tras la máscara, haciendo imposible para Sakura saber si realmente sonreía o solo hacía una mueca rara.

—¿Qué te sucede? —preguntó, notando que ella seguía inmóvil—. Es obvio que algo te preocupa.

—No es nada. Únicamente estoy agobiada con el trabajo.

—¿Únicamente? —repitió él, cargando de ironía el adverbio.

—¿Sabes que Ino está embarazada?

Kakashi se sorprendió.

—No, no lo sabía.

—Temari y Shikamaru están a dos meses de que nazca su primer hijo.

—Así que era eso.

—Sí. Supongo que es eso. Ellos están empezando una nueva etapa de sus vidas y yo... yo también quiero tener hijos.

—Aún eres joven, Sakura. Tienes mucho tiempo por delante.

La voz de Kakashi era suave pero firme, como la de un mentor cargado de un conocimiento que sus estudiantes no posen. Y Sakura se volvió a sentir esa niña de catorce años por un momento.

—¿Y si no encuentro a nadie? —preguntó intentando deshacerse de esa sensación.

—No creo que eso suceda.

—He estado pensando en la posibilidad de ser madre soltera.

Un ligero rubor apareció en las mejillas de Sakura al decir eso, sus ojos reflejaban una mezcla de vergüenza y determinación. Sus palabras quedaron suspendidas en el aire mientras Kakashi ponderaba la inesperada confesión.

—Vaya, eso sí me sorprende.

—No ahora, por supuesto. Pero en un futuro no muy lejano, si sigo sola...

—Ya veo.

—¿Es todo lo que vas a decir?

—No sé qué decir. Si es lo que realmente quieres...

—Crees que es una locura, ¿verdad? Sé que los hombres no se fijan en las madres solteras, pero...

Kakashi frunció el entrecejo, su expresión reflejando sorpresa ante sus palabras, como si no pudiera entender su inseguridad.

—Sakura, tienes 31 años, ¿verdad?

—Sí.

—Todavía eres joven. Tienes mucho tiempo por delante.

—¿Para encontrar un hombre o para ser madre?

—Para ambos, supongo.

—¿Sabes que no he estado con un hombre desde... desde nunca? —confesó dramáticamente, tras una pausa.

—¿Desde nunca? —preguntó sorprendido—. Eso parece mucho tiempo —añadió bromeando.

—A ver, he estado con hombres. Aunque, a decir verdad, eran más una suerte de adolescentes prepuberes estúpidos —él la miró entre sorprendido y divertido—. Fue hace mucho tiempo —añadió a modo de excusa—. Y creo que ya me he olvidado de lo bueno que puede ser el sexo, por lo que no siento la necesidad imperiosa de buscarlo, pero realmente quiero tener hijos.

—No sé cómo debo responder a eso.

—No es necesario que respondas. Con que me escuches es suficiente. Solo necesito desahogarme.

—Eso puedo verlo.

Tras ese intercambio, ambos guardaron silencio un momento. Sakura volvió a acomodarse en el sillón bajo la atenta mirada de Kakashi.

—Kakashi, ¿tú no quieres hijos?

Esta conversación estaba dando lugar a muchos silencios. No eran incómodos, pero Kakashi sentía la necesidad de pararse a pensar en la respuesta con mucha mayor frecuencia de la que experimentaba en su día a día en una conversación con cualquier persona, incluida ella.

—La verdad es que nunca me he parado a pensar en ello.

—¿Tienes tiempo de salir y conocer mujeres?

—¿Qué? —respondió Kakashi, claramente sorprendido por la pregunta inesperada. Su mente se quedó en blanco por un instante mientras trataba de procesar sus palabras.

—Es que estaba pensando que yo, siendo directora del hospital, no tengo tiempo, y tú, siendo Hokage… imagino que es peor aún.

—No tengo mucho tiempo libre, la verdad.

—Eso imaginaba. Los dos estamos igual.

El silencio se instaló de nuevo entre ellos.

—Entonces, ¿no quieres hijos? —insistió Sakura, hundiéndose más en el sillón y cruzándose de piernas sobre él.

—No he dicho eso.

—Entonces los quieres.

Kakashi se levantó de la silla y rodeó el escritorio para poder observarla más de cerca.

—No tengo claro a dónde lleva toda esta conversación —confesó antes de apoyarse sobre el escritorio.

—Ya te lo he dicho, solo me estoy desahogando —repitió ella en un susurro—. ¿No quieres una mujer que te espere en casa cuando llegues de trabajar?

Kakashi la miró y asintió en silencio.

—Estaría bien, claro —admitió, visualizando en su mente la calidez de un hogar con una mujer que le recibiera con un suave beso en los labios. Alguien de quien no tener que ocultarse.

—Y un par de críos que te sigan por la casa, pidiéndote que les muestres tus trucos con Pakkun —continuó, como si lo viera claramente—. Yo quiero todo eso. Pero si no encuentro a alguien que quiera compartirlo conmigo, creo que podría ser madre soltera sin problema.

—No me importaría tener un par de críos que mantuvieran vivo el apellido Hatake —confesó en voz baja, casi como si hablara consigo mismo.

—Si fuera madre soltera, les pondría mis apellidos.

—Lo de los apellidos era solo una forma de hablar —añadió él, intentando sonar casual.

Aunque sonaba más a un "no me importaría que tuvieran tus apellidos si así lo deseas", por lo que Sakura dejó escapar una risita.

—¿Te acabas de postular para ser el donante? —preguntó ella con tono serio, pero con una media sonrisa.

Si no fuera por la máscara, Sakura habría visto el rubor que apareció en las mejillas de Kakashi.

—No es lo que quería decir.

—Solo bromeaba.

Ante el comentario, Kakashi la miró con intensidad, y Sakura, tras un par de segundos, retiró la mirada algo confundida.

—Aunque no creo que pudiera ser solo un donante —comentó Kakashi siguiendo la broma de ella.

—Entonces sí que quieres que alguien te llame papá —dijo ella con un tono pícaro.

—Si lo dices con ese tono, parece otra cosa —comentó él con voz seria.

—¿Ese tono? —preguntó Sakura, arqueando una ceja mientras observaba su reacción.

Kakashi respondió, asintiendo en silencio con una sonrisa bajo la máscara.

—Sí. Supongo que mejor sin un tono que pueda tener connotaciones sexuales —añadió ella, riendo ante su propio comentario. Kakashi asintió de nuevo en silencio—. ¿Y cómo piensas tener hijos si no sales de este despacho? —preguntó, dejando la broma a un lado.

—Bueno, a decir verdad, desde que ocupo el cargo de Hokage he recibido bastantes insinuaciones en este mismo despacho por parte de diferentes mujeres —afirmó con seguridad y acercándose a ella para sentarse en el sillón libre a su lado.

—¿En serio? Eso a mí no me pasa en el hospital.

—Quizás porque ir con el pecho abierto a que te salven la vida o a que te receten algo por tener el estómago indispuesto no parece el momento adecuado para pedirle salir a la guapa doctora que te atiende.

—Es verdad. Debería cambiar de trabajo —bromeó Sakura, riendo suavemente.

—No hagas eso —respondió Kakashi con un tono repentinamente serio, su expresión bajo la máscara firme.

—¿Por qué? —preguntó ella, intrigada por su reacción.

—Sería muy complicado para mí encontrar a otra directora para el hospital que fuera tan buena como tú.

—Gracias, pero últimamente me he estado preocupando más por mi vida personal —dijo Sakura, cruzando los brazos y adoptando una postura reflexiva—. Tus problemas como Hokage son una cosa que no me preocupa, los míos, por otro lado... Y ahora que sé que tienes la oportunidad de conocer a tantas mujeres, no puedo decir que me des mucha pena. Una mujer cada día... que afortunado.

—No tengo una mujer cada día —respondió Kakashi, levantando las manos en señal de defensa mientras se inclinaba ligeramente hacia ella desde su posición en el sillón.

—¿No es lo que acabas de decirme? —replicó Sakura, arqueando una ceja mientras lo miraba con escepticismo.

—He dicho que no faltan mujeres que se ofrezcan, pero no que yo las acepte —aclaró, sacudiendo la cabeza.

—Sigues sin darme pena —dijo ella, esbozando una sonrisa burlona—. Con tantas opciones, podrías escoger a una y empezar una familia.

Kakashi se carcajeó ante ese comentario, relajándose en el sillón junto a Sakura.

—¿Sabes que también he tenido alguna que otra oferta por parte de hombres? —comentó riendo.

—¿En serio? Si no fuera porque esos hombres claramente no están interesados en alguien como yo, te pediría que les dieras mi teléfono —bromeó Sakura—. Aunque había pensado en hacer entrevistas para contratar a un guapo ayudante.

—¿Te parece adecuado contratar a un ayudante para convertirlo en donante de esperma? —preguntó Kakashi, apoyando el codo en el brazo del sillón y dejando que su cabeza repose sobre su mano.

—En realidad, había pensado en convertirlo en mi marido.

—Por favor, no lo hagas. No quiero que después se descubra un escándalo político en el que el Hokage paga el sueldo a un hombre para obligarlo a casarse con la directora del hospital.

Ambos se echaron a reír de nuevo, y la habitación se llenó de una atmósfera alegre y despreocupada que gradualmente dio paso al silencio. Durante unos minutos, disfrutaron de un momento de calma, hasta que Sakura rompió el silencio tamborileando con los dedos sobre el brazo del sillón.

—Kakashi... —comenzó Sakura, rompiendo el silencio, pero su voz vacilante indicaba que no sabía cómo continuar.

—¿Sí? —respondió él con suavidad, sintiendo su duda y también inseguro sobre cómo seguiría la conversación.

—No digo que quiera tener hijos ya... —dijo, deteniéndose mientras lo observaba con intensidad. Kakashi sostuvo su mirada, tratando de descifrar sus pensamientos—. Pero quiero tenerlos —admitió finalmente, desviando la vista.

—¿Y qué puedo hacer yo para ayudarte a conseguir tu meta?

—Se me acaba de ocurrir algo un poco loco —dijo Sakura, girándose en el sillón para enfrentarlo, todavía con las piernas cruzadas.

—Con eso me intrigas. No sé si debería preocuparme o reírme —respondió Kakashi, esbozando una sonrisa divertida.

—Escucha, puedes rechazarlo si quieres, pero... ¿has oído esas historias de amigos que prometen casarse si ninguno encuentra pareja?

Kakashi asintió lentamente, mirándola con curiosidad y diversión adivinando por dónde iba su idea, pero en completo silencio.

—Podríamos hacer algo similar, pero con hijos. Yo estoy sola porque nadie me quiere, y tú estás solo porque no te interesan ni las mujeres ni los hombres que vienen aquí tras de ti... pero ambos queremos tener hijos, así que...

Sakura miró hacia la ventana, evitando su mirada que ahora parecía quemarle por la intensidad de los ojos ónix. Sus dedos jugaban nerviosamente con un mechón de cabello. Kakashi esperó pacientemente a que ella volviera a mirarlo antes de responder.

—¿Así que ahora te estás ofreciendo para ser la madre de los futuros Haruno-Hatake? —bromeó Kakashi, con una ceja levantada.

—Bueno... podrían llevar tu apellido primero, si eso es lo que deseas.

Un brillo travieso apareció en los ojos de Kakashi, aligerando la tensión en la habitación.

—¿Sugieres que criemos a los niños juntos, pero como amigos? ¿Como una especie de acuerdo? ¿Como si fuéramos una pareja de divorciados?

—Bueno, dicho así suena un poco extraño —admitió Sakura—. Ya te dije que era una idea loca; todavía estoy trabajando en los detalles.

—Lo noto —comentó Kakashi, riendo suavemente.

El silencio se instaló de nuevo. Kakashi continuaba mirándola, mientras Sakura apartaba de nuevo la vista hacia la ventana, con una expresión enigmática que él no podía descifrar.

—Por otro lado, creo que te equivocas en tu suposición —comentó Kakashi, notando su mirada perdida.

—¿Cuál de ellas? —preguntó, girándose para verlo.

—La idea de que nadie te quiere. Estoy seguro de que hay al menos una docena de hombres por ahí que estarían encantados de estar contigo. Eres divertida, inteligente, fuerte, y diriges el mejor hospital entre las grandes naciones. Incluso me atrevería a decir que serías una excelente Hokage si te lo propusieras.

Las palabras de Kakashi la hicieron sentir un inesperado calor en el pecho, como un suave recordatorio de todas las cualidades que a veces olvidaba poseer. Su corazón dio un vuelco ante la sinceridad de su voz.

—¿Soy fea? —soltó de la nada, usando la pregunta para desviar la atención de lo que él realmente había dicho.

—¿Qué? —preguntó, visiblemente confundido.

—No has dicho nada sobre mi físico. ¿Es porque crees que soy fea? —repitió, inclinándose hacia él.

—¿Después de todo lo que he dicho, te quedas con que no he mencionado si eres bonita? —respondió Kakashi, con un tono mezcla de incredulidad y ligera diversión. Se inclinó hacia ella, mostrando una expresión que combinaba una leve sonrisa con una mirada que denotaba que entendía perfectamente que ella estaba evitando aceptar el cumplido.

—No es eso. Solo me ha llamado la atención.

Kakashi sonrió y, al inclinarse hacia ella en los sillones conectados, su actitud transmitía una comprensión irónica, como si supiera que estaba evitando aceptar el cumplido. Sakura, sorprendida por su cercanía, se quedó mirando fijamente mientras un leve rubor se extendía por sus mejillas.

—Eres guapa, Sakura. Realmente guapa. Para ser honesto, eres jodidamente sexy —dijo Kakashi, con una sinceridad que revelaba sentimientos que había guardado ya durante algún tiempo—. Estoy convencido de que, si tuviéramos hijos, serían absolutamente maravillosos.

Tras eso, Kakashi retrocedió reclinándose contra el respaldo del sillón con un gesto de tranquilidad, cerrando los ojos y dejando que su cabeza se inclinara hacia atrás con una aparente indiferencia. El ambiente entre ellos se cargó de tensión inesperada.

Sakura se sonrojó intensamente, notando cómo su estómago se llenaba de una mezcla de nervios y sorpresa. También se echó hacia atrás en su asiento, buscando poner algo de distancia entre ellos mientras el calor se extendía por su cuerpo. El silencio se hizo más evidente que durante toda la conversación.

Kakashi la observó con los ojos entrecerrados, pero captando cada detalle de su reacción: el rubor en sus mejillas, el leve temblor en sus labios, como si buscara palabras que no lograba encontrar. Finalmente, abrió los ojos y giró la cabeza para mirarla. Una sonrisa de medio lado apareció en su rostro al ver cómo su comentario había impactado a Sakura. Ella, en cambio, desvió la vista, girando la cabeza hacia otro lado evitando sus ojos con una mezcla de nerviosismo y emoción.

Después de unos minutos de silencio, en los que ambos parecían atrapados en sus propios pensamientos, Kakashi fue quien rompió el silencio.

—No me importaría intentarlo de la manera tradicional —comentó, cruzándose de brazos sobre el pecho.

—¿La manera tradicional? —preguntó ella, confundida, volviendo a mirarlo.

—Mira, la historia es así: la directora del hospital viene un día aquí, trabajamos en uno de esos interminables contratos y, al acabar, la invito a cenar por su ayuda con el papeleo. Durante la cena, me cuenta lo sola que se siente, mientras sus colegas tienen pareja y una vida sexual activa que eventualmente los llevará a formar una familia. Luego, me dice que está haciendo entrevistas para contratar a un ayudante, el cual debe ser atractivo, musculoso e inteligente, porque planea convertirlo en el padre de sus hijos. ¿Y adivina qué? Lo haría a expensas mías, con la idea de mantener todo el asunto pagado por mí. Eso me pondría celoso, así que, para contraatacar, le cuento que un par de mujeres que pasaron por mi despacho esa mañana intentaron ligar conmigo, pero ella se ríe como si no le importara. Por cierto, yo también tengo abdominales marcados y soy inteligente —aquí Kakashi hace una pausa ante la mirada de sorpresa de ella—. La cena avanza entre bromas, y en un momento dado, ella se pasa la lengua por los labios para recoger un poco de crema rosada que acentúa el color de sus labios, lo que me pone en una situación comprometida. Tengo que visitar el baño para echarme agua fría en la cara, si no quiero abandonar el restaurante con una mancha sospechosa en los pantalones. He fantaseado tanto con ella que ese gesto por sí solo sería suficiente. Después de la cena, la acompaño a casa porque, a pesar de ser un pervertido, soy un caballero. Ella ha bebido bastante; pidió la mejor botella de vino y algunos chupitos. Me invita a entrar, y no estoy seguro si es el alcohol o si realmente me quiere a mí, porque, sinceramente, es imposible que no tenga hombres tras de ella cada día. Desde hace tiempo, me he preguntado si hablar de otros hombres es solo una estrategia para ponerme celoso, y lo hace muy bien, te lo aseguro. En cualquier caso, aunque me siento un poco culpable por aprovecharme de su estado, entro en su casa. Yo también había bebido sabes, el alcohol no me deja pensar con claridad. Aunque me lo repito como una excusa para sentirme mejor. Lo que pasa después, bueno, eso se lo dejo a tu imaginación.

Sakura lo miró en silencio, la intensidad de su mirada refleja todo lo que sentía. Luego, tragó saliva con dificultad, se levantó y se sentó a horcajadas sobre él, apartando los brazos de él para ponerse más cómoda.

—No hay tantos hombres que se me declaren como piensas. Pero sí me pone celosa pensar que hay mujeres intentando algo contigo. Simplemente, no quería imaginar cuántas han tenido éxito —dijo, con un nudo en la garganta y un calor intenso en su entrepierna.

—Ninguna lo ha conseguido —aseguró él con voz grave, su tono impregnado de una sinceridad que parecía resonar en la habitación tranquila.

Sakura lo miró fijamente, sus ojos reflejaban sorpresa. Sus manos descansaron sobre el pecho de Kakashi, como si buscaran una conexión física que pudiera confirmar sus palabras. El calor que emanaba de él le parecía intenso, y sus palmas sentían el ritmo constante de su respiración.

—No me lo creo —afirmó Sakura, con una nota de desconfianza en su voz, su mirada fija en la expresión imperturbable de Kakashi.

Kakashi la observó con paciencia, su mirada serena pero cargada de una intensidad contenida. El silencio entre ellos se volvió aún más denso. Él mantenía una postura relajada, como si el tema no le afectara en absoluto.

—Puedes creer lo que quieras. Hace años que no estoy con una mujer —continuó, encogiéndose ligeramente de hombros como si el asunto fuera trivial para él.

—¿Por qué? —preguntó Sakura, su curiosidad era evidente en el tono de su voz. Sus dedos presionaban ligeramente contra el tejido de su camisa, buscando la respuesta.

—Ya sabes por qué —respondió Kakashi con una suavidad calculada, aunque sus ojos brillaban con un ardor que no dejaba lugar a dudas.

—No. No lo sé —dijo Sakura, frunciendo el ceño.

Una tensión palpable impregnó el ambiente, mientras Sakura intentaba procesar las palabras de Kakashi, sintiendo cómo sus propios pensamientos giraban en torno a la revelación de él. La luz suave del atardecer se filtraba a través de la ventana, creando un halo dorado que envolvía la escena en una atmósfera de intimidad.

Kakashi la miró, tratando de averiguar si ella se hacía la tonta o si hablaba en serio, pero no pudo descifrarlo. Sus ojos, fijos en él, reflejaban una curiosidad que era a la vez desconcertante y envolvente. A pesar de la confusión en su mente, el ardor en su entrepierna creció, una respuesta involuntaria a la proximidad y la tensión en el aire.

—Porque no son tú. Hace mucho que dejé de intentar buscarte en el cuerpo de otra mujer —confesó finalmente, su voz revelando un matiz de vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Sakura lo escuchó con atención, sus manos comenzaron a deslizarse hacia su estómago. La calidez de su contacto contrastaba con la rigidez de la postura de Kakashi, quien permanecía inmóvil. Una sonrisa nerviosa emergió en los labios de Sakura.

—No sé si eso suena tan bien como crees —bromeó ella, tratando de aligerar la atmósfera.

—No sé cómo suena, pero es la verdad —añadió Kakashi, con una mirada fija en ella que dejaba entrever su afecto hacia ella.

Sakura se inclinó sobre él. Hundió la cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro, buscando refugio en la cercanía de su contacto. El suave aroma de su piel y el latido de su corazón eran reconfortantes y desafiantes al mismo tiempo. El silencio entre ellos se volvió íntimo.

—No sabía que te sentías así —susurró contra su piel—. No es que quisiera darte celos, pero me gusta saber que es así —agregó, sonriendo contra su cuello.

El susurro apenas audible de Sakura hizo que Kakashi reaccionara al instante. Con un movimiento lento la rodeó con sus brazos por la cintura, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo.

—¿Te gusta saber que me pones celoso al hablarme de otros hombres? —preguntó Kakashi, su tono cargado de una mezcla de curiosidad y desafío.

Sakura levantó su cabeza separándose ligeramente de él.

—Sí, me gusta —afirmó Sakura, mientras sus manos recorrían de nuevo el contorno de su pecho. La confianza en su voz contradecía el ligero temblor de sus dedos.

—¿Por qué te gusta? —insistió Kakashi, inclinado hacia ella con un interés genuino y dejando sus labios a escasos centímetros de los de ella.

—Quizás porque me siento muy cómoda contigo —confesó Sakura, sus ojos encontrándose con los de él. Su voz era suave, casi como un susurro, mientras sus manos ascendían por el pecho de Kakashi, dejando un rastro de calor en su piel—. Y cuando sugeriste que entrarías a mi casa, en realidad he tenido bastante curiosidad por saber qué harías después.

Kakashi sintió el peso de su confesión, su mente procesando la intensidad de sus palabras. A pesar de la revelación, permaneció inmóvil, su cuerpo tensado por la sensación de las manos de Sakura explorando su pecho con las yemas de los dedos, dejando un rastro de calor que se expandía por su piel.

—¿Qué pasaría una vez que cerráramos la puerta de mi apartamento? —preguntó Sakura, dejando que sus manos rodearan el cuello de Kakashi, acariciaran su nuca y se enredaran en los mechones grises que asoman bajo el hitai elástico del nuevo uniforme.

La cercanía de su cuerpo y el roce de sus dedos enviaron descargas eléctricas a través de él, intensificando su deseo y dejándole incapaz de reprimir un gemido ante su contacto. Sintió cómo su entrepierna comenzaba a endurecerse con el movimiento de esas manos sobre él. Su respiración se volvió más rápida y entrecortada. Su cuerpo respondía a la sensualidad de Sakura de manera involuntaria.

—No dejaría que te alejaras. Te acorralaría contra la puerta para atrapar tus labios —dijo Kakashi con un tono grave, su voz cargada de promesas. Sus palabras eran un susurro caliente que se mezclaba con el aire, aumentando la tensión sexual del ambiente.

Sakura bajó lentamente sus manos por la espalda de Kakashi hasta la cinturilla de su pantalón. Sus dedos se deslizaron hacia adelante, acariciando la parte frontal de la prenda con una presión deliberada. La sensación de su tacto provocó otro gemido de satisfacción de él, un sonido que resonó en la habitación con una fuerza creciente.

—Sigue —exigió Sakura, su voz temblando ligeramente de anticipación mientras sus manos continuaban su exploración.

Kakashi se inclinó hacia ella, su mirada fija en sus ojos. El deseo en su rostro se reflejaba en la forma en que su cuerpo respondía a cada toque de Sakura. El calor entre ellos se hacía cada vez más evidente, llenando el espacio con una energía profundamente íntima.

Kakashi sujetó con suavidad las manos de Sakura para detenerla, pero ante el cejo fruncido de ella que negó con un firme movimiento de cabeza decidió soltarla, dejando que Sakura continuara su exploración. Se acomodó en el sillón con un gesto de aceptación, apoyando las palmas sobre los brazos del sillón. Su postura, seria pero relajada, permitía que ella tomara el control mientras él se mantenía inmóvil, observando cada uno de sus movimientos con una mezcla de lujuria y paciencia.

—Sigue —repitió Sakura en una exigencia que no dejaba lugar a dudas sobre lo que pasaría a continuación.

—Descendería por tu cuerpo besando tu cuello, tu clavícula y el hueco entre tus pechos —dijo Kakashi con voz grave, imaginando cada detalle.

—¿Solo eso? —preguntó Sakura con un toque de desafío, mientras desabrochaba el botón del pantalón de jōnin y metía una mano por dentro para acariciar la parte frontal de su ropa interior. La presión y el contacto solo a través de una suave tela provocaron una respuesta involuntaria en Kakashi, que tardó unos segundos en encontrar su voz para seguir con el relato.

—Seguiría bajando, hasta dar con esos rizos rosados con los que llevo soñando demasiado tiempo —respondió Kakashi, su voz cargada de deseo.

Las caderas de Kakashi se elevaron involuntariamente cuando el dedo pulgar e índice de Sakura pellizcaron suavemente la punta de su pene a través del slip. El cuerpo de Kakashi reaccionó con un estremecimiento que recorrió su espalda, y un leve suspiro escapó de sus labios.

—Estás soltando líquido preseminal —comentó Sakura, notando la humedad en la tela sobre la punta de su pene. Su tono era tanto observador como provocativo.

—¿Qué debo responder a eso? —preguntó él encontrando su voz, una voz grave y cargada de tensión en ese momento. Se centró en apretar el agarre sobre los brazos del sillón mientras su entrepierna palpitaba con una necesidad creciente.

Sakura se deslizó de las piernas de Kakashi al suelo, buscando una mejor vista de su entrepierna. La atmósfera estaba cargada de un aire denso, y el silencio en la habitación amplificaba el sonido de sus respiraciones entrecortadas.

—La puerta no tiene puesto el cerrojo —susurró él con la voz ronca demostrando el deseo en cada palabra.

Sakura continuó acariciándole sobre la ropa interior. Cuando él volvió a levantar las caderas en respuesta a sus caricias, ella aprovechó el momento para bajarle los pantalones y el calzoncillo con un movimiento lento. Su pene, largo y grueso, estaba duro como una roca. Esto hizo que ella se mojara al instante, imaginándolo dentro de ella.

—Dios, Kakashi, eres más grande de lo que imaginé —aseguró, agachándose para ponerlo en su boca, o al menos hasta donde pudo. Su expresión mostraba asombro y lujuria, mientras sus labios y lengua exploraban la erección de su Hokage.

Ahora el gemido provino de la garganta de Sakura al sentir el sabor de él, y eso provocó que él creciera un poco más dentro de ella. La reacción de Kakashi era visceral, y su cuerpo se tensó bajo la humedad de la boca de Sakura.

—Lo siento —se disculpó Kakashi al notar que ella se apoyaba en sus muslos para retroceder un poco.

—¿Quieres que pare? —preguntó Sakura con la voz entrecortada, mientras sus manos seguían sobre los muslos de Kakashi, su mirada fija en él.

Kakashi negó en silencio. Ella le obligó a abrir las piernas para acercarse más y obtener mejor acceso, logrando bajar hasta la base.

—Oh, Kami, me vas a matar —susurró Kakashi, su voz temblando de lujuria y ansiedad. El calor de la situación lo envolvía, su respiración se hacía más errática cada vez que Sakura lo sacaba de su boca para volverlo a cubrir. —Me encanta lo que estás haciendo, pero podría entrar cualquiera. Deberíamos parar.

Sakura le sacó de su boca y se pasó la lengua por el labio inferior, mirándole fijamente a los ojos.

—Volveré a preguntarlo: ¿quieres que pare? —le preguntó, tomándole entre sus manos para comenzar a masturbarle con firmeza. Sus movimientos eran precisos y llenos de intención. La mezcla de desafío y deseo en su mirada era casi palpable.

—No. Pero deberíamos cerrar con llave —consiguió decir entre jadeos, mientras se recostaba sobre el respaldo y dejaba caer la cabeza hacia atrás. Su actitud mostraba un claro contraste con sus palabras, y Sakura sonrió ante la idea.

—Ya me parecía.

Sakura se levantó y fue hacia la puerta para echar el cerrojo. El sonido del pestillo encajando en su lugar hizo levantar la cabeza a Kakashi que la miró con atención. Al regresar al sillón, se detuvo de nuevo entre las piernas de Kakashi, preparándose para continuar.

Sin embargo, antes de que pudiera agacharse de nuevo, Kakashi se levantó rápidamente. La tomó por la cintura con firmeza y realizó unos sellos que hicieron que desaparecieran del despacho. Aparecieron en el salón de su casa, junto al sofá.

Sakura observó el entorno con una sonrisa de reconocimiento. Kakashi la hizo girar suavemente para abrazarla, sentándose en el sofá con ella sobre su regazo, de espaldas a él.

En esa posición Sakura podía notar la erección desnuda de Kakashi contra su faldita rosa.

—No había terminado —se quejó ella, con una mezcla de frustración y anticipación en su voz—. Eché el cerrojo por algo.

—Para lo que tengo pensado, necesito algo más de intimidad que un cerrojo —aseguró Kakashi, su tono grave y lleno de deseo.

Levantó su faldita y empezó a acariciarla entre los muslos, sintiendo la humedad que se había acumulado allí. Sus dedos encontraron la piel ardiente y húmeda, intensificando la sensación de anticipación.

—Estás empapada... ¿es solo por habérmela chupado? —preguntó con voz áspera, cargada de excitación.

—Por eso y por haberte imaginado dentro de mí —reconoció Sakura con sinceridad, su voz temblorosa.

—Aún tendrás que esperar un poco para eso —dijo Kakashi, levantándola con fuerza y dejándola caer sobre el sofá. Su gesto era decidido.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó ella, acomodándose en el sofá, su voz llena de expectación.

—Es mi turno —respondió Kakashi, inclinándose de manera dominante entre sus piernas, bajándose la máscara y llevando su boca sobre la tela de los pantaloncillos—. Amor, estás muy caliente y noto como palpitas aquí abajo —su voz era grave, resonando en el aire de la habitación con lujuria.

—No digas esas cosas, por favor —murmuró Sakura, sonrojada y con el aliento entrecortado, aunque su cuerpo delataba un gran placer, temblando ligeramente bajo la mirada voraz de Kakashi.

—¿Te refieres a que te haya llamado amor o a que es evidente que deseas ser devorada? —su voz era directa, sin titubeos, su mirada fija en la zona entre sus piernas mientras sus manos la sujetaban con firmeza por los muslos

—Lo segundo —confesó Sakura, su voz apenas un susurro, revelando la intensidad de su vergüenza.

—¿Te da vergüenza? ¿Después de masturbarme con tu boca? —preguntó Kakashi, sin desviar la mirada ni un instante de su centro por el que sus jugos empapaban el pantalón— ¿Qué creías que iba a pasar después de que me la chuparas como lo has hecho?

—Lo haces sonar sucio —dijo Sakura, su respiración cada vez más irregular mientras intentaba mantener la mirada de él.

—¿Y cómo llamarías a lo que estabas haciéndome en el despacho? —preguntó Kakashi, bajándole los pantaloncillos y revelando una braguita roja de encaje que resaltaba contra su piel. La mirada de Kakashi fue de sorpresa, sus ojos casi devorándola mientras su voz se volvía aún más ronca—. Joder, Sakura, ¿siempre llevas esta ropa interior?

—¿Qué quiere decir eso? —preguntó ella, divirtiéndose, pero con voz excitada, sus labios curvados en una sonrisa.

—Quiere decir que me tienes loco —respondió Kakashi, apartando la tela a un lado dejando que sus dedos se deslizaran dentro de ella sin previo aviso. Aunque sus jugos le facilitaron mucho el trabajo, la penetración fue brusca, haciendo que un jadeo escapara de los labios de Sakura mientras su cuerpo se arqueaba en respuesta a la intrusión.

—No hagas eso sin avisar —se quejó ella, su voz temblando de deseo y sorpresa.

—¿Dónde estaría la diversión si te aviso? —preguntó Kakashi, agachándose para acompañar la penetración de sus dedos con suaves movimientos de la lengua sobre su clítoris.

Sakura se agarró a los hombros de Kakashi con fuerza. Su cuerpo se movía en respuesta a la habilidad de él. El calor y la humedad en su entrepierna se combinaban con puro placer.

—¿Estás seguro de que hace años que no estás con una mujer? —preguntó ella entre jadeos, su voz llena de asombro y admiración.

—Siempre que no cuenten todas las veces que me he imaginado en esta misma situación contigo, sí, estoy seguro —respondió Kakashi, sin apartarse ni un centímetro.

Un destello de picardía brilló en sus ojos, revelando la lucha interna entre su deseo y el control que intentaba mantener.

—Oh, cállate, por favor —pidió Sakura, levantando las caderas para permitirle profundizar más, su cuerpo entregándose completamente a las sensaciones que él provocaba.

Durante unos minutos, Kakashi demostró su habilidad entre las piernas de Sakura. Sabía moverse dentro y sobre ella y los pequeños gemidos que escapaban de la garganta de Sakura lo empujaban a moverse con más acierto, ya que parecían guiarle en lo que ella más disfrutaba. Como si cada respuesta de ella confirmara su dominio sobre la situación.

Cuando notó a Sakura contraerse, su mano libre subió con firmeza por el estómago de ella, deslizando los dedos bajo la camiseta y por dentro del sujetador para pellizcar suavemente uno de sus pezones. Podía notar la piel caliente bajo sus dedos, cómo el cuerpo de Sakura temblaba bajo su boca y sus pechos se elevaban con cada respiración acelerada.

—Eres muy sensible aquí arriba —comentó Kakashi, su voz grave y cargada de satisfacción.

—No —respondió Sakura, su tono apenas audible entre jadeos.

—¿Cómo qué no? —preguntó divertido comprobando como se retorcía cuando pasaba el dedo índice por encima de su pezón en un roce suave.

—No suelo serlo.

—¿Entonces es por mí? —preguntó con una sonrisa satisfecha, sintiendo cómo su ego se inflaba ante su respuesta.

—¿No te he dicho ya que te calles? —pidió ella con un matiz de humor y desesperación—. Céntrate en lo que estás haciendo, por favor.

Kakashi se rio contra su piel, la vibración de su risa envió pequeñas ondas de placer por todo el cuerpo de Sakura. Luego su mano abandonó su pecho para levantarse en el aire en un gesto de disculpa fingida antes de seguir con su tarea, su lengua moviéndose con habilidad junto a los dos dedos que la penetraban con suavidad.

—¿Estás cerca? —preguntó él, con una voz cargada de expectativa.

—Sí —respondió Sakura entre jadeos, su cuerpo temblando bajo la atención de Kakashi—, estoy cerca —añadió, dándole un pequeño tirón en el pelo como una señal de que estaba al borde del clímax.

—Avísame —pidió Kakashi, su voz suave pero cargada de deseo, maravillado porque ella fuera a llegar al orgasmo por lo que él la hacía.

—Ajá —fue todo lo que Sakura pudo responder, mientras se llevaba las manos a los pechos todavía cubiertos por la camiseta, acariciándose con urgencia, sus movimientos desesperados mostrando cuán cerca estaba de explotar.

Kakashi sonrió y subió su mano libre para cubrir una de las de ella, disfrutando de cada pequeño gemido que ella emitía. Cuando Sakura retiró sus manos, él aprovechó el momento para continuar su exploración. Deslizó de nuevo la mano por debajo de la camiseta y el sujetador de Sakura, y sus dedos comenzaron a pellizcar suavemente los pezones de ella intercambiando entre ambos. Este toque delicado provocó que Sakura soltara un gemido ahogado, que resonó en la habitación.

—¡Kami, sí! Sigue así —suplicó Sakura con voz quebrada y temblorosa por la intensidad del placer—. No pares, por favor. Sigue así, no puedo aguantar más…

—Córrete para mí, amor —pidió Kakashi, su voz cargada de adoración mientras mordía suavemente su clítoris antes de lamerlo logrando que cada toque fuera un torbellino de sensaciones.

La devoción en su voz subrayaba cuánto deseaba ver el momento exacto en que ella alcanzara el orgasmo. Con movimientos largos y precisos, diseñados para maximizar su placer.

—Me corro —anunció Sakura segundos antes de estallar sobre su boca. El clímax llegó justo cuando Kakashi añadió un tercer dedo a su exploración, intensificando la experiencia. Sakura se aflojó en sus brazos cuando el orgasmo terminó, su respiración errática mientras su cuerpo se relajaba después del clímax.

—Detente —pidió ella con una voz suave, aun temblando por el placer y con la lengua de Kakashi recogiendo las pruebas de su liberación.

—No —respondió Kakashi, incorporándose sobre sus rodillas con determinación mientras la sujetaba por el culo con una fuerza que dejaba claro su control y reemplazaba los dedos por su erección que colocó en su entrada—. No tengo condones —comentó con un tono suave.

—Oh, dios, no importa. Es seguro— dijo todavía disfrutando del orgasmo anterior, estirándose como una pantera bajo su cuerpo.

Kakashi no necesito oír más, sonrió y empujó sus caderas contra ella. Su entrada fue firme, hundiéndose en ella ayudado por el orgasmo que se escurría entre sus piernas.

—¡Kami! —exclamó Sakura ante la intrusión, sus palabras llenas de una mezcla de sorpresa y éxtasis—. Si sigues así, podría morir.

—¿Vas a volver a correrte? —preguntó Kakashi, su ritmo constante y profundo la mantenían en un estado de delirio.

—Sí. Eres grande. Se siente bien —admitió Sakura, su voz cargada de admiración mientras se abrazaba a su cuello con fuerza y rodeaba su cintura con sus piernas.

Apenas un par de minutos después, Sakura volvió a temblar entre sus brazos. Kakashi pudo sentir cómo ella alcanzaba el orgasmo de nuevo. Esta vez, ella se mantuvo en silencio, completamente absorta en la ola de placer, su cuerpo tensó contra el de Kakashi y entregado a la experiencia.

—Amor, tú también te sientes muy bien —respondió Kakashi, su tono cargado de amor y deseo mientras continuaba su ritmo para alcanzar su propio clímax.

—Voy a venirme otra vez —anunció Sakura recuperando el temblor en su cuerpo, su voz llena de una mezcla de excitación y agotamiento.

—¿Qué? —inquirió Kakashi, sorprendido — Pero acabas de hacerlo.

—Puede que sea el mismo orgasmo. Todavía no lo he superado —comentó Sakura con una risa suave, aferrándose a su cuello con fuerza y todavía con sus piernas alrededor de la cintura de él.

Kakashi jadeo asombrado pero complacido por la capacidad de Sakura para alcanzar el orgasmo.

Segundos después, el cuerpo de Sakura se tensó nuevamente en un tembloroso estallido de placer. Kakashi notó cómo ella alcanzaba el clímax una vez más, de nuevo sin palabras ni movimientos de resistencia. Sus respiraciones entrecortadas marcando la intensidad del momento. De pronto los brazos y piernas de Sakura dejaron de sujetarse a él. Estaba agotada.

—Joder, Kakashi —jadeó temblorosa.

—¿Necesitas que pare?

Sakura negó con la cabeza, pero el temblor en su cuerpo era evidente. Así que se detuvo para dejarla recuperarse.

—Eres increíblemente multiorgásmica —comentó Kakashi, su voz cargada de admiración y un toque de diversión—. En apenas unos minutos te has corrido tres veces, y dos de ellas casi seguidas. No he podido ni disfrutar de tu orgasmo cuando has empezado a correrte de nuevo. Estoy maravillado.

Sakura, exhausta y aun temblando, apenas podía procesar sus palabras. Le miraba con una sonrisa débil y los ojos entrecerrados. Si no fuera porque Kakashi la sostenía era posible que hubiera rodado hasta el suelo.

—Si tú lo dices... —murmuró. Su voz era un susurro, casi inaudible.

—Sí, definitivamente —confirmó Kakashi, riendo suavemente mientras la abrazaba con ternura y dejaba besos por su piel—. Es algo nuevo para mí. Me dejas sin palabras.

Ella no respondió, simplemente se acomodó contra él, sintiendo una profunda sensación de agotamiento y satisfacción. Kakashi, todavía impresionado y divertido, la sostuvo cerca, disfrutando del momento y de la conexión que habían compartido.

La tomó en brazos y se tumbó con ella sobre el sofá. Ambos se quedaron en silencio, el suave sonido de sus respiraciones llenando la habitación mientras el cansancio los envolvía. El calor del cuerpo de Sakura era reconfortante, y Kakashi se dio cuenta de que no había necesidad de moverse de inmediato. Cerraron los ojos, y antes de darse cuenta, ambos se habían quedado dormidos en el sofá, envueltos en un abrazo cálido y relajado.

Sakura estaba acurrucada sobre el pecho de Kakashi, sus piernas entrelazadas con las de él, mientras él la rodeaba con un brazo firme para impedirla caer del sofá. Sus cuerpos estaban parcialmente desnudos, las prendas dispersas por el sofá, sugiriendo la intimidad que habían compartido antes de quedarse dormidos.

Después de aproximadamente una hora, Sakura se despierta con un escalofrió por el aire fresco del apartamento acariciando su piel desnuda. Se estiró perezosamente, sintiendo el cuerpo de Kakashi aun sosteniéndola con suavidad. Al abrir los ojos, vio que él también empezaba a despertar, parpadeando lentamente mientras sus ojos se encontraban con los de ella.

—¿Dormiste bien? —preguntó Sakura con una sonrisa somnolienta.

—Muy bien —respondió Kakashi, devolviéndole la sonrisa—. Parece que ambos necesitábamos un descanso.

Sakura asintió, sintiendo en sus músculos el eco del placer que habían compartido, pero también una renovada sensación de energía. Al darse cuenta de la posición en la que estaban, sus labios se curvaron en una sonrisa traviesa.

—¿Estábamos en medio de algo antes de dormirnos? —preguntó, con una chispa de picardía en sus ojos.

Kakashi rio suavemente, recordando su conversación anterior.

—Creo que sí —dijo, deslizando sus manos por la cintura de Sakura, disfrutando de la cercanía.

—Espera, quiero verte sobre mí —pidió, girándose para sentarse con ella a horcajadas. Sakura pudo notar que simplemente con ese gesto Kakashi se estaba poniendo duro de nuevo.

Ella se acomodó lentamente, disfrutando de la sensación de poder y control mientras él la miraba con expectación. Con cuidado, guio su erección hasta alinearla con su entrada, tomando un momento para saborear la anticipación del contacto.

Con un movimiento suave, se dejó caer sobre él, sintiendo cómo se hundía completamente dentro de ella. Kakashi cerró los ojos brevemente, dejando escapar un suspiro de placer mientras la sostenía por la cintura.

—Kami, esto no es lo que esperaba —comentó él, inclinándose sobre ella para besar sus labios con delicadeza.

—¿Quieres que me toque?

—¿Lo harías por mí? —pidió embelesado, mirándola con devoción.

Sin responder, Sakura se llevó una mano entre ellos y comenzó a estimular su clítoris mientras la otra se perdía bajo la camiseta, donde acariciaba su pecho sin moverse ni un centímetro sobre él.

Kakashi sujetó la camiseta por la parte inferior y la levantó por encima de su cabeza, obligándola a detenerse. Después, desabrochó el sujetador y la animó a seguir.

—Muévete, por favor —suplicó en un susurro, levantando sus caderas—. Quiero que seas tú quien se lleve al orgasmo —pidió, sujetándola por la cintura con suavidad y animándola a moverse arriba y abajo sobre su erección.

—Está bien. —Sin embargo, se levantó para dejar que el pene saliera de su vagina y se sentó sobre su estómago, dejando que la erección le rozara el culo.

Kakashi la miró interrogante, y ella empezó a frotarse contra él, dejando que el pene recorriera su entrepierna hasta su espalda baja.

La mirada de Kakashi era una mezcla de sorpresa y deleite mientras observaba cada movimiento de Sakura, su mente luchando por procesar la intensidad de sus propias sensaciones.

—¿Acaso no te gusta? —preguntó ella, notando cómo sus jugos hacían que el pene de Kakashi casi se deslizara dentro de ella mientras seguía tocándose.

—Sí. Me gusta demasiado. Podría correrme solo con verte masturbarte sobre mí. Pero puedo notar cómo tu interior vuelve a palpitar, y se siente realmente bien ahí dentro. Déjame volver —suplicó, llevando su boca al pecho de Sakura, atrapando el pezón entre sus dientes para acariciarlo con la lengua.

—Está bien —respondió ella, guiando la erección con su mano para que entrara en su interior.

Ella subió las manos por dentro de la camiseta de Kakashi, y él decidió facilitarle las cosas quitándose la camiseta.

Durante unos minutos, lo único que se oyó en la habitación fueron sus respiraciones entrecortadas, constantes jadeos, algunos gemidos y el sonido rítmico de sus cuerpos chocando una y otra vez.

Kakashi mantenía sus labios sobre el hombro de Sakura, dejando un rastro de besos cálidos y húmedos mientras la rodeaba con los brazos, atrayéndola más cerca. Podía sentir la suavidad de su piel contra la suya, y el calor de su cuerpo lo envolvía en una sensación de placer embriagador.

—Sakura, eres muy pequeña —comentó Kakashi, sus palabras un susurro ronco, mientras disfrutaba de la sensación de estar tan cerca de ella.

Sakura soltó una risa suave, disfrutando del juego entre ellos.

—Tengo edad suficiente para hacer esto —bromeó ella, deleitándose en el momento.

Kakashi levantó la cabeza para mirarla a los ojos, sus propios ojos brillando con intensidad.

—No me refería a eso —dijo él con seriedad, su voz cargada de una mezcla de deseo y admiración.

Sakura sonrió, inclinándose un poco más cerca de él.

—En ese caso, no soy pequeña, tú eres muy grande —aseguró, riendo mientras sentía cómo él la llenaba por completo.

—Joder, se siente muy bien, cariño —murmuró Kakashi, la pasión se marcaba cada vez más en su voz con cada movimiento.

—¿Vas a correrte? —preguntó Sakura, sintiendo el poder que tenía sobre él, con una chispa de travesura en su voz.

Kakashi la tomó por el cuello con una mano firme pero suave, acercándola para un beso intenso y lleno de urgencia.

—Todavía no —respondió con fiereza—. Aún no. No quiero que esto termine todavía.

Sakura sonrió contra sus labios, disfrutando del control que tenía mientras empezaba a moverse arriba y abajo sobre él, siguiendo el ritmo que ambos necesitaban.

—¿Te gusta así? —preguntó ella, su voz cargada de sensualidad.

—Me encanta —aseguró Kakashi con tono profundo mientras tomaba sus caderas para ayudarla a bajar un poco más, profundizando la conexión entre ellos.

El sudor brillaba en sus cuerpos, y cada movimiento estaba cargado de una electricidad que mantenía el momento en un constante crescendo de placer y deseo compartido. Sakura echó la cabeza hacia atrás al sentirse tan llena, y él aprovechó para morder su cuello, provocando un fuerte gemido.

—Baja la voz. Mis vecinos podrían oírte —murmuró Kakashi, con una sonrisa divertida en sus labios.

—Es tu culpa. Es la primera vez que... —de pronto dejó la frase a medias, sus palabras ahogadas por el placer creciente.

Kakashi levantó una ceja, su curiosidad intensificada por su declaración inacabada.

—¿Es la primera vez que qué? —preguntó, mirándola con curiosidad. Pero ella no respondió, solo volvió a gemir y se agarró a sus hombros para ayudarse con el movimiento.

Kakashi la sujetó con fuerza por las caderas para detenerla.

—¿Por qué paras? —preguntó Sakura, abriendo los ojos y mirándolo confundida.

—¿La primera vez que qué? —insistió él.

Ella le miró avergonzada, pero él la observó fijamente sin intención de continuar si no obtenía primero una respuesta.

Sakura dudó, mordiéndose el labio inferior, sintiendo el rubor en sus mejillas.

—Es la primera vez que alguien me hace sentir tan deseada y completa al mismo tiempo —admitió finalmente, su voz temblorosa—. Creo que conectamos emocional y físicamente.

Kakashi la observó, una calidez en su mirada reflejaba la confirmación de que él también sentía esa conexión especial.

—Me alegra ser el primero en mostrarte eso —dijo con suavidad, llevándose sus labios a los de ella para besarla demostrándole ese vínculo.

—No pares, por favor —suplicó Sakura entre susurros.

Kakashi sonrió con sinceridad y tras volver a besarla se puso en pie, sosteniéndola firmemente mientras ella se enredaba alrededor de su cintura. La bajó lentamente para que sus pies tocaran el suelo y la giró de espaldas a él, inclinándola suavemente con los brazos sobre el respaldo del sofá. Sus músculos se tensaron mientras la sostenía, su respiración acelerada, y sus ojos se fijaron en el trasero de ella.

—Di mi nombre, Sakura —pidió él, mientras deslizaba suavemente su erección a lo largo de su entrada, disfrutando de la calidez y humedad que lo envolvía.

—¿Qué? —preguntó ella extasiada y poniendo todo su esfuerzo en entender lo que decía.

—No has dicho mi nombre en todo este rato —murmuró Kakashi, su voz baja y llena de deseo mientras sus ojos seguían el movimiento hipnótico de las caderas de Sakura, ya que era ella quien ahora se deslizaba lentamente a lo largo de su longitud.

—Sí lo he dicho —respondió Sakura, con un tono desafiante, aunque su cuerpo traicionaba su excitación.

—No. No lo has dicho —aseguró, sujetándola de las caderas y separándola de él para que no pudiera seguir dándose placer—. Quiero oírte decirlo.

Sakura lo miró por encima del hombro, con una mezcla de desafío y anticipación.

—¿Quieres que te ruegue? —preguntó, su voz un susurro cargado de provocación.

—No. Quiero oír mi nombre salir de tus labios con ese tono de voz que tienes ahora —dijo Kakashi, su mirada intensa reflejando su deseo por una conexión más profunda.

—¿Eso te excitaría? —inquirió ella, su curiosidad picada por el pedido inusual.

—Es posible. Quiero oírlo mientras te hago el amor —confesó Kakashi, tirando suavemente de las caderas hacia él para que su erección se colara entre los muslos de ella, permitiéndole a Sakura ver la punta de su pene asomar por delante.

—¿Por qué? —preguntó ella, sintiendo una mezcla de vulnerabilidad y deseo.

Kakashi se inclinó sobre su espalda, acercándose a su oído, y susurró su nombre con una voz profunda y seductora, cargada de un calor que la envolvió por completo.

—Sa-ku-ra.

El sonido de su voz, pronunciado deliberadamente en sílabas, envió una corriente eléctrica a través del cuerpo de ella, haciendo que su piel se estremeciera con una mezcla de placer que la recorría de pies a cabeza.

—¿Cómo se siente? —preguntó Kakashi, tomándola del cuello con firmeza, el pulso de sus dedos firme y posesivo, mientras aceleraba las embestidas entre sus muslos sin entrar en ella, su lengua trazando un camino ardiente por su nuca—. ¿Se siente bien, Sa-ku-ra? —volvió a susurrar sobre su oreja, su aliento cálido envió un escalofrío por su espina dorsal—. Sa-ku-ra, dime qué es lo que quieres, lo haré para ti.

Se incorporó y la sujetó por las caderas de nuevo, sus manos fuertes y decididas, para poder acelerar el ritmo sin que ella cayera hacia adelante. La sensación de su cuerpo contra el de él era una mezcla embriagadora de poder.

—Sakura, dime que oír tu nombre mientras te hago el amor no se siente bien —dijo Kakashi, con la voz ronca de deseo mientras buscaba reafirmar su conexión con ella.

—Sí —respondió ella casi en trance, su mente envuelta en un torbellino de placer.

—Sakura —repitió Kakashi, dejando que su nombre se deslizara de sus labios con una cadencia casi hipnótica, mientras llevaba una de sus manos a la entrepierna de ella para acariciarle el clítoris—. ¿Vas a correrte otra vez? Noto cómo palpitas aquí abajo.

—Sí —repitió ella entre jadeos, su cuerpo temblando de anticipación.

—Ni siquiera estoy dentro de ti.

—No importa —aseguró, moviéndose para acompañar sus embestidas, sintiendo cada roce y toque como si fuera una explosión de sensaciones—. Se siente muy bien.

—¿Cuántas veces van ya, mi amor? —preguntó Kakashi, su tono lleno de curiosidad y diversión.

—No pares —suplicó ella al notarse cerca—. Estoy llegando.

Al minuto, Kakashi notó cómo el orgasmo de ella se escurrió sobre su pene, se agachó frente a su trasero y hundió la boca entre sus muslos para recoger con la lengua lo que aún goteaba.

—Sabes tan bien —murmuró, su voz teñida de lujuria.

Sakura tembló y sintió que sus rodillas fallaban, pero Kakashi la sujetó con firmeza por la cintura para mantenerla en pie.

—No puedo más —dijo Sakura con un tono satisfecho. Tenía una sonrisa de placer en su rostro, pero también podía notar el cansancio acumulado.

—No hemos terminado, cielo —aseguró él, poniéndose en pie y dejándola sentarse en el sofá—. Ni siquiera has dicho mi nombre después de esto. ¿Qué tiene que hacer un hombre para que gimas su nombre? —preguntó divertido, con una chispa de humor en sus ojos.

Ella se cubrió la cara, avergonzada, aunque la risa se asomaba en la comisura de sus labios.

—Te he llevado al orgasmo al menos cuatro veces ya. Y ni un intento de decir "Kakashi". ¿Estás fantaseando con otro hombre mientras te hago el amor? —preguntó Kakashi, arrodillándose en el suelo entre las piernas de ella, su mirada llena de una mezcla de curiosidad y humor.

—Te aseguro que no estoy pensando en otro —respondió Sakura, mirándolo con sinceridad.

—¿Entonces? ¿Debo preocuparme por algo? —preguntó, llevando sus dedos de nuevo a la humedad de ella para acariciarla con suavidad, esta vez sin intenciones secundarias más allá de disfrutar de su tacto.

—Me da vergüenza —reconoció Sakura, temblando bajo su caricia, su rostro enrojecidos ligeramente.

—¿Vergüenza? —preguntó ahora confundido, su expresión suavizándose—. ¿Quieres que paremos? Puedo llevarte a casa si es lo que quieres —ofreció con preocupación y retirando su mano de ella.

—No. No es lo que quiero —aseguró ella, abrazándose a sí misma en un gesto de vulnerabilidad—. Pero no era esto lo que estaba pensando cuando fui a tu despacho.

Kakashi sonrió con ternura y recostó su cabeza sobre las piernas de ella, dejando un suave beso en uno de sus muslos, sus labios transmitían un calor reconfortante.

—Yo tampoco pensé en esto cuando me dijeron que querías verme esta mañana. ¿Estamos bien? —preguntó con nerviosismo.

Ella sonrió por su preocupación y se inclinó sobre él para abrazarlo desde esa posición. El abrazo fue un refugio íntimo, un momento en el que ambos parecían compartir los mismos pensamientos. La calidez del cuerpo de Kakashi, el suave latido de su corazón contra el oído de Sakura, creaban una sensación de seguridad que hacía que el mundo exterior desapareciera.

—Estamos muy bien, Kakashi —aseguró ella, besándole suavemente, su toque transmitiendo un cariño palpable.

—Bien. Daré ese "Kakashi" por bueno —comentó sonriente, poniéndose en pie—. ¿Tienes hambre? ¿Quieres ir a comer algo? —preguntó mirando la hora en el reloj de la pared.

—Sí. Tengo hambre —aseguró Sakura, inclinándose hacia delante para acariciar su erección, su toque lleno de intención, ganándose la mirada interrogante de él.

—Yo hablo de comida de verdad —comentó Kakashi antes de tener que agarrarse a los hombros de ella para no perder el equilibrio cuando volvió a meterlo en su boca, su cuerpo respondiendo instintivamente al contacto.

—No hemos terminado —anunció Sakura como pudo, con él todavía dentro, dándole una mirada pícara que brillaba con diversión.

—No voy a quejarme por ello —aseguró Kakashi sonriendo, llevando las manos a la melena rosa, disfrutando de la sensación de su cabello entre los dedos ahora que había conseguido recuperar el equilibrio.

—Todavía no te has corrido, ¿verdad? —preguntó Sakura, cambiando su boca por ambas manos, sus movimientos llenos de determinación.

—Eso no es un problema siempre que tú no tengas quejas —respondió Kakashi, su voz entrecortada por la sensación placentera que su lengua le proporcionaba.

—Las tengo. ¿Acaso no te gusto lo suficiente? ¿Me vas a privar del placer que se siente cuando tu pareja se corre por cómo le estás haciendo sentir? —preguntó sonriente, haciéndose eco de las palabras que él utilizó, su tono juguetón, pero con un toque de desafío.

—Eso es un golpe bajo.

—No lo es. Quiero ver cómo te vienes por mí —insistió Sakura, sus ojos fijos en los de él.

Kakashi se estiró hacia atrás ante el contacto de una de las manos de Sakura sobre sus testículos, su cuerpo respondiendo con un estremecimiento de placer.

—Sigue así y no tardaré mucho —admitió Kakashi, su voz ronca de anticipación.

—¿Vas a correrte para mí? —preguntó ella, su tono un susurro tentador.

Kakashi asintió en silencio, su respiración acelerada mientras se acercaba al clímax.

—¿No vas a contenerte esta vez?

—No lo he hecho —respondió él, aunque sus palabras no parecían del todo convincentes.

—Mentira. He notado tu autocontrol todo el tiempo. Has estado a punto de correrte varias veces, pero de algún modo has conseguido controlarlo.

Él hizo una media sonrisa antes de asentir en silencio, sus ojos llenos de admiración hacia ella.

—¿Por qué lo has hecho?

—Si no lo hubiera hecho, esto habría terminado en cuanto pusiste tus manos en mí —confesó, su voz llena de honestidad.

—¿Tanto te gusto?

—Creo que eso ya lo he dejado claro —dijo Kakashi, con una mirada cálida.

—¿Tanto te gusta mi tacto? —preguntó Sakura, su tono provocativo mientras sus manos seguían jugando con sus testículos.

Kakashi dejó escapar un gemido y cerró los ojos, echando su cabeza hacia atrás cuando ella le mordisqueó la punta mientras sus manos seguían estimulándolo con habilidad.

—Más de lo que pudiera imaginar —admitió, sus palabras cargadas de deseo.

—No te contengas, por favor —pidió Sakura, mirándolo a los ojos, su expresión una mezcla de desafío y ternura.

Eso fue suficiente para Kakashi, que la tomó en brazos y la llevó hasta la mesa del comedor, donde la tumbó boca abajo y empezó a penetrarla. La madera fresca de la mesa contrastaba con la calidez de su piel.

—Dime si soy muy rudo —pidió, sujetándola por los hombros contra la mesa mientras la embestía con fuerza.

Sakura solo pudo jadear en respuesta, sus manos deslizándose sobre la superficie pulida mientras intentaba estabilizarse, alcanzando el suelo con las puntas de los pies para ganar un poco de equilibrio.

—Oh Dios —susurró contra la madera, sintiendo el eco vibrar bajo su mejilla—, no pares.

Los reflejos de sus cuerpos se movían en el acabado brillante de la mesa.

—No lo haré esta vez —aseguró Kakashi, agachándose para morderle la espalda mientras seguía embistiéndola una y otra vez.

La sensación de sus dientes contra su piel era un contraste entre el dolor y el placer, enviando una oleada de escalofríos por su cuerpo, intensificando cada una de sus respuestas.

Sakura se sujetó con fuerza al borde de la mesa, sus nudillos poniéndose blancos por la presión.

—Estás llegando muy dentro —confesó con la cabeza medio ida, su voz en un susurro de asombro.

—¿Eso es bueno? —preguntó Kakashi sin detenerse, su tono lleno de curiosidad y una pizca de diversión.

—Sí. Sí. Está muy bien. Dios. Muy bien. Creo que voy a llegar otra vez.

Kakashi se incorporó, dejando de morder su espalda, ganándose un gemido de desaprobación de parte de ella.

—¿Te gusta que te muerda? —preguntó riendo entre jadeos.

—Sí.

Él sonrió, orgulloso. Luego, una idea cruzó su mente y, sin más, levantó su mano derecha para dejarla caer sobre el cachete derecho de Sakura, quien gimió en respuesta.

—Oh, Kami. Hazlo otra vez —pidió en un susurro lleno de deseo.

Kakashi notó cómo se ponía todavía más duro ante esa petición. Sin hacerse de rogar, volvió a darle una cachetada, esta vez un poco más fuerte, marcando su mano en rojo sobre la piel de ella. De nuevo, un gemido escapó de la garganta de Sakura.

Ver la marca roja en su culo lo llevó al punto de no retorno. Aunque quisiera ya no sería capaz de frenar lo inevitable. Llevaba todo el rato intentando no parecer un adolescente que se corre en los pantalones a la primera de turno. Y aunque se le había ido de las manos, seguramente también porque esa misma mañana durante la ducha se había masturbado pensando en ella, casi como cada mañana, realmente pensaba alcanzar su propio clímax mucho antes. Es solo que cuando estaba por hacerlo ella hacía algo que le dejaba maravillado y se olvidaba de todo en favor a seguir explorándola para hacerla llegar al orgasmo. Por no hablar de cuando cayeron dormidos por el agotamiento. Pero ahora ya no podría. Estaba al borde del clímax, sintiendo cómo cada fibra de su ser se preparaba para el intenso estallido de placer que sabía que estaba por llegar.

Kakashi volvió a sonreír antes de pasar un brazo por debajo de su pecho, levantándola para morderle el cuello. Aprovechó la posición de su mano para pellizcarle un pezón con destreza, mientras con la otra volvía a azotarla, afirmando la marca que resaltaba sobre su piel. Un gemido profundo y gutural escapó de los labios de Sakura, resonando por toda la habitación.

—Eso lo han oído fuera de este salón —aseguró Kakashi con una mezcla de sorpresa y deleite, refiriéndose al gemido intenso de Sakura—. No te tenía por una de esas chicas a las que le gusta esto.

A decir verdad, el sonido de los jadeos y los gemidos de ambos resonaban por toda la habitación, un eco de la pasión compartida que cargaba el aire como una declaración de amor poco silenciosa.

—Calla. Me estoy corriendo —dijo Sakura, su voz entrecortada y llena de urgencia, cada palabra escapando de sus labios como un suspiro desesperado mientras su cuerpo se estremecía de placer.

—Puedo notarlo —aseguró él sonriente, mordiéndole el lóbulo de la oreja sin dejar de embestirla—. Tu interior me está apretando mucho.

—¿Entonces por qué no te corres tú también? —preguntó, todavía temblando con cada embestida.

—Estoy disfrutando de las vistas —aseguró Kakashi, dejando que su mirada se deslizara hasta el cachete donde la marca de su mano destacaba claramente—. Dios, eres increíblemente sexy. Puedo sentir cómo te estrechas alrededor de mi polla.

Las palabras se deslizaron de sus labios con admiración genuina antes de que pudiera controlar su lenguaje. Sakura, notando su elección de palabras, levantó una ceja y sonrió con comprensión, un destello de diversión en sus ojos antes de retirar la mirada y centrarse en mantenerse de pie, a pesar del orgasmo que todavía se escurría entre sus piernas y sobre el pene de Kakashi.

—No creo que pueda aguantar mucho más así. Sé qué crees que soy multiorgásmica, un ser de luz o algo así, pero no creo que pueda una vez más. No siento las piernas —dijo Sakura, con una mezcla de agotamiento y humor en su voz, sus palabras entrecortadas por el esfuerzo de mantener el equilibrio.

Kakashi la tumbó de nuevo sobre la mesa, permitiéndole relajar las piernas. Su toque estaba lleno de consideración, como si comprendiera el esfuerzo que había hecho hasta ahora, y quisiera ofrecerle un respiro.

—Ya casi termino —aseguró, saliendo de ella con cuidado y dejando un vacío que ella notó de inmediato—. Usa tus manos para abrir tu trasero —pidió, retrocediendo un par de pasos, su mirada recorriendo su cuerpo con una mezcla de admiración y deseo.

Sakura, obedeciendo con dudas, llevó sus manos a sus nalgas para abrirse y permitirle verla. Su corazón latía con fuerza, y la expectativa de lo que él haría a continuación mantenía sus sentidos alerta.

—¿Qué es lo que quieres hacer ahora? —preguntó, su voz teñida de curiosidad y un poco de aprehensión.

—Solo quiero verte bien —afirmó Kakashi, antes de agacharse y meter un dedo en su interior, para disfrutar de sus jugos.

—¿Qué no has entendido de que no puedo más? —protestó Sakura, su cuerpo respondiendo a pesar de sus palabras, una ola de placer la recorrió mientras él continuaba.

—Hazlo por mí —pidió Kakashi, moviendo el dedo con destreza dentro de ella. Su tono era suave, casi suplicante—. Es tan fácil, estás tan mojada —comentó, mientras su pulgar hacía círculos sobre su clítoris, enviando descargas de placer a través de su cuerpo.

—Ah, de verdad, esto se siente muy bien, pero no puedo más —admitió Sakura, un gemido escapando de sus labios—. Además, no decías que estabas cerca de correrte. ¿A caso tienes un problema con ello?

—¿Qué pasará si sigo? —preguntó ignorándola y con picardía, un brillo travieso en sus ojos.

—Es posible que muera —respondió ella, con una sonrisa agotada, su respiración entrecortada por el placer.

—No creo. No seas tan dramática —pidió Kakashi, acercando su rostro y lamiendo su otro agujero, arrancando un nuevo gemido de ella, su toque enviando ondas de placer que se sumaban al agotamiento y la euforia. Su cuerpo reaccionó instintivamente, arqueándose ligeramente.

—No hagas eso, por favor —pidió con un jadeo entrecortado, su voz un susurro cargado de sensaciones encontradas.

—No lo haré. Aunque parece que te ha gustado —respondió Kakashi, con una sonrisa traviesa mientras cambiaba su lengua por un dedo que acariciaba suavemente su ano.

—¿Quieres meterla ahí? —preguntó Sakura, con un toque de nerviosismo en su voz, mirando por encima del hombro para observar su expresión.

—No es eso —la tranquilizó Kakashi, manteniendo su tono sereno y reconfortante.

—¿Pero te gustaría? —preguntó ella en un susurro, su curiosidad superando el nerviosismo, mientras volvía a apoyar la frente en la mesa.

Kakashi guardó silencio, concentrado en el movimiento de su dedo, explorando con cuidado la nueva sensación. Su contacto era deliberado, pero buscaba un equilibrio entre la audacia y la ternura.

—Yo… estoy abierta a ello —afirmó Sakura, su voz apenas audible, como si el acto de confesarlo fuera liberador.

Kakashi llevó su dedo índice de nuevo dentro de ella, empapándolo en sus jugos, y luego regresó a su ano, introduciéndolo con suavidad. Sakura comenzó a jadear, su respiración volviéndose más errática.

—¿Paro? —preguntó Kakashi, atento a sus reacciones, sus ojos buscando cualquier señal de incomodidad en ella.

—No —respondió Sakura rápidamente, su tono lleno de aceptación, mientras un escalofrío de anticipación recorría su espalda. La mezcla de nerviosismo y placer la mantenía en vilo, sus sentidos agudizados y su cuerpo respondiendo instintivamente a cada uno de sus movimientos.

Él sonrió y profundizó un poco más en su trasero, moviendo el dedo con un ritmo lento y controlado.

—¿Qué sientes? —preguntó Kakashi, observando atentamente cada uno de sus gestos.

—Es raro. Pero se siente bien —confesó ella, ajustando su postura para facilitarle el trabajo.

—Dime cómo te gusta —insistió Kakashi, deseoso de complacerla.

—Sigue haciendo eso. Hacia abajo —guio Sakura, su voz entrecortada por el placer.

—¿Ahí? —preguntó, girando su dedo para tocar donde ella le indicaba, notando cómo su cuerpo respondía a cada movimiento.

—Sí —suspiró Sakura, perdiéndose en la sensación.

Kakashi se sujetó la erección con la otra mano y la guio de nuevo hacia su entrada, donde su orgasmo todavía se escurría. Su piel contra la de ella era una combinación embriagadora de calidez y deseo.

—¿Puedo? —preguntó Kakashi, su voz un susurro cargado de necesidad.

—Sí —respondió Sakura, su consentimiento teñido de deseo, mientras se preparaba para lo que vendría a continuación.

Sin volver a hablar, Kakashi se introdujo poco a poco en ella, mientras su dedo seguía explorando en su trasero. El contraste de sensaciones hizo que ambos se estremecieran de placer.

Kakashi empezó a moverse más rápido dentro y fuera de Sakura, respondiendo a los gemidos y jadeos de ella.

—Ah, cielo, esto es demasiado, joder —afirmó Kakashi, fijando su vista donde la estaba penetrando, fascinado por la vista—. Puedo sentir cómo entro y salgo de ti con mi dedo índice.

Sakura giró su cabeza a un lado, intentando respirar mejor, su pecho subiendo y bajando rápidamente. Kakashi desvió la mirada hacia su rostro, capturando cada una de sus expresiones.

—Dame tu mano —pidió Sakura, extendiendo una de sus manos para buscar la mano libre de él. Kakashi la tomó con dulzura, complacido por el contacto, pero sorprendido cuando ella llevó su mano hasta la boca y comenzó a chupar su dedo índice, sus labios envolviendo cada centímetro con una intimidad descarada.

—Eres perfecta, amor —afirmó Kakashi, sus palabras llenas de admiración mientras aceleraba las embestidas, impulsado por la intensidad de su deseo.

Sakura gimió, su cuerpo tensándose al borde del clímax.

—Joder —jadeó—. Ka-ka-shi —gimió, añadiendo el dedo corazón a su boca, intensificando la sensación.

Kakashi se tensó cuando por fin escuchó su nombre salir de sus labios, una sonrisa de satisfacción iluminando su rostro.

Después, metió un dedo más en el ano de Sakura, presionando con fuerza contra el lugar donde su pene entraba, intensificando el placer compartido.

—Oh, Kakashi, sí, sí, ahí —exclamó Sakura, su cuerpo temblando con cada embestida.

—Creí que no podías más —comentó Kakashi divertido, su tono una mezcla de incredulidad y orgullo.

—Cállate —respondió Sakura con una sonrisa, perdida en el momento.

Él recuperó la mano cuyos dedos estaba lamiendo Sakura y le dio una cachetada, el sonido resonando en la habitación, antes de colocarla sobre la parte baja de su espalda para impedir que se moviera. Después, se hundió rápido y fuerte en ella un par de veces más, notando cómo Sakura se dejaba ir completamente. Aunque esta vez no parecía un orgasmo como los anteriores.

—¡Kakashi! —exclamó ella en una súplica por detenerle, mientras sentía cómo su vejiga se relajaba demasiado.

—Solo un momento, por favor, Sakura —pidió Kakashi, sacando los dedos del trasero de ella y sujetándola por las caderas para seguir embistiéndola —estoy apunto.

—Creo que me voy a hacer pis encima —dijo Sakura, su voz teñida de vergüenza y vulnerabilidad.

—No te preocupes por eso —respondió Kakashi, su tono reconfortante.

—Lo digo en serio —comentó ella en un susurro, sonrojándose, avergonzada por su confesión.

—¿Necesitas que pare? —preguntó Kakashi, su voz ronca de deseo mientras continuaba con sus embestidas, sintiendo cómo su propio clímax estaba cerca.

—Necesito que te corras ya —Kakashi se rio ante el comentario, pero no dijo nada, así que preguntó entre jadeos—. ¿Cuánto te importa esta alfombra? —su tono una mezcla de urgencia y humor.

—Ahora mismo ni siquiera recuerdo tener una alfombra—respondió Kakashi, su mente totalmente concentrada en alcanzar el éxtasis.

—Yo... no puedo...—murmuró Sakura, sus palabras ahogadas por la intensidad del momento.

Ambos pudieron sentir cómo un líquido caliente se escurrió por sus piernas, añadiendo una nueva dimensión de intimidad a la experiencia.

—¿Está mal si digo que esto me pone muchísimo? —preguntó Kakashi, inclinándose sobre ella para ocultar el rostro en su espalda, sus palabras cargadas de lujuria y admiración.

Sakura solo pudo reír en respuesta, su risa una mezcla de alivio y complicidad.

—Cariño, me corro —dijo Kakashi, besando el hueco entre sus omoplatos con ternura, su aliento cálido sobre su piel.

—No termines dentro —pidió Sakura en un susurro.

Tras un par de embestidas más, salió de ella llevándose una mano a la erección para llegar al clímax. Sin embargo, Sakura se giró para poner sus manos sobre la de él.

—Déjame hacerlo por ti —pidió, agachándose frente a él para meter la punta en su boca y apretar con su lengua mientras sus manos le exprimían desde la base hasta la punta.

—No tienes que hacer esto —aseguró Kakashi, intentando apartarla suavemente, pero ella le agarró del trasero, obligándole a descargar en su boca. Su semen alcanzó el fondo de su garganta, y Sakura se mantuvo firme, sus ojos cerrados mientras se concentraba en complacerle.

Cuando su orgasmo hubo terminado, llevó una de sus manos a la barbilla de ella para exigir que le mirara y dejó escapar un suspiro de satisfacción.

Sakura sonrió y se incorporó, pasando sus manos por la cintura de él. Kakashi respondió envolviéndola con sus brazos por encima de los hombros, sintiendo la calidez de su piel contra la suya.

—Sabes que así no se fabrican los niños, ¿verdad? —bromeó él sin soltarse, su voz llena de un afecto juguetón.

Ambos rieron durante unos segundos, disfrutando del momento.

—Ya te he dicho que no es que los quiera ya —respondió Sakura, con una sonrisa traviesa.

—Pensé que habías ido a mi despacho para eso.

—No. Fui a tu despacho para pedirte unos días libre para poder conocer al hombre con quien tenerlos —dijo ella, sus palabras llenas de sinceridad.

—Entonces no te ha ido tan mal —comentó Kakashi, su tono un poco engreído, reflejando su satisfacción.

—No seas creído —pidió Sakura, intentando librarse de su abrazo.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó Kakashi sin soltarla.

—A darme una ducha. Necesito una —respondió Sakura, suspirando con alivio.

—Está bien. Te dejo ir —comentó Kakashi, soltándola con cierta reticencia.

—Y tengo hambre, ¿puedes pedir algo de comer?

—Claro, a sus órdenes.

—Me apetece sushi —dijo Sakura, caminando hacia el pasillo.

—Sushi será. ¿Algo más? —preguntó Kakashi con seriedad, mientras la observaba desaparecer por el pasillo.

Sakura se giró para mirarle, intentando pensar qué más podía pedirle, su mente aún un poco dispersa por el éxtasis reciente.

—Los nombres los elegiré yo.

Kakashi levantó una ceja, confundido por el comentario.

—Pero a cambio, les dejaré tener tu apellido primero —aseguró Sakura antes de darse la vuelta y avanzar por el pasillo.

—Claro —susurró Kakashi, una sonrisa tonta en sus labios ahora que estaba solo en el salón. Se giró para coger el teléfono y marcó un número.

—Buenas. Sí. Querría lo de siempre, pero doble ración —dijo, guardando silencio por un momento mientras escuchaba hablar a alguien al otro lado—, sí, a mi casa. Gracias.

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NdA: No diré nada, dejaré esto por aquí y me iré.

Bueno sí, diré que puede que sea el Drabble más largo.