Los personajes que aparecen en esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi y los utilizo sin ninguna intención de lucro.

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Con las alas rotas

Capítulo III

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Ranma se hallaba sentado en el centro de su habitación, con los expedientes clínicos que el señor Tendo le había facilitado, acomodados alrededor de él, en un círculo perfecto: radiografías, recetas, resúmenes médicos, etc. Todo tratamiento y diagnóstico realizados en Akane para ayudarle a recuperar la motricidad, se encontraba descrito en esos papeles.

Por lo que podía comprender de aquello, el daño de las vertebras no debería haber sido permanente, pero la inflamación no había cedido casi nada en el transcurrir de esos procesos médicos y, en algún momento, los doctores fueron viendo menos claro el panorama de la chica y esta se había resignado a que no volvería a caminar.

Claro, tampoco era un especialista, sin embargo, días atrás, cuando Akane se había arrojado sobre él, pudo caer en cuenta de que sus piernas visiblemente deberían tener fuerza y los músculos no estaban tan atrofiados, como se podría pensar.

—¿Crees que tenga oportunidad de caminar nuevamente?—. Genma, desde su lugar en la mesa, con periódico en mano, se cansó de ver a su hijo revolviendo papeles y se atrevió a preguntar por fin.

—Sabes que no puedo hacer un diagnóstico de ese tipo, papá —Ranma no se dignó a voltearlo a ver, seguía enfrascado en sus averiguaciones personales y haciendo anotaciones en un pequeño cuaderno—. Pero… sí creo que… podríamos mejorar su condición y, quién sabe, en una de esas...

—Me gustaría que pudieras lograrlo —Enfatizó el mayor, acomodándose los anteojos—. Es la hija de mi mejor amigo y quisiera retribuirle su hospitalidad.

—Ese es el mayor problema —El joven por fin lo encaró, mirándolo con cara de pocos amigos—. Creo que es más fácil conseguir que Akane corra de nuevo por ahí, a que permita que me acerque a ella.

—Pensé que te gustaban los retos—. El mayor le picó el orgullo.

—Tú lo has dicho, viejo, los retos —El artemarcialista decidió que ya había obtenido toda la información que necesitaba y empezó a juntar todos los documentos para regresarlos a su carpeta—. Los imposibles son otra cosa.

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A la mañana siguiente, se levantó muy temprano para alcanzar a desayunar. Ese día le tocaban sus clases más temprano y no quería irse sin un bocado. Afortunadamente, la joven Naoko ya tenía listo los alimentos y sólo fue sentarse en la mesa para que una fila de platos con guarniciones y un cuenco con arroz desfilaran frente a él.

El chico le sonrió agradecido y comenzó a servirse un poco de todo.

—Vaya, veo que hoy te caíste de la cama—. Desde atrás, la imponente presencia de Akane se dejó sentir en el comedor. A Ranma le dio un tic nervioso en el ojo y, un pepinillo resbaló trabajosamente por su garganta.

—Necesito estar a tiempo para tomar el tren de las ocho—. Replicó él, jalando su silla hacia la mesa, para hacer camino a la joven, por si pasaba a su lugar. "Su lugar" se maldijo para sus adentros, al caer en cuenta que, justo había ido a sentarse a un lado del espacio dispuesto para Akane.

Y así fue, ella pasó por detrás de él y ocupó el espacio vacío con su silla de ruedas.

—Buenos días, Akane —Saludó la joven ayudante, acercando alguno de los platos a su alcance—. ¿Quieres desayunar de una vez o vas a esperar a tu padre?

—Buenos días —La mujer lo pensó, y decidió que desayunaría luego—. Mejor, ¿podrías prepararme un té? No he dormido bien.

Aquel comentario llamó la atención de Ranma, y lo hizo reparar en las marcadas ojeras que la dueña de la casa lucía y en lo pálida que estaba su piel.

—Claro, en un momento te lo tendré listo—. Naoko recogió un par de platos vacíos y salió con rumbo a la cocina.

—¿Tienes problemas para dormir?—. Inquirió el artemarcialista, sin despegar demasiado la vista de sus sagrados alimentos. No quería hacerla sentir vigilada.

—No… err… tuve una pesadilla. Eso es todo—. Akane se revolvió un poco incómoda en su asiento, no le agradaba tener qué dar explicaciones, aunque no sabía por qué respondía, en primer lugar.

—Vaya no pensé que las pesadillas tuvieran el valor de aparecer en tus sueños—. ¡Lo podía jurar! En su mente había un dejo de preocupación, pero sus palabras no parecían coordinarse con sus pensamientos.

—¡Óyeme!, ¿qué estás queriendo insinuar?—. Akane apretujó fuertemente la servilleta que Naoko le había dejado sobre su regazo, porque hacerlo con el cuello de Ranma estaba prohibido.

—Sólo me da curiosidad saber qué tipo de pesadillas tiene alguien que parece estar en control todo el tiempo—.

Ranma decidió seguir el camino de la paz y trató de enmendar lo dicho anteriormente.

—No es algo que te importe, Saotome—. Le respondieron al momento.

—Lo sé —Añadió con frustración ante su propio avance—. Lo siento, no debí...

—… El accidente… Siempre es el accidente —La cara de Akane se desdibujó en un gesto de amargura, pero sólo fueron unos breves instantes, rápidamente volvió a recuperar la compostura.

—Debí suponerlo—. Ranma la miró con comprensión y decidió guardar silencio, por si la joven deseaba decir más.

La quietud se adueñó del comedor mientras Naoko le servía su té a Akane y se despedía para ir al supermercado por lista de cosas que hacían falta en la casa.

La joven postrada en su silla le dio un sorbo a su té y decidió que también quería indagar sobre su huésped.

—¿Cómo es que terminaste transformado en una chica? —. De todo lo que sabía de él, eso era lo que más le causaba intriga.

—Jusenkyo, una aldea en China —Abordó el pelinegro, cavilando si el contarle un poco de si mismo a Akane le ayudaría con su objetivo—. Lo recomiendan como un lugar perfecto para entrenar, sin embargo, es más un maldito sitio lleno de pozas encantadas, listas para arruinarte la vida.

—¿Crees que transformarte en una chica cuando te arrojan agua, ha sido lo peor que pudo pasarte en la vida?

—Sí—. Ranma la miró con desdén al sentir minimizado su sentir, no obstante, pudo entender la razón de por qué ella lo consideraba algo menor y se encogió avergonzado.

—Si tanto te afecta, ¿por qué no vuelves allá y arreglas tu problema?

—Lo intenté —El chico habló más para sí mismo que para responderle a ella—. Hace un año y medio fui para buscar la solución y encontré el lugar drenado y devastado por unos derrumbes. Los guías me dijeron que el sitio tardaría bastante en recuperar el cause de sus pozas, si es que algún día lo hacía.

—Bueno, al menos hiciste lo que estuvo en tus manos para intentarlo

—¿Sabes que debes tener bastante fuerza en las piernas?—. Ranma ignoraba cómo iniciar con el tema referente a ella de manera natural, así que lo hizo a bocajarro, como mejor sabía hacerlo.

—¿Qué?—. La pregunta descolocó a Akane por completo y estuvo a punto de tirar el sorbo de té que había tomado. Creyó que el invitado de su padre ya tenía concluido ese caso, pero no, el tipo aún seguía queriendo inmiscuirse.

—Hace días, cuando te arrojaste sobre mí —Le indicó, tratando de obviar la cara desencajada de su escucha—. Creo que necesitaste algo más que el impulso de tus brazos… Los archivos médicos que me enseñó tu padre, indican que tu paraplej…

El chico fue interrumpido de inmediato por un estruendoso golpe en la mesa que tiró buena parte del contenido del té de Akane, seguido de esto, barrió la mesa con uno de sus brazos y varios de los platos que estaban a su alcance, terminaron arrojados al suelo.

—¡¿Por qué no me puedes dejar en paz con eso de una maldita vez?! —Akane se mostró visiblemente alterada, con los ojos inyectados de odio, harta de que ese crio siguiera metido en su papel de salvador.

—¡¿Po-por qué demonios hiciste eso?!—. El artemarcialista se levantó de su asiento asombrado; después de haber platicado unos minutos en aparente calma, no creyó que fuera a reaccionar de forma tan violenta. Lo único rescatable es que los platos habían sido arrojados al lado contrario a donde ellos se hallaban.

—¡Escúchame bien, tarado, porque no voy a volver a repetírtelo! —Akane se echó hacia adelante, apuntando a la mesa con su dedo. Aun estando sentada, la escena era como ver a una leona acorralando a una gacela—. ¡Puedo tolerar que mi padre insista en el tema, pero tú no eres nadie para venir a remover lo que con tanto esfuerzo he mantenido!... Al final, sólo eres uno más en la lista de perros falderos de mi padre.

—Está bien, Tendo —Ranma decidió que ya tenido sido suficiente. Esa noche le diría a su padre que renunciaba a su trabajo, que vivirían debajo de un puente y que prefería pedir limosna para concluir sus estudios, al fin que ya le faltaba muy poco. Sin embargo, no iba a dejarle sentir a esa mujer que había ganado la batalla por completo—. Te prometo que no voy a insistirte más si me dices la verdadera razón por la que no quieres hacerlo.

—Ya te lo he dicho, Saotome. Cinco médicos prestigiosos, más de siete de los tuyos… graduados, desde luego —Akane se relajó un poco en su asiento, no obstante, la mandíbula seguía tensa y la ira continuaba emanándole por los poros — En algún momento dejé de mantener la ilusión… y no puedes reprocharme el haberla perdido.

—Tendo, debes entender que no te estoy juzgando—. Ranma bajó la mirada porque sintió que ella podía tener razón. Era un vil novato queriendo superar la opinión de una docena de personas. Quizás se estaba extralimitando en su papel de querer ser el mejor y en su deseo de ayudarla.

—Mientes, sé qué lo haces —La joven notó el decaimiento en el aprendiz de su padre y algo se le oprimió por dentro; sus últimas palabras salieron menos envenenadas que el resto de la conversación—. Me alegra que tengas el entusiasmo de la juventud, pero debes entender que para mí eso ya no es suficiente.

—De acuerdo, esto es suficiente para mí —Dijo él, alejándose del punto de discusión. Se echó al hombro el morral que tenía al final de la mesa y se dispuso a irse de allí, con la moral destruida, auto excusándose en la esperanza de alcanzar el tren— Me disculpo por todos los inconvenientes. Cuando vuelva de clases, le diré al viejo que debemos irnos—. Fue lo último que mencionó, antes de abandonar el comedor, con el estómago hecho un nudo.

Akane, en silencio, vio cómo el joven se marchaba con el alma por los suelos y no dijo nada porque, simplemente no sabía que más decirle para devolverle un poco de su ánimo.

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Kasumi se encontraba vaciando en una olla con agua hirviendo las verduras que había picado en trozos pequeños para hacer un delicioso caldo, cuando escuchó el sonido de la silla de Akane deteniéndose en el borde de la puerta y esperó a que iniciara la conversación en cualquier momento. Su hermana ya le había contado con lujo de detalles todo lo que habló con Ranma unas horas atrás, y ahora luchaba con un leve resquicio de remordimientos.

—Dijo que le diría al Sr. Saotome de irse esta misma tarde—. Tamborileando sus dedos nerviosamente sobre el reposabrazos de su silla. Lo encontraba más seguro que enfrentarse a los posibles regaños de Kasumi.

—Si Ranma no te agrada, creo que entonces es la mejor decisión para todos, ¿no crees? —La mayor dejó la tabla de madera donde picó la verdura en el fregadero y se recargó sobre este, para mirar a la joven de cabello azulado.

—N-no estoy tan segura de que me desagrade. Es sólo que no quiero pasar por esta pesadilla de nuevo—Dejó de jugar con sus dedos y la miró seriamente—. Y sabes muy bien que, si lo acepto y no funciona, mi padre ya habrá encontrado nuevos bríos para traer más personas a la casa.

—En eso tienes toda la razón —Aceptó sin más—. Nuestro padre es un demasiado insistente cuando se le mete una idea a la cabeza.

—¿Verdad?, de eso no me cabe duda…

—… Yo le daría una oportunidad a Ranma —Luego de pensarlo un poco, Kasumi llegó a su conclusión más razonable, tratando de entender a ambas partes—. Pero si aún estás dudando en aceptarlo, y ya te dijo que se iría y no lo contrariaste; creo que es mejor que lo dejes ir y no juegues con él, Akane.

—Además, dudo que aceptara después de… eso—. La voz pasó a ser sólo un murmullo y lo dejó a medias, porque no era capaz de repetir otra vez el exabrupto que había tenido.

—Se vaya o no, al menos deberías disculparte—. Sentenció la mayor, buscando sonar firme, porque no quería hacer sentir a la menor que era algo opcional.

—Lo voy a considerar —. Respondió la joven, dando vuelta a su silla para salir de ahí, con rumbo al despacho. Necesitaba seguir pensando.

—Por cierto, Akane —Kasumi detuvo la marcha de la menor, antes de que se perdiera de vista—. Hace un rato llamó el joven Hideki al teléfono de casa. Me preguntó si tu celular ya no funcionaba y si lo podías contactar cuando tuvieras oportunidad.

—Oh, cierto —La joven por fin esbozó una nueva sonrisa en lo que llevaba del día—. Debí dejarlo en mi cuarto. La verdad es que no me gusta traerlo conmigo. Aprovecharé para devolverle la llamada en el despacho.

—Recuerda decirle que siempre es bienvenido si quiere venir a visitarte.

—Claro —Akane no pudo evitar ensanchar aún más la comisura de sus labios—. Se lo diré.

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Ranma llegó al atardecer a la residencia Tendo, aún con el tiempo de quitarse los zapatos y sentarse en la orilla del corredor de la casa, para admirar la caída del ocaso, sin embargo, era de lo último que tenía ganas. Es más, ni siquiera habría querido regresar esa tarde, pero debía despedirse de su anfitrión en condiciones.

Fue a la cocina por un vaso de agua, antes de ir a su habitación a guardar sus pertenencias.

Ahí se encontró con Kasumi, lavando los últimos cubiertos que se utilizaron en la comida. Ranma aprovechó el momento para agradecerle su hospitalidad y despedirse, y ella le indicó que su hermana deseaba verlo en su despacho, antes de que se fuera.

Ranma se negó en redondo, pero Kasumi logró convencerlo de que al menos deberían tratar de quedar en buenos términos y también, como un favor personal, porque él en verdad no tenía la menor gana de verla nuevamente.

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El chico de ojos azules y cabello azabache tocó la puerta y de inmediato lo hicieron pasar, encontrándose con la menor de las hermanas, sentada en su sitio, tras el escritorio.

—¿Puedes sentarte?—. Le invitó la joven, señalándole el asiento, a lo que Ranma acotó rápidamente que no con su cabeza.

—Acabo de llegar. Aún no he hablado con el viejo, si es lo que quieres saber, pero en cuanto terminemos esto, iré a decirle que nos vamos.

—Saotome, te debo una disculpa —Comenzó, jalando las palabras que se negaban a salir, sabiendo claramente que debía hacerlo. Su semblante se mostraba estoico dentro de esa lucha interna—. Esta mañana dije cosas muy hirientes y… me siento arrepentida.

El chico la observó incrédulo, con la cara desencajada, sin creerse que era la misma mujer con la que había discutido ese día. Un poco más impulsivo, y habría ido a tocarle la frente para ver si no estaba delirando.

—¿De qué se trata esto? —Le indagó el artemarcialista, sin poder ocultar su molestia—. Debes estar bromeando, ¿no?

—Jamás jugaría con mis disculpas, Saotome —Le recriminó, lanzándole una mirada amenazante, bastante diferente a su intención inicial—. Si las aceptas o no, es asunto tuyo.

—Está bien, las acepto —Ranma asintió levemente y se clavaron la vista mutuamente—. S-si no se te ofrece nada más, te-tengo que ir a…

—He decidido que te daré unos meses de prueba para que hagas la rehabilitación—. Akane lanzó su comentario, diametralmente diferente al tema de la plática, como si de decir la hora se tratara. Tenían algo en común, al parecer.

—Lo agradezco, pero no voy a aceptar la oferta—. En días anteriores, hubiera brincado de felicidad y la abría abrazado por el ofrecimiento, sin embargo, en este momento, sólo se habían incrementado sus ganas de largarse de ese lugar, sintiendo que la joven sólo buscaba encontrar los caminos para hacer burla de él.

—¿No me digas que te estás acobardando ahora? —La joven le lanzó mordazmente—. Es la oportunidad que estabas pidiendo, ¿no? ¿es que no vas a aprovecharla?

—No es cobardía, Tendo —Bufó él, encajando sus manos en la silla para los visitantes, que ahora utilizaba de barrera para no explayarse como quería hacerlo—. Esta mañana descubrí que aún me queda un poco de dignidad y, quiero conservarla.

—La dignidad está muy sobrevalorada en estos días, Saotome —Una sonrisa apareció en los labios de Akane, pero era más bien una mueca maquiavélica—. No puedes vivir de ella.

—Creo que prefiero aceptar las consecuencias —Ranma replegó sus brazos y pensó que ya no había nada más que hablar ahí—. Iré por mis cosas.

—Tienes hasta media noche para aceptar la oferta, si no, puedes olvidarte de otra oportunidad—. Sentenció Akane, al ver que el pelinegro se retiraba. Esta vez, no se arrojaría sobre él para detenerlo, porque estaba muy segura de que él iba a regresar por su propio pie, arrepentido de hacerle ese desaire.

—No me esperes despierta—. Contraatacó él, saliendo del lugar.

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—Mírate, estás histérico—. Profirió Genma, mirando a su hijo sacar sus mochilas de viaje y abriendo el armario para arrojar todas sus pertenencias al centro de la habitación.

—¡¿Y cómo rayos quieres que esté, viejo?! —Ranma se detuvo un momento para explotar frente a su progenitor, con toda su ira desatada—. ¡Esa mujer no descansa para encontrar la manera de pisotearme!

—Ya deberías saber que sólo es su alma herida —Claro que entendía a su vástago, pero aún creía que con sus problemas económicos y su casa cayéndose a pedazos, estar ahí era su mejor opción—. Y ya te dijo que dejaría que trabajaras en ella.

—¡Al demonio su alma herida! ¡No voy a ponerle un dedo encima a esa tipa! —Rabió a todo pulmón. Genma podía apreciar todos los dientes de su hijo chirriando entre sí—. ¡Además, ya le dije que nos íbamos y lo vamos a cumplir!

—A mi no me metas en tus decisiones—. El mayor tomó el control remoto que estaba en la mesita y se dispuso a encender el televisor.

—¡¿Te estás poniendo de parte de ella?!—. El pelinegro se abalanzó para quitarle el control remoto y, poco le faltó para incrustarlo en la mesa.

—No. Estoy decidiendo lo mejor para todos —Buscó ignorar las rabietas de su hijo y miró alrededor de la mesa par encontrar su periódico. Ranma leyó sus movimientos, y dejó caer un manotazo posesivo sobre el diario.

—¡¿Tu mejor decisión es traicionar a tu hijo?!

—¡No! ¡Tu te estás traicionando sólo! —Genma se cansó de lidiar con el humor embravecido de Ranma y decidió mostrarle sus razones— Eres mi único hijo. El heredero de la dinastía de combate libre, Saotome. Destinado a ser un combatiente de élite y, en cambio, permití que dejaras ese legado en segundo plano para ponerte a jugar al estudiante con tus libros. ¡¿Y qué estás haciendo?! —El padre del chico no se dio cuenta del momento en que lo cogió de las solapas de su camisa y lo había empezado a zarandear—. ¡Te estás dando por vencido en tu primera oportunidad! ¡Me tienes decepcionado!

Su padre lo soltó al terminar de hablar y se puso a ver la Tv como si nada. Ranma se quedó sentado en el sitio. Estático, sin despegar la vista de la mesa, con la espalda encorvada y el pelo cubriéndole la mayor parte de la cara.

Su temple había resistido demasiado con Akane, sin embargo, aquello ya era demasiado; no pudo evitar que un par de lágrimas se le escaparan de los ojos.

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Continuará

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Notas de autor

Hola a todos. Esto es algo que espera iniciar entrando el próximo año, pero es como con el ejercicio, no es que necesitéis una fecha exacta para comenzar, sólo hay qué hacerlo y ya. Hace cerca de un año, retomé algo que había dejado de largo por mucho tiempo; el dibujo, y he estado dedicando mucho de mi tiempo en practicar. Y mientras estaba con eso, empecé a releer algunas historias y me sentí mal por haberlas dejado tan avanzadas o cerca del final.

Creo que la mayor parte de los lectores de esa época ya no están, pero quiero hacerlo más como un trabajo pendiente personal. Es mucha avaricia pensar en terminarlas todas, aunque si quisiera darles un cierre, al menos a las principales.

Sobre por qué inicié con esta historia y no otra, pues comencé a leerla y recordé varias cosas que tenía ideadas aquí, siendo que habría iniciado como un oneshot para participar en un foro.

Sobre la trama, yo sé que no parece, pero soy un ser humano con sentimientos y me da un poco de cosa martirizar al chico, no obstante, luego me acuerdo cómo era el cabroncete al inicio de "Cartas…" y vieran que rápido se me pasa. XDD Lo sé, puedo ser un poco rencorosa y además, me gusta el drama. Fuertes revelaciones XD jaja.

Agradezco de antemano las lecturas y si quieres dejarme saber tu opinión, todo es bienvenido.

Sin más qué decir, espero leernos pronto.